EL PARTIDO EN EL GOBIERNO:
LA EXPERIENCIA DEL RADICALISMO
1983-1989
Liliana De Riz/Jorge Feldman*
1. Introduccién
Como en Jamayorfade las nuevas democracias de América Latina, los
partidos que Hegaron a la conduccién del estado en Argentina estaban mai
preparados para administear las restricciones econdmicas, sociales y
politicas que la crisis econémica imponia al gobierno de la sociedad.
Maquinarias electorales que movilizaban lealtades en la contienda electo-
tal, los partidos enfrentaron el desafio de tansformarse en partidos de
gobierno.’ Tradicionalmente subordinados a los objetivos yambiciones de
un lider, carecian de programas y opciones definidas para enfrentar la
crisis de dimensiones inéditas que se iniciaracon lacrisis del endeudamiento
en 1981-82 (De Riz, 1989). En aquellos pafses como Argentina, que no
tienen tradicién democratica (a diferencia de Chile o de Uruguay), el go-
bierno no s6lo tiene que recrear 0 mantener tas condiciones de acumula-
cidn capitalistas, sino que, simult4neamente debe instaurar un régimen de
Trabajo preparado en el marco del proyecto “Transicidn democratica, ctisis econdmica,
yaccién de gobierno” que realiza ct CEDES en cooperacién con et lustitut fir Politische
Wissenschaft de la Universidad de Heidelberg y con el apoyo de la Fundacion
Volkswagen.
1 Como observa Sartori, la distancia por recorrer entre partido en el gobierno y gobierno
por el partido (acceso real de] partido a las decisiones, la adopcién de las decisiones) es
verdaderamente grande (Sartori, 1980, 45).448 ELEcCIONES Y SisTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA
gobierno, i.e., un conjunto de normas y procedimientos para dirimir los
conflictos del que resuiten decisiones legitimas. Todo ello ocurre en el
contexto del problema planteado por el tratamiento de la herencia de
horror que dejaron los regimenes militares precedentes.
Las dimensiones de la crisis econdémica que enfrentaron vino a refor-
zar la autonomia del ejecutivo, encamado en la persona del presidente y su
gabinete. En estas nuevas democracias, la conducci6n del estado estA in-
mediatamente ligada a la capacidad de cada gobierno para definir y poner
en prdctica politicas econémicas, tradicionalmente percibidas como anti-
populares y resistidas por el partido gobernante y la oposicién. Los go-
biernos debian controlar las altas y crecientes tasas de inflacién y dar res-
puesta a las demandas postergadas o reprimidas por los regimenes autori-
tarios que los precedieron y que, en el marco de la democracia, se multi-
plicaron y expresaron libremente. La tensi6n entre gobernar en democra-
cia la nueva realidad econémica, conservar los heterogéneos apoyos
iniciales al partido y formar una coalicién de gobierno —procesos que,
pronto se vio, cbedecfan a l6gicas diferentes y conwadictorias— atravesé
sin solucién de continuidad al partido gobermante. ; Acaso era posible
posponer una politica de austeridad y dar1aprioridad ala institucionalizacién
de la democracia politica? Esa estrategia, puesta en marcha entre los 50's
y los 70's en Uruguay y Costa Rica (dos democracias largamente sosteni-
das), requeria condiciones estructurales ausentes en la situacién argentina
de la década de los 80: el comportamiento perverso de la economfa ins-
talado por el endeudamiento externo no dejé margenes para esa alternati-
va.
El régimen presidencialista de gobierno, la emergencia de liderazgos
carismaticos’ y una tradicién de presidencias plebiscitadas, como en Ar-
gentina, colocaron al partido en un segundo plano (De Riz, Smulovitz,
1990), El patr6n tradicional de personalizacin de la politica, propiciado
por los marcos legales, se vio reforzado por la necesidad de centralizar la
autoridad frente a decisiones politicas conflictivas. La centralizaci6n de
2 Elsucgimiento de lideres carismaticos se ajusta ala nocién de “carisma situacional” de
Panebianco (Panebianco, 1982). En efecto, liderazgos como los de Rail Alfonsin en
Argentina se nuirieron de la excepcional convergencia alrededor de la autinomia
“dictadura 0 democracia”, que redefinid los tradicionales clivajes que dividian al
electoradoen Argentina. Una vez recuperado el régimen constitucional, nuevos y viejos
clivajes fueron desmembrando ta coalicién de apoyo a Alfonsin surgida en 1983. El
consenso otorgado al lider indiscutido de la instauracién democratica, pronto mostré ser
un consenso breve”, subordinado a las resultados de su gobierno.NDH 449
Jas decisiones en el ejecutivo en Argentina era, ademés, la consecuencia
de una transicién politica no negociada y la consiguiente carencia de un
consenso minimo de gobierno entre el oficialismo y la oposicién. Esta
situaci6n creé la paradoja de que, la reiterada dependencia del ejecutivo,
encarnado en la politica del presidente, le otorgaba al partido un amplio
margen de maniobra propio. Por una parte, le aseguraba desplazar la res-
ponsabilidad de las decisiones politicas diffciles hacia el presidente y sus
ministros,’ al igual que lohizo la principal oposicién. Por otra parte, le pro-
porcionaba recursos de poder a sus dirigentes para conquistar o consolidar
posiciones dentro del partido. En un sistema en el que tas ventajas
econémicas y el poder politico dependen en gran medida del acceso di-
tectoa posiciones ejecutivas en el gobierno, ningun partido habia desapro-
vechado los mecanismos clientelistas, sea bajo la forma del reparto de
cargos en la administracién publica u otras modalidades de distribucion de
beneficios. La UCR no se aparté de esa tradicién.
El propésito de este trabajo es analizar la relacién entre el gobierno y
su partido durante la gestién de Ratl Alfonsin. El foco de interés es la
relaci6n entre los objetivos del gobierno de Alfonsin, de fortificar lademo-
cracia y manejar eficazmente la economia, por una parte, y los trade-offs
entre el gobierno y los intereses politicos de su partido, por otra. ;De qué
maneras la relacién partido-gobierno afecté a la UCR (su organizacion,
sus orientaciones ideolégicas, su vision del papel del partido gobermante?
{Qué consecuencias trajo aparejada esa relacién sobre la accién del g-
obierno?
En las democracias consolidadas el debate gira en torno alas opciones
sustantivas de politica de los gobiernos. La discusién se centra en los pro-
ducios de\ gobierno antes que en los insumos para gobernar (el marco legal,
el sistema politico, las caracterfsticas de los actores politicos y sociales,
etc.). Las nuevas democracias, en cambio, colocan los temas de tas insti-
tuciones y del desempefio de los actores (la aptitud para gobemar) en un
primer plano del andlisis. a la discusién de las polfticas se antepone el
examen de los procesos a través de los cuales se deciden e implementan
politicas. Las reglas del juego y los actores son el blanco de mira. Los
partidos aparecen en el ojo de la tormenta en todos los balances de los
gobiernos que condujeron la fase de instalaci6n del nuevo régimen. La
3 Como seiialaron algunos dv nuestros entrevistados, Jos ministros de Alfonsin ne
gobemmaron come un gabinete, asumiendo en conjunto, Ia responsabilidad de las
decisiones politicas. Sobre este aspecto, volveremos inés adelante.450 ELECCIONES Y Sistemas DE Pag ribas in América Latina
derrota electoral del radicalismo én 1989, en favor dei principal partido de
la oposicién. como ocurrié en Espafia y en las nuevas democracias de
América Latina, fue el precio que pagé la fuerza politica encargada de con-
ducir la etapa inicial. La frustracion de las expectativas puestas en el par-
tido responsable de recrear cl régimen volcé al clectorado hacia la opo-
sici6n.
2. La UCR: una mirada histérica
La UCR puede ser definida como un partido “abogado de la socie-
dad”. Surgido a fines del siglo pasado como expresion de la expansidn de
los sectores medios, evité desde su creaci6n una definicién explicita sobre
cualquier cuestin que fuera mas alldde Jadefensa de las libertades civiles.
Seguin sus dirigentes, era un sentimiento y no un programa de gobierno.
La gestion del gobiemmo entre 1916 y 1930 fue desplegando los disensos
internos sobre aspectos estratégicos de laconduccién politica (yrigoyenistas,
alvearistas, antipersonalistas). Jurante la década que siguié a 1935, la Ar-
gentina se transformé6 en un pais industrial sin que se gestara un partido de
ja industria. La clase obrera, de sector marginal, pas6 a ser el eje de toda
politica que desafiara el régimen olig&rquico instaurado tras el golpe mili-
tar de 1930. El peronismo dio expresién politica a este proceso. La anti-
nomia democracia-dictadura, cara al radicalismo, fue sustituida por ta
oposicién justicia social -injusticia social.
Los dos primeros gobiernos peronistas colocaron al radicalismo en el
lugar de una oposici6n débil, sin recursos institucionales de poder, inter-
namente fraccionadaalrededor de laestrategia por seguir frente al peronismo
y con escaso apoyo en la sociedad frente al aluvién peronista. Carente de
programa e ideolégicamente difuso, el partido no resistié la escisi6n
cuando Ie tocé el tumo de enfrentar el vacio politico que dejé el derroca-
miento militar del peronismo en 1955. En 1958 llegé al poder el sector del
radicalismo alineado detr4s de Frondizi, gracias a los votos prestados por
el peronismo proscripto. En 1963, la UCR volvié a acceder al gobierno
gracias ala proscripcién del peronismo. Ambos gobiernos, sucesivamente
derrocados por golpes militares, reflejaron las dos tendencias escindidas
en su seno: la que privilegié la reacionalidad econémica (el desarrollismo
de Arture Frondizi) en desmedro de los principios y Ja tendencia inversa,
que condujo Ricardo Balbin y Hev6 a Arturo IIlia al poder del estado. La
tensidn entre eficacia econémica y pureza principista no abandoné al par-
tido. Durante el gobierno militar 1966-73, la UCR reagrup6 sus fuerzas ne-
tas y condujo, bajoel liderazgo de Ricardo Balbin, laestrategiade “la Hora