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Como si se tratara de una fogata, la fuerza invocada por las


imgenes morbosas que estbamos a punto de ver nos tena
congregados como a una horda de pusilnimes bestias encantadas por el
suave balanceo que el cirquero anima de una dulce pieza de carne. All
estbamos, esperando los ltimos instantes para que el pequeo monitor
de computadora arrojara las mudas imgenes que pareca resistirse a
revelar. Ya se haba reincorporado Alegre de nuevo, ah inclinado y con
la boca abierta, casi drenando saliva, mirando el infinito en la negrura
de la pantalla apagada. Ya mero?, Ya? No paraba de preguntar, y es
que si hay algo que le entusiasmara era la posibilidad de poder percibir
lo ms de cerca la violencia descarnada. Violencia real; perros
mordiendo otros perros, perros mordiendo a personas, decapitaciones de
narcos a narcos rivales, muslmanes quemando mujeres por infieles, o
lapidndolas, accidentes fatales, O violencia ficticia;
Para l es posible que no hubiera ninguna diferencia. Mir su
expresin inmersa e ignota ante la expectativa y supe por qu me haba
confiado a m, el periodista que alguna vez escribi sobre l y que se
fue ganando trago a trago hasta volverse su amigo, la responsabilidad
que su propia naturaleza le impeda. Como todos los policas de este
pas, Alegre era un perro guardin, dispuesto arrancar un miembro a
quien rondara su entorno, ms all de que fuera amigo o enemigo. Yo,
por otro lado, era el sabueso arraigado a un matadero, cuya presencia
pasa desapercibida, por incomprendida. puede que las imgenes que
estbamos a punto de ver no fueran ms que la escena del znit

dramtico de una grotesca pelcula imperdible, como ya me haba


advertido apenas puse un pie en el lugar.

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