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• 1 Historia
○ 1.1 Inicios
○ 1.2 El cine mudo
○ 1.3 Crisis de la década de 1930
○ 1.4 Cine de la Pornomiseria
○ 1.5 FOCINE
• 2 El cine hoy
○ 2.1 Ley de cine
2.1.1 Amenaza a la ley de cine
• 3 Proyección internacional
• 4 Cine documental
• 5 Cine de animación
• 6 Festivales
○ 6.1 Otros certámenes
• 7 Exhibición y distribución
○ 7.1 Estrenos en Colombia
• 8 Véase también
• 9 Referencias
• 10 Enlaces externos
Historia [editar]
La historia del cine en Colombia inicia en 1897 cuando se registra la llegada del
cinematógrafo al país. Solo dos años antes, el aparato de los Hermanos
Lumière habría hecho su legendaria aparición pública en París y con la reciente
euforia ocasionada alrededor del mundo por la aparición del invento, muchos
camarógrafos extranjeros se volcaron con sus cámaras en busca de nuevos
paisajes por descubrir, de esta forma se conoce que algunos incursionaron en
territorio colombiano aquel año donde se realizaron exhibiciones inicialmente
en la ciudad de Colón, por entonces todavía ciudad colombiana; de allí pasó a
Barranquilla luego a Bucaramanga para llegar más tarde a la capital Bogotá
donde en agosto de ese mismo año fue presentado en sociedad en el Teatro
Municipal, que estaba localizado en la Carrera 8 y fue posteriormente demolido.
[1]
Inicios [editar]
Poco después de la introducción del cine al país se desata la Guerra de los Mil
Días por lo que las primeras producciones tienen que esperar hasta el fin del
conflicto civil para salir a la luz, en un principio las producciones
cinematográficas del país se limitaban a capturar paisajes y momentos de la
vida nacional y la exhibición de películas extranjeras era dominada por los
Hermanos Di Doménico propietarios del Salón Olympia de Bogotá, quienes
también producirían la primera película documental "El drama del quince de
Octubre" que narra el asesinato del general Rafael Uribe Uribe desatando una
gran polémica.[2]
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En el 2005 se estrenó la película Rosario Tijeras, que se produjo sin ayuda del
Fondo, pero que le abrió las puertas de la esperanza al cine nacional al lograr
una taquilla por encima de un millón de espectadores, caso que no se veía
desde el año 1994, 11 años atrás, con la película La estrategia del caracol de
Sergio Cabrera. Esta clara muestra de las posibilidades de taquilla de una
película colombiana sirvió para que el medio desempolvara viejos proyectos y
los nuevos cineastas, recién salidos de las aulas universitarias, empezaran a
mandar sus proyectos a las convocatorias del FDC (Fondo de Cinematografía)
para ver si la suerte les sonreía y podían hacer realidad sus sueños de
celuloide.
El año siguiente (el 2006) se realizó la primer convocatoria de Producción o
Realización de largometrajes, de donde salieron cuatro proyectos (Soñar no
cuesta nada, Bluff, Al final del espectro y Satanás), que fueron claves en la
creación del llamado "boom" del cine colombiano y cambiaron la actitud del
público al encontrarse con cuatro proyectos maduros, bien realizados, bien
actuados, técnicamente impecables, con imagen y sonido a la altura de
cualquier película extranjera. El cine colombiano se volvió en poco tiempo un
producto de orgullo para el espectador y acudió a sus exhibiciones con gusto y
sin complejos.
El total de asistentes al cine colombiano en el 2005 fue de 1’867.036
espectadores. Es decir que el cine colombiano con sólo 8 películas, 4.4 % del
mercado de los largometrajes estrenados, logró el 11.44% de los espectadores
totales del año en el país. En el 2006 volvió a dominar la taquilla con 7
películas que lograron más de tres millones de espectadores y una de ellas,
Soñar no cuesta nada, se volvió la líder absoluta del año al lograr unas
entradas de 1'200.000 espectadores.
En el 2007 las películas Bluff, Satanás, Esto huele mal y Muertos de susto,
sacaron la cara por el cine nacional, pero las otras 7 películas que las
acompañaron durante el año, tuvieron un comportamiento mediocre y
demostraron claramente que el público sólo va a ver lo que le interesa y no por
su nacionalidad. Ahora en el 2008, Colombia vuelve a liderar con Paraíso
travel, la película más taquillera del primer semestre del año, pero cada película
nacional ha tenido que defenderse con su propia calidad. Sin embargo, aquí en
el país, en promedio general, el cine colombiano tiene mayor taquilla que las
películas de Hollywood y de otras partes del mundo.
Los buenos resultados logrados
Por lo que podemos ver con las cifras anteriores, el cine colombiano ha logrado
captar un público muy grande para sus producciones y a pesar de sus
detractores, que no hay una continuidad en la exhibición de sus proyectos, que
no tiene una calidad "standard" en sus temáticas y tratamientos, ha logrado
crear una buena imagen en los últimos años y ha abonado el camino para
nuevas películas.
Apoyos
Espectadore
Película s FDC-Ibermedia Fecha
$
38 Películas 9.647.520 7.696.604.269
A veces los éxitos fuera de serie como Soñar no cuesta nada en cine y Betty la
Fea en televisión son fenómenos que se salen de los parámetros normales y
dejan perplejos a los especialistas del medio. Nadie sabe exactamente qué los
causa, pero se sabe a ciencia cierta que son irrepetibles. Sin embargo,
Hollywood en su búsqueda del éxito, siempre ha insistido en las secuelas de
éxitos anteriores. En algunos casos, como el del último Batman y las segundas
versiones de Shrek y La Edad de Hielo, la secuela es más taquillera que la
primera versión, pero son la excepción que confirman la regla. En el caso local
Eco Moda fue un desastre total después del éxito de Betty la Fea. Todo es muy
relativo y nada es seguro en la industria cinematográfica y mucho menos en
países como Colombia. Clara María Ochoa se apuntó a un éxito sin
precedentes con Soñar no cuesta nada, que es un milagro después del fracaso
económico de su primer película Como el gato y el ratón que no obtuvo sino
90.000 espectadores, que es una cifra respetable, pero no da para seguir
pensando en hacer cine. Sin embargo, el tema de la guaca le fascinó, así como
a Sergio Cabrera y a Víctor Gaviria que ya estaban haciendo planes para
filmarla, pero ella se adelantó y fue premiada por el FDC en el mismo grupo
con Bluff, Al final del espectro, Satanás y Adiós, Ana Elisa, que dista mucho de
los proyectos bastante regulares que escogió el jurado del 2008. El resto es
historia, como dice el dicho popular. Sin embargo, la productora de Clara
María, CMO Producciones, no ha tenido la misma suerte con sus otros dos
proyectos, Esto huele mal y El ángel del acordeón, y en especial la última, que
ni siquiera tuvo la taquilla de su primer película. Ahora está embarcada en la
producción del libro de García Márquez Del amor y otros demonios, que
tampoco recibió el beneplácito del jurado del FDC de Producción y el de
Posproducción, caso absurdo que ya mencionamos antes. Sabemos que este
tipo de películas son supremamente costosas, que el nombre de García
Márquez es mágico para algunas cosas, pero de malas en el cine y que la
película de su novela homónima Amor en los tiempos del cólera fue uno de los
más grandes desastres económicos de los últimos años.
¿Es rentable el cine colombiano?
Por lo que hemos visto hasta ahora, la respuesta es un rotundo NO, las cifras
lo demuestran sin mucho esfuerzo y dejan muchas dudas en el aire, pero casos
como el de Bluff dan muchas esperanzas positivas. Demuestra que una
película hecha con mesura, profesionalismo y talento puede triunfar, que los
temas de narcotráfico, secuestro y extrema y repugnante violencia están
mandados a recoger. Pero, ante todo, estamos viendo unos ejemplos que nos
deben servir de experiencia para el futuro, que lo importante no es solamente
"hacer" cine, sino saber venderlo y darse cuenta que la parte económica de
una producción es tan importante o más que la parte temática. Por eso nos
sorprendió tanto una entrevista en el diario El Tiempo del domingo 31 de
Agosto titulado ¿Qué Tiene Y Qué Le Falta Al Cine Nacional? donde la
guionista mexicana Paz Alicia Garciadiego, que vino a Bogotá para ser jurado
en las convocatorias del FDC, dijo inocentemente, "Una cosa que nos
marcaron cuando llegamos a Bogotá fue ‘no elijan pensando en función de qué
proyecto vaya a ser taquillero’". Y ahí, en esa sola frase dejaron en claro el
gravísimo problema del cine colombiano y su falta de rentabilidad: Lo que no
nos cuesta, hagámoslo fiesta. Nos parece que ha habido demasiado interés en
repartir la plata al mayor número de personas o empresas, sin tener en cuenta
los resultados finales. Es irónico que los $7.696 millones entregados en estos
años por Ibermedia y el FDC para "fomentar el cine colombiano" haya arrojado
como resultado más de $20.000 millones de pesos en pérdidas para los
productores beneficiarios de esos incentivos. No tener en cuenta la parte
económica de una película es como cometer suicidio colectivo. Y como siempre
ha sucedido en nuestro cine, el pobre productor es el que pone la chequera y
paga los platos rotos.
No hay cama para tanto proyecto
Si de alguna forma nos preocupa la suerte de aquellos que han tenido que
sufrir en carne propia las vicisitudes de hacer cine en Colombia, de tener que
salir de su patrimonio personal o familiar para lograr terminar una película, de
ver sus sueños derrumbarse en una sala vacía, nos aterra lo que viene ahora.
Haciendo un recuento de los proyectos ganadores de las convocatorias, de las
películas terminadas pero sin estrenar, de los proyectos recientemente
premiados, de los sueños que acaban de arrancar, nos entra un gran pánico.
En este momento hay 27 películas terminadas y listas para estrenar, otras 36
premiadas en las convocatorias del 2006, 2007 y 2008 que tienen que estar
terminadas antes de mediados del 2011, 36 películas filmadas, posproducidas,
paradas o en un limbo inexplicable. Esto significa que hay una tremenda
sobreproducción de 99 películas colombianas para los próximos 3 años. Para
un país acostumbrado a 8 o 10 películas al año, esto es una locura, además de
ser prueba de una falta de planeación imperdonable. Y como si fuera poco, en
la convocatoria de Producción del FDC del 2007 premiaron 10 proyectos en
lugar de los 8 acostumbrados y en el 2008 premiaron 11, reduciendo los
montos individuales de las películas, cuando deberían estarlos aumentando
para ajustarse a precios más actualizados y a la vez "echando a rodar" más
cine de lo que el país (y el público) aguanta.
Un reconocido productor colombiano, al ver el fracaso económico de su última
película, comentaba que el público nacional no aguanta más de una película
colombiana por mes. Pero uno también se pregunta, "¿y qué pasará con todas
esas otras películas que están en 'cola' esperando su oportunidad de
estrenarse en las salas de cine del país?" ¿Entrará a funcionar una junta de
calidad como en la época del sobreprecio? ¿Se podrán ver todas las película
realizadas o solo una pequeña selección? ¿Los contratos de los premios del
FDC toman en consideración la eventualidad de no mostrar las películas en los
cines por sobrecupo de cine colombiano? ¿Se perdió esa platica?
Los premios: ¿beneficio o maldición?
En nuestras páginas hemos discutido hasta la saciedad el problema de los
premios a medias, en nuestro artículo Manual para hacer cine en Colombia
desglosamos los diferentes aspectos de los peligros de hacer cine en
Colombia, pero no nos cansaremos de repetir que los premios en las manos
equivocadas o en manos inexpertas es botar la plata a la basura y crearle un
grave problema al productor beneficiado. Al exigirle al ganador bajo contrato
cumplir con unas fechas y unas condiciones a veces imposible de alcanzar por
inexperiencia, ingenuidad, falsas expectativas, presupuestos demenciales, etc.,
se vuelve más un problema que un beneficio. Es como en el comercial de las
Aseguradoras "La Lotería de la Vida" donde los concursantes en lugar de plata
se ganan un infarto, un robo, un atraco, un estrellón, etc. Con curiosidad
observamos que el jurado de este año volvió a premiar un proyecto que se
llama El Gancho, que ganó premio de producción de largometraje en el 2005,
que devolvieron el premio por alguna razón y ahora volvieron a presentarse y
otra vez volvieron a ganar. En el 2005 yo le escribí esta opinión al jurado de
entonces sobre la parte económica: "Expectativas muy optimistas, pero no muy
reales. Desafortunadamente, todos los proyectos regionales adolecen de
bases sólidas y al estar alejados de los centros importantes no tienen
experiencia en el día a día de la producción". En dos años treparon el
presupuesto inicial a más del triple del costo inicial y la volvieron la segunda
película más costosa de los ganadores del 2008. ¿Será que volverán a
devolver el dinero cuando se encuentren ante las realidades de una producción
con un presupuesto totalmente desmedido? ¿Serán capaces de conseguir el
resto del dinero necesario para terminarla? Sería interesante averiguar si los
miembros del jurado estaban advertidos de los antecedentes tan precarios de
este proyecto y proponer desde ahora que proyecto que devuelva la plata, no
puede volver a concursar. A nosotros esto nos parece una falta de seriedad
total. ¿Quién está encargado de vigilar esto?
Al darle el 25 o el 30% del costo total de una producción de más o menos unos
$1.200 millones, es entregarle una "papa caliente" al productor de más de $800
millones que tiene que financiar para poder llevar su producción a las pantallas
de cine. Hoy en día, con más y más inversionistas "quemados" o más bien
"chamuscados" con los malos resultados de las películas que hemos
mencionado antes, ésto se vuelve una tarea casi imposible y volvemos a los
viejos tiempos del productor que tenía que hipotecar hasta el perro de la casa
para poder terminar su "superproducción". El Ministerio de Cultura y
Proimágenes tratan de tapar esta realidad con las dos manos y con las cifras
de los miles de millones repartidos a diestra y siniestra y los nombres de todos
los beneficiados por esta maravillosa "lluvia de regalos", pero ¿alguién se ha
tomado la molestia de investigar sobre todas las maromas indescifrables que
tiene que hacer un productor para conseguir el resto de la plata? En nuestra
humilde opinión estamos casi seguros que varios de los ganadores de las
convocatorias del 2007 y el 2008, donde hay mucho novato sin experiencia, no
van a poder terminar sus producciones y se van a ver en serios problemas con
el contrato firmado con Proimágenes, que exige la devolución total de la plata
del premio, además de intereses.
¿Y los proyectos que se avecinan?
Hemos dejado de ultimas los proyectos de desarrollo de guiones que, a la
larga, son una broma porque se están premiando unas "escaletas" de guiones
que básicamente no sirven para nada si no se hace el guión definitivo y se está
dando un dinero apreciable ($12 millones en el 2008), que es excesivo para un
trabajo que no significar nada. En el momento hay solamente 9 proyectos que
han sido aprobados para producción que vienen de guiones premiados y 83
guiones premiados, que no han seguido a su etapa de producción. Para cada
proyecto ganador se debería nombrar un tutor o evaluador (pagado por el
ganador del premio) para que evalúe si efectivamente el guión terminado llena
las expectativas del premio entregado.
Evaluación final
A pesar de carecer de más información detallada fuera de la que se encuentra
reseñada en páginas web abiertas al público, y no ser un estudio
verdaderamente a fondo, labor que ya debería haber hecho Proimágenes o la
Dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura, desde nuestras páginas
de En Rodaje queremos hacer un llamado a evaluar las siguientes
conclusiones y responder las siguientes preguntas:
El cine en Colombia está dejando una pérdida incalculable en un 84% de las
películas que se han hecho en el país desde que se empezó la Ley 814 de
2003, así hayan tenido o no éxito con el público. ¿Están concientes de este
hecho procupante los miembros del Consejo Nacional de las Arte y la Cultura
en Cinematografía? ¿Los premios sirven para fomentar el cine o las quiebras
de la mayoría de los ganadores?
Hace falta un estudio minucioso de los resultados positivos o negativos que
hayan tenido las más de 220 empresas que se han acogido a los Certificados
de Inversión y Donación en proyectos cinematográficos avalados por la
Dirección de Cinematografía por valor de más de 13.000 millones de pesos.
¿Qué opinan estas empresas de su inversión? ¿Están satisfechas con su
inversión? ¿Se justifica o no?
En los próximos tres años va a haber una avalancha de aproximadamente 60 a
70 películas terminadas y listas para exhibir en el país, casi todas financiadas
parcialmente por el FDC. ¿Hay posibilidad de exhibirlas todas o por lo menos
un buen porcentaje? ¿Hay posibilidad de ganancia para estas películas o
pérdidas aseguradas? ¿Cuantas se van a quedar encerradas en un closet por
falta de espacio en las pantallas del país? ¿Qué piensan de esto los
exhibidores? ¿Estamos inundando el mercado, favoreciendo cantidad por
encima de calidad? ¿Volvimos a los excesos del sobreprecio que casi acaba
con la poca imagen positiva del cine colombiano? ¿Estamos matando a la
gallinita de los huevos de oro?
¿Se les está dando indicaciones erróneas a los jurados de las convocatorias?
¿Por qué ya no tienen un jurado colombiano, que esté ejerciendo su profesión
en el país y no un nacional que vive en el extranjero, dentro de cada uno de los
jurados para servir de guía para los extranjeros, que desconocen nuestras
costumbres y formas de producir? ¿Por qué los jurados de posproducción
escogieron dos documentales para premiar cuando deben saber perfectamente
que son trabajos más de televisión y no de cine, tanto que uno de ellos es
directamente financiado por la Comisión Nacional de Televisión y que no
tienen casi posibilidad de exhibirse en el país? A la larga, ese dinero era más
importante colocarlo en cualquiera de las otras películas que se presentaron,
así no hayan sido del agrado personal de los miembros del jurado, pero
despilfarrarlas en dos productos sin posibilidades de público no tiene ningún
sentido. ¿Por qué no consiguen jurados especialistas en exhibición,
distribución, marketing y presupuestos?
Como posdata queremos hacer hincapié en un detalle que no se ha tocado en
nuestra crítica y que nos parece básico para cualquier estudio sobre la
rentabilidad del cine en Colombia y es el problema de la exhibición y
distribución no solamente de cine colombiano, sino de cine latinoamericano en
el país. Las dos grandes fallas de la desaparecida y nunca bien ponderada
Focine fueron, primero que todo, su incapacidad de cobrarle al medio
(exhibidores) los dineros del sobreprecio que deberían alimentarla de los
fondos necesarios para su funcionamiento correcto y sus conceptos erróneos
de cómo distribuir las películas producidas por la entidad. La primer falla se
subsanó en esta ocasión con la Ley 814 que le dió a Proimágenes la fuerza
legal necesaria para cobrar los porcentajes exigidos de los exhibidores,
distribuidores y productores. Junto con el sistema de información Sirec, éste
punto clave para el buen funcionamiento de la Ley se está manejando a la
perfección. El segundo error, el de la distribución, sigue siendo el talón de
Aquiles no solamente de estas entidades, sino del cine colombiano en general.
Consideramos que ya se ha demostrado claramente que en Colombia estamos
perfectamente capacitados técnicamente para producir cine a la altura de
cualquier país del mundo. Ahora falta lo más importante y es lograr exhibir ese
mismo producto de la mejor manera posible y lograr que sea rentable. No es
una tarea fácil, pero tampoco imposible.
julioluzardo@enrodaje.net
Comentarios:
Mayo 20, 2009
Nombre: Andrés Arévalo
Correo Electrónico: elhombrealado@gmail.com
Creo que el problema del cine colombiano es que sigue deleitándose
mostrando los mismos temas monótonos que hartan al público y que realmente
sólo le interesan a sus creadores ya los productores que invierten en dichas
producciones.
Es una pena que el cine colombiano no quiera salirse del desgastado tema del
narcotráfico y las tramas aburridas que sólo muestran lo peor de nuestra
sociedad.
Paradójicamente las películas que mas taquilla han arrojado desde los
principios de nuestro cine han sido películas que han mostrado el lado humano
de los colombianos y me refiero a la versión de "María" de la obra de Jorge
Isaacs y "La estrategia del caracol" de Sergio Cabrera donde los personajes no
tienen que ser necesariamente el colombiano torcido, bruto, que todo le sale de
chepa, sino el personaje universal que siente lo que sentiría alguien en
Colombia, o en China, o en Irlanda donde todas son culturas diferentes.
A eso agreguémosle el agravante de las pésimas campañas publicitarias con
copys tan absurdos como: MIRELA PARA QUE DECIDA SI LA ODIA... o EL
MAN EL SUPERHEROE NACIONAL (que no sé cómo a alguien se le ocurre
hacer semejante ridiculez)
En conclusión tenemos un cine colombiano que nació muerto, sin industria, sin
público. Y los apoyos a la producción son para películas donde sólo muestra lo
peor de nosotros como sociedad. Seguimos encontrándole un gusto a
miserabilizarnos en la pantalla grande.
El cien en nuestro país deja mucho que decir porque desde hace mucho
tiempo las películas están basadas en violencia, narcotráfico, corrupción,
políticos corruptos y hay apoyo financiero para sacar una película con
todos los requeriemientos que exigen las grandes industrias del cine.
Reflexiones sobre el cine silente
colombiano
Por David Humberto Cortés
Estudiante de Medios Audiovisuales
Facultad de Ciencias de la
Comunicación y Artes
Politécnico Grancolombiano
Institución Universitaria
La llegada de los Di
Domenico a nuestro país
no solo impulsó el
séptimo arte como forma
artística; a su vez se
intentó instaurar una
industria del cine
Colombiano. Compañías
como la SICLA de los Di
Domenico, la empresa
cronofónica entre otras
invertían en la industria
del cine colombiano, eso
sí, siempre con una
expectativa de una
ganancia, pero también
esto significó una
tradición, tanto técnica
como artística. Ya que los Di Domenico habían aprendido a manipular toda la
infraestructura del cine (revelado, positivado y exhibición) esta tradición
lastimosamente se perdió con todo (la guerra y los conflictos del errático ser humano
son implacables y exterminan todo a su paso), dejando los costos y la artesanía del cine
a una labor extranjera y dependiente por parte nuestra. Entre las influencias más claras
de la puesta en escena están la literatura y el teatro europeo de finales de siglo XIX; esto
se vio más adelante en el género preferido por los realizadores de la época que fue el
melodrama; casos particulares como Bajo el Cielo Antioqueño de Arturo Acevedo
Vallarino, de nuevo otra costumbre perdida, y ésta que es la más dolorosa herida para
los cinéfilos y académicos, no se puede negar que el género ha sido explotado en su
máxima potencia, pero siempre apropiando estándares de la puesta en escena del
montaje e incluso del marketing propiamente estadounidenses, y siempre centralizando
los relatos, el costumbrismo y la tradición popular en la pantalla chica y grande; es una
gran utopia que vivo y murió en el cine silente colombiano. El único medio en nuestro
país que ha sentado y formando una memoria visual es la televisión, pero también
edificando un falso pasado, en la memoria de todos sabemos que Chaplin es el rey del
slapstick, pero no que en nuestro país el cine comenzó como tal desde 1915 y que,
además, sus historias de campesinos, de amor prohibido entre la campesina y el hijo del
acaudalado dueño de la hija, tal vez rebosaban de una ingenuidad cómica y muy rosa,
pero tenían el valor de mostrar una identidad: no puede existir un concepto de cine
propio sin una tradición a sus espaldas.
Memoria visual perdida: un intento por recuperar nuestra identidad
El cine es un reflejo infinito y perpetuo de la manera de mirar de una sociedad: sus
gustos, sus costumbres, es tal vez el registro de ficción que trata de reflejar con la mayor
veracidad posible una época. El material en esta época era muy sensible y su
autocombustión causó la pérdida de mucho material, pero la ardua labor de la
Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano y las entidades que la precedieron nos
permitieron recuperar esta memoria, para así saber quiénes somos y cómo nos
representábamos como sociedad y como individuos por medio del arte. Los realizadores
de hoy en día tienen en su referentes a los grandes del Avant Garde norteamericano y
Europeo (algunas excepciones van a nuestro caso) pero nombres como Lynch, Kounen,
Fincher etc. son el paso a seguir. ¿Cómo construimos un cine autóctono sin siquiera
saber quiénes estaban detrás, hace mucho tiempo, construyendo relatos, imaginarios y
fantasías en la pantalla? Ésta es una oportunidad para que los cineastas, artistas y el
pueblo observemos quiénes pudieron ser nuestros colegas. Maestros, modelos a seguir,
no solo en ideales, estos documentos son la evidencia de que como pueblo nuestra
forma de ver el mundo por medio del arte era única y autóctona, no adornada y
extranjerizada: El drama del 15 de octubre (1915), es la reconstrucción del asesinato del
general Uribe Uribe con los actores intelectuales del hecho, y no solo eso, aparte de
tener a los verdaderos asesinos en la pantalla, se desarrolló in situ. Esto podría sentar el
precedente de la primera pieza de cine político que haría que Pontecorvo y Gavras se
sonrojaran: no podemos dudar que son maestros en su género y sus técnicas, pero, ¿por
qué no lo podían ser también los di Domenico con esta pieza?
http://www.colombialink.com/01_INDEX/index
_artes_04.html
El cine no paga
Por Oswaldo Osorio y Hernán Darío Arango
El realizador caleño Luis Ospina (1949) es, según sus propias palabras, uno de los
precursores del documental en Colombia. De formación cinéfilia y gustos compartidos con
Carlos Mayolo, Andrés Caicedo y Ramiro Arbeláez (entre otros ulteriores), con quienes
fundaría la revista Ojo al cine. Ospina pertenece a una generación prolífica de
realizadores, en un contexto que, a manera de parodia, adoptaría el nombre de Caliwoood.
El famoso grupo de Cali, también fundador del cine club de esta ciudad, es agudamente
descrito por Diego León Hoyos como: “Iconoclastas, intelectuales, adolescentes perpetuos,
cinéfilos obsesivos, influidos por el pensamiento y las utopías de la década del setenta
(Revolución cubana, mayo del 68 Sex, Drugs, and Rock & Roll), viviendo en el ojo del
huracán de las convulsiones contemporáneas, pero perdidos como todos, en una esquina
del tercer mundo...”
P. ¿De dónde surge la idea de Soplo de vida y cómo se concibe como una película
de cine negro?
R. El punto de partida de esta película fue una historia de amor de mi hermano Sebastián
con una joven que conoció en Armero. Luego decidió hacerle una evocación
cinematográfica, haciendo una película policiaca, donde varios personajes evocan a una
persona muerta. Entonces esto es una combinación de dos cosas, una historia de amor y
una película policiaca, también de cierta forma es un melodrama. ¿Por qué una película
policiaca en Colombia? Porque pienso que la cosecha roja que ha dejado aquí el
narcotráfico ha convertido este país en un país en donde vivimos todos los días una
película de cine negro. Tenemos todos los ingredientes. Tenemos corrupción política,
todos sabemos lo que es eso, tenemos ajustes de cuentas, masacres, secuestros, monitas
retrecheras, ambientes corruptos y todo este tipo de cosas; entonces yo pensé que era
muy apropiado hacer una película policiaca porque tenemos todas estas cosas. Eso hace
que el género, que fue un invento del cine norteamericano, se pudiera adaptar también a
nuestro medio; y de hecho, el cine negro es el género inventado por Hollywood que viaja
mejor de país a país. Se ha hecho cine negro en Argentina, se ha hecho cine negro en
México, se ha hecho cine negro en Inglaterra, en muchas partes. Es un género que viaja
muy bien, además es un género que no ha envejecido mucho, porque es un género donde
uno puede manejar cierta ambigüedad moral, donde los buenos no son totalmente los
buenos, ni los malos son totalmente malos, sino que estos personajes están envueltos en
un ambiente corrupto que permea todo y que afecta todo.
R: No, es que éste es el género que se ha trasplantado a todos los países. Tu ves
Obsesión, de Visconti, y es una versión neorrealista de una novela norteamericana que se
llama El cartero llama dos veces. La misma historia pero traspasada a Italia. Ese ciego yo
no sé si es un personaje italiano o francés, yo creo que es un personaje completamente
colombiano, de hecho está basado en un personaje que hay en las calles de Bogotá, que
toca el acordeón y es ciego. Tal vez… pues sí, lo del detective de ponerle sombrero y todo
eso, sí es un poco llevar las cosas al cliché, pero también el cine juega con clichés, desde
que Homphrey Bogart puso esa impronta, todo el mundo tuvo que seguirla de cierta forma.
Si uno trabaja dentro de un género, hay ciertas cosas icónicas que no son ni
norteamericanas; y por la misma razón, en El samurai, de Melville, Alain Delon usa el
sombrero también así e impermeable. Hay directores franceses que se influenciaron
mucho por el cine norteamericano, el mismo Godard. Entonces, si yo estoy copiando a
Belmondo es porque Belmondo está copiando a Bogart. Entonces el gesto que hace
Bogart así (se pasa el pulgar por los labios como Belmondo en Sin aliento), eso es sacado
de una película norteamericana. Ahora, ¿Se le hace que Jean Paul Belmondo es menos
francés por tener esas cosas? No creo, si no que lo que pasa cuando nosotros aquí
tratamos el género, en estos países choca un poco. Manuel Puig decía que los artistas
latinoamericanos que trataban el género en estos países, corrían la misma suerte que las
mujeres latinas, que eran para ser gozadas pero para no ser tomadas en serio. Se
menosprecia un poco el manejo del género. Ahora, el género policíaco se puede traspasar
a cualquier parte del mundo. Se han hecho películas de cine negro en todo el mundo, cada
vez uno ve más.
P:¿Pero por qué no le jugó por completo a la estilización y a las atmósferas (al
claroscuro, a los ambientes pesados del cine negro) y las mezcló con exteriores,
con luz de día, y ambientes tropicales como los colombianos? ¿Pensó en la mezcla
que estaba haciendo?
R: Es que yo estaba filmando en Colombia, si yo hago una historia tengo que filmar en
esas calles. Ahora, que yo las ilumine y le ayude un poco a esa realidad a usar colores
chillones y neones y angulaciones, eso no es propiamente estilización, a mi no me interesa
la realidad documental para contar una historia completamente de ficción, esto no es hacer
cine realista, realismo social. Todo en la película es deliberado y no está dejado al azar,
porque yo pienso que tienen que haber diferentes vertientes, que aquí se hagan comedias,
que se hagan películas como las de Víctor Gaviria, que se hagan películas como las de
Trompetero. Ahora, pues hay películas que son para cinéfilos, también algunos critican
que la película esté cargada de referencias, pero es que yo soy una referencia, yo soy una
persona que he sido alimentada del cine y a eso me debo, lo peor seria yo negar quién
soy. Siempre hablamos aquí de que hay que afianzar nuestra identidad y cuando uno
afianza su propia identidad dicen que no, que esa no es la identidad de todo el mundo,
pero la identidad mía es muy particular, yo no soy como todo el mundo, viví una vida muy
especial de alguna forma, donde me tocaron ciertas cosas y esas son mis influencias, así
como decir que Borges no es un escritor latinoamericano porque siempre esta hablando de
sagas nórdicas y noruegas y hablaba en inglés y hablaba pestes de Latinoamérica.
P: ¿Dónde está esa especie de líbido mágico que el personaje de Flora Martínez
ejerce sobre todos los hombres en la pantalla, que a nosotros por ser un personaje
cuasi chinesco, sin desarrollo, no nos cautiva tanto?
R: Bueno, una mujer con esa belleza atrae a cualquier hombre, yo sí se lo digo, aunque se
quede callada, ésa es otra cosa que tiene el cine, cuando en el cine uno utiliza rostros
divinos. El cine se alimenta de la belleza, el cine crea la belleza, uno no puede tener
galanes feos, no puede tener diosas feas, siempre al cine le gusta la belleza y eso es un
poco una deformación, porque no todo el mundo tiene buen cuerpo, ni esos rostros tan
divinos que nos muestra el cine, pero bueno, yo pienso que se muestra poco de ella
porque ella siempre está muerta, ella está evocada por diferentes personas y cada uno la
evoca a su manera. El ciego la evoca por el lado del tacto, los otros por otras cosas, cada
uno la evoca de cierta forma. Al estilo como en Rashomon, cada uno ve el crimen como lo
presenció o se lo imagino. Bueno, y también es muy arriesgado uno hacer una película
donde una mujer se acuesta con cinco hombres y es lo más natural del mundo, sin ser ella
una puta ni una ninfómana, sino que ella, por lo que le ha pasado, pues sí, todos los
hombres son sus niños, a cada hombre le da lo que él quiere, lo que él está buscando.
P: Una de las consignas del clásico cine negro, es el refrán "el cine no paga"... "el
crimen no paga", perdón.
P: ¿"El crimen no paga" en el cine negro, pero en Colombia sí, por qué en su
película el crimen no pagó?
R: Sí, pero no fue la policía la que nos dejó clara la conciencia aquí, sino que cada uno por
su convicción hizo lo que quería hacer. El político, al verse acorralado, se pega un tiro,
hace justicia por su propia mano como dice el diálogo, se resuelven unas cosas y otras
quedan como cabos sueltos. No sé si el crimen paga, yo creo que si paga (risas),
R. No, es que precisamente uno puede meter esas cosas mientras no distraigan, mejor
dicho, la gente que sepa que Cuartico azul se llamó una película que se hizo en 1977,
pues está bien. El placer de los guiños de ojo, los homenajes y todo esto, es cosa del
espectador que se siente a veces un poquito más inteligente y más cómplice del
realizador. La película no basa su narración en las referencias cinematográficas, las
referencias son adaptadas a la historia, no creo que me salga de mi camino para hacer un
guiño de ojo, cosa que sí me ha pasado con películas anteriores, por ejemplo Pura sangre,
que a veces sí eran más forzadas las referencias cinematográficas, pero para mí eso es un
goce que puede haber en el espectador que diga “¡ah! este plano me recuerda uno de
Psicosis”, y si tu ves la crítica de cine generalmente qué es hablar de una película
hablando de otras películas, entonces si la crítica de cine lo hace uno también lo hace.
Hay cosas que desconciertan a la gente en la película y cuando la gente sale del teatro me
preguntan, por ejemplo, ¿Quién mató a ese gordo? Yo le digo que yo tampoco sé, ¿Usted
sabe quién mató a Gaitán, usted sabe quién mató a Galán, usted sabe quién mató a
Garzón, usted sabe quién mató a la gente en La Mejor Esquina? Entonces eso es una
cosa que yo metí hay muy gratuitamente, porque la violencia en Colombia se ha vuelto tan
gratuita que nunca tiene explicación, entonces a veces la película abandona su narrativa y
lo hace cinematográficamente, porque sale el carro que se va, llega otro y es como se
filtra la realidad dentro de un discurso supuestamente de ficción.
P. Aparte de todos estos elementos se evidencia que había muchos más detrás de
ellos, y tal vez por eso la película acusa carencias en su continuidad y coherencia,
¿Tuvo que deshechar material?
R. La película inicialmente, en el montaje, duró más de dos horas, y a menos que una
película sea una obra maestra no debe durar todo ese tiempo. Hitchcock decía que la
duración de las películas tenia que ser directamente proporcional al aguante de la vejiga
humana, que es noventa minutos. No pudimos llegar a los noventa minutos, y sí había más
cosas en la película, más cosas con este gordo más incidentes y cosas que después se
dejaron elípticas. A veces la gente dice ¿Bueno, y qué pasó con el cadáver del policía? Yo
simplemente resolví eso con el tipo hechandose la bendición apenas cierra la bodega. No
pensaba que tenia que mostrar que lo tiraban a un río porque, ¿Qué pasa con un cadáver
en Colombia?, pues lo tiran a cualquier parte, eso es así. Entonces también toda la
naturaleza fragmentaria de toda la historia permitía dejar cabos sueltos. También como un
chiste yo pensaba que en un país donde no hay ley todos son cabos sueltos, donde no hay
policía, la policía es completamente un fantasma en esta película, la policía no sirve para
nada.
P: ¿Cómo ha visto usted esa bonanza del cine Colombiano este año?
R: No las he visto todas, porque llegué un poco tarde al Festival y he sido un poco laxo,
porque llevo como un año de festivales, entonces prefiero a veces el sol que adentro de
una sala oscura, pero por las pocas que he visto se me hace muy saludable, porque son
productos muy diferentes, y eso se me hace muy bien de que haya diferentes formas de
hacer las cosas, y yo creo que cada uno también va a ir evolucionando, lo que pasa es que
hay tan pocas oportunidades de hacer películas, que si yo hago una película cada
dieciocho años pues… Saludable, claro que todos ellos y todos nosotros nos vamos a
encontrar con el mismo cuello de botella, que es la exhibición y distribución, porque aquí
no es negocio hacer cine, así como el crimen no paga el cine tampoco.