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Aprende.
Había una vez un muchacho que era curioso e inteligente; tenía su propia manera de
pensar las cosas y de interesarse en ellas. Para él la escuela no significaba gran cosa, ya
que tenía otros planes y siempre estaba aprendiendo. Por ejemplo, coleccionaba
medallones de todos los lugares que visitaba; todos los días iba a la escuela con uno
distinto que se colgaba al cuello.
Hoy ese muchacho es mucho mayor pero aún recuerda ese día y lo que aprendió
sobre electricidad. Recuerda igualmente esa inefable sensación de sentirse interesante
para los demás, de ayudarles a aprender, de ser visto. Es posible que la maestra no
recuerde esa lección en particular, pero sí recuerda otras ocasiones en que hizo una
conexión especial, a veces con un alumno, otras veces con un tutor, un padre de familia,
otro educador o alguna otra persona, y esa experiencia la hizo cambiar de parecer.
Todo el que este cursando este diplomado sin duda habrá tenido alguna experiencia
parecida, cuando alguien le encendió la imaginación con algún nuevo conocimiento o
le tocó una honda cuerda que le abrió puertas insospechadas. ¿Por qué son tan
poderosas las influencias de este tipo? Tal vez porque son parte de nuestro común
derecho innato como seres humanos: entrar en la vida como ávidos y naturales
aprendices. "El impulso de aprender es tan fuerte como el impulso sexual -dice el
antropólogo Edward T Hall-. Empieza más temprano y dura más tiempo".
¿Qué pasaría si todas las comunidades se propusieran, ante todo, fomentar esta
conexión entre vivir y aprender? Un mundo así sería muy distinto del nuestro. No
habría fronteras entre "escuela", "trabajo" y "vida". Las personas calificadas, desde
Universidad Franco Mexicana; Centro de Asesoría y Consultoría Integral 34
Educativa
jardineros hasta contadores y desde científicos hasta artesanos, tendrían una corriente
continua de aprendices, niños y adultos; personas de todas las edades emprenderían
constantemente nuevos proyectos, sin dejarse abatir por los fracasos, buscando
siempre la ayuda mutua. Los adolescentes pasarían la mayor parte de su tiempo de
aprendizaje fuera de los muros de la escuela (como dice Hall, "teniendo tanta energía,
no deberían estar en la escuela"), trabajando en proyectos de verdadero significado
para ellos.
Se podría sostener, ante el acelerado ritmo del cambio, que ya estamos entrando
en ese mundo, estemos o no estemos preparados para él. Algunos críticos dicen que
eso dejará a las escuelas sin oficio. Nosotros creemos que la verdad es todo lo
contrario. Los niños siempre necesitarán lugares seguros para aprender, necesitarán
siempre plataformas de lanzamiento desde las cuales seguir su curiosidad al gran
mundo. Y siempre necesitarán lugares.
Por eso una cultura orientada al aprendizaje destinará sus recursos a aquellas
instituciones que mejor den forma a nuestro desarrollo como aprendices. Puede que se
parezcan o no a las escuelas que hoy tenemos; pero serán lugares en que todos,
jóvenes y viejos, puedan aprender cómo aprender. Si querernos que el mundo mejore,
necesitamos escuelas que aprendan.
La idea de una escuela que aprende ha venido cobrando más y más actualidad en el
curso de los últimos años. Se ve claramente que las escuelas se pueden rehacer,
revitalizar y renovarse en forma sostenida, no por decreto u órdenes ni por reglamentos,
sino tomando una orientación de aprendizaje. Esto significa hacer que todos los que
pertenecen al sistema expresen sus aspiraciones, tomen conciencia y desarrollen juntos
sus capacidades.
Pero aplicar a las escuelas la orientación de "la organización que aprende" es más
que un imperativo para entenderse y trabajar de común acuerdo. Ya se han acumulado
más de dos décadas de experiencia, entre centenares de escuelas y millares de
personas, en la práctica de rehacer las escuelas como organizaciones que aprenden.
Gran parte de esa experiencia se ha llevado a cabo bajo los nombres de reforma
escolar, escuelas efectivas, renovación educativa, pensar en sistemas en el salón de
clase y demás. A pesar de su enfoque hacia la práctica en las empresas mercantiles,
despertaron muchísimo interés entre maestros, administradores escolares, padres de
familia y miembros de la comunidad que se preocupan por las escuelas.
El enfoque de la "Quinta Disciplina" parece que halló eco entre educadores por la
premisa subyacente del aprendizaje organizacional: una persona puede compaginar
sus aspiraciones con un rendimiento mejor a la larga. Entre los resultados de los
esfuerzos hechos por organizaciones que aprenden se cuentan mejoras notorias y
también (y esto es más importante) avances decisivos de la mente y el corazón.
Considérense, por ejemplo, estas palabras de Diana Mendoza, maestra de
matemáticas en Lázaro Cárdenas Michoacan:
A nuestro modo de ver, la escuela que aprende no es tanto un lugar aparte (pues
puede cambiar de ubicación) como un terreno común para el aprendizaje, con la
idea de que todos sus integrantes, individual y colectivatnente, reforzarán y
ampliarán continuamente su conciencia y sus capacidades.
Las disciplinas del aprendizaje ofrecen genuina ayuda para hacer frente a los
problemas y presiones que se encuentran hoy en la educación.
puede ampliar su capacidad de tomar mejores decisiones y alcanzar más (lee los resultados
que busca.
Visión compartida: Esta disciplina compartida fija un común propósito. Los que tienen un
propósito común (v. gr. maestros, administradores y personal escolar) aprenden a alimentar un
sentido de compromiso en un grupo u organización desarrollando imágenes compartidas
del futuro que buscan crear y guías que les ayuden a llegar a esa meta. Una escuela o
comunidad que espere vivir aprendiendo necesita un proceso común de visión compartida.
Los docentes nos dicen que eso de las cinco disciplinas suena muy bonito; pero en la
práctica cómo deben proceder el primer día de la semana? Cómo crear conciencia
de sistemas o de dominio personal en las personas? Vale la pena ensayarlo siquiera
con los alumnos? Cómo se integran esas destrezas y prácticas con el currículo actual
y con todos los cambios que se les imponen? ¿Cómo descubrir qué tipo de aula o
escuela que aprende deben crear? ¿Qué deben hacer con las presiones externas?
¿Cómo se empieza?
Los padres de familia que conocen estas disciplinas tienen preguntas parecidas:
¿cómo crear un lugar mejor para sí mismos en el sistema escolar de sus hijos?
¿Cómo se aplican esas disciplinas para resolver problemas como los deberes
escolares de los niños o disputas con los hermanos mayores? ¿Cómo usarlas en
sus relaciones con los maestros de sus hijos? ¿Qué tipo de relaciones pueden
establecer entre la escuela y el lugar de trabajo u otros lugares de la comunidad?
QUÉ ES APRENDER
En el idioma chino dos caracteres representan la palabra "aprender". El
primero significa "estudiar". Se compone de dos partes: un símbolo que quiere
decir "acumular conocimientos" y que se pone encima de un símbolo que representa
a un niño en una puerta.
Quiénes son, pues, los participantes en un esfuerzo por crear una escuela que
aprende? Ya sea la escuela pública o privada, urbana o rural, grande o pequeña, hay
en juego tres sistemas entrelazados, todos arraigados en la vida diaria, todos
interdependientes y con patrones de recíproca influencia. Estos sistemas -el salón
de clase, la escuela y la comunidad- interactúan en formas que a veces son difíciles
de ver pero que determinan las prioridades y necesidades de las personas en los
tres niveles. En cualquier esfuerzo por fomentar escuelas que aprenden, los
cambios sólo surtirán efecto si se verifican en todos los tres niveles.
recuerda la magia que experimentó cuando enseñaba a leer a los niños como maestra de
primaria: "Para el que no sabe leer, las letras de un libro no son otra cosa que garabatos. El
deber de la maestra es ayudarle a descifrarlos. Llega un día en que una niñita sale orgullosa
de la clase, con su cartilla bajo el brazo como si fuera una joya. Se le ve en los gestos lo que
siente: se va a su casa a leerles a su papá y a su mamá, a su hermano, a la abuelita y a
todo el que esté allí. Nada iguala la magia de ese momento. Los maestros la conocen y
jamás la olvidan".
Tres actitudes sobre los maestros se presentan en este libro. Primera: toda escuela debe
tener como parte de su propósito básico la promoción, desarrollo, cuidado y seguridad de
sus maestros, reconociendo así su importancia. Segunda: los maestros actúan como
administradores para todos los estudiantes y fomentan las relaciones de unos con otros y
con la base de los conocimientos. Administración significa compromiso con toda la
comunidad que aprende en la escuela, no solamente con su propio salón de clase y
sus propios estudiantes. Tercera: los maestros son ellos mismos aprendices y sus
conocimientos de la materia y del arte de enseñar evolucionan a lo largo de toda la
vida.
Estudiantes: Los alumnos son los únicos que ven todos los aspectos del sistema de
educación, y sin embargo son los que tienen la menor influencia en su diseño. En este
sentido son, especialmente en la escuela intermedia y en la secundaria, como
conductores en medio de una congestión de tráfico: están atrapados por algo que no
ven, tentados a adelantarse a los demás pero incapaces de hacer algo por resolver el
problema.
En este diplomado vemos a los alumnos no sólo como pasivos receptores de conoci-
mientos sino como colaboradores en la creación del conocimiento y participantes en
la evolución de la escuela. Reconocemos que la mayoría de los niños están apenas
desarrollando las capacidades cognoscitivas y emotivas para enfrentarse a disciplinas tan
complejas corno el dominio personal y el pensar en sistemas. Creemos, igualmente,
que son capaces de crear una visión de su propio aprendizaje vitalicio y que necesitan
estar en un sistema que fomente sus capacidades y su conciencia.
Si se quiere mejorar un sistema escolar, antes de alterar las reglas hay que observar
cómo piensan y cómo actúan los individuos colectivamente, pues de lo contrario las
nuevas políticas y estructuras sencillamente se esfumarán y la organización volverá
después de un tiempo a sus viejos hábitos.
Aprender es conectarse.
Una de las cosas más difíciles de mi oficio es lograr que los profesores entiendan que en
la clase hay otras personas además de ellos. Muchos han olvidado que no sólo enseñan
una materia sino que la enseñan a estudiantes".
Por otra parte, todo aprendiz construye lo que aprende desde el andamio de sus
propias experiencias, emociones, voluntad, aptitudes, creencias, principios, conciencia,
propósito y demás; así que, si está aprendiendo en una clase, lo que entienda está
determinado tanto por la manera como entiende las cosas, quién es y qué sabe ya,
como por la materia que se expone y cómo y quién la expone. Aumentar la conciencia
que los estudiantes, los maestros y otras personas tengan de estas conexiones fortalece
el proceso de aprender.
sus condiscípulos".
Lo que aprenden los niños de corta edad está vinculado en su mayor parte con
propósito y visión. Aprenden a montar en bicicleta porque quieren jugar con sus
compañeros que tienen bicicletas; más adelante aprenden a conducir un automóvil
porque quieren independencia y movilidad. Lo mismo pasa con los adultos. Una mujer
afro americana de 91 años que crió cuatro hijos y ayudó a criar a los nietos persiste en su
visión de aprender a leer y al fin lo logra con ayuda de un tutor voluntario. Un profesor
universitario jubilado se va a la Florida y aprende a construir un bote de vela. Abuelos
antes renuentes ante la nueva tecnología compran computadores y aprenden a
conectarse con Internet e intercambiar correo electrónico con sus nietos. El aprendizaje
vitalicio es, pues, el medio fundamental de conectarse la gente con la vida y crear su
futuro.
Cuando los niños entran a la escuela, esta les presenta nuevos propósitos que no
guardan relación con sus propios deseos: complacer a los maestros, obtener buenas
calificaciones, ganar premios y honores. Esos nuevos propósitos se fortalecen con los
años por la creciente importancia de las calificaciones, los resultados de los
exámenes y otros motivadores externos que desconectan al estudiante con su
propia visión. Hay que oír lo que le dicen a uno los niños. Mientras que los de edad
preescolar expresan muy claramente sus deseos para "cuando sean grandes", los
mayores se quejan de que el trabajo escolar no tiene aplicación en su vida y su futuro.
Dicen que fuera de la escuela aprenden más. Lo que no pueden comunicar en palabras
lo expresan a menudo en actos de rebelión o mala conducta.
Algunos pueden temer que la idea de "visión" en las escuelas equivale a dejar que los
muchachos hagan cuanto les venga en gana, a prescindir del rigor y bajar el estándar
educativo. Nada más alejado de la verdad. Si directores y maestros se concentran en
cuestiones estrechas y pragmáticas, tales como la administración del aula, aumento
de asistencia y de graduados y mejora de resultados de las pruebas, entonces sí es
posible que los alumnos interioricen esas disminuidas visiones y vivan con horizontes
innecesariamente bajos.
Mejorar los resultados numéricos y mantener espacios seguros para el aprendizaje son
metas legítimas pero no pueden remplazar el poder de una visión más amplia personal y
compartida, como fuerza motriz del mejoramiento de las escuelas.
C Dominio personal
Cuando los que están en el ramo de la educación empiezan a aprender sobre las
cinco disciplinas, les atrae el dominio personal. Ven su potencial en la clase, la escuela y
la comunidad.
Los que trabajan con niños están tratando con la disciplina de dominio personal, sea
que lo sepan o no. En el curso de un día se convierten para el niño en sus instructores
individuales en la materia. Esta instrucción empieza por la manera de ver a los niños.
¿Está uno abierto a su potencial? ¿Ve cómo realizan sus aspiraciones cualesquiera sean
sus limitaciones, sus antecedentes familiares o los obstáculos que se les presenten?
La práctica de dominio, personal es una cuestión privada que se realiza por medio de
reflexión a solas. Lo mismo que las demás disciplinas, es un proceso de toda la vida. Su
visión personal y su realidad corriente cambiarán a medida que va avanzando en la
vida: creciendo, graduándose de la escuela, haciendo relaciones, iniciando una familia,
entrando en una profesión, comprando su primera casa, decidiendo dónde y cómo va
a vivir, creando su vida de familia, planeando su jubilación -todo lo cual depende de
las decisiones que haya tornado-; y todo lleva a nuevas oportunidades de cambio.
Empiece por adoptar una actitud reflexiva. Respire hondo unas cuantas veces y al
exhalar el aire alivie las tensiones para que se sienta relajado, cómodo y centrado.
• Imagínese que ya ha alcanzado los resultados que buscaba; por ejemplo, estar viviendo
donde quería vivir o tenerlas relaciones que más deseaba, o enseñar 0 aprender en un
campo o en una forma que son caros a su corazón. Suponga que cualquier resultado es
posible, aunque por el momento no tenga ni idea de cómo alcanzar]o. Imagínese que
acepta la manifestación total de ese resultado. Describa por escrito (o en un diagrama) la
experiencia que ha imaginado, usando el tiempo presente como si estuviera ocurriendo
en la actualidad.
¿Cómo se ve?
¿Cómo se siente?
¿Qué palabras usaría para describirla?
Ahora deténgase a considerar su respuesta a la primera pregunta. ¿Expresó una
visión fiel a lo que realmente quiere?
Puede haber varias razones para que esto resulte difícil. Por ejemplo, muchas
personas temen sufrir un desengaño. Los educadores pueden temer que su visión
personal no sea compatible con las prioridades administrativas de su escuela o las
metas estatales o las limitaciones presupuestarias. Para precaverse de un desengaño
denigran sus íntimos deseos: "De todas maneras yo jamás estaré a la altura de mis
expectativas".
Todas estas preocupaciones pueden ser válidas, pero por el momento no vienen al
caso (más adelante volveremos sobre ellas). Suspenda sus dudas, sus
preocupaciones y temores y por ahora concéntrese en determinar cuáles son
realmente sus íntimos deseos.
Éste es el planteamiento que usted mismo hace de su visión y nadie más lo oirá. Este
ejercicio no le hará ningún daño; lo que hace es aumentar su concientización. Sin
embargo, le sugerimos que le fije un límite. Si un tema le parece que puede ser
perturbador, no insista en él. Al mismo tiempo, el hecho de que se sienta incómodo con
algo puede ser síntoma de potencial de aprendizaje.
El proceso de elegir
Puede ser tan sencillo como volver sobre las notas que tomó de los elementos de
su visión y elegir aquél para el cual esté preparado. Dígase formalmente a sí mismo
las palabras 'Elijo..:' y complete la frase. Puede sentarse con un colega o un amigo de
confianza y exponer ante ellos su elección. O tal vez prefiera la soledad. Una vez que
haya elegido, la visión pasa a ser parte de usted, lleve a donde lleve.
Elegir es mucho más poderoso que decir: "Quiero tal cosa", aun cuando la visión
sea exactamente la misma. Cualquier decisión capaz de cambiar la vida -un
matrimonio, la decisión de traer al mundo a una criatura ola elección de una visión
personal- evoca un sentido de custodia. Uno se convierte en siervo de la visión que ha
elegido, socio en el proceso de hacer que cobre vida.
Cuando uno hace conscientemente una elección, se sintoniza en todos los aspectos
con las oportunidades que se le han presentado; está más dispuesto a correr riesgos y
a juzgarlos con más claridad. Y está más resuelto a acercarse más a su visión.
Modelos mentales
Imagínese que otra vez están nivelando, el campo de béisbol de la escuela, gracias a un
donativo de una de las compañías constructoras locales, y que un día los obreros
encuentran unas piedras con huellas fósiles incrustadas. Son huellas de dinosaurios.
Todos los muchachos corren emocionados a verlas.
"¿Qué ha ocurrido aquí?", pregunta un maestro, y ellos hacen mi] conjeturas: que
los dinosaurios estaban peleando... que eran amigos y habían ido a beber al mismo
abrevadero... que fue un galanteo y el macho persigue a la hembra... o la hembra al
macho. ¿Galanteo? Nada de eso. Está claro que el dinosaurio grande se comió al chico.
No, el chico se escapó. ¿No ven aquí dónde saltó?... O pudo ser que un pterodáctilo
bajó de pronto y se lo llevó volando. Tal vez no es nada de eso sino que las huellas son
de distintas épocas, con miles de años de diferencia.
Como por lo general los modelos mentales son tácitos, o sea que están por debajo
del nivel de la conciencia, no se someten a prueba ni se examinan.
Son invisibles... hasta que los buscamos. Así, una persona que lea el anterior pasaje
tal vez tome nota fácilmente de su propia interpretación de las huellas de dinosaurio
pero no se dé cuenta de otros supuestos implícitos en el pasaje: que la escuela no
tiene con qué pagar por la nivelación del terreno, que los trabajadores
probablemente eran todos hombres, que los estudiantes juegan béisbol (no fútbol), y
que únicamente los niños, no los adultos, quieren hacer conjeturas sobre las huellas.
Las diferencias de modelos mentales explican por qué dos personas pueden
observar un mismo hecho y describirlo de manera distinta. Prestan atención a
distintos detalles. La tarea básica de la disciplina de modelos mentales es sacar a la
superficie supuestos y actitudes ocultas para que las personas puedan explorar y
discutir sus diversas maneras de ver las cosas sin ponerse a la defensiva. Este proceso
es crítico para los que quieran entender el mundo, o su escuela, porque, como una
lámina de cristal que sutilmente distorsiona nuestra visión, los modelos mentales
determinan qué es lo que vemos. Por lo que yo he visto, la mayoría de la gente absorbe
y recuerda sólo la información que refuerza sus modelos mentales existentes.
Los líderes de una reforma escolar pueden suponer, sin siquiera darse cuenta de ello,
que los padres no saben gran cosa sobre las necesidades de sus hijos, y por eso, sin
quererlo, alejan más a los padres. Un trabajador de 45 años de edad que nunca sacó el
diploma de secundaria puede creer que los maestros de sus hijos lo menosprecian y
por eso no asiste a las reuniones en la escuela, mientras los maestros suponen que es
porque no tiene interés. Un miembro de una comunidad local presume que como hay
tantas mujeres maestras, no hay que pagarles tanto y vota en contra del referendo
escolar. Aunque a primera vista pueda parecer que el trabajo con modelos mentales es
un ejercicio teórico que no tiene nada que ver con el mundo real, es la más práctica
de las disciplinas. Tiene aplicación directa en un número sorprendente de problemas
escolares que parecen no tener solución.
Hay una regla no escrita, en muchas organizaciones, incluso escuelas, según la cual uno
no debe hacer preguntas si no tiene lista la respuesta. La disciplina de modelos mentales
está en abierta contradicción con semejante idea. En la práctica de esta disciplina uno
hace preguntas porque quiere aprender más sobre las propias y las ajenas actitudes y
creencias más hondamente arraigadas.
La escala de inferencia
Vivimos en un mundo de creencias autogeneradas que no se someten a prueba y que
adoptamos porque se basan en conclusiones inferidas de lo que observamos, más
nuestra experiencia anterior. Nuestra capacidad para lograr los resultados que
realmente queremos se disminuye debido a las ideas que tenemos:
La verdad es obvia.
Nuestras creencias se basan en datos reales.
Los datos que elegimos son datos reales.
Visión Compartida
El primer día de jardín infantil un niño de cinco años le preguntó a la maestra:
"¿Cuándo voy a aprender a leer?" La maestra estaba ocupada y le contestó
distraídamente: "Oh, eso será el año entrante, en primer grado".
El niño no dijo nada, pero como a la hora, sin que nadie lo viera, se escapó de la clase y se
fue a su casa, que por fortuna estaba muy cerca. La mamá se sorprendió mucho al verlo
llegar, y él le explicó: "Volveré el año entrante, cuando estén listos para enseñarme a
leer".
Todo el mundo sabe lo que quiere de la educación. Los padres quieren que su hijo
tenga éxito -o tal vez sólo que aprenda a leer-. La maestra quiere crear un formidable
plan de estudios que incluya, además de las destrezas intelectuales, deportes, música,
bellas artes y una conducta socialmente adecuada, o tal vez tener una clase de alto
rendimiento. La administración se preocupa por cumplir las disposiciones oficiales; y el
niño quiere aprender lo que a él le interesa, ya sea a leer, a lanzarse del trampolín, a
construir cosas, a tocar música o hacer amistades.
Infortunadamente muchos todavía creen que la visión es cosa del líder superior. En la
escuela la tarea recae generalmente sobre el superintendente, el director y la junta
escolar. Dentro de la clase puede ser deber del maestro. Pero las visiones basadas en
autoridad no son sostenibles. Puede que tengan éxito para sacar a una escuela o un
sistema escolar de una crisis; pero cuando la crisis pasa, la gente vuelve a separarse con
sus esperanzas y sus aspiraciones diferentes. Nunca conocerán el potencial de crear
una visión compartida de lo que su escuela, su clase o su comunidad podrían llegar a
ser.
Las visiones compartidas se trasmiten por contacto personal. Para vincular entre sí
múltiples comunidades, los sistemas escolares se valen de sus redes informales de
intercomunicación, canales por los cuales la gente puede hablar con libertad, como
comidas de contribución, sucesos en que todos participan y otras reuniones informales.
El correo electrónico y conferencias por computador son buenos auxiliares. Sin
embargo, las primeras experiencias sugieren que no son adecuadas para crear
significado compartido. Como miembros de una comunidad, necesitamos contactos
personales para discutirlo que a todos nos interesa.
Aprendizaje en equipo
Los miembros del grupo no necesitan pensar todos lo mismo; cosa que, por lo
demás, no es probable en ningún caso. Pero practicado con regularidad pueden
aprender a ser eficaces colectivamente.
Después el equipo vuelve a sus tareas habituales en las mismas formas improductivas.
Aprendizaje en equipo es una disciplina de transformar a diario las destrezas de
comunicación: por ejemplo, tomando las conversaciones existentes y realizándolas en
una forma nueva.
El diálogo
La práctica más eficiente que conocemos para el aprendizaje en equipo proviene de
esta forma de conversación. William Isaacs, fundador y director del Proyecto Diálogo en MIT,
define el diálogo como una investigación colectiva y sostenida de la experiencia
cotidiana y cíe lo que darnos por sabido. Su meta es abrir nuevos campos en los cuales
los individuos puedan adquirir más conciencia del ambiente que rodea su experiencia, y
En la práctica del diálogo prestamos atención no sólo a las palabras sino también a los
espacios entre ellas; no sólo al resultado de una acción sino también a su
oportunidad; no sólo a lo que dice la persona sino también al timbre y tono de su voz.
Escuchamos para percibir el sentido del campo de investigación, no sólo sus elementos
separados. Durante el proceso de diálogo las personas aprenden a pensar juntas, no
simplemente en el sentido de analizar un problema común o crear un nuevo
conocimiento compartido, sino en el sentido de crear una sensibilidad colectiva en la cual
los pensamientos; emociones y acciones resultantes no pertenecen a un individuo sino a to-
dos conjuntamente.
El diálogo es una costumbre antigua. Tal vez al principio no parezca familiar, pero la
mayoría lo siente muy natural una vez que empieza. Eso explica quizá por qué florece en
situaciones modernas, a pesar de una serie de obstáculos institucionalizados. En suma,
el diálogo crea condiciones en que se experimenta la primacía del todo.
Pensar en sistemas
El superintendente y sus ayudantes realizan una labor heroica para resolver los
problemas, haciendo el diagnóstico más rápido posible y encontrando para cada caso
Pero existe una posibilidad muy real de que estas soluciones rápidas causen a la
larga más mal que bien. Reaccionar a cada suceso rápidamente y resolver los
problemas tan pronto como se van presentando, va creando una "cultura de atención
deficitaria" en el sistema escolar. Pasando rápidamente de una cosa a otra, los
individuos se vuelven expertos para resolver crisis en lugar de buscar maneras de
prevenirlas. En este tipo de cultura es casi imposible lograr que la gente hable abierta y
francamente sobre los problemas comunes.
Una persona aprende en ciclos, pasando naturalmente entre acción y reflexión, entre
actividad y reposo. Los ciclos son la manera como mejoramos lo que hacemos. Todos
tenemos algo de destreza en este ciclo (llamado a veces aprendizaje de ciclo único):
observar nuestra acción anterior, reflexionar sobre lo que hemos hecho, usar esa
observación para decidir cómo cambiar nuestra actuación siguiente y aplicar esa
decisión a otro acto -todo ello en aras de mejorar nuestro comportamiento o las
normas de nuestra organización-. Una de las maneras más efectivas de ayudar a
personas y a empresas a ser más capaces es captar este ritmo deliberadamente
-crear no sólo tiempo para pensar sino para distintos tipos de pensamiento y discusión
colectiva en el salón de clase, en la escuela y en la comunidad. Muchas organizaciones
incorporan deliberadamente estos cielos en sus prácticas.
Los ciclos de aprendizaje son eficaces en sistemas simples, pero no son suficientes
en sistemas complejos. Supongamos que el comportamiento y las normas que uno
quiere mejorar son ineficaces o inapropiadas para efectuar los cambios necesarios.
¿Cómo se sabe qué es lo apropiado? Supongamos que el problema no es la manera
como uno está haciendo algo sino lo que eligió hacer.
Como el doble ciclo lleva a nuevas decisiones que al principio pueden ser
incómodas, se olvida con facilidad. Según Morgan y otros investigadores, las em-
presas rara vez entran en aprendizaje de doble ciclo, pues en muchas de ellas su
propia burocracia suele impedir el proceso de aprender. Y sin embargo, la capacidad
de cuestionarse a sí mismas es lo que capacita a las organizaciones para aprender a
aprender.
OBSERVAR
Enfocar la atención en una acción. ¿Cómo resultó? ¿En qué estábamos pensando?
Cuando cometimos errores, ¿qué supuestos o actitudes (qué modelos mentales)
pueden haber contribuido a que los cometiéramos?
Este tipo de reflexión será nuevo para algunos. Aun cuando estén acostumbrados a
reflexionar solos o con un amigo íntimo, probablemente no lo han hecho en público, en
mesa redonda, sobre asuntos con este grado de profundidad e incertidumbre. Por eso
son tan valiosas las destrezas de conversación productiva: balancear la investigación con
la defensa de una tesis y la escala de inferencia. Éstas ayudan al individuo a hablar sin
riesgo sobre las cuestiones Peligrosas que se presenten.
DECIDIR
Ver adelante, a la próxima acción. W. Edwards Deming usa la palabra "planear", pero
nosotros usamos "decidir" porque incorpora un elemento de elección: aquí está la
alternativa que hemos escogido y éstas fueron las razones en que nos basamos. En esta
etapa se da por sentado que los miembros del grupo han tenido injerencia en el proceso
global, ya sea un curso o una escuela o un equipo de la comunidad -no por demostrar
que han contribuido, sino porque su participación en la decisión tiene valor-. Basándose
en las alternativas y opciones generadas en la etapa de conexión, el grupo piensa
conjuntamente sobre la naturaleza del siguiente paso que van a dar. ¿Adónde espera
conducirnos el líder o facilitador? ¿En qué se van a ocupar? A juzgar por su anterior
experiencia, ¿qué asuntos es probable que se presenten esta vez? ¿Cómo se van a
preparar para ellos? ¿Cómo será el paso siguiente?
ACTUAR
Realizar la tarea con espíritu experimental hasta donde sea posible. Ahora se
investiga, se produce, se escribe y se crea. Esto lo pueden hacer los miembros del
equipo individualmente, pero en coordinación. Todo el tiempo que se dedicó a
observar, a crear significado compartido mediante la reflexión y la toma de
decisiones conjuntas, convierte la acción en una iniciativa bien pensada.
Al terminar de actuar uno vuelve inmediatamente a la etapa de observar, tal vez con un
veredicto formal: ¿cómo resultó?