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Versión taquigráfica

Sesión ordinaria

Cámara de Diputados de la Nación


Miércoles 21 de abril de 2010
Sr. Prat Gay.- Señor presidente: llevamos más de cuatro meses gastando casi toda la energía
política en una discusión en torno de cómo vamos a financiar al gobierno nacional.
Como bien se ha dicho ya por parte de algunos diputados preopinantes, es difícil mantener
esta discusión sin antes saber cuál es el número que representa la necesidad de financiamiento
del gobierno nacional en 2010. Por lo tanto, este es un debate previo a cómo se va a satisfacer
esa necesidad de financiamiento, en caso de que ella exista.
A partir de los números que explicó el señor diputado Marconato, creo que estamos
prácticamente relevados de seguir discutiendo si hay o no una necesidad de volver a calcular el
presupuesto.
La confusión que surge de los números es la de un país en el que las estadísticas no son
confiables, y donde cada uno hace la proyección que le parece para justificar lo que quiera.
Quisiera llevar el debate de los números a un lugar donde ya no podemos opinar, donde la
transparencia sea absoluta y donde no se dependa de los papeles de trabajo. Lo único que existe
es la realidad, y no se trata de la que perciben los integrantes de esta Cámara o algunos analistas
económicos, sino los cuarenta millones de argentinos que diariamente compran bienes y servicios,
cuyos precios no tienen absolutamente nada que ver con lo que informa o desinforma el INDEC.
Ya se ha dicho en la pauta presupuestaria que se preveía una inflación de 6,1 por ciento
para 2010. Si se miran sólo los índices de inflación de las provincias -son oficiales, hacen su
propio cálculo y lo vienen efectuando desde hace mucho tiempo- se encontrará que en un
trimestre la inflación ha superado el 6 por ciento.
Cuando el ministro Boudou concurrió a las comisiones de Finanzas y de Presupuesto y
Hacienda a hablar de una serie de cuestiones, una de las pocas ideas que dejó claras fue que la
Argentina va a crecer este año más de lo que admite el presupuesto 2010, llegando a hablar del 5
por ciento para este año.
Entonces, el presupuesto se refiere a una inflación del 6 por ciento y a un crecimiento del 2
por ciento, con lo que establece una pauta de aumento de los ingresos del 14 por ciento.
Si la inflación en un trimestre ha sido más del 6 por ciento, lo que en términos anuales
equivale a más de un 25 por ciento, y si el propio ministro de Economía reconoce que el
crecimiento de este año será mayor al 5 por ciento, la suma de ambos números me da más de un
30 por ciento. No necesito ni una consultora privada ni un curso de matemática, esto es
simplemente 25 por ciento más IVA.
Vale decir que un presupuesto que tiene una proyección de incremento de los ingresos del
14 por ciento, cuando la economía en términos nominales va a crecer por lo menos un 30 por
ciento, está subestimando los recursos. Después llamémoslo como lo queramos llamar, pero la
realidad es que aquello que se aprobó el 12 de noviembre del año pasado es un presupuesto
cuyas pautas están voluntariamente orientadas a subestimar los ingresos que va a recaudar el
gobierno nacional.
A las pruebas me remito y nuevamente uso números transparentes y oficiales. Si nosotros
miramos en la información oficial del Ministerio de Economía cuánto ha sido el crecimiento de los
recursos corrientes en lo que va del primer trimestre de este año, veremos que estamos en un 24
por ciento. La variación de los recursos corrientes al mes de marzo, en términos anuales, es del
28 por ciento. Todavía no están entrando los recursos de las retenciones de la cosecha gruesa
que, como todos saben, se coparticipan sólo parcialmente y llegan casi en su totalidad al gobierno
nacional. Sin embargo, los ingresos de comercio exterior están creciendo al orden del 50 por
ciento anual al mes de marzo.
Creo que hay pocas dudas respecto de que la pauta presupuestaria está totalmente
desactualizada. Entiendo la postura política del señor diputado Marconato, por quien siento mucho
afecto y creo entender bastante más de lo que él quiere reconocer, ya que supongo de dónde
viene esta reflexión acerca de que no sabe cuáles van a ser los números. No sabe porque no
puede reconocer que la inflación es del 25 por ciento en la Argentina. Esta es la principal razón
por la cual este presupuesto tiene subestimados los ingresos.
Si nosotros simplemente corregimos la pauta de crecimiento de los ingresos del 14 por
ciento a lo más probable, todavía conservador, que es una pauta del 25 por ciento más el 5 por
ciento, es decir 30 por ciento-, entonces oigan bien: los recursos nacionales que están estimados
en 300 mil millones de pesos para 2010 tendrían un aumento respecto de la pauta presupuestaria
de 37 mil millones de pesos. Esto es simplemente corregir con una matemática muy sencilla, que
no requiere de ningún informe ni de ningún papel de trabajo, y chequear lo que le pasa a la gente
todos los días. Es decir que todo esto luego se traduce en mayor ingreso por el IVA, mayor
ingreso por Ganancias y mayor ingreso en otros impuestos internos que percibe el gobierno
nacional.
Sé que no tenemos que aburrirnos con los números pero es precisamente esta necesidad
de hablar de números lo que ratifica que tengamos que volver a discutir el presupuesto.
Nosotros estimamos, con sentido común, que va a haber 37 mil millones de pesos más,
como mínimo, en las arcas del gobierno nacional durante 2010, y no queremos que ocurra lo
mismo que en cada uno de los últimos seis años en la Argentina, cuando en octubre o noviembre
aparece un decreto de necesidad y urgencia, en función del artículo 37 de la ley de administración
financiera, que dice: “¡Qué bueno, tengo estos 40 mil millones de pesos más y voy a hacer lo que
me parezca con ellos!”.
Creemos que a partir del 28 de junio existe otra composición parlamentaria y que la materia
presupuestaria es exclusiva del Parlamento. Por lo tanto, desde este ámbito queremos volver a
discutir qué hacemos con esos ingresos que están subestimados en el presupuesto. No nos van a
sorprender cuando el gobierno los tenga porque ya están creciendo, como dije antes, al orden del
28 por ciento.
Soy consciente de que desde el 12 de noviembre del año pasado ha habido partidas
presupuestarias nuevas anunciadas, en algunos casos lamentablemente, por decretos de
necesidad y urgencia, como ha sido la mal llamada asignación universal, y que también ha habido
aumentos en las asignaciones familiares. Si hacemos el cálculo de estos mayores gastos ya
previstos, no en el presupuesto pero sí en los decretos de necesidad y urgencia, estamos
hablando de 12 mil millones de pesos que habría que sustraer de los 37 mil millones de pesos de
ingresos adicionales. Es decir que sobran unos 25 mil millones de pesos respecto de lo que era la
pauta de ingresos y gastos prevista en el presupuesto.
Pasaré ahora a referirme brevemente al tema de las fuentes de financiamiento, que a su
vez tiene dos subtemas. El primero de ellos tiene que ver con fuentes de financiamiento no
previstas en el presupuesto pero que seguramente estarán disponibles para este gobierno a lo
largo del corriente año. Respecto de dichas fuentes, hay algunas que yo no avalaría, pero está
previsto –al menos por los comentarios de los propios funcionarios y con la anuencia de la
presidenta del Banco Central- que habrá disponibilidad de fondos por encima de lo que estaba
pautado en el presupuesto nacional debajo de la línea, como decimos, fuentes de financiamiento.
El diputado que presentó este tema ya ha hecho un cálculo a este respecto. Nosotros
hacemos un análisis muy sencillo de lo que entendemos puede haber como recursos o como
fuentes de financiamiento provenientes no sólo del Banco Central y del Banco Nación, sino
además alrededor de unos 15 mil millones de pesos de rentas de propiedad de la ANSES que no
están contempladas en el presupuesto de la Nación para el año 2010. Sumando esas fuentes de
financiamiento no previstas, llegamos a un total de 29 mil millones de pesos. En consecuencia, el
aumento neto en los recursos y gastos que ya se puede prever, más la disponibilidad de fuentes
de financiamiento que no habían sido previstas en el presupuesto 2010, dejan a este presupuesto
con recursos adicionales por un valor de 44 mil millones de pesos. Insisto en que esta es una
estimación conservadora -a mi modo de ver las cosas- de lo que puede llegar a ser eventualmente
el exceso de ingresos que, de todos modos, debiera discutirse en esta Cámara y no en un
despacho de la Casa Rosada utilizando los superpoderes.
Por otro lado, existe una fuente de financiamiento alternativa. Digo esto más allá del debate
porque tiene que ver con la propuesta del Gobierno planteada allá por noviembre del año pasado.
Cuando el secretario de Finanzas, Lorenzino, vino a la comisión respectiva y explicó el programa
financiero para el año 2010, se le preguntó cómo harían para financiar esas abultadas
necesidades de financiamiento. A esto respondió “Vamos a hacer un canje, vamos a tener acceso
al mercado y vamos a poder ir renovando los vencimientos de deuda a medida que estos se
presenten”. No dijo “Vamos a llevarnos puesto al Banco Central para usar las reservas y financiar
lo que nosotros no podemos”.
Quiero hacer un par de reflexiones a este respecto. Cuando el secretario Lorenzino hablaba
de acceder al mercado para cerrar la brecha financiera, el mercado le cobraba a la Argentina una
tasa del 12,5 por ciento. Aclaro que estoy usando como referencia el Bonar 10, que es un título a
siete años, de los más líquidos y de corto plazo que hoy tiene la Argentina. Ese título hoy rinde
menos del 11 por ciento. Vale decir que desde el momento en que Lorenzino estaba dispuesto a
acceder al mercado para financiarse al 12,5 por ciento, hay un ahorro de más de un punto y medio
en la tasa de interés, si ésta fuera la pretensión del gobierno. Creo que ésta debería ser la
pretensión de cualquier gobierno. Podríamos discutir cuál es el nivel óptimo de deuda, pero lo que
no podemos discutir es que el pueblo tenga que pagar con mayores impuestos o con menor gasto
una política de desendeudamiento que es incorrecta.
Quiero aclarar esto porque no hay ningún país del mundo que cada vez que haya un
vencimiento de deuda tenga que aumentar los ingresos y los impuestos o bajar los gastos. No hay
ningún país del mundo -con excepción de la Argentina- que use el superávit de la ANSES para
desendeudarse financieramente y para continuar aumentando la deuda más importante, que es la
deuda social que tenemos con los jubilados y con los que menos tienen.
Por lo tanto, aparecen nuevas fuentes de financiamiento y aparece también la posibilidad de
acceder al mercado para mantener constante la deuda y no desendeudarse al costo de menos
gastos o de mayores ingresos.
Creo entonces que la discusión parlamentaria tiene que renovarse. No tengo ninguna duda
y coincido con el diputado Lozano en que no podemos discutir la cuestión del financiamiento sin
antes saber cuál es la cifra que tenemos que financiar. Y como quedó claro en otras alocuciones,
existe una confusión mayúscula respecto de cuál es ese número que debemos financiar.
Por lo tanto, lo que pedimos en primer lugar es que el Poder Ejecutivo se tome el trabajo de
zanjar esta discusión, que reconozca que hoy los ingresos crecen casi al treinta por ciento,
producto de una inflación descontrolada, que recalcule las distintas partidas presupuestarias y
envíe ese nuevo proyecto de ley al Congreso. Creo que este sería un buen punto de partida para
evitar la mala praxis institucional de los últimos años de que todo se resuelve con un decreto de
necesidad y urgencia o bien de que en los presupuestos no se establece una pauta de aumento
de los salarios.
Parte del problema inflacionario que hoy tenemos en la Argentina es que el gobierno no se
hace cargo de la inflación, porque en ningún lado establece una pauta de crecimiento nominal de
los precios, y por lo tanto cada uno intenta hacer lo que puede en la discusión salarial, en la
discusión de precios, y esto provoca más inflación. Sería mucho más saludable que el gobierno
primero reconociera que existe inflación y luego determinara una pauta de crecimiento de algunos
precios, incluidos los salarios, que permita establecer un ancla a partir de la cual la población
entienda que al gobierno no sólo le preocupa la inflación sino que se está ocupando de resolverla.
Esto mismo se podía aplicar del lado del gasto en otras partidas que son muy sensibles a la
inflación, como pueden ser los subsidios.

- Ocupa la Presidencia la señora vicepresidenta 2ª de la Honorable Cámara, doña Patricia Susana


Fadel.

Sr. Prat Gay.- Por lo tanto yo creo que es de urgencia extrema que volvamos a discutir las pautas
presupuestarias. Entiendo que todos estamos de acuerdo en que los números del presupuesto
están totalmente desactualizados. No podemos estar funcionando con una ley de leyes en la que
nadie cree. No podemos hacer lo que hace el INDEC: este Parlamento debe tener otra postura
respecto de los compromisos que asumimos y las cuestiones que firmamos y por eso es
absolutamente necesario que el gobierno revea esos números y los envíe al Congreso para que
tengamos una ley correctora.
Si empezamos a hacer estas cosas, si comenzamos a operar institucionalmente, si tenemos
una discusión en serio a partir de números en serio, si las estadísticas oficiales dicen la verdad y
no mienten, éste puede ser el punto de partida para empezar a resolver los problemas.
Frente a la discusión de cómo bajar la inflación está la postura facilista del oficialismo de
decir que la única manera de hacerlo es con ajuste. Yo creo personalmente que el gobierno
únicamente puede bajarla con ajuste por la falta de credibilidad que tienen las estadísticas y las
políticas. Si acá hubiera un gobierno creíble que midiera lo que tiene que medir, que dijera la
verdad una vez que lo ha hecho –y que por lo tanto eso fuera tomado como parámetro de dónde
están las expectativas de la inflación y la verdadera inflación-, que reconociera que la inflación es
del 25 por ciento y no del 6 por ciento y que por eso está preocupado, que quiere que sea del 20,
después del 15 y luego del 10 por ciento, muy posiblemente desde el Parlamento podríamos
empezar a contribuir con las políticas que a poco van llevando la inflación al lugar al que la tiene
que llevar.
Lo que discutimos hoy es el presupuesto y lo que venimos debatiendo hace cuatro meses
es la utilización de reservas, cuando lo que deberíamos discutir son aquellas cuestiones que
afectan de manera más contundente y directa al bolsillo de la gente.
La Coalición Cívica considera que una inflación del 25 por ciento es absolutamente
insostenible, sobre todo para los que menos tienen. Esta debiera ser la discusión. Una vez que
abrimos la discusión del presupuesto con el excedente de ingresos, perfectamente podemos
volver a discutir qué hacemos con ese excedente de ingresos. Hasta tanto lo hagamos no
podemos preocuparnos por la gente ni resolver la discusión pendiente que se abrió de manera
totalmente irregular con un decreto de necesidad y urgencia del 14 de diciembre y más
irregularmente todavía con otro decreto de necesidad y urgencia que cambió el número pero
amplió la afrenta el 1° de marzo de este año. (Aplausos.)

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