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Agradecimientos
Y si me lo permites, ese lugar esta muy cerca de ti. ¡Si, en serio!, sólo
detente un momento exactamente allí donde estas y dirige la mirada a donde
desees. ¡Hey!, créeme. ¡No es ninguna broma!
Mira, ¡mira!
¿Vistes?, ¿Lograste ver?
Es más, para ponerlo más cerca de ti, te digo que este lugar es muy
común y hasta conocido. Fíjate que muchos de nosotros cuando despertamos
por la mañana; sobre todo si estamos preocupados o atribulados por una
situación que no hemos podido resolver aún, siempre, siempre, y sin que nos
demos cuenta, aparecen imágenes fugaces de ese sitio pero que no
reconocemos porque la dificultad absorbe todas nuestras energías. Y nuestro
pensamiento, sólo está disponible para el problema. También nuestro
intelecto está haciendo esfuerzos para dar con las respuestas requeridas. Es
decir, todas nuestras máximas capacidades están dirigidas en una sola
dirección.
Al final del día, y con la ayuda de la almohada, comienza otra vez el ciclo
interminable.
Para darles otra pista sobre este fabuloso lugar, les comento que por las
noches, sobre todo después de quedar vencidos por la batalla terrible que
ocurre en nuestra mente entre los “tengo que…”, los “debí haber hecho…” y
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los “si yo…”, Es en ese momento que comenzamos a hacer las paces con
Morfeo y allí inmediatamente aparece el hada mágica del “mañana será otro
día”. Es en ese instante cuando obtenemos las mejores imágenes de ese
lugar del que les hablo. Lo que sucede es que no nos damos cuenta y de
seguido estamos dormidos.
A todas esas personas que ves les pasa exactamente lo mismo. No hay
diferencia alguna. Están en sus vehículos, sus oficinas, sus empleos, sus
casas, etc., igual que tu.
En este punto es muy importante que flexibilices aún más tus criterios y
convicciones porque el resto del libro se basa en experiencias que fueron
producto de poder ver y percibir ese otro secreto universal y que gracias a
quienes agradecí al principio, pude ver y comprender.
Nunca antes pude creer a Juan Dotta, a quien yo llamaba “el campesino
loco”. Cuando supe de el, ni siquiera preste atención a lo que le decía a las
personas de su comunidad. ¡Quienes además también creían que estaba mal
de la azotea! ¡Y como tomar en serio a alguien que aseguraba que sembraba
dinero y tenía miles de plantas de dinero! Sobre todo si se está tan
concentrado en los problemas cotidianos de todo el mundo y además, dormía
tan mal. En el fondo yo estaba apenado con las circunstancias que me habían
llevado a ese lugar y tener que escuchar a un sujeto tan desquiciado cuando yo
era alguien tan preparado, tan experto en manejo y resolución de conflictos
corporativos y haber dictado seminarios acerca de economía familiar y etc.…,
¡Gracias Juan!
¡Gracias flaco!
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Si no les hubiese conocido, jamás podría haber visto el lugar del que ahora
hablo.
¡Por Dios no se le ocurra decir que Juan, el flaco Guanipa y ahora yo!
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Como comenzó todo
Antes que nada y para poder organizar un poco las cosas, debo comenzar
por el principio, ¡vaya si no es difícil!, sobre todo si me vienen a la mente mil
recuerdos y reflexiones y cada cosa lleva a otra. Sin embargo voy a usar toda
mi concentración y esfuerzo en ello.
Hoy, pudiera decirles que aquello no era algo que necesitase análisis alguno,
pero resultó ser que aquel evento era el grito desesperado de mi espíritu
para conmoverme y prepararme para lo que ocurriría en esos días posteriores.
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Nunca antes me había ocurrido algo como eso en ningún momento y
aquello, había sido el detonante para que durante todo ese santo día nada
pareciera ser igual. Fue imposible conciliar con lo de siempre, estaba
totalmente desfasado.
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Me equivocaba totalmente. Aquella iniciativa cambió mi vida.
El tercer día nos dispusimos para salir muy temprano a visitar una pequeña
comunidad al sur de donde estábamos con el objeto de conocer a un personaje
que decían estaba totalmente desquiciado y aquello prometía ser una
experiencia muy interesante.
El primer impacto lo recibo cuando el hombre nos confiesa que siente mucho
respeto por la ciencia y con un léxico impresionantemente educado nos cuenta
sus experiencias juveniles de cuando realizó sus estudios de doctorado en una
Universidad muy prestigiosa y de donde se recibe como doctor en fisiología
vegetal. ¡PUM!, ¡Que dijo! Les juro que pedí que regresáramos al
campamento. ¡Aquel tipo si que estaba mal de arriba!
En breve sale una dama alta y muy delgada de aspecto frágil pero de unos
ojos verdes que parecían dos enormes esmeraldas y nos dice: ¡Hay, seguro
Juan los está fastidiando con eso de cuando estudiaba en la universidad! ¡Es
que mi marido no esta bien de aquí! Es decir la cabeza. ¡Ya Juan, no les
fastidies más, los doctores deben estar cansados y con sed! ¿Verdad que si?
¡Bueno!, les juro que no supe que decir porque aquello parecía incoherente y
pensaba que Juan como que no era el único loquillo por aquí. Sin embargo
todos pasamos al salón y ¡vaya que salón! Era palaciego, una preciosidad de
lugar. Y entonces ¡Sorpresa! Vi unos pergaminos enormes y exquisitamente
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enmarcados en donde se reconocían meritos académicos de alto nivel
¡ADIVINEN!
¡El “loco” Juan Dotta Sí era doctor y además aquella mujer que nos había
preparado un sabrosísimo jugo de pera también! ¡Puff!. La reacción inmediata:
¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué esta gente vive aquí en este caserío tan
distante de donde pertenecen? ¡Hey,hey,hey!, me están tomando el pelo para
humillarme por mi falta de humildad o quien sabe. ¡Mejor me largo ya tuve
suficiente!.
Pero fue en este punto donde descubrí que se referían a Juan en términos
de loco porque sencillamente era un hombre con ideas propias de alguien con
su preparación. Adicionalmente ¡Todos amaban a este hombre en ese caserío!.
Para que tengan una idea de cuanto me impacto aquello. Mi opinión cambió
tanto y en tan corto tiempo que Juan terminó siendo mi maestro y una de las
referencias de este libro.
Y por eso es que no me importa si creen lo que yo, cuando conocí al Dr.
Juan Dotta “el loco Juan”, aquel día maravilloso porque definitivamente Juan
tiene y tendrá razón cada vez que afirmaba:
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El dinero crece en los árboles
¡A ver, a ver, a ver!, y ¿que los trae por aquí?. Recuerdo que preguntó aquel
hombre aquel mediodía. Porque no estamos muy acostumbrados a visitas tan
exuberantes por estos lados del mundo.
Mi amigo quien hasta ese momento había sido el culpable de todo aquello,
responde rápidamente diciéndole al Dr. Juan: ¡Mire doctor!, nosotros somos un
equipo de docentes e investigadores que venimos en una especie de
expedición a recolectar datos acerca de un trabajo que estamos haciendo en
materia de economía social y estamos muy interesados en contrastar la visión
que tenemos quienes vivimos en los grandes centros urbanos con las personas
que viven fuera de ellos. Sobre todo, en la forma como generamos nuestros
recursos y satisfacemos nuestras necesidades.
Igual de rápido el “Loco Juan”, suelta una carcajada que retumbó más allá de
aquel humilde caserío. Y aún sin dejar de reírse le pregunta a su mujer; quien
también reía discretamente, ¿mujer habías escuchado alguna vez forma tan
elegante de hacer semejante pregunta? ¡Ja,ja,ja,ja!.
Es que lo que les voy a decir sí les va a sonar más que raro. ¡De todas
formas, tengo la impresión de que alguien ya les vino con el chisme!.
Juan; un poco más serio, planto su mirada y asienta firmemente que durante
su vida anterior. Es decir, en la ciudad, el había sucumbido en la urbe y estaba
dirigiéndose brutalmente al caos personal y familiar. No veía salida posible en
aquella dinámica diaria y en donde la rutina y la inercia establecían una órbita
arbitraria de donde era imposible escapar, al menos que se perdiera la razón.
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¡Bueno, mira chico!, lo que quiero decir es que la única forma de poder salir
de la órbita urbana es desequilibrando el sistema de fuerzas que te mantienen
en ella. Si tu al planeta “x”, le quitas cualquiera de las fuerzas, bien sea
centrípeta o centrífuga vas a conseguir que salga disparado en alguna
dirección. ¿Verdad que si?. ¡Yo asiento con la cabeza!.
¡Y eso fue lo que nos salvo mi querido amigo!. ¡Si,si,si, gracias a Díos!.
¡Bueno chico!, dice Juan, uno esta tan domesticado; O mejor dicho,
¡civilizado!, que en lugar de buscar soluciones; ¡No!, hacemos todo lo contrario.
¡Somos demasiado leales a la ciudad y su locura!. ¡Que si la hora, que si la
fecha, que si el trabajo, que si tal cosa, esto y aquello!.
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Uno cree que es imprescindible y que sin nosotros el sistema se detiene.
¡Pues esa es la peor de las trampas!, ¡Auto-convencernos que la sociedad, la
urbe depende de uno!. ¡Fíjate que al siguiente día que yo había renunciado! o
mejor dicho, ¡me habían votado los muy infelices!, ya tenían reemplazo en mi
cargo.
Entonces ¿que ocurrió?, que las toneladas de presión que uno decide
sostener por ser un ente urbano, terminan aplastándote y pulverizándote. Pero
estamos tan atados a esa dinámica que resistimos hasta el último aliento.
Vale decir que aquel relato impactó con toda la fuerza del mundo sobre mi,
porque; por alguna razón, yo me veía reflejado allí. Era cuestión de tiempo
que eso mismo comenzara a ocurrir en el seno de mi propia familia. Por lo que
podía ver, ya estaban apareciendo síntomas de aquello en mi propia casa.
El “Loco Juan”, retoma y afirma: ¡Es por eso vale!, que nosotros buscando la
salud, conseguimos este lugar y es aquí donde hemos reconciliado nuestras
habilidades y conocimientos con el resto del mundo. Este es nuestro paraíso.
Aquí tenemos de todo. Aunque ustedes no me crean tenemos. Internet.
Pero resulta que aquel “supuesto loco”, tenia comodidades muy sofisticadas
como por ejemplo: conexión satelital, electricidad que proporcionaban sendas
pantallas solares colocadas en el techo de aquella impresionante vivienda,
radio de muy largo alcance, hasta un laboratorio equipado con autoclaves,
campanas de flujo laminar, sala estéril, etc..
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Lo siguiente: ¡No chico por favor!, ¡Si aquí todo el mundo me llama el loco
Juan!, ¡Por que tu te empeñas en contaminar mi pureza con esas expresiones
tan citadinas!. ¡Te exijo que me llames como te de la gana!. Por favor llámame
Juan. ¡Esta bien?.
¡Bueno creo que hemos hablado mucho!. Y estoy seguro que ustedes
vinieron por otra cosa ¿no es así?.
Juan continúa: ¡Mira Alejandro!, lo que les voy a decir creo que les interesa
mucho más.
Es verdad que aquí en este pueblo me tienen por un viejo loco, por mis
antenas y mis aparatos y mis matas. Pero lo que la gente no logra entender es
cuando yo les digo que descubrí una extraña planta oriunda de estas
circunstancias que no da fruto alguno y que lo que ofrece es dinero, por lo que
yo desde hace diez años cultivo plantas de dinero y que ellos no lo ven porque
el dinero es un concepto es decir, una idea. Repito. ¡El dinero no es un objeto,
es una idea!. ¡Es algo que puede expresarse usando referencias!. En las
ciudades el dinero se expresa comúnmente con billetes pero eso es parte de la
trampa en la que los citadinos han caído.
Fíjate. Yo ahora tengo más dinero que cuando vivíamos en la ciudad, pero
nunca, o casi nunca, tengo billetes en mis manos y aún así, hago miles de
transacciones desde aquí, a través de Internet y la banca electrónica. ¡Si te
das cuenta un billete aquí no sirve de mucho!. Aquí tenemos casi todo lo que
podemos necesitar. Salvo cuando requiero materiales y fertilizantes o
agroquímicos y aún así, realizo las compras a mi distribuidor a quien le
transfiero desde mi cuenta a la suya. Y lo mismo ocurre con quienes me
compran toda la producción de sábila. Ellos me depositan en mi cuenta y lo
único que vemos son los camiones cuando vienen a buscar la mercancía.
Por eso soy el “El loco Juan”. ¡Claro ahora tengo más dinero que nunca
antes!, ¡repito!, y eso sólo es posible lograrlo, cuando la sociedad te libera,
Como en nuestro caso. Pero puede lograrse también si la persona en esos
procesos de reflexión necesaria, que en ocasiones afloran desde nuestro
interior, re-descubre su esencia, su naturaleza y se conecta con esa otra
energía buena y recupera las ganas, el entusiasmo y la alegría.
Continúa Juan. ¡Fíjense!, en nuestro caso fue necesario que todo se saliera
de control y aún así, luchamos intensamente en contra de nosotros mismos,
de las circunstancias y de todas las presiones sociales y culturales que son a la
final lo que yo llamo los ¡guardianes del sistema!. Y lo digo porque después de
reflexionar tanto sobre la locura de vida que llevábamos, nos dimos cuenta de
lo mucho que esas cosas le importan a uno. Tanto o inclusive más que la
propia familia.
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Ahora, también estoy convencido que ese es un sistema muy perfeccionado
y del cual es sumamente difícil escapar. Lo que definitivamente comprueba
que es muy eficiente y tanto, que cada persona es exigida hasta su máxima
resistencia y capacidad.
Sin embargo hay algo que debemos saber. Así como existen estas
inmensas fuerzas de las que he hablado, no es menos cierto que en nuestro
interior también hay sendas fuerzas y son tan poderosas como las del sistema.
Y este sabe que es así.
La vida urbana es sostenida por todas estas cosas que les comenté y todo
es fielmente vigilado por los guardianes invisibles del sistema.
Sólo basta que descubramos como desestabilizar esas fuerzas para que se
desencadene la reacción que nos hará reconciliarnos con nosotros mismos y
nuestra autentica naturaleza, nuestra esencia y de allí en adelante, comenzar
andar un camino más pleno más productivo y más feliz.
Quiero que sepan, que cuando le digo a los muchachos de por aquí, y a la
gente toda con quien uno comparte diariamente, que yo siembro plata (dinero),
es porque esa es la forma que tengo para despertarles curiosidad y entonces
con mucha simpatía les induzco a pensar y reflexionar.
Se que me llaman “el loco Juan”, ¡yo lo disfruto!, pero también se que mis
experiencias y vivencias han tocado el alma de muchos que así como ustedes,
desean escuchar cosas diferentes.
Esta vida que tenemos y que algunos aún conservamos, se nos entrego para
que viviéramos en plenitud, tal como debe ser. Somos parte de la naturaleza,
estamos hechos de los mismos materiales que todo lo que existe, claro, las
formas como se muestran las cosas tienen muchas caras pero definitivamente
todo esta elaborado con el mismo material.
Y más que nunca estoy convencido que esa plenitud de la que todos somos
herederos está allí esperando por cada uno. Esperando a que cada quien
termine de hacer lo que tenga que hacer. Espera pacientemente sin desespero
a que pase la furia de los estudios y ¡que si los exámenes!, ¡que si las notas!,
¡que esto y que aquello!, Luego la furia de la primera juventud, ¡Las fiestas!,
¡los amores locos!, ¡Los pleitos con papa o mama!, ¡etc..!, luego la furia de la
mediana juventud, ¡El puesto!, ¡El estatus!, ¡El doctorado!, etc.., Después de
todo eso, ¡Repito!, mucho después de eso, entonces se nos hace el gran
examen. Si aprobamos, se nos devuelve nuestra autentica identidad, nuestra
esencia y naturaleza. Si reprobamos, se nos devuelve al principio del
experimento aunque con más edad y menos ímpetus.
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Un ejemplo que siempre uso para describir eso de la naturaleza de cada
persona es el siguiente:
Usted estudió ingeniería y le va bien, pero sin darse cuenta y sin tener una
intensión forzada ha ido construyendo con el paso de los años un jardín
impresionantemente hermoso, pero que solo atiende después de que regresa
de su oficina y cuando tiene un tiempito libre. De esa manera transcurren los
años y usted continua inmerso cada vez más en su profesión y en esa misma
proporción, aumenta su interés por la jardinería pero aún así no se da cuenta
de ello.
Transcurren más años y todo el que ve su jardín se queda atónito por tanta
belleza pero sin embargo, usted esta cada vez más abrumado y absorbido por
su profesión que ya se ha transformado en algo incomodo y hasta
insatisfactorio.
Definitivamente y después de tanto, llega ese día donde son más las ganas
de trabajar en el jardín que en un proyecto de ingeniería y es allí cuando; en
una medida desesperada, comienza el sistema y sus guardianes a trabajar
para mantenerlo dentro de su infelicidad, utilizando las mismas cosas que le
hicieron convertirse en ingeniero. ¡El que dirán!, ¡Los padres!, ¡La sociedad!,
etc.
Por supuesto preguntará usted si es que la ingeniería fue una mala elección
y yo le respondería que lo fue, pero también que era imposible haber escogido
otra cosa. De ser así hubiese sido un jardinero y uno muy bueno. Sin
embargo en este mismo momento puede serlo porque posee conocimientos de
ingeniería muy valiosos para construir y diseñar jardines.
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Con este relato lo que pretendo decir es que a la final todo lo que hagamos
en la vida nos va a ser útil para cuando logremos reconciliarnos con nuestro ser
natural de manera tal que cuando aprobemos el gran examen de la vida, ¡si lo
logramos!. Obtendremos el gran regalo y que no es otro que:
Una vez que Juan dejó de hablar, transcurrieron cerca de dos minutos en los
cuales sólo se escuchaba la hermosa vida silvestre que nos rodeaba. Era
evidente que aquel hombre tenía mucho que enseñarnos y que todo lo que
había dicho hasta ese momento, había impactado nuestra humanidad.
Alejandro rompe el silencio y aún conmovido con aquel relato dice: ¡Bien!,
creo que ya es hora de retornar porque en cosa de minutos oscurece y nos es
nada bueno tomar estos caminos de noche. Doctor Juan, ¿Cree usted que
podamos seguir conversando mañana?. Pregunto Alejandro.
Por supuesto amigos, con muchísimo gusto. Respondió Juan. ¡Ahora les
voy a decir algo!, si ustedes quieren pueden quedarse esta noche, aquí hay
suficiente espacio y donde dormir, sobra. Es más, creo que ya habían
preparado posada para todos. ¡Claro!, entiendo que deseen regresar pero en
verdad es muy tarde para coger por esos caminos y de noche!, ¡no se es cosa
de ustedes!.
Juan rompe el silencio del ocaso con otra gran carcajada. ¡ja,ja,ja!, ¡amigo,
usted aún no se ha dado cuenta que esta lejos de la ciudad!. ¡Además, que
ladrón se le va a ocurrir esperar en plena selva a esta hora para robar a alguien
que pase!. ¡Si no lo pica una mapanare (serpiente venenosa) lo muerde un
cunaguaro (felino salvaje)!. ¡ja,ja,ja!.
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y su mujer a cenar. No me van a creer que aquella sería una de las cenas más
exquisitas en todo sentido, que experimenté en toda mi vida.
Para empezar, el lugar era una especie de choza muy acogedora, en donde
podíamos ver a lo lejos un lago sobre el que parecía haber un espejo enorme
que proyectaba todo el cielo nocturno en su superficie completamente lisa e
imperturbable. Las formas que creaban los árboles en aquella oscuridad
generaban sombras enigmáticas muy interesantes y los animales que se
acercaban a la orilla de aquel lago a beber, eran completamente
espectaculares, era como observar un programa de “vida silvestre”, pero en
una enorme pantalla plana de la más alta resolución. Era simplemente
abrumadora aquella escena.
Alejandro responde: ¡En ningún lado Juan!, estoy seguro que ninguno de
nosotros había probado una mantequilla tan sabrosa y mucho menos un queso
tan fresco y tan exquisito. Juan responde: ¡Tienes razón Alejandro!, y te digo
más. Todos los que vivimos en este pueblo, comemos de la misma manera e
igual de sabroso. Si tú quieres comer carne, sacrifican una res y listo. ¡Carne
de primera!. Si quieres frutas, vas y la coges de la mata y listo, si quieres
desintoxicarte, tomas un baño en el río y ya esta. ¡Pero, si quieres volver a ser
humano!, definitivamente te mudas a este paraíso y jamás te vas.
¿Otro poquito muchachos?, preguntó Juan y sin que respondiera nadie nos
lleno el vaso nuevamente. ¡Que personaje este!, dije para mis adentros.
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A todas estas, transcurría la velada y repentinamente aparece una hermosa
joven muy educada que dice con una voz muy dulce, ¡Buenas noches!, con su
permiso. ¡Papa!, te están llamando por teléfono para decirte que ya salieron
para acá los camiones y que te acuerdes que mañana es la entrega de la
sábila que va para exportación.
Juan interrumpe y sin calma alguna nos deja saber que lo habían tomado por
las (adjetivo). ¡Dios mió!, ¡Si es verdad!. ¡Bueno mi amor!, menos mal que
esta semana veníamos trabajando en eso y sólo es cuestión de detalles para
formalizar la entrega y llenar algunos papeles. Respondió Juan a su bella hija.
Pues resulto ser que Juan era uno de los principales proveedores de materia
prima para una de las más importantes y prestigiosas casas cosméticas del
mundo y también para algunas farmacéuticas. ¡Vaya,vaya!. Dije impávido ante
tantas sorpresas. Este hombre definitivamente era una caja de sorpresas.
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Sin transición alguna, aparecen los primeros rayos del sol y aunque
exhausto todos, la experiencia fue grandiosa. Había olvidado lo bien que se
sienten el entusiasmo, la emoción, la adrenalina corriendo por las venas y
todas esas emociones que van desapareciendo en la medida que uno se hace
más adulto y que muchos llaman madurez y que no es otra cosa que la perdida
de nuestra autentica naturaleza. ¡Para ser honesto me sentía como un niño en
la noche da santa!. ¡Me había vuelto una cantidad de años más joven!.
¡El entusiasmo de hacer algo que uno disfruta con toda su alma y por lo que
recibe como recompensa cualquier cantidad de estímulos positivos!, ¡desde
dinero hasta salud, desde alegría hasta juventud!.
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En verdad nosotros lo queremos mucho y en verdad el hombre le ha ido muy
bien pero eso de que “El dinero si cae del cielo”, es decir ¡que llueve!, ya creo
que es mucho.
Alejandro sin chistar dice: ¡Juan organice una reunión con su cuñado para la
próxima semana!, ¿Puede?. Juan responde: No hay problema Alejandro ahora
mismo lo voy a llamar y le mando un correo electrónico para invitarlo porque
puede que este pescando en este momento y el dura semanas en la mar.
Una de las cosas que analizo y contrasto, es el hecho de haber creído; antes
de haber vivido la experiencia de conocer al Dr. Juan, que la inteligencia era
algo inherente al individuo y que sólo pertenecía a quien la poseyera. Es decir,
mi posición al respecto a cambiado al punto de creer ahora que la inteligencia
es algo que se encuentra fuera de nosotros, es algo que se encuentra
disponible y que puede ser accesible en el momento que logremos identificar el
como hacerlo.
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Entiendo que pueda ser cuestionable mi posición sobre el tema pero es que
por otra parte no dejo de pensar en que todo esto de la naturaleza interior y del
ser urbano evidentemente tiene mucho sentido. ¡Yo mismo pude sentir el
entusiasmo que cuando joven!, y todavía cuando recuerdo lo vivido no dejo de
sentir agrado.
Según puedo ver, se trata de identificar nuestra más pura esencia. Es decir,
a través de cómo nos sentimos, podemos identificar qué tan cerca o lejos
estamos de encontrar nuestra naturaleza. Si nos sentimos apasionados y
plenos haciendo o estando en algo, pues eso es una señal de que eso que
hacemos o en donde estamos está en correspondencia directa con nuestra
naturaleza.
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monedas de metal que cada grupo social establece de acuerdo a sus intereses
y criterios.
Ahora bien, no podemos tener papel moneda y monedas sin que haya algún
valor que representar. Mejor dicho, si no tenemos un valor que requiera ser
preservado o representado, mucho menos podemos tener representación de
este. Si no tenemos algo que tenga valor, mucho menos tendremos la
representación de ese algo que no existe.
¡Claro!, ¿Como saber que vamos por buen camino hacia nuestra
reconciliación interna?.
¡Bien!, ahora sólo resta por esperar la llamada de Juan para continuar esta
aventura y conocer al “Flaco Guanipa”
Continuara…
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