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mandeb.

revista literaria

#1Abril 2010
mandeb. revista literaria año 1 número 1

Editorial

DEL PORQUÉ DE MANDEB.

Leer parece ser una actividad en decadencia. Aparentemente, cada vez menos gente
es capaz de seguir la trama compleja de un relato o tener la constancia de leer un ensayo y,
aún más, pensar luego de él, digerirlo para construir una opinión propia. Nos hemos
habituado, con ya décadas de pantallas indicándonos el camino a seguir, a no digerir, a no
procesar. “Entretenimiento ya molido para su mejor absorción”.
Esta idiotización (¿existe un término mejor?) que sufrimos día tras día es cada vez
más severa. No sólo está el televisor, ordenándome qué debo hacer, también está el celular, la
computadora, los carteles de publicidad. Entre tanto color y brillo nos deslumbramos. Nos
hacemos piedra. Nos insensibilizamos.
¿Cómo ser sensible, entonces, ante un poema, que no se comprende porque no es
literal, porque no se razona ni se siente? La literatura es hija de la relación carnal entre
pensamiento y emoción; es producto de esa vinculación profunda de mente y alma que
posee todo arte (porque aunque muchos lo olviden, no es “Arte y Literatura”, separación
odiosa de enciclopedias, sino que “Literatura es Arte”).
Por esto Mandeb. Para que en una pantalla (o en un papel, si se prefiere) se pueda
salir un rato del hechizo diabólico. Para sentir y pensar. Para vivir la literatura no como un
negocio editorial, sino como electricidad estática corriendo despacio por las manos de cada
uno de los lectores. Como un refugio sencillo pero estable de la violencia y la velocidad del
día a día. Como solidaridad, con el candor que tiene el compartir lo que salió de cada autor
con cada lector sin presiones, sin mentiras, sin publicidad, sin engaños. Mandeb es Literatura
Viva, pensamiento y latido conjugados. Es Literatura Viva, de hoy, del hoy. Es escribir entre
todos la identidad de la literatura contemporánea.

Bienvenidos.

RM.

DE QUIÉN ES MANDEB.

Manuel Mandeb es el Pensador de Flores, personaje central en la mitología del


barrio bonaerense de Flores creada por Alejandro Dolina. Junto a Jorge Allen, Ives
Castagnino y el ruso Salzman forman el grupo de los hombres sensibles, enfrentado al grupo
de los refutadores de leyendas, que se dedican a quitar la belleza, misterio y encanto a las
maravillas del barrio con explicaciones racionales y científicas, completamente lógicas, que el
grupo de Mandeb desautoriza desde el irracionalismo más radical. Mandeb tiene una obra
tan prolífica como variada e inconclusa, citada al principio de “Crónicas del Ángel Gris”.

Mandeb nos presta su voz polifacética para dar identidad a esta revista; identidad
que no es otra que la Literatura Viva en sí misma con toda su diversidad. Para que cada vez
seamos más sensibles y nos dediquemos menos a refutar. Es más, para que tengamos el valor
de construir nuevas leyendas, paso a paso.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

EN ESTE NÚMERO:

Del Porqué de Mandeb. ......................................................................................................... 2


De Quién Es Mandeb. ............................................................................................................ 2
Al Che... León Arabeug ............................................................................................................ 4
Eterno. Ganzo Borelli ............................................................................................................... 5
Fábula de la Flor, la Hora y el León. Ganzo Borelli ............................................................ 6
Abismito. María ...................................................................................................................... 7
Regalo. María .......................................................................................................................... 7
Ya No Me Peleo. María .......................................................................................................... 8
Unas Palabras Sobre Marianela y Hard Times. Lucas Abal .............................................. 9
Resumiéndote a Un Enamorado. Nico Giménez .............................................................. 11
Salvando Una Ilusión. Nico Giménez .................................................................................. 12
Tiempo de Decir Adiós. Nico Giménez .............................................................................. 12
Alguien y Nadie. Rodo Ramone ........................................................................................... 13
La Arenera. V.K.F. Polar ...................................................................................................... 14
Vete a la Mierda. Mario Pires .............................................................................................. 17
Antes Pensaba. Mario Pires .................................................................................................. 17
pendeja. axel luchilin krustofski ............................................................................................ 18
Obras. ViQui Montanaro ...................................................................................................... 23
Base Luca. ViQui Montanaro ............................................................................................... 23
No Estoy Seguro. Junnecus .................................................................................................. 24
Caperutti Rojas. Junnecus .................................................................................................... 25
Sin Título. Ricardo García ..................................................................................................... 28
Sobre la Imagen de Portada ................................................................................................ 29
^.^

A Quien Pueda Interesar

Mandeb es y será una revista bimensual gratuita, de distribución libre, en formato PDF y
diagramada en A4 para facilitar su impresión si así el lector lo desea.
Los editores no recibimos nada a cambio de nuestro trabajo excepto dolores de cabeza por las
horas pasadas frente al monitor de la computadora y algo de satisfacción artística.
Todas las obras que aquí se publican son mérito, responsabilidad y propiedad de sus autores.
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Finalmente, la revista, en su totalidad y sin modificaciones, puede ser distribuida y copiada
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solicitar el permiso expreso del autor. Para esto, basta con enviar un mail a
revistamandeb@yahoo.com y nosotros lo pondremos en contacto con él.

Los editores
Abril, 2010.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

AL CHE...
León Arabeug

Ahí estás Comandante Ernesto Che Guevara


con tu mirada tenaz, sobria y vehemente,
con tu melena leonina, volando, al viento,
y con esa ira contenida tan mansamente.
Poesía
Trasciende el afiche la fuerza de tu espíritu,
el que enciende el fuego sagrado, de esos tus ojos;
hartos de ver tanta desigualdad e injusticia
persiguen en el firmamento un sueño utópico.

Ya no existen las fronteras en tus horizontes


allí no son ni pueblos, ni razas, ni naciones
pues es uno solo el sudor y el llanto del pobre
y es una sola la lucha por sus convicciones.

Ni la muerte, ni el paso irremediable del tiempo


osarán jamás corromper a tus ideales
porque tu alma es quien le Brahama con furia al viento
que ante el Señor todos los hombres somos iguales.

León Arabeug

Nací en la provincia de Corrientes, Argentina, en el año 1987. Me gusta leer desde que
aprendí a hacerlo leyendo los carteles desde la ventanilla del colectivo de camino al
colegio y escribo desde que me di cuenta que así podía expresar aquellas cosas que
jamás hubiera imaginado estaban allí.

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ETERNO
Ganzo Borelli

Brillan
Se agita, violento, Los relámpagos
El manto del tigre -Rugen-Destellan-
Mientras el sol Crujen los árboles
Intenta perturbar el sueño -Crujen-Destellan-
Del Indio Eterno. Vuela el Mirlo y la Gaviota
Y las nubes van Poesía
El brillo del oleaje Y las nubes vienen
Se torna valioso, Y la nieve cae, eterna,
-Agua para algunos, Y la roca cae, eterna,
Plata para otros- Y el juego de los niños es
Y el amanecer presagia Eterno.
Un poniente embrollado. Eterno es también el juicio,
Y eternas son las miradas.
Los ojos del público,
Diafragma siempre abierto, Brillan, eternas son las voces
Juzgan acomplejados De esta sinfonía pastoral;
El ir y venir del viento, De esta sinfonía
El baile de los patos, Que ya es eterna
La nieve en la montaña. Y brilla.
Siempre juzgan más lejos.
-...
Pero las olas cambian, -...
Y van a medio tempo; -...
Y los árboles se aceleran:
La eterna percusión eterna Las olas son olas
De ese miedo al fuego Y vuelven a ser olas,
Eterno Y frente al reflejo
Y los pájaros se callan Del embrollado espejo
Y la montaña no despierta Distingo mis rasgos.
-Tres picos
Tres monjes, Soy ola y sufro el lago,
Uno se durmió, Busco ser ola
Los otros no despiertan-. Y perdido entre tanto Dios
Desfondo el lago
Pero la espuma Y subo hasta lo más alto
Vuelve a ser ola De la montaña.
Y la ola vuelve Y me enredo y desenredo
A su cúpula de espuma. A mi piacere de las ramas.

Y el ritmo se acelera... Y estoy acá, y estoy allá,


Y el ritmo se acelera... Y ya dejo de estar
Porque creo que soy eterno.
Brillan eternas,
En el agua las estrellas

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FÁBULA DE LA FLOR, LA HORA Y EL LEÓN


Ganzo Borelli

En mi viaje introspectivo interpreto. Me


–¡Caigan las flores!
–¡Caigan cortadas!
encierro buscando salidas, y no me doy –¡Caigan y exploten!
cuenta que la salida condiciona el encierro. –¡Caigan y exploten!
Viajo más de treinta siembras en el tiempo, –¡No sean más siervos culinarios de la
un trampolín del presente me envía al ventana del Nilo Oriental Milenario!
pasado, y ya había Coca-Cola. Átomos –¡Escupan las flores de tela y violen a
olvidados, sendero de migas de pan, negativo sus madres y a sus hermanas!
rebelado y libros añejos en el desván. –¡Y a sus padres!
–¡Y a sus hijas! Poesía
Súbitamente, carezco de Nombre y de –Y a sus hijos...
Nacionalidad. Y vuelvo a ser yo mismo –Y a sus nietos.
-parece que el niño también se cansó de
jugar-. Nado y salto y vuelo y amo. Nado y Anoche llovió en la luna, blancas
salto y vuelo. Ya no amo, la amo. Ya no la dentaduras cayeron destellantes sobre
amo, te amo. Y del triunfo también huye el los polvorientos cráteres de fábulas
dueño. interespaciales. Mientras tanto, una
mujer daba a luz, el niño cobijaba la flor
Y te miró de reojo. mientras la radio anunciaba la hora y la
esfinge acababa violenta dentro del
–¡Auxilio –dice la radio–, son las 2:17am, y león.
hemos viajado en el tiempo!
Todo lo demás murió.
Allí donde el río encuentra su
Rompiente,
Un niño cobija entre sus manos
Una flor marchita
Que poco a poco revive,
Gracias a sus lágrimas
De almíbar.

Una muñequita supo adornar esas risas


tiernas con algo más que ámbar, oro y
alquitrán. Algo más supo saciar esa sed,
porque de la noche no renace la mañana. 23
días y 1 noche pasaron los parientes
invisibles en la cámara del Nilo. Dulce fue ese
jugo cuando lo probaron mis labios salados.
Dulce fue la voz, que cantó ciega tres veces su
dolor.

–Quieran las cuchillas de sus súbditos ser Ganzo Borelli


falsas y brillantes –cantó alegre la Niña
Segunda. Escribo porque me cansé de soñar, y me cansé de
–Amen al caballo, obedézcanle con contar las estrellas y de mirar como sonríen los
retribución –agregó la Niña Primera. demás, como todos sonríen entre todos; y yo, sin
–¡Caigan las flores! encontrar mi solar, sonreír y ser uno más.

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ABISMITO
María

Estar acá es perder el tiempo.

Una vez toqué la ciudad con mis manos y se deshizo en polvo de hueso.

Voy a vivir en este lugar para siempre.


Poesía
Todas las calles tienen baches.
En esta esquina me castraron el corazón

Todavía siento el golpe de los faroles en el lomo.

Abismito,
Te veo todos los días desde mi lumbrera
A veces me olvido que estamos hechos de sangre y tierra

REGALO

De esos nudos no me olvido nunca


No me olvido
Con qué facilidad se rompe la carne
La suya,
Tenía el gusto de lo estropeado
De la belleza que pide más belleza
Y yo sin nada que ofrecer.

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YA NO ME PELEO.
María

Abismito:
Pisé la tierra húmeda de los campos, la gente con autos deja marcas Poesía
Pero yo me hundo en los charcos.
Y siento otra vez cómo el barro se mete en mis botas.
Mis pies fríos
Con ampollas de lo más frescas, las besaba sin asco.

A la noche,
Verlo bailar es una victoria.
(A quién le habré robado tanta suerte)

Él sabe amasar el pan,


Su espalda es casi de mujer
Pero su mirada pega puñetazos.

Árbol mío,
Tus ojos son perlas olvidadas
Tus pupilas canicas de animal

Cuando no estás siento que podría pasarme cualquier cosa

María

Nacida en 1991 en el seno de una familia de inmigrantes ilegales judebolivianos, mi pasión por
la lectura no comenzó hasta el día que cumplí 8 años y mi tío José "el loco" Movilevsky me
regaló una edición de el Talmud y otro de poemas de Bukowsky.
Supe que era lo mío.
Dejé de comer jamón y comencé a escribir relatos eróticos, que fueron editados posteriormente
en la revista "Humi" bajo el seudónimo de Zarita Ruth Ramone.
Hoy en día subsisto del tráfico knishes, y de los poemas que escribo.

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UNAS PALABRAS SOBRE MARIANELA Y HARD TIMES


Lucas Abal

En un taller de escritura al cual concurro, el profesor a cargo instruyó a los Ensayo


alumnos para que leyeran Marianela de Benito Pérez Galdós. En unos pocos días, leí
la novela y al terminarla presumí instintivamente que había una clara relación entre
la obra mencionada y otra que había leído un par de años atrás; me refiero a Hard Times
de Charles Dickens. En efecto, la finalidad de estas líneas es dilucidar los motivos por los
cuales encontré una relación entre las obras de estos magnos literatos.

En honor a la brevedad y para evitar el temprano agotamiento del lector, presumo


que quien lee este ensayo conoce ya el contenido de ambas novelas. Por lo que paso
llanamente a precisar aquellas circunstancias que pudieron llevarme a relacionar ambas
obras.

Ante la necesidad de escribir estas líneas y


desconociendo el motivo de lo que intuí, mi primera acción
fue escribir en el buscador de Internet: biografía de Pérez
Galdós, ya que era notoria mi ignorancia sobre el autor. Al
leer la biografía, descubrí que el autor no sólo era un gran
admirador de Dickens, sino que también fue traductor de
varias de sus obras. Ante ello mi alivio fue significativo: mi
Benito Pérez Galdós, por percepción no había sido equivocada; necesariamente el
Joaquín Sorolla en 1894 autor inglés debe haber influenciado en la obra del escritor
que nos ocupa. Pero esta admiración no era suficiente para justificar mi intuición, ya que
el palmense poseía una singular estimación por León Tolstoi, con el cual incluso se
encontró en numerosas ocasiones, pero no encontramos en Marianela ningún elemento
que nos lleve a relacionarla con Guerra y Paz, por ejemplo.

Frente a la apremiante necesidad de redactar este ensayo, comencé a releer Hard


Times, en la búsqueda de aquellos elementos que pudieran llevarme a dilucidar los
motivos de mi intuición. El primero de ellos puede encontrarse en el sitio en el cual se
desarrollan los relatos: ambas son ciudades ficticias cuya actividad principal
corresponde al primer eslabón de la cadena correspondiente a la naciente economía
industrial. Si bien esta característica es compartida por las obras estudiadas, no parece
responder a la influencia de Hard Times sobre Marianela, sino que obedece al contexto
histórico en el cual transcurren los relatos.

Otra característica que comparten las novelas es el género literario al cual


pertenecen, es decir, el realismo. A pesar de ello, esta conexión no nos parece la más
adecuada a los fines de relacionarlas; el género citado dio origen a una multiplicidad de
obras que no guardan ninguna relación entre sí. Por ejemplo, comparemos La muerte de
Iván Ilich de Tolstoi o La Madre de Gorki, símbolos del realismo, con la novela española y
no encontraremos ni un solo elemento en común.

Continuando con la lectura de Hard Times, encuentro una característica común a


Marianela, que es expuesta en gran parte de la obra de ambos autores: la crítica social. Sin

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embargo, aquella no se dirige al mismo punto. En efecto, mientras que Dickens critica
tenazmente la sociedad industrializada, Pérez Galdós centra su ataque en la sociedad de
las aldeas. Como podemos observar, más que una similitud, la crítica social constituye
una diferencia sustancial entre las obras, ya que el autor español acomete contra la falta
de educación en las aldeas comparándolas con el avance que han logrado las ciudades en
esta materia. En cambio, Dickens parece centrar su crítica en el excesivo utilitarismo que
han alcanzado las ciudades victorianas.

En este punto del ensayo, crece mi escepticismo de lograr justificar mi intuición,


ya que las aparentes similitudes que abordé hasta el momento he podido desestimarlas
individualmente sin dificultad alguna. Reconociendo el problema en el que me hallo
inmerso, consulto a un cercano mío que no ha leído las novelas estudiadas, pero que se
caracteriza por su ingenio, quien me recomienda que busque puntos en común entre los
personajes. Siguiendo su propuesta, analizaré, a continuación, los paralelos que pueden
encontrase entre los protagonistas de ambas novelas.

Arbitrariamente, empezaré con Teodoro Golfín. Este personaje puede ser


fácilmente asimilable a Thomas Gradgrind, ya que ambos son representantes de la
ciencia. Asimismo, en el final de la novelas, estos personajes sufren porque la ciencia, a la
cual tanta importancia adjudican, no logra solucionar un problema propio. En el caso de
Golfín, la pérdida de Marianela y respecto de Gradgrind, en el momento en que éste le
pide a Bitzer que salve a su hijo, el personaje citado se niega, dando una respuesta de
acuerdo con la ciencia, tal como Thomas le había enseñado de niño. Finalmente he
podido encontrar una clara relación entre las novelas, que se manifiesta, además, por la
importancia que se le da a la ciencia en el siglo XIX. En efecto, los protagonistas
mencionados personifican el ideal positivista de su época.

Al mismo tiempo, Teodoro Golfín representa el ideal capitalista


respecto de la posibilidad del ascenso social. En este punto, se asemeja
al señor Bounderby de Dickens caracterizado como self-made man,
aunque Bounderby recuerda mucho más a la codiciosa Señana que
desprecia la educación y se caracteriza por su avaricia.

Continuando con el análisis de los personajes, llegamos a


Celipín Centeno, a quien se puede vincular con Thomas Gradgrind
Junior. Ambos jóvenes terminan la novela lejos de su hogar; uno en Charles Dickens
gran parte por desprecio a la educación que le han impartido y el otro,
Celipín, en busca de la educación de la que se lo privó.

Para finalizar con el análisis de los personajes, me dedicaré a escribir sobre


Marianela y Cecilia Jupe. Ambas protagonistas personifican la imaginación y se
caracterizan por no diferenciar entre el mundo real y el de fantasía. Asimismo estos
personajes no han tenido una educación formal desde pequeñas, aunque Ceci luego la
consigue.

En este momento del ensayo, me encuentro aliviado, ya que mi primigenia


percepción no era errada. Luego de mucho pensar, he encontrado la justificación de la
relación entre Marianela y Hard Times que intuí en un primer momento. Ésta es
perceptible mediante la apreciación de los personajes en particular y la comparación

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entre ellos. El resto de las razones negadas individualmente no son lo suficientemente


sólidas para convencerme de que constituyen el fundamento de mi intuición. Por ello las
descarté, aunque no absolutamente, ya que todos los motivos señalados ayudan a
comprender la vinculación que existe entre las novelas estudiadas.

En conclusión, finalizo con júbilo este ensayo y dejo de lado toda desconfianza o
duda sobre la analogía que puede establecerse entre Hard Times y Marianela, ya que pude
hallar la ansiada justificación que tanto indagué en el desarrollo de estas líneas.

Lucas Abal

Potencialmente soy un jurista, un estadista, un filósofo, un historiador, un político y un


escritor. Pero por ahora estudio derecho, visito con frecuencia una oficina pública para tomar
agua fría de un bidón, me pregunto quién soy y hacia dónde voy, leí dos libros de Félix Luna,
visité el Congreso en una oportunidad y escribí las próximas palabras.

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RESUMIÉNDOTE A UN ENAMORADO (SONETO)

Nicolás Giménez

Común a tu volar de blancas alas


liberas las palabras en despojos,
armándose entre los papiros rojos
la frase más hermosa que regalas.

Sabiendo que tus ojos son las armas,


que matan voces calmas por los soplos
de nubes esculpidas por escoplos,
en el madero de amor sin sus ramas.
Poesía
Por eso apuesto por tu piel, un don;
hacerme piedra de una dura arena,
en los pilares muertos sin la pasión.

Y así tenerte en esta esencia plena


cantando notas sabias de razón;
paciente, amena, ausente, algo serena.

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SALVANDO UNA ILUSIÓN


Nicolás Giménez

Una mirada fija en un vendaval de ilusiones


marcan ese destino cruel a mi sentir
dándole el fuego a mi alma en somnolencia,
llenando de carencia este corazón sin sangre ni piel.

Un puerto sin amarras fue este amor Poesía


si descanso a mi paciencia, sacrificios de paz.
Virtuosos los alardes de tu visita a mi cuerpo
marcaron tu esencia, me redimió de este mal.

Y hoy tu alcoba está vacía, en silencio por los ecos,


donde tu brújula no marcara ese punto cardinal
derramando una lágrima hecha hielo entre tus velos
congelando el tiempo de las almas en tu alcázar.

TIEMPO DE DECIR ADIÓS

Nicolás Giménez

Calma el llanto de los mártires sin credo


una voz de susurros en hastío, Te veo entre rituales sin practicar,
marcan la clemencia de sus almas esquizofrenia de lo que jamás pasó.
volcadas al escabroso vacío Una soledad quebrante sin remedio
siendo luctuoso y marchito a mi calma, sólo la magia de este corazón
la pasión de saber amarte de saberse dueño de su vida
sabiendo que eres perdón y olvido. gritándole a la inmunda tristeza,
murmurando bajo un posible adiós.

Es un sentir entregado al río Nico Giménez


de misericordias sin rezar.
Un salmo olvidado de letras blancas Hola! Mi nombre es Nicolás Giménez y si me preguntan qué
pero sucias del rancio malestar; soy, mmmm... soy un simple estudiante universitario que
matan nuestros sueños, encontró en algún recodo de su vida la creatividad de realizar
y nos sentencia al dolor escritos en base a un ahogo momentáneo en su felicidad. Uno
sabe de manifiestos emocionales y por ahí se siente
de no saber cómo poder amar.
desbordado, es ese momento que uno puede encontrar cosas
dentro, que le causa cierta “saciedad” a sus angustias, pero
luego pasa más por un lado de expresión literaria que una
herramienta de bienestar. Es así cómo aprendí y me desarrollé
en esta área del arte escrito, escribiendo sobre un amor
perdido, estudiando sobre las posibilidades poéticas existentes
y luego experimentando, o simplemente imaginando
situaciones y trasladándolas dentro de algún género. En fin...
si me preguntan qué soy diría que soy un aprendiz de mis
propias experiencias dispuesto a liberarlas en palabras
12 entramadas en alguna delirante realidad, un escritor algo
singular.
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ALGUIEN Y NADIE Narrativa

Rodo Ramone

Y sí. Tal vez me sobrepasé. Pero la soledad te adentra en estos excesos. A uno se le
van de las manos, son difíciles de controlar. Primero comienza como un juego, un simple
pasatiempo que pronto acabará, que (por supuesto) soy capaz de controlar. Pero luego las
cuatro paredes que te encierran se hacen cada vez más grandes y tenebrosas, y la puerta está
abierta pero no querés o… no, todavía no… no querés salir.
Cómo explicárselo a alguien que nunca lo sintió, o tal vez lo experimentó de otra
manera o con otra intensidad. Quizás para algunos sea fácil, y para otros sea más difícil, pero
mi método es éste, y para mí es así. Yo no soy capaz de clasificarlo ni de cuestionarlo. Esto
está y no hay vuelta atrás, y no se puede borrar todo en un segundo. Tal vez sería más fácil
dejarlo a un costado y caminar, pero en esta época, plagada de facilitarismos, prefiero ahogar
a una puta hoja con lo peor y lo mejor de mí.
Y uno grita, en silencio, pero grita. Y ni todas las palabras existentes te sirven. Nada.
Allí es donde te estás ahogando. Y lo sabes, y lo sé, lo sabemos… Estamos naufragando en
una balsa que se hunde de a poco, muy de a poco. Y ves la orilla alejarse, dejarte solo, solo
con la luz (artificial o no), el agua (rígida y gris o no) y la balsa (con frazadas o no). La
comida no importa, respirar no importa, que te rescaten no importa, que te miren no
importa, pero hay algo (o alguien) que importa. Y vos lo sabés y yo lo sé, pero nadie lo sabe.
Nosotros somos nadie. Y nadie es la tumba de alguien. Y alguien es importante para otro. Y
si hay otro, ¿para qué voy a estar yo? Pero yo puedo ser el alguien de otra persona. Esa
persona que se mire al espejo y su reflejo no exista, y su luz sea tenue y solemne; y por su
mirar corran lágrimas por alguien, alguien tan tonto como todos, alguien tan inteligente
como todos, alguien tan alguien como todos, alguien que necesita como todos. Pero alguien
que te ama como nadie…

Rodo Ramone

Soy Rodo Ramone. Mis dos pasiones son la música y la literatura. Se podría decir que
soy un intento de músico e intento de escritor. Espero que les guste lo que les dejo.

"A poet's gut reaction is to search his very soul"


RAMONES

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Narrativa
LA ARENERA
V. K. F. Polar

S i visitan ciertos pueblos del interior, quizás lleguen a conocer a Damián. El chico de
la arenera. O a la historia que lo rodea. La verdad es que ojalá sólo lleguen a saber
indirectamente sobre él.
Vivía con su madre, solos los dos en una casita de las afueras, donde la gente
mantiene la rutina casi sin cambios durante generaciones y donde todos se conocen. En el
verano a la hora de la siesta Damián leía historias de piratas, como cualquier chico. Pero
cuando el frío llegaba, y los árboles del frente de la casa quedaban sin hojas, Damián prefería
subir a la terraza, siempre que lo dejaban. Desde ahí podía mirar, ya sin obstáculos, hacia el
lugar que más le gustaba. La arenera.
Encandilado por las altas montañas amarillentas, imaginaba que las escalaba como un
corsario y dirigía ejércitos. Otras veces se veía deslizándose con un cartón que hacía las veces
de trineo. Su hora preferida era la noche porque los faroles de la calle las iluminaban de
modo que parecían un extraño planeta, entonces se figuraba vestido de astronauta y le daban
ganas de crear un cohete para despegar desde los techos, atravesar el negro cielo para caer en
ellas.
Una de esas noches se dio cuenta que uno de los portones estaba medio abierto.
Comenzó a desear más que nunca entrar. Siguió los pasos de los últimos operarios que
salían. Ya no había movimiento ni luces interiores. Un vigía en su garita y nada más. Si sus
movimientos eran rápidos podría infiltrarse, tocar cada uno de los tres inmensos depósitos y
salir. Los camiones que esperaban el amanecer para cargar formaban un laberinto que
favorecería sus movimientos. La luna parecía pedirle que se animara, el silencio total era una
señal y el hecho de que su madre estuviera en casa de una vecina también. Corrió a buscar la
linterna y se acomodó la gorra antes de salir a la calle desierta. Escuchaba más los latidos de
su corazón que los lejanos sonidos de coches y perros. Llegó al portón y observó la distancia
y el recorrido entre los camiones. El primer paso era el más difícil. Ya tenía pensada la excusa
si lo descubrían y eso le dio seguridad. Un Scania blanco de trompa cuadrada estaba más
cerca, se metió por el costado contrario a la garita. Cada sombra era una amenaza pero
después de unos instantes ya se sentía con ganas de tocar la arena. La rueda de un segundo
camión lo cubrió de la luz de un coche que pasó por el frente. Se puso en cuclillas para ver
por debajo de la carrocería y esperó quieto sintiendo el olor del gasoil y las manos mojadas.
La primer montaña estaba a unos veinte metros. Caminó hacia su conquista con paso firme,
empezó a sentir la blandura resbaladiza del comienzo del montículo, miró hacia arriba. Sus
pies acariciaron el resplandor de la superficie, también sus manos, el ocre magma se escurrió
entre los dedos. “Arena, arena, arena, arena”. Se movía como un lagarto buscando el sol en la
cima. La locura llegó al extremo cuando se vio completamente rodeado del elemento de sus
sueños. Miró el techo de los camiones, la terraza, el cielo y sus manos. Atrás en el canal se
encendían las luces de una vieja barcaza.

Pasó el invierno y por segunda vez quiso sentirse el rey de las arenas. El plan estuvo
pensado y la voluntad medida. Las circunstancias parecían darle lugar al deseo. Pero la
fatalidad escapa al control humano y es tan misteriosa como el destino. Esa noche las arenas
estuvieron bajo el control del diablo.
Damián logró escalarlas como la primera vez. Pero nunca bajó.
La desesperación de una madre, recorrer el pueblo buscándolo, la difusión de su cara
en volantes, ocuparon el verano entero. Aunque Damián nunca apareció sí hubo otra serie de
extraños hechos que se relacionaron con su pérdida. Una serie de accidentes en poco tiempo

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ocurrieron a los camiones que, cargados de arena, recorrían sus rutas de transporte. El
primero se trató de una maniobra que se consideró error humano pero inducido por la
niebla. En los tres siguientes estuvieron involucrados otros vehículos particulares. Hubo
cuatro más en un mes y medio, en diferentes recorridos. Los peritos policiales ya no tenían
argumentos. Todos tuvieron algo en común, en ninguno de los camiones hubo
sobrevivientes.
Ramón era chofer desde los 22 años, provenía de Santa Fe, su padre y su abuelo
también fueron camioneros. Una empresa constructora contrató sus servicios, con el sueldo
completaría las cuotas de la hipoteca de su casa. Antes de llegar a la arenera había oído sobre
los accidentes pero su abuelo le había contado antes casos más tremendos. Salió a las 9:15
cargado hacia Rosario. El dueño de la arenera Rafael Sandoval le sirvió lo que le quedaba de
café en la oficina y hablaron sobre la calidad de las modernas construcciones. El suyo era un
Scania azul de doble acoplado. El tránsito era pesado por tratarse de las vísperas de un
feriado. Le quedaban unos 20 kilómetros para llegar a Ramallo. Estaba cansado pero el sol
que entraba de costado a la cabina renovaba sus energías. Sintió mucho frío de golpe. El
termómetro del tablero marcaba 22 grados. Sintió heladas las piernas y el pecho. Sintió como
un calambre en el cuero cabelludo. Los pelos de los brazos erizados. Comenzó a
preocuparse.
Miró la casita perdida entre los árboles y el molino. Fue entonces cuando escuchó el
susurro de una voz frágil y lejana. “Arena, arena, arena”. Trató de mantener la calma hasta
donde pudo. En un segundo su mente recorrió cien palabras: “freno, esposa, hijos, abuelo,
celular, asfalto”. Bajó dos cambios, pensó en el lugar de descanso, al girar la cabeza lo vio.
Era una imagen azul y terrorífica.
El camión quedó a un costado de la ruta hasta que llegó la policía vial. No
encontraron a Ramón porque había avisado a la compañía y caminado hasta Ramallo.

Días después Ramón llamó a Sandoval. Le explicó lo sucedido. Le dijo que estaba casi
seguro que el chico que había visto era el perdido. Que conservara el volante que había
pegado en la pizarra de la oficina y que él iría a reconocerlo.
Era él, Damián.
Con sentido del deber -y vergüenza- tres días después Sandoval golpeó la puerta de
la triste casa. La mujer secó sus manos en el delantal y lo invitó a pasar. Le explicó lo que el
camionero había visto. La conversación fue cruel, dolorosa. ¿Visiones que producen
tragedias? El alma de su hijo era tan pura como lo era en vida. Su hijo nunca deseó el mal a
nadie. Contuvo las lágrimas hasta que estuvo sola de nuevo. Ahora sabía que Damiancito, de
alguna forma, estaba vivo. La mujer pasó toda la noche asomada a la ventana, entre los
cortinados imaginaba la sombra del chico pasar. Cuando escuchaba el motor de algún
camión que llegaba el cuerpo entero le temblaba y se ponía de pie. Su mente acompañaba
cada mínima alteración de sus sentidos. Varias noches se repitió el desvelo.
Era casi medianoche. Sólo uno de los tres faroles de la calle funcionaba. La mujer
abrió la puerta de su casa, caminó hasta la arenera. Sin saber que su vecina la observaba, se
quedó parada enfrente al portón cerrado. “Arenera Río de La Plata”, “entrada prohibida”, las
cadenas y los candados, y atrás la casa vacía y sin luces. Miró la terraza y decidió subir,
desde ahí vería mejor. Los árboles todavía no eran obstáculo para la visión. Observó cada
detalle del lugar. Su mirada se detuvo en una de las montañas. ¿Qué era eso? ¿Su
imaginación? ¿La locura en su máximo punto? Abrazándose las piernas, con el mentón en las
rodillas, en el segundo depósito, resplandeciendo como la luna estaba él. “¡Damián! ¡Hijo
mío! ¡Ya voy Damián!” Gritó varias veces. Mientras bajaba la escalera pensó dónde estaba el
martillo. Se acomodó los pelos y salió de nuevo a la calle. Cuando llegó a la entrada
descubrió que el portón no tenía candados y las cadenas estaban en el suelo. Empujó hasta

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

poder pasar de costado. La arena estaba húmeda por la lluvia. El cielo todavía cerrado por la
tormenta. Caminó despacio pero con la desesperación contenida en el pecho.
El chico estaba en la misma posición en que lo había visto y su presencia no lo
modificó, parecía no verla. “Damián. Hijo.” El chico levantó la cabeza y por fin le dedicó la
mirada. La mujer quiso caminar hacia él pero sus ojos la paralizaron. Se incorporó despacio y
cuando estuvo por fin de pie estiró una mano hacia ella. La mujer vio lo que parecía una
sonrisa en el pequeño rostro, sintió la paz de tenerlo de nuevo con ella. Un rayo de luz
iluminó su corazón. Se sintió como cuando lo abrazaba. Subió por la arena fría y con cada
paso la unión se hizo más fuerte.

“... golpeó con el martillo, sin parar. Yo no supe qué hacer, entiéndame. Todas las
noches escuchando sus gritos, su llamado. Pobrecita..., entiéndame..., los gritos”, dijo la
vecina. “Cálmese señora”, dijo el comisario.
El cadáver de la mujer nunca fue encontrado. La causa judicial se caratuló también
como búsqueda de paradero y quedó cerrada con los años. Los accidentes de camiones
fueron en total nueve. La arenera cerró sus puertas para siempre a los pocos días de esa
noche del 10 de abril de 1987. Sandoval vive en Sevilla donde tiene parientes. Antes de irse
aseguró haber escuchado las voces de los muertos y de cadenas. La arena nunca fue retirada
de los depósitos; llama la atención que mantengan, después de 15 años, la misma forma que
entonces, como si ni un grano se hubiera corrido de su lugar.

V.K.F. Polar

Me llamo Juan Pablo Chaparro. Soy profesor de filosofía. Tengo 38 años, vivo en Avellaneda.
Me dedico desde chico a la escritura, he concurrido a varios talleres literarios desde entonces.
He participado de algunas revistas literarias y antologías, gané un concurso y me han
publicado un librito en el año 2003. Me dedico al cuento breve aunque me interesa también la
poesía. Me gusta la literatura de Carver, Chever, Dylan Thomas, Borges, Cortázar, y todos los
escritores dedicados al cuento.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

VETE A LA MIERDA
Mario Pires

La gente se junta Poesía


se ama Antes pensaba
y se separa que vivir no valía la pena
cuando es tan difícil encontrarse Después pensé
La gente ama que no tenía ni idea
y después aprende a olvidar de qué ofrecía morir
Construiremos casas Ahora pienso
se prometen familias que si mis ojos
construiremos futuros ven lo que me rodea
tendremos hijos que si mis oídos
papá y mamá serán felices perciben sonidos que me alcanzan
pero si en algún momento que si mi voz
no logramos entendernos se mezcla con otras voces
ya sabes que si toco, siento
vete a la mierda que si caigo, siento
La gente se junta que si me pegan mal, siento
dicen ellos entonces
por fuerza del destino maldita sea
como un momento mágico estoy acá
química y alquimia vivo, jodido y tal vez
suerte o poder divino necio, saboreando derrotas
quizás Ya muerto
casualidad lograrán que abandone
La gente se separa esta estúpida batalla
por estupideces mientras tanto
falta de diálogo doy guerra
orgullo o egoísmo una guerra anónima
y un vete a la mierda y solitaria
es toda la explicación sin mucha repercusión
que pretenderán dar pero
Parece ser tan fácil es mi guerra
destruir una gran obra y eso
para intentar construir otra de nuevo me mantiene vivo
tal vez
más perfecta
tal vez
más de acuerdo con nosotros mismos Mario Pires (1974)
tal vez
más permanente Nace en Oporto, Portugal. A los 3 años se traslada con su familia a
Alemania. A los 8 se traslada a Montevideo, Uruguay, donde reside
tal vez
actualmente.
con más suerte Comienza a escribir relativamente tarde, allá por los 18 o 19 años. Antes de
tal vez esa edad no manifestó ningún interés por la escritura, pero siempre
tal vez demostró un gran interés por la lectura y la música.
tal vez Entre otras cosas publicó poemas y cuentos en diferentes revistas under,
participó en varios libros colectivos, editó una revista under, publicó dos
librillos con textos propios, escribió una novela y un libro de poemas y
mientras cuentos que permanecen inéditos, escribió varias obras de teatro que fueron
los años se alimentan llevadas a los escenarios, produjo varios espectáculos, publicó en diversos
de mujeres y hombres sitios web.
Más info: maldicionpoeta.blogspot.com.
rotos.
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mandeb. revista literaria año 1 número 1

PENDEJA
axel luchilin krustofski

por las malas,


a vladimir nabokov.
por las buenas,
a las pendejas como laura.

yo tenía once años. era un día de verano, brillante y polvoriento. estaba tirado de
panza en el piso de tierra del patio de atrás. tenía calor y me empezaba a hundir en uno de
esos sopores que miles de años antes inventaron la siesta. el hombre halcón golpeaba al
capitán américa en su cara de goma. un rato antes era al revés. aquello ya me estaba
aburriendo.
alguien llamó a la puerta. rodeé la casa y me asomé. era diego rivero. vivía a dos
casas de la mía, cruzando la calle. diego era lo más parecido a un amigo que tenía en el
barrio. los demás eran, o bien más grandes que nosotros, o bien adeptos a jugar al fútbol. y a
nosotros no nos divertía ni jugar al fútbol ni que nos pegaran los más grandes.
–se está mudando una familia nueva al lado de lo de los pagola. Narrativa
–¿y?
–tienen una hija –pensó un instante–. más o menos de tu edad.
él era dos años menor que yo.
–¿es linda?
–más linda que –y nombró a una mina de la televisión.
“¡mierda!”, pensé.
–¡mierda! –dije.
salimos para allí. nos sentamos en la vereda de enfrente y nos pusimos a mirar a los
recién llegados. disimulamos haciendo como que buscábamos tréboles de cuatro hojas junto
a la cuneta. había dos adultos –un hombre y una mujer– entrando cajas que sacaban de la
parte de atrás de una combi.
–no hay ninguna gurisa –recriminé.
–yo la vi –dijo diego–. iba con un vestido amarillo.
como para afirmar sus palabras, apareció por la puerta. y no era linda sino perfecta.
tenía el pelo, entre rubio y rojo, recogido en una coleta descuidada, con varios mechones
cayendo a los lados de la cara. los ojitos verdes, feéricamente grandes, con un brillo inquieto
en el fondo. un muy leve hoyuelo le coronaba el mentón y varios lunares le salpicaban el
cuello y el pecho. el vestido era liso, suelto, abotonado por delante.
le di un piñazo en el hombro a diego.
–¡no pegues! –se frotó el brazo–. ¿por qué fue eso?
–porque sos un mentiroso: ¡ese vestido no es amarillo, es ocre! –de verdad me fijaba
en esos detalles.
se paró enojado, la nariz arrugada para no llorar.
–¡ándate a la mierda!
se fue.
ella estaba inclinada con medio cuerpo dentro de la camioneta buscando algo. sacó
una caja de cartón un poco más pequeña que las demás, decorada con lo que parecían
coloridas flores de papel. entró, volvió a salir. yo la miraba hipnotizado. esperaba algo (tenía
la sensación de quien espera), pero no sabía qué. hasta que sucedió.
–¡laura! –la llamaron.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

eso, justo eso quería yo. un nombre. su nombre. mi fetiche más querido: la
información. si se hubiese presentado desnuda en mi dormitorio, entregándome su alma 1, su
cuerpo, para que le hiciese lo que quisiera, yo habría pedido antes que nada saber su
nombre. tal ha sido siempre mi desequilibrada situación mental.
al rato volvió diego. seguramente se aburrió en su casa.
–¿qué ha pasado?
–nada. pero ya sé su nombre –y me hinché de un placentero orgullo.
–se llama laura –dijo él con una naturalidad asquerosa–. le dijeron el nombre cuando
recién llegaron.
me levanté mascullando un par de maldiciones y esta vez fui yo el que se marchó.
–¿qué pasó? –preguntó–. ¿qué hice?

a la tardecita siguiente diego y yo estábamos sentados en el murito bajo que había


delante de su casa. movíamos en el aire, ya por inercia, un par de autitos de colección
majorette. el calor era demasiado para hacer cualquier otra cosa, pero no podíamos
desaprovechar, de ninguna manera, la posibilidad de pasar los días como si fuesen fines de
semana. ¡eran vacaciones, por dios! era nuestra OBLIGACIÓN disfrutarlas.
–hola.
...
me desperté en la cocina de diego. su madre me estaba poniendo hielo en la cabeza.
–¿te duele mucho? –me preguntó.
–bastante. ¿qué pasó?
–te caíste del muro. pero no te preocupes que tienes sólo un chichón.
yo estaba un poco mareado. no recordaba lo que pasó.
–ven, te voy a acompañar a tu casa.
al pasar por el porche todo se aclaró. había sido Ella. llegó sin previo aviso, se plantó
delante de nosotros y nos saludó. y ahora hablaba alegremente con diego. yo no quería ir
para mi casa, quería quedarme allí, hablarle yo también, escuchar todas esas idioteces que las
pendejas de mi edad decían. pero sabía que aquella mujer estúpida, sin importar lo que yo le
dijera, persistiría en llevarme.

al día siguiente lo primero que hice fue presentarme en casa de diego. abrió su madre.
–hola. ¿estás bien? –su preocupación era tan sincera, tan verdaderamente real y
generosa, que la odié muy muy muy mucho.
–sí, estoy muy muy muy bien –la aparté y entré.
–¿qué te dijo, pedazo de cebolla podrida?
él dormía. entreabrió los ojos y miró mi gordo y furioso ser.
–¿de qué hablaron? ¿de cómo se cayó el gordo estúpido y cómo tu estúpida madre lo
llevó para su casa?
–¡o te betas on mi madre!
–está bien, pero ¿de qué hablaron? ¿cómo es? está divina, pero ¿ES divina? es decir, es
decir...
–sí, no sé. es simpática –se lo pensó un poco–. sí, supongo que es buena además de ser
linda.
–pero, ¿y yo? ¿qué piensa de mí?
–no sé. no hablamos de ti. no sé de qué hablamos. me dijo cómo se llama, me
preguntó mi nombre. lo normal. pero quiso saber si estabas bien.

1
me gusta más la expresión japonesa kokoro (心). es más completa, significando corazón, alma, espíritu,
mente, idea.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

estuve a punto de caerme otra vez. y otra vez me hinché de un orgullo que me
quedaba grande.
esa tarde diego y yo jugamos a los soldaditos y tuvimos el cuidado de evitar el muro
y hacerlo en el césped del frente. yo en realidad esperaba que ella volviera. y volvió. iba con
otro de esos vestiditos abotonados por delante, esta vez era verde. me perdí pensando en lo
fácil que sería desabotonarlo. se sentó junto a nosotros.
tenía un año más que yo y según nos dijo no le gustaba jugar con las niñas.
–son bastante estúpidas –dijo–. me gusta más jugar con los varones, subir a los
árboles, jugar con autitos o al fútbol –señaló hacia la esquina, al campito frente a mi casa–.
¿quieren ir a jugar ahora?
–la verdad que no –dijo diego–. nosotros no jugamos al fútbol, no nos gusta.
–lo que él quiere decir es que hace mucho calor –me acerqué a ella, el corazón me
golpeaba el pecho, la cara se me congeló al sentir su aroma, no a perfume, sino el aroma
suave de su cuerpo. paré cuando mis labios estuvieron junto a su oído –es que con este calor
el nenito suda como chancho. y no vas a querer saber lo mal que huele su sudor.
y reí, más por el triunfo de no haberme desmayado (o meado) por estar tan cerca de
ella, por haberla olido y haber podido evitar que se me parara la pija; fue una risa más de
alivio que de creer graciosa mi broma tonta.
ella me miró, inclinó levemente la cabeza a un lado y me sonrió (se le arrugaba
apenas la nariz al sonreír, hermosa). luego dijo:
–hasta donde sé los chanchos no sudan –diego rió a carcajadas. rió de mí de una
manera que me humilla hasta el día de hoy–. pero no se preocupen que ya sé a qué jugar.
nos invitó a ir a su casa. yo de inmediato dije que sí. diego fue a preguntar a su
madre. a los pocos minutos estábamos sentados en el piso de su cuarto, el cuarto de una niña
que no era una de mis horrorosas primas o alguna compañera de clase con quien tenía que
hacer un trabajo para la escuela. había cajas por todas partes, muchas todavía sin abrir. junto
a la cama estaba la cajita de las flores de papel, pero ahora, al verla más de cerca, parecían
más bien de tela. fuera como fuera, aquello se borró de mi mente al notar que el aire allí
dentro olía un poco como ella.
entonces sí se me paró la pija. crucé las manos sobre el regazo.
–se llama verdad o consecuencia –dijo–. uno pregunta “¿verdad o consecuencia?” y
otro elige una cosa o la otra. si elige verdad tiene que contestar una pregunta y si elige
consecuencia tiene que cumplir con una prenda.
–¿y cómo se gana? –pregunté con mi más que sencilla mentalidad.
–no se gana ni se pierde. es para pasar el rato y reírse.
–pero... –empezó diego.
le di un codazo.
empezamos.
–¿verdad o consecuencia? –preguntó ella.
–verdad –contesté.
–¿te gusta alguien?
–no –mentí.
ella volvió a inclinar la cabeza como hizo cuando mi chiste estúpido.
–¿sí?
–así está mejor. ahora te toca preguntar a ti.
era aburrido. casi tan aburrido como las luchas entre el capitán américa y el hombre
halcón, pero allá al menos sabía cómo actuar. yo manejaba los dos muñequitos de goma y
hacía, entendiendo lo que hacía, que se pegaran mutuamente. acá, en cambio, nos
preguntábamos tonterías sin llegar a ninguna parte. no es que molestara estar allí, pero no
era como lo imaginaba. hasta que, al parecer, diego encontró la llave de aquella puerta.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

–¿verdad o consecuencia? –dijo, y tendría que haber notado algo raro en su voz, pero
no lo hice.
–consecuencia –contesté. hasta ahora habían sido cosas como “decí súper
califragilístico espialidoso tres veces” o “no respires por un minuto y medio”.
–dale un beso a laura –pausa–. en la boca.
ella rió con una risita rara, entre burlona y vergonzosa, pero no puso objeción. yo no
sabía qué hacer. me acerqué muy lento, pensando cómo se hacía aquello y si estaría bien que
metiera mi lengua en su boca y tratara de llegar a su garganta como hacían los héroes de la
películas cuando besaban a sus novias. concluí que lo intentaría. tragué saliva. cuando estuve
a menos de un palmo del rostro de laura ella cerró los ojos. instintivamente me toqué la
punta de la nariz para ver si no tenía un moco pegado. empecé a sentir su respiración
caliente y agitada, los labios se me secaron, les pasé la lengua.
y la puerta se abrió.
vi entrar primero un pie, después el resto de una pierna y luego apareció el techo
encima de mí. laura me empujó y volvió la cara hacia su madre que entraba cargando una
bandeja con galletitas y tres vasos.
sí, todo muy rico. las galletitas eran de chocolate rellenas de vainilla y el contenido de
los vasos era jugolín de durazno. sí, muy amable la vieja. sonrió y se fue enseguida, sin hacer
las preguntas estúpidas que hacen siempre. sí, muy ubicada la vieja chota. ¡pero yo estaba a
punto de chuponearle a la pendeja y ella rompió el ambiente!
cuando la gentil intrusa volvió adonde sea que vuelven las madres después de joder,
diego empezó a reír de tal manera, de tan incontrolable modo, que arrancó a toser y a hacer
esos ruidos asmáticos que los dos conocíamos tan bien. y como es obvio, ninguno de
nosotros tenía allí su inhalador, y la nena era sanita además de estar divina. conclusión:
tuvimos que marchar a su casa para que se diera los disparos. ella nos acompañó.
al rato ya estaba respirando perfectamente, así que propuse volver al cuarto de laura
a jugar a verdad o condolencia.
–consecuencia –me corrigió diego.
–como sea. ¿volvemos?
–yo no quiero –dijo él.
“mejor”, pensé. así, además de revolverle las amígdalas con la lengua podría meterle
un poco de mano (aunque tampoco tenía idea de cómo se hacía eso).
–yo la verdad que me quedé con ganas de seguir jugando –dijo ella, y sentí
temblarme hasta la sangre–, pero de a dos no tiene mucha gracia.
mientras nos íbamos, diego seguía alternado una risa desquiciada con toses de asma.
al llegar a la calle me despedí y enfilé para mi casa.
–espera –me dijo ella–. tengo un regalo para ti.
–¿un regalo?
–sí; si lo quieres, claro.
–bueno –traté de no sonar demasiado ilusionado.
–pero te lo tengo que dar en casa. ¿me acompañas?
“sí sí sí sí”, pensé casi con el sonido mental de un perro jadeando.
–bueno.
fuimos otra vez para su cuarto. las galletitas y el jugolín estaban sin tocar.
–eres gracioso –dijo ella mientras por mi mente desfilaban las caras de todas las
pendejas divinas que me habían dicho alguna vez eso pero que no querían nada conmigo.
y entonces sucedió el milagro, el evento más enloquecedor de todos los tiempos.
estábamos parados frente a frente, a menos de un metro el uno del otro.
–cuida que no venga mamá –me pidió. yo no entendí por qué.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

se inclinó un poco hacia delante, metió las dos manos por debajo de la falda del
vestidito verde, levantó la pierna izquierda, después la derecha y lo siguiente que sé es que
sostenía una bombacha rosada a la altura de mi cara.
–es para ti –y sonrió como si me estuviera dando una de las putas galletitas rellenas
de vainilla. entonces me apuntó con el índice de la mano que tenía vacía–. pero me la tienes
que devolver en unos días, si no mamá se puede dar cuenta. cuando me la traigas te presto
otra.
–¿y yo tengo que prestarte mis calzoncillos? –pregunté pensando en mis slips raídos.
sonrió.
–eres muy gracioso –me dijo–. ahora ándate, que mamá va a pensar cosas raras si
estamos mucho rato acá adentro los dos solos.
miré su bombacha y me pregunté qué tan raras eran las cosas que podría pensar
aquella mujer.
fuimos al living y me despedí de la madre y del padre. aquel pedazo de tela arrollado
como podía en la mano me quemaba la piel. y la idea de laura, a mi lado, tan cerca, desnuda
bajo el vestido, me quemaba en la mente.
salió conmigo a la calle, me acompañó hasta la esquina y me dio un casto beso en la
mejilla. entonces giró, por el movimiento la falda adoptó un instante la forma de una
campana para después volver a su sitio, y se fue para su casa.

axel luchilin krustofski

no sé cuál es la bendita gracia de tener que presentarse. es decir, ¿no se supone que es
la obra la que habla por el artista? además, en mi caso, hay muy poco para decir. nací, fui a la
escuela, dos o tres chotos me pegaban a la salida, las pendejas no querían ser mis novias porque
era gordo y feo. ésa fue la infancia. en la adolescencia hubo más de lo mismo. de adulto casi
todo me dejó de importar excepto el animé, el ajedrez, internet, y por supuesto la literatura. y
como soy un inconformista crónico y la mayor parte de lo que hay escrito no me gusta, escribo
para poder leer.

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OBRAS
ViQui Montanaro

Haceme obra tuya, quiero ser arte de tus manos. Que mis movimientos sean
tu música, mis gemidos tus pinceladas. Esculpí mis convulsiones, escribime tu
novela en mi cuerpo. Que las contracciones de mis músculos sean por tus pasos y mis
gritos por tus caricias. Hacé que todo mi ser te alabe. Haceme ser tu consecuencia, tu
huella, tu llanto.

Narrativa

BASE LUCA
ViQui Montanaro

Eran las tres de la tarde, el cielo de un gris áspero no me decía mucho. Yo


cortaba una rama del gran árbol sin bautizar. Se encuentra en un lado del jardín,
junto a las matas donde suelen albergarse unas serpientes. Las había ahuyentado con
tambores para poder podar. No es la poda de estos días, puesto que la primitividad
fallecería. Sólo corté la rama que molestaba al pasar.
En ese momento, oí unos gritos desde lejos. El viento había levantado y había
algo extraño. Algo extraño en el aire. Un silencio. Una inquietud. Las serpientes no
volvían. Unos pájaros se fueron. “¿Qué sucede?” Se me ocurrió mirar al cielo. Éste
giraba. Nunca lo había visto girar.
Unos espirales en algodón me cautivaron. Giraban y giraban. Y después, ese
espiral bajó a nuestra tierra de a poco. Un fino hilo que se estiraba a tocarnos.
Luego, todo fue nube.

Un tornado arrasó a mi ciudad y a mi jardín primitivo.

ViQui Montanaro

ViQui Montanaro es una joven escritora y actriz del ámbito independiente. Estudia Letras en la
UNLZ, y actúa en la compañía de teatro Arte Ludovica. Ha publicado críticas teatrales en la
revista Mirábilis, poemas y relatos en revistas virtuales como Entre Evangelios y Medios
Mundos y El Tintero. Publica habitualmente en sus blogs personales de poesía y de cuentos y
en el sitio taringa.net (con el usuario ViQuiconQ). Actualmente se encuentra editando su
primer libro de poemas "emeotiv", que saldrá a la venta a partir de Abril y cuya impresión será
totalmente artesanal.
.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

Narrativa
NO ESTOY SEGURO
Junnecus

Quizás el título no sea del todo correcto. O quizás sí. En realidad tengo serias
dudas acerca de si este otro enunciado es realmente confiable. Es que aún sin estar
del todo convencido acerca de lo primero, no sé si podría afirmar a cuál de los dos
enunciados que preceden al anterior me refiero al decir “este otro”. Tampoco estoy
seguro de que sean dos ni confirmar que me refiero a alguno en particular así como
tampoco estoy seguro de tener dudas al respecto de ambos o de uno de ellos. Sin
embargo no albergo certezas en cuanto a esta última frase en ninguna de sus posibles
interpretaciones. Aunque ahora que lo intelectualizo un poco más, en realidad no sé
si no estoy exagerando un poco al decir en “ninguna” porque puede que quizás las
albergue en alguna interpretación que yo desconozco y bien podría darse que al
ignorar todas las interpretaciones posibles de aquel enunciado, se me escape una de
ellas cuya certeza me resulte indudable llegado el caso. De todos modos no puedo
saber si al desconocer una de las interpretaciones posibles que se deriva de aquel
enunciado hubiera sido viable el albergar certeza alguna en el caso hipotético de
haberla conocido, quizás no puedo porque primeramente ignoro cuáles son esas
interpretaciones y en segundo lugar porque ignorar una interpretación que se deriva
de algún enunciado quizás equivalga inequívocamente a no disponer de certezas al
respecto de esa cosa a la que nos referimos sin saber de qué se trata. Probablemente
algún punto se me haya escapado en la oración anterior, probablemente lo que acabo
de decir esconde ciertas incorrecciones y como no las he visto no puedo estar seguro
de que las tiene. A pesar de esto otro, siento que no podría ser categórico en el
sentido de que no las he visto ya que sin ir más lejos he visto una, ocurre que si me
pongo quisquilloso debo admitir que estoy escribiendo en completo silencio sin decir
nada mientras escribo y por lo tanto “lo que acabo de decir” lo he dicho la última vez
que literalmente he hablado y no al escribir (las palabras que he dicho no las
recuerdo porque no vienen a cuento y probablemente porque no tienen nada que ver
con nada de lo que ahora escribo. O quizás sí. No lo sé porque es cierto que no las
recuerdo. Aunque lo dudo. ¿Lo dudo? Me sucede que dudo ahora acerca de si
recuerdo haber dicho algo. Quizás algo dije por última vez ya que si alguna vez dije
algo, tiene por fuerza que haber habido una última. Si lo pienso no sé si lo que creo
recordar que dije esa última vez que hablé es lo que he dicho realmente, ya que si lo
pienso un poco creo que siempre recuerdo haber dicho algo por última vez, aun
cuando no pueda estar seguro de que sea efectivamente eso, quizás dije algo que no
recuerdo luego de haber dicho lo que ciertamente creo recordar que dije. Hablaré
ahora con voz firme y clara para despejar dudas y cerrar las consideraciones entre
paréntesis). Pero nada es seguro; si me lo cuestiono un poco puedo cambiar de
opinión y considerar que aquello que he visto como un error arriba realmente no lo
es. No sé si es válido esto según las normas gramaticales y por ende tampoco lo que
consigné recién acerca de lo que dije. Ignoro el sentido de estas cuestiones después
de todo. Además ignoro (porque no queda claro) qué nivel de esas reflexiones estoy
ignorando en este preciso momento, si las del paréntesis o las anteriores. Tampoco
queda claro y admite un amplio margen de duda la escasa precisión con la que me

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

refiero las “anteriores” y nadie puede asegurar tampoco a cuál de los dos paréntesis
hago referencia en aquella consideración. Asimismo me resulta difícil confirmar que
“aquella consideración” es realmente la última ya que parece haber dejado de serlo,
prueba de ello es la presente oración en la que estamos caminando en este momento
(que dicho sea de paso ya no es “la presente” sino la anterior a esta otra que está
entre paréntesis). Por último no sé qué he dicho y esto es ambiguo. Seguramente no
es lo que creo y podría reiterarlo si supiera qué palabras evocaba con esas otras a las
que hago referencia al decir “he dicho” pero de ningún modo podría atribuirles un
sentido que desconozco ni pretender que hay uno solo o que no hay duda posible
acerca de cuáles palabras citaba en aquéllas. O quizás sí. En realidad no puedo saber
si de verdad es incierto en coherencia con lo que conozco en realidad acerca de
aquello que no ignoro y por lo tanto carezco de bases firmes para declarar que no
estoy seguro; menos aún si parto de la base de que es dudoso el haberlo “dicho”
porque como dije antes estoy “escribiendo”. Lo cual tampoco es seguro ya que usted
lee en un momento en que seguramente no escribo nada. En definitiva tampoco
dispongo de criterios para deducir si es certera la afirmación de que en realidad no
escribo porque de hecho lo hago ahora y tengo mis serias dudas al respecto de lo otro
que anteriormente afirmé. ¿En realidad las tengo? Si las tuviera (lo cual no es seguro)
no puedo saber por qué es que las tengo ni qué es lo que las motiva así como
tampoco tengo idea de por qué son “mías” o “serias” las dudas al no saber cuáles
son. Sucede también que no puedo ser tajante al considerar el “no tener idea” como
concepto ya que puede ser muchas cosas cuando la referencia acerca del objeto no
queda clara. ¿O sí? Lamentablemente la pregunta en realidad es retórica y no
especifica su alcance por lo cual jamás se podría afirmar de manera concluyente qué
es lo que en realidad pone en duda, es que a pesar del contexto que la rodea y la frase
que la precede, dicha interrogante puede referirse a todo el texto o a la mitad de él o
a nada en particular de manera que se comprende a sí misma. Por otro lado quizás
sea necio pretender que el contexto no desambigua el sentido de la pregunta,
probablemente lo hace. Aunque debo aclarar que de esto último no estoy seguro (me
refiero a la oración número treinta y siete que antecede a la actual). Estas son mis
convicciones.

______________________________________________________________________________

CAPERUTTI ROJAS
Junnecus

Mariana Caperutti Rojas era una niña inteligente, antipática y fea de siete
años. Vivía con su madre soltera en una casita del barrio Palermo. No tenía amigos ni
hermanos ni padre (solían contarle que su padre había muerto en un accidente poco
tiempo antes de que ella naciera). Por eso ese día, cuando su madre la mandó a lo de
su abuela a llevarle un dinero, Mariana pensó que lo que en realidad pretendía su
madre era sacársela de encima un rato. En realidad lo que su mamá precisaba era un

25
mandeb. revista literaria año 1 número 1
Narrativa

Diazepam y explotar inmediatamente en llanto sin que la niña le hiciera preguntas.


Sin saberlo acababa de dar su consentimiento para que se repita un cuento…

Llovía mucho esa mañana, por eso Mariana llevaba puesta su camperita roja
de “Dora la exploradora” y unas botitas rosadas preciosas e impermeables. Ya tenía
la capucha puesta cuando su mamá terminó de perfumarla.

Sorpresivamente para Mariana, ese día su madre no la acompañó a la parada:


-Andá rápido que te vas a mojar- alcanzó a decir la madre antes de salir
corriendo a apagar el fuego de la caldera que quizás no hervía.

Al instante comenzar a caminar rumbo a la parada, a Mariana le pareció oír


una especie de llanto… “Debe ser el gato de la vecina”, se explicó Mariana y siguió
caminando.
Al doblar la esquina lo primero que hizo fue abrir su mochila para ver cuánta
plata le mandaba su madre a la abuela paterna. “Muy poco para la abuela”, calculó.
“Con esto no le alcanza ni para un refuerzo de salame bien hecho.”
Ya en el kiosco de la parada se había gastado parte del dinero de la abuela
en la compra de tres chupetines y un paquetito de cigarros de chocolate para
compartir con su abuela a la que le gustaba fumar.
-¿A dónde vas Caperucita? -dijo alguien en la parada.
-¿Quién? ¿Yo? Estoy esperando el 407. Mi mamá no me acompañó a la parada.
Me dejaron ir sola a la casa de mi abuela que tiene 76 años y los grandes dicen que se
está por morir… Tiene cáncer de pulmón y el cáncer no se cura. Está sola porque mi
papá se murió y no tiene más hijos. Anda con un respirador y un tanque de oxígeno
pero fuma igual y limpia el piso y lava los vidrios. Mi mamá la ayuda a veces con
plata para el surtido cuando puede.
-Cuánto lo siento… - respondió el desconocido con voz apagada.
-Y no me digas Caperucita que no me gusta. Todos los tarados de mi clase me
molestan con eso… Mi apellido es Caperutti Rojas.
-Lamento oír que te molestan con lo del apellido... Era de esperar. No le des
importancia, los niños de tu edad a veces son así, después cambian ¿Y en que año
estás?
-En segundo. ¿Quién es usted?
-¿El lobo feroz? Ja ja. Espero otro ómnibus… Yo me llamo Franco, soy asesor
educativo y hace poco que llegué a Montevideo. Vengo de Salto. ¿Dónde vive tu
abuelita?

María Mariana había olvidado que llevaba su capucha de color rojo y no vio la
gracia en esa pregunta que no esperaba respuesta… seriamente respondió:
-Cerca del parque de los aliados, en una calle que se llama Bahía blanca… Ahí
viene mi ómnibus, me voy… Mi mamá no me deja hablar con gente que no conozco.
-Eso está muy bien. Adiós amiga.

La niña Mariana Caperutti Rojas se subió al 407 rápidamente y el hombre se


quedó solo en la parada. Una vez que el ómnibus se hubo marchado, el desconocido
se subió a un taxi.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

-Soy el lobo feroz ¿sabe? Vamos a la calle Bahía blanca, rápido por favor -el
taxista tampoco entendió el chiste ni pareció importarle. Arrancó y bajó la bandera...

Como era de esperarse, el lobo feroz llegó antes que Caperucita a la casa de la
abuela, sólo que en esta versión tocó el timbre. Como no contestaba nadie, sacó una
llave de su bolsillo y abrió la puerta.
Apenas entró el lobo vio a la abuelita sentada en un su butaca de mimbre
junto al tanque de oxigeno, el tabaco desparramado por el piso, las hojillas tiradas y
el respirador en la mano... Lo supo.
Por fin, cuando Caperucita llegó a la humilde casa de su abuelita encontró la
puerta abierta y al lobo feroz llorando desconsoladamente y de rodillas junto a la
butaca de la abuela que parecía dormir la siesta.

-Hola Mariana. Yo soy tu papá, vine de Salto para conocerte y para ver a tu
abuelita que era mi mamá. Se nos murió...

Finalmente llegó la ambulancia y ningún leñador con escopeta pasaba por allí.

Junnecus

Casi podemos afirmar que este pobre nabo, quien les habla, se llama Juan debido a que
él mismo considera que ése fue el nombre que efectivamente le pusieron sus padres al
inscribirlo en el registro cívico de su país... Al menos todo lo induce a pensar de ese modo ya
que por más que se esfuerza no encuentra motivos para dudarlo...
Junnecus en realidad no se acuerda exactamente de haber nacido pero confía en
haberlo hecho dada su aparente capacidad de influir y afectar el entorno, lo que presupone
cierta presencia permanente en el espacio y el tiempo lo cual (sumado a la consciencia de ser el
mismo que lo acompaña desde que recuerda) hace muy plausible que ésta premisa sea cierta.
Es más, teniendo en cuenta los documentos existentes y presumiendo que son genuinos quien
les habla incluso se atrevería a afirmar que nació en Montevideo allá por el año 1980 siendo
además del signo de Aries (Eso, claro está, si damos por válidos los enunciados zodiacales que
especifican las fechas y los intervalos que se corresponden con cada signo dentro del horóscopo
y que afirman que son de Aries los nacidos a finales de Marzo sin lugar a excepciones) De
todos modos asegura que el último dato es irrelevante. Finalmente Junnecus es de la creencia
que actualmente reside y trabaja en Montevideo.

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mandeb. revista literaria año 1 número 1

Ricardo García

El viento le agitaba el cabello electrizado mientras descendía calle abajo en su


bicicleta. La caída de la calle era larga y el tiempo corto, pero eso lo solucionaban los
pedales girando velozmente y la inercia hacía el resto. La cafeína le mantenía los ojos
abiertos y éstos eran golpeados por el viento, o al menos la sensación de él que daba
la velocidad. La boca le solicitaba el humedecerse los labios cada diez largos
segundos por las paspaduras que había causado el frío, lo cual no hacía otra cosa que
empeorar la situación. Narrativa
El frío le había adherido las manos al metal descubierto y desvaído, mientras
que los pies hacían un esfuerzo para seguir arraigados a los pedales. Las casas
pasaban y las gentes se ocultaban en ellas, tenían miedo de aquella campera negra a
la cual su cierre le había dejado de responder. Un abrigo traicionero que cedía ante el
frío húmedo de la madrugada. Se habían sonrojado sus rodillas por la vergüenza
cósmica, o más lógicamente hablando, por el frío que entraba por las aberturas
desgastadas. Sólo un perro fue testigo de su desaparición al final de la bajada. allí
estaba su vieja campera, el morral, la bicicleta y una extrema aguja de coser
recubierta de sangre y el incansable fuego de unos fósforos.

Ricardo García

Nació en Aulad Salama, Egipto, en 1977. Empezó a escribir a los doce años amenazado
por unos terroristas turcos conocidos de su padre. Sus primeras obras, por esto, fueron
agresivos panfletos a los medios de comunicación que eran enviados dentro de cartas bomba.
Se desconoce la calidad literaria de los mismos.
Actualmente está radicado en Bolivia y se dedica a la confección de vestidos de novia
artesanales para las mujeres quechua de Oruro.

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LISTA PARA EL SÚPER

Un poco de tolerancia y tranquilidad, llevadas de la mano por un sujeto que no sabemos su nombre ni su edad, ni su
sexo, pero que está ahí, presente, atento a nuestras inquietudes.
Una llovizna de enero mezclada con granizo azul en un desierto. Un puma que nos ronronea al ritmo de Machito Ponce,
mientras en el espejo se ven nacer tulipanes.
Toda una epopeya del futuro, un collage hecho de zapatos viejos y como marco una bufanda de esas coquetas… de las
más caras. ¡Quiero que sea una gran bufanda con colores brillantes!
Dos chocolates de menta (uno para mí, otro para más tarde) para la señora o el caballero, de esos que se pegan en el
paladar.
Un perro con castañuelas hechas de cartón pintado de diferentes colores.
Ya estoy llegando a la caja… la señora de adelante se da vuelta y me hace el escaneo clásico desde los zapatos
embarrados, hasta el roce del cuello de la camisa. Sólo resta un toque de aceite, revolver bien y listo…
Hola, ¿qué tal? Pago con tarjeta.

Sugerencia: servir bien frío.

Montevideo, 2010

Título: LUNAR
Medidas: 150cm x 100cm
Jarbu Jawad nace en Rocha, Uruguay, en 1982. Técnica: Mixta
Estudia dibujo y pintura en Casa de la Cultura de Rocha. 2009
A los 14 años comienza a incursionar en diferentes lenguajes, deteniéndose en joyería y pintura. Foto: Federico Basaldela
Ya instalado en Montevideo, estudia en Bellas Artes la carrera de Licenciado en Artes Plásticas y
Visuales y en Escuela de Artes y Artesanías Dr. Pedro Figari estudia joyería. Habiendo culminado ambas carreras, hoy en
día sigue trabajando de manera independiente en su taller.

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