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y que creo que debe ser atendida con mayor cautela durante los próximos
años: la seguridad jurídica.
Para crecer económicamente, nuestro país necesita muchas cosas.
Necesita una buena política cambiaria, que evite la devaluación de nuestra
moneda y asegure su estabilidad. Necesita una buena política monetaria,
fundamentalmente dirigida a combatir la inflación. Necesita una buena
política fiscal, que aumente la recaudación y modernice los impuestos.
Necesita atraer inversión extranjera, para generar empleo y propiciar
encadenamientos productivos. Necesita simplificar sus trámites
administrativos, para que lidiar con el Estado no sea un calvario ni un
examen de paciencia. Necesita reformar su procedimiento legislativo,
porque nuestro Congreso no puede durar tres años en aprobar legislación
importante. Necesita construir una mejor infraestructura en sus carreteras,
puertos y aeropuertos. Necesita contar con una fuerza laboral cada vez más
capacitada. Necesita graduar más ingenieros que científicos sociales, y no al
revés, como lo hace ahora. Y necesita otorgarle a los empresarios,
nacionales y extranjeros, la certeza de que hay claridad en las reglas del
juego y que, obedeciendo las leyes y cumpliendo con los requisitos, no se
verán afectados en su derecho a hacer negocios.
La competitividad de nuestra economía debe ser resguardada en los
estrados judiciales. De hecho, debe ser protegida con el mismo celo con que
se tutelan otros intereses colectivos. Porque de la competitividad depende
el bienestar de nuestros ciudadanos. Y muchas veces, ese bienestar se ve
afectado por la mora judicial y por la falta de certeza en torno a ciertas
resoluciones de nuestros tribunales, que pueden, o no, revocar situaciones
consolidadas.
No sé si los miembros de este Poder Judicial pierden el sueño por las
inversiones que Costa Rica deja de percibir, por causa de la volatilidad de
algunas de sus decisiones que afectan nuestra economía. Yo sí lo pierdo.
Cada empresario que decide invertir en Panamá o en Chile, porque
considera que en esas naciones las reglas son más estables y más claras;
cada expansión industrial o comercial que se pone en pausa mientras se
espera, durante años, una sentencia, significan personas de carne y hueso
que no pueden acceder a un trabajo, que no pueden comprar comida, que
no pueden pagar sus préstamos de vivienda o de educación. Significan
personas que no reciben los frutos de la democracia.
Si el crecimiento del ingreso por habitante en Costa Rica fuera mucho
más elevado, la vida de los costarricenses sería, también, mucho más
sencilla. Sé que éste es un recinto poco acostumbrado a escuchar
valoraciones económicas, pero es importante que recordemos que si el
ingreso de nuestros habitantes crece apenas un 2% cada año, se requieren
35 años para duplicarlo. En cambio, si crece a un 10%, como ocurre en
China y Singapur, nuestros ciudadanos verían duplicarse sus ingresos en tan
sólo 7 años. Ésa es la diferencia. Por eso importa aumentar la inversión,
tanto pública como privada: porque si logramos un mayor crecimiento
económico, nuestro pueblo podría cruzar el umbral del desarrollo en un
tiempo mucho menor.
Una noticia del día de ayer sirve para ilustrar este punto. Como
ustedes saben, en el último año Costa Rica avanzó siete puestos en el Índice
de Competitividad Tecnológica del Foro Económico Mundial, siguiendo una
tendencia favorable. Sin embargo, aunque nos encontramos en el puesto
número 49 en competitividad tecnológica general, estamos en el puesto
número 108 (de 133) en el “número de procesos para establecer un
negocio”, y en el puesto 116 en el “tiempo requerido para abrir una
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Amigas y amigos:
Ésta es la última ocasión en que comparto con ustedes en calidad de
Presidente de la República. Por eso quiero despedirme de cada uno de los
jueces y juezas de Costa Rica, de cada uno de los Magistrados y
Magistradas que trabajan sin descanso en este lugar. Quiero agradecerles
por su dedicación y por su esfuerzo, por su entrega y por su convicción de
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que es posible vadear los conflictos más profundos, con las herramientas de
la razón.
He venido aquí a hablar de perspectiva, a manifestarles que cada uno
de nosotros tiene la responsabilidad de generar la confianza necesaria para
que nuestro país reciba una mayor inversión. He venido a recordarles que
este Poder Judicial también forma parte de la lucha por llevar a Costa Rica
hacia un mayor desarrollo. Ese desarrollo no caerá en nuestros regazos, no
vendrá de sorpresa, como llegó el hielo a Macondo en Cien Años de
Soledad. Tenemos que salir a buscarlo. Tenemos que salir a construirlo.
Estoy convencido de que podemos hacerlo, sin perder lo más sagrado
de nuestra tradición democrática. En este altar de la justicia, les garantizo
que un futuro más próspero para todos, es también un futuro más justo
para Costa Rica. Y eso, en última instancia, es la razón de ser de un Poder
Judicial.
Muchas gracias.