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TIPOS DE ORGULLO
Las palabras que describen el ORGULLO EXTERIOR son peyorativas, en
distintos grados. Veamos: La INMODESTIA es la dificultad, cuando no la
incapacidad, para reconocer los propios límites. ALTIVEZ es la actitud de quien
no se deja despreciar o humillar; en ciertos casos es un elogio, porque puede
reflejar un sentimiento noble o un comportamiento digno. La VANIDAD, según
Schopenhauer, es el deseo de despertar en los demás el reconocimiento de la
supuesta superioridad o de cualidades, particularmente las físicas; cuando el
vanidoso carece de méritos para envanecerse, se convierte en un FATUO; si exige
reconocimientos a los que no tiene derecho, cae en ÍNFULAS; y cuando exhibe
gran apariencia unida a poca entidad, se llama FARFOLLA.

Algunas conductas reflejan un orgullo de tipo compensatorio, derivado de


sentimientos de inferioridad, como la OSTENTACIÓN, o afán de mostrar lo que
se tiene, y el PAVONEO, que es la ostentación con ciertos movimientos
corporales. PRESUNCIÓN es tener un alto concepto de sí mismo y hacer
ostensibles ante los demás las propias cualidades de manera desproporcionada. El
aire de SUFICIENCIA se delata con cejas elevadas, cuello estirado y ademanes
de superioridad para dar a entender que se desestima la ayuda o el aporte de
otros. Algo peor es la PETULANCIA, propia de quien se muestra convencido del
valor de sus ideas, y con actitudes “sobradas” desprecia las ajenas. El ENGREÍDO
es la persona muy convencida de su valer, y no lo disimula.

El orgulloso cae a menudo en actitudes rayanas en lo ridículo, como la


VANAGLORIA, o hacer gala de méritos de poca monta; la JACTANCIA, o
alabanza desordenada y presuntuosa de los motivos de orgullo; la
FANFARRONERÍA, cuando exagera ante otros sus cualidades o alardea de las que
no posee (poder, valor o riqueza, por ejemplo); la PEDANTERÍA es propia de
quien hace vanos e inoportunos alardes de sabiduría, poséase o no en realidad.

Actitudes orgullosas más hostiles son la ALTANERÍA, reflejada en gestos o frases


imponentes, y la INSOLENCIA, manifestada en dichos o hechos irrespetuosos,
ofensivos o insultantes. Por último, las formas más detestables del orgullo son
aquellas que subestiman al prójimo, como el DESDÉN, o indiferencia hacia el
otro; el DESPRECIO, cuando lo consideran indigno de cualquier atención o
estimación; la ARROGANCIA, cuando con gestos o palabras se colocan encima de
los otros, y finalmente la peor, la SOBERBIA: satisfacción y envanecimiento por
la contemplación de las propias cualidades, menosprecio de los demás, y enojo
ante la menor observación crítica. Por algo es un pecado capital.
En cuanto al ministro Londoño, o Piedad, su contradictora, ¡califíquelos usted
mismo!

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