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5ª parte
Es la promesa de todos.
Estos artículos pretenden ser una mirada desde las aulas, desde los docentes, que apunte a dar luz
respecto a qué son, qué pretenden y el por qué de las coincidencias.
La dura realidad
Las autoridades (de la educación, del gobierno) impulsaron las Escuelas de Tiempo
Completo como “muestra” de los “avances en educación que se estaban promoviendo”.
Vimos cuáles fueron los “resguardos” que se adoptaron para que la experiencia tuviera
éxito. Todos fueron resueltos y aplicados sin la participación de los maestros, otra de las
semejanzas de los sucesivos Codicenes que estamos sufriendo.
Finalizamos la parte anterior citando a Serrat: “todo está pronto, la tierra, el sol y el
agua, pero si faltas tú, no habrá milagro”.
No hubo milagro. No sólo faltaste tú. La implementación de la ola de medidas para “que
las Escuelas de Tiempo Completo fueran exitosas”, originaron un caos nunca visto.
Desde su mal parida creación como Área, han avasallado los derechos de los
maestros, han creado figuras nuevas, los “radicados” que están afuera de todo reglamento, han
violado (y continúan haciéndolo) leyes laborales aprobadas por el parlamento uruguayo y la O.I.T
(la media hora de descanso), pagaron y pagan cada vez menos por las horas trabajadas.
El Área da para todo: viajes por el interior del país, alojamientos y comida de
primera, publicaciones deslumbrantes, viajes a los Estados Unidos para las autoridades (y para
maestros y directores a los que se pretende comprar la conciencia). Por supuesto, el Área también
ha amparado y ampara sueldos de privilegio en la órbita Mecaep que, como no podía ser de otra
manera, pagamos todos.
¿Qué más se puede pedir? Allí todo puede pasar impunemente. En ese sector de
privilegio corre el dinero a montones (no para los maestros y los niños). Allí no existen las leyes
laborales: un maestro de 40 horas “cuesta” menos que dos de 20. No existe la media hora de
descanso a la que todos los trabajadores por ley, tienen derecho si trabajan más de seis horas
diarias (y se hacen jornadas de hasta 10 horas una vez a la semana), no hay vacaciones, feriados ni
fines de semana que se puedan programar: la Inspección o el Mecaep o quién sea, puede
suprimirlas por un curso u otra actividad de carácter “obligatorio” que se necesite para el
lucimiento o el sueldo de unos pocos acomodados en el sistema.
El Área de Tiempo Completo fue la primera creada por decreto, con la oposición de
todo el magisterio. En el Área de Tiempo Completo se inauguraron los cursos obligatorios para los
maestros y directores que concursaron y consiguieron efectividad. La comida por bandeja fue
primero para las Escuelas de medios desfavorables, pero empezó por las Escuelas de Tiempo
Completo. En Tiempo Completo se crearon los “talleres” donde el profesor especial es el propio
maestro! En Tiempo Completo comenzaron las clases de Informática y de Inglés que nunca fueron
evaluadas (“son una experiencia”). Sin evaluación se quitaron horas a Inglés y se inventó el
Programa de 2ª Lengua (claro, la 2ª, es Inglés) por el que surgieron los viajes al exterior y
mediante el cual se desarma la Escuela donde los Talleres “son lo más importante”. Tiempo
Completo inauguró la “radicación” de los maestros (que pretende extender también al Área de
Práctica), figura al margen del Estatuto del Docente que contempla a efectivos, interinos y
suplentes. Los “radicados” no tienen definidos sus derechos, por lo que son postergados en las
aspiraciones, en los ordenamientos, siempre en la angustia de la obligatoriedad de cualquier curso
del que depende que mantenga su “radicación”.
No sorprende que el Codicen y el Cep estén tan contentos con las Escuelas de
Tiempo Completo: la “flexibilidad” laboral, la “desregulación” son un hecho en estas
escuelas.
No puede andar.
Los que toman las decisiones lo saben (¿lo sabemos los maestros?)
Higienistas, filántropos y educadores de forma clara desde principios del siglo XX pondrán en
práctica un conjunto sistemático de reglas para domesticar a los hijos de los obreros cuyos efectos
van a depender no sólo de las condiciones de existencia de dichos niños y, en consecuencia, del
significado que para ellos tienen, sino también de cómo los agentes directos de la integración
social, y entre ellos los maestros, perciben sus condiciones de vida.
...para los niños populares (el aislamiento) no tiene prácticamente ninguna conexión con su entorno
familiar y social. Ni sus padres ni ellos perciben sus tan alabadas virtudes en función de una
actividad profesional ulterior. Pero lo que sí perciben de forma inmediata es la oposición y ruptura
que la escuela supone respecto a su espacio cotidiano de vida, a su forma habitual de estar, hablar,
moverse y actuar. En ella se verán sometidos a toda una gimnástica continua que les es extraña:
saludar con deferencia al maestro, sentarse correctamente, permanecer en silencio e inmóviles,
hablar bajo y después de haberlo solicitado, levantarse y salir ordenadamente...
El espacio escolar, rígidamente ordenado y reglamentado, tratará de inculcarles que el tiempo es
oro y el trabajo disciplina y, que para ser hombres y mujeres de provecho, han de renunciar a sus
hábitos de clase y, en el mejor de casos avergonzarse de pertenecer a ella.
Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría, Arqueología de la escuela.
Ruben Puyol
rpuyol@adinet.com.uy
Dibujo de Francesco Tonucci