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Política Colectivo GLBT

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GLBT

Alternativa Popular Canaria 1


Política Colectivo GLBT

ALTERNATIVA POPULAR CANARIA

AREA SOCIAL

HOMOSEXUALIDAD

La izquierda no debe considerar los conceptos de minoría que divulga la política neoliberal. Debemos entender la
existencia de pequeños sectores discriminados de las políticas globales: olvidados o excluidos por sus
peculiaridades o por la conveniencia de estandarizar comportamientos adoctrinados a la antigua usanza que,
desgraciadamente, persisten en nuestros días.

De tal modo, no hace falta que él que les habla comparta necesariamente el “distintivo” por el cual se excluye al
colectivo del que hoy tratamos. Sin embargo, puedo hacerlo con toda la propiedad que nos otorga nuestro
pensamiento, situado en la izquierda más progresista.

La cuestión de la homosexualidad1 ha sufrido distintos vaivenes a lo largo del tiempo y fue sucesivamente
aceptada, rechazada, perseguida o reconocida. Los antiguos armenios erigieron el Templo de Anaitis, Diosa de la
Voluptuosidad, al cual asistían los homosexuales; los fenicios crearon a Astarté, el primer dios pagano bisexual;
en Judea el bestialismo y la homosexualidad eran parte de la diversidad de comportamientos sexuales practicados
junto a la prostitución. La Isla de Lesbos -cuna del lesbianismo- abrió su Escuela a cargo de la histórica Safo, con
adeptas que se disputaban premios a la belleza física y la voluptuosidad.

La continua persecución de las personas, basada en su orientación sexual, que el estado español impuso en la
época de la dictadura franquista sobre los colectivos de Gays y Lesbianas continúa siendo un lastre social en la
actualidad; un lastre que sigue discriminando por razones de orientación sexual a miles de personas e imponiendo
un pensamiento retrógrada al respecto, en ocasiones, encubriendo una discriminación real con pequeños
“favores”, presentados como “adquisición de derechos” ante la opinión pública, pero siempre bajo la suavidad y
ambigüedad de un discurso político del que nos espantamos en la nueva izquierda. Hay que recordar que gran
parte de la incomprensión y de los prejuicios existentes contra la homosexualidad proceden de su clasificación
como enfermedad en el siglo XIX (El neuropsicólogo alemán Richard Von Krafft-Ebing la consideró una
"degeneración neuropática hereditaria" que supuestamente se agravaba por una excesiva masturbación. Por otro
lado el psiquiatra austriaco Sigmund Freud se posturó en la existencia de una predisposición constitutiva, para
acabarla considerando como “desviación sexual”). No fue hasta 1973 que la Asociación Psiquiátrica de Estados
Unidos eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales y, en 1980, del Manual de Clasificación
de las Enfermedades Mentales de la OMS (DSM) excluía tal posibilidad.

Aunque en algunos países como Dinamarca, Noruega, Suecia y los Países Bajos se permite el matrimonio entre
personas del mismo sexo, estas parejas no tienen los mismos derechos que las parejas heterosexuales, casadas o
de hecho, en cuanto a herencia o custodia de los hijos. A pesar de que ningún país occidental tiene leyes
específicas en contra de la crianza de los hijos, hay homosexuales que sostienen que los jueces se oponen a
concederles la custodia por su opción sexual y que determinados organismos de servicios sociales son contrarios
también a permitirles adoptar niños o acogerlos para su crianza. Asimismo, las parejas homosexuales no tienen
legalmente prohibido tener hijos por inseminación artificial, aunque es un tratamiento que se administra a
discreción por los servicios sociales y estos pueden negarse a aplicarlo. La discriminación también se ha hecho
patente en el terreno laboral y los homosexuales tienen posibilidades muy limitadas de obtener indemnizaciones
legales y no se contemplan sanciones para empresarios que discriminen específicamente por razón de orientación
sexual. De hecho, en muchos países, entre los que se incluyen Estados Unidos y el Reino Unido, se les impide
pertenecer a las Fuerzas Armadas o, al menos, declarar su homosexualidad públicamente.

1
La denominación no deriva del prefijo latín homo que significa hombre, sino del vocablo griego homoios, que
define lo que es igual o semejante: homeopatía (cura por el similar), homogéneo (algo parejo), homólogo. Desde
lo etimológico, homosexual sería quien tiene afinidad sexual por personas de su mismo sexo.

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Lo cierto es que, a pesar de que la legislación pretenda ablandarla, la situación social de los y las homosexuales
pasa por un maltrato emocional intergeneracional continuo, que se pretende ignorar desde muchos estrados, cuya
cura se expone meramente como un problema educacional; cuando lo cierto es que se puede mejorar aún mucho
la cuestión jurídica, no sólo limitándola a las principales reivindicaciones contemporáneas de estos colectivos,
sino buscando una justicia social ejercida desde el principio de igualdad social que rellena los discursos políticos
con facilidad, pero sólo la verdadera izquierda expone abiertamente y con credibilidad.

Para conseguir la igualdad civil y social, y evitar el maltrato discriminatorio, encontramos dos cauces
diferenciados: La vía judicial, efectuando los cambios convenientes para integrar y hacer valer los derechos
humanos de estos colectivos, igual que el del resto de ciudadanos; y la vía educacional, para dejar de justificar las
agresiones físicas o psicológicas y evitar traumas en jóvenes y tutores que lleguen tarde a los programas de
educación propuestos. Ambos polos perfectamente interconectados en razón a la necesidad de la aceptación de la
ley como consecuencia lógica y de que la legislación sostenga unos programas de educación sobre base
científica, con intervención de psicólogos, pedagogos, etc. y se asuman obligaciones públicas con estos
colectivos.

El acceso a la información de la orientación sexual y la “naturalización” de la homosexualidad, el peligro de las


enfermedades de transmisión sexual y su prevención y tratamiento, han de estar presentes en la escuela desde un
primer momento. Así como es urgente la puesta en funcionamiento de teléfonos gratuitos de orientación y ayuda
a la homosexualidad, donde se despejen dudas en la población más joven, se le preste ayuda y se involucre a sus
tutores, se informe sobre la prevención de enfermedades y se asesore respecto al uso de las instituciones y
servicios públicos, etc. con información profesional trasladada por sexólogos, psicólogos, pedagogos, etc.

Los agentes sociales que prestan colaboración en cualquier ámbito, y reciben periódicamente subvenciones, han
de demostrar un principio de no discriminación e incluso de combatirla, para continuar siendo parte del tejido
social patrocinado institucionalmente. En caso contrario se entenderá a éste y a la institución patrocinadora como
violadores de los derechos humanos y los artículos 510 y siguientes del Código Penal Español de 1995,
activándose de forma inminente lo decretado por Ley 2. Tal y como es el caso de la propia iglesia Católica y que
ya, organizaciones políticas de Catalunya, pretendieron combatir con proposiciones no de Ley, en el caso de
ciertas residencias de la tercera edad regidas por la iglesia, donde eran maltratadas personas por su orientación
sexual. Lo que viene a dejar claro la dejación de funciones del aparato judicial estatal y un claro favoritismo,
retrógrada y clerical, que juntos de la mano están por encima de toda ley vigente.

Así mismo, organizaciones allegadas a esta religión, que ejercen el integrismo más radical propugnando la
aplicación inflexible de la doctrina tradicional católica, del tipo Opus Dei, deben ser descalificadas
inmediatamente y apartadas de la posibilidad de participar de bienes públicos y facilidades fiscales. Además de
aplicarse, sin exclusión, la Ley vigente al respecto sobre cualquiera de sus miembros que infrinja lo actualmente
aprobado3.

Con motivo de tal actitud, representantes del Colectivo de Lesbianas,


Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM) entregaron, el 6 de
2
Artículo 510
1- Los que provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos
racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus
miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, su orientación sexual, enfermedad o minusvalía, serán
castigados con la pena de prisión de uno a tres años y multa de seis a doce meses.
Artículo 511
1- Incurrirá en la pena de prisión de seis meses a dos años y multa de doce a veinticuatro meses e inhabilitación
especial para el empleo o cargo público por el tiempo de uno a tres años el particular encargado de un servicio
publico que deniegue a una persona una prestación a la que tenga derecho por razón de su ideología, religión o
creencias, su pertenencia a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, situación familiar,
enfermedad o minusvalía.
3
Artículo 515
Son punibles las asociaciones ilícitas, teniendo tal consideración: (…)
5- Las que promuevan la discriminación, el odio o la violencia contra personas, grupos o asociaciones por razón
de su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros o de alguno de ellos a una etnia, raza o
nación, su sexo, orientación sexual, situación familiar, enfermedad o minusvalía, o inciten a ello.

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Julio de 2004, en el Arzobispado de Madrid 1.500 apostasías "exigiendo" la


inmediata cancelación de sus datos personales y "renunciando" a la fe
católica. Todo ello tras una campaña de recogida de firmas, de tres meses
de duración, contra la postura oficial que la iglesia Católica viene
adoptando sobre el tema de la legislación de matrimonios homosexuales.
El presidente de la COGAM declaró que la Iglesia católica "deje de meterse
en cuestiones de política nacional" y "deje de interferir en la sociedad
laica". A lo que añadió desafiante: "y se manifieste en torno al número de
católicos que considera que hay en España". No es para menos, cuando se
trata de una organización religiosa que no duda en hacer acusaciones
abiertas de “violación de derechos humanos” al tiempo que discrimina a la
mujer y excluye a los homosexuales.
Metidos en temas de legislación española no podemos pasar por alto la Carta Magna. La Constitución española
excluye totalmente la homosexualidad, a no ser que ésta se entienda como que ser homosexual es algo similar a
una creencia o ideología política (¡?!). Y es que dicha interpretación lleva a pensar que todo el mundo debe tener
un pensamiento al respecto, valorando dicha “ideología”, y mostrando su acuerdo o desacuerdo: una
desnaturalización de un hecho tan antiguo como el ser humano, pero juzgado –de nuevo- por las mismas mentes
retrógradas que antaño encarcelaban a las personas que no compartían su “lógica” en cuanto a orientación sexual.

En el momento en que se trata la discriminación y los derechos de los ciudadanos se evidencia claramente una
falta grave. Donde debiera decir "razón de orientación sexual" dice "razón de sexo" y donde debiera decir
"matrimonio entre dos personas" dice "matrimonio entre un hombre y una mujer".

Lo más doloroso no son los errores que contiene, o deja de contener, dicha Constitución. Lo peor es esa firme
oposición a efectuar cambios en ella, como si se tratase de las mismísimas Tablas de la Ley de Moisés, aún a
costa de discriminar importantes sectores sociales o culturas y naciones enteras de las que actualmente
conforman el estado español.

Por el lado que afecta a las legislaciones autonómicas, nuestro caso, ocupa un lugar de los más rezagados. La Ley
5/2003, de 6 de marzo, para la regulación de las parejas de hecho4 es un “manifiesto” más que insuficiente
legislativamente hablando. Donde, si bien se expone una aceptación del hecho diferencial por motivo de
orientación sexual, sus limitaciones ahogan la creación de un registro de parejas de hecho y la invención de un
nuevo concepto legal, bajo la nomenclatura de “pacto de convivencia”, para parejas de hecho, donde los inscritos
en el registro han de dejar constancia de cual es su deseo a la hora de repartir bienes comunes o individuales. Lo
peor del caso es que dicha Ley, por aquel entonces, queda a la espera de desarrollar los reglamentos que la
desarrollen, para lo que se aplaza un año su entrada en vigor5.

Incumpliendo los plazos fijados, el decreto 60/2004, de 19 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento del
Registro de Parejas de Hecho, viene a confirmar la función electoralista de ambas publicaciones6. Dicho Decreto
confirma que no se cubre el vacío legal existente hasta ese momento, más que en aspectos fundamentales, que ya
antes podía soportar cualquier acta notarial o testamento. Al tiempo, se patentan exclusiones por “consanguinidad
o adopción, ni colateral por consanguinidad o adopción hasta el tercer grado”7.

No se puede pasar por alto ciertos estereotipos que se plantean sobre los homosexuales: uno de ellos es el
concepto de que, para serlo, hay que ser afeminado y amanerado, en el caso de los varones, y con características
de "machona, camionera o marimacho", en el de las mujeres. Otra es el decir: "cómo va a ser homosexual si está
casado y con hijos". O afirmar que los homosexuales son violadores de menores o tienen conductas disipadas o
"amorales", como dice la prensa amarilla. Se es violador o inmoral o disipado independientemente de las
inclinaciones hacia los sexos. Y tampoco admitiremos, como característica original, la muestra de actitudes,
supuestamente, propias del sexo opuesto como referencia a la orientación sexual de la persona. Así como la

4
BOCa 2003/054 - Miércoles 19 de Marzo de 2003
5
Disposiciones Finales, Segunda, Punto 2.
6
La primera en vísperas de las elecciones Autonómicas del 11 de Mayo(el 6 de marzo); la segunda a menos de
un mes vista de las elecciones Europeas del 13 de Junio (el 19 de mayo).
7
Art.9, Punto “g”, BOCa 2004/105 - Miércoles 2 de Junio de 2004.

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utilización del término de modo descalificatorio, como se sigue haciendo por parte del machismo recalcitrante
que, cómo no, apuesta por una sociedad sexualmente polarizada, con la vigencia perpetua de unos beneficios
masculinos entendidos como “sacros y naturales”.

La lucha contra los estereotipos pasa por admitir la nefasta función que los medios de comunicación juegan al
respecto. Para algunos, la homosexualidad existe solamente el “Día del orgullo Gay”, por lo que la imagen
festiva y desenfrenada que se exhibe es más dada a la descalificación y al choque social que a un problema de
discriminación desde la infancia hasta la tercera edad y a soluciones de índole educacional que empiezan en los
propios educadores y acaban en no permitir juzgar bajo una visión polarizada y excluyente.

Empezando por la terminología empleada: “maricón”, “bollera”, “tortillera”… El modo en que se emplean
términos nobles, como el de “homosexual”8, y la impunidad de quién emplea estas denigrantes prácticas, incluso
públicamente.

Cierto es que luchar contra esto no es sencillo, mayor motivo para ser extremadamente cuidadosos a la hora de
administrar portavocías autorizadas, para cuidar esmeradamente la imagen, y exigir medidas legales contra quién
ridiculice o utilice indebidamente la imagen de colectivos y organizaciones progresistas a este respecto,
provocando rechazo y, por lo tanto, discriminando por motivo de orientación sexual.

Otro comportamiento social a erradicar es el referente a las relaciones afectivas en las parejas homosexuales, que
parece nadie querer tocar, al menos desde el punto de vista que exponemos a continuación:

Si bien hemos de ser conscientes de que la propia relación ya supone un trauma social, según la exposición
actual, que ya resumimos como “polarización sexual”, las muestras de cariño o afecto están condenadas a un
perpetuo oscurantismo, a una intimidad que en las parejas heterosexuales trasladar al ámbito público se considera
“abierto compromiso”, como si se engrandecieran los sentimientos entre los compromisarios, mientras que en el
caso anterior se produce un rechazo inmediato, en un elevado porcentaje de nuestra sociedad, condenando a las
sombras la relación afectiva de el/la homosexual, arrinconándolos donde los sectores más retrógradas quieren
tenerlos y desterrándolos a una clandestinidad donde el participante de una relación homosexual puede acabar
rozándose con cualquier ilegalidad: drogadicción o prostitución ilegal; o llevándose a cabo con faltas de higiene
y los peligros que ello conlleva para la salud.

Situaciones como esta tienden a ensombrar y crear lagunas en la orientación sexual de los individuos.
Introduciendo dudas y vacilaciones, llegando a considerar la “verdad” eclesiástica y la demonización pretendida
en los últimos siglos. Pero, por supuesto, alejándose de una realidad inherente del ser humano y de unos
principios éticos que en otros tiempos de la historia de la humanidad, se encontraban naturalizados y se
aceptaban tradicionalmente. Hoy, el cambio de mentalidad, el cambio social, está en nuestras manos.

Fue la izquierda europea la que, a finales del siglo XIX, defendió, con más vehemencia que
ahora, el hecho homosexual y llegó a calificar al movimiento homosexual como avanzadilla
de un gran impulso de transformación social: voluntad transformadora que, de confluir con el
movimiento feminista, podría ser determinante o coadyuvante en la concreción de un nuevo
pacto social, ahora sí, entre mujeres y hombres.

Años más tarde, se nos defiende como una cuestión de derechos humanos, que no está
mal, pero que suena más a tolerancia que a respeto, con lo que ello acarrea. La izquierda
nacional tiene que defender la realidad homosexual como una cuestión ideológica, porque

8
“Deduzco por su carta que su hijo es un homosexual. Me impresiona mucho el hecho de que Ud. no mencione
esta palabra en su información sobre él. ¿Puedo preguntarle por qué evita el uso de ese término? La
homosexualidad no es, desde luego, una ventaja, pero tampoco es nada de lo que uno deba avergonzarse, un vicio
o una degradación, ni puede clasificarse como una enfermedad; … Muchos individuos altamente respetables de
tiempos antiguos y modernos, entre ellos varios de los más grandes (Platón, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci,
etc.) fueron homosexuales. Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como un crimen, y es también una
crueldad.” (Extraído de “Carta a una madre americana”, de Sigmund Freud.

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es la ideología lo que marca la diferencia. Quien cree en las libertades, quien las asume y no
las defiende sólo formalmente, tiene que ser consciente de que dichas libertades tienen unas
consecuencias que deben ser defendidas de igual manera. Así pues, quien defiende la
libertad sexual tiene, consecuentemente, que defender la dignidad homosexual o la
transexual. En caso contrario, se estaría perdiendo el elemento transgresor que nuestra
izquierda tiene que poseer para poder ser ella misma: sin transgresión y sin voluntad de
cambio, la izquierda nacionalista deja de serlo y hace que la derecha aparezca sólo como
conservadora, cuando, en lo que a libertades se refiere, ha sido siempre agresora... y
continúa siéndolo.

Somos muchos y muchas los y las que seguimos creyendo en la izquierda canaria para ver
materializadas nuestras reivindicaciones, y que sólo ella, como motor de la transformación
social de nuestro pueblo, puede hacer realidad una reivindicación justa y legítima como es la
igualdad social y la plena equiparación en derechos para gays, lesbianas bisexuales y
transexuales (colectivo GLBT) de este país.

Es este siglo XXI ,la derecha, y el envalentonamiento de una jerarquía católica cada vez más
presente, integrista y opusdeísta, empieza a intentar el socavamiento de logros tan
importantes como el del "orgullo gay", prostituyendo su significado. Se ataca y se arremete
contra nuestro orgullo -no contra ningún otro- creando un debate interesado, intentando
sustituir el empeño por una integración desde la diferencia de cada cual por una integración
homologada, sumisa y, por supuesto, castrante.

El gay es al homosexual lo que la feminista a la mujer, desde el punto de esta lucha social:
todos los gays son homosexuales, pero no todos los homosexuales son gays. El gay es
quien, consciente de su orientación, opción o lo que sea, vive abiertamente su
homosexualidad y lucha en la cotidianidad para que lo respeten y por cambiar la sociedad -
no para que lo toleren-. Ser gay implica visibilidad, militancia individual o en grupo y voluntad
de remover una sociedad aún machista que nos sigue rechazando. Y se nos estigmatiza
porque el movimiento gay y lésbico es transgresor y por ello revolucionario, como
revolucionarias son las feministas, los negros, los transexuales, los inmigrantes, los
marginados, los desheredados... Y se nos aparta porque creemos lo que defendemos,
porque desconocen que las revoluciones hay que llevarlas primero en el corazón, hay que
creérselas y armarse de valor para afrontarlas, implicarse en ellas e impulsarlas.

No es éste lugar para debatir en detalle las diversas teorías científicas que durante el
presente siglo se han desarrollado para explicar el origen de la homosexualidad. Baste
asentar como premisa general que no existe hoy por hoy ninguna teoría científicamente
comprobada que explique el origen de la orientación sexual y que no hay constancia de que
en tan siquiera un solo caso se haya podido cambiar la orientación sexual de nadie con
ningún tipo de terapia.

Educación.

La integración de la homosexualidad no sólo ha de contribuir a erradicar la situación en que


se encuentran de modo generalizado las adolescentes lesbianas y los adolescentes gays,
sino que ha de educar a la población heterosexual en el respeto y la igualdad, acabar con
las nefastas consecuencias de una larga tradición que, convirtiendo la homosexualidad en
tabú ha llevado a una ignorancia generalizada en lo que a ésta se refiere.

Las estrategias han de consistir en dos aspectos fundamentales: la revisión de la forma en


que la homofobia se manifiesta por omisión en los planes de estudios y en las actitudes de
las personas enseñantes, o sea, dónde se deberían dar informaciones sobre la
homosexualidad o donde se habla exclusivamente en términos de heterosexualidad; y, por
otro, en asegurar que las informaciones sobre la homosexualidad sean correctas: aún hoy se

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publican y distribuyen libros de texto en los que se define la homosexualidad como una
enfermedad y se acompaña tal afirmación con informaciones falsas que hace décadas que
se consideran totalmente carentes de fundamento científico y que representan una grave
discriminación y un atentado contra los derechos humanos.

También es esencial la formación de docentes y profesionales de la orientación, ya que


deben estar preparados para enfrentarse con la problemática de las adolescentes lesbianas
y los adolescentes gays y, a veces para enfrentarse con su propia homofobia. La y el
adolescente sólo podrá desarrollar de forma sana su identidad como lesbiana o gay en tanto
que desde la educación se le reconozca su afectividad, su derecho a formar una familia de
acuerdo con su orientación personal. Mientras en la sociedad no se reconozca
explícitamente la existencia de esta realidad no sólo se estará fustigando miserablemente a
una parte importante de la población, sino que la sociedad entera seguirá fomentando en su
interior valores injustos, incompatibles a la larga con un estado de Derecho, con una
democracia, con una sociedad en la que se reconozca realmente la igualdad de todos y
todas.

Transexualidad.

Aunque muchas personas transexuales tienen clara su identidad sexual y de género desde
la infancia, suelen pasar muchos años luchando por el reconocimiento social y legal de su
propia identidad o simplemente la mantienen latente en su interior. Generalmente, es
durante la pubertad, cuando la persona transexual siente mayor rechazo hacia su cuerpo, ya
que se desarrollan los caracteres sexuales secundarios. La constante contradicción entre
cuerpo y mente lleva a la persona transexual a solicitar ayuda profesional.

Debido a que la transexualidad es aún muy desconocida y a veces rechazada por algunos
profesionales de la salud, sin formación adecuada al respecto, la persona transexual se
puede ver inmersa en una búsqueda de profesionales cualificados. Esto produce mucha
angustia y puede llevarle a rendirse en su búsqueda, a padecer problemas de autoestima, a
autohormonarse, a autolesionarse o mutilarse, a la depresión e incluso al suicidio. Si tiene la
suerte de obtener un trato y tratamiento adecuados, la persona transexual empezará el duro
y largo proceso de transexualización (atención médica y psicoterapéutica).

Idealmente, si el proceso se ha podido llevar según ésta secuencia de pasos, la persona


transexual habrá terminado su proceso físico y psíquico de transexualización. Sin embargo,
la persona transexual también necesita realizar el cambio de nombre y sexo legales, por lo
que necesita Atención Jurídico-Legal. Éstos cambios se pueden realizar durante o después
de los cambios físicos y psíquicos. Sin embargo, según la ley vigente, el cambio de nombre y
sexo sólo se pueden conceder si se han realizado todas las operaciones quirúrgicas, aun a
riesgo de muerte.

Hay que decir que en algunos juzgados de primera instancia existen sentencias favorables al
cambio de nombre y sexo legales sin haber completado la cirugía genital. Por tanto, la
resolución de este tipo de sentencias depende muchas veces del criterio del juez en
cuestión.

También se puede cambiar el nombre, aunque no el sexo legal, por uno ambiguo. Pero no
se puede realizar por uno claramente masculino o femenino, ya que el artículo 54 del
Registro Civil exige que se impongan nombres masculinos a personas con sexo de
nacimiento masculino y nombres femeninos a personas con sexo de nacimiento femenino.
Así pues, a las personas transexuales sólo les quedan los nombres ambiguos como única
opción hasta que se les concede el cambio de sexo legal.

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Al no haber ninguna ley integral que regule ésta situación, se les obliga a ir a juicio para
obtener el cambio de nombre y sexo legales. De modo que, después de todos los
sufrimientos pasados, en el juicio, aún tienen que ser examinadas por un o una médico-
forense que dictamine si realmente se reúnen todos las características que, física y
genitalmente, se reconocen como de hombre o mujer. Una vez finalizado el juicio, la
ratificación del nombre y sexo legales depende del veredicto de un juez. Por tanto, las
personas transexuales se ven sometidas a un juicio de valor por parte de toda una serie de
profesionales que puede que no sepan nada acerca de la transexualidad; y que la
determinación de la persona transexual no es tenida como válida por si sola, como ocurre
con las personas no-transexuales.

Una sociedad de iguales.

APC propugna una Canarias basada en la solidaridad y la igualdad. Para ello es necesario
exigir políticas que sitúen a estos principios como pilares del “Estado de Bienestar”.

La homosexualidad como forma de vida, así como el reconocimiento amplio del concepto de
familia necesitan políticas específicas. La familia (como ámbito de convivencia de dos
personas con un proyecto común, y más allá de la concepción tradicional de ésta) es uno de
los pilares de nuestra sociedad, que debe tener un reconocimiento social y un respaldo
específico de los poderes públicos.

Todos y todas tenemos el derecho a exigir libremente nuestra pertenencia a una familia y
que tipo de familia deseamos formar, sin que exista discriminación y con independencia de
su configuración, del género de sus progenitores, condición y procedencia.

Desde APC reivindicamos:

a. Adaptación de las políticas a la realidad social, respondiendo a los valores de justicia


social y principios de solidaridad e igualdad, con la plasmación efectiva y jurídica de
estos principios.

b. Promulgación de normativa específica contemplando el trato discriminatorio por


motivo de orientación sexual, en donde se establezcan sanciones a los responsables
de este trato, así como indemnizaciones por daños morales a aquellas personas que
sean víctimas del mismo.

c. Promulgación de una Ley Canaria sobre las parejas de hecho que palie la
desigualdad territorial en este ámbito.

d. Creación de "Registros Municipales de Parejas de Hecho" en los Ayuntamientos en


los cuales no exista.

e. Impulsar la modificación del Estatuto de los Trabajadores (ET) y de cuantas leyes


sean de aplicación (marco canario de relaciones laborales, etc), en los apartados que
conlleven un trato desigual hacia las parejas de hecho, tanto homosexuales como
heterosexuales.

f. Impulsar campañas de sensibilización, sobre la necesidad de defender la dignidad de


los trabajadores y trabajadoras, así como desarrollar todas las actuaciones
necesarias para combatir cualquier forma de vulneración de aquella.

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g. Eliminar las discriminaciones por razones de orientación e identidad sexual,


permitiendo la total equiparación de las condiciones laborales y de los derechos,
incorporando de forma precisa la determinación de tales supuestos en los convenios
colectivos.

h. Introducir en el ámbito educativo, cuando se hable de sexualidad y afectividad, una


concepción más amplia de las relaciones entre personas que incluyan todo tipo de
identidad sexual. Potenciar todas las acciones que favorezcan la no discriminación
de las personas con independencia de su orientación sexual.

i. La necesidad de lograr un sistema educativo más justo, que erradique todo


comportamiento homófobo y que no olvide y pase por alto una variable de los y las
jóvenes tan importante y vital como es su orientación sexual.

Estas son nuestras propuestas concretas para presentar la homosexualidad en el


contexto de la educación sexual en Canarias:

a. Equivalencia. Se debería prestar una atención equivalente a la


homosexualidad y a la heterosexualidad, a los hombres y a las mujeres.
b. Información completa. La información sobre homosexualidad debería ser tan
completa como sea posible.
c. Reconocible. La educación debería aportar posibilidades de identificación
tanto a heterosexuales como homosexuales, a mujeres igual que a hombres.
La experiencia lesbiana es diferente a la de los hombres gays.
d. Integración. La heterosexualidad y la homosexualidad deberían ser
consideradas aspectos de la sexualidad y dentro de los diferentes estilos de
vida posibles. No deberían ser tratadas separadamente.

j. Creación de una Ley Integral del Derecho a la Identidad de Género / Sexo, en la que
se observe:

a. El derecho a la propia identidad sexual y de género de todas las personas; a


la identidad que cada ser humano reconoce para sí mismo y no a la que le
imponen otros u otras, ya se trate de personas, instituciones o leyes.
b. La atención integral de la salud de las personas transexuales en los servicios
públicos sanitarios de forma totalmente gratuita. Atendiendo desde personas
(ya sean adultos como menores) con dudas sobre su identidad sexual y de
género; a las personas transexuales que deseen llevar a cabo su proceso de
transexualización, como realizar cualquier consulta médica, ya que nuestro
cuerpo, una vez modificado, necesita de personal especializado en
transexualidad para obtener una mejor atención.
c. Formación de profesionales, a cargo de la sanidad pública, en el área de la
transexualidad que puedan formar parte de los Equipos de Género o
Unidades de Identidad de Género (U.I.G.) multidisciplinares donde se pueda
llevar a cabo la atención integral de la salud de las personas transexuales.
Equipos que deben estar coordinados por un profesional de la Medicina o la
Psicología especializado en Sexología y en Transexualidad.
d. Incluir en esta ley apartados específicos en los que se proteja a las personas
transexuales de agresiones sufridas por tener esa condición, y que fomente
un trato respetuoso (con normas claras para toda la Administración Pública)
por parte de la sociedad, de los medios de comunicación y de los
profesionales socio-sanitarios.
e. Modificar el Artículo 54 de la Ley del Registro Civil, que obliga a imponer
nombres femeninos a personas con genitales femeninos y masculinos a
personas con genitales masculinos, para facilitar el cambio legal de nombre

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sin necesidad de completar la Cirugía de Reasignación Genital. Esto revertirá


en una mayor posibilidad de la persona transexual a ejercer todos sus
derechos plenamente, mientras dure el proceso (transitorio) de adaptación
sexual.
f. La creación de un Servicio de Apoyo Psicológico y Social a los Familiares y
Allegados de la Persona Transexual.
g. El apoyo al movimiento asociativo transexual y los servicios que prestan.

¡Sí a la igualdad social y a la plena equiparación en derechos para


luchar contra la homofobia y el machismo existentes
en una Canarias Libre!

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