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Cambios y Secretos
Cambios y Secretos
-Lu…-susurró Edu.
-Si-sonreí.
-Ah…ahora vamos a jugar a hacernos los desentendidos-dijo con la ironía
en cada frase.
-Tal vez-
-Ya en serio, sé que te pasa algo y ya tengo una idea de qué puede ser
pero sería mejor que tú me lo dijeras antes de que yo acepte mis
conjeturas como verdad-
Nos reímos todo el camino. Era lo que hacíamos, Edu era la persona que
me alegraba sin importar mi estado de ánimo, una palabra de él o incluso
un gesto era suficiente para hacerme feliz.
Luego de que mi perro murió mis padres no quisieron comprar otro por lo
que yo me encontraba aún más sola, ya que no tenía hermanos, ni nada.
Mi casa se sentía como un apartamento, como mi propio apartamento de
soltera.
-Somos amigos desde Jardín de Infantes. ¿No crees qué merezco saber
qué te pasa? El porqué de tu tristeza
-Tiene que ver con ese collar ¿Verdad?-dijo. No sabía como lo hacía,
siempre terminaba descubriendo todo con sus “conjeturas”.
-Si-dije
Me hizo reír y decidí contarlo, no podía ser tan malo, sólo era Edu y Matías
tampoco era un monstruo o al menos no uno tan horrible.
Suspiré -Tiene que ver con Matías. Nuestro instructor en las clases de
práctica-dije un poco avergonzada.
-Me lo imaginaba, estaba algo extraño la primera vez que estuvo con
nosotros, como si le molestaras o algo así-
-Si a mí también me pareció, pero no era sólo eso, al parecer tiene una
fascinación con hacerme sentir mal. Pero no es nada más eso, es cómo si
cambiara de personalidad constantemente cómo si no supiera qué lado
suyo mostrar, como si estuviera dudando de sí mismo.-
-Tú sabes que siempre tienes razón, pero hoy me intrigó mucho a pesar
de haberme ofendido sin saberlo, lo que me dijo era verdad, no del todo,
pero verdad. Nunca nadie antes me había hecho ver las cosas de la
manera que él lo hizo, me enseñó algo y no es tan malo como creo. Sólo
tengo que trabajar en eso, ayudarlo a cambiar, lo que le hace falta es
amor y eso uno se da cuenta con sólo mirarlo-dije con la mirada perdida
en algún punto de la habitación, ya que no podía abrirme ante Edu
mirándolo a los ojos y eso es algo que él sabía bien.
-Creo que tú también tienes algo de razón, pero tienes que esperar que al
menos se disculpe. Tienes que aceptar que lo que sea que te dijo acerca
de ese collar, que por supuesto no me vas a contar, estuvo mal-
-Estoy muy feliz de escucharte hablar así-dijo con una sonrisa-A pesar de
todo siempre has tenido la fuerza de continuar de veras te admiro Lu-
-No tuve el valor de decirle nada pero cuando me llamó de esa manera
sentí un escalofrío por todo el cuerpo-dije
-Me suena muy extraño, pero no creo que sea muy importante. Digo
cualquiera que no te conozca te puede llamar como quiera, que todos te
llamen Lucía o Lu no quiere decir que no te puedan llamar Lucy…-
-Si, todo es mejor que lamentarse-dije riendo, pero sabiendo que la intriga
de esa conversación no terminaría allí y se quedaría en mi cabeza hasta
en mis sueños.
A la mañana siguiente me levanté de la cama, tomé un baño largo debido
a que todavía era temprano, me vestí y salí de mi habitación para
dirigirme al comedor.
Me senté a beber mi taza de café con leche que acompañe con unas
tostadas y miré el reloj colgado en la pared del comedor. Eran
exactamente las seis con un minuto, era muy temprano y yo ya estaba
lista para salir de mi casa, eso era porque mis padres salían los dos juntos
a las seis y cuarto y yo me levantaba temprano para poder hablar con
ellos o simplemente verlos.
Todavía era muy temprano y yo vivía cerca del colegio, pero siempre me
gustaba sentir el aire frío de la mañana en el rostro, siempre al amanecer
soplaba una brisa suave que me devolvía la vida. Por lo que luego de
cerrar debidamente mi hogar, caminé cuesta abajo hacía mi colegio, que
considerando la posición de mi casa se encontraba hacía el sur de la
misma.
Me encantaba ese silencio y el sol que se colaba entre los árboles altos y
frondosos de la avenida, se podían ver flores en los lugares menos
esperados y todo brillaba y se movía con la brisa que venía y hacía danzar
a las hojas y las convertía en imágenes representativas de la vida.
Luego de caminar un rato por fin me encontraba a una cuadra del colegio,
iba despacio tratando de detener el tiempo, considerando que tal vez
fuera posible evitar la pena que Matías me pudiera causar hoy. No era
como si lo esperara, pero si me prepara mentalmente podría ser más
sencillo sobrellevarlo en caso de que sucediera.
Luego de esa clase tan agotadora sólo me quedaba esperar por el bendito
receso para poder relajarme un poco.
-Nada-mentí.
No me había dado cuenta de que tenía razón parecía que me iba a dar un
colapso nervioso, tenía rojas las mejillas y estaba sudando frio, no
entendía qué pasaba.
-Hola Lucy-dijo Matías con una flor en la mano y una sonrisa que me quitó
el aliento, estaba feliz. Tenía un girasol amarillo, grande y lleno de vida lo
que me causó el cosquilleo.
-Tengo mis fuentes-dijo con una sonrisa que me gustaba muchísimo, era
tierna, especial.
Sólo se quedo en silencio, sonriendo, pero sin dar señal de enojo o nada,
no estaba mostrando ninguna emoción evidente a mis ojos.
-Pues dime-
-Si quieres saber la verdad, no tengo porque darte una explicación, pero
lo quiero hacer, quiero que me conozcas, necesito que lo hagas. A mí me
lastimaron hace mucho tiempo, todos tienen un pasado, que los ha dejado
marcados…-
Yo sabía mejor que nadie a lo que se refería, si alguien sabía sobre errores
del pasado esa era yo.
-Yo creo lo mismo muchas de las cosas son subjetivas y marcadas por la
creencia de unos, es decir, lo malo para unos puede ser bueno para otros.
Por eso siempre digo que nada en el mundo es negro o blanco, todo es
gris-dije con una sonrisa.
-Tienes mucha razón, me gusta como piensas tienes claro lo que quieres y
en lo que crees-
-Me gustan todas las flores pero mis favoritas son los claveles blancos me
recuerdan a…a alguien muy especial.-
Sonó el timbre que daba comienzo a una nueva hora de clases, el tiempo
se había escapado de mis manos como el agua.
-Yo…-comencé
-Lo siento-
Reí, no entendía qué clase de despedida era esa pero aparentemente era
su despedida amistosa ya que era la primera vez que ninguno se iba
enojado.