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DIDO Y ENEAS Henry Purcell- Nahum Tate

Acto I

Belinda
Sacude la nube de tu frente,
el destino concede tus deseos.
El imperio crece,
los placeres abundan,
la fortuna sonríe
y tú también deberías hacerlo.

Coro
Disipa la pena,
disipa la preocupación,
el dolor nunca debería
acercarse a la belleza.

Dido
¡Ah! Belinda,
me acosa un tormento...
¡Ah! Belinda, me acosa un tormento
que no puedo confesar.
La paz y yo nos hemos convertido
en extrañas.
Languideceré hasta
que mi dolor sea conocido,
sin embargo,
no querría que se adivinara.

Belinda
El dolor crece al ocultarlo.

Dido
El mío no admite ser revelado.

Belinda
Entonces, permíteme hablar.
El huésped troyano ha invadido
tus tiernos pensamientos.
Es la mayor bendición
que puede conceder el destino...
para proteger nuestra Cartago
y hacer revivir Troya.

Coro
Qué felicidad para los estados
cuando sus monarcas se unen,
triunfan sobre sus enemigos
y sobre su destino.
Dido
¿De dónde surgirá tanta virtud?
¿Qué tormentas,
qué batallas ha cantado él?
El valor de Anquises
combinado con los encantos de Venus,
qué dulce es en la paz,
y, sin embargo,
qué feroz es en la lucha.

Belinda
Una historia tan fuerte
y llena de dolor...
derretiría las piedras
y a ti también.
¿Qué corazón obstinado
vería sin conmoverse...
tanta pena,
tanta piedad?

Dido
El mío, oprimido
por tormentas de dolor,
ha aprendido a apiadarse
de la desgracia.
El dolor de los pobres desdichados
puede conmover...
mi corazón
tan tierno y tan sensible.
Pero, ¡ay!, temo...
tener demasiada
piedad del suyo.

Belinda y Segunda Dama


No temas peligros por seguirlo,
el héroe te ama tanto como tú a él.
Siempre amable, siempre sonriendo
y atento a los engaños de la vida.
No temas peligros por seguirlo,
el héroe te ama tanto como tú a él.
Cupido ha sembrado tu camino
de flores,
recogidas en la morada de Eliseo.
No temas peligros por seguirlo,
el héroe te ama tanto como tú a él.
No temas peligros por seguirlo,
el héroe te ama tanto como tú a él.
Siempre amable, siempre sonriendo
y atento a los engaños de la vida.
No temas peligros por seguirlo,
el héroe te ama tanto como tú a él.
Cupido ha sembrado tu camino
de flores,
recogidas en la morada de Eliseo.
No temas peligros por seguirlo,
el héroe te ama tanto como tú a él.

Belinda
Mira, viene tu invitado real.
Tiene la belleza de un dios.

Eneas
¿Cuándo, belleza real,
seré bendecido...
con las inquietudes del amor
y los peligros del estado?

Dido
El destino prohíbe
lo que persigues.

Eneas
Eneas no tiene
otro destino que tú.
Si Dido sonríe, desafiaré
los inicuos golpes del destino.

Coro
Sólo Cupido arroja
las flechas temibles...
para el corazón del guerrero.
Y sólo aquella a quien hiere
puede mitigar el dolor.

Eneas
Si no es por mí,
al menos por el bien del imperio,
ten piedad de tu amante.
En su desesperada pasión,
no hagas caer a un héroe
y a Troya morir una vez más.

Belinda
Persiste en tu conquista, Amor.
Sus ojos confiesan la llama
que su lengua niega.
Persiste en tu conquista, Amor.

Coro
En las colinas y los valles,
en las piedras y las montañas,
en los melodiosos bosquecillos
y en las frescas y umbrosas fuentes,
que el triunfo del amor
y de la belleza se muestre.
Alborócense, cupidos,
el día les pertenece.

Acto II

Hechicera
Fantasmales hermanas,
ustedes, que por la noche
espantan al viajero solitario,
ustedes, que gritando
como lúgubres cuervos...
golpean las ventanas
de los moribundos,
aparezcan ante mi llamado...
y compartan la gloria
de un hecho horrible...
que hará arder toda Cartago.
¡Aparezcan, aparezcan!

Primera Bruja
Dinos, vieja bruja,
¿cuál es tu deseo?

Coro
El daño es nuestro placer,
la maldad, nuestro talento.

Hechicera
La reina de Cartago,
a quien odiamos,
como a todos
los que son prósperos,
antes del anochecer
caerá en la desdicha,
privada de fama,
vida y amor.

Primera Bruja
¿Estará en la ruina
antes de la puesta del sol?

Segunda Bruja
Dinos, ¿cómo ocurrirá eso?
Hechicera
El príncipe troyano,
como saben,
está obligado por el destino
a buscar tierra italiana.
La Reina y él
ahora están de caza.
¡Oigan, oigan!
Sus gritos
se acercan rápidamente.
Pero cuando hayan terminado,
mi fiel duende,
con la forma
del mismo Mercurio,
enviado por Júpiter,
lo reprenderá por quedarse...
y le ordenará zarpar
esta noche con su flota.

Primera y Segunda Bruja


Pero antes de hacer esto,
conjuraremos una tormenta...
para que eche a perder la caza...
y los traiga de nuevo a la corte.

Coro
En nuestra profunda cueva...
prepararemos el hechizo,
pues es demasiado espantoso...
para hacerlo al aire libre.

Belinda y Coro
Gracias por
estos solitarios valles...
y estas desiertas colinas.
Gracias por
estos solitarios valles...
y estas desiertas colinas.
La caza es tan buena,
los placeres son tantos,
que Diana misma
vendría a estos bosques.
La caza es tan buena,
los placeres son tantos,
que Diana misma
vendría a estos bosques.

Segunda Dama
A menudo ella visita
esta amada montaña,
a menudo se baña
en esta fuente.
Aquí Acteón
encontró su muerte,
perseguido por
sus propios sabuesos,
y por las heridas mortales...
descubiertas demasiado tarde.

Eneas
Mira en mi espada curva...
la cabeza sangrante
de un monstruo,
con colmillos más largos...
que aquellos que desgarraron
a los cazadores de Venus.

Dido
El cielo está nublado.
¡Escuchen!
Los rayos despedazan
los robles en la montaña.

Belinda y Coro
¡Rápido, rápido a la ciudad!
Que este campo abierto...
no puede protegernos
de la tormenta.
¡Rápido, rápido a la ciudad!
Que este campo abierto...
no puede protegernos
de la tormenta.

Espíritu
Quédate, príncipe,
y escucha la orden del gran Júpiter.
Él te ordena que zarpes
esta misma noche.

Eneas
¿Esta noche?

Espíritu
Esta noche
debes abandonar estas tierras,
el enojado dios
no admitirá demoras.
Júpiter te ordena
que no derroches más...
en delicias del amor
estas preciosas horas,
concedidas por
las fuerzas omnipotentes...
para llegar
a las costas de Hesperia...
y reedificar la destruida Troya.

Eneas
Las órdenes de Júpiter
serán obedecidas.
Esta noche levaremos anclas.
Pero, ¡ay!
¿Qué palabras usaré...
para calmar
a mi ofendida Reina?
Apenas ella
me entregó su corazón,
me veo forzado
a partir de sus brazos.
¿Cómo se puede aceptar
un destino tan cruel?
Una noche de gozo...
y a la siguiente
es abandonada.
¡Que la culpa sea de ustedes,
dioses!
Obedeceré su voluntad,
pero me sería
más fácil morir.

Coro
Ya que nuestro encanto
ha desaparecido,
que las ninfas de Cartago bailen
una danza alegre para complacernos.
Bailarán, para aliviarnos,
una danza que hará
que los astros se inclinen,
y partirá en dos
estos bellos bosquecitos.

Acto III

Marinero
Partamos, compañeros,
levemos anclas,
el tiempo y la marea
no admiten demoras.
Beban y despídanse
de sus ninfas en la costa...
y calmen sus lamentos
prometiéndoles volver,
pero no sueñen
con volver a visitarlas.

Coro
Partamos, compañeros,
levemos anclas,
el tiempo y la marea
no admiten demoras.
Beban y despídanse
de sus ninfas en la costa...
y calmen sus lamentos
prometiéndoles volver,
pero no sueñen
con volver a visitarlas.

Hechicera
Miren cómo se sacuden
las banderas y los estandartes,
las anclas se levan,
las velas se despliegan.

Primera Bruja
Los débiles y engañosos
rayos de Febe...
iluminan las falaces corrientes.

Segunda Bruja
Se cumplió nuestro plan,
la Reina fue abandonada.

Primera Bruja
Elisa está perdida.

Segunda Bruja
Elisa está perdida.

Se cumplió nuestro plan,


la Reina fue abandonada.

Hechicera
Nuestro próximo paso...
será precipitar
a su amado al océano.
En la ruina de los otros,
nosotros encontramos placer.
Elisa sangrará esta noche...
y Cartago arderá mañana.
Coro
La destrucción es nuestro placer,
el placer, nuestro gran dolor,
Elisa morirá esta noche
y Cartago arderá mañana.

Dido
Tus consejos son en vano,
a la tierra y al cielo
me quejaré.
¿Por qué debo llamar
a la tierra y al cielo?
La tierra y el cielo
conspiraron contra mí.
Privada de otro recurso,
le suplico al destino...
el único refugio
concedido a los desdichados.

Belinda
Mira, señora,
viene el príncipe.
El dolor que lleva
en su rostro...
deberá convencerte
de que te es fiel.

Eneas
¿Qué hará el perdido Eneas?
Mi belleza real,
¿cómo te comunicaré
la orden de los dioses,
y te diré
que debemos separarnos?

Dido
Así como en
las fatales riberas del Nilo...
llora el falso cocodrilo,
los hipócritas que
cometen homicidios...
hacen al cielo y a los dioses
responsables de ello.

Eneas
Por todo lo bueno...

Dido
Por todo lo bueno,
¡ya basta!
A todo lo bueno
has renunciado.
Corre hacia
tu prometido imperio,
y deja morir
a la abandonada Dido.

Eneas
A pesar de las órdenes de Júpiter,
me quedaré.
Ofenderé a los dioses
y obedeceré al amor.

Dido
No, hombre infiel,
sigue tu camino,
estoy tan decidida como tú.
Ningún arrepentimiento
volverá a encender...
el amor desdeñado
de la ofendida Dido.
Porque, cualquiera sea
tu decisión ahora,
me basta con que una sola vez
hayas pensado abandonarme.

Eneas
Que Júpiter diga lo que quiera,
¡me quedo!

Dido
-Vete, vete.

Eneas
-No, me quedaré.

Dido
-No, no, vete.

Eneas
-Me quedaré y obedeceré al amor.

Dido
A la muerte volaré
si sigues demorándote.
¡Vete, vete!
Pero, ¡ay!, la muerte...
no puedo evitar.
La muerte debe venir
cuando él se haya ido.
Coro
Los grandes espíritus
conspiran contra sí mismos...
y rechazan la cura
que más desean.

Dido
Tu mano, Belinda.
Me envuelven las sombras.
Déjame descansar en tu pecho.
Desearía quedarme más,
pero la muerte me invade.
La muerte ahora...
es una visita deseada.
Cuando descanse en la tierra,
que mis errores...
no den pesar a tu corazón.
Recuérdame.
Recuérdame...
pero, ¡ay!,
olvida mi destino.

Coro
Vengan, cupidos,
con las alas caídas...
y sobre su tumba
esparzan rosas...
suaves y dulces...
como su corazón.
Velen aquí...
y no partan jamás.

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