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“Explorando la Democracia Participativa”.

Resumen del texto “El sesgo participativo. Introducción a la teoría


empírica de la democracia participativa” de Clemente Navarro

Alumno: MILLAHUEIQUE, Nahuel

Profesor: MARDONES, Roberto

Carrera: Ciencia Política

Ramo: Teoría del Gobierno

Fecha: 24 de octubre de 2007


El texto “El sesgo participativo. Introducción a la teoría empírica de la democracia
participativa” está basado en la tesis doctoral de Clemente J. Navarro Yáñez “Innovación
democrática en el sur de Europa. La experiencia municipal en Italia y España (1960-1995)” y,
según propia percepción, estaría mezclada una hipótesis, que sería “el sesgo participativo”, y una
suerte de guía en relación a cómo debiera construirse una “democracia participativa”
(“introducción a la teoría empírica de la democracia participativa”), siendo un aporte metodológico
a la teoría política y, obviamente, a la teoría democrática. Esto es posible, ya que al proponer la
hipótesis sobre el sesgo participativo y la explicación de esta, es decir que “la lógica institucional
de la competencia entre partidos imposibilita una distribución igualitaria de oportunidades de
participación entre las asociaciones locales”1 en otras palabras, que el sistema de partidos
políticos imperante en los Estados democráticos occidentales, sería quien coarta la participación
política, abre las vías para introducirse de lleno en la teoría empírica de la democracia
participativa.

Ya mencionado más arriba, el aporte o justificación metodológica que ofrece este articulo se
da en torno a que la “reflexión sobre la democracia ha ido adoptando desde finales del siglo
pasado dos vertientes, una normativa y otra empírica o positiva”2 y en cuanto a la teoría empírica
de la democracia participativa, esta es escasa; por lo tanto, el articulo de Navarro puede ser un
poco simple pero bastante necesario a la hora de buscar teoría sobre la democracia participativa,
tan descriptivo como este, por ende el calificativo de simple no es con un afán peyorativo, si no
mas bien con afán positivo, en cuanto a que ofrece una clara explicación (siendo una buena
introducción) de la teoría empírica de la democracia participativa, así como reza el titulo de su
articulo.

El sesgo participativo

Entrando ya en materia del articulo propiamente tal, la primera explicación que se exige, es
la de aclarar a grandes rasgos la hipótesis planteada por el autor, es decir, el sesgo participativo.

Como se explicaba más arriba, la lógica de democracia representativa, donde los partidos
políticos tienen amplia preponderancia y, por tanto, la competencia entre estos por llegar al poder,
es fundamental. Dicho juego impide que la lógica de democracia participativa se desarrolle, ya
que este tipo de democracia, la democracia participativa, en su definición más simple (o burda) es
la distribución igualitaria de oportunidades de participación, por lo que significa una mayor
distribución del poder. Este principio básico de la democracia participativa choca con la lógica
partidista de la democracia representativa, es decir que el objetivo general y principal de los
partidos políticos es la victoria electoral y en su defecto, mantenerse en el poder, y como segundo
1
NAVARRO, Clemente: “El sesgo participativo. Introducción a la teoría empírica de la democracia participativa”, Universidad
Complutense de Madrid IESA de Andalucía/CSIC, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, Papers 61, 2000, p. 11.
2
Ídem, p. 12.
objetivo, está la oferta de participación, por lo que al cumplir el segundo objetivo debe buscar
organizaciones que no coarten al primer objetivo, es decir ganar las elecciones, y por tanto deben
ser organizaciones afines con los partidos políticos, pasando a ser organizaciones instrumentales
en materia electoral. Esto se denomina como “democracia corporativa”.

La democracia corporativa “debe consistir en la complementación de los mecanismos de


participación electoral, articulados a través de la competencia de partidos, mediante cierta oferta
de participación que permita la inclusión de los grupos y asociaciones civiles en los procesos de
toma de decisiones”3, por lo tanto, vendría a ser la estrategia que ocupan los partidos ya
establecidos en el poder para lo que es la oferta de participación en la toma de decisiones, es
decir que es la forma o herramienta que utilizan los partidos instalados en los municipios (como
señala el autor), en definitiva su estrategia de marketing político, para permitir la participación.
Considerándola como una democracia corporativa, nos referimos a que son las propias
instituciones (entendiendo que quienes ocupan los cargos tienen un amplio sentido político más
que administrativo, por tanto responden a las lógicas partidistas) las que están encargadas de
crear, asegurar, permitir, resguardar, etc. organizaciones sociales, políticas, etc. que sean
partícipes de las tomas de decisiones con el fin de que estas no sean “ajenas” a la
institucionalidad y que, con mayor interés, tengan algún grado de empatía con el oficialismo, por
lo tanto tener el control de las organizaciones y no perder, así, el municipio. En definitiva, lo que
propone el autor es una democracia participativa “limitada”, en el sentido de que está limitada a
que sólo ciertas organizaciones participen.

En palabras del autor, la democracia corporativa “se trataría, pues, de complementar,


articular y regular de forma estable, mediante mecanismos institucionales, las dos esferas por las
que tiene lugar la participación de los ciudadanos en las democracias contemporáneas: la
electoral y la corporativa –o de presión (Schmitter, 1992). La primera debería subsistir como
mecanismo legítimo de acceso al poder político, la segunda debería constituirse como vía por la
que solventar los problemas de gobernabilidad que enfrentan los sistemas democráticos. Para
ello, los grupos de representación de intereses deben canalizar la demanda política y además
hacerse cargo de la gestión de algunas políticas públicas y la provisión de ciertos servicios. Por
su parte, el gobierno debe propiciar oportunidades de participación, facilitando tanto la formación
y actuación de los grupos, como su inclusión en los procesos de toma de decisiones” 4. Aclarando
un poco más el concepto de “democracia participativa limitada” o democracia corporativa, esta
debe ser así, es decir que el oficialismo controle las organizaciones que participen en la toma de
decisiones, por que como principio básico está la de mantenerse en el poder y para cumplir el

3
Ídem, 13.
4
Ídem, 13.
objetivo de participación, deben haber organizaciones que permitan la permanencia del
oficialismo en el poder, una forma de ir “re”- legitimando el accionar político del oficialismo.

Según lo anterior, el “gobierno no debe limitarse a crear procesos de inclusión de carácter


corporativo, sino que debe asegurar que todos los intereses estén presentes, incluso fomentando
la creación de asociaciones y grupos, así como actuando sobre el ambiente de estos para que se
orienten democráticamente hacia los procesos de toma de decisiones (…)”5 por lo que seria un
proceso que facilite la participación, además de aplicar incentivos con el fin de garantizar dicha
participación y que las organizaciones que se incluyan, adquieran valores como “bien público,
prudencia, tolerancia, solidaridad…”6 siendo un proceso de “democratización de la democracia”.

Democracia participativa

El segundo punto que debe aclararse en este resumen del texto de Navarro, es el de
democracia participativa, a pesar de ya haber ofrecido una definición sobre este concepto más
arriba, es necesario y urgente acotarlo de manera de esclarecerlo y ofrecer una mejor
herramienta metodológica o teórica a la hora de elaborar algún estudio en relación a la teoría
democrática.

Si bien ya se ofreció una definición simple de democracia participativa y que en el punto


anterior se acoto más sobre el concepto de “democracia corporativa”, que se toma como parte de
la teoría normativa sobre la democracia participativa, por tanto también se hablo un poco sobre el
concepto a esclarecer, no deja de ser un aporte el agregar al definición de democracia
participativa que ofrece el autor, siendo esta la siguiente “En suma, la democracia participativa
consistiría en la provisión u oferta de oportunidades de participación a grupos de representación
de intereses por parte de unidades de gobierno de tamaño reducido”7. Como vemos, el autor
agrega una dimensión espacial para el desarrollo de la democracia participativa, claramente
limitándola aun más. Probablemente en este ámbito se genere un segundo aporte, el cual
consiste la clasificación o tipología de los gobiernos municipales, por lo que ofrece “dos grandes
tipologías o modelos: descentralizado y desconcentrado. En el primero, común a toda la Europa
continental y América Latina, los municipios poseen ‘competencia general’ sobre los asuntos
locales, esto es, pueden actuar de forma autónoma con respecto a niveles de gobiernos
superiores. En cambio en el modelo desconcentrado o ‘anglosajon’, la acción municipal es
delimitada por el gobierno central o los gobiernos federales” 8, siendo el eje de su investigación, el
primer tipo de modelos, es más, en el articulo describe el ejemplo de los municipios españoles.

5
Ídem, 14.
6
Ídem, 14.
7
Ídem, 15.
8
Ídem, 15.
Navarro considera a dos tipos de actores que se encuentran o influyen en la democracia
participativa (o, democracia asociativa o corporativa), estos son la clase política, que incluye tanto
al oficialismo o integrantes del gobierno municipal como a la oposición, y las élites cívicas, que
considera a los miembros activos de los grupos de representación de intereses. Al ser
organizaciones locales, tanto los partidos políticos como los grupos de representación de
intereses y desenvolverse en una arena reducida, el municipio, existe la particularidad de que la
interacción entre ambos es bastante estrecha, por lo que se presentan como “grupos
estructuralmente dependientes”9, por lo tanto “la influencia que puedan ejercer depende más que
la consecución de recursos externos que de los que provienen de sus miembros”10.

Considerando que las medidas que se tomen en pos de lograr una democracia participativa,
ya sean “las reformas institucionales y, en concreto, la institucionalización de cierta oferta
municipal, las oportunidades de participación”11, etc. requieren de la movilidad de recursos, el
autor considera que la mejor estrategia para poder desarrollarlo, es la coalición12 entre los
actores, ya sean los actores electorales (partidos políticos) como los corporativos (grupos de las
élites cívicas) que puedan aportar recursos suficientes como para ponerla en marcha o, de una
manera más drástica, imponerla. Dentro de este contexto, el autor supone que la ‘mejor’ coalición
consiste en que el gobierno “tiene en cuenta la información relevante sobre los recursos y los
intereses de las asociaciones locales. En concreto, sus coeficientes de influencia y de confianza.
El primero se refiere de la centralidad de los grupos en la trama corporativa y, por tanto, su
capacidad de influencia. El segundo da cuenta de la superposición que mantiene con el gobierno
municipal, los rasgos comunes de sus respectivos sistemas de creencias, de los que derivan
expectativas de apoyo mutuo.”13

De lo anterior, se puede intuir que es casi un defecto de la democracia participativa el que


sólo participen, valga la redundancia, los grupos afines al oficialismo o gobierno de turno; pues es
este, el gobierno de turno, quien controla el monopolio de la oferta de participación o distribución
del poder, por tanto, mientras tenga como interés político la distribución del poder éste lo hará con
las organizaciones que apoyen dichas medidas. Si su interés como programa político, por tanto
como una proyección de política de participación, es la de generar una democracia participativa,
sólo estando en el poder podrá desarrollarla, incluso puede considerarse la opción de que el

9
Ídem, 16.
10
Ídem, 16.
11
Ídem, 17.
12
“Si por coalición entendemos un acuerdo de carácter contingente entre diversos actores sobre las reglas de comportamiento que
harán posible que cada uno de ellos alcance sus intereses y de una forma más beneficiosa que individualmente o mediante otros
acuerdos o alianzas.”, Ídem, 17.
13
Ídem, 18.
gobierno de turno institucionalice la oferta de participación. De todas maneras, el promover una
democracia participativa siguiendo con la lógica partidista, esto es la competencia partidista por el
poder, siempre va a derivar en un “fracaso” de la democracia participativa, ya que va a estar
presente el sesgo participativo, lo que nos indica que una mezcla de sistemas no es posible,
por tanto la opción es clara “o democracia representativa o democracia participativa”

Democracia representativa, participativa y (ó) directa

Aventurándonos fuera de los márgenes del artículo de Navarro y con el afán de instalar el
debate, mínimo en el curso, exploraremos distintos conceptos sobre democracia que se conocen,
como los ya señalados en el subtitulo.

Con lo discutido en clases, la democracia representativa es la participación menos inclusiva,


ya que sólo permite la participación de los partidos políticos, propiciando así la “lógica partidista”
(competencia entre partidos por el poder), según las regulaciones de cada sistema. Dentro de
esta lógica, o este “tipo” de democracia, la vinculación de la sociedad civil con el sistema es
mínima y su participación sólo se limita a la participación electoral, donde entra en juego todo el
aparataje partidista en función del cumplimiento de su principal objetivo (ganar las elecciones) y
luego viene todo un proceso de “desvinculación” de la sociedad con el sistema. En este sentido,
la democracia representativa podría denominarse como de “una sola vía”, considerando que
dentro de esta lógica, es el Estado o el sistema que genera a la sociedad cívica con un fin
instrumental.

Por otro lado la democracia participativa, la cual evidentemente es mucho más inclusiva y
permite la participación de más tipos de organizaciones que no solo sean partidos políticos, en
otras palabras es una apertura del sistema político hacia la sociedad civil. Podemos decir que
este “tipo” de democracia genera un feed back en cuanto a “vias” se trata, es decir que aunque la
sociedad cívica participa en la toma de decisiones, sigue siendo una sociedad instrumental y
“semi-artificial” ya que si la democracia participativa se plantea desde un sistema de democracia
representativa, va a existir lo se conoce como “sesgo participativo”. De todas maneras, la
inclusión de la sociedad cívica en el sistema político va a significar la desaparición del
“monopolio” del poder por parte de los partidos políticos, y podría suponer que aumenten las
“sorpresas” dentro del sistema por lo que lo hace un poco más inestable, teniendo en
consideración que las organizaciones que participan tiene cierta empatía con el gobierno de
turno, esto no significa que deba ser 100% obediente con este. En el ámbito de la sociedad civil,
ya señale que es semiartificial, lo que quiere decir que a pesar de que la institucionalidad haya
creado las organizaciones, estas adquieren vida propia y toman preponderancia como actor en el
sistema.
En cuanto a democracia directa se trata, obviamente se cuenta con una sociedad cívica (o
ya no tan solo cívica, sino que sociedad completa) que participa por completo en la toma de
decisiones, pasando a ser nuevamente de “una sola vía”, pero a la inversa que en la democracia
representativa, es decir que es la sociedad la que crea ahora el Estado o el sistema político,
siendo el sistema el instrumento y la sociedad los actores. De todas maneras este “tipo” de
democracia implica un mayor grado de complejidad y compromiso, puesto que al ser la misma
sociedad quien toma las decisiones políticas, nadie puede estar exento de hacerlas, ya que se
consideran los intereses de todos y el bien común de todos. Dentro de esta lógica, no cabe la
posibilidad de que existan organizaciones tales como los partidos políticos u otro tipo que quiera
disputarse el poder, ya que este recae en toda la sociedad. Para poder lograr esto, es muy
necesario incluir la dimensión espacial, ya que sólo podría ser posible en sociedades pequeñas
ya que físicamente es imposible realizarlo en ciudades como las de hoy, puesto que es muy difícil
poder prestar atención a todos y generar un buen debate en torno a cual es la mejor solución
para mantener el bien común a “todos”.

Concluyendo, la diferencia entre democracia participativa y democracia directa radica, dicho


de una forma brutal, en el numero o volumen de actores, ya que en la participativa se sigue con la
lógica partidista y por tanto se incluyen más “organizaciones” en la toma de decisiones y la
directa es en el conjunto de los individuos donde recae la toma de decisiones.

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