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Aída María Isabel Benítez y Rexach

Profesora Colaboradora de Español/


Instituto Cervantes de Casablanca y
Profesora de Ciencias Políticas en
Moroccan School for Higher Studies

Paul Preston. Franco: "Caudillo de España"

Franco: "Caudillo de España", escrito en 1994 por Paul Preston, catedrático de la


Universidad de Oxford y miembro de la Academia Británica1 –conocido en toda Europa por
sus obras de Historia de la España contemporánea– llegó a los estantes del Instituto Cervantes
de Casablanca en su cuarta edición en el 1996. Santos Juliá, Doctor en Ciencias Políticas por
la Universidad Complutense y Premio Nacional de Historia de España (2004) ha dicho que el
trabajo de Paul Preston, y que tenemos aquí, en nuestra biblioteca, es “La más completa y la
mejor escrita biografía de Franco”.

Mi interés por leer este libro era muy sencillo: mis abuelos huyeron de España en esos años
turbulentos y nací lejos de esos acontecimientos pero, a la misma vez, muy cerca de ellos,
puesto que la comunidad viviente llamada Casa de España de Puerto Rico albergaba figuras
importantes de la élite española –Juan Ramón Jiménez, Federico Enjuto, Francisco Ayala,
Pedro Salinas, y Pau Casals, entre muchos– y todos los días hablaban tanto de noticias,
rumores y hasta ilusiones. Mis abuelos y mis padres, que conocieron bien estos personajes, y
mi tío, que albergó dichos exiliados en el mundo académico, me contaron muchas historias de
lo que pasó y lo que no pasó durante la Guerra Civil Española y durante los años del
franquismo. En la tierra del exilio donde nací y me crié yo, en Puerto Rico, también se vivió
parte del franquismo, habiendo estudiado en escuelas católicas españolas en los tiempos de la
decadencia de la dictadura y donde fui castigada por haber celebrado –a viva voz– la muerte
de Franco en la escuela, sin saber lo que significaba para muchos. Quería buscar si ese Franco
era tan malo como lo pintaban muchos, o tan bueno como pintaban otros: quería
documentarme para dar mi propio veredicto final, y encontré el libro en la biblioteca.

El libro me resultó fascinante: es una obra maestra. Se lee como una novela y envicia como
tal y, a su vez, nos ofrece detalles bien documentados sobre la historia del gran dictador que
manchó las páginas más oscuras de la historia de la España contemporánea. Preston marca
precedentes en este libro, donde se logra revivir la esencia de un personaje. Sobre el Franco
de niño, Preston hace un análisis que podemos resumir en un refrán: «Madre pía, daña cría».
En otras palabras, que su madre fue una mujer muy devota, al extremo exagerado, de su fe
católica, casada con un marino mercante bohemio que se marcha de la casa para vivir con otra
mujer por no poder tolerar su fervor religioso, y que vive en su mundo manteniendo
apariencias sociales y religiosas, y transporta sus virtudes y fracasos –más fracasos que
virtudes– a su hijo predilecto.

De ahí podemos dilucidar que Franco vivió con muchos complejos, y muchos traumas
psicológicos. Entre otros complejos, enumero algunos. Primero, con un eterno complejo de
Edipo: amor excesivo por su madre y rabia contra su padre; su femineidad al hablar, su timbre
de voz dulce y su amor por mantener las apariencias sociales. Segundo, su eterno complejo de
demostrar su hombría, por su voz y porque era tan bajito que hasta Hitler se mofó en privado
porque sus pies no tocaban el suelo cuando se sentaba. Tercero, su complejo de Alejandro, o
su “ofensa narcisista del yo”, porque quería ser el nuevo Alejandro el Grande en España y
para el imperio que quería hacer, de haber ganado las fuerzas del Eje la Segunda Guerra
Mundial. Cuarto, podemos decir que Franco tenía un Complejo de Aquiles, una tendencia a
ocultar la propia debilidad, impotencia u homosexualidad bajo la apariencia de
invulnerabilidad o heroísmo. No es que quiera acusar a Franco de homosexual, pero algunos
generales durante sus años como soldado en el frente en Marruecos lo tildaban como tal por
su forma de hablar, por su lealtad por su novia por entonces (luego esposa) Carmen Polo y por
su voz tan femenina. Por cierto: dichos generales murieron “trágicamente” en accidentes de
aviones cuando luchaban por el poder, haciendo de Franco el más experimentado, y otros
fueron enviados a puestos de segundo rango. Quinto, que el “Generalísimo” sufría además –
tanto él como sus generales de su gabinete–de complejo de Munchausen, porque creaban
historias inverosímiles en las que Franco, protagonista de sus cuentos, se imponía como
"superior" sobre sus oyentes y eso es un mecanismo de compensación a una situación de
inferioridad, y así fue toda su propaganda durante la Segunda Guerra Mundial y a posteriori.
Podemos seguir enumerando uno por uno, pero mejor mencionamos los muchos otros
complejos del “Caudillo”: Complejo de Hamlet, Complejo de Cenicienta, Complejo de
Brummel… y todos estos complejos lo convierten, por quizá por pura suerte, en el mito que
conocemos, sin poder ver la verdadera realidad, el Franco como ser humano.

Para Preston, el Franco adulto era un dirigente hábil en el regate corto, astuto en su estrategia
personal de ascenso social: era un hombre de personalidad cambiante donde predominaba el
afán por mentir y tergiversar la realidad a su favor. Supo elegir amigos y también tratar
adecuadamente a sus enemigos. Tuvo una época de valiente militar –sus años mozos en
Marruecos–y resultó muy apreciado por sus subordinados y compañeros. Durante esa época
de África, Francisco Franco fue el Héroe del Rif para convertirse en el Cid del siglo XX en la
Guerra Civil y luego, durante la Segunda Guerra Mundial, en un Felipe II obsesionado por
reconstruir un imperio.

A la misma vez, era un hombre con una paciencia especial, como el torero que espera a que el
toro se canse para dar la estocada y aniquilarlo, así como hizo contra los republicanos durante
la Guerra Civil Española.

La parte más interesante del libro está en el período marcado por la Segunda Guerra Mundial.
Allí se pueden ver las limitaciones, los errores de perspectiva del Caudillo, pero también su
capacidad de adaptación y su prudencia natural para dar pasos que le evitaran caer en un
camino sin escape.

Preston indica que Franco no entró en la guerra porque Hitler no cedió en sus pretensiones;
aquí la suerte volvió a favorecerle. Pero Franco aprendió pronto lo que podía y no debía hacer,
y supo sustraerse al magnético influjo del Führer cuando éste lo presionó ya a destiempo.
Aunque muchos pensamos que España se mantuvo totalmente neutral durante la Segunda
Guerra Mundial, Franco tenía grandes ilusiones que el Eje ganara la guerra, porque soñaba
con hacer de España y Marruecos un gran imperio español, segundo al de Hitler y por encima
de Mussolini y con la ayuda del mismo “Il Duce”.

La figura de Franco, podemos decir que, durante esos momentos, fue un personaje
shakesperiano. Bien podría haber formado parte de un drama renacentista donde la suerte y la
astucia, junto con la traición y la inteligencia, jugaron su papel en el ascenso y destrucción de
los personajes principales. Casi termina en tragedia con la victoria de los Aliados en el 1945,
pero tenía ya para ese entonces una mano derecha que le daba más visión a sus delirios de
grandeza: el General Carrero Blanco. Este general lo ayudó a enfocarse en el error que
cometieron los aliados en confiar en Stalin, y escribió un memorando visualizando el mundo
luego de la posguerra: que los aliados se dividirían y la Rusia atea se convertiría en gran
potencia, y que Gran Bretaña y Estados Unidos tendrían que neutralizar el problema
adquirido. Aquí, España –según Carrero Blanco–podría presentarse como amigo leal en una
futura alianza: amigos en contra del comunismo.

En fin, que esta comparación shakesperiana es aplicable sobre toda la vida de Franco hasta
1951; tiempo donde consiguió nuevos padrinos para su cruzada personal, como tal vaticinó
Carrero Blanco. La "guerra fría" le vino como anillo al dedo, y después... se dedicó a
administrar la gran finca española para sí y beneficio de su familia en primer lugar y de los
viejos y nuevos camaradas, en segundo. Gradualmente Franco se transmutó de gran dictador
en abuelo vigilante, garantía de un país estable. Esta historia posterior que también Preston la
desarrolla, para mí carece del interés novelesco y humano de su primera parte; aunque para
España fue simultáneamente de crecimiento económico y paralización intelectual y política,
cosa que merece ampliar en futuros libros. ¿Que si Franco fue el creador del crecimiento de
los años 60 y 70? Lo pongo en duda, puesto que las evidencias y fuentes que el libro nos
provee son gracias a la labor de la ayuda de los Estados Unidos y Gran Bretaña. Si hubiera
sido por él y sus camaradas más allegados, estaríamos aún en la España retrógrada y oscura,
donde el garrote vil y el fusil serían la ley bajo una dictadura en sucesión. Para error de
Franco, y para bien nuestro, firmó el decreto de que el príncipe Juan Carlos, educado según
sus designios, pero con ideas muy diferentes a las suyas, sería su sucesor, que se re-
establecería la monarquía, y el resto es historia…

En cuanto a los últimos días de Franco en el libro, parecen como novela, un poco como El
Otoño del Patriarca de Gabriel García Márquez, y como el Infierno de Dante en la Divina
Comedia. Una agonía larga, como queriendo purgar todos sus errores, y sus crímenes antes de
llegar adonde todos vamos al final de una vida, y sin ningún tipo de control, impotente sobre
su propia vida, impotente hasta el último suspiro.

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Notas

1. Véase “The British Academy, The UK’s National Academy for the Humanities and
Social Sciences.” http://www.britac.ac.uk/

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