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Daniel Medvedov

El Trabajo

Madrid
2009
Lema

El vivo vive del tonto y el tonto de su trabajo

Replica

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La idea del trabajo ha sido tan exclusivamente recluida en la
de esfuerzo muscular o mecánico, y con tan exclusiva limitación
al fin legal de la familia y al propósito social de la industria, que
apenas, y como simple concesión al lenguaje figurado, se admite
la realidad del trabajo intelectual y del trabajo moral, no obstante
la energía fisiológica y psicológica que se emplea en ambos, y a
pesar de que ambos, como el trabajo material, tienen por
contraprueba y testimonio un producto o resultado.
Presentarlo, por tanto, como un deber positivo,
escrupulosamente deducido de relaciones evidentes, es, en
apariencia, sacar de sus límites racionales al trabajo. Aun más
lejos de ellos parecerá cuando lo presentamos como deber
genérico, capaz de generar otros deberes, modificándose en forma
y fondo, en nombre y objeto, según los diferentes grupos sociales
en que opera. Y, sin embargo, puntualmente exacto es el hecho
que el trabajo es un deber fundado en la necesidad, y que, como
esta relación se extiende desde el individuo hasta la humanidad, el
deber del trabajo funciona en toda la serie de relaciones y se
modifica sucesivamente en cada una de ellas, sin dejar nunca de
ser el mismo esfuerzo con la misma capacidad de dar un
resultado.

Mas para que la moral especial sea completamente positiva y en


los deberes que sugiera nos muestre la correlación de todos ellos y
su íntima relación con la naturaleza del individuo y de la
sociedad, vamos a insistir en exponer minuciosamente las ideas
que pueden parecer confusas.
Ante todo se ha de recordar que de cada relación que se
descubre entre el individuo y la sociedad se deduce un deber o un
grupo de deberes y compromisos, y que la razón de que este deber
o grupo de deberes se deduzca está en que la relación no es más
que un medio o recurso o lazo natural para llegar al doble fin
individual y social; y que, al mostrársenos ese medio de llegar a
un fin, se nos muestra la obligación moral de emplear ese tal
medio para llegar a ese tal fin. Valga un ejemplo: la primera

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relación que descubrimos entre individuos y sociedad es la de
necesidad; relación tan positiva, que es indiscutible.
No hay pues que discutir el principio que podemos tomar
como punto de partida, a saber: que la necesidad ya sea de orden
fisiológico o del moral o del intelectual, liga indisolublemente al
hombre con la sociedad. Por lo tanto, todo lo que sea una
necesidad real ha de ser un medio para satisfacer el fin, que el
individuo tiene que realizar, de vivir dentro de la sociedad con
una vida más completa de la que tendría fuera de ella.
Ahora bien, si el medio común de satisfacer necesidades es
el trabajo, es obvio que el trabajo es un verdadero deber genérico
que abarca, en esa primera relación, toda la actividad del
individuo en cada uno de los grupos sociales en que funciona.
Mas como ni el objeto del trabajo es idéntico en todos los
grupos, ni el resultado del trabajo es el mismo, hay que dar a ese
deber el nombre, ya sea de su objeto, ya sea de su resultado, que
toma naturalmente por su mismo modo de actuar.
En efecto, cuando tratamos de satisfacer las necesidades de
la familia en el seno de la familia, el esfuerzo muscular que
hacemos para cumplir nuestro propósito es efectivamente un
trabajo directo en vista de un objeto directo y de un resultado
directo.

Mas cuando, para cumplir con los deberes que nos ligan a la
sociedad, hacemos cuantos esfuerzos voluntarios y legales están a
nuestro alcance, lo que hacemos, en realidad, es contribuir a la
obra y beneficio general de la sociedad: ya directamente, cuando
tomamos una porción de nuestro peculio para pagar cuotas o
impuestos municipales. Ya indirectamente, cuando, produciendo
mucho, consumiendo mucho, circulando mucho nuestro capital,
pensando que en el bien de la sociedad, dando ejemplo en el
ejercicio de nuestro derecho y en cumplimiento de nuestros
deberes municipales, coadyuvamos activamente al cumplimento
de los fines de la vida municipal en sí mismos y a los de la vida
individual dentro de la sociedad.

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Por razones idénticas llamamos deber fomento el que
tenemos de trabajar en favor del desarrollo provincial, pues es
claro que si el trabajo individual de todos los coprovincianos es
tan ordenado que dé por fruto el mayor desarrollo de la provincia,
como el resultado del trabajo indirecto ha sido el fomento, y como
fomentando nuestra provincia es como cumplimos con el deber de
atenernos a la relación de necesidad que a ella nos liga, claro está,
también que el nombre de ese deber es el mismo de ese resultado.
Por eso lo llamamos deber de fomento. Es lo mismo que si
dijéramos que la necesidad que nos relaciona a la provincia nos
obliga a favorecer o fomentar del modo más activo su desarrollo,
porque ése es el único o mejor medio de satisfacer dentro de ella
nuestras propias necesidades.

Al llegar al tercer grupo social, el deber genérico del trabajo


se nos ha convertido en deber de patriotismo. A primera vista, esta
modificación del deber del trabajo es incongruente e
incomprensible; pero a segunda vista, nada es más congruente y
comprensible.

Porque si el patriotismo es puro sentimiento, sentir mucho


por la patria es trabajar mucho con el corazón por ella; esto es tan
real, que los verdaderos patriotas sufren enfermedades físicas o
morales que se derivan inmediatamente del constante anhelo en
que el amor a su patria, y la inquietud por ella, mantiene los
nervios, los pulmones y la sensibilidad moral de esas víctimas de
sus propios esfuerzos.

Si el patriotismo es pura acción de una voluntad que se


consagra al bien de una patria, continuo esfuerzo de la voluntad,
es decir, trabajo continuo de ella, es esa uniforme actividad. Si el

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patriotismo es puro idealismo empeñado en producir un tipo
superior de patria, es ese un trabajo del pensamiento, la llamada
labor intelectual.
Si el patriotismo es un esfuerzo combinado de esas
actividades en dirección al bien de la patria, tanto más trabajo es
cuanto mayor el esfuerzo combinado.
Pero aún es más clara y más perfecta la correlación entre
trabajo y patriotismo cuando concebimos el patriotismo como es
en realidad. Antes que todo, y por encima de todo, el patriotismo
es un deber. Y es un deber porque es el único o mejor medio de
llegar al individuo, en la relación de necesidad, a la satisfacción
de todas las que tiene el hombre en la sociedad nacional. En
efecto, el deber de patriotismo no es, en definitiva, más que el
deber de trabajar asiduamente, en cuerpo, alma y espíritu, con
músculos y nervios, con ímpetu, razón y sentimientos, con toda
la fuerza de la consciencia, por el más alto desarrollo de la patria.
Y ese deber está exclusivamente fundado en la necesidad de
mejorar la patria, porque su mejoramiento es el mejoramiento de
las condiciones generales de la vida social. De modo que ese
deber positivo de amar a la patria, trabajando por ella y por
nosotros, para ella y para nosotros, no tiene nada de fantástico, ni
de lírico, ni de épico, ni de falaz, ni de ilusorio, ni sirve para
halagar pasiones populares, ni para explotar en beneficio propio
las alegrías o las tristezas, o los dolores o los placeres, o los
triunfos o las derrotas de la patria.

Uno de los esfuerzos más grandes, o más bien, la serie de


esfuerzos más poderosos que se ve precisado a hacer el ánimo,
son los que reclaman la necesidad de conciliar nuestros deberes
como patriotas con nuestros deberes como hombres.
De aquí nace la común incapacidad que se tiene de ser a la
vez un buen hijo de la patria y un buen hijo de la humanidad.

Pero si se piensa que el conjunto de naciones en cuyo seno


vive la nuestra es una verdadera familia de pueblos en la que,
como en la familia de individuos, cada miembro depende de las
mayor prosperidad de todos; si se piensa en esto, se comprenderá

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que no es incompatible el patriotismo con aquella subordinación
lógica y conveniente de los afectos y deberes que nos ligan a la
humanidad; debemos, por tanto, subordinar los unos a los otros,
considerar como un verdadero deber el de subordinación y
cultivar cada vez con más esmero nuestro deber de patriotismo,
no ya sólo por la patria, sino porque cuanto más firme sea nuestro
patriotismo, tanto más consciente será nuestra subordinación al
más vasto interés de la humanidad. El concepto de subordinación
está íntimamente ligado al de obediencia y, por ende a la
categoría de deber.
La visión cristiana del trabajo está centrada en la fe y en la
acción correspondiente a la fe. Según 1Cor 7, 20ss, el cristiano ha
de permanecer en su profesión, ya que lo decisivo de esta
situación no es la posición en el mundo, que no es fin, sino medio
para el fin. Es incluso indiferente que uno sea esclavo: rige
siempre la regla de permanecer en el estado en que uno ha venido
a la fe. El llamamiento de Dios a su servicio y por ende a su
trabajo, puede significar el cambio de la actividad en el mundo
(Mc 1,18)
En el Nuevo Testamento el tema del trabajo se expresa en la
visión doméstica que descubren las epístolas (Col 3,22-4,1; Ef
6,5-9; 1Tim 6,1ss; Tit 2,9ss y 1Pe 2,18-25). Se trata allí, sobre
todo, de los deberes de los trabajadores, de los esclavos, y el
lugar asignado para ellos es una prueba clara de la capa social de
que procedían los cristianos (Cfr. 1Cor 1,26)
La doctrina del Nuevo Testamento sobre el trabajo aparece
impopular para los que ostentan visiones progresistas ya que hace
de la obediencia una virtud social capital. Los cuadros
domésticos demuestran que la relación entre amo y siervo es una
relación fundamental asignada al mundo por Dios, un derecho
natural divinamente sancionado, como la relación entre amo
gobernantes y gobernados, entre marido y mujer, entre padres e
hijos.

La estructura jerárquica existe en la sociedad por la misma


razón por la cual se produce la fórmula Maestro-Discípulo; La
estructura igualitaria es un logro, alcanzado luego del desafío de

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las pruebas espirituales de todo tipo. La salud social resulta de la
aceptación, de modo responsable, de los deberes de la propia
posición dentro del macro-organismo, tipo colmena, que es la
sociedad humana. A pesar de los logros modernos de la
tecnología, la relación entre kyrios y doulos es una relación
fundamental.
Ahora bien, el sentido profundo de esta relación deben
descubrirlo los propios involucrados en ella; existe una confusión
entre los conceptos que generan esas dos palabras griegas del
Nuevo Testamento. Kyrios significa también Director espiritual,
Maestro de Sabiduría y de Salvación y doulos, además de
esclavo, en el griego filosófico significa discípulo. Por ello oímos
disparates como, por ejemplo, que Zalmoxis, el Salvador de los
Dacios, era esclavo de Pitágoras. Se trata allí de una relación
iniciática entre Maestro y discípulo, sumergidos, los dos, en las
fuentes de la tradición sapiencial de los misterios de la existencia.
Con esta explicación se entiende por qué el célebre adagio
neotestamentario - Bástele al discípulo ser igual a su Maestro - se
traduce de manera absurda como el esclavo debe ser igual a su
amo o el esclavo debe luchar para alcanzar a su amo o cosas del
mismo tenor.

Un tema particular: El corazón en el trabajo

Como la mayoría de los hombres pasan el tercio más activo


de su vida en el trabajo y es ahí donde se establecen los moldes de
conducta que perduran por toda la vida, no es nada raro que
algunas ocupaciones impliquen un mayor riesgo coronario que
otras. Es difícil asegurar si son estos trabajos los que eligen sus
víctimas o viceversa. El hecho es que aun cuando se logre
balancear los factores del ambiente humano y la naturaleza
sedentaria de algunas ocupaciones, aquellas que incluyen además

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elementos de una competencia sostenida, exigencias emocionales
irregulares, inseguridad y un horario siempre cambiante, que con
frecuencia incluye salir de viaje, pueden propiciar, al combinar
todos estos elementos, que el ataque cardíaco sea el principal
riesgo laboral.
En la búsqueda de las causas de la enfermedad
cardiocoronaria, el factor ocupación se ve relegado por lo general
a una definición de una o dos palabras, tales como director de una
compañía, o representante de ventas, frase que contribuye a
oscurecer más que a iluminar la verdadera interacción que existe
entre una persona y su trabajo. Tiende a bloquear una mayor
consideración sobre si el individuo está contento con su trabajo o
si lo aborrece, si es bueno o malo para ese nivel de actividad en
que se encuentra, si trabaja mucho o si toma las cosas con calma,
y en general si está ganando o perdiendo la batalla ritual para
lograr una supervivencia económica, social y sobre todo personal.

Para los autores de la Confesión de Westminster el primer


del hombre es conocer a Dios y gozar de él para siempre. Para el
Eclesiastés (12,13) es temerle y guardar sus mandamientos. Para
el budista es liberarse de las cadenas del propio yo. Pero el
redactor del relato bíblico siguió las huellas del pensamiento de
Mesopotamia, mucho más antiguo.
Para él, el primer hombre era un inocente feliz cuya
finalidad primera era cuidar del Paraíso, como jardinero - idea
que se desarrolló, por supuesto, en una sociedad agrícola.
Esta concepción del papel del hombre en el mundo se halla
constantemente en los mitos de la creación de Mesopotamia (1).
(Así, en la versión que se conserva en el Enuma Elish, la única
función del maniquí formado por orden de Marduk es realizar
para los dioses las faenas domésticas (dullu) y prepararles
viviendas terrestres (2). De manera similar, en un antiguo relato
babilonio la diosa Mami modela una tal criatura con el solo fin de
que pueda llevar el yugo, es decir hacer el trabajo servil (3);
mientras que en un mito de Asur, la antigua capital de Asiria, el
compañero de los dioses aconseja a sus superiores divinos que
creen al hombre para que pueda construir moradas para los
grandes dioses. . . señalar los linderos . . . regar la tierra . . .

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cultivar las plantas (4). Tal vez se pueda ver también una idea
parecida en un ritual babilonio para la restauración de un templo.
Puesto que a una tal ceremonia se la consideraba evidentemente
como la que indicaba un nuevo principio, su característica
consistía en recitar un mito que describe la creación de varios
dioses y diosas de la civilización y últimamente del hombre. Por
desgracia, de este texto sólo nos han llegado fragmentos, pero la
última línea del fragmento que nos queda ha podido ser
completada por especialistas modernos y se lee así: (El dios Ea
[creó a los hombres para que realizaran las faenas domésticas en
beneficio de los dioses]) (5). Finalmente, un texto sumerio de
Nippur representa como la finalidad de la creación del hombre la
de edificar templos para los dioses (6).

El punto de vista del autor bíblico es, pues, que el hombre


fue un trabajador desde el principio, no (tal como se supone
comúnmente) alguien que adquirió ese estado sólo como
consecuencia de su caída. El castigo que Dios le impuso no fue
que trabajara la tierra, sino el de que, a partir de entonces, la tierra
produciría también espinas y cardos, de modo que el hombre
habría que trabajar en medio de una frustración constante, con el
sudor de su frente. Aún más, la tierra que él cultivaría ya no sería
por más tiempo el jardín de la felicidad y de las delicias.

Y, precisamente en esa misma línea, el castigo de la mujer


fue que el parto - su función normal - lo tendría que esperar con
dolor. Las labores de la tierra se confunden con las labores del
parto.
Colocado en el jardín como signo de familiaridad con Dios,
el hombre vive allí para cultivar la tierra y guardarla (Gn 2,15):
el trabajo no le es penoso, sino que es la colaboración del hombre
y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación
visible. (Cfr. entrada 378, Catecismo de la Iglesia Católica, Edic.
Trípode, Caracas, 1993).
En uno de sus discursos, (Cfr. Catecismo, Ibid., pag. 130),
Paulo VI declara el valor austero pero redentor del trabajo

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humano y señala con esta ocasión, al gran modelo, el hermano
divino que yo, sin ser muy inteligente, sospecho que es Cristo.
El trabajo tiene su remuneración y desde allí parten los
valores de la solidaridad humana.(Ibid. 1940). En Éxodo (20,8-
10), se le recuerda al hombre el tercer mandamiento, ello es - el
deber de hacer todos sus trabajos los seis días de la semana, pero
descansar el día séptimo, ya que ese día . . . es día de descanso
para el Señor, tu Dios.
(Ibid. Pág.501)
Los frutos del trabajo no tardarán en aparecer (Ver Pág. 548,
entrada 2401, Ibid.)
El trabajo humano procede y por ende proviene directamente de
una criatura formada a imagen y semejanza de Dios, llamada,
junto a sus congéneres, a prolongar, para un mutuo beneficio, la
misma obra de la creación, con el correspondiente dominio sobre
la tierra entera. El trabajo es un deber: Si alguno no quiere
trabajar, que tampoco coma (2 Ts 3, 10)
El trabajo es una honra de los dones del Creador y de los
talentos recibidos sin merecer, es decir de los carismas. Por otra
parte, el trabajo es también redentor. Al soportar la pesada carga
del trabajo, en unión con Jesús, el hombre coopera o co-labora
con el Hijo de Dios en su plan salvífico, en su obra de redención.

El trabajo puede ser un medio de santificación y de


animación de las realidades terrenas en el espíritu de Cristo.
(Ibid., entrada 2427)
A través de las capacidades inscritas en su naturaleza, el ser
humano ejerce y aplica su ingenio en el trabajo mismo. Es el
hombre el destinatario de su trabajo y sus valores le pertenecen en
su totalidad. El trabajo es para el hombre mas no el hombre para
el trabajo (Cfr. Catecismo, entrada 2428).
Esta frase anula toda absurda obligación malentendida y
sugiere que cada cual debe y puede sacar del trabajo los medios
para sustentar su vida y la de los suyos, prestando así un auténtico
servicio a sus congéneres.

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El valor trascendente del trabajo se refleja, hasta en los más
triviales momentos de la vida diaria: El sentido de la bendición de
la mesa en una familia cristiana es que, una vez realizado nuestro
trabajo, el alimento viene a ser un don del Padre mismo: es digno
pedírselo y darle las gracias por él. ORA ET LABORA - Orad
como si todo dependiese de Dios y trabajad como si todo
dependiese de vosotros (Ibid, entrada 2834). Y eso ocurre no solo
entre los cristianos sino entre todos los que tienen un poco de
sabiduría y de buen sentido natural de las cosas.
Pareciera que la ética cristiana del trabajo y el sentido
mismo del trabajo, según la doctrina neotestamentaria, vale tan
sólo para el cristiano. El cristiano sirve al Señor, por el Señor
soporta, imbuido de gozo, todas las penalidades del trabajo, ya
que es el Señor a quien, en realidad, sirve.

N.B. (P.S.)

Según mi visión, si es que tenga que declararla, el trabajo


es una idiotez, una esclavitud, un castigo, una peste social. Lo
mismo que la idea de “patria”. Todos están manipulados por
unos pocos bandidos de cuello blanco camuflados o escondidos
entre los bastidores de la política y del juego del poder. Pero el
trabajo es cosa del destino y por ello, hay quienes se la pasan
gozando, y otros sudando.
No envidio al que no trabaja, ni compadezco al que se rompe el
lomo laborando. Para mi todo es una faena, así es como llaman
los marineros la salida a la mar. Es también una lidia, pues lidiar
con los idiotas que a veces son tus jefes y empleadores, es peor
que se voltee un camión de huevos. Si te castigo el destino,
trabaja sin protestar. Y si te ha favorecido con el ocio, gózala, la
vida es para disfrutarla. Y el resto, que hagan lo que mejor les
parezca . . .

La famosa DESIDERATA, una página de sabiduría escrita por un


poeta americano, hace medio siglo y ventilada en la Iglesia de
San Pablo en Baltimore, dice, entre otras cosas:

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“Continua interesado en tu oficio, es de gran ayuda en los
cambiantes vientos de la vida...”

Daniel Medvedov
Polimecánico

Anexo

BIÓNICA DEL TRABAJO


Seminario-Taller

Dirigido a educadores, ingenieros, economistas, científicos,


arquitectos,
médicos, políticos, comunicadores sociales, investigadores.

Dictado por Daniel Medvedov


Doctor en Filosofía

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Magister en Artes
Especialista en Teología
Tutor de Biónica
Especialista en Educación Física

Profesor de Postgrado de la Universidad Católica Andrés Bello


Profesor de Postgrado de la Universidad Pedagógica
Experimental Libertador
Profesor de Semiótica de la Escuela de Comunicación Social de
la UCAB
Consejero de Honor del Instituto de Medicina China de Taipei, R.
de China
Miembro Correspondiente de la Sociedad Venezolana de Cirugía
de la Mano
Miembro de la Alliance Medicale Internationale de París
Miembro de la Societe des Americanistes de París

Consideraciones generales

La Biónica es una ciencia que maneja conocimientos


universales.
Su núcleo de interés se encuentra en los fenómenos biológicos y
sus búsquedas se dirigen hacia la aplicación de los principios
naturales y energéticos en la vida social humana para la mejora
y el cuidado de los mecanismos laborales.
La Biónica propicia el encuentro de lo natural con lo artificial en
una nueva esfera de investigación y aplicación de los
conocimientos.
La tecnología moderna necesita de una gran dosis de
información del ámbito humanístico y a su vez, todo lo que atañe
al lenguaje está hoy anclado en las operaciones matemáticas de
la ciencia cibernética.

Tema

El dominio de las sensaciones de cansancio, debilidad y


deficiencia a través de los recursos biónicos del organismo
humano.

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Objetivos Generales

Iniciar un proceso de familiarización con la Biónica, una


nueva disciplina científica de esta última mitad del siglo.
Preparar tutores y ductores de los ejercicios e líneas de
investigación de la Biónica, para una participación masiva del
gran público de buscadores y estudiosos de las nuevas visiones
tecnológicas de nuestra época.
Técnicas para dominar y eliminar el cansancio laboral y
disminuir el riesgo de accidentes triviales en el ámbito del
trabajo con la adopción de los principios de la Biónica.

Objetivos específicos

Descubrir a los participantes nuevas lecturas del fenómeno


biológico de la inteligencia creadora y presentar los modelos
operacionales de los mecanismos biónicos.
La aplicación de los conocimientos biónicos de la medicina
del deporte a las situaciones laborales del diario vivir y el uso de
de los instrumentos fisiológicos y energéticos de la Biónica para
el crecimiento interno y la madurez existencial.

Metodología

Los métodos didácticos aplicados en este curso están


basados en la óptica físico - educacional y lógico-intelectual-
persuasiva con el uso de posturas y ejercicios específicos de
Prosémica y Cinésica.

Evaluación y Bibliografía

El profesor hace un diagnóstico personal de cada miembro del


grupo, tanto al comienzo como al final del curso, para luego
componer las dos figuras y realizar así una imagen global del
individuo. Esta imagen global posee distintas referencias.

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Entre otras, citamos las siguientes:

1. Postura educativa y situación categorial en la escala


didáctica de la enseñanza
2. Higiene mental y salud profiláctica del individuo
3. Consideraciones acerca de la situación económica de la
persona y elaboración de una ecuación - fórmula para resolver
vacíos monetarios que estrangulan la capacidad creadora del
sujeto
4. Diagnóstico de la capacidad de estudio del alumno y
algunas propuestas para la elaboración de una estrategia para la
adquisición máxima de conocimientos en las esferas requeridas
5. Análisis del ambiente familiar-afectivo (ad libitum) y el
uso de algunas tácticas para resolver situaciones de insciencia en
la conquista de si-mismo
6. Diagnóstico de la situación laboral y proposiciones de
nuevas vías de superación interior
7. Diagnóstico y terapia de choque de las situaciones de
estrés con la elaboración de un mapa lúdico para la mejoría
personal del estado afectivo
8. Diagnóstico de la capacidad creadora del cursante y la
elaboración de un plan para acceder a la esfera creativa de la
memoria
9. Diagnóstico ético del individuo
10. Diagnóstico y pronóstico de la trayectoria existencial del
cursante

Estos puntos son motivo de reflexión para cada ser humano


y su análisis redunda en una clara visión de nuestros
impedimentos y de la capacidad que todos poseemos para superar
los obstáculos. La adversidad lleva en su seno la semilla de un
beneficio mayor o igual; estas antiguas palabras de sabiduría
pueden representar un modelo para nuestras acciones, empresas
y consideraciones.

Los participantes del seminario deben elegir, proponer o


crear un lema personal para sus acciones, estudios e

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investigaciones y revisar los alcances de su éxito, según los
principios y metas del respectivo lema.

Los materiales y los textos utilizados en el seminario serán


entregados por el profesor al inicio de las clases.

Programa

Sesión 1 (Primera semana)

• Los rudimentos de la Biónica


• Conocimientos físicos y fisiológicos
• Las ciencias físicas aplicadas en la vida diaria
• Aplicaciones de la Prosémica y de la Cinésica en el campo
laboral
• Las sensaciones de lanzar, arrojar y atajar
• Hechos, seres y cosas en la vida laboral

Sesión 2 (Segunda semana)

• Los tres tipos de energía: explosiva, sinusoidal y giratoria


• Las dos fuerzas biónicas: La Rapidez y el Retorno
• La concentración: Técnicas y ejercicios

Sesión 3 (Tercera semana)

• La Postura y el cansancio : el masaje podal


• Mecánica de la columna vertebral
• La Integración espacial

Sesión 4 (Cuarta semana)

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• Procesos contemplativos en movimiento
• Como actuar en situaciones patológicas
• Ver, mirar, fijarse y vislumbrar - las cuatro acciones de la
visión

Sesión 5 (Quinta semana)

• Las caídas y sus técnicas cualitativas


• Caídas intelectuales, caídas emocionales, caídas sexuales
• Las leyes biónicas de las caídas

Sesión 6 (Sexta semana)

• Las tres esferas de la naturaleza humana


• Intelecto ético y Consciencia biónica
• Cómo controlar los pensamientos, los sentimientos y los
movimientos

Sesión 7 (Séptima semana)

• El trabajo y su valor existencial


• Cómo actuar de modo biónico en instancias relacionadas con el
estrés
• El archivo diario de actividades y el desglose nocturno

Sesión 8 (Octava semana)

• Combinaciones y ecuaciones somáticas para generar energía


laboral
• El uso de la luz en el diario vivir
• El uso del sonido en el ámbito laboral
• La práctica diaria de la Biónica
• Artes, ciencias y técnicas en las relaciones humanas
• El encuentro con el si-mismo y la seguridad personal

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*

• La Mujer Biónica

CLASES MAGISTRALES DE UNA DISCIPLINA QUE ENSEÑA:


Cómo CAER (girar, saltar, caerse... y luego, levantarse con
arte...). Cómo RESPIRAR (... no sabemos respirar, hay que
estudiar...). Cómo COMBATIR (Ataque y Defensa Personal y el
uso de miradas, palabras, toques y golpes). Cómo MEDITAR (...
estar en el medio y retornar siempre a sí mismo). Cómo NO
PENSAR (todos saben "cómo pensar", pero pocos saben "cómo
no pensar". Hay que estudiar). Cómo MOVERSE con ENERGÍA
(aprender a lanzar cosas y atajarlas en el aire, sin ser "blando",
sino "suave", sin ser "duro", sino "firme". Cómo ESTIRARSE
(estiramientos biónicos de las articulaciones para eliminar el
ácido úrico). Cómo DORMIR profundamente (posturas iniciales
para alcanzar un sueño profundo). Cómo CONCENTRARSE
(hacer un centro común de nuestros Pensamientos, Sentimientos y
Movimientos). Cómo luchar contra el ALZHEIMER (TÉCNICAS
DE LA Memoria Corporal y preparación para vencer la maladía
de Alzheimer). Cómo CAMINAR (Los 8 Modos de Caminar para
llenar el tanque de Energía...). Cómo tener una POSTURA digna
y elegante (ejercicios de corrección postural y la lógica del
gesto). Clases impartidas por Daniel Medvedov. Médico,
Educador Internacional, Tutor de Adultos, Maestro de Tai-Chi.
Estudios en China, India y Japón. Treinta años de experiencia. Si
acaso no les llegara a gustar lo que van aprendiendo, les
devolveremos el tiempo perdido, usando la máquina de H.G.
Wells... LEMA: Con humor y salud, estarás CONTENTA.

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