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Esta semana aprovecho para escribir sobre un hombre de Dios llamado Apolos cuya historia se
encuentra contenida en el capítulo 18 versículos 24 al 28 del libro de los Hechos de Los Apóstoles.
Sin embargo al final del versículo 25 del capítulo 8, la Biblia describe sobre Apolos lo siguiente: “…
aunque solamente conocía el bautismo de Juan.” Continúa el versículo 26 describiendo esta
situación: “Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila,
le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios.”
Un hombre de Dios con tan buenas características que habla con brío, esfuerzo, valor e intrepidez
con el conocimiento parcial sobre Jesucristo presentaba algunas falencias en su formación, razón
por la cual dos hermanos viendo su forma de expresarse le explicaron con detenimiento el sentido
genuino de la doctrina del Señor.
Finalmente en los versículos 27 y 28 encontramos narrado que: “Y queriendo él pasar a Acaya, los
hermanos le animaron, y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él allá, fue de gran
provecho a los que por la gracia habían creído; porque con gran vehemencia refutaba públicamente
a los judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.”
Luego de afinar su conocimiento en torno al Señor vemos como Apolos pone nuevamente al servicio
del Señor su capacidad retorica para hablar la Palabra, siendo de beneficio y utilidad para los
creyentes en Cristo utilizando su ímpetu y pasión para contradecir y rebatir con argumentos y
razones bíblicas la incredulidad en Cristo probando su existencia hacer ver la verdad con plena
certeza.
Jóvenes como en el caso de Apolos con la ayuda de la iglesia debemos edificarnos e instruirnos en
la palabra a través del discipulado para ser los futuros maestros, líderes, misioneros y predicadores
al Servicio de Dios y convertirnos en esas mujeres y hombres elocuentes, que dominemos con
poder nuestra Espada Espiritual, conociendo el camino que actualmente estamos caminando;
hablando y enseñando diligentemente lo concerniente al Señor.