electrónica deben ser usadas con exquisito cuidado» Marga Iraburu, autora del libro 'Con voz propia', aboga por medidas que eviten la invasión de la intimidad de los pacientes G. B./SANTANDER La internista del Servicio de Medicina Preventiva y Gestión de Calidad Hospitalaria del Hospital 'Virgen del Camino' de Pamplona, Marga Iraburu, destacó ayer las ventajas de la historia clínica electrónica, aunque insistió en la necesidad de utilizarlas «con un exquisito cuidado». En paralelo, solicitó la aplicación de medidas que eviten la invasión del derecho a la intimidad de los pacientes. Iraburu, que participó en el foro 'Tecnologías de la información y de la comunicación: tendencias y experiencias en atención sanitaria', subrayó la importancia de la utilización correcta de la historia clínica «porque la intimidad es lo más sagrado que tenemos». De manera clara y concluyente aseguró que con estos sistemas de registro «la información está ordenada, legible y accesible a todos los centros», pero advirtió sobre los «riesgos» que conlleva.
En su intervención, la especialista en bioética y autora del libro
'Con voz propia', explicó y acercó el derecho de los pacientes frente «a la sensación que tienen cuando son ingresados en un Marga Iraburu. / BRUNO MORENO hospital de estar absolutamente perdidos por ver comprometida su intimidad». Iraburu señaló que «no por ser médico se puede entrar Imprimir Enviar en cualquier dato del paciente». La internista hizo especial hincapié en la necesidad de que los profesionales «sólo accedan a la información que precisen», además de recordar que está sujetos al secreto profesional. La especialista resaltó la necesidad de impartir Publicidad cursos de formación a los profesionales sanitarios para «concienciarlos sobre la intimidad de los pacientes; reclamó el establecimiento de «perfiles de acceso para que no todos los profesionales sanitarios puedan acceder a los datos», y propuso la separación entre los datos personales y los sanitarios, o bien la modalidad de historial «anónimo que se utiliza en Pamplona, donde el paciente no da su nombre si no quiere y se le asigna un número al historial».