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Paula ALONSO, “En la primavera de la historia.

El discurso político del roquismo”, en Boletín del


Instituto Ravignani, n° 15, 1er. sem. 1997.

Julio Argentino Roca asume la presidencia en octubre de 1880, luego de haber vencido al gobernador
de Buenos Aires, Carlos Tejedor, en las urnas (abril) y en la guerra (junio). Inauguraba así el
predominio durante tres décadas del Partido Autonomista Nacional (PAN). El roquismo se
representaba en su prensa, La Tribuna Nacional (LTN), pero también pretendía "instruir" a su público.

El artículo es "un intento de reconstrucción ideológica, entendiéndose por ideología a una vaga
asociación de ideas destinadas a generar apoyo, a promover entendimiento y, en algunos casos, a
inspirar acción".

Ideario de LTN:
1880 implica el advenimiento de una nueva era. Una ruptura que establece un antes, el del atraso, y una
actualidad, que es la de la modernidad.
Llegada del progreso. Señales: "buenas cosechas, industrias nuevas, empresas que requieren grandes
capitales e ilimitada fortuna, vías férreas que avanzan hacia sus cabeceras naturales, puentes que se
arrojan sobre los ríos, ríos que se encauzan para que no se desborden, colonias que adquieren vida
propia, expediciones en fin que cruzan el desierto en todas las direcciones para hacer el prolijo
inventario de sus riquezas" (51).
Roca y el PAN aparecen como los creadores de los cambios. Una peculiaridad es que la historia, sin
embargo, no es una historia de agentes humanos sino del progreso que se bate contra las pasiones
políticas que lo obstaculizan.
La vieja política facciosa había sido superada, y el pueblo era indiferente a las disputas de la vieja
política. El desarrollo había conllevado el logro de las libertades civiles y políticas.
Propone una deflación de la política. "Minimizar el rol de la política y de los partidos políticos a las
luchas electorales establecidas en el calendario constitucional era, según LTN, estar a tono con la
modernidad".
El progreso no es sólo material: el desarrollo económico fomenta el "amor al trabajo", el "respeto a la
ley", y el "amor por la paz". El comercio y la industria reprimen las "pasiones" individuales. Inducen a
la templanza y a la moderación.
El progreso material se funde así con el progreso espiritual y el desarrollo económico se transforma en
sinónimo de desarrollo social ya que la sociedad se define como la suma de individuos (53).
La oposición también compartía los valores del discurso roquista.

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Tulio HALPERÍN DONGHI, “Un nuevo clima de ideas”, en El espejo de la historia, Sudamericana,
1987. 239-252.

Los últimos ecos de la ideología romántica de la generación del 37 se apagarían en 1880: "ella
marcaría entonces las transición final del romanticismo al positivismo". "Esa caracterización sin duda
deja de lado la presencia cuantitativamente significativa, antes y después de 1880, de un pensamiento
espiritualista".
80: "si la originalidad del pensamiento individual resalta menos no es sólo porque los nuevos
pensadores son en efecto menos originales, sino porque su pensamiento halla más difícil recortarse
nítidamente sobre el trasfondo de un clima colectivo de ideas ahora más definido" (241-242).

"Esa dimensión coral en la vida de las ideas, antes ausente, aparece magnificada porque el debate laico
atrae a la liza a la Iglesia, y ésta conserva la capacidad de incorporarse a él, como espectadores
apasionados, a vastos grupos habitualmente indiferentes a las confrontaciones ideológicas (...)." 242
Respecto al debate sobre el laicismo hay una opinión pública que no está organizada de acuerdo a los
faccionalismos precedentes, pero está marcada de estridencias, las que suscitan la reacción de
personajes como Miguel Cané, que deplora el advenimiento del "guarango democrático".

Halperin plantea que esa explicación del debate de los 80 es insatisfactoria porque la animadversión
contra la Iglesia viene del 37, y que hizo que un gentleman como Juan María Gutiérrez celebrara el
incendio del Colegio del Salvador.

"La pobreza del debate se debe en parte entonces a que se libra contra una fuerza [el catolicismo] que
aparece en retirada, luego de haber sufrido golpes que aparecen decisivos a su prestigio. Ello gravita
sin duda sobre los defensores de las posiciones católicas, pero son las consecuencias de esa
circunstancia sobre los adversarios de ellas las que permiten explorar mejor el temple de ideas de la
nueva época, ya que fueron los partidarios de las reformas los que dejaron en él la impronta más
profunda". 244

Una razón del desprecio de lo clerical es la identificación del catolicismo con lo colonial. Pero hay algo
más crucial:

"La fuerza del movimiento secularizador se apoya, en efecto, en la adhesión apasionada al avance de la
modernidad, del que el logrado por el conocimiento científico es sólo un aspecto; por detrás de él es la
transformación de las bases técnicas y económicas de la civilización la que evoca ese eco fervoroso".
245

La sintonía entre esas ideas y el proceso técnico-económico es lo que alimenta la arrogancia de la


"opinión pública". Cuando el Estado apoya a la parte que está contra la Iglesia lo hace para acrecentar
su poder, pero sobre todo para subordinar a las instituciones conquistadas "al servicio de cierto ideal de
civilización". 247

La verdadera victoria del Estado central había sido la derrota de los caudillismos provinciales y el
ordenamiento interno del país."el nuevo orden argentino ha cuajado ya, y no parece que la más acerada
de las críticas sea capaz de socavar su insolente salud". 248

¿Hay disputas por proyectos? "para [V. F.] López, para Estrada y aun para Sarmiento es más grave que
haya despojado de influjo político a los sectores que no son populares. Para ellos el problema no es que
la Argentina esté gobernada por una menuda oligarquía, sino que esta oligarquía no esté formada por
quienes están en la cumbre de la sociedad nacional". 249
Lo que les molesta son "los elementos democráticos del roquismo".
"Se ve cómo todas estas críticas, que los vencedores de la hora descontaban como inspiradas por la
nostalgia del pasado, apuntan al futuro. Hoy tendemos a ver en el roquismo la suprema encarnación de
la alberdiana república posible; sus críticos advertían mejor que nosotros que -precisamente porque era
eso- había colocado ya en el orden del día los problemas de la república verdadera- Advertían que se
acercaba la hora en que los dilemas que Tocqueville había planteado medio siglo antes se anunciarían
en el horizonte argentino. Esos exámenes sin complacencia de la república posible llevan así
inexorablemente a formular la pregunta central de la etapa siguiente: si es de veras posible la república
verdadera, la que debe ser capaz de armonizar libertad e igualdad, y poner a ambas en la base de una
fórmula política eficaz y duradera". 251

EN SUMA, LO QUE HALPERIN PLANTEA ES LA DINÁMICA DEMOCRATIZADORA


IMPUESTA POR LA NUEVA SOCIEDAD CAPITALISTA. EN SU SENO ESTÁ LATIENDO EL
PROBLEMA DE LAS MASAS. ES LO QUE VEN LOS CRÍTICOS MEJOR QUE LOS
PENSADORES DOMINANTES DE LA HORA.

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