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NUESTRA ALMA ESTA ANSIOSA.

Hechos 17: 22-31

Es en la ciudad de Atenas, la ciudad de los filsofos y de la cultura


literaria que el apstol Pablo, dirigindose al pueblo, curioso de or nuevas ideas, declara que todos los hombres estn buscando a Dios y tratan de encontrarle, aunque sea palpando a ciegas. Nuestra poca se parece mucho a la de los atenienses, y nuestra civilizacin a la de ellos. Hemos dado la vuelta a todo, paseamos una mirada satisfecha y escptica sobre todas las cosas. Y a Dios, Le hemos encontrado? Una antigua leyenda de Madagascar cuenta que Dios viva otrora con los hombres; pero los hombres, cansados de su autoridad, no tuvieron ms respecto por l y Dios resolvi dejarlos vivir a su gusto. Dios se fue, dijeron luego, y con l se fue todo lo que constitua nuestra felicidad. Es menester encontrar otra vez a Dios Cmo podremos hacer para que vuelva a vivir con nosotros, los hombres? Al igual que los lejanos indgenas africanos, comprobamos que despojados del conocimiento y de la presencia de Dios, somos desdichados, y con Agustn estamos en la obligacin de reconocer que fuimos creados para Dios y que nuestro corazn no hallar paz hasta que descanse en El. Slo el pecado nos impide reconocer nuestro desasosiego. Tengamos, pues, el valor de escudriarnos, de ordenar nuestra vida y nos daremos cuenta de que Dios es el supremo bien del hombre. Dios promete que se dejar hallar por los que le buscan de todo corazn. ORACIN Seor nuestro Dios! A menudo te buscamos sin conocerte, y aun cuando nos desviamos de Ti, te estamos deseando todava; desarrolla en nosotros es inquietud a la cual siempre responde en tu amor; revlate a nosotros como el Dios de paz que mantiene en seguridad a nuestras almas. Amn!

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