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VENDIDO A SUJECIN DEL PECADO.

Glatas 5:16-25; Romanos 7:14

El hombre es pecado; a menudo se da cuenta de ello, ms a

menudo aun lo ignora: canta cuando debiera llorar; cree estar seguro, mientras est costeando un principio. Est en cadenado, y proclama su independencia; est herido y se dice invulnerable; vencido, canta victoria! Ni se imagina que el triunfo ms grande del adversario consiste en hacer creer al pecador que el pecado no existe, y eso, en la misma hora en que ya se ha posesionado de la plaza. Qu irona! Que trgica ilusin! El apstol Pablo reconoce lealmente que el pecado habita en l, que invade todos sus miembros y que le obliga a no hacer el bien que quiere, y hacer el mal que no quiere: Miserables hombres que somos! exclamaremos con l: Quin nos librar? De la misma manera que vino para Pablo, el Libertador, viene para nosotros. De esclavos que somos, Jesucristo quiere hacer de nosotros seres descargados de sus cadenas. El Cristo tiene ese poder que transforma a los pecadores en santificados y hace de los miserables, obreros del Reino de los cielos. El Seor se apiad de Saulo humillado e hizo de l el apstol Pablo. La gracia de Dios llegar a nuestro corazn cuando, conscientes de nuestra miseria y faltos de poder para librarnos a nosotros mismos, clamaremos a l, desechando cualquier otro amparo. ORACIN Dios Salvador! Clamamos a Ti: socrrenos, ven a nosotros! Estamos vendidos a sujecin del pecado, empero T puedes librarnos, y concedernos esa vida santa que slo se halla en Ti. Libres entonces, entonaremos cnticos nuevos. Amen!

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