Está en la página 1de 3

Redacción: el mito de la caverna

Pascual González

Apuntes de Filosofía. 2º de Bachillerato

Nota: Esta redacción puede servir para orientaros a la hora de contestar unos de los ejercicios típicos sobre
Platón: exponer y explicar la alegoría de la caverna.

La caverna
El mito de la caverna es una alegoría de la que Platón se vale para exponer su teoría de las ideas así como las
implicaciones sociales, políticas y educativas de la misma. Puede decirse que es la versión “asequible”,
plástica, narrativa... de lo que acaba de poner, al final del libro VI de La República, en el texto de la línea
dividida.

La alegoría de la caverna comienza describiendo una cueva en cuyo interior más profundo unos hombres
permanecen encadenados desde su nacimiento. Esos hombres han sido obligados a contemplar la sucesión
de sombras que desfila sobre el muro de la cueva. Al no conocer otra realidad salvo dichas sombras toman a
éstas como lo único real que existe. En realidad Platón se vale de esta imagen para describir el estado en que
se encuentran los ciudadanos que, habiendo sido educados por sofistas o por los versos de Homero y otros
poetas, sólo son capaces de conocer el mundo a través de imágenes (eikasía).

Posteriormente Platón nos hace imaginar que uno de esos hombres es liberado de sus cadenas y obligado a
ascender tras la fila de sus compañeros, que han quedado frente al muro. Podría ver cómo las sombras eran
producidas por objetos que otros hombres transportan y por el fuego que, tras ellos, las proyecta sobre el
muro. Esta parte se corresponde con el segundo nivel de la línea dividida: el de los objetos físicos del mundo
sensible, de los que sólo cabe, en términos de Platón, tener creencias (pistis). Aunque es difícil traducir el
pensamiento de Platón a términos contemporáneos, podemos distinguir entre pistis y eikasía como la
diferencia entre conocer objetos sensibles de los que se tiene una experiencia directa (por ejemplo, una
ciudad que hemos visitado) y conocerla a través de imágenes (fotografías o lo que otros nos cuentan sobre
ella).

Otro punto interesante es el de identificar a los porteadores de las sombras. Es aventurado emitir una
hipótesis, pero por lo que sabemos de Platón tal vez no sea desacertado ver en ellos a los representantes de
sistemas educativos (paideia) que Platón rechazaba y a la que opuso a suya propia. Me refiero a la paideia
tradicional que consistía en el aprendizaje de los versos de Homero y aquella otra que proponían los sofistas,
consistente en el dominio de la retórica. Después de todo, y de acuerdo con Platón, los administradores de
uno y otro modelo eran responsables de propagar una imagen falsa de la realidad que era tomada por los
ciudadanos de la decadente democracia ateniense como algo real.

También da pie a pensar así que Platón diga que unos callan y otros hablan. Tal vez los que hablan sean
maestros de retórica y los que callan sea Homero, desaparecido hace tiempo pero silenciosamente presente a
través de sus versos. En todo caso, esto sólo puede ser una hipótesis.

El exterior
El siguiente estadio que debe recorrer el ex-prisionero le conduce al exterior de la gruta. Es ahí donde
descubre que la caverna constituía realmente una realidad ilusoria, una realidad degradada y confusa en
comparación con el mundo que ahora descubre. La oposición entre la cueva y el exterior es una metáfora de
la oposición entre objetos sensibles y objetos inteligibles de la que habló en el texto de la línea.

http://www.pascualgc.com/archivo/02_platon_caverna.htm
El problema ahora es que los ojos del antiguo prisionero se encuentran cegados por la intensa luz del
exterior. Así que, continúa Platón, debe contentarse con las sombras o los reflejos en algún estanque de los
seres vivos que allí habitan. Este momento se corresponde con los objetos matemáticos de la línea dividida,
que servían como punto de inflexión entre los objetos sensibles y los inteligibles. Y ello porque la
matemática tiene para Platón un valor dual: por un lado la aprendemos a partir de dibujos (sensibles) pero
por otro nos deben llevar a entender relaciones eternas de objetos puramente abstractos (el círculo o el
triángulo del que hablan los geómetras, tal como saben quienes entienden la geometría, no son dibujos, sino
ideas). De este modo, los reflejos y las sombras a través de los cuales los ojos del prisionero se habitúan a la
intensa luz del exterior, se corresponden con el valor propedéutico que Platón reserva a la matemática en el
currículo que debe completar quien aspire a la filosofía. También podemos invocar aquí la leyenda que,
según una tradición, presidía el pórtico de la Academia, y que disuadía de entrar en ella sin conocimientos
de geometría. Dicho de modo breve: el estudio de la matemática es la antesala de la filosofía entendida
como saber sobre ideas abstractas.

Finalmente, la contemplación de los seres vivos que habitan el exterior (en contraposición a los objetos
inertes del interior) representa el conocimiento filosófico, que para Platón parece consistir en la comprensión
intelectual de ideas. El conocimiento sobre la justicia en sí, la virtud en sí etc., diferentes de las opiniones
sobre la justicia o la virtud. A ese tipo de saber también lo llama Platón dialéctica, y a él corresponde una
actividad intelectual llamada noesis (de nous: inteligencia), que podemos traducir como intelección o
intuición intelectual.

El Sol
Por último, Platón habla de la contemplación del mismo Sol como el último grado de conocimiento. El Sol,
dice, se corresponde con la idea de Bien (que no nombró en el texto de la línea). Se trata de un fragmento
enigmático, que plantea más dudas que otra cosa acerca de qué entendía Platón por Bien. Según él, al igual
que el Sol hace posible la existencia de los seres vivos del exterior así como proporciona la luz que nos
permite verlos, la idea de bien cumple una doble función respecto al mundo de las ideas: es el fundamento
ontológico (hace posible sus existencia) y epistemológico (hace posible el conocimiento de las mismas). El
problema, insisto, es que no aclara –más allá de la metáfora del Sol- de qué manera unas ideas pueden
sustentar la existencia de otras, o cómo pueden hacerlas inteligibles [cognoscibles].

El regreso a la caverna
Más interesante, si cabe, el discurso de Platón una vez consumada la liberación completa del prisionero: éste
debe regresar a la caverna a liberar a los demás. Se trata de un giro lleno de consecuencias. Para empezar,
significa que la filosofía tiene una función social, no sólo individual. No siempre los filósofos han pensado
de este modo. Con frecuencia han entendido que la función de la filosofía era hacer felices y prudentes a los
sabios que, individualmente, se adentraban en el camino del conocimiento. Será el caso, por ejemplo, d las
escuelas helenísticas tras la conquista de las ciudades griegas por Alejandro. En cambio, el ex prisionero que
regresa a la caverna se parece más a Sócrates. Éste situaba la labor filosófica en el ágora, en la plaza pública.
La filosofía era, así, una actividad propia de una democracia donde los hombres buscan la mejor definición
de bien, de justicia o de virtud, y donde unos ayudan a la iluminación de otros mediante la persuasión
racional.

Sin embargo, como es sabido, Sócrates acabó condenado a muerte por los tribunales de la democracia
ateniense. Este hecho parece inspirar el final que Platón predice para el ex prisionero que regresa a liberar a
sus antiguos compañeros: la burla y la incomprensión al principio, la molestia y el enfado después y, por
último, su vida misma vida acabará amenazada por quienes, sujetos a las cadenas de una falsa educación,
son incapaces de reconocer al auténtico sabio cuando están ante él. Sin duda, es el momento más trágico del
mito de la caverna.

Quizá en la alusión a Sócrates Platón está justificando la incompatibilidad entre la democracia y la filosofía.
Porque finalmente, a diferencia de Sócrates (de la figura que él mismo describe), Platón no alberga ilusiones

http://www.pascualgc.com/archivo/02_platon_caverna.htm
sobre las posibilidades de que el saber pueda llegar a todos los ciudadanos. La mayoría de éstos se
mantendrá ignorante, y sólo un pequeño grupo podrá recorrer el camino de una paideia que conduce a la
filosofía. Éste es el argumento que subyace a su ideal de un gobierno de sabios: una mayoría ignorante
jamás reconocerá a una minoría sabia. Quienes conocen la justicia en sí – los filósofos, en el sentido
platónico del término- sólo podrán ser gobernantes en una dictadura.

De ahí surge la conclusión más sombría del pensamiento de Platón. Me refiero a su conexión con el
totalitarismo, tal como denunció Popper en su obra sobre los enemigos intelectuales de las sociedades
abiertas (democráticas). En definitiva, todo totalitarismo conserva algo de la teoría política de Platón, a
saber, la pretensión de encarnar la idea de Bien en sí (más que la pura convivencia) en una sociedad real,
sumada a la pretensión de que sólo unos pocos son capaces de entender qué significa realmente ese Bien en
sí. Pero ése es un tema que ya excede los límites de esta redacción.

Pascual González | Email: pascualgc@pascualgc.com | Horario de visitas: Martes, 11:35-12:25.


Escuela de Artes y Superior de Diseño de Orihuela. Avda. Dr. Rogel s/n, 03300 Orihuela, Alicante (España)|
[gmaps]
Otras referencias: Perfil Google Twitter | Filoblog | Delicious

http://www.pascualgc.com/archivo/02_platon_caverna.htm

También podría gustarte