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ESTRANGULACION
ESTRANGULACION
Llamamos estrangulación a la muerte violenta producida por la constricción del cuello mediante la
aplicación de una fuerza activa. Como dicha constricción puede hacerse por intermedio de una lazo
o de las manos, dando lugar a lesiones distintas, es obligado el estudio por separado de ambas
variedades.
Estrangulación a lazo.
En la estrangulación a lazo la constricción del cuello la realiza un lazo, apretado por una fuerza
extraña al peso del cuerpo. La fuerza constrictora en la ahorcadura actúa generalmente en la
dirección del eje del cuerpo, mientras que en la estrangulación lo hace perpendicularmente al
mismo. Estas son las diferencias esenciales con la ahorcadura, de la que debe distinguirse en los
casos prácticos, porque ambas variedades de asfixia producen lesiones muy similares.
Estragulación a lazo.
Fisiopatología.
Lesiones Internas.
Localmente, las lesiones encontradas en el cuello suelen ser más escasas y menos carácterísticas
que en la ahorcadura y estrangulación a mano. Consisten en hemorragias de las partes blandas
del cuello que ocupan el tejido celular, los músculos o sus vainas, la cubierta tiroidea y el
pericondrio laríngeo; se han señalado hemorragias por éstasis en los ángulos del maxilar, suelo de
la boca, amígdalas y aún detrás de la tráquea. Por lo que respecta a las lesiones vasculares,
dependen de la fuerza empleada, pero en general son muy raros los desgarros de la capa interna o
de la media, mientras que se observa a menudo la congestión y equimosis de la túnica interna, a
nivel del punto de constricción, por rotura de los vasa vasorum, que infiltran de sangre coagulada la
vaina muscular (lesión de Martín); asientan de ordinario por debajo de la bifurcación de la carótida
primitiva y E. Martín suponía que era debida a una confusión de los ángulos posterosuperiores del
cartílago tiroides sobre los vasos; es un signo vital de alta importancia. Las lesiones laríngeasson
rarísimas y afectan, cuando existen, a las astas del tiroides e hioides y, más raramente, al
cricoides.
En la profundidad son notables por su abundancia las equimosis y hematomas de las partes
blandas. Suelen verse también lesiones musculares y de los vasos, aunque no son constantes. Las
fracturas de la laringe y de la tráquea son, en cambio, muy frecuentes, unidas a otras lesiones de la
laringe: desgarro de la membrana tirohioidea e incluso su arrancamiento; desgarro de la epiglotis,
que a veces aparece desprendida en su base, que flota libremente; desgarro de los ligamentos
tiroideos. Todas estas lesiones van acompañadas de intenso derrame sanguíneo y de un estado
congestivo y cianótico que se extiende a la faringe.
Valen, en sus líneas generales, las mismas directrices dadas a propósito del diagnóstico de la
muerte por ahorcadura. Pero, por ello mismo, es capital la diferenciación entre la estrangulación a
lazo y la ahorcadura, para lo cual constituyen los elementos de juicio fundamentales las lesiones
del cuello, tanto interna como externas. Al ser las primeras poco demostrativas, hay que valerse
para esta diferenciación de los caracteres diferenciales de los surcos.
Un paso previo es el distinguir los flasos surcos que a veces aparecen en el cuello de algunos
cadáveres de los caracteres diferenciales de los surcos:
Excluídos los falsos surcos, se plantea al perito el problema de distinguir los surcos debidos a la
ahorcadura y los surcos debidos a la estrangulación. Podemos indicar:
Las circunstancias del caso, especialmente los datos obtenidos durante la inspección del lugar en
que se ha encontrado el cadáver, son las que permiten el diagnóstico de la
estrangulaciñón accidental. Por su rareza da lugar a pocos problemas.
Más importancia reviste la diferenciación entre el homicidio y el suicidio. Se resuelve por los datos
derivados de la disposición del lazo, modo de sujeción y situación del mecanismo, accesible o no al
sujeto. Es una dato de gran importancia la presencia de lesiones de lucha, ya que en la
estrangulación en los adultos, como maniobra homicida, va casi siempre precedida o acompañada
de otras violencias: heridas contusas en la cabeza, equimosis o estigmas unguelaes alrededor de
la boca para acallar los gritos, lesiones de defensa en las manos y antebrazos, lesiones de caída,
etc. Por último, los antecedentes de la víctima y eventuales circunstancias accesorias facilitan el
diagnóstico: cartas de despedida, estado de salud, contratiempos amorosos, mala situación
económica, etc.
Estrangulación a mano.
Etiología.
Lesiones Cadavéricas.
Para evitar repeticiones, sólo señalaremos aquellas lesiones que son distintas a las descritas en
los apartados anteriores.
El único problema médico legal que se plantea en la estrangulación a mano es el de demostrar que
tuvo lugar este mecanismo, ya que de hecho este, viene implícito el etiológico, por cuanto como
hemos dicho, sólo cabe la etiología homicida.
No hay que olvidar que en algunas ocasiones se ha intentado simular una ahorcadura (que induce
siempre a pensar en el suicidio) después de una estrangulación manual homicida para tratar de
ocultar el crimen. En consecuencia, el médico forense examinará minuciosamente el cuello en todo
caso en que coincida la presencia de un surco y de estigmas ungueales, profundizando en el
examen de los planos subcutáneos y superficiales para establecer el correspondiente diagnóstico
diferencial.
Estrangulamiento
Representación de una técnica de estrangulamiento.
La estrangulación también ha sido utilizada como forma de ejecución de la pena capital, ya sea a
través de medios como la horca, o con las manos (esta forma de ejecución ceremonial era utilizada
en la antigua Roma con los enemigos vencidos).
[editar]Traumatología
Si la estrangulación es más fuerte, o se concentra en la parte delantera del cuello, tiende a aplastar
la tráquea, lo que impide que el aire llegue a los pulmones y causa la asfixia. También puede
producir un desgarro de los cartílagos de la laringe, lo que podría provocar una hemorragia
Se trata del cadáver de una mujer de avanzada edad, encontrada muerta en su domicilio sin signos
de que la puerta de la vivienda hubiera sido forzada. El cuerpo se encontraba en el dormitorio,
junto a la cama, en posición de decúbito supino, vestida, atada de manos y pies con diferentes
prendas de vestir y amordazada. (fotografía n°1).
Del examen externo del cadáver se pudo apreciar la existencia de las lesiones siguientes:
Lesiones en cara:
- Hematoma en ojo izquierdo (fotografía n°2).
- Profundo desgarro cutáneo mucoso de la porción superior de oreja derecha con infiltrado
hemorrágico marcado con la letra A (fotografía n°3).
Lesiones en cuello:
- Hematoma en borde infero-anterior derecho de contorno irregular marcado con la letra A.
- Hematomas en borde inferior derecho de la mandíbula marcados con la letra B.
- Pequeñas excoriaciones compatibles con las producidas por uñas, marcados con la letra C
(fotografía n°4)
- En región anterolateral izquierda de cuello aparecen varias lesiones equimóticas, paralelas entre
sí (fotografía n°5)
- Hematoma de unos tres cm de diámetro en omóplato izquierdo, con características de vitalidad
como se comprueba tras seccionar la piel a ese nivel y observar la infiltración sanguínea del tejido
celular subcutáneo y fascia muscular, estableciendo el diagnóstico diferencial con las livideces
cadavéricas (fotografías n° 6 y n° 7)
Tras proceder a la apertura cadavérica, en el examen interno se pudo obtener los resultados
siguientes.
En cráneo:
- En pericráneo, al evertir los colgajos cutáneos se pudieron apreciar varios hematomas con
características de vitalidad localizados fundamentalmente en región posterior y región derecha del
mismo (fotografías n°8 y n°9).
- En cerebro, se observó una atrofia en hemisferio izquierdo, compatible con ictus antiguo.
En cuello:
- En cuello, se apreciaron la presencia de hematomas vitales en borde inferior del cuello, marcados
con la letra A (fotografía n°10), resultando éstos más patentes en la fotografía n°11, en la que, una
vez despegada la piel se comprueba la infiltración de los tejidos, su extensión y horizontalidad.
-
.
Estudios complementarios:
Se procedió a tomar dos torundas de cavidad oral y vaginal con el fin de determinar la presencia de
espermatozoides, con resultado negativo.
Desde que Devergie en 1829 emitiera su célebre aforismo relativo a las dificultades en el
diagnóstico diferencial de muerte por ahorcadura o estrangulación a lazo, ha transcurrido mucho
tiempo en el que se han sucedido multitud de tratados y trabajos relativos al tema, pero lo que es
cierto es que todavía, en la actualidad, en algunos casos se plantean dificultades para establecer
de forma concluyente el diagnóstico. Esto tiene gran interés puesto que la en la mayoría de las
ocasiones la ahorcadura es de origen suicida, mientras que la estrangulación a lazo generalmente
es de origen homicida. Asimismo, en ocasiones se intenta simular una ahorcadura suicida, cuando
el origen de la muerte es otro [2,7,8,9].
Todas estas características son orientativas ya que pueden encontrarse casos de estrangulación a
lazo con un surco único, oblicuo ascendente e incompleto. Quizás la situación del surco (por
debajo del cartílago tiroides en la estrangulación), sea el criterio diferencial más valioso con
respecto a la ahorcadura, aunque no totalmente concluyente [1].
En los casos de estrangulación homicida pueden encontrarse en la vecindad del surco estigmas
ungueales o pequeñas equimosis redondeadas producidas por un intento previo de estrangulación
a mano o por los esfuerzos de la propia víctima por librarse del lazo [3,6]. En esta modalidad
pueden encontrarse en otras zonas corporales diversos tipos de lesiones contusas, especialmente
excoriaciones y equimosis, que no rara vez se localizan en las regiones occipital y escapulares.
Los intentos de acallar a la víctima pueden ocasionar estigmas ungueales y equimosis en torno a la
boca y equimosis en la cara interna de los labios [10].
En la estrangulación a lazo la congestión del rostro es muy acusada y las hemorragias petequiales
son muy abundantes.
En el examen interno del cuello los hallazgos consisten básicamente en infiltraciones hemorrágicas
en las partes blandas [15] y rupturas osteo-cartilaginosas [11,12,13,14], como la infiltración
hemorrágica en tejido conjuntivo prevertebral (equímosis retrofaringea de Brouardel), que, en
opinión de algunos autores, generalmente no tiene un origen traumático y se trata de un artefacto
por distensión y ruptura del plexo venoso faringe-laríngeo. No se encuentran, en cambio, ni la línea
argentina ni rupturas en la íntima vascular propias de la ahorcadura puesto que la producción de
esta última clase de lesiones implica una tracción longitudinal del cuello que no se da en la
estrangulación [1].
En el resto del examen interno además de las lesiones generales e inespecíficas de la asfixia [16],
pueden evidenciarse lesiones contusas, especialmente en el pericráneo.
En el caso que nos ocupa, la fallecida presentaba unas lesiones y estigmas que permitieron
establecer cómo pudieron desarrollarse los hechos. Con el fin de ser más claros se van a dividir las
lesiones por zonas anatómicas, puesto que esta clasificación se puede hacer coincidir con el
desarrollo cronológico e intencional de las mismas.
En cara aparece un hematoma en ojo izquierdo. Dicha lesión es compatible con la producida por
un objeto contundente como por ejemplo un puño.
En parte posterior de tórax aparece un hematoma en omóplato, muy infiltrante y vital que debía
haberse producido por el codo del agresor al utilizar esa zona como punto de apoyo para
estrangular.
A) La anciana sufrió un puñetazo en ojo izquierdo con el agresor situado frente a la víctima.
B) Después la sienta en un sillón y cogiendo una combinación de la víctima se la coloca alrededor
del cuello. Empieza a tirar del lazo y arrastra a la víctima al suelo en posición de decúbito prono.
C) Después se echa sobre ella y apoyando los codos en los omóplatos tracciona del lazo hacia
arriba hasta estrangularla. Después la volteó y la ató a la cama.
BIBLIOGRAFÍA: