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¿Qué es la Diplomacia?

Existen diversas acepciones sobre el término Diplomacia. Muchas má s sobre lo que el ejercicio de la
misma implica.

Histó ricamente, si bien el primer concepto acuñ ado fue el que devino del vocablo griego “diploma”,
entendido como un “documento doblado con un mensaje escrito”, fue la actividad del portador del
documento lo que finalmente terminó por delinear el concepto de lo que en nuestros días entendemos
como Diplomacia, el cual dista del entendido griego, romano e incluso westfaliano.

En tal sentido, como refieren Pereyra y Plascencia en sus “Reflexiones sobre el perfil del diplomá tico
peruano contemporá neo”, es en el siglo XX, cuando “el panorama de las relaciones internacionales
adquirió aú n mayor complejidad”, que se acepta la idea de un agente diplomá tico profesional,
capacitado para el manejo de los nuevos matices de la agenda internacional.

Por tanto, se debe clarificar los límites de la Diplomacia con otras disciplinas que se tienden en la
interrelació n de los miembros de la comunidad internacional, como lo son las Relaciones
Internacionales, que a consideració n de Pearson y Rochester “es una rama de las ciencias políticas que
estudia las relaciones entre unidades políticas con el rango de Nacionales y que trata
fundamentalmente con la Política Internacional”; y la Política Exterior: “conjunto de posiciones y
acciones que adopta un Estado en su relació n con otros Estados” (Pérez de Cuéllar).

En consecuencia, si bien existen muchos sentidos de lo que se entiende por Diplomacia, ésta se centra
en el eficiente manejo de las técnicas y prá cticas del oficio, del cual forman parte los aná lisis políticos e
histó ricos que finalmente determinará n algú n un curso de acció n. Sin embargo, es menester entender
que el ejercicio de la Diplomacia se da a partir de los conocimientos y técnicas que debe tener un
diplomá tico para cumplir su misió n. La idea de Diplomacia como “un hacer y no un saber”, ha quedado
completamente superada. El diplomá tico es un funcionario que debe tener la capacidad de observar,
negociar pero con un objetivo concreto y para ello se debe encontrar debidamente capacitado.

No es entonces un arte, es una profesió n, que tiene que ver con convicció n, con el poder de
convencimiento y amplia capacidad de negociació n. Una profesió n que implica observar, informar,
negociar y representar. Obtener el má ximo beneficio desde el criterio de la racionalidad y del justo
medio. En un organismo internacional, por ejemplo, un diplomá tico deberá estar en capacidad de poder
virar la corriente de opinió n si ésta se contrapone a los intereses de su país. Dicha misió n, no se lograría
sin el conocimiento y preparació n adecuados.

En el Perú , el Embajador Alberto Ulloa reflejó el interés peruano por la profesionalizació n de la


Diplomacia cuando, en 1955, en su discurso de inauguració n de la Academia Diplomá tica, mencionó
que en nuestro país, la Diplomacia volvía “a su lejano y alto punto de partida: el estudio de los intereses
pú blicos, nacionales e internacionales, porque la interdependencia de la vida actual coloca, lenta o
sú bitamente, los intereses nacionales en el campo internacional.”

Es así que, como toda profesió n que fija está ndares para su ejercicio, el diplomá tico deberá ser diestro
en el manejo de diversas disciplinas como las Ciencias Sociales, la Ciencia Política, el Derecho y la
Economía, con especial énfasis en los nuevos registros de la Diplomacia contemporá nea, toda vez que
los temas clá sicos como la demarcació n de fronteras está n, en su gran mayoría, resueltos. Deberá estar
capacitado en temas comerciales, medioambientales, de derechos humanos y consulares, por ejemplo.
Sobre el ú ltimo punto, se deberá combinar los conocimientos adquiridos en el aprendizaje de la
profesió n con cualidades relacionadas a la inteligencia emocional, pues hoy por hoy –en el caso del
Perú - al estar, el 60% de los funcionarios destacados a misiones consulares, es de suma importancia
que el diplomá tico sepa mantener una adecuada interrelació n con su comunidad en el exterior por ser,
entre otros aspectos, esta actividad el rostro social de su Cancillería.

Sobre ese desempeñ o, señ ala Roger Feltham que existen seis “habilidades funcionales” que todo
diplomá tico debe poseer: Habilidad en la negociació n; habilidad en observar, analizar e informar;
habilidad en representar; habilidad en la administració n de una misió n; habilidad en comunicació n y
en la Diplomacia Pú blica; y habilidad para entender otras culturas (“cross cultural skills”).

En conclusió n como adicionalmente, refirió el embajador Alberto Ulloa en 1955, “la Diplomacia, que
nació del estudio para satisfacer las conveniencias de los príncipes, vuelve al estudio para satisfacer las
conveniencias y las necesidades de los estados y del ser humano, cuyo servicio ha sustituido al de los
primeros en la vida de relació n.”. Como se denota, el estudio va inexorablemente de la mano de la
carrera del funcionario diplomá tico-servidor pú blico.

Vanessa Bohórquez C.
Reflexió n realizada para el curso Diplomacia a cargo del Embajador Luis Chá vez Basagoitia
Academia Diplomá tica del Perú . Abril 2011

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