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LA TRASCENDENCIA DE PESTALOZZI COMO CONTINUADOR DE LA OBRA DE

ROUSSEAU

La obra pedagógica de Pestalozzi es, sin duda alguna, una de las más grandes empresas sociales de su
tiempo. Pretender la readaptación social de los niños indigentes mediante el trabajo es un propósito vigente
en nuestros días. Asimismo, refleja el espíritu de una época: revoluciones, quemas civiles, diferenciación de
valores, exaltación de la libertad humana.

A manera de primer encuentro con Pestalozzi señalamos algunos puntos que consideramos importantes
para comprender su práctica pedagógica: la intuición, el uso e importancia de los sentidos y el papel de los
sentimientos en el proceso educativo.

Las ideas se desarrolan a través de tres ejes: Educación, Docencia y Escuela. No se establecen apartados
específicos, se pretende construir un discurso fluido, en donde los tres ejes están insertos en el contenido
de lo que se discute.

Lleva a la práctica las ideas de Rousseau sobre la naturaleza del hombre y la educación:

"La naturaleza instruye mejor que el hombre, de aquí que la mejor educación sea aquella que se limita a
seguir el curso de la naturaleza".4

Es claro que en este pasaje, concibe al profesor sólo como una circunstancia propiciadora de ayuda. Como
circunstancia debe dejar libre el curso de la "naturaleza humana" y el curso de "la naturaleza como tal". A
esta idea coexiste un innatismo sobre los procesos cognoscitivos, "porque en definitiva, la educación no es
sino el desarrollo de las facultades que en el niño están en germen". 5

La educación sólo es un auxiliar, un apoyo para el curso predeterminado de la naturaleza humana. Se


resalta un psicologismo con raíz biológica, todo niño tiene todo para ser desarrollado por él mismo la teoría
del homúnculo se plasma ya no en todo el ser, sino en sus facultades intelectuales. Sin saberlo, establece la
continuidad del problema herencia vs. medio.

Su concepción de educación da la impresión, a veces, de no ser compatible con su idea de la escuela. Si la


educación sólo tiene que respetar el curso de la naturaleza, ?qué papel desempeña la escuela? Ante una
sociedad envuelta en contradicciones sociales y ético-religiosas, la naturaleza del hombre no cuenta con el
apoyo que le dé un curso óptimo a lo que tiene en germen. Ante un medio árido y hostil no se desarrollan
las semillas. La escuela es el espacio creado ex profeso, (como los invernaderos) en donde tales semillas
habrán de germinar y desarrollar su peculiar naturaleza. En este punto Pestalozzi corrige a Rousseau, en
lugar de aislar al niño y establecer un individualismo que evite las contradicciones sociales y ético-religiosas,
se propone un modelo de microsociedad en donde las responsabilidades y las normas de cooperación son
condiciones necesarias para que el curso natural de las facultades en germen del niño florezcan. El aspecto
de microsociedad de la escuela no desplaza la concepción innatista y trascendente de Pestalozzi.

La educación es:

"(...) el designio de conformarse con la naturaleza para desarrollar y cultivar las disposiciones y las
facultades de la raza humana: corazón, espíritu y mano (...) se desarrolla según leyes eternas inmutables; y
su florecimiento sólo es conforme a la naturaleza en la medida en que armoniza con esas leyes eternas de
nuestra naturaleza misma".6

También se refiere a tales disposiciones y facultades como "Fuerzas". Partiendo de una tradición agustina,
identifica las fuerzas del corazón, de la mente y de la mano. El carácter central de la acción del niño ?su
naturaleza? práctico.7 Este triunvitaro es lo que distingue al hombre de otros seres, es lo esencialmente
humano. La educación elemental debe considerar estos tres aspectos de la naturaleza del hombre.
"Es una verdad incontrovertible que lo realmente educativo y formativo está únicamente en lo que alcanza al
conjunto de fuerzas de la naturaleza del hombre, esto es, corazón, espíritu y mano". 8

La educación de una sola de estas fuerzas no es, en sentido estricto para Pestalozzi, educación. La unidad
de las tres es condición básica en todo acto que pretende ser educativo. Esta unión global del niño (del ser
humano en general) no es algo que Pestalozzi innovara, ya Comenio había planteado tal situación en su
Didáctica magna. Sin embargo, es él quien ejerce un notable esfuerzo por mostrar en la práctica educativa
la forma de hacer palpable tal unidad.

Asimismo, formula la advertencia que cada una de estas fuerzas tienen leyes que rigen su desarrollo
natural; las leyes de cada una de ellas son distintas entre sí. Este planteamiento es avanzado para el tiempo
en el que es formulado, pues plantea el problema de la génesis de tales fuerzas, y el de las leyes que la
rigen, aunque concibe un origen trascendente de tales leyes. Trascendente en dos sentidos: como
expresión de la creación de Dios, y como expresión de lo innato en cuanto carácter inmutable y universal.

Tales leyes tienen un triple origen:

- La naturaleza misma de nuestro espíritu

- La materialidad de nuestra naturaleza

- Las relaciones de nuestra condición exterior con nuestra facultad de conocer. 9

Esta tríada genera principios que, al decir de Pestalozzi, deben ser reconocidos como fundamentos de tales
leyes. Algunos de estos son:

a) Los sentidos no son medios confiables de adquisición de noción exactas, es decir, numérica.

b) Los sentidos son fuente de error, no presenta la sustancia de las cosas y fenómenos.

Resalta la importancia de la memoria como condición necesaria del funcionamiento de la intuición:

"A cada intuición, profundamente impresa y hecha inolvidable en el espíritu, se encadena con gran facilidad
y casi sin darnos cuenta, toda una serie de intuiciones, de nociones accesorias más o menos semejantes". 10

Asimismo, se aprecia que existe una idea ?ingenua? sobre el asociacionismo, tal como se gesta en las
filosofías empiristas francesa e inglesa contemporáneas a Pestalozzi.

Es ingenua esta idea, en el sentido de que se supone que las ideas (nociones) se establecen en la
cognición humana de manera libre que no es capaz el ser humano de darse cuenta de ellas. Es la
espontaneidad en su aspecto extremo.

Sólo las impresiones derivadas de la esencia de los objetos son capaces de proporcionar "la verdad" de tal
objeto, ?cómo se establecen tales impresiones si los sentidos son fuente de error? La única vía posible es
recurrir a la intuición, pero ésta no puede ser derivada más de la filosofía de Kant. Se retoma, de alguna
manera, la compleja teoría del conocimiento elaborada por Kant. Pero también, son retomadas, como ya se
apuntó, las ideas de Rousseau. Para éste, las experiencias no son el aprendizaje, simplemente hacen
posible el funcionamiento de las potencialidades internas. "El verdadero conocimiento no deriva, para
Rousseau, de las sensaciones, sino de las manipulaciones intelectuales". 11

Cuando Pestalozzi plantea, (al igual que Comenio) que en la enseñanza se deben mostrar primero las
cosas antes que las palabras sobre ellas, no apela al empirismo como pudiera suponerse, sino que tales
cosas deben impresionar con su esencia, al niño, captada por su intuición. Esta es la manipulación
intelectual de tales esencias. Así el aprendizaje es resultado de la intuición.

Esto no quiere decir que los sentidos son anulados: son medios que posibilitan el trabajo de la intuición.
Ésta opera a través de ellos: "mientras mayor número de sentidos empleados en la investigación de la
naturaleza o de las cualidades de un objeto tanto más exacto es el conocimiento que adquirimos de ese
objeto".12
Este esfuerzo por conciliar lo derivado de los sentidos con los procesos cognitivos recuerda la pretensión de
Kant de desarrollar una filosofía analítica. Superar el empirismo y la metafísica alemana es un propósito que
hace suyo y señala que: "Desde la edad de veinte años estoy completamente reñido con la filosofía pura". 13
Por filosofía pura se entiende a la metafísica.

Al aplicar los sentidos al objeto, las sensaciones son organizadas por la intuición, al conocimiento de los tres
componentes esenciales de los objetos: la forma geométrica, el número y la palabra.

Para llegar a conocer tales componentes la enseñanza debe ser ordenada y sistemática, es decir, el
profesor planea cuidadosamente qué cosas debe conocer el niño y cómo conocerlas. Pero tal planeación es
generada a través de ejercicios de observación sobre las cosas.

"De una manera general, Pestalozzi estaba afectado por un cierto formalismo sistemático que se señalaba
en sus horarios, en la clasificación de las materias a enseñar, en sus ejercicios de gimnasia intelectual, en
su manía por las demostraciones".14

Se cae una vez más, en una especie de cultura formal. Cuando el niño se acerca a las plantas, los árboles
no es por su propia iniciativa sino según la elección previa hecha por el profesor.

Si exagera la participación del profesor en la elección de los objetos que el niño va a conocer se anula la
curiosidad de éste. Pero si la planeación mantiene la flexibilidad necesaria entre la curiosidad del niño y lo
planeado por el profesor se está evitando dos cosas: el libre albedrío del niño (espontaneísmo extremo) y la
imposición del punto de vista del profesor.

Conocer los principios de funcionamiento de los objetos por parte del profesor antes de enseñarlos a los
niños es de suma importancia. Bruner afirma que se necesitan conocer las leyes, principios y conceptos de
cualquier materia antes de enseñarla. En este sentido, el que Pestalozzi se avoque por encontrar un método
sencillo y fácil de enseñanza que condujera al niño a descubrir la forma, el número y la enunciación verbal
de los objetos es un punto que refleja su pretensión por librarse de la concepción Roussoneana del
espontaneísmo absoluto.

Sin embargo, la pretensión de ejercitar al niño en los principios de la observación tiende a producir la
mecanización de la actividad.

"De ahí surgirán estas famosas lecciones de las cuales los niños observan y aprenden las cualidades y
relaciones espaciales y numéricas de los objetos, al igual que el vocabulario adecuado para expresar estas
cualidades y estos objetos".15

El sensualismo de Pestalozzi genera la pretensión de obtener el conocimiento a través de elementos


sensoriales aislados más que por asociación y combinación con otros elementos. Partir del elemento más
simple al más complejo se postula como máxima de la enseñanza. Por ejemplo, en la enseñanza de la
escritura se partirá primero de rayas y trazos (elementos simples), después de los rasgos distintivos de los
trazos, hasta llegar a las letras (elementos complejos), "estas se combinarán entonces en grupos diversos,
cada vez, más extendidos, para llegar a las palabras y después a las bases. Los ba, be, bi, bo,bu se deben
a Pestalozzi".16

Esto que hoy parece ser algo mecánico y poco activo es, sin duda, un logro pedagógico de relevancia en el
tiempo histórico de Pestalozzi. El entablar el criterio de la planeación pedagógica, de la evolución de los
conocimientos según ciertos principios resulta ser un avance de suma importancia ante la escolástica
educativa imperante en el medio social de principios del siglo XIX.

Afirmar que los principios de la enseñanza deben deducirse del proceso natural del desarrollo intelectual del
niño es un paso de enormes proporciones pedagógicas, (si bien ya Comenio lo ha formulado, Pestalozzi, lo
concretiza a través de sus métodos de enseñanza). Aunque es discutible lo que Pestalozzi pretende
significar con la expresión, por otro, parece implicar que el trabajo cooperativo, es decir, la microsociedad de
la escuela, es lo propiamente natural del niño. En este sentido, la relación madre-hijo, profesor-alumno es la
más elemental e imperante relación social. Si es considerado esto así, Pestalozzi se aleja de Rousseau en
cuanto a la consideración de las relaciones interpersonales como elemento formativo. Tal elemento se gesta
como "una fuerza moral" que impulsa al niño a interesarse por el mundo que le rodea. Sin embargo, queda
sin resolverse el papel de la intuición en el conocimiento, esto implica que, por un lado la fuerza moral
permite el conocimiento de lo social, mientras que la intuición permite el conocimiento de los objetos.

La postulación de tal "fuerza moral" es sin lugar a dudas de un valor pedagógico indudable. El profesor debe
organizar y ejercer la enseñanza partiendo de este principio: "no hay aprendizaje que valga nada si
discrimina o roba la alegría" (...) hacer surgir la calma y la felicidad de la obediencia y del orden, de ahí la
verdadera educación a la vida social". 17

Pestalozzi promueve una educación de alto contenido afectivo y moral. Una educación integral y armónica
con la naturaleza del niño sólo se puede conseguir a través de un sólido trabajo ético-religioso, llevado a
cabo tanto por el profesor como por la madre. La educación intelectual no es posible consolidarla si antes no
han sido educados los sentimientos, afirma:

"El niño antes de pensar y actuar, ama y cree (...) El pensamiento y la acción no se organizan sino sobre la
base de una seguridad emotiva ya conseguida, de una cierta solidez en las relaciones afectivas". 18

La educación pensada de esta manera se adelanta un siglo a las manifestaciones del psicoanálisis y de la
psicología infantil con respecto al papel de los sentimientos en el proceso enseñanza-aprendizaje.

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