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Rico
Posted by Mario R. Cancel en 5 marzo 2009
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Durante las primeras décadas del siglo 20, las autoridades estdounidenses afirmaron el control
sobre la vida social y económica de Puerto Rico de una diversidad de maneras. La solución que
impusieron a la huelga legislativa de 1909, es un buen ejemplo de ello. La revisión unilateral de
las relaciones económicas entre ambos países, fue otra manera de demostrar quién era el poder
soberano en Puerto Rico y hasta dónde podía llegar el Congreso en el ejercicio de su soberanía.
Roosevelt y Wilson creían que la libre competencia entre pares era una garantía para la libertad
soñada por los liberales. Su confianza en que las “fuerzas del mercado” regularían naturalmente
las desigualdades era clara. Su fe en una democracia igualitaria administrada por el mercado se
asemeja a los sueños neoliberales de fines del siglo 20.
El efecto sobre Puerto Rico fue enorme. Las políticas protecciones sobre la caña de azúcar y sus
derivados, que eran el nervio de la economía colonial, corrían peligro. La Ley Underwood, en
nombre de un mercado libre justo, abolía la protección que disfrutaba esa industria en Estados
Unidos y ponía a la industria en igualdad de condiciones que la del café. Los productores de
Puerto rico tendrían que competir con la producción de países extranjeros en igualdad de
condiciones: una parte del tutelaje económico estaba en peligro.
Los efectos del anuncio de la situación en el país fueron inmediatos. La contracción de crédito
industrial a los azucareros fue inmediata y el flujo del comercio de azúcar se redujo. Bajo las
nuevas condiciones, representaba un riesgo adelantar dinero a la industria porque su capacidad
de repago quedaba presumiblemente limitada.
La aplicación de la Ley Underwood en Puerto rico fue criticada por la Federación Libre de
Trabajadores y el Partido Obrero Socialista en nombre de los trabajadores que podrían perder
su empleo bajo las nuevas reglas de mercado. Pero también fue cuestionada por el Partido Unión
de Puerto Rico a través de la Cámara de Delegados por medio de su Speaker José De Diego,
conocido abogado ligado a los grandes intereses azucareros.
La situación demuestra que Estados Unidos tomaba decisiones que afectaban a Puerto Rico sobre
la base de su beneficio: la opinión de los puertorriqueños era secundaria. La lógica de una
relación desigual así lo imponía. Pero de todo esto se deriva que los sectores de opinión en
Puerto Rico habían comenzado a ver como ventajas de mercado la situación de tutelaje
económico americano en el país. El proteccionismo sobre el azúcar, que favorecía a los
capitalistas del norte, era una ventaja que no se debía echar a perder. La opinión mejor articulada
fue la del Partido de la Independencia, pero su impacto en la opinión pública fue muy poco o
ninguno.
Cuando en el año 1914 inició la Gran Guerra, la situación empeoró. El mercado europeo se cerró
para el mundo y la inflación se generalizó dado el aumento generalizado en los precios de los
artículos de primera necesidad. En la isla, la actividad sindical se multiplicó y en 1915 hubo una
enorme huelga cañera. Las acciones más radicales del conflicto se desarrollaron al este en los
territorios de Fajardo y Vieques. La propaganda a favor de la independencia y el activismo
socialista, aumentaron. La confianza en estados Unidos se redujo hasta el punto de que el
unionismo eliminó de su programa la estadidad como alternativa.