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Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

Ediciones La Memoria
Director: Víctor Casaus
Coordinadora: María Santucho
Editora-Jefa: Vivian Núñez

Edición y emplane: Yoel Manuel L. Vázquez


Diseño de cubierta: Katia Hernández

© Suyín Morales Alemañy, 2008


© Sobre la presente edición:
Ediciones La Memoria
Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2008

ISBN: 978-959-7135-66-1

Ediciones La Memoria
Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau
Calle de la Muralla No. 63, La Habana Vieja,
Ciudad de La Habana, Cuba
centropablo@cubarte.cult.cu
www.centropablo.cult.cu
Premiar la poesía

La convocatoria al Premio de Ensayo Noel Nicola, lanzada por el Centro Cultural Pablo de la
Torriente Brau a principios del año 2007, es el antecedente inmediato de este libro que ahora
publicamos. Aquella acción cultural fue realizada por sus promotores —el Centro Pablo, los
estudios Ojalá y el portal latinoamericano Trovacub— «con el objetivo de promover la
aparición y difusión de textos de pensamiento y análisis sobre la trova cubana, desde sus
orígenes a los más recientes ex-ponentes de esta rica, viva y cambiante expresión de nuestra
creatividad artística».
El Premio se propuso, al mismo tiempo, rendir homenaje a la vida y la obra de Noel Nicola,
«uno de los principales iniciadores de la Nueva Trova, que dedicó también su inteligencia y su
agudeza crítica al estudio de la canción cubana, apoyando así el desarrollo de las
manifestaciones más recientes de este género expresadas en las obras de los trovadores y las
trovadoras de nuestros días».
Los resultados globales de esta convocatoria reafirmaron nuestra certeza sobre la necesidad de
incentivar, por esta y otras vías, el ejercicio del estudio y el debate sobre temas de la cultura
cubana que debiera animar las gestiones de diversas instituciones y las estrategias personales de
muchos actores en las esferas del pensamiento y la creación artística. Por una parte concursaron
obras que se proponen la documentación y el estudio de distintos momentos de lo que hoy
llamamos Nueva Trova Cubana, arriesgando propuestas que incluyen el análisis de esos y otros
términos que se utilizan desde hace más de tres décadas para designar esa cambiante zona de
nuestra creación musical y poética.
Esas propuestas también han servido para llamar(nos) la atención sobre la necesidad de
continuar investigando y discutiendo acerca de estos temas a partir de la incorporación de esas
nuevas miradas, con el propósito de buscar (y, si es posible, encontrar) a través del debate
profundo, desprejuiciado y abierto, nuevas verdades para nuestras preguntas, en ese reflujo in-
cesante que el pensamiento genuinamente revolucionario (es decir, vivo y comprometido) debe
alentar constantemente.
La nueva colección A guitarra limpia, de Ediciones La Memoria, se propone llevar a debate
esas ideas incluidas en algunos de los libros mencionados en el concurso y las que surjan en el
Coloquio que el Centro Pablo se dispone a realizar, dentro de las actividades por el décimo
aniversario del espacio construido con el aporte de los trovadores y las trovadoras de todas las
generaciones y tendencias de la Nueva Trova Cubana.
El jurado del Premio de Ensayo Noel Nicola —integrado por el cantautor Alberto Faya, el
escritor y crítico Germán Piniella y el que ahora escribe estas líneas— tuvo la oportunidad de
«comprobar la seriedad y el amor con que los concursantes se han acercado al análisis de muy
diversos aspectos de esa fundamental manifestación artística nuestra», y sugirió a los
organizadores del evento que se repita su convocatoria periódicamente y que se difundan las
propuestas incluidas en algunos libros para incentivar la reflexión y el debate sobre esos temas.
Al mismo tiempo el jurado decidió, por unanimidad, conceder el Premio al texto que ahora
publicamos bajo el título de Silvio poeta, de la joven investigadora Suyín Morales, a partir de
estos valores relevantes que aparecen señalados en el Acta de premiación:

Por la precisión con que caracteriza la diversidad temática de la literatura en las canciones
de Silvio Rodríguez.
Por la acertada manera con que identifica los vínculos de la obra de un artista con la
sociedad en la que se desarrolla.
Por la sencillez y el rigor intelectual de sus análisis que contribuyen a esa claridad de ideas
imprescindible en un ensayo literario.
Resulta, sin dudas, alentador que este Premio se otorgue a un libro que analiza y comenta una
de las facetas más importantes en la obra de Silvio: su relación con (o mejor aún, su pertenencia
a) los vastos e inquietantes territorios de la poesía, y que su autora sea una joven investigadora
con la capacidad necesaria para proponernos, desde la identificación y el rigor profesional, esos
acercamientos iniciales —que podrán ser enriquecidos en el futuro por otras visiones, pero que
tienen la virtud indiscutible de abrir caminos, proponer mi-radas e iluminar contenidos con las
herramientas de la búsqueda acuciosa y el análisis puntual.
Estoy seguro de que este libro será una importante contribución inicial al estudio de esa faceta
del universo creativo de Silvio, por demás ancho y no precisamente ajeno, su poesía: la poesía
que lo ha acompañado de diversas formas, con disímiles ropajes, en momentos intensos,
críticos, de su vida y de su obra. Y con la que ha tenido una relación recíproca y pro-funda,
dramática o gozosa según los casos, siempre signada por la autenticidad y el (re)conocimiento
mutuo.
A partir de las incitaciones que hace este volumen, podremos acercarnos a otros temas
adyacentes, como la influencia de la poesía (de otros poetas) en la obra y la vida de Silvio. Para
ello valen de manera especial, por supuesto, las palabras del trovador, rastreadas por la autora,
como estas que provienen de la encuesta rápida incluida en el libro Que levante la mano la
guitarra, en la que cabalgan, por derecho propio, estos tres jinetes de la imaginación y la
palabra: Martí, Vallejo y Que-vedo, de los que Silvio se confiesa deudor apasionado.
He valorado (y disfrutado) de manera especial el acercamiento que hace este texto al universo
vallejiano, en relación con la obra del trovador (y viceversa). Cuesta poco o nada comprender
que el disfrute proviene de una identificación compartida con el cholo magnífico y la magnífica
densidad humana de su poesía que se hizo universal a partir de los valores que la inspiraron, el
lenguaje con que se (re)creó y los avatares conmovedores de la vida del autor que la escribió.
Por ello somos capaces de sentir de manera especial esa resonancia admirable cuando leemos
(escuchamos) en la canción Emilia: «Qué horriblemente hermoso era aquel tiempo» o cuando
nos habla el trovador acerca de aquellos «días distintos a los días» en sus Proposiciones. Lo que
descubro y siento personalmente en estas constataciones, en estos encuentros coincidentes que
he ido viendo aparecer y crecer a lo largo de los años, es parte, por supuesto, de una
identificación mayor que el propio Silvio ha confesado más de una vez: la que se estableció, a
través de búsquedas, hallazgos y riesgos comunes, entre el trovador y los poetas de su
«soñadora, contradictoria y entrañable generación» reunidos bajo la bandera memorable —
audaz, imperfecta— de aquella primera etapa de El Caimán Barbudo.
Al seguir el rastro creador de Silvio poeta, este libro recorre algunos de los universos
temáticos de su obra, incluidos los que tienen que ver con un valor que necesitamos rescatar,
potenciar, socializar (aquí y en otros rincones del mundo): la ética puesta al servicio de la
justicia, la solidaridad y la búsqueda de la verdad. En ese sentido, sus canciones (su poética) han
hablado diáfana, valientemente a lo largo del tiempo. Ahí están, para constatarlo, su declaración
de principios («Con el oportunismo tengo un duelo,/con las cabezas como el hierro viejo») o su
ironía eficaz a la hora de confesar esta deuda (interna) en su canción Testamento: «Le debo una
canción al oportuno,/al oportuno mutilador de cuanta ala».
Esa visión crítica alcanzó en su poética diversos niveles de la realidad, y rehuyó siempre la
anécdota banalizadora, el chisme de las capillas (ardientes o no), para elevarse hacia una pro-
puesta muchas veces sorprendente: primero, por su temprana madurez y después, por la
sistemática y fiel consecuencia de sus dichos y de sus actos. Este libro también podrá transmitir,
a quienes busquen en él, esa admirable consecuencia del poeta Silvio Rodríguez, para quien el
compromiso intelectual no ha residido en la fácil y sospechosa disposición para emitir una
oportuna declaración en el mejor estilo cederista una vez al año y publicarla después en el
periódico adecuado, sino en la capacidad diáfana, lúcida y valiente de pensar con cabeza propia
y expresar sus criterios y defenderlos. En la poesía y en la vida.
Por todas esas cosas y algunas más, esta colección editorial A guitarra limpia se inició con un
libro que testimonia y analiza la obra del trovador y se continúa con este libro ganador del
Premio de Ensayo dedicado a Noel que compartió con nosotros, en su momento, aquella
dedicatoria entregada a Silvio en un patio de la Calle de la Muralla:

A Silvio Rodríguez, expedicionario del amor, por tus canciones y tus ideas (que
compartimos); por tu persistencia y tu coraje en las buenas y en las malas (como debe ser):
juntos levantaremos siempre la guitarra.

En eso estamos, también, al publicar este libro sobre Silvio poeta.

VÍCTOR CASAUS

Silvio poeta

En marzo de 1979, durante su segunda visita a París, Silvio estuvo en el cementerio de


Montparnasse para cumplir con el viejo sueño de una tropa de jóvenes, que bajo el influjo de la
lectura compartida de César Vallejo, se habían prometido algunos años atrás, medio en broma
pero seguramente sintiéndolo como un pacto ineludible y justo, que aquel de ellos que lograra
llegar a la Ciudad de la Luz visitaría la tumba del gran poeta peruano. El hecho de haber sido el
primero, convocó al cantautor cubano al homenaje en nombre de todos, y unos meses después,
en su número de enero de 1980, la revista Revolución y Cultura incluyó un artículo1 en el que
Silvio contaba sobre esta historia colectiva, comenzando por el principio, cuando, una noche de
finales de la década del 60, en que se juntaba como casi siempre con un grupo de amigos en las
mesitas al aire libre de la heladería Coppelia de La Habana, llegó Vallejo y se sentó entre ellos
cansado y son-riente. A través de la anécdota y el lenguaje figurado, que me recuerda el modo
en que, contrario a lo que dictaría la lógica, protagoniza el escritor universal el verso Vallejo así
nos des-cubrió, de la canción Emilia, Silvio dejaba aclarada la presencia constante del autor de
Los heraldos negros, Trilce y Poemas humanos, en la vida y obra de sus contemporáneos. Casi
cuarenta años después, gracias a la inventiva, el cantor de la guerra española se sienta,
literalmente, junto a esos jóvenes en la instantánea que ilustra la cubierta del doble CD Érase
que se era. Ahí aparece junto a Silvio y, según el pie de foto, otros poetas.

1
Silvio Rodríguez: Cumplir con Vallejo. En: Revolución y Cultura. La Habana (89), enero de 1980. (En las demás referencias se
consignará solo la página. Buscar la bibliografía para los demás datos.)

Puedo reconocer entre ellos a Guillermo Rodríguez Rivera, Luis Rogelio (Wichy) Nogueras,
Víctor Casaus, Antonio Conte y Raúl Rivero, integrantes de la generación de El Caimán
Barbudo con los que Silvio compartiera aquellas memorables tertulias. El reencuentro
maravilloso que posibilita la imagen me dice que este disco está amparado por la Poesía y por la
figura de César Vallejo, quien sigue siendo la voz tutelar anunciada por Roberto Fernández
Retamar para la corriente coloquialista que se apodera del escenario literario en la década del 50
y a la que los jóvenes poetas de la Revolución se adscriben. Luego de volver sobre la canción
que le da título, confirmo de todas formas mi certeza, porque Érase que se era2 (1969) me
parece un homenaje a aquellas citas nocturnas: Éramos una vez un grupo de nueve o diez/que
coincidían cada noche:/una suerte de sueños que hacían cuadrilla,/unos buenos muchachos
riendo juntos. Se trata de una narración a través de la cual el hablante del poema reconstruye
una época pasada: Yo no sé si fue el tiempo que lo vuela todo,/o si fuimos nosotros detonando el
tiempo,/pero nos fragmentamos como una granada, que los versos hacen sentir remota, heroica
e irrepetible, y que deriva en la reflexión sobre la supervivencia de lo vivido en la memoria y el
significado que puede tener para sus protagonistas sobre todo si, como en este caso, la
experiencia compartida, generacional, ha sido intensa: Era imposible pasar un sólo día sin
morir,/sin gritar, sin reír, sin comprender, sin amar./Qué desastre de gente que no podía estar
en paz.

2
Fue compuesta el 24 de noviembre de 1969 y fue la número 29 en el Playa Girón. Habíamos pasado dos meses en alta mar y por
primera vez divisábamos no tierra pero sí las arenas del entonces Sahara Español, hoy República Saharaui. Las bodegas del barco
rebosaban, llevábamos días esperando por el buque madre Océano Índico, para descargarle el resultado de nuestra primera
campaña y después continuar. El tiempo y la distancia empezaban a cocinar un caldo de tensiones. Un marinero había tenido que
ser reducido por sus compañeros, que se defendían de sus amagos con un enorme cuchillo de cocina. No era el único loco a bordo,
entre los reales y ficticios. Por mi parte llevaba algunos días sin poder conciliar el sueño y el sanitario me dio fenobarbital con
belladona. Así que ese día lo pasé soñando y no me acerqué al diario. Al día siguiente no recordaba nada, pero Érase que se era ya
estaba escrita y registrada en cinta. Silvio Rodríguez, Disco Érase que se era.

Con los integrantes de El Caimán Barbudo, Silvio comparte, en 1967, dos recitales de poesía
que se organizan en el teatro del Museo de Bellas Artes y en la Biblioteca Nacional. Al año
siguiente se produce otro recital, en la Casa de las Américas, y ya esta vez Silvio aparece junto a
dos de los futuros integrantes del Movimiento de la Nueva Trova: Pablo Milanés y Noel Nicola.
De esta manera, podría decir providencial, estaba participando de dos procesos artísticos que
han sido certeramente clasificados como simultáneos y cómplices; se encontraba tan cerca de la
poesía, como de la música, pero en realidad más cerca de la primera, porque, según él mismo ha
dicho,3 su irrupción sistematizada y consciente en la problemática de la canción,
fundamentalmente en la música, se produciría tiempo después, cuando forma parte, en 1969, del
Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC; mientras tanto, y a pesar de no pertenecer de
manera oficial al grupo poético, sí había sido acogido en este círculo de escritores e intelectuales
como uno más y de los buenos, y es que, aunque tenía la guitarra, había demostrado pronto,
según admiten quienes lo conocían desde entonces,4 que no necesitaba de los tex-tos de nadie,
que era un poeta más, sólo que también músico, como los antiguos y errantes trovadores.
Afirmar que Silvio es un poeta no resulta, pues, particularmente revelador. Del Silvio poeta es
que vamos a hablar en estas páginas, escriben Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus en el
prólogo a la antología Silvio: que levante la mano la guitarra, un libro con el que sus autores
inauguran aproximaciones literarias5 a la canción de Silvio, que en su caso se producen de un
«modo natural», por la amistad entrañable que los une, el reconocimiento del valor literario de
sus textos y el hecho de considerarlo un poeta más de su generación; en esencia, el compromiso
social y la experiencia vital y creadora compartida, que hacen posible integrar a Silvio dentro de
la lírica colectiva de El Caimán Barbudo, para abordar su canción desde esa condición poética,
primigenia en el género trovadoresco, que en el cantautor se manifiesta desde el inicio de su
carrera.

3
Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus: Silvio: que levante la mano la guitarra, p. 34.
4
Guillermo Rodríguez Rivera: Poesía y canción en Cuba. En Ensayos voluntarios, p. 160.
5
El cancionero de Silvio ha sido objeto de estudios literarios que se han propuesto como objetivo hallar en él resonancias martianas,
influencias de Vallejo e incluso vínculos con la poética de Rubén Darío. Un ejemplo es precisamente el artículo de Inés Izquierdo
Millar titulado Ecos modernistas en Silvio Rodríguez, publicado en la revista elec-trónica Espéculo, no. 22, de la Universidad
Complutense de Madrid, España. http://www.ucm.es/info/especulo/.
Estos jóvenes poetas que se agrupan alrededor de la revista se adscriben, como ya antes
enuncié, a la corriente coloquialista con una visión contextualizada del arte, en particular de la
expresión poética. En el manifiesto Nos pronunciamos, que sale en el primer número de la
publicación, dan a conocer sus postulados éticos y estéticos, entre los que se encuentran el
compromiso con la Revolución, la función testimonial de la poesía, su amplitud temática y
formal, y la creencia en las posibilidades poéticas de la canción. De una manera igual-mente
consciente, la obra de los nuevos cantautores resulta rigurosamente literaria y revolucionaria.
Sucede que la joven poesía y la nueva canción se están sumando a una respuesta generacional
mucho más abarcadora que cualquier movimiento artístico. Es por eso que cuando a Silvio le
preguntan cuáles cree que sean los vínculos humanos, artísticos e ideo-lógicos entre la Nueva
Trova y la Nueva Poesía Cubana,6 evade la referencia directa a ambos grupos para hacer un
recuento de las vivencias compartidas por toda una generación que siendo muy joven, casi niña
a veces, participa de la epopeya revolucionaria y de la cual surgirán los poetas y trovadores,
pero también los constructores, los fundidores, los soldados. Lo que recuerda e intenta explicar
a través de la anécdota es el modo en que la juventud cubana asume una responsabilidad ética
dentro de la circunstancia histórica que le toca vivir, expresa una voluntad de cambio. Voluntad
de hacer amanecer, escribe el trovador en la canción Domingo Rojo (1982).
Así como Guillermo Rodríguez Rivera afirma en 1978, desde su condición de poeta de la
generación de El Caimán Barbudo y estudioso de la literatura, que la joven poesía de Cuba es
obra de la Revolución,7 el Silvio trovador sentencia8 desde una perspectiva coincidente que la
Nueva Trova es formal y técnicamente un producto de los años que vivimos. Si en el manifiesto
Nos pronunciamos esta vanguardia poética expresa: Con la Revolución nos hemos formado —
nos estamos formando—, sin ella no podríamos explicarnos; Silvio, de manera particular,
asevera:9 sin la Revolución no sería lo que soy, ni pensaría como pienso.
Poetas y trovadores se emparentan, pues, en la búsqueda de una expresión acorde con las
exigencias del momento. Comparten, en primer lugar, el valor testimonial que define a la poesía
coloquialista, el reflejo de las circunstancias históricas, aún cuando se trate de abordar asuntos
de naturaleza íntima, el acercamiento a la inmediatez para hallar lo poético de lo que ocurre e
incluso de cómo ocurre, según caracteriza Virgilio López Lemus10 esta tendencia literaria,
además de la manera en que conciben enfocar ese reflejo, desde una perspectiva esencialmente
creadora, evitando la repetición de fórmulas pobres y gastadas, o, como explica Silvio, que se
encuentra en la misma cuerda estilística, trabajando contra las frases hechas, los caminos
trillados, las fórmulas obvias que sonaban a panfleto y no a literatura.11

6
Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus: Silvio: que levante la mano la guitarra, pp. 218-219.
7
Guillermo Rodríguez Rivera: Poesía y canción en Cuba. En Ensayos voluntarios, p. 101.
8
Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus: Silvio: que levante la mano la guitarra, p. 19.
9
Ibídem, p. 44.
10
Virgilio López Lemus: Palabras del trasfondo, p. 89.
11
Susurros en el camino, una respuesta de Silvio Rodríguez. Entre-vista. España.

Para la joven poesía de la Revolución —y este título no le es dado gratuitamente— ella


constituye el gran asunto del que derivan infinidad de temáticas: su defensa, la educación y el
cambio en la conciencia social, la ética revolucionaria y la nueva moral, la edificación del
socialismo, los trabajos voluntarios, los temas de naturaleza histórica, antiimperialismo,
solidaridad con otros países, planteo del servicio social de la literatura, la infancia, la muerte, la
propia poesía, la existencia humana, el amor, son algunos de los contenidos fundamentales
definidos. A partir de ellos, no resulta difícil hallar las primeras concordancias entre ambas
expresiones, la de la poesía escrita y la de la poseía cantada de Silvio Rodríguez.
En el conjunto de la obra del cantautor aparece esa serie de temas escritos a finales de la
década del 60 y los años 70, mencionemos La nueva escuela (1971), Voy a cantarle al porvenir
(1968), Cuando digo futuro (1969), Vamos a andar (1978), Los pasos de la guerra (´70), Al
final de este viaje en la vida (1970), donde encontramos expuesta una realidad en progreso,
radical en sus cambios, renovadora y dramática. Están también las canciones como Preludio de
Girón (1975), Oh, bienvenido seas octubre (1972), Domingo Rojo (1982) y Canción de la
Columna Juvenil del Centenario (1971), en las que tanto la defensa del país, como un trabajo
voluntario se convierten en episodio lírico. Y aquellas composiciones, La era está pariendo un
corazón (1968), Fusil contra Fusil (1968), Bajo el arco del sol, la lucha armada (1968),
Santiago de Chile (1973), Viet Nam (´60), Viet Nam, yo vivo (´60), Angola es una (1976),
dedicadas específica-mente a los principios fundamentales enarbolados por la ideología
revolucionaria como el internacionalismo, la solidaridad, el antiimperialismo.
En las canciones Acerca de los padres, Canción de invierno, La familia, la propiedad privada
y el amor, Qué se puede hacer con el amor, No vayas a cerrar los ojos, todas escritas en 1969,
quedan enfrentados tabúes, prejuicios y discriminaciones sexuales, la miga de lo que no se
acomoda a los nuevos tiempos. Pero también las canciones de amor y las canciones más
íntimas, aquellas que sabemos nacieron de un conflicto personal, aquellas que el propio Silvio
ha confesado, hizo para molestar,12 como es el caso de Debo partirme en dos (1969) o Resumen
de noticias (1970), testimonian una época, una realidad, un drama, por ejemplo, el de la
polémica alrededor del artista, del artista revolucionario. O sea, que aún cuando se trate de
contar una historia de amor, de recordar la infancia, de ser autobiográfico, o de definir una
poética, la obra es expresión del contexto y el ser social.
En Emilia (1969), una de las canciones preferidas de Silvio, De la ausencia y de ti (1969) y
Mariposas (1972) el entorno revolucionario emerge de las palabras empleadas, aún cuando no
existe una alusión directa a él, porque recordar a la amada como furibunda compañera, o hablar
de un tiempo horrible-mente hermoso, de madrugadas sin ir a dormir, o afirmar que las ideas
son balas hoy día, obviamente no es un modo de ex-presión gratuito; o sea, contienen el ánimo
de ese tiempo vehemente, fundacional, transformador.

12
Debo partirme en dos, por ejemplo, fue una canción hecha para joder, o Resumen de noticias, una canción muy desgarradora. Yo
estaba suspendido por la radio y la televisión, con toda la mitología de un niño malo detrás. Era algo que me dolía muchísimo, que
me laceraba realmente… Fue una época en que a cada paso surgía un conflicto y una contradicción. Eran tiempos duros que
empezaron a llevarme a una guerra sin cuartel, que me salpicó con alguna que otra paranoia y terminó haciéndome tocar la puerta
de un psiquiatra, porque realmente no entendía lo que me estaba pasando. La de los sesenta fue una década muy convulsiva.
Cuando uno es joven, tiene que mostrar lo que vale, el ojo del tigre. Uno tiene urgencia de compartir con el mundo las energías de
la juventud, y entonces lucha, dice, busca, discute y, por supuesto, encuentra resistencia. Y cuando esa resistencia se enturbia con
enredos y ataques, el ojo del tigre, inexorablemente, se multiplica. Entrevista publicada en el diario La Tercera, 22 de septiembre de
1996.

Cuando Silvio aborda la Revolución lo hace desde el punto de vista de su esencia


transformadora, la que emplea como alegoría del proceso histórico, que de esta manera no
necesita nombrar, es decir, la palabra Revolución aparece en algún que otro texto casi a manera
de excepción, como en Nunca he creído que alguien me odia (Siempre tendré un enemigo/con
el semblante arrugado/y más cansado que yo./El que al largo de su sombra/quiera cortar la
medida/de cada Revolución, 1972) o El necio (Dicen que me arrastrarán por sobre
rocas/cuando la Revolución se venga abajo, 1991), porque su visión la entrega mediante
procedimientos lingüísticos contrarios a la mención directa, manida y dotada muchas veces de
connotaciones triunfalistas que nada tienen que ver con el fin testimonial de su poesía. Los
conceptos de pasado, presente y futuro, por ejemplo, sirven a esta intención comunicativa de
mostrar una realidad en progreso, cambiante, renovadora.

Sé que el pasado me odia


y que no va a perdonarme
mi amor por el porvenir.

Mi asesino es el pasado
aunque con mano de hombre.
(Nunca he creído que alguien me odia)

Pero debo decir que me tocó nacer


en el pasado y que no volveré.
Es por eso que un día me vi en el presente,
con un pie allá donde vive la muerte
y otro pie suspendido en el aire,
buscando lugar,
reclamando tierra del futuro para descansar.

Yo no reniego de lo que me toca,
yo no me arrepiento pues no tengo culpa,
pero hubiera querido poderme jugar
toda la muerte allá, en el pasado,
o toda la vida en el porvenir que no puedo alcanzar.
(Oda a mi generación, 1972)

Voy a cantarle al porvenir:


voy a vivir
(Voy a cantarle al porvenir)
Vale la pena dejar de llorar
y hacer cita con el porvenir.
Vale la pena vivir
(Yo soy como soy, 1983)

La era está pariendo un corazón.


No puede más, se muere de dolor
y hay que acudir corriendo
pues se cae el porvenir
(La era está pariendo un corazón)

Si la poesía coloquialista, en sentido general, se caracteriza por la tendencia a reafirmarse en


sus creencias y a proyectarse positivamente hacia el futuro desde el presente, en el contexto de
la Revolución Cubana, en el que la relación del hombre con su circunstancia histórica se
replantea con un objetivo común y luminoso, encuentra motivos más certeros para su actitud
poética. En la obra de Silvio el futuro es la promesa cumplida, el mejoramiento humano, las
maravillas anunciadas en la canción Venga la esperanza (1989) y Variaciones sobre un tema
(1969). El pasado es el odio, la muerte, lo viejo y cuando el pasado logra coexistir con el
presente, se convierte en rezago: sé que el pasado me odia/y que no va a perdonarme/mi amor
por el porvenir, mi asesino es el pasado/aunque con mano de hombre. El presente se comporta
como ruptura con el pasado a la vez que proyectado hacia el futuro. Por eso en la canción La
nueva escuela, el sujeto lírico lo llama preludio de futuro y en la canción Al final de este viaje
en la vida: prehistoria que tendrá el futuro, anales remotos del hombre, pasado del cielo, y
finalmente Dios; comparación osada, que entraña muy claramente la idea de la creación, y
define una época abocada en la formación de una sociedad y un hombre nuevos.
La Canción de la Columna Juvenil del Centenario, escrita por encargo13 por Silvio y Pablo
para el documental homónimo, centra su contenido en la disposición al sacrificio de los jóvenes
que integraban este contingente para sumarse voluntariamente a la zafra azucarera del país.
Según Silvio Rodríguez, el reportaje mostraba adolescentes vistiendo ripios, durmiendo a la
intemperie, demacrados por la comida insuficiente y la labor excesiva, pero que mantenían una
firmeza y voluntad impresionantes. El costo humano que representaba su actitud, sostenida en
condiciones adversas, alejados de sus casas e intereses individuales, no se le escapa al poeta,
porque aunque asume la perspectiva de alguien que no participa de esa realidad (Sé que ahora
mismo,/mientras se entona cualquier canto,/mientras partimos a disipar el calor,/se está
luchando allá.), no por ello le es ajena. La visión entonces del hombre, individuo y a la vez
miembro de la colectividad, se define por el sacrificio y el drama que implica su participación
en esa construcción social y en ese sentido es profundamente realista. En Voy a cantarle al
porvenir, esa visión aparece despojada de todo recurso extrahumano: Diré que fuimos lo
normal;/piel y cerebro para andar, y en cierto momento el sujeto lírico no puede ser más literal:
…batallar con todo el tiempo alrededor fue del caray. En La nueva escuela, el acto de edificar,
se caracteriza mezclando rasgos de humanidad con elementos constructivos: adoquines de
vergüenza, piedra y lucero; lugares alzados a golpe de sangre y martillo. En la Canción de la
CJC es conmovedor cuando alcanza la verdad más insondable:

¿Qué va a pagar
la sangre que la tierra absorbe?
¿Qué oro que no es oro de sueños pesa así?
¿Qué puede valer más?
...
¿Qué paga este sudor, el tiempo que se va?
¿Qué tiempo están pagando? —el de sus vidas.
¿Qué vida está sangrando por la herida
de virar esta tierra de una vez?

13
…la parte compuesta por mí de la Canción para la Columna Juvenil del Centenario es hasta «¿Qué puede valer más?». El autor
de los versos que siguen es Pablo Milanés, así como la música y la voz que los interpretan. Por entonces éramos integrantes del
Grupo de Experimentación Sonora (GES) del ICAIC. Era habitual que los directores nos pidieran que trabajáramos juntos las
bandas sonoras y de ahí salieron algunas canciones a cuatro y en ocasiones a seis manos. No creo que la autoría compartida
cambie lo esencial que nos ocupa, ya que Pablo y yo estábamos plenamente identificados e igualmente conmovidos por el sacrificio
de aquellos jóvenes trabajadores que intentaban (y sin duda, conseguían) «virar esta tierra de una vez». Éramos tan compatibles
que a veces para hacer las canciones solo acordábamos una tonalidad. Con ese norte cada uno se iba a su casa y componía su
parte. Luego nos encontrábamos y analizábamos qué segmento serviría mejor para empezar y cuál para concluir. Entonces
empalmábamos los pedazos y listo. Jamás hicimos retoques. Entrevista Susurros en el camino, una respuesta de Silvio Rodríguez.
España.

De esta manera, hay una obra (la nueva escuela, la nueva casa, los semilleros hechos, los
lugares alzados) que argumenta sobre el proyecto social, pero su protagonista es el hombre
representado en estos recursos metonímicos: piel, cerebro, sudor, ansiedad, vergüenza, sangre,
sueños, manos, que en conjunto hacen saber de la abnegación con que vive el presente.
Según ha confesado el propio Silvio, desafiaba así la perspectiva oficial, aburridamente
solemne y hierática, de una realidad que él, desde su doble condición de espectador y
participante de ella, opta por mostrar con todos sus matices. Pero confesiones aparte, la obra de
Silvio argumenta también sobre ese afán testimonial de un modo no deducible, sino di-recto,
cuando lo enuncia en los versos como condición inapelable, desde fecha tan temprana como
1966, año en que escribe La canción de la trova, en la que el género se define sobre todo por la
sinceridad en la manera de abordar los contenidos de la canción: Pues, siempre que se cante con
el corazón,/habrá un sentido atento para la emoción de ver/que la guitarra es la guitarra,/sin
envejecer.

pero cantar es difícil, porque hay que querer


la verdad mucho más que a la misma canción
(Defensa del trovador, 1969)

y aquí está la canción lo que un poquito cruda


porque la realidad se ha de cantar desnuda
(Anónimo, 1970)
ay amor, ay amor, canta siempre de corazón
(Verbos en juego, 1987)
...mi garganta no sabe cantar, si mi corazón no alza vuelo
(Qué sé yo, 2003)

Tocando fondo,
como ir cantando,
es algo hondo
que no anda esperando./
No tocar duro
nuestras verdades
levanta muros,
pudre capitales./
Asumirse los fuegos
es no dictaminarse.
Me publico completo,
me espero mejorable
desde mi parlamento
de guitarra sonante.
(Tocando fondo, 1993)

Esa visión de una realidad perfectible, no contradice en Silvio la reafirmación optimista del
presente y, sin embargo, alguna vez, absurdamente, fue malinterpretada como una forma de
disidencia. Si fuera a hablarse de lo obvio en los contenidos de su canción, habría que
mencionar la intención convocatoria14 y la toma de partido a favor de la Revolución, que sobre
todo en las canciones escritas en los primeros años, décadas del 60 y 70, se manifiestan con una
convicción desbordante. Canciones como Los compromisos (1969), Oda a mi generación
(1970), Los pasos de la guerra (1975), pueden catalogarse como una declaración de principios
en la que el sujeto lírico deja manifiesta su disposición a participar del combate transformador:

Me digo comprometido totalmente y de una vez:


el tiempo me hala la manga, quiere que vaya con él
(Los compromisos)
Sé que hay que seguir navegando.
Sigan exigiéndome cada vez más,
hasta poder seguir
o reventar.
(Oda a mi generación)

Salgo con un pan y un credo,


un rifle, una melodía.
Salgo dispuesto a mi día
y al tiempo de mi sendero.
(Los pasos de la guerra)

14
… yo soy un hombre con su visión del mundo. Un hombre que ha tomado partido. De lo que resulta que estoy invitando a todos a
sumarse a mi bando, que es el bando de la Revolución y la belleza. Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus. Silvio: que levante la
mano la guitarra, p. 209.

En Oda a mi generación, el sujeto lírico deja aclarada la naturaleza involuntaria de su


situación (me tocó nacer en el pasado, me vi en el presente) no para sacudirse de ella, sino para
reclamar, en su nombre y en el de su generación, el papel que les corresponde dentro de las
circunstancias históricas del país, inducido por un profundo sentimiento de pertenencia que
inequívocamente deja expresado en los siguientes versos: Ahora quiero hablar de poetas,/de
poetas muertos y poetas vivos,/de tantos muchachos hijos de esta fiesta.
Otros títulos, Cuando digo futuro, Vamos a andar, Yo te invito a caminar conmigo, invitan al
lector a confiar en el tiempo que ha de venir en composiciones donde el presente se define como
el espacio donde se construye el futuro. Pero incluso en aquellas escritas después, en las que el
poeta reconoce que aquel futuro, una vez llegado, no alcanza los proyectos de ayer, el discurso
no deja de ser esperanzador.

El problema no es
despeñarse en abismos de ensueño
porque hoy no llegó
al futuro sangrado de ayer
(El problema, 1989)

En busca de un sueño
partí con mi día,
en busca de un sueño
que no hay todavía.
(En busca de un sueño, 1988)

El Yo aparece con insistencia, implícito en pronombres de primera persona, representado en la


morfología del verbo, o incluso de manera explícita, lo que le brinda valor expresivo. Como en
la canción Cuando digo futuro, donde la primera persona, desde la cual está el sujeto lírico
hablando (Te convido a creerme cuando digo futuro./Si no crees mi palabra,/cree en la
angustia de un grito,/cree en mi cuerpo, cree en mis manos,/que se acaban.) aparece realizada
fonéticamente en el epifonema del final (Yo te convido a creerme cuando digo futuro),
otorgándole de esta manera fuerza y determinación al verso.
La presencia de esa primera persona resulta necesaria para otorgar visos de vivencia a la
experiencia que se quiere comunicar, pero en el caso de la obra de Silvio, el punto de vista
personal parece derivar justamente del objetivo primero que persigue con su canción: decir mis
propias cosas.15 En Al final de este viaje en la vida, por ejemplo, el sujeto lírico se deslinda del
personaje colectivo desde el que ha comenzado a hablar (Al final de este viaje en la vida,
quedarán/nuestros cuerpos hinchados de ir/a la muerte, al odio, al borde del mar) para
introducir el Yo en un verso esclarecedor (por lo menos por eso es que estoy aquí) en el que el
compromiso con el presente lo establece de manera individual. Sin embargo, en Canto arena
(1975), el autor, que todo el tiempo habla desde su propio yo (Por eso canto), se revela de
pronto integrante de una colectividad, sujeto de la acción que enuncia, a la que así
indirectamente apostrofa: La prisa lleva maravilla y lleva error/pero viajamos sobre rueda
encabritada.
La trayectoria de Silvio es el hilo conductor de su canto, ha manifestado el poeta uruguayo
Mario Benedetti. Y en verdad, por muchos aspectos formales y de contenido, sus canciones
validan la identificación del sujeto lírico, esa primera persona gramatical que se presenta
muchas veces definida como trovador, con el autor real, con la persona de Silvio Rodríguez.
Pero, puede también caracterizarse ese Yo a partir del carácter pluralizado con que es empleado
por los poetas coloquialistas como símbolo de conciencia de generación y de grupo.
En La maza (1979) Silvio enumera una serie de razones por las cuales su obra se salva de la
esterilidad, la servidumbre y la pompa. Más que razones, como bien apunta Joseba Sanz en su
libro Silvio, memoria trovada de una revolución, se trata de sus más profundas convicciones,
pues el uso del verbo creer a lo largo del texto (Si no creyera en la locura/de la garganta del
sinsonte/si no creyera que en el monte/se esconde el trino y la pavura) infunde arraigo a cada
expresión. Pero a pesar del discurso reflexivo con el que aborda el tema de la razón de ser del
artista,16 el oyente puede sentirse requerido por la pregunta y el vocativo: ¿Qué cosa fuera,
corazón, qué cosa fuera, qué cosa fuera la maza sin cantera? O sea que podemos presuponer,
además de una autocomunicación significativa, un posible diálogo con el que estaría tentando la
conciencia crítica de quien le escucha.
15
Desde que cogí la guitarra, lo hice con la idea de decir mis propias cosas. Siempre tuve la certidumbre de que tenía mis propias
cosas que decir. Entrevista En el principio no había nueva trova. La Habana, 1980.
16
(La maza) es un poco la razón de ser del artista, de su compromiso, que no se deja seducir por los artificios y superficialidades
que suelen acompañar a algunas manifestaciones escénicas… La cantera es de donde se sacan los cantos, la maza es con lo que se
golpea. Si no hubiera una cantera de donde sacar un producto, algo, para qué serviría la maza. Entrevista En el principio no había
nueva trova. La Habana, 1980.

En La era está pariendo un corazón el sujeto lírico reconstruye alegóricamente, empleando


como interlocutor a su sombra, un diálogo consigo mismo (Le he preguntado a mi sombra… mi
sombra dice), pero este modo de reproducirlo de manera indirecta constituye una excepción
dentro del conjunto de su obra, porque casi siempre vamos a encontrar un diálogo entre el Yo
que se instala en el discurso y una segunda persona, es decir un Tú, al que directamente se
dirige.
En canciones como Debo partirme en dos, La maza, Resumen de noticias, Hay un grupo que
dice (1967), Oda a mi generación, Defensa del trovador, Mientras tanto (1967), El barquero
(1967), Viven muy felices (1970), Canto arena (1975), Nunca he creído que alguien me odia, va
a pronunciarse, como sus contemporáneos poetas, por un arte reflexivo, solidario, denunciador,
comprometido, va a hacerlo a título personal y dejando asomar una posición contestataria. Estos
textos se caracterizan, pues, por su carácter apelativo: el sujeto lírico es una primera persona que
se dirige a un interlocutor, individuo o grupo definido por el rechazo hacia su canción lo que le
brinda al autor el motivo para definirla y definirse.

No se crean que es majadería,


que nadie se levante aunque me ría:
hace tiempo que vengo lidiando con gente
que dicen que yo canto cosas indecentes.
(Debo partirme en dos)

Viven muy felices, no digo yo,


los que repiten la lección como aprendices,
los que no buscan más allá de sus narices.

los que repiten un camino sin razones
y ven la audacia como historia de canciones.

los que no arriesgan su canción con lo que dicen,
los que mañana no serán ya ni raíces.
(Viven muy felices)

He estado al alcance de todos los bolsillos


porque no cuesta nada mirarse para dentro.
He estado al alcance de todas las manos
que han querido tocar mi mano amigamente.
...
Pero, pobre de mí, no he estado con los presos
de su propia cabeza acomodada,
no he estado en los que ríen con sólo media risa,
los delimitadores de las primaveras.
(Resumen de noticias)

En Resumen de noticias, la contraposición está dada a través del modo afirmativo y negativo
con que el sujeto lírico resume lo hecho, aquello que lo define como persona y artista (He
estado, he dicho, sé, he procurado, he preferido) y lo no hecho (no he estado), lo que de
ninguna manera comparte. En Mientras tanto, nuevamente se enfrentan dos grupos de acciones
incompatibles entre sí, pero el sujeto lírico no niega ahora la realización de aquellas que
conllevan una renuncia de sí mismo, sino que las pospone. Con ironía mal disimulada, ubica en
un futuro indeterminado el cumplimiento de esa especie de compromiso, muy a largo plazo, que
establece con el receptor, puesto que le anuncia complacerlo cuando pueda, mientras, introduce
con la frase Yo tengo que un matiz de urgencia para los actos que considera un deber
inaplazable, presente.

Al que le disguste mi sincero afán


de decir la vida en mi canción,
sólo le diré que cuando pueda
colgaré mi voz de algún lugar común,
que cuando pueda dejaré mi forma de pensar,
que cuando pueda mi guitarra irá a parar al mar.
Pero mientras tanto, pero mientras tanto
yo tengo que hablar, tengo que vivir,
tengo que decir lo que he de pensar.
Mientras tanto, pero mientras tanto
yo tengo que hablar, cantar y gritar
la vida, el amor, la guerra, el dolor.
Y más tarde
guardaré la voz.
(Mientras tanto)

En Hay un grupo que dice las dos posiciones que a propósito de la canción se presentan están
caracterizadas por dos campos semánticos excluyentes. Por una parte el grupo que dice se
identifica con los vocablos reír, juvenil, fácil, feliz, mientras que el sujeto lírico se identifica con
los motivos para no reírse, los motivos para preocuparse, las mil cosas muy tristes.

Hay un grupo que dice que una canción


tiene que ser muy fácil para la razón,
que las cosas que digo sólo las sé yo.
No han abierto los ojos al mundo.
...
Miren que decir eso,
con tantos motivos
para preocuparse
como hay.
(Hay un grupo que dice)

En La era... vamos a encontrar también empleada la antonimia risallanto para enfrentar dos
realidades opuestas, la del Yo y la del mundo: Le he preguntado a mi sombra/a ver cómo ando
para reírme,/mientras el llanto, con voz de templo,/rompe en la sala regando el tiempo. La risa
aparece empleada como símbolo de una actitud ególatra e indiferente. El llanto, que el adverbio
mientras se encarga de colocar en el mismo eje temporal, representa el dolor ajeno. De esta
manera, comienza el hablante del poema a mostrarnos el despertar de una conciencia a las
vibraciones de su entorno. La disyuntiva queda resuelta en la última estrofa, cuando el sujeto
lírico retoma la primera persona del singular: Debo dejar la casa y el sillón, para asumir, como
obligación humana, una actitud solidaria.
En Que levante la mano la guitarra, el sujeto lírico hace sentir su voz en el modo de
estructurar el texto mediante preguntas sucesivas y en el tono imperativo de algunos versos:
Hable quien conozca su patria/Que levante la mano la guitarra. Su presencia es casi nula.
Aparece únicamente en estructuras oracionales: ¿Con qué ojos nos busca la tristeza? ¿Qué
quiere de nosotros nuestra sombra?, en las que ni siquiera se concede protagonismo; en su
lugar personifica y hace sujeto de la acción esos estados inherentes al género humano: el
sufrimiento, el dolor, la tristeza. En realidad, a través de estas formas convierte a cada uno de
los participantes de la comunicación, remitente y destinatario, en sujeto y a la vez objeto de sus
propias preocupaciones, desdibuja el contorno de su figura para incorporar a todos a su
reflexión. La composición está aquí en función de desbordar los límites de la individualización.
La metáfora concede rasgos humanos a conceptos de naturaleza abstracta, sentimientos o
sensaciones cuyas causas son las que perturban y por las que inquiere el hablante: Sufrir ¿qué
forma tiene, qué cabeza? Al dolor, ¿qué matices lo acompañan? ¿Con qué ojos nos busca la
tristeza? ¿Cómo camina la tristeza?, las mismas razones para preocuparse, para no reírse, las
mil cosas muy tristes, que, si recordamos, ab-sorben la atención del sujeto lírico en Hay un
grupo que dice. De este modo encontramos al hombre y su circunstancia situados en el centro
de interés del individuo, sólo que ahora asumir esta posición condiciona, además, la respuesta a
todas las interrogantes: Hable quien conozca su patria/quien la define donde vive, una exigencia
recurrente en otros textos del cantautor:

Hicimos cosas sin parar,


pues la palabra hay que ganar
para opinar de todo bien o criticar.
(Voy a cantarle al porvenir)

El rumbo temático de la obra de Silvio emana, pues, de la responsabilidad que lo caracteriza


como ser social, atento a los sucesos externos, sensible, de modo particular, a los
acontecimientos más inquietantes que atestigua, actitudes que demanda, por tanto, no como
deber exclusivo del mundo artístico, estrechamente relacionado con su función testimonial,
reveladora, sino como preocupación inherente al ser humano. Ese requerimiento lo encontramos
expuesto también en El barquero. El sujeto lírico apela en uno de los versos a un interlocutor
colectivo al que conmina a ejercer su doble rol de partícipe y espectador del escenario de la
vida:

Ya me canso de tanto hablar,


si está dicho todo hasta el fin.
¿Qué más ruido que el de escuchar
de la vida todo el trajín?
Tanto espacio entre mi voz
y el oído que ha de esperar.
Nada tengo que decir yo.
Miren todo y me escucharán.

En Canto arena, la labor creadora es visceral e implica sufrimiento, supone una tarea dedicada
y paciente de reconocimiento y comprensión de la realidad. En la primera estrofa: Hoy continué
tomando rumbo a mi región,/clavando señas, descifrando encrucijadas./Mi cuerpo sigue
practicando su cuestión:/cruje mi hueso y se hace la palabra…, cada una de las acciones
enumeradas tienen en común el referente de la composición, que se experimenta como proceso
incesantemente repetido de interpretación y re-velación del acontecer inmediato, subjetivo y
determinado temáticamente por la voluntad cronista del poeta. Desde el punto de vista de su
contenido, esta canción es resultado de la imbricación entre la razón histórica y la razón
individual que sustentan la creación literaria de Silvio —recordemos sus palabras Yo canto por
goce y por conciencia—17 abordadas con un sentido de reafirmación, puesto que el recuento del
día de Hoy por parte del sujeto lírico (Hoy continué…) deviene la historia de su cotidianidad.
Enuncia también aquí su poética, pero esta vez, como bien apuntan Luis Rogelio Nogueras y
Víctor Casaus, la fórmula en progreso, es decir, hace al público partícipe de la ejecución de la
obra, testigo excepcional del alumbramiento artístico, nos ubica en el momento mismo en que la
canción está siendo compuesta. Así, cada vez que el sujeto lírico repite en el estribillo el verso
Por eso canto, confirma y proyecta hacia el futuro la continuidad de su obra, a la vez que
sincroniza palabra y acción para situar a la audiencia en un tiempo y espacio coincidente con el
momento en que él cumple con su destino, que se manifiesta como hecho continuado,
ineluctable. En otros textos, como Preludio de Girón, Santiago de Chile (1973), Te doy una
canción (1970), Madre (1974), a los que sumo Hoy mi deber era (1973) y Yo digo que las
estrellas (1975), estos mismos autores hacen resaltar cómo aludir a la canción en su texto
mismo está frecuentemente vinculado a elementos patrióticos, y deviene símbolo de lo
colectivo, de lo coral, de la unidad y de la victoria.

17
Luis Rogelio Nogueras y Víctor y Casaus: Silvio: que levante la mano la guitarra, p. 209.

Hoy mi deber era


cantarle a la patria
alzar la bandera
sumarme a la plaza
...
hoy yo que tenía
que cantar a coro
me escondo del día
susurro esto solo
(Hoy mi deber era)

Yo digo que no hay más canto


que el que sale de la selva
y que será el que lo entienda
fruto del árbol más alto.

Y digo que cuesta tanto


y que hay que cruzar la tundra,
pero al final la penumbra
se hace arcoiris del canto.
(Yo digo que las estrellas)

En el último fragmento citado, el canto que sale de la selva, me remite inmediatamente al


poderoso canto de la tierra que menciona el sujeto lírico en Santiago de Chile: Allí nuestra
canción se hizo pequeña/entre la multitud desesperada:/un poderoso canto de la tierra/era
quien más cantaba. Esta canción, temáticamente determinada por las circunstancias político
sociales existentes en ese país en la década del 70, en que Silvio hace su visita, puede parecer
distanciada desde el punto de vista del contenido y de la forma de Yo digo que las estrellas,
pues si en aquella prima el recuento de la experiencia pasada, aquí nos enfrentamos al tono
reflexivo y sentencioso con el que el sujeto lírico se pronuncia sobre algunas cuestiones, en
general, la poesía, el hombre, la canción. Sin embargo, creo que la alusión metafórica al canto
que en ambas canciones se hace, sintetiza lo que para el poeta significa el canto verdadero, el
más auténtico, que es el que surge de lo más hondo y de la contienda. En este sentido, el
vocablo tierra puede llevar en su acepción figurada más de la expresión genuina, puesto que,
desde el punto de vista semántico es también origen; fuente y selva se reviste de los conflictos
humanos, porque puede asociarse mejor a lo intrincado, a la maleza contra la que luchan los
brazos, si recordamos el texto escrito por Silvio para Cuba va: Puede que algún machete/se
enrede en la maleza,/puede que algunas noches/las estrellas no quieran salir./Puede que con
los brazos/haya que abrir la selva,/pero a pesar los pesares,/como sea Cuba Va. En cualquier
caso, no son excluyentes. Si en Santiago de Chile el contexto discursivo puede restringir el
significado que adquiere el canto de la tierra al grito unánime de lucha del pueblo chileno —y
en este sentido se ha interpretado también como símbolo de la guerrilla— el canto que sale de la
selva puede ser este y todos los que surjan simplemente como expresión de valores y
sentimientos profundamente humanos; la defensa de una causa justa, por ejemplo. Según
palabras del propio Silvio, la canción nació del pueblo y, ya fuera su tema amoroso, político o
cualquier otro, respondía a los auténticos sentimientos populares.18 Para el poeta, canción es
entonces la obra que rescata el arte de la manipulación del comercio y lo devuelve a sus
orígenes, a la selva, a la tierra.

18
Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus: Silvio: que levante la mano la guitarra, pp. 40-41.

En otros textos, el momento de la composición y el de la recepción concurren también a través


del uso del tiempo presente o de pronombres demostrativos, como esta, esto, o el adverbio he,
que designan la canción en desarrollo.

Esta canción es más que una canción,


y un pretexto para sufrir.
Y más que mi vivir
y más que mi sentir.

Esta canción es la necesidad


de agarrarme a la tierra al fin,
de que te veas en mí,
de que me vea en ti.
(Esta canción, 1967)

Esto no es una elegía


ni es un romance, ni un verso:
más bien una acción de gracias,
por darle a mis ansias
razón para un beso;
una modesta corona
encontrada en la aurora.
(Esto es una elegía, 1973)

Cuando acabe este verso que canto


(Causas y azares, 1984)

Esta va a ser mi canción más sencilla


que no hablará de nada y que hablará de todo.
(Al final de la segunda luna, 1968)

Me decido a tararearte todo lo que se te extraña


desde el siglo en que partiste hasta el largo día de hoy.
Me acompaño de guitarra porque yo no sé de cartas
y, además, ya tú conoces que ella va donde yo voy
(Tu fantasma, 1983)

Dejé pasar algunas horas,


pupila veladora,
por si me daba igual.
Tu tiempo se metió en mi tiempo:
momentos y momentos
que no quieren pasar.

Y he aquí que la guitarra


vuelve a soltar amarras,
canta y gime al volar.
(Que ya viví, que te vas, 1976)

Una detención puramente lingüística, como esta que acabo de hacer, no deja lugar a dudas que
hablar de la canción dentro de la misma canción resulta un acto repetido en la obra de Silvio. Lo
que me parece relevante, y espero que la lectura de los fragmentos citados lo haya hecho notar,
es que, aun cuando no se trate de una declaración de principios, como lo es Canto arena o Yo
digo que las estrellas, el autor deja expresado en sus textos el impulso vital que moviliza su
escritura.
Pero ya que llegamos aquí a través de su poética, propongo seguir rastreando algunos de los
principios que guían su labor creadora a partir de la lectura de los versos. Que Silvio no se
permite dar la espalda a su realidad lo constituye el hecho de que en diferentes composiciones
los ojos son como ventanas que el cantautor abre hacia la realidad visible como hacia sí: He
estado al alcance de todos los bosillos/porque no cuesta nada mirarse para dentro (Resumen
de noticias).

Hay un grupo que dice que una canción


tiene que ser muy fácil para la razón,
que las cosas que digo sólo las sé yo.
No han abierto los ojos al mundo

Yo no puedo vivir fácilmente, sin ver
que suceden mil cosas muy tristes.
(Hay un grupo que dice)

Esta va a ser mi canción más sencilla,


que no hablará de nada y hablará de todo.
No es necesario mencionar la vida
para que se sienta su presencia en los ojos.
(Al final de la segunda luna)

Y si esto fuera poco,


tengo mis cantos
que, poco a poco,
muelo y rehago
habitando el tiempo,
como le cuadra a un hombre despierto.
(Pequeña serenata diurna, 1974)

No hay nada aquí:


sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después de mirar la realidad y nada más
(Y nada más, 1966)
Hoy caminé en el lado de otro odio
donde ronda el mundo y yo cuando estoy,
y vi la realidad bajo una tempestad.
(Bajo el arco del sol, la lucha armada)

Un hombre se levanta
y sale a la ventana
y lo que ve decide
la próxima mañana
Un hombre simplemente
sale a mirar el día
y se deja quemar
por ese resplandor
y decide salir
a perseguir el sol
(Un hombre se levanta, 1972)

Este modo consciente en que asume la realidad circundante, resulta compatible con la
naturaleza ética de los criterios sostenidos por la lírica coloquialista, con la preocupación social
o política, con el deseo de opinar y transmitir ideas, con el sentido de reafirmación definidos
entre los rasgos típicos de esta tendencia y también con el hecho de que, sobre su condición de
artista, Silvio consigue reafirmarse como ser humano o al me-nos intenta mantenerse intacto. De
hecho, en algunas de sus canciones puede encontrarse la intención confesada una y otra vez de
mezclarse entre la gente, de no sobresalir o sobrestimar su oficio.19

Un obrero me ve, me llama artista


noblemente me suma a su estatura.
(Llover sobre mojado, 1982)

Yo quería cantar encapuchado


y después confundirme a vuestro lado
(Debo partirme en dos)
Yo soy un grano de arena,
una hoja más en un árbol
(Martianos, 1969)

Prefiero andar en ropa de calle porque


así puedo juntarme a las aceras mejor.
(Como todo el mundo, 1969)

19
Estoy contra el vedetismo y esa tendencia de que se vea el artista como una gente mágica, sobrenatural, que sale y se va de las
pantallas pero que nunca llega al pueblo. El artista actual padece de muchas taras, de mucho estereotipos legados de la vieja
sociedad, de la pro-paganda, del profesionalismo. Aunque yo entiendo que el profesionalismo como tal no debe eliminarse puesto
que en determinada medida implica la calidad. Lo que sí debe eliminarse es el vedetismo, ese ser omnipotente, esa suficiencia, esa
falsedad, esa cosa irreal y falta de respeto que conservan muchos artistas actuales en sus relaciones con el pueblo. El artista de
esta época debe ser una gente sencilla, modesta, que se supere y se integre lo más posible a los movimientos populares, a la vida
del pueblo. Tratar de que se le mire como un ser humano más. Lo irreal limita mucho la comunicación del hombre con el hombre.
Entrevista de Joseba Sanz: Silvio: memoria trovada de una Revolución, p. 109.

Silvio esboza el oficio de cantautor desde el punto de vista de su función social: decir, hablar,
gritar resumen el sentido en que el poeta persigue la canción como tribuna: yo tengo que
hablar, cantar y gritar la vida, el amor, la guerra, el dolor (Mientras tanto). El objeto artístico
se manifiesta como medio de absorción de la realidad: Estoy hablando a quien pueda in-
teresar,/pero ante todo tengo que coger respiro./He de llenarme nuevamente/ de las cosas, de
las gentes,/antes de hacerme aplaudir o censurar (A quien pueda interesar, 1969). Y también
de transformación, si tenemos en cuenta la intención, implícita en los versos, de hacer una
canción combativa, incitadora:

Voy a cantar para que escuchen mi canción


como una aguja que traspase la razón.
(La leyenda del águila, 1966)

Poetizar, poetizar,
ahora es poner junto a Viet Nam
clara la acción.
Movilizar, movilizar
es la obra cumbre, el arte de hoy,
la perfección.
(Viet Nam, arte poética, 1979)

Quisiera ahora desgajar


mi larga rama de palabras
y echarlas a todas a volar
sobre las almas de las almas.
Y que estallen y que muerdan
y que sus semillas prendan
y que todo sea mejor.
(Yo te invito a caminar conmigo)

A los tristes amores mal nacidos


y condenados por su rebelión
daré algún día mi canción de amigo
y fundiré mi vino con su vino,
sin perder el sueño por la excomunión.
(El sol no da de beber, 1981)

Sueño con serpientes, con serpientes de mar,


con cierto mar, ay, de serpiente, sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.

Esta al fin me engulle. Y mientras por su esófago
paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
y planteo con un verso una verdad.
(Sueño con serpientes, 1975)

En Sueño con serpientes, el sujeto lírico se vale de la palabra para vencer las deformidades del
alma humana; en el El sol no da de beber se solidariza con la estirpe de los amores condenados.
La voluntad transformadora, que en estos textos resulta un hecho, está expresada en Yo te invito
a caminar conmigo como un deseo. En este tema la imaginación poética pretende dotar a la
palabra de una capacidad de acción que los verbos empleados —estallen, muerdan— me
permiten calificar de agresiva. Generalizan ellos sobre el propósito, podría decirse, instigador al
que el poeta aspira con su discurso, pero sin arrogancia, a mi parecer; por eso el uso del modo
subjuntivo, cuya función gramatical consiste justamente en atenuar la efectividad de las
acciones expresadas.
La canción Después que canta el hombre (1969)20 es una especie de revelación de bambalinas
singular y gráfica en la que se describe, del cantor, el alma moldeada por el poder subyugador
de la función escénica. Pero no es como cantor que se refiere el sujeto lírico a esa tercera
persona de la que nos habla, sino como hombre que canta para hacer notar la esencia humana
del artista.21 En su poder tiene la capacidad expresiva necesaria para mantener un diálogo con su
interlocutor por lo que decir, ya lo hemos comprobado, se convierte en su misión más auténtica,
de ahí que en la canción se le compare con un ángel postizo: Después que canta, el hombre
queda solo,/sobre-viviendo a igual incertidumbre./Pero de nuevo ordena sus con-ciertos/como
un ángel postizo que insistiese./Sabe que ahora, de pronto, se hace luego, aunque después que
cante quede ciego. A mi modo de ver, la expresión tropológica inserta en esta última estrofa el
sentido de mensajero que originalmente tuvo el sustantivo ángel, lo cual podría parecer
realmente presuntuoso por parte del sujeto lírico, pero el adjetivo postizo agrega el matiz
necesario para restarle expansión a la imagen y dotarla de un referente concreto, en este caso, la
naturaleza humana del cantor que la yuxtaposición del calificativo rescata inmediatamente.

20
El 27 de diciembre de 1969, frente a Namibia, mientras llenábamos las bodegas con la captura del pesquero Golfo de Tonkin,
compuse Después que canta el hombre. Y fue un tema al que acudí a menudo en recitales posteriores. Creo que esta canción, desde
mis limitaciones, es un tributo a la deuda que tenemos con la cultura del flamenco, por el duende que aporta al saber universal. Por
eso ahora se lo envío a la eternidad al gran bailador y amigo Antonio Gades. Silvio Rodríguez, Disco Érase que se era.
21
El recital es la comunicación directa con la gente… Estás en contacto con la gente, la gente te está viendo respirar, te está
viendo equivocarte, que te equivocas muchas veces, te está viendo cómo se te van los gallos: está viendo que eres un ser humano.
Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus. Silvio: que levante la mano la guitarra, p. 21.

Particulariza este texto el punto de vista adoptado por el hablante poemático, gramaticalmente
distanciado de la historia a través de la tercera persona: Después que canta el hombre queda
solo; pero en realidad metido en ella hasta el punto de delatarse partícipe en el conocimiento
cómplice que muestra sobre el mundo interior del personaje y en la fuerza determinativa con
que le hace asumir su decisión de volver una y otra vez a escena. Y ya sabemos el valor
semántico que da el poeta al sentido de la vista, por lo que podemos comprender la magnitud de
lo que arriesga y la importancia con la que reviste el contacto con el público.
El poeta sitúa en el centro de su discurso a su propio yo para enfrentar desde la individualidad
el facilismo, la indiferencia, la repetición, el dogmatismo, actitudes y posiciones que no
comparte y a las que se enfrenta. Pero este punto de vista comunicativo no es exclusivo de las
canciones en las que reivindica su generación o pronuncia los criterios sobre los que construye
su arte, ni siquiera de aquellas que, según testimonios del propio cantautor, surgieron como
respuesta a circunstancias personales adversas, a una necesidad de autorreafirmación, de ganar
un espacio, de no ser aplastado. La perspectiva autoral esencialmente personal constituye una
particularidad estilística que vincula el cancionero de Silvio con la poesía coloquialista, cuya
retórica parte de la conversación, de un diálogo que establece el yo del poema con un auditor al
que se dirige.
En la mayoría de los temas de amor de Silvio, por ejemplo, encontramos a alguien que está
siendo invocado en los versos. A veces, esa invocación está hecha desde la pregunta, y en el
modo de la pregunta asoman también sentimientos. El viento eres tú (1966) se colorea con
matices de desesperación, angustia, ansiedad, resentimiento o desilusión —¿con qué certeza
puede hablarse de uno u otro?—, estados de ánimo que asoman a través de la fuerza de las
imágenes con que el hablante describe su relación o con la forma —la doble interrogación más
el imperativo— de los versos finales: Por qué, por qué... di.
El vocativo resulta la manera más directa de dirigirse a la otra persona; Oye, mi amor, dice el
hablante en esa canción bautizada en portugués, Saudade; Oye (1965), es el título de otra
canción; a Emilia la llama tantas veces en el tema al que da título, que tal pareciera oportuna
manera de pronunciar su nombre una y otra vez. En Mi lecho está tendido (1982), nuevamente
el hablante pregunta y exige:

Mi lecho está tendido


me has hecho un gran favor.
Pero en el sitio en que estaba dormido
no encontré mi corazón.

¿Dónde me lo guardaste?
¿Qué has hecho al fin con él?
Hiciste tu labor y te marchaste,
y ahora ya no sé querer.

No quiero tal favor,


deja en su lugar a ese corazón.

En Mariposas (1972), emplea este símbolo, tomado de cierta leyenda nahualt,22 para evocar a
la persona ausente. Ay, mari-posa: tú eres el alma/ de los guerreros que aman y cantan/y eres el
nuevo ser que se asoma por mi garganta.
El amor es el gran y verdadero hacedor que Silvio reclama en canciones como El problema
(1989), Con un poco de amor (1986) y Sólo el amor (1976), canción de la película Los
condenados de la cueva del muerto. Es a lo que Silvio más ha cantado, en toda la extensión
semántica de la palabra y también en su significado más estrecho del viejo asunto entre dos. De
hecho, una de las primeras canciones escritas por Silvio, en el año 1965, fue justamente
Saudade, un tema que anunciaba, claro que sin saberlo aún, la saga de los amores difíciles
cantados por el trovador; amores prohibidos, amores imposibles, amo-res adolescentes, amores
frustrados, amores terminados, pasiones carnales, tabúes sociales. ¿Y amores felices?
Hasta en los amores felices, según el propio Silvio, hay alguna sombra que acecha. 23 Quizás
por eso es que no se encuentra apenas en su obra un tema de amor que justifique el uso de tal
calificativo. En los primeros años de creación, resulta hasta curiosa la visión fatalista del amor
que, como en Saudade, el Silvio de entonces entrega en los temas De qué valen mis razones
(1964), En otro tiempo (1967), Besos atrás (1967/1968), Ahora sé (1967), Quédate (1967). El
sujeto lírico de estos textos parece ser un convencido de que el amor, aún el más desatinado y
tenaz, a la manera de Cien años de soledad, resulta de todos modos una verdad efímera.

22
La canción Mariposas es una invitación evocadora que tiene que ver con la leyenda de la cultura nahualt que cuenta que las
almas de los guerreros aztecas, cuando volvían de la batalla, regresaban transformadas en mariposas para embellecer la vida de
los humanos. Yo utilizo ese sentido para evocar a una persona que se ha ido. Silvio Rodríguez. Entrevista a propósito del disco
Mariposas.
23
Creo que mis canciones, en cierto sentido, siempre han sido una especie de grito —con pocos decibelios, porque la bulla no me
gusta. Creo que todo el que tiene algo que decir, lo hace desde su propia conmoción. Casi todas mis canciones llevan implícita
alguna queja y creo que no hubieran podido ser de otra manera. Querer atrapar la vida conlleva una angustia tremenda y estoy
seguro de que los que hicieron las pinturas rupestres la sintieron. (Entrevista Cuando miro mi vida. La Jiribilla.)

La otra noche me seguía


ávida de celos la ansiedad,
y pensé que en esta vida no hay
querer sincero, sin maldad.
(Saudade)

Ahora sé
que el amor es soledad,
buscar una esperanza,
que siempre desaparece
cuando se la alcanza.
Ahora sé
(Ahora sé)

Es olvidar
todo este tiempo que vendrá trayendo un fin.
Es olvidar,
todo lo triste del sufrir que ha de llegar.
Es olvidar
llenar vacíos que se irán,
(Besos atrás)

Por eso yo
pregunto a mis razones
qué van a dar
para vivir
si voy a arder
en una estrecha cadena
de suspiro y pena
recuerdo y distancia
deseos y ansias
de volver
para ti
(De qué valen mis razones)

Mi convicción es no querer
ya nunca más, porque
la misma historia es otra vez
y otra vez, y otra vez, y otra vez
(Quédate)

Así, a lo largo de toda su obra, casi siempre el tratamiento del asunto parte de alguna historia a
la que le ha faltado el ansiado final feliz. Por ejemplo, El viento eres tú, Emilia, De la ausencia
y de ti (1969), Mariposas, Tu fantasma, Réquiem (1983), Mi lecho está tendido, Ojalá (1969),
Quédate (1967), ¡Ay de mí! (1968), Déjame regresar (1967) son, en resumen, versiones de un
mismo asunto: el del fin de la relación amorosa. Lo que pasa es que, a mi modo de ver, Silvio
siempre responde con amor al desamor.
La canción Ojalá, por ejemplo, de la que se ha dicho que revela a Silvio en uno de sus más
grandes despechos, es expresión de un sentimiento amoroso sublime y duradero que se nota tras
el modo en que perturba la realidad del hablante y el reclamo, fervoroso y utópico, con que
desea revertir su suerte, porque en esa sucesión de negaciones que es todo el texto (Ojalá no te
toquen, ojalá que no puedas, ojalá deje de ser, ojalá no te bese, ojalá se te acabe, ojalá no dé,
ojalá no retengan, ojalá borre), precisamente lo que queda claro es que las cosas no pueden ser
de otra manera. La expresión gramatical de este sinsentido es el modo subjuntivo en que el
hablante conjuga cada uno de los verbos: toquen, puedas, deje, bese, acabe, dé, retengan, borre,
pase, lleve, con lo cual las acciones se declaran únicamente posibles y por tanto sus aspiraciones
una falacia, al menos presente. Silvio ha contado que esta canción la escribió en un momento
quizás de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado y en verdad su fuerza
expresiva deja entrever la pasión incurable. Pensemos en los versos de Vinicius de Moraes, el
amor es eterno mientras dura,24 y podremos entender por qué esta canción, por encima de la
traición que enfrenta o la frustración a la que responde, según confesiones del autor; o a pesar de
interpretaciones contrarias, es, para mí, declaración afectiva.

24
Se trata del último verso del Soneto de la fidelidad, traducido al Español de maneras distintas, por lo que transcribo su última
estrofa en portugués: Eu possa (me) dizer do amor (que tive):/Que não seja imortal, posto que é chama/mas que seja infinito
enquanto dure.

Porque Ojalá ha sido, y es, entendida de muy diversas maneras, no siempre ligadas al tópico
del amor. En lugar de un tema sentimental, hay quien alrededor del mundo la ha sentido como
una canción de tinte político, escrita contra Pinochet, Somoza y hasta contra Franco o
Kruschov; y en Cuba, se popularizó como un contraataque a determinados representantes del
oficialismo cultural y político. Pero, me pregunto, ¿qué otro sentimiento, que no sea el del amor,
podría concebir esa imagen que el poeta entrega en los primeros siete versos de su canción?
Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baje por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.

Su percepción del mundo exterior y el propio está viciada por la presencia de esta persona; la
hojas que caen, la lluvia, la luna, la tierra, la aurora, las paredes, esa voz, el deseo, todo lo
devuelve a ella, y en su visión, trastornada y obsesiva —para no verte tanto, para no verte
siempre,/en todos los segundos, en todas las visiones— el sujeto lírico le otorga los poderes y
las perfecciones de un ser casi divino, que posee el don de alterar el orden natural de las cosas
—convierte las hojas en cristal, la lluvia en milagro, la tierra la reverencia—, amén de la
absoluta certeza con que el hablante enumera ciertas virtudes: Ojalá se te acabe la mirada
constante/la palabra precisa, la sonrisa perfecta, que podemos pensar que así lo sean porque al
evocar la imagen de la amada no menciona sus ojos, sino su mirada; no habla de su boca, sino
de su sonrisa; no piensa en su voz, sino en su palabra, manifestaciones del espíritu a las que
además sublima con la adjetivación.
Y como son todos estos elementos externos —la naturaleza y los muros que le rodean, los
sonidos y los sentimientos (como el deseo, que no nombra como propio aún siéndolo)—, los
responsables de mantener vivo el recuerdo de ese amor, pues apela también el sujeto lírico no a
su propia persona, sino a otras realidades igualmente ajenas, para olvidar: algo, una luz
cegadora, un disparo de nieve, la muerte. Únicamente lo encontramos responsable de la acción
en un verso, aquel en que hace referencia al oficio de cantor: ojalá que no pueda tocarte ni en
canciones, pero en este caso el tema, en su totalidad, se rebela, negándole implícitamente su
pedido. ¿Qué puede ser más significativo de esta paradoja que el hecho de que la muerte
aparezca como otra solución? La muerte, que queda disminuida con la frase por lo menos,
insertada en la oración que es ese verso increíble, ojalá por lo menos que me lleve la muerte, se
convierte en signo de su desesperación. No se trata de un gesto noble, sino de una salida
extrema al dolor del amor no correspondido, la única que puede hacer posible el olvido. El
sujeto lírico de Tu beso ha tenido ya antes la certeza. En esta canción, escrita en 1967, se habla
del recuerdo de un beso, un recuerdo que atormenta, que ata, que no deja respirar, intenso, del
cual el sujeto lírico sabe que sólo puede librarlo la muerte: Tu beso/será enterrado junto a mis
huesos,/quiero matarlo de mis recuerdos/porque me extingues de recordar.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda


Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

Este último verso citado, resulta tremendamente polisémico; ha sido, por ejemplo, razón de
ser de los que defienden la finalidad política, acusadora de este texto, interpretado literalmente
como una referencia al golpe de estado en Chile, ocurrida en 1973, lo que hace la referencia
imposible aunque, sin dudas, permitida —recordemos que Ojalá fue escrita en 1969. Sin
embargo, para mí es el verso que mejor define esta canción como una canción de amor. La
interpretación de a qué tipo de deseo se esté refiriendo aquí el sujeto lírico, depende, claro, de la
idea que nos hagamos de qué realidad está nombrando viejo gobierno de difuntos y flores,
¿cómo podemos entender la yuxtaposición de difuntos y flores, como conceptos
complementarios u opuestos? Y ya que, se trata de un «lugar» hacia donde se va: Ojalá que el
deseo se vaya tras de ti/a tu viejo gobierno de difuntos y flores, ¿forma este parte de la
destinataria del poema, en qué sentido le pertenece? ¿Se trata de algo palpable, material o
puramente subjetivo?
Podría aportarnos alguna claridad, el hecho de que la palabra flor y otras semánticamente a
ella relacionadas como jardín o rosa, aparezcan en canciones en las que el cuerpo femenino
tiene protagonismo desde el punto de vista sexual; citemos, por ejemplo, Flores nocturnas
(1991), Bolero y Habaneras (1986), Ando como hormiguita (1989), Desnuda y con sombrilla
(1993), El depredador (1985).

Se abren las flores nocturnas de quinta avenida


para esos pobres señores que van al hotel.
(Flores nocturnas)

sólo mudó de cuidador la rosa,


no se trocó la flor por el dinero.
(Bolero y Habaneras)

Tú te vuelves pidiendo el cielo,


apuntando a la luz con flores.
Y como lazarillos son los sabores
en tu jardín de anhelos.
(Ando como hormiguita)

Yo a punto del delirio


extraigo un solo cirio
que poso ante tu flor.
(Desnuda y con sombrilla)

La viva rosa de la carne se abrazó a su destino


y corrieron los jugos del amor como perfecto vino,
vino de amantes,
fértil sabia para doblar la sed,
mientras más abundante
(El depredador)

En estos casos la alusión al cuerpo o al sexo femenino se resuelve metafóricamente con el uso
de estos términos, utilizados además en otros textos —Días y flores (1975), Imagínate (1978),
Las ruinas (1969), Palabras (1970), De la ausencia y de ti (1969), Los compromisos (1969), En
el claro de la luna (1974), Mi casa ha sido tomada por las flores (2003)—, relacionado con el
gesto gentil, delicado, con el lado bondadoso de la vida, el lado justamente femenino. Al
escuchar este verso, pienso entonces en una alusión al amor carnal, al placer quizás no
compartido en virtud de una falsa moralidad. Es que hay algo que se siente atávico y rector en la
frase viejo gobierno, la que sin dudas nos parece despectiva (no en balde se piensa en
interpretaciones como las que antes comentábamos), que me lleva a esta idea como riesgo
interpretativo.
De todas formas, quizás Silvio entienda, como Jorge Luis Borges, que despejar incógnitas
significa anular el poema, por lo que ha brindado una lectura abarcadora de su canción, y ha
dicho que Ojalá denuncia la traición y nos define ante esta última. Lo cierto es que, sin ánimo
de limitar la imaginación infinita de quienes lo escuchan, Silvio le debe Ojalá25 y otros títulos
como Josah, la que pinta (1969), Emilia, a cierta mujer llamada así, Emilia, que fue su primer
amor, un amor de juventud, terminado, según cuenta el cantautor, por las circunstancias y no
porque se agotara, y cuyo recuerdo le inspiró temas como estos, nostálgicos, aferrados a la
memoria de tiempos pasados.

25
…la compuse a una mujer que fue, podríamos decir, mi primer amor. Fue un amor que tuve cuando estuve en el ejército,
haciendo mi servicio militar. La conocí cuando tenía 18 años, fue mi primer amor importante en el sentido de que fue el primer
amor que me enseñó cosas. Era una muchacha mucho más evolucionada que yo, mucho más inteligente, más culta. Me enseñó, por
ejemplo, a César Vallejo. Después nos tuvimos que separar… se fue a su pueblo, Camagüey… y yo me quedé sólo aquí en La
Habana, totalmente desolado. Pasaron los años, y el recuerdo de aquel amor tan bonito, tan productivo, tan útil (ojo, no confundir
con utilitario) enriquecedor, de aporte a uno… pues, estaba obsesionado yo con esa idea. Y porque fue un amor frustrado,
tronchado por las circunstancias, por la vida, no fue una cosa que se agotara, pues se me quedó un poco como un fantasma y por
eso compuse esta canción en un momento quizás de delirio, de arrebato, de sentimiento un poco desmesurado: ojalá esto, ojalá lo
otro. www.patriagrande.net/cuba/silvio.rodriguez/discografía.htm.

Si nos detenemos un instante en algunos de los textos que hemos venido citando, nos damos
cuenta de que recordar es un acto recurrente en la poesía amorosa de Silvio Rodríguez; es como
si con ello el sujeto lírico conjurara la ausencia de la amada. Vamos a ver: es lo quiere dejar de
hacer en Ojalá, lo que confiesa en Te doy una canción: Cómo gasto papeles recordándote; y lo
que hace en Emilia: qué pasa, cuál resaca nos llevó, al silencio, a recordar; en Oye: Quisiera
verte y no pensarte; en De la ausencia y de ti: no quisiera un fracaso en el sabio delito que es
recordar; en Mariposas: qué maneras más curiosas de recordar tiene uno, hoy recuerdo
mariposas; y, de una manera casi involuntaria, en Como quien dice (1970/1971), Que ya viví,
que te vas, en Tu imagen (1978), en Y anoche (1965). Digo involuntaria, porque estos últimos
títulos tienen en común una historia de ilusión, o al menos, ocurre que en cada uno el acto de
recordar se manifiesta como imprevisible e inevitable, irrumpe en el sueño simplemente, «sin
ton ni son».

Hoy volví a bailar contigo


con órgano y danzón;
volví a enseñarte mis amigos,
regresé, sin ton ni son.
(Como quien dice)

Tu imagen me llegó
a las seis menos diez
y no pude dormir
ni un instante después.
Te confundías con mis sábanas,
te me enredabas en la sien.
(Tu imagen)

Dejé pasar unas horas


por si se huía tu sueño.
Durmiendo la veladora
tu tiempo se entró en mi tiempo
y, en fin, la guitarra sola
gira contigo en el centro.
(Que ya viví, que te vas)

Anoche
dormí intranquilo yo.

Anoche
no estabas cerca, no.

Anoche
quise tenerte,
quise besarte,
soñé contigo donde estés
y me dormí después.

La noche está llegando.


Dime, amor, hasta cuándo
añoraré tu calor
perdido
(Y anoche)

Pero el amor frustrado puede provocar una actitud arrogante. Al menos el texto inicial de Óleo
de mujer con sombrero puede serlo, si hacemos una pequeña precisión gramatical. La distancia
que surge entre el sujeto que aparece sólo una vez (Una mujer) y la frase verbal (se ha perdido)
que se repite en cada línea de la primera estrofa, puede hacer que el oyente se distraiga de la
relación sintáctica existente entre ambos, explícita únicamente en el primer verso: Una mujer se
ha perdido conocer el delirio y el polvo. Pero, la posición de lector en la que oportunamente nos
encontramos, nos permite resolver la ambigüedad que inmediatamente se desata en los versos
siguientes, para que no se pierda el tono altivo del sujeto lírico.

Una mujer se ha perdido conocer el delirio y el polvo


(Una mujer) se ha perdido esta bella locura, su breve
cintura debajo de mí.
(Una mujer) se ha perdido mi forma de amar.
(Una mujer) se ha perdido mi huella en su mar.

Puesto de esta manera, esa serie de pérdidas mencionadas por el sujeto lírico no se disuelven
(solamente) en la nada, si-no que tienen a quien a pertenecer. Podemos pensar, entonces, que no
lamenta el sujeto lírico lo que no pudo ser, sino que presume de la fuerza y el prodigio del amor
que esta mujer no ha sabido corresponder. Dicta, pues, su fallo inclemente al confinar a los
amores cobardes al olvido, a la indiferencia, a la omisión. De hecho, su discurso conlleva la
sentencia, porque, contrario a lo que usualmente caracteriza su poesía amorosa, no dirige estos
versos a la destinataria específica del poema, sino que se refiere a ella en tercera persona, es una
mujer, una mujer innombrable.
En la canción El sol no da de beber hay una historia que se emparenta temáticamente con la
de Óleo de mujer con sombrero, a través de la defensa del amor que también es ella, aunque por
razón diversa, pues si en la segunda el miedo frustra la relación amorosa, en la primera se
mantiene oculta y rebelde. El amor está aquí abordado desde su persistencia en los encuentros
furtivos y breves, la simulación, la entrega incondicional y sediciosa.
La relación amorosa adquiere otra connotación, mezcla de amor y complicidad, cuando el
sujeto lírico la asume desde su papel como ser social. Incluso hay otra manera, rara mezcla de
esperanza y serena resignación, de asimilar la pérdida y de expresar los sentimientos más
íntimos, por ejemplo, la añoranza del ser amado:

Ahora sólo me queda


buscarme de amante
la respiración,
no mirar a los mapas,
seguir en mí mismo,
no andar ciertas calles,
olvidar que fue mío
una vez cierto libro,
o hacer la canción
y decirte que todo está igual:
la ciudad, los amigos y el mar
esperando por ti.
(De la ausencia y de ti, Velia)

En el tema Hoy mi deber (1979) el recuerdo de la mujer que ama ocupa todos los sentidos del
personaje. Su ausencia le desanima, le sustrae de la celebración y contentos generales, le impide
compartir el momento dedicado a la patria.
Hoy mi deber era
cantarle a la patria
alzar la bandera
sumarme a la plaza

pero tú me faltas
hace tantos días
que quiero y no puedo
tener alegrías

El amor aparece entonces como obstáculo al deber, pero sólo en un primer momento, pues el
debate interno que provocan en el personaje la coincidencia de ambos sentimientos reconcilia
finalmente a estos aparentes contrarios, como también ocurre en Te doy una canción. En este
texto encontramos nuevamente un sujeto lírico en primera persona apasionado por una mujer:
Cómo gasto papeles recordándote,/cómo me haces hablar en el silencio./Cómo no te me quitas
de las ganas. A ella dedica toda su atención, lo que de pronto le hace dudar de sí mismo, le
preocupa distraerse de otras ocupaciones, digamos, menos individuales; sin embargo, concluye
que no son en lo absoluto sustituibles. Amar no significa para el poeta renunciar a las ideas,
estar al margen de las luchas y problemas de su tiempo, sino compartirlos:

Te doy una canción y hago un discurso


sobre mi derecho a hablar.
Te doy una canción con mis dos manos,
con las mismas de matar.
Te doy una canción y digo Patria
y sigo hablando para ti.
Te doy una canción como un disparo,
como un libro, una palabra, una guerrilla:
como doy el amor.
(Te doy una canción)

Sucede, como explica el propio Silvio, que con la llamada Nueva Trova se producen cambios
en el modo de abordar temas como el de la mujer, por ejemplo, o el del amor. En este sentido
encontramos en esta estrofa la manifestación de una poética. Resume ella el vínculo que existe
entre la creación artística y el papel sociohistórico que le corresponde jugar al cantautor. La
canción es igualmente expresión del sentimiento amoroso y de la ideología, y el pensamiento
ético del trovador y aun la canción romántica puede estar ligada a asuntos de naturaleza social,
política, patriótica.
La expresión desbordada de sentimientos es desplazada por la enumeración de actos detrás de
los cuales resulta fácil percibir melancolía y soledad. El amor se nutre de la cotidianidad o surge
en el escenario menos sugerente. La poesía se apropia de elementos normalmente excluibles de
la temática amorosa para escribir justamente sobre el amor: el gesto corriente, el acontecer
diario, los pequeños detalles de la con-vivencia en el hogar, una jornada de trabajo voluntario;
incluso la imagen de la mujer cambia, aparece con un pañuelo en la cabeza, vestida de trabajo.
Fuera del tema amoroso, constituye tema central en canciones como Las mujeres de los
individuos (1969), Madre (1974), Eva (1987), Mujeres (1975) donde es ensalzada y dignificada.

No exagero si te cuento que le hablo a tu fantasma,


que le solicito agua y hasta el buche de café.
En días graves le he pedido masajes para mi espalda
(los peores ni te cuento, porque no vas a creer).
(Tu fantasma)
Supón que en un trabajo productivo
te encuentro en tu pañuelo singular
y luego de ese instante decisivo,
supón que no te dejo de mirar.
(Supón, 1980)

La poesía amorosa también se escribe con candidez como hace Silvio en Supón, Imagínate
(1978), o Te conozco (1984). En las dos primeras se trata de una propuesta adolescente, hecha
con dulzura y sencillez. El sujeto lírico apela a la imaginación de su interlocutora para contarle
la posible historia de sus relaciones, y en ambos casos juega con un final sorprendente, en el que
no ocurre lo previsto:

Imagínate
que somos nosotros
tú y yo para siempre
que no eres de otro.
(Imagínate)

Supón que entro y que nos abrazamos.


Supón que todo está por abordar.
Es la primera vez que nos amamos.
Pero supón que hablo sin parar,
supón que el tiempo viene y va,
supón que sigo original.
Supón que no nos desnudamos
y supón que ya eres mi canción.
(Supón)

El ideal del amor perseguido y finalmente encontrado es tema común de Te conozco y Dónde
pongo lo hallado (1969). Se trata de reconstruir el tiempo anterior al encuentro del sujeto lírico
con su destinataria y de reconocer el significado de esa suerte, confesándolo implícita o
explícitamente:

Cuánto nos puede curar el amor.


Cuánto renace de tu mirada.

El lago parece mar,
el viento sirve de abrigo:
todo se vuelve a inventar
si lo comparto contigo.
(Te conozco)

Qué hago ahora contigo.


Las palomas que van a dormir a los parques
ya no hablan conmigo.

Qué ahora contigo


ahora que eres la luna, los perros,
las noches, todos los amigos.
(Dónde pongo lo hallado)

Creo que ambos textos se completan en su contenido. Por una parte, para el sujeto lírico de Te
conozco, el mundo se renueva con la presencia del amor, y de eso habla cada verbo empleado:
curar, renacer, reinventarse, lo que también siente en Dónde pongo lo hallado, si tenemos en
cuenta que la nueva presencia sustituye todo lo que, hasta el momento del encuentro, le ha
acompañado.
Por otra parte, encontramos cierta insatisfacción previa expresada en Dónde pongo lo hallado
a través de la enumeración de compañías que se descubren como una falacia: muerte, gloria
vacía, perros en noches sin amigos, luna compañera sin ser verdadera, y que se emparentan
semánticamente con los siguientes versos de Te conozco: Tanto que yo te busqué/y tanto que no
te hallaba,/que al cabo me acostumbré/a andar con tanto de nada.
La conjunción de dos conceptos semánticamente opuestos, como todo-nada en el verso que
acabamos de citar, es uno de los recursos expresivos que hablan de la huella de César Vallejo en
la obra de Silvio. Los poetas de su generación, aquellos que como él comenzaron a «padecer la
Literatura» en la década del 60 y a compartir la lectura del maestro, han reconocido que Silvio
es quizás uno de los creadores cubanos donde más profundo caló el modo de decir del poeta
peruano;26 pero incluso Silvio ha confesado que sus influencias literarias más importantes son
las de José Martí y César Vallejo, y que si el primero le enseñó el vuelo de la metáfora, el
segundo se la hizo víscera, hueso, sangre.27

qué horriblemente
hermoso era aquel tiempo
(Emilia)

Me veo tan atento a los ruidos internos, feliz tristemente


(Me veo claramente, 1969)

furiosamente a besos
(Hombre, 1987)

Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero


desde que sé que no vendrás más nunca.
(Mariposas)
Cualquier mañana te digo dónde estoy
para que nunca me vayas a buscar.
(Cualquier mañana, 1969)

Lo de menos es que jamás me sobres


que tu amor me enriquezca haciéndome más pobre
(Lo de más, 1987)

Tres mil, tres mil


dejaron de volar
tres mil, tres mil
descansen nunca en paz
(Tres mil pájaros, 1968)

Delante de la columna, al frente,


donde ha viajado siempre
la mira del fusil,
que hable la fértil puntería,
que esa garganta envía
mi forma de vivir.
(Preludio de Girón)

y por él, sus amigos


como quiera que hoy sean
se juntan nuevamente
por sobre sus miserias
convocando a este muerto
de la salud perfecta
(La tonada inasible, 1995)

Nómbrame un beso
sin árbol desecho
una caricia
con todo delicia
con ala de preso.
(Nómbrame un beso, 1970)

26
Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus: Silvio: que levante la mano la guitarra, pp. 48-49.

Como advierten sus autores en el libro Silvio: que levante la mano la guitarra, en las
canciones del trovador es posible «cazar vallejismos a manos llenas». Y no solo por el uso
dislocado del lenguaje, sino también por el sentido humanista de su obra. Los jóvenes que se
agrupan alrededor de El Caimán Barbudo, empeñados en hacer del hombre y su circunstancia
los principales motivos de su expresión escrita, declaran en el manifiesto Nos pronunciamos: la
poesía es un testimonio terrible y alegre y triste y esperanzado de nuestra permanencia en el
mundo, con los hombres, entre los hombres, por los hombres, o no es nada. Silvio, que se
inscribe por derecho propio en este discurso ético, afirma que la eficacia fundamental del canto
reside en ponerse en contacto directo con su realidad, comunicarse con los básicos intereses del
hombre.28
La canción Mariposas comienza con un verso aparentemente esperanzador: Hoy viene a ser
como la cuarta vez que espero, para inmediatamente introducir una ruptura en lo
sicológicamente esperado: desde que sé que no vendrás más nunca, que, en este caso, puede ser
expresión de la naturaleza insensata del sentimiento amoroso, irremediablemente optimista,
atento, y que se repite como procedimiento lingüístico en los fragmentos citados de Cualquier
mañana, Lo de más, La tonada inasible, Tres mil pájaros, donde incluso el verso descansen
nunca en paz, desconcierta porque hace uso de una frase de reconocimiento común.

28
Luis Rogelio Nogueras y Víctor Casaus. Silvio: que levante la mano la guitarra, p. 46.

En Emilia, la antonimia horrible-hermoso sintetiza la complejidad del momento en que se ha


desarrollado la relación afectiva, de amor y complicidad. En Canto arena, el calificativo de la
expresión dulce látigo, convierte el acto socialmente inaceptable del golpe que fustiga en
símbolo de la fuerza instigadora del sueño colectivo. En Preludio de Girón, el adjetivo fértil
aparece empleado con su sentido de fecundidad, como en la canción Domingo Rojo: Domingo,
qué buen pretexto das para cantarte./Tu luna ha comenzado a saludarme,/ y parece como si la
tierra fértil, me esperase. Pero yuxtapuesto al sustantivo puntería, resulta paradójico puesto que
se trata de matar para preservar la existencia humana: Delante de la columna, al frente/donde ha
viajado siempre/la mira del fusil/que hable la fértil puntería/que esa garganta envía/mi forma
de vivir.
Este verso, extraído de su contexto poemático, al que apuntan las palabras columna, fusil,
puntería, es también expresión del modo en que para Silvio la canción es arma de lucha. Porque
en otros textos —un fragmento de entrevista en el que recuerda el programa Mientras tanto
como la primera trinchera que tuve para arrojar canciones, los versos de la canción Emilia:
Las ideas son balas hoy día y no puedo usar flores por ti, o Canción para mi soldado (1976),
dedicada a los cubanos caídos en Angola— se apropia del léxico que le ofrece la trágica
realidad de la guerra, para comunicar una vez más su comprensión sobre la auténtica misión del
artista.
Si caigo en el camino,
hagan cantar mi fusil
y ensánchenle su destino
porque él no debe morir.

Si caigo en el camino
como puede suceder,
que siga el canto mi amigo,
cumpliendo con su deber.

La idea de que la paz se gana con la guerra; la vida, con la muerte, forma parte del modo en
que en la obra de Silvio el futuro del hombre se construye sobre su capacidad de sacrificio y
entrega. Si en La nueva escuela el sujeto lírico deja expresado un sentimiento de deuda por los
sueños, por las manos que por este edificio sin nombre se hicieron doler, en Pequeña serenata
diurna, afirma que Soy feliz,/soy un hombre/feliz, y quiero que me perdonen/por este día/los
muertos/de mi felicidad. Si en Oda a mi generación escribe que vivirle a la vida su talla tiene
que doler, en la misma estrofa enfatiza esta idea con los siguientes versos: Nuestra vida es tan
alta —tan alta—/que para tocarla casi hay que morir,/para luego vivir.
Vida es símbolo de todo lo que puede ser enarbolado en su propia defensa; es la patria y las
cosas ciertas que menciona el sujeto lírico de Preludio de Girón; es resumen de la razón que
asiste en la lucha; es el porvenir que, si recordamos, el poeta se aventura a proponer siempre
conquistado y esplendoroso, asociándolo, como reflejo de su optimismo y confianza, con el uso
de un vocabulario que traslaticiamente es signo de lo bueno e inmenso y en el que no pocas
veces encontramos insertada esta palabra, vida.
Morir, como hemos visto, no significa solo desaparecer físicamente, pero cuando lo hermoso
nos cuesta la vida, en el sentido recto con que Silvio emplea la expresión en este verso de
Canción del elegido, o nos hacer saber en Preludio de Girón que perder la vida en la defensa de
una causa adquiere otra dimensión: Con Patria se ha dibujado/el nombre del alma de los
hombres/que no van a morir, el acto se impregna de la generosidad del deber y menos, a mi
modo de ver, de la gloria del sacrificio. Como en los Poemas humanos de Vallejo, y una vez
más me apropio del libro Silvio: que levante la mano la guitarra, vida y muerte se mezclan en
conmovedora y trágica unidad, para acercar la poesía más a la verdadera naturaleza del ser
humano. En la canción Todo el mundo tiene su Moncada,29 escrita en 1968 o 69 y conocida
también con el título Menos mal que existen, Silvio despoja la imagen del héroe de su aureola
mítica, para mostrarnos un hombre creíble, de carne y hueso.

Menos mal que existen


los que no tienen nada que perder,
ni siquiera la muerte.

Menos mal que existen


los que no miden qué palabra echar
ni siquiera la última
Se arriman a la noche y al día
y sudan si hay calor
y si hay frío se mudan

No esperan echar sombra o raíces,


pues viven
disparando contra cicatrices

Escuchan, se proyectan y lloran


debajo
de sus huellas, con tanto trabajo

Se mueren sin decir de qué muerte


sabiendo que en la gloria
también se está muerto
(Todo el mundo tiene su Moncada)

29
A principios de 1968 Haydée Santamaría nos reunió a Noel Nicola, a Pablo Milanés y a mí para decirnos que Casa de las
Américas quería hacer un disco de homenaje al asalto al Cuartel Moncada, hecho inaugural de la Revolución. Pero no es fácil
cantar a un suceso del que sólo se sabe por la prensa. Este ha sido el punto que toco cada vez que me han pedido que haga una
canción sobre lo que he escuchado contar a otros (años más tarde este argumento fue mi pasaporte a la guerra de Angola).
Dándose cuenta de que llevábamos razón, Haydée nos invitó a su hogar y durante varios días nos habló de aquellos hechos
históricos de los que había sido protagonista. Lo esencial de su plática fue que ella no nos habló como el icono revolucionario que
era, sino con la confianza de una amiga. Su sencillez y su franqueza nos enseñó que las epopeyas las escriben hombres y mujeres de
carne y hueso. Comprender que la historia podía ser protagonizada por personas de aspecto común fue lo que me hizo Todo el
mundo tiene —o podría tener— su Moncada. Silvio Rodríguez. Disco Érase que se era.

La personificación de objetos inanimados o abstractos es otro recurso expresivo característico


del modo de decir de Vallejo que puede hallarse en la obra de Silvio. Por ejemplo, podemos
volver a los conceptos de pasado, presente y futuro, cuya connotación semántica hicimos antes
objeto de nuestra atención, para retomarlos desde el punto vista de la forma, porque si en
algunas ocasiones definen con su función gramatical dentro de la oración un espacio tiempo
histórico: me tocó nacer en el pasado, me vi en el presente, jugarme… allá en el pasado o… en
el porvenir, salvaron de ayer, tierra del futuro, preludio del futuro, también adquieren
capacidad de acción, o son la otra parte de una relación interpersonal: silbaba el porvenir, se cae
el porvenir, te espera el porvenir, el pasado me odia, mi asesino es el pasado, cantarle al
porvenir, hacer cita con el porvenir.
En la canción Domingo Rojo, el sujeto lírico se dirige a este día a través del vocativo, lo dota
de capacidades humanas: Domingo, qué buen pretexto das para cantarte, Domingo, verás
crecer la vida de mis manos, y establece con él un diálogo en el que lo reviste de intenciones
buenas y comparte con él su propio parecer:

Domingo,
qué buen pretexto das para cantarte.
Tu luna ha comenzado a saludarme
y parece como si la tierra fértil me esperase
—oh domingo—.

Domingo,
es como si no me quedaran penas,
como si fuera siempre primavera,
como si la sed humana no supiese de fronteras
—oh domingo—

Domingo,
verás crecer la vida de mis manos,
cuando acaricie el sueño que yo amo
y el tiempo sea un domingo enamorado...

El sujeto lírico se siente bienvenido por el día, lo que puede parecer un contrasentido, pero así
lo sugieren los versos en los que la metáfora verbal convierte luna y tierra fértil en sujetos
también de la acción: la luna saluda, la tierra fértil espera. De hecho, encontramos
personificados dentro del poema, mediante este mismo recurso expresivo, otros elementos
abstractos e inanimados: vida, relojes, cuadra, sol, amor.

Este domingo es especial domingo


la vida lo colmó de actividad.
Hoy todos los relojes sonaron a las cinco,
la cuadra es un trajín que viene y va.
...
Domingo,
taller donde el sol puso residencia,
amor que sigue haciendo de herramienta
y ensancha las ventanas y las puertas.

De esta manera, el sujeto lírico vuelve a omitir el agente real, el hombre, a pesar de que existe
sustituido por la realidad que él construye, realidad en la que el hablante del poema pone el
acento comunicativo; y digo vuelve porque también en otros textos pone el poeta la atención en
el objeto que le sirve de argumento: los actos que autentican, en su costo humano, el proyecto
social defendido. Recordemos qué hace en La nueva escuela. Los versos cuya sintaxis dan
prominencia a la ocurrencia del evento: los lugares alzados, los semilleros hechos, explicitan a
través del complemento de modo: lugares alzados a golpe de sangre y martillo, semilleros
hechos con adoquines de vergüenza, piedra y lucero el lado espiritual comprometido en el
proyecto social en el que se sumerge el país y del cual es la canción testimonio.
En Domingo Rojo, el sujeto lírico emplea la anécdota para abordar un asunto específico del
contexto cubano: el trabajo voluntario. Su intención es la de comunicar el sentido colectivo,
anónimo y desprendido de esta labor, así como la trascendencia, singularidad y dinamismo que
lo caracterizan. Por tanto, no existe un protagonista individual, sino un grupo humano que,
además, no está presente de manera explícita, sino inserto en el plural de los elementos
oracionales: sorbos de café, toses de motores, risas, pañuelos; en el conjunto al que sirve de
expresión la palabra cuadra; en esa serie de menciones que en orden cronológico hace el sujeto
lírico de las actividades de la mañana.
En la canción Que ya viví, que te vas, el sueño, la veladora, el tiempo, la guitarra, representan
el sujeto lírico o la imagen de la amada, pero al adquirir cada uno de ellos vida propia —el
sueño huye, la veladora duerme, el tiempo entra, la guitarra gira—, anulan la voluntad del
personaje que queda así a merced de su propia inutilidad; como en Ojalá, no puede borrar el
recuerdo de la amada. En El sol no da de beber, los testigos de la relación amorosa son
elementos inanimados o abstractos: una habitación, el día, un reloj. No realizan ellos ninguna
acción, pero el modo en que son calificados por el sujeto lírico define su función dentro de la
relación amorosa tema de la canción. Ese así que el tibio amparo de la 214, convierte este lugar
en refugio; el día indiscreto y torpe, convierte la luz en enemigo; la ronda del reloj lo convierte
en centinela.
Silvio introduce sus propios neologismos. Renombra adjetivos y adverbios o los crea, como
querible o besable en la Canción del elegido; desnudable, en Tocando fondo; amigamente en
Resumen de noticias; construyente, En una nube viajera. Yuxtapone conceptos que pertenecen
a realidades diversas: helándome el cerebro y la mañana (Llueve otra vez), lugares alzados a
golpe de sangre y martillo, adoquines hechos de vergüenza, piedra y lucero; o emplea
calificativos que no expresan precisamente una cualidad, sino una con-secuencia de tipo social,
como las expresiones edificio sin dueño o años duros de La nueva escuela; o el modo en que
hace referencia a los sucesos del 11 de septiembre en Nueva York en la canción Cita con
ángeles: las dos torres con sus miles cayendo inolvidablemente. Emplea con función imperativa
conjugaciones verbales que no se usan comúnmente, y de hecho se sienten raras. Así en Días y
flores, el sujeto lírico está expresando a través de la conjugación del verbo saber un ruego, es
como si le dijera «quiero o necesito que sepas» a esa segunda persona interlocutora de su
discurso: Si me levanto temprano,/fresco y curado, claro y feliz,/y te digo: «voy al bosque/para
aliviarme de ti»,/sabe que dentro llevo un tesoro/que me llega a la raíz.
Como Vallejo, rompe con las categorías tradicionales y dispone libremente del tiempo: Ya
estoy regresando solo/de los tiempos venideros (Ya no te espero). Utiliza además frases del
lenguaje coloquial, que apuntan hacia la subjetividad del discurso puesto que insertan ellas la
intención sarcástica, la furia irreprimible, la actitud optimista:

Viven muy felices, no digo yo,


los que repiten la lección como aprendices
(Viven muy felices)

Pero, pobre de mí, no he estado con los presos


(Resumen de noticias)

Salgo con un pan y un credo,


un rifle, una melodía;
salgo dispuesto a mi día
y al tiempo de mi sendero.
Caramba, yo llego...
(Los pasos de la guerra)

la rabia coño— paciencia, paciencia.


(Días y flores, 1975)

Cómo andan, hola, qué tal?


(a quien pueda interesar)
Cómo andan, hola, qué tal?:
¡soy feliz de regresar!
(A quien pueda interesar, 1969)

El influjo de otros discursos en la poesía coloquialista caracteriza también desde el punto de


vista de la estructura del poema la obra de Silvio. En Debo partirme en dos reproduce la canción
sentimental, comercial: Te quiero, mi amor no me dejes solo/no puedo estar sin ti, mira que yo
lloro. Tu fantasma tiene el tono epistolar; Los cazabrujas de dores, se emparenta con el teatro;
Resumen de noticias recrea el tono periodístico; A quien pueda interesar ironiza sobre el
discurso burocrático u oficial.
A veces el pensamiento imaginativo parte de asociaciones ya incorporadas al uso semántico
de la palabra, pero también encontramos esos códigos íntimos, abreviaturas del espíritu o
señales secretas,30 para usar palabras del propio cantautor. El concepto de luz, por ejemplo,
simboliza en la obra de Silvio el acto edificante, la intención noble, con que el autor reviste las
palabras cielo, sol, claridad, auroras, iluminar, luz, alba, que encontramos frecuentemente
habitando sus versos. Es una forma de hacer referencia al futuro y a la esperanza puesta en él:
Estos años son el pasado del cielo./Estos años son/cierta agilidad/conque el sol/te dibuja/en el
porvenir./Quedamos los que puedan sonreír/en medio de la muerte, en plena luz. (Al final de
este viaje en la vida)
30
Silvio Rodríguez: Cumplir con Vallejo. En Revolución y Cultura.

En la canción Domingo Rojo el verso Hay voluntad de hacer amanecer, aprovecha la


secuencia temporal que hasta ese momento ha ido precisando el sujeto lírico (a las cinco, en la
madrugada, a las seis, antes de la mañana) para convertir el anuncio del día en símbolo del
mejoramiento y progreso humano. La intención se repite más adelante con el uso de la palabra
sol: Domingo, taller donde el sol puso residencia; pero ahora la naturaleza generosa y fecunda
del trabajo voluntario se declara además condición perdurable.
En El sol no da de beber, la luz delatora parece enemiga, desde el mismo título, de la relación
amorosa: el día indiscreto y torpe, hay que ayunar al filo del amanecer, hay que esperar un
largo no de claridad; sin embargo, al final de la canción reivindica el sujeto lírico su significado
al convertirla en símbolo de la naturaleza clandestina de la historia que aquí se cuenta:

Y a quien me quiera incinerar los versos


argumentando un folio inmemorial,
le haré la historia de este sol adverso
que va llorando por el universo,
esperando el día que podrá alumbrar.

En la canción Llegó la luz (1981), aparece contenido el sentido que cobra esta palabra en la
poesía de Silvio: es pureza, acción, esperanza, amor, y puesto que aquí es personificada: Llegó
la luz, creció la luz, voló la luz, cantó la luz, surgió la luz, preñó la luz, es abarcadora, modesta,
oportuna, estimuladora, anunciadora, eterna, vencedora, fundadora. La intención comunicativa
del concepto se fortalece, además, en estructuras sintácticas en las que sus signos aparecen en
oposición a menciones léxicas de oscuridad. La canción Hacia el porvenir llega a ser
paradigmática de este procedimiento.

vino a rajar la noche


un emisario del alba.
(América, te hablo de Ernesto, 1972)

Hacia el porvenir partieron sombras.


Rumbo a mañana algo de oscuridad
fue sobrevivir, porque el sol de hoy
no pudo más

No estarán completas las auroras.


Quejas de mí lucirá la claridad,
porque lo que yo tanto pretendí
demorará.

Hacia el porvenir partieron sombras.


Cuando no alcance, sólo podré alertar.
Si alguien me oye allí, no se olvide pues
de iluminar.
(Hacia el porvenir, 1993)

Los verbos de movimiento (caminar, andar, avanzar) y otras palabras relacionadas (camino,
sendero, viaje) cobran también expansión semántica en el contexto del poema cuyo contenido es
testimoniar sobre el presente. Son expresión de acción, avance y mejoramiento y, por tanto, otro
modo en que el poeta capta y refleja la esencia transformadora y toda la energía contenida en el
período que aborda. Sobresale el uso de este campo léxico en canciones como Los pasos de la
guerra y Voy a cantarle al porvenir, en los que la expresión llega a ser enfática:

Por este camino nuevo,


si llego, llego llegando,
conmigo va caminando
mi hermano, mi compañero
(Los pasos de la guerra)
Diré que fuimos lo normal;
piel y cerebro para andar,
que no tuvimos nada más para avanzar.
Y un hombre quisimos mejor
y costó mucho echarlo andar...
(Voy a cantarle al porvenir)

En La era está pariendo un corazón y Bajo el arco del sol, la lucha armada se encuentra el
mundo representado en su sufrimiento y su ira. El sentimiento de solidaridad que impulsa a la
acción en ambos textos está esencialmente expresado a nivel léxico. En el caso de La era..., en
el pronombre indeterminado cualquier: en cualquier selva del mundo, en cualquier casa, por
cualquier hombre del mundo, por cualquier calle; y en Bajo el arco del sol, la lucha armada,
en los pronombres otros, otras: Hoy caminé en el lado de otro odio, Supe que por mi herida me
sangraban otros golpes, Mira mi herida de otras regiones como Indochina. Son estas categorías
de palabras las que trasmiten aquí su apreciación desprejuiciada, sin distinciones, del mundo.
Pero el léxico es también vehículo de la violencia expresiva que caracteriza a la retórica
coloquialista. En la primera estrofa de La era..., el sujeto lírico logra expresar un cúmulo de
sensaciones mediante los verbos romper y regar. Por un lado, conllevan ellos la naturaleza
sorpresiva y acaparadora de la acción que indican, por otro su consecuencia desestabilizadora y
al mismo tiempo renovadora. Todo esto referido al sujeto lírico, puesto que de lo que realmente
se trata es de la traducción metafórica de una vivencia subjetiva que deriva de la irrupción del
mundo exterior en la vida del hablante poemático. La era está pariendo un corazón refiere todas
las causas justas del mundo, a las que el sujeto lírico decide sumar: hay que acudir
corriendo/hay que quemar el cielo si es preciso, y sumarse: Debo dejar la casa y el sillón, modo
en que alude a la actitud individualista y acomodada que ahora elige abandonar, en función del
gesto solidario e internacionalista. El sentido metonímico con que es empleada la palabra sillón,
aparece en la canción Historia de la silla (1969), donde justamente la pasividad, la apatía, son el
tema central.
La poesía de Silvio se caracteriza por su variedad formal, al punto que los textos pueden
poblarse tanto de expresiones tropológicas basadas en simples analogías, como de artificios
admirables en los que la capacidad asociativa llega a límites insospechados. Por ejemplo, en la
canción Cuando digo futuro, el complemento de modo: codo a codo, que forma parte de la
oración Hay una madre que camina codo a codo con su clan, es una locución adverbial de uso
generalizado con la que se alude a la cooperación entre personas; remite, pues, inmediatamente,
a la masa que marcha en grupo apretado; reviste los conceptos de unidad y colaboración que
signa de una connotación sociopolítica. Confirma, además, el significado que cobra en la obra
de Silvio la palabra madre como símbolo de patria, aun cuando en esta canción el sujeto lírico
brinda su visión de la realidad a través de una galería de personajes anónimos (el hombre y su
mujer, el militar, los niños, la mu-chachita), que permiten interpretar este sustantivo, madre,
también como alusión a la mujer individuo. Porque al igual que en Preludio de Girón, lo hace el
poeta sujeto de la acción: hay una madre que camina, esta mujer sagrada inclina el seño; pero
ya hemos visto que para Silvio, como para Vallejo, incluso el objeto inanimado o el concepto
abstracto, puede cobrar vida en función del mensaje.
En Domingo Rojo, toses de motores es una metáfora nominal sencilla, construida sobre la base
de una analogía sonora ele-mental, que no deja por ello de apuntar hacia las ocurrencias del
pensamiento imaginativo. Igualmente resume el sujeto lírico los deseos, las aspiraciones del
hombre, a través del sentido figurativo socialmente dado a la frase sed humana.
Silvio es certero en la selección de sus palabras y en la capacidad asociativa que anima sus
figuras literarias. Una sola frase a veces basta para aprehender la vehemencia de una emoción o,
en toda su intención, la idea que recorren un poema. Después que canta el hombre, por ejemplo,
me resulta intensamente expresivo en el verso: y una mortaja de aire hace silencio, y preciso en
el símil como un ángel postizo que insistiese, al que ya antes hicimos referencia. Ambos
resumen la magnitud del enfrentamiento interno del personaje. La soledad en que queda
atrapado el individuo adquiere dimensiones angustiosas con la metáfora y una mortaja de aire
hace silencio. En los predios sorprendentes de la imaginación poética se establece una analogía
entre el silencio que sigue a la función escénica y la espantosa quietud de la muerte, analogía
que podemos suponer basada en la identificación del sema mortaja, envoltura última de un
cuerpo, con ese vacío dejado por la audiencia, incorpóreo, por eso de aire, pero también denso,
poderoso, palpable y sobre todo indicativo del final.
La fuerza de la imagen, el mismo Silvio lo ha reconocido, le viene también de su experiencia
como dibujante y fotógrafo, y en algunos de sus versos justamente lo que hace es dibujar el
mensaje. Esta misma canción sobre la que hablaba, Después que canta el hombre, se siente
sobre todo en los ojos. Podemos perfectamente representarnos la imagen del cantor, guitarra en
mano, situado frente al vacío de la sala de conciertos una vez que ha terminado su presentación.
La mirada del sujeto lírico nos traslada hasta las butacas vacías, recién abandonadas por esa
masa humana, convertida por algunas horas en público, que regresa a su marcha cotidiana,
quizás aliviada o convencida de algo, siendo otra o la misma, pero que deja en el artista el sabor
de lo efímero y lo ingrato, una vez que la nada, más insistente después del arrebato y la
emoción, llega para sustituir su compañía.
En la canción Oda a mi generación, el acto de acrobacia suicida que retrata el poeta: es por
eso que un día me vi en el presente con un pie allá donde vive la muerte y otro pie sus-pendido
en el aire buscando lugar, representa claramente el conflicto existencial por el que atraviesa. El
tiempo me hala la manga resume en Los compromisos el empuje renovador de los nuevos
tiempos y la necesidad de ir a su paso, de no quedarse detrás. El verso vi la realidad arrodillada
frente al mar, de la canción Bajo el arco del sol, la lucha armada, surte un efecto conmovedor.
El dibujo de la mujer sagrada que inclina el seño de Preludio de Girón, sustituye la palabra o el
grito indignado por el gesto bravo y resulta aún más elocuente.
Desde el punto de vista compositivo, resulta interesante dentro de la obra de Silvio comprobar
cómo el mecanismo de la reiteración sirve al sujeto lírico para enfatizar una idea o esclarecerla,
sin entrar en contradicción con el poder de síntesis y la capacidad asociativa que animan las
figuras literarias de su obra.
El viento eres tú es una canción breve sobre la agonía del amor, que no se nombra sino que
drena a través del verbo. Cuando el poeta dice de la amada que es silbido veloz, viento que trae
la muerte, llama que abrasa la flor, violencia del fiero huracán, sombra oscura, pone en
conjunción fuerzas incontenibles, ancestrales y avasalladoras, para decir que sufre —y
cuánto— por amor. Los versos indican a quién se refieren las imágenes; existe lo que se
denomina el término propio de la metáfora, en este caso el Yo que habla en el poema y el Tú
que es su destinatario concreto: Y los árboles fríos del bosque soy yo/ese viento que trae la
muerte eres tú; puestos así en desigual condición del que es abandonado y del que abandona, al
menos, del que debe aceptar el fin obrado por el otro. Los versos contienen, pues, su
desciframiento. Y el final, Por qué, por qué tú sigues, di,/matando este amor que dejas, no deja
lugar a dudas sobre la naturaleza amorosa del conflicto.
En Tu imagen, el sujeto lírico resume la expectativa fallida, el desengaño, comparando a la
amada con distintos elementos que tienen en común el hecho de no poder realizarse en su
esencia: Y tú eras mi viento, mas no a favor./Eras mi barca en el pedregal,/eras mi puerta sin
tirador,/eras mi beso buscando hogar. En Resumen de noticias se mencionan una serie de
personajes que se definen metafóricamente como obstáculos de lo nuevo a través de las
expresiones presos de su cabeza acomodada, ríen con sólo media risa, delimitadores de las
primaveras.
La canción La maza comparte con Viven muy felices la crítica a ciertas debilidades humanas,
la imitación conveniente, el acomodamiento, que en el segundo de los títulos queda expresado a
través de la repetición léxica y relaciones de sinonimia establecidas sobre significados
primarios; mientras que en La maza, el discurso es más rico en asociaciones y la expresión se
carga de connotaciones semánticas.

los que repiten la lección como aprendices,


...
los que repiten un camino sin razones
...
Qué fácil es seguir caminos
ya caminados por otros pies,
(Viven muy felices)

un servidor de pasado en copa nueva


un eternizador de dioses del ocaso
(La maza)

Los versos citados, por ejemplo, abordan una misma problemática: el calco artístico que
supone en un caso la existencia de lo ya concebido con el esfuerzo de la primera vez, y en otro
su envejecimiento; que tiene en un caso el sabor de la simplificación y en otro, el de la
continuidad servil y conservadora. En Viven muy felices se caracteriza a un grupo humano
específico (los que repiten, los que no buscan, los que no arriesgan) y quizás sea esta la razón
por la cual prefiere el sujeto lírico usar un lenguaje coloquial, más adecuado al enfrentamiento
crítico que el tema persigue como objetivo. En La maza, en cambio, los símbolos permiten al
hablante poemático generalizar, abordar la temática desde un punto de vista reflexivo.
La canción La nueva escuela es particularmente enfática en su discurso. No le basta al poeta
insistir, si recordamos, en la idea de lo diferente a través de la repetición del adjetivo nueva:
incorpora además el sentido de nacimiento, de origen, a través de la palabra cuna, con la que
establece la comparación de escuela y casa: casa y escuela nueva/como cuna de nueva raza.
Pero también se apropia el sujeto lírico del sentido diferenciador y genérico de la palabra raza,
obviando el punto de vista etnológico, para emplearla como sustituto semántico de una nueva
actitud, de un nuevo pensamiento y en ese sentido de una nueva especie, de un nuevo hombre.
Casa y escuela se convierten en el espacio, entonces, en el que debe formarse el espíritu
consecuente con la sociedad que se construye, y al decir espacio, podemos también pensar en
escenario, en con-texto, en país, y decir Revolución, decir Cuba.
La canción de Silvio extrae de cada asunto tratado, su esencia, su real significado. Más allá
del testimonio de los acontecimientos que se suceden en la Revolución, lo que el poeta
comunica, lo que aprehende de un trabajo voluntario, por ejemplo, de Playa Girón, de una figura
como el Che Guevara, de su propio oficio, de un recuerdo de la niñez o de la experiencia
amorosa, es su trascendencia histórica y humana. Sobre esa comprensión particular de los
hechos, como reflejo de sentimientos, principios, convicciones, actitudes ante la vida, construye
su obra. Esta condición concede dimensiones universales a su canción.
De pronto me doy cuenta que no he logrado sustraerme del catálogo de recursos expresivos
con los que Silvio concede categoría literaria a su obra. A mi favor, digo que he intentado, al
menos, mostrar las múltiples aristas por las que puede ser disfrutada a nivel textual. En las
canciones del trovador, el lenguaje es protagonista y precisa de atención, incluso por curiosidad.
Estas páginas surgieron de una experiencia poética íntima, de un diálogo personal con el autor
de estos textos, que debe en-tenderse en el sentido en que toda lectura implica una experiencia
comunicativa. La caracterización estilística que hayan logrado, tampoco será suficiente, porque
podremos acercarnos una y otra vez a esa meta sin tocarla nunca. Dejo pues, despiertas las
ansias de seguir descubriendo al poeta.
Las canciones

Acerca de los padres

Cuando venía de la escuela


y alguien le quitaba un medio al niño,
su padre le pegaba haciéndolo salir:
tenía que romperle la cara sin llorar.
Si se ponía a dibujar,
sus casas y soles le hacía trizas:
los machos juegan a las bolas y a pelear:
búscate un papalote y deja de soñar.

No pudo decir que tuvo miedo,


no pudo decir que le dolía,
no pudo decir que era salvaje lo que hacía.
No pudo llorar como pensaba,
no pudo pedir ayuda alguna,
no pudo sino tragar en seco su amargura.

¿Quién?
¿Quién tiene un hijo en las entrañas?
¿Quién le está dando el desayuno
para cobrárselo mañana?
¿Quién,
quien juguetea con la alquimia?
¿Quién quiere fabricar cerebros
y sólo está sembrando muertos?
¿Quién?

Y la erosión le trajo un sexo


y una presencia ante la vida
sellados por un fuerte cordón umbilical,
pues por su filiación sexual le juzgarán.
Hoy los archivos se desbordan
de sicopatías y prejuicios,
de mutiladas fantasías del horror,
de remendados en la frente y el amor.

De nada le sirve ser amigo,


de nada le sirve ser hermano:
el sexo es el juez universal del ser humano.
Y si eres mujer no pidas ni agua
si cambias de hombre por semana:
el odio te sigue, inevitable, cama a cama.

¿Quién,
quién tiene un hijo en las entrañas?
¿Quién le está dando el desayuno
para cobrárselo mañana?
¿Quién,
quién juguetea con alquimia?
¿Quién quiere fabricar cerebros
y sólo está sembrando muertos?

¿Quién?
¿Quién?
¿Quién?
¿Quién?

Ahora sé

Ahora sé
que el amor es soledad,
buscar una esperanza,
que siempre desaparece
cuando se la alcanza.

Ahora sé
que el estar acompañado
es caminar sin nadie,
que cuando alguien va a tu lado
es no tener a nadie.
Ahora sé.

El amor es buscar,
el amor no es tener.
Es vivir de querer,
de querer alcanzar.
Lo sé.

El amor es buscar,
el amor no es tener.
A la vez que se da
ya no es sueño de amor.
Lo sé.

Ahora sé
que ese perro fugitivo
que me ladra tarde
tiene un amor en la esquina
que hay en cada calle.
Ahora sé.

Ahora sé
que ha buscado, que ha tenido
que no vive preso.
Que sabe que tenerlo todo
cuesta un alto precio.
Ahora sé.
Al final de este viaje en la vida (1970, Atlántico)

Al final de este viaje en la vida, quedarán


nuestros cuerpos hinchados de ir
a la muerte, al odio, al borde del mar.

Al final de este viaje en la vida, quedará


nuestro rastro invitando a vivir.
Por lo menos por eso es que estoy aquí.

Somos prehistoria que tendrá el futuro.


Somos los anales remotos del hombre.
Estos años son el pasado del cielo.

Estos años son


cierta agilidad
conque el sol
te dibuja
en el porvenir.
Son la verdad o el fin.
Son Dios.

Quedamos los que puedan sonreír


en medio de la muerte, en plena luz.
En plena luz.

Al final de este viaje en la vida, quedará


una cura de tiempo y amor,
una gasa que envuelva un viejo dolor.

Al final de este viaje en la vida, quedarán


nuestros cuerpos tendidos al sol,
como sábanas blancas después del amor.

Al final del viaje está el horizonte,


al final del viaje partiremos de nuevo,
al final del viaje comienza un camino.

Otro buen camino


que seguir descalzos,
contando la arena.
Al final del viaje
estamos tú y yo,
intactos.
Quedamos los que puedan sonreír
en medio de la muerte, en plena luz.
En plena luz.
Al final de la segunda luna (1968)

Esta va a ser mi canción más sencilla,


que no hablará de nada y hablará de todo.
No es necesario mencionar la vida
para que se sienta su presencia en los ojos.

Al final de la segunda luna


empecé a no hacer nada con las manos,
sólo por un momento y entonces tuve ganas
de hablar al ancho justo de la palabra humana.

Como si no tuviera ningún nombre


y no existiera historia de los hombres,
más allá del atávico pasado,
del presente y futuro deseado.

Sin ningún compromiso con el mundo,


como si todo fuese este segundo,
cual si todo naciera de mis labios,
cual si todo muriera de mis labios.

Hay otra dimensión desconocida,


más fuerte que la muerte y que la vida,
más sustancial que el mundo y su belleza,
que nace y muere siempre donde empieza.

Estar como se está, como se siente,


es más claro y más negro que decirlo,
que tratar de explicarlo —por eso ya no sigo—.
Sólo quise decir que es tremendo estar vivo.

América, te hablo de Ernesto

Con una mano larga


para tocar las estrellas
y una presión de dios en la huella,
pasó por tu cintura,
por tu revés y derecho,
el curador de hombres estrechos.

Preparando el milagro
de caminar sobre el agua
y el resto de los sueños
de las dolencias del alma,
vino a rajar la noche
un emisario del alba.

Y con voz tan perfecta


que no necesita oído
hizo un cantar que suena a estampido.
En todos los idiomas el emisario
va a verte:
en todos los idiomas
hay muerte.
Aunque lo entierren hondo,
aunque le cambien la cara,
aunque hablen de esperanzas
y brille la mascarada,
llegará su fantasma
bien retratado en las balas.

Ando como hormiguita (1994)

Ando como hormiguita por tu espalda,


ando por la quebrada dulce de la seda.
Vengo de las alturas de tus nalgas
hacia el oro que se derrama y se me enreda.
Tú te vuelves pidiendo el cielo,
apuntando a la luz con flores.
Y como lazarillos son los sabores
en tu jardín de anhelos.

Angola es una

La misma casa de miseria


de tabla sucia y de remiendo
es el desolador atuendo
que adorna por toda mi tierra.

Y la inocencia sin escuela,


el mismo harapo sin juguete
que me castiga como un fuete
de punta a punta las fronteras.

¿Qué voy a hacer?


Diga quien diga que dos,
diga quien diga que diez,
Angola es una
como el deber.

El mismo látigo inflexible


desde Cabinda hasta Cunene,
nos humilló, nos hizo fieles
de los escarnios increíbles.

La misma piel que estalla y cruje,


la misma víscera que escucha,
el mismo pueblo que ama y lucha,
la misma selva, la que ruge.
Anónimo

Un día como otro yo leía mis cartas


rascándome una ceja, solo y en voz alta;
y el último papel que me cayó en las manos
era una carta anónima, en lenguaje claro.
La escribía una mujer, de timidez muy obvia,
que hablaba de su vida con tan poca gloria;
se dibujaba lágrimas y a veces risas,
con tanta sencillez como con tanta prisa.

Cuántos papeles he recibido:


fotos y textos, firmas de adorno,
cuántos pedidos.
Cuántos honores y vanidades;
cuánto espejismo; cuánto juguete
de los mortales.

Aquella muchacha no quería mi rostro


ni letras olvidadas ni inútil autógrafo.
Decía que, con lágrimas o con sonrisas,
mis cosas para ella siempre eran las mismas.
En su trabajo el gusto le conocen tanto
que corren a buscarla cuando en radio canto;
en su casa le dicen que me rinde culto
y eso hace que me sienta el autor de un hurto.

¿Con qué derecho, con cuál astucia


provoco encantos, provoco sueños,
provoco angustias?
¿Con qué derecho otros fantasmas
quitan y ponen, a sus antojos,
vida en el alma?

Me conmovió su gesto desinteresado:


escribir y verterse, sin pedir a cambio.
Decía —como hablando de un imposible—:
«...y me hubiera hecho infinitamente feliz
que tú un día me hubieras escrito una canción...»
...y aquí está la canción, lo que un poquito cruda
porque la realidad se ha de cantar desnuda.
Sobrecoge pensar que de piedra brillante,
porque es piedra y brilló, se crea que es diamante.

Cuántos papeles he recibido:


fotos y textos, firmas de adorno;
cuántos pedidos.
Cuántos honores y vanidades:
cuánto espejismo; cuánto juguete
de los mortales.
A quien pueda interesar

Cómo andan, hola, qué tal?


(a quien pueda interesar)
Cómo andan, hola, qué tal?:
¡soy feliz de regresar!

Ahora heme aquí,


entre ustedes en la vida otra vez.
Ahora heme aquí,
con un poco de agua fría en los pies.
Ya regresé
y el que quiera puede ya sonreír,
el que quiera puede irse a llorar,
y al que quiera puede darle igual.

Estoy hablando a quien pueda interesar,


pero ante todo tengo que ordenar mis cosas.
Es que he traído demasiados documentos
sobre el mar,
es que he traído demasiada inspiración.
Estoy hablando a quien pueda interesar,
pero ante todo tengo que coger respiro.
He de llenarme nuevamente
de las cosas, de la gente,
antes de hacerme aplaudir o censurar.

Cómo andan, hola, qué tal?


(a quien pueda interesar)
Cómo andan, hola, qué tal?:
¡soy feliz de regresar!

Ahora heme aquí,


entre ustedes en la vida otra vez.
Ahora heme aquí,
con un poco de agua fría en los pies.
Ya regresé
y el que quiera puede ya sonreír,
el que quiera puede irse a llorar,
y al que quiera puede darle igual.

Estoy hablando a quien pueda interesar,


pero ante todo abrazo a mis amigos,
a alguna muchachita que se muestre
amable en el saludo,
a la familia, a los vecinos y demás.
Estoy hablando a quien pueda interesar,
pero ante todo estoy besando el suelo.
Como se puede ver,
regreso con color en las mejillas
—y si pudiera verse el alma habría más—.
Me regocija verlo todo junto otra vez,
para vivir un poco más allá,
para morir un poco más también.

Estoy hablando a quien pueda interesar,


a-quien-pue-dain-te-re-sar.

Bajo el arco del sol,


la lucha armada

Hoy caminé en el lado de otro odio


donde ronda el mundo y yo cuando estoy,
y vi la realidad bajo una tempestad.
Supe que por mi herida me sangraban otros golpes
y otras furias también,
y vi la realidad arrodillada frente al mar.

Mira mi herida en la mano que pulsa con la muerte


y óyeme el fuego descubierto en la voz.
Mira mi herida de otras regiones como Indochina,
bajo el arco del sol.

Hoy dividí mi llanto por colores,


dimensiones y distancias
y fue como el Mekong y yo, tan separados.
Estoy muriendo de vivir sentado en la distancia
irrecorrible quizás:
quiero olvidar mi voz,
colgar guitarras en el sol.

Quiero un disparo
y vestirme de humano en esta suerte
y acompañarme con un hueso de flor.
Quiero la vida; si no, la muerte,
serenateando bajo el arco del sol.

Besos atrás

Es olvidar
todo este tiempo que vendrá trayendo un fin.
Es olvidar
todo lo triste de sufrir que ha de llegar.

Es olvidar
llenar vacíos que se irán,
guardar palabras, callar sueños
y seguir ya comenzando el amor
con el sol cada vez agotando el dolor
y seguir...

Yo te amaré besos atrás,


desde este amor, por otra vez.
Yo te amaré con el adiós
lleno de ti, pleno de fin.

Es olvidar
llenar vacíos que se irán,
guardar palabras, callar sueños
y seguir ya comenzando el amor
con el sol cada vez agotando el dolor
y seguir...

Yo te amaré besos atrás


desde este amor, por otra vez.
Yo te amaré con el adiós
lleno de ti, pleno de fin,
sin olvidar.

Bolero y Habaneras (1986)

Tú la perdiste pero aquí se queda.


Al fin y al cabo está con un obrero.
Conozco un caso que me da más pena:
una muchacha de por el Cotorro,
por una chapa HK, en febrero,
torció camino y se perdió del Morro.

En todo caso la sabrás presente,


latiendo aún para las nobles cosas
y no partida y con el alma inerte.
Lo que te falta te abandona menos,
sólo mudó de cuidador la rosa,
no se trocó la flor por el dinero.

Quien hace altar de la ganancia, pierde


la condición, la latitud, el puesto,
y pierde amor, pues la codicia muerde
jamás en yo y siempre allá en el resto.

Por otra parte, detener amores


es pretender parar el universo.
Quien lleva amor asume sus dolores
y no lo para el sol ni su reverso.
Tú la perdiste pero aquí se queda.
Al fin y al cabo está con un obrero.
Conozco un caso que me da más pena:
una muchacha de por el Cotorro,
por una chapa HK, en febrero,
torció camino y se perdió del Morro.

Vaya con suerte quien se cree astuto


porque ha logrado acumular objetos.
Pobre mortal que, desalmado y bruto,
perdió el amor y se perdió el respeto.

Por otra parte, detener amores


es pretender parar el universo.
Quien lleva amor asume sus dolores
y no lo para el sol ni su reverso.

En todo caso la sabrás presente,


latiendo aún para las nobles cosas
y no partida y con el alma inerte.
Lo que te falta te abandona menos,
sólo mudó de cuidador la rosa,
no se trocó la flor por el dinero.

Canción de invierno (1969)

Es día de frío y llegas a casa.


Vienes de la tarde cansada de un jueves.
Los muebles, tu perro y millones de ojos
están como siempre esperando tu vuelta,
en la que presientes que nada ha cambiado.
Te espera lo mismo, el sueño ha pasado.

Recoges tu pelo, tan libre en la tarde


quizás porque alguien nunca lo vio preso.
Te sientas y cenas, y todas las culpas
te dan con un peso mayor que tus fuerzas,
y pugnan tus ojos y esta tarde loca.
Hasta que eres débil y tapas tu boca.

Cuando todo pasa te crees segura,


mientras con tus horas revuelves cenizas.
Presientes muy dentro pasiones prohibidas.
No importa mentirse para ser felices,
hasta que un deseo se meta en tu lecho.
Mas, ¿qué estás pensando? —te tapas el pecho—.

Pero necesitas quedar bien con todo


—todo que no sea bien contigo misma—.
La angustia es el precio de ser uno mismo:
mejor ser felices como nuestros padres
y hacer de la lástima amores eternos.
Hasta que, a la larga, te tape el invierno.
Canción de la Columna
Juvenil del Centenario (1970)*

Mientras la ciudad
aún a las cuatro esté encendida
y haya un lugar que te distraiga por ahí,
un humilde lugar,
un pequeño lugar,
no digas no, que estás negando el paraíso:
sé donde por años la luz es un farol
y el sueño diversión,
única diversión.

Sé que ahora mismo,


mientras se entona cualquier canto,
mientras partimos a disipar el calor,
se está luchando allá.
¿Qué va a pagar
la sangre que la tierra absorbe?
¿Qué oro que no es oro de sueños pesa así?
¿Qué puede valer más?
¿Qué paga este sudor, el tiempo que se va?
¿Qué tiempo están pagando? —el de sus vidas.
¿Qué vida están sangrando por la herida
de virar esta tierra de una vez?

Cuando a las once el sol parte el centro del honor,


cuando consignas y metas piden su paredón,
cuando de oscuro a oscuro conversan con la acción,
la palabra es de ustedes, me callo por pudor.

¿Qué paga este sudor, el tiempo que se va?


¿Qué tiempo están pagando? —el de sus vidas.
¿Qué vida están sangrando por la herida
de virar esta tierra de una vez?

* Canción para el documental Columna Juvenil del Centenario, de Miguel Torres (En cursiva,
texto de Pablo Milanés).

Canción del elegido (1969)

Siempre que se hace una historia


se habla de un viejo, de un niño o de sí.
Pero mi historia es difícil,
no voy a hablarles de un hombre común.
Haré la historia de un ser de otro mundo,
de un animal de galaxia.
Es una historia que tiene que ver
con el curso de la vía láctea.
Es una historia enterrada,
es sobre un ser de la nada.

Nació de una tormenta,


en el sol de una noche,
el penúltimo mes.
Fue de planeta en planeta,
buscando agua potable;
quizás buscando la vida
o buscando la muerte
—eso nunca se sabe—;
quizás buscando siluetas
o algo semejante
que fuera adorable
o por lo menos querible,
besable, amable.

Él descubrió que las minas


del Rey Salomón
se hallaban en el cielo
y no en el África ardiente,
como pensaba la gente.
Pero las piedras son frías
y le interesaban
calor y alegrías.
Las joyas no tenían alma,
sólo eran espejos,
colores brillantes.
Y al fin bajó hacia la guerra
(perdón: quise decir a la tierra).

Supo la historia de un golpe,


sintió en su cabeza
cristales molidos,
y comprendió que la guerra
era la paz del futuro.
Lo más terrible se aprende enseguida
y lo hermoso nos cuesta la vida.
La última vez lo vi irse
entre humo y metralla,
contento y desnudo.
Iba matando canallas
con su cañón de futuro.

Canto arena (1975)

Hoy continué tomando rumbo a mi región,


clavando señas, descifrando encrucijadas.
Mi cuerpo sigue practicando su cuestión:
cruje mi hueso y se hace la palabra.

Hoy continué domesticando la razón


llena de asombro ante el día sucedido.
Proyecto un rápido boceto de la acción,
trazo versiones que capturo del olvido.

Por eso canto arena,


roca que luego es multitud del agua buena.
Y canto espuma,
cresta que cuando logra ser ya no es ninguna.

He puesto filo al anhelante corazón,


arrojo estrellas a mellarse contra vientos.
El sueño ha desencadenado la canción
y la canción de hoy me sabe a juramento.

La prisa lleva maravilla y lleva error,


pero viajamos sobre rueda encabritada.
He despertado en el ojo del ciclón,
cuento millones de agujeros en el alma.

Por eso canto arena,


roca que luego es multitud del agua buena.
Y canto espuma,
cresta que cuando logra ser ya no es ninguna.

Hoy continué tomando rumbo a mi región,


con dulce látigo de abeja en la conciencia.
Hoy me perdí amar con planificación,
pero gané a lo que partió con la prudencia.

Hoy continué dándole cuerda a mi reloj,


con timbre atado sobre número invisible.
Poco me importa donde rompa mi estación,
si cuando rompe está rompiendo lo imposible.

Por eso canto arena,


roca que luego es multitud del agua buena.
Y canto espuma,
cresta que cuando logra ser ya no es ninguna.

Causas y azares (1984)

Cuando Pedro salió a su ventana


no sabía —mi amor, no sabía—
que la luz de esa clara mañana
era luz de su último día.

Y las causas lo fueron cercando


cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando
poderoso, invencible.

Cuando Juan regresaba a su lecho


no sabía —oh alma querida—,
que en la noche lluviosa y sin techo
lo esperaba el amor de su vida.

Y las causas lo fueron cercando


cotidianas, invisibles.
Y el azar se le iba enredando
poderoso, invencible.

Cuando acabe este verso que canto


yo no sé —yo no sé, madre mía—
si me espera la paz o el espanto,
si el ahora o si el todavía.

Pues las causas me andan cercando


cotidianas, invisibles.
Y el azar se me viene enredando
poderoso, invencible.

Como quien dice (1971)

Hoy volví a bailar contigo


con órgano y danzón;
volví a enseñarte mis amigos;
regresé, sin ton ni son.

Hoy me fui en el pensamiento


hasta el verano en que te vi;
de nuevo me senté contento
y agotado junto a ti.

Hoy estuve en la mañana


de cantos de sinsontes,
de sol en la ventana,
de amanecer de monte,
de sábanas saciadas.

Hoy volví a tener destino


de torpe caminante,
de sueños enemigos,
de idioma navegante,
de rey y de mendigo.

Hoy volví de entre los muertos


silbando extraño tu canción,
tirando notas y recuerdos
como quien dice un adiós.

Como todo el mundo

Yo hablo sencillo, como todo el mundo.


Puedo repetir,
si hay alguien que no ha entendido bien.
Me gusta enamorarme y, como todo el mundo, salgo
por la puerta que está al fondo de la casa.
Procuro no pisar las flores,
cruzo por las esquinas de la calle,
—no me vayan a aplastar—.
No tengo aún despertador pero ya lo tendré,
—mientras me despiertan los vecinos—.
Debajo de la almohada nunca escondo armas de fuego,
pues soñando se me suelen disparar.

Yo hablo sencillo, como todo el mundo.


Puedo repetir,
si hay alguien que no ha entendido bien.

Me gusta Casablanca, también el chocolate


y fumar cuando termino de comer.
Me gusta la cerveza fría, que no haya ruido si trabajo
y aún me gustaría patinar.
Prefiero andar en ropa de la calle porque
así puedo juntarme a las aceras mejor.
Me gustan las películas de Bergman,
los poemas de Vallejo
y las canciones de Pablo Milanés.

Yo hablo sencillo, como todo el mundo.


Puedo repetir,
si hay alguien que no ha entendido bien.

33va. canción, 4 de diciembre de 1969

Con un poco de amor (década de 1980)

Con un poco de amor sobrevivo,


sobrevivo pecado, castigo.
Con un poco de amor yo me salvo,
sólo un poco de amor y soy algo.
Con un poco de amor tanto me enriquecí,
que gastaba y siempre quedaba
mi poco de amor.

Con un poco de amor me levanto


a mi diario de sed y de espanto.
Con un poco de amor yo progreso,
canto himnos, me odian, voy preso.
Con un poco de amor tanto me enriquecí,
que gastaba y siempre quedaba
mi poco de amor.

Con un poco de amor fue tejida mi piel


y el cincel de mis huesos fue un poco de amor.
Con un poco de amor
soy yo mismo, soy tú, soy aquel.
Con un poco de amor deberé continuar,
a pesar de que sumo mil pocos de amor.
Con un poco de amor,
trabajando por un poco más.

Con un poco de amor sobrevivo,


sobrevivo pecado, castigo.
Con un poco de amor yo me salvo,
sólo un poco de amor y soy algo.
Con un poco de amor tanto me enriquecí,
que gastaba y siempre quedaba
mi poco de amor.

Cualquier mañana

Cualquier mañana despierto vivo aún


y te deslizo debajo del pulgar,
te desanudo el pelo con placer
y entonces digo mirando sin mirar:
eres mujer.

Cualquier mañana te amo de verdad


aunque no jure, aunque quiera vivir,
aunque me estorbe tu cuerpo de jabón,
aunque el saludo sea el gesto de partir:
eres canción.

Cualquier mediodía después


seguiré viajando por ti.
Qué bella te hallé y qué bella estás.
Qué bella serás después.
Eres canción, fuiste mujer.

Cualquier mañana despierto enfermo aún,


tras sueños jíbaros y humo vegetal,
duermo con otra, le pregunto por ti;
lavo en mi pecho tu pecado mortal
y vuelvo a dormir.

Cualquier mañana te digo dónde estoy


para que nunca me vayas a buscar.
Cualquier mañana no salgo más de aquí.
Cualquier mañana me siento a esperar
el porvenir.

Cualquier mediodía después


seguiré viajando por ti.
Qué bella te hallé y qué bella estás.
Qué bella serás después.
Eres canción, fuiste mujer.
Debo partirme en dos (1969, Atlántico)

No se crean que es majadería,


que nadie se levante aunque me ría:
hace tiempo que vengo lidiando con gente
que dice que yo canto cosas indecentes.

Te quiero, mi amor, no me dejes solo;


no puedo estar sin ti, mira que yo lloro.

¿No ven?, ya soy decente, me fue fácil.


Que el público se agrupe y que me aclame.
Que se acerquen los niños, los amantes del ritmo.
Que se queden sentados los intelectuales.
Debo partirme en dos, debo partirme en dos.

Unos dicen que aquí, otros dicen que allá


y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa la suerte que pueda correr una canción.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa que luego me suspendan la función.

Yo también canté en tonos menores;


yo también padecí de esos dolores;
yo también parecía cantar como un santo;
yo también repetí en millones de cantos:

te quiero, mi amor, no me dejes solo;


no puedo estar sin ti, mira que yo lloro.

Pero me fui enredando en más asuntos


y aparecieron cosas de este mundo:
«Fusil contra Fusil», «La Canción de la Trova»,
y «La Era» pariendo se pudo de moda.
Debo partirme en dos, debo partirme en dos.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa la suerte que pueda correr una canción.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa que luego me suspendan la función.

Yo quería cantar encapuchado


y después confundirme a vuestro lado,
aunque así no tuviera amigos y citas
y algún que otro favor de una chica bonita.

Te quiero, mi amor, no me dejes solo;


no puedo estar sin ti, mira que yo lloro.

No voy a repetir ese estribillo:


algunos ojos miran con mal brillo
y estoy temiendo ahora no ser interpretado
—casi siempre sucede que se piensa algo malo—.
Debo partirme en dos, debo partirme en dos.

Unos dicen que aquí, otros dicen que allá


y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa la suerte que pueda correr una canción.
Unos dicen que aquí, otros dicen que allá
y sólo quiero decir, sólo quiero cantar
y no importa que luego me suspendan la función,
mi función.

Defensa del trovador

Por dónde están los amigos y desconocidos


que esperaban debajo de mis labios;
los que esperaban sus gritos reunidos
saliendo por mi única garganta como agravios;
los que ahora dicen que ya no soy yo,
que hago cojines de una canción;
los que bien tienen derecho a opinar
pero no saben qué rumbo tomar;
los que esperaban sentados en casa
por dos guitarrazos que hicieran temblar.

Aquel que espera de mi poesía


con una cuchara bien llena de mi nombre,
cuándo sabrá comenzar a esperar
del derecho que tengo a vivir como un hombre?
Pues si mi canto es azul ven traición,
y si es de piedra también ven traición.
Viejos y jóvenes creen que un cantor
es un payaso con diablo y con dios,
pero cantar es difícil, porque hay que querer
la verdad mucho más que a la misma canción.

Quién va a jugarse la cara, jugarse las manos,


jugarse la sonrisa y la guitarra?
Qué da derecho a aceptar o derecho a negar
que no sea mi propia palabra?
Esos pepillos qué quieren de mí,
y aquellos viejos qué esperan de mí?
Quien quiera que lo defienda de sí
que empiece por defenderse de mí.
Y quien no quiera escuchar
se levante y se marche
o me tape la boca sin más.

Sólo me siento sonrisa y me siento tristeza


y me siento pedazo del destino.
Sólo me siento saludo y adiós,
y es preciso que entiendan
que todo es producto del camino.
Pues la verdad no ha existido jamás:
todo depende de la hora de hablar.
Y cuando acabe este canto, a pensar cada cual
lo que le dé su real gana, sea bien o sea mal.
Porque si no, para qué es que se canta
sino para revolver todo al cantar?

De la ausencia y de ti, Velia (1969)

Ahora sólo me queda


buscarme de amante
la respiración,
no mirar a los mapas,
seguir en mí mismo,
no andar ciertas calles,
olvidar que fue mío
una vez cierto libro,
o hacer la canción
y decirte que todo está igual:
la ciudad, los amigos y el mar
esperando por ti.

Sigo yendo a Teté


semana tras semana.
¿Te acuerdas de allá?
Hoy habló de fusiles
despidiendo muertos.
Yo sé que ella me ama;
es por eso tal vez
que te siento en su sala,
aunque ahora no estás.
Y se siente en la conversación,
o será que llegó la impresión
de la ausencia y de ti.

No quisiera un fracaso
en el sabio delito
que es recordar,
ni en el inevitable
defecto que es
la nostalgia de cosas
pequeñas y tontas,
como en el tumulto
pisarte los pies
y reír y reír y reír
madrugadas sin ir a dormir...
Sí, es distinto sin ti;
muy distinto sin ti.

Las ideas son balas


hoy día, y no puedo
usar flores por ti.
Hoy quisiera ser viejo
y muy sabio
y poderte decir
lo que aquí
no he podido decirte:
hablar como un árbol
con mi sombra hacia ti,
como un libro salvado del mar,
como un muerto que aprende a besar
para ti,
para ti,
para ti,
para ti.

De qué valen mis razones

De qué valen mis razones


el conocer
el comprender
si el corazón
nos tira en otros caminos
de nuevos destinos
deshaciendo lazos
pues nuevos abrazos
nos dará
el amor

Por eso yo
pregunto a mis razones
qué van a dar
para vivir
si voy a arder
en una estrecha cadena
de suspiro y pena
recuerdo y distancia
deseos y ansias
de volver
para ti

De qué vale mi razón más fuerte


si yo siento que tengo que verte
si en tus manos se me va el amor
de qué vale razonar mejor

De qué vale mi razón más fuerte


si yo siento que tengo que verte
si en tus ojos se me va el amor
de qué vale razonar mejor

Por eso yo
pregunto a mis razones
qué van a dar
para vivir
si voy a arder
en una estrecha cadena
de suspiro y pena,
recuerdo y distancia,
deseos y ansias
de volver
para ti
ay para ti.

Desnuda y con sombrilla (1993)

Tú sentada en una silla


yo de pie con expresión de lord.
Tú desnuda y con sombrilla
yo vestido pero con calor.

Tú con uñas y con dientes


mirándome de frente
con brillo de matar.
Yo retrocediendo un poco
llenándome de un loco
deseo de sangrar

Tú besando tus rodillas


yo discreto pero sin rubor.
Tú creando maravillas
yo soñándome esquimal sin sol.

Tú con un ritmo tan lento


buscando un alimento
frotado con alcohol.
Yo de pronto ensimismado
mirándote alelado
colmada de licor.

Tú ardiente y sin capilla


yo quitándome el sombrero alón.
Tú dispuesta la vajilla
yo al filo de mi pantalón.

Yo a punto del delirio


extraigo un solo cirio
que poso ante tu flor.
Tú susurrando un misterio
de un no sé qué venéreo
me das un protector.

Tú… yo… él.


Después que canta el hombre (1969)

a Antonio Gades, en memoria

Después que canta, el hombre queda solo.


Solo en la soledad de su cabeza,
solo en la soledad de las butacas
y una mortaja de aire hace silencio.
Sabe que ahora, de pronto, se hace luego,
aunque después que cante quede ciego.

Se mira entonces la guitarra y se le guiña un ojo.


Qué no sabrá del abandono la guitarra.

Después que canta, el hombre queda solo,


pues cada uno regresa a sus pisadas.
Le dejan las palabras en la alfombra.
La hora de la palabra fue la escena.
Sabe que ahora, de pronto, se hace luego,
aunque después que cante quede ciego.

Se mira entonces la guitarra y se le guiña un ojo.


Qué no sabrá del abandono la guitarra.

Después que canta, el hombre queda solo,


sobreviviendo a igual incertidumbre.
Pero de nuevo ordena sus conciertos
como un ángel postizo que insistiese.
Sabe que ahora, de pronto, se hace luego,
aunque después que cante quede ciego.

Se mira entonces la guitarra y se le guiña un ojo.


Qué no sabrá del abandono la guitarra.

Días y flores (1974)

Si me levanto temprano,
fresco y curado, claro y feliz
y te digo: «voy al bosque
para aliviarme de ti»,
sabe que dentro llevo un tesoro
que me llega a la raíz.

Si luego vuelvo cargado


con muchas flores —mucho color—
y te las pongo en la risa,
en la ternura, en la voz,
es que he mojado en flor mi camisa
para teñir su sudor.

Pero si un día me demoro


no te impacientes,
yo volveré más tarde.
Será que a la más profunda alegría
me habrá seguido la rabia ese día:
la rabia simple del hombre silvestre
la rabia bomba, la rabia de muerte
la rabia imperio asesino de niños
la rabia se me ha podrido el cariño
la rabia, madre, por Dios, tengo frío
la rabia es mío, eso es mío, sólo mío
la rabia bebo pero no me mojo
la rabia miedo a perder el manojo
la rabia hijo zapato de tierra
la rabia dame o te hago la guerra
la rabia todo tiene su momento
la rabia el grito se lo lleva el viento
la rabia el oro sobre la conciencia
la rabia coño, paciencia, paciencia.

La rabia es mi vocación.

Si hay días que vuelvo cansado,


sucio de tiempo, sin para amor,
es que regreso del mundo,
no del bosque, no del sol.

En esos días, compañera,


ponte alma nueva
para mi más bella flor.

Domingo Rojo (1982)

Este domingo es especial domingo,


la vida lo colmó de actividad.
Hoy todos los relojes sonaron a las cinco,
la cuadra es un trajín que viene y va.

Hay sorbos de café en la madrugada


y toses de motores a las seis.
Hay risas y pañuelos antes de la mañana.
Hay voluntad de hacer amanecer.

Domingo,
qué buen pretexto das para cantarte.
Tu luna ha comenzado a saludarme
y parece como si la tierra fértil me esperase
—oh domingo—.

Domingo,
taller donde el sol puso residencia,
amor que sigue haciendo de herramienta
y ensancha las ventanas y las puertas.

Domingo,
es como si no me quedaran penas,
como si fuera siempre primavera,
como si la sed humana no supiese de fronteras
—oh domingo—.

Domingo,
verás crecer la vida de mis manos,
cuando acaricie el sueño que yo amo
y el tiempo sea un domingo enamorado
—oh domingo—.

El Barquero (1968)

Un buen día quizás, un barquero


se lanzó tras el mar del recuerdo.
Era un barco pequeño en el tiempo,
pero había fe,
pero había un raro esplendor en sus ojos,
pero había un místico afán de porqué
—pero había fe—.

Una dársena es sólo una entraña.


Mar de invierno es tal vez la mañana.
Barco chico es quizás alma clara.
Y aunque haya fe,
y aunque haya un flujo de mundo en mi frente,
tanto se hunde mi rostro en la gente,
que ya no sé.

Ya me canso de tanto hablar,


si está dicho todo hasta el fin.
¿Qué mas ruido que el de escuchar
de la vida todo el trajín?

Tanto espacio entre mi voz


y el oído que ha de esperar.
Nada tengo que decir yo.
Miren todo y me escucharán.

Un buen día quizás, un barquero


se lanzó tras el mar del recuerdo.
De su barca, entre grito y silencio,
aún no se sabe
cuál de las tantas ha sido su suerte:
si halló la vida o se fue con la muerte,
o simplemente se perdió.

El problema (1991)

El problema no es
si te buscas o no más problemas
El problema no es
ser capaz de volver a empezar
El problema no es
vivir demostrando
a uno que te exige
y anda mendigando
El problema no es
repetir el ayer
como fórmula para salvarse
El problema no es jugar a darse
El problema no es de ocasión
El problema señor
sigue siendo sembrar amor

El problema no es
de quien vino y se fue o viceversa
El problema no es
de los niños que ostentan papás
El problema no es
de quien saca cuenta y recuenta
y a su bolsillo
suma lo que resta
El problema no es de la moda mundial
ni de que haya tan mala memoria
El problema no queda en la gloria
ni en que falten tesón y sudor
El problema señor
sigue siendo sembrar
amor

El problema no es
despeñarse en abismos de ensueño
porque hoy no llegó
al futuro sangrado de ayer
El problema no es
que el tiempo sentencie extravío
cuando hay juventudes
soñando desvíos
El problema no es
darle un hacha al dolor
y hacer leña con todo y la palma
El problema vital es el alma
El problema es de resurrección
El problema señor
será siempre
sembrar
amor.

El sol no da de beber (1982)

Al tibio amparo de la dos catorce


se desnudaba mi canción de amor.
Llegaba el día indiscreto y torpe
y la belleza nos hacía más pobres,
más esclavos de la ronda del reloj.
Así pasaron los momentos pocos,
así pasaba la felicidad:
huyendo siempre de miradas de otros,
entretejiendo un universo loco
de caricias, dudas y complicidad.

Toma de mí todo, bébetelo bien:


hay que ayunar al filo del amanecer.
Toma de mí todo y todavía más:
hay que esperar un largo no de claridad.
Toma de mí todo cuanto pueda ser:
el sol no da de beber.

A los tristes amores mal nacidos


y condenados por su rebelión
daré algún día mi canción de amigo
y fundiré mi vino con su vino,
sin perder el sueño por la excomunión.

Y a quien me quiera incinerar los versos


argumentando un folio inmemorial,
le haré la historia de este sol adverso
que va llorando por el universo,
esperando el día que podrá alumbrar.

Toma de mí todo, bébetelo bien:


hay que ayunar al filo del amanecer.
Toma de mí todo y todavía más:
hay que esperar un largo no de claridad.
Toma de mí todo cuanto pueda ser:
el sol no da de beber.

El viento eres tú (1966)

A veces entra en el bosque un silbido veloz


que recorre fugaz la penumbra y la luz.
Y los árboles fríos del bosque soy yo.

Todas las copas se postran a fin de existir;


de no hacerlo, deshechas habrían de morir.
Y ese viento que trae la muerte eres tú.

Eres la llama que abrasa la flor


y la violencia del fiero huracán,
la sombra oscura que sigue mi amor.

Por qué, por qué tú sigues, di,


matando este amor que dejas.
Emilia (1969)

Emilia, tus ruinas


las leí con buena voz,
tienen puertas como tú.
Qué ridículas mis cartas,
qué ridículas las sombras de mis sueños.
Qué bien te recuerdo llorando.

Emilia, has ido


junto con cada canción
escondida en un baúl
como un signo inevitable,
y hay anécdotas tirándome del seño.
Qué bien te recuerdo llorando.

Qué dirá tu instinto


cuando sienta esta canción
y qué dirás tú, que te acercas
a la máxima distancia entre nosotros.
Quién conoce que un soldado
moribundo te cantaba,
que había olores de una selva,
que había cines, que llovía.

Vallejo así nos descubrió,


Byron estaba en su lugar.
Todo pasaba con nosotros.

Emilia, qué horriblemente


hermoso era aquel tiempo.

Emilia, ¿qué pasa?


¿Cuál resaca nos llevó
al silencio, a recordar?
Algún viento nos ha dado
y en sus puntas discutimos con la muerte.
Que no te sorprenda llorando,
Emilia.

En busca de un sueño (1988)

En busca de un sueño
se acerca este joven
En busca de un sueño
van generaciones

En busca de un sueño
hermoso y rebelde
En busca de un sueño
que gana y que pierde
En busca de un sueño
de bella locura
En busca de un sueño
que mata y que cura

En busca de un sueño
desatan ciclones
En busca de un sueño
cuántas ilusiones

En busca de un sueño
transcurren los ríos
En busca de un sueño
se salta al vacío

En busca de un sueño
abrasa el amante
En busca de un sueño
simula el tunante.

En busca de un sueño
tallaron la piedra
En busca de un sueño
Dios vino a la tierra

En busca de un sueño
partí con mi día
En busca de un sueño
que no hay todavía.

En el claro de la luna (1974)

En el claro de la luna
donde quiero ir a jugar,
duerme la reina fortuna
que tendrá que madrugar.

Mi guardiana de la suerte
sueña, cercada de flor,
que me salva de la muerte
con fortuna en el amor.

Sueña, talismán querido,


sueña mi abeja y su edad;
sueña y, si lo he merecido,
sueña mi felicidad.

Sueña caballos cerreros,


suéñame el viento del sur;
sueña un tiempo de aguaceros
en el valle de la luz.

Sueña lo que hago y no digo,


sueña en plena libertad;
sueña que hay días en que vivo,
sueña lo que hay que callar.

Entre las luces más bellas


duerme intranquilo mi amor,
porque en su sueño de estrella
mi paso en tierra es dolor.

Mas si yo pudiera serle


miel de abeja en vez de sal
¿a qué tentarle la suerte,
qué valiera su soñar?

Suéñeme pues cataclismo,


sueñe golpe largo y sed,
sueñe todos los abismos
que de otra vida no sé.

Sueñe la talla del día


—del día que fui y del que soy—,
que el de mañana, alma mía,
lo tengo soñado hoy.

En otro tiempo

En otro tiempo,
en un tiempo que pasó,
desde muy dentro
yo te di mi amor.

Hoy cambia todo,


ya todo es calma.
En otro tiempo te daría el alma.

Pero eso es tiempo pasado;


ya está este amor terminado.
Era otro tiempo de muerte y pena
cuando todo era condena.

Ya todo es pasado.

Érase que se era (1969)

Éramos una vez un grupo de nueve o de diez


que coincidía cada noche:
una suerte de sueños que hacían cuadrilla,
unos buenos muchachos riendo juntos.
Érase que se era una vez...

Por esa época se amaba tanto, qué sé yo:


¡qué época tanta de amores!
Desfilábamos juntos, se hacían poemas,
y las calles qué buenos gustos tenían.
Érase que se era una vez...

De uno en fondo pasábamos por la misma canción:


era uno, eran dos, eran tantos y, qué sé yo,
pero era bonito mirarnos, vernos sufrir.
Érase que se era una vez...

Era imposible pasar un sólo día sin morir,


sin gritar, sin reír, sin comprender, sin amar.
Qué desastre de gente que no podía estar en paz.
Érase que se era una vez...

Yo no sé si fue el tiempo que lo vuela todo,


o si fuimos nosotros detonando el tiempo,
pero nos fragmentamos como una granada.
Érase que se era una vez...

Yo no sé si ha llovido una lluvia que moje


cada esquirla en el sitio en que haya caído;
si hay guardada una tarde común en el tiempo.
Érase que se era una vez...

Yo no sé si ha servido de algo o de nada


que haya habido pasado y que quede recuerdo.
Yo no sé si mañana pensaré lo que hoy vivo.
Érase que se era una vez...

Esta canción (1967)

A Félix Grande

Me he dado cuenta de que miento.


Siempre he mentido,
siempre he mentido.

He escrito tanta inútil cosa


sin descubrirme,
sin dar conmigo.

No amar en seco, con tanto dolor,


es quizás la última verdad
que quede en mi interior,
bajo mi corazón.

No sé si fue que malgasté mi fe


en amores sin porvenir,
que no me queda ya
ni un grano de sentir.

Yo sé que a nadie le interesa


lo de otra gente con sus tristezas.

Esta canción es más que una canción


y un pretexto para sufrir.
Y más que mi vivir
y más que mi sentir.

Esta canción es la necesidad


de agarrarme a la tierra al fin,
de que te veas en mí,
de que me vea en ti.

Yo sé que hay gente que me quiere.


Yo sé que hay gente que no me quiere.

Esto no es una elegía (1977)

Tú me recuerdas el prado de los soñadores,


el muro que nos separa del mar si es de noche.
Tú me recuerdas, sentada,
ciertos sentimientos
que nunca se sabe qué traen en las alas:
si vivos o muertos.

Me quito el rostro y lo doblo


encima del pantalón.
Si no he de decir tu nombre,
si ajeno se esconde
no quiero expresión.
Suelen mis ojos
tener como impresos
sus sueños risueños.

Tú me recuerdas las calles de la Habana vieja,


la Catedral sumergida en su baño de tejas.
Tú me recuerdas las cosas, no sé, las ventanas
donde los cantores nocturnos cantaban
amor a La Habana.

Esto no es una elegía


ni es un romance, ni un verso:
más bien una acción de gracias,
por darle a mis ansias
razón para un beso;
una modesta corona
encontrada en la aurora.

Tú me recuerdas el mundo de un adolescente,


un seminiño asustado mirando a la gente;
un ángel interrogado;
un sueño acosado;
la maldición, la blasfemia de un continente
y un poco de muerte.
Eva (década de 1980)

Eva no quiere ser, para Adán,


la paridora pagada con pan.
Eva prefiere también parir,
pero después escoger dónde ir.
Por eso adquiere un semental
y le da un uso sin dudas normal.
Eva cambió la señal.

Eva sale a cazar en celo.


Eva sale a buscar semilla.
Eva sale y remonta vuelo.
Eva deja de ser costilla.

Eva no intenta vestir de tul.


Eva no cree en un príncipe azul.
Eva no inventa falso papel:
el fruto es suyo, con padre o sin él.
Eva se enfrenta al qué dirán
firme al timón, como buen capitán
y encoge hombros a Adán.

Eva sale a cazar en celo.


Eva sale a buscar semilla.
Eva sale y remonta vuelo.
Eva deja de ser costilla.

Flores nocturnas (1991)

Se abren las flores nocturnas de quinta avenida


para esos pobres señores que van al hotel.
Flores que rompen en la oscuridad,
flores de guiños de complicidad,
flores silbando suicidios,
flores de aroma fatal.

¿Qué jardinero ha sembrado la quinta avenida


con variedad tan precisa de nocturnidad?
¿Cuál es su especie y cuál su país?
¿Qué fino abono nutrió su raíz,
dándoles tono silvestre?
¿Dónde estará su matriz?

Flores que cruzan las puertas prohibidas,


flores que saben lo que no sabré,
flores que ensartan su sueño de vida
en guirnaldas sin fe.
Flores de sábanas con ojos,
flores desechables.
Campanillas del antojo,
flores comiendo sobras del amor.

Brotan, rebotan, explotan por quinta avenida.


Son arrancadas y parten con aire veloz.
Dicen que es duro el oficio de flor
cuando sus pétalos se ajan al sol.
Pálidas flores nocturnas,
flores de la decepción.

Flores que cruzan las puertas prohibidas,


que saben lo que no sabré,
que ensartan su sueño de vida
en guirnaldas sin fe.
Flores de sábanas con ojos,
flores desechables.
Campanillas del antojo,
flores sin primavera ni estación,
flores comiendo sobras del amor.

coro: Flores, flores.


Ahí vienen las jardineras,
vienen regando flores…

Fusil contra Fusil (1967)

El silencio del monte va


preparando un adiós.
La palabra que se dirá
in memoriam será
la explosión.

Se perdió el hombre de este siglo allí.


Su nombre y su apellido son
Fusil contra Fusil.

Se quebró la cáscara del viento al sur


y sobre la primera cruz
despierta la verdad.

Todo el mundo tercero va


a enterrar su dolor.
Con granizo de plomo hará
su agujero de honor,
su canción.

Dejarán al cuerpo de la vida allí.


Su nombre y su apellido son
Fusil contra Fusil.

Cantarán su luto de hombre y animal


y en vez de lágrimas echar
con plomo llorarán.

Alzarán al hombre de la tumba al sol


y el nombre se repartirá:
Fusil contra Fusil.
Hacia el porvenir (1993)

Hacia el porvenir partieron sombras.


Rumbo a mañana algo de oscuridad
fue a sobrevivir, porque el sol de hoy
no pudo más.

No estarán completas las auroras.


Quejas de mí lucirá la claridad,
porque lo que yo tanto pretendí
demorará.

Por más que quise bendecirme


y más purificarme,
yo era carne,
yo era yo.

Lo que con amor hacía una mano


lo rompía con otra el desamor.
Yo no creo que haya sido en vano,
pero pudo ser mucho mejor.

Hacia el porvenir partieron sombras.


Cuando no alcance, sólo podré alertar.
Si alguien me oye allí, no se olvide pues
de iluminar.

Hay un grupo que dice (1967)

Hay un grupo que dice que lo haga reír.


Dicen que mi canción no es así juvenil,
que yo no me debiera poner a cantar
porque siempre estoy triste, muy triste.

Miren que decir eso,


con tantos motivos
para no reírse
como hay.
Hay un grupo que dice que una canción
tiene que ser muy fácil para la razón,
que las cosas que digo sólo las sé yo.
No han abierto los ojos al mundo.

Miren que decir eso,


con tantos motivos
para preocuparse
como hay.

Hay un grupo que dice que lo haga feliz,


que me vira la espalda y se pone a reír.
Yo no puedo vivir fácilmente, sin ver
que suceden mil cosas muy tristes.
Miren que decir eso,
con tantos motivos
para no reírse
como hay.

Hombre (década de 1980)

A Che, tras veinte años

De quererte cantar sufro disnea,


bastante más allá de los pulmones.
Tu sombra brilla hoy en la pelea
mayor de la conciencia y las razones.
Por ti canto de pecho,
como el sueño en que giro,
y leve, como aún respiro.
Por ti adelanto trecho
a lo que falta en tono,
y canto lo que no perdono.

Hombre, hombre y amigo,


aún queda para estar contigo.
Hombre, hombre sin templo,
desciende a mi ciudad tu ejemplo.
Supiste cabalgar contra quien odia
desde su torre de oro y exterminio,
pero, en mi parecer, te dio más gloria
el alma que tallaste a tu dominio.
La medicina escasa,
la más insuficiente,
es la de remediar la mente.
Y la locura pasa
risueña cuando engaña,
cual odio de la propia entraña.

Hombre sin apellido,


un poco de piedad te pido;
hombre, ay, todavía,
que un tanto más allá está el día.

De la melena inculta a la calvicie,


del número inicial al incontable,
desde la tumba hasta la superficie,
tras breve veinte tan multiplicable
me viene un canto alado
de fiebres de la infancia,
me brota la invención del ansia,
y entero y mutilado,
furiosamente a besos,
te doy mi corazón travieso:

Hombre, hombre sin muerte,


la noche respiró tu suerte,
hombre de buen destino,
y hay luces puestas en camino.

Hoy mi deber (1979, Oslo)

Hoy mi deber era


cantarle a la patria
alzar la bandera
sumarme a la plaza

hoy era un momento


más bien optimista
un renacimiento
un sol de conquista

pero tú me faltas
hace tantos días
que quiero y no puedo
tener alegrías

pienso en tu cabello
que estalla en mi almohada
y estoy que no puedo
dar otra batalla

hoy yo que tenía


que cantar a coro
me escondo del día
susurro esto solo

qué hago tan lejos


dándole motivos
a esta jugarreta
cruel de los sentidos

tu boca pequeña
dentro de mi beso
conquista se adueña
no toca receso

tu cuerpo y mi cuerpo
cantando sudores
sonidos posesos
febriles temblores

hoy mi deber era


cantarle a la patria
alzar la bandera
sumarme a la plaza
y creo que acaso
al fin lo he logrado
soñando tu abrazo
volando a tu lado.

Imagínate (1978)

Imagínate
que desde muy niño
te llevaba flores
te daba mi abrigo.

Imagínate
que soy el amigo
de tu mismo grado
que lleva tus libros.

Imagínate
que soy de tu calle
que siempre pasé
por donde miraste.

Imagínate
que hasta mi perro
me busca en tu puerta
cuando me le pierdo.

Imagínate
que eres mi dama
mi único sueño
mi más roja flama.

Imagínate
que somos nosotros
tú y yo para siempre
que no eres de otro.

Josah, la que pinta

Sucedió que una vez, hace tiempo, hubo un militar,


y el ejército fue una cadena de descubrimientos.
No podía perderse un amanecer
pues la diana era antes que la claridad
y se hizo costumbre del día salir con el sol.
Supo cosas que sólo se aprenden así,
madrugando y mirando la hierba mojada,
y se hizo costumbre una forma distinta de ver.
Sucedió que, una noche, llegó al universo Josah,
como una aparición de figuras en el sentimiento.
Vino de la ciudad donde viven los magos
y llegó con el alma colgada del cinto,
sin saber que un soldado en el pecho no tiene fusil.
Encantó, revolvió, disgregó los aplomos,
puso tiendas gitanas en todos los templos
y era sólo una niña jugando a persona mayor.
«Josah, la que pinta, déjate ver»,
decía el soldado, decía el viento
y la naturaleza con lenguaje que aún se puede oír.

Sucedió que se hizo tristeza el semblante del tiempo,


cada día era un Nudo Gordiano sin pies ni cabeza.
Las mañanas dejaron de significar,
en más de una ocasión no se cumplió el deber,
cada pase era un Día de Reyes en el curso de un mes.
Todo era Josah, que bailaba a la noche
una orgía pagana estallando en la piel,
todo era Josah, la que pinta, bailando el amor.
Pero el mundo da vueltas y todo regresa a su cauce.
Ya no era soldado, y Josah, regresó a su país.
El que era soldado regresó a carpintero,
a ingeniero de minas o a quizás boxeador,
aunque nunca regresa completo el soldado a su casa.
Entre días y ruidos se hallan recuerdos,
se revuelven gavetas, se sonríe al ver objetos,
como un tiempo que se ha repartido en papeles y fotos.

«Josah, la que pinta, déjate ver»


decía el soldado, decía el viento
y la naturaleza con lenguaje que aún se puede oír.
Josah, la que pinta, déjate ver,
Déjate ver.

La canción de la trova (1967)

Aunque las cosas cambien de color,


no importa pase el tiempo.
Las cosas suelen transformarse
siempre, al caminar.
Pero tras la guitarra siempre habrá una voz
más vista o más perdida,
por la incomprensión de ser
uno que siente,
como en otro tiempo fue también.

Hay corazones que hoy también se sienten detenidos,


aunque sean otros tiempos hoy
y mañana será también.
Se sigue conversando con el mar.

Aunque las cosas cambien de color,


no importa pase el tiempo.
No importa la palabra que se diga para amar.
Pues, siempre que se cante con el corazón,
habrá un sentido atento para la emoción de ver
que la guitarra es la guitarra,
sin envejecer.
La era está pariendo un corazón (1967)

Le he preguntado a mi sombra
a ver cómo ando para reírme,
mientras el llanto, con voz de templo,
rompe en la sala regando el tiempo.
Mi sombra dice que reírse
es ver los llantos como mi llanto.
Y me he callado, desesperado.
Y escucho entonces: la tierra llora.

La era está pariendo un corazón.


No puede más, se muere de dolor,
y hay que acudir corriendo
pues se cae el porvenir
en cualquier selva del mundo,
en cualquier calle.

Debo dejar la casa y el sillón.


La madre vive hasta que muere el sol,
y hay que quemar el cielo
si es preciso, por vivir.
Por cualquier hombre del mundo,
por cualquier casa.

La familia, la propiedad privada y el amor (1969)

El derrumbe de un sueño,
algo hallado pasando
resultabas ser tú.
Una esponja sin dueño,
un silbido buscando
resultaba ser yo.
Cuando se hallan dos balas
sobre un campo de guerra,
algo debe ocurrir
que prediga el amor:
de cabeza hacia el suelo
una nube vendrá
o estampidas de tiempo
los ojos tendrán.
Fue preciso algo siempre
y no fue porque tú
tenías lazos blancos en la piel,

tenías precio puesto desde ayer,

valías cuatro cuños de la ley,
tú,
sentada sobre el miedo de correr.

Una buena muchacha


de casa decente no puede salir.
¿Qué diría la gente
el domingo en la misa
si saben de ti?
¿Qué dirían los amigos,
los viejos vecinos
que vienen aquí?
¿Qué dirían las ventanas,
tu madre y tu hermana
y todos los siglos
de colonialismo español,
que no en balde
te han hecho cobarde?
¿Qué diría Dios,
si amas sin la iglesia y sin la ley,
Dios,
a quien ya te entregaste en comunión,
Dios,
que hace eternas las almas de los niños
que destrozarán las bombas y el napalm?

El derrumbe de un sueño,
algo hallado pasando
resultabas ser tú.
Una esponja sin dueño,
un silbido buscando
resultaba ser yo.
Busca amor con anillos
y papeles firmados,
y cuando dejes de amar
ten presente los niños,
no dejes tu esposo
ni una buena casa,
y si no se resisten
serruchen los bienes,
¯pues tienes derechos también¯
porque tú
tenías lazos blancos en la piel,

tenías precio puesto desde ayer,

valías cuatro cuños de la ley,
tú,
sentada sobre el miedo de correr.

La leyenda del águila (1966)

Voy a cantar para que escuchen mi canción


como una aguja que traspase la razón.
Escuchen la negra historia,
la leyenda de la muerte
que narran los moribundos desde allá.

Era una tierra devastada por el sol,


con cada lumbre se esparcía el resplandor,
y el águila, temerosa
del mundo que la aplastaba,
tan negra como sus alas los golpeó.

Y allí se libra una batalla por el sol


que unos desdeñan y otros besan con amor.

No se vuelvan las espaldas,


apréstense bien los brazos.
Andemos el mundo sin decirle adiós,
nunca adiós.

La maza (1979)

Si no creyera en la locura
de la garganta del sinsonte
si no creyera que en el monte
se esconde el trino y la pavura

Si no creyera en la balanza
en la razón del equilibrio
si no creyera en el delirio
si no creyera en la esperanza

Si no creyera en lo que agencio


si no creyera en mi camino
si no creyera en mi sonido
si no creyera en mi silencio

Qué cosa fuera


qué cosa fuera la maza sin cantera

un amasijo hecho de cuerdas y tendones


un revoltijo de carne con madera
un instrumento sin mejores resplandores
que lucecitas montadas para escena

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera


qué cosa fuera la maza sin cantera

Si no creyera en lo más duro


si no creyera en el deseo
si no creyera en lo que creo
si no creyera en algo puro

Si no creyera en cada herida


si no creyera en la que ronde
si no creyera en lo que esconde
hacerse hermano de la vida

Si no creyera en quien me escucha


si no creyera en lo que duele
si no creyera en lo que quede
si no creyera en lo que lucha

Qué cosa fuera


qué cosa fuera la maza sin cantera

un testaferro del traidor de los aplausos


un servidor de pasado en copa nueva
un eternizador de dioses del ocaso
júbilo hervido con trapo y lentejuela

Qué cosa fuera, corazón, qué cosa fuera


qué cosa fuera la maza sin cantera

Las mujeres de los individuos

Las mujeres de los individuos


que hacen poesía,
las mujeres de los individuos
que hacen la canción,
deben aburrirse de decir que sí,
que siempre es bueno
todo lo que hacen sus maridos.
¿Es que no se habrán puesto a medir
cuántas veces han hecho creer
que se ha dicho una cosa genial
cuando ha sido algo más del montón,
que hasta un niño ha podido decir?

Pero todas
las mujeres de los individuos
que hacen poesía,
las mujeres de los individuos
que hacen la canción,
dan el visto bueno a cada frase,
a cada coma,
dan el visto bueno a la armonía
—aunque no sepan nada de eso,
aunque nunca hayan ido a la escuela,
aunque sus gustos sepan muy mal—,
pero lo que resulta peor
es que sus mariditos asienten.

Por eso
las mujeres de los individuos
que hacen poesía,
las mujeres de los individuos
que hacen la canción,
son los soldados
más desconocidos
de la historia.

Esto, para que ninguna


venga luego a reclamar.
Así que no se inhiban:
ya cualquiera puede ser
mi mujer.

Las ruinas (1969)

Los caldeos, los asirios, la Roma del poder


supieron resumir mejor;
los helenos, los egipcios, los hijos de Israel
ya estaban conversando del amor.
Hubo templos y ciudades sólo para adorar
el culto del alma y la piel;
hubo diosas seductoras y bosques para amar,
y hasta la guerra hubo por una mujer.

¿Qué te podría decir desde hoy?


¿Qué ceremonia podría venerar?
Siglos pesados como coliseos
aplastan cualquier expresión.
Hay piedras, hay ruinas oyéndome hablar,
oyendo decir: «te amo, te amo».
Palabras que han cruzado
el desierto entre dos,
circundaron la tierra y
volvieron del sol:
«...te amo, te amo...»

Después de pasado tanto, no puede importar


que ponga un dedo en el amor;
que me guste observarte a través del cristal
de un vaso dibujado con color.
Es lo que nos han dejado. Me debo conformar
con la simpleza de querer:
me dedico a poner flores alrededor de ti
y palmo a palmo a bendecir tu piel.

El siglo XX no da tiempo a más:


en su corriente se ahogan las ruinas.
Mas el torbellino se para a momentos,
y hay calma y hay contemplación.
Entonces las ruinas pueden escuchar,
pueden sonreir: «te amo, te amo...»

Cuelgan de las palabras


zargazos del mar.
Son cristal de la nieve
y sabor de la sal.
«...te amo, te amo...»
Del polvo de las ruinas
se levanta el amor:
polvo que se respira
y de nuevo voló.
Los pasos de la guerra

Salgo con un pan y un credo,


un rifle, una melodía.
Salgo dispuesto a mi día
y al tiempo de mi sendero.

Flor del camino que llevo


la fuerte flor del trabajo,
naciendo del más abajo
cuando el camino es más nuevo.

Caramba, yo llego.

Por este camino nuevo


si llego, llego llegando.
Conmigo va caminando
mi hermano, mi compañero.

Caramba, yo llego.

El pie del futuro es nuevo,


por eso tarda en llegar.
Por eso salgo a buscar
a su camino al viajero.

Caramba, yo llego.

Llegó la luz

Llegó la luz, la transparencia


llegó la luz de la inocencia
llegó la luz con melodía
llegó la luz un mediodía.

Voló la luz de despedida


voló el azul, voló la vida.
Voló el azul sin otro alarde
voló el azul, voló una tarde.

Sembró el azul aquella historia


sembró el azul, sembró memoria.
Sembró el azul ningún reproche
sembró el azul de azul la noche.

Creció el azul como anunciando


creció el azul, creció adorando.
Creció el azul tocando diana
creció el azul una mañana.

Brilla el azul que me enseñaste


brilla el azul que tú sembraste
brilla el azul con buena suerte
brilla el azul sobre la muerte.

Canto el azul, su amo rotundo


canto el azul por sobre el mundo
canto el azul por más de un día
canto el azul por todavía.

Llover sobre mojado (1979)

Despierto en una erótica caricia


y sin amanecer me estoy quemando.
Ruego que antes del fin de la delicia
la luz me diga quién estoy amando.

Hago un café romántico o barroco,


recobro mi cabeza en agua fría
y en el espejo veo al viejo loco
que cada día piensa que es su día.

Vaya forma de saber


que aún quiere llover
sobre mojado.

Leo que hubo masacre y recompensa,


que retocan la muerte, el egoísmo.
Reviso, pues, la fecha de la prensa.
Me pareció que ayer decía lo mismo.
Me entrego preocupado a la lectura
del diario acontecer de nuestra trama.
Y sé por la sección de la cultura
que el pasado conquista nueva fama.

Vaya forma de saber


que aún quiere llover
sobre mojado.

Salgo y pregunto por un viejo amigo


de aquellos tiempos duramente humanos,
pero nos lo ha podrido el enemigo,
degollaron su alma en nuestras manos.

Absurdo suponer que el paraíso


es sólo la igualdad, las buenas leyes.
El sueño se hace a mano y sin permiso,
arando el porvenir con viejos bueyes.

Vaya forma de saber


que aún quiere llover
sobre mojado.

Un obrero me ve, me llama artista,


noblemente me suma a su estatura.
Y por esa bondad mi corta vista
se alarga como sueño que madura.

Y así termina el día que redacto,


con un batir de ala en la ceniza.
Mañana volverá con nuevo impacto
el sol que me evapora y me da prisa.

Vaya forma de saber


que aún quiere llover
sobre mojado.

Los compromisos

Me digo comprometido totalmente y de una vez:


el tiempo me hala la manga, quiere que vaya con él.
Mi compromiso es sencillo, sólo hay dos formas de estar:
o bien cogiendo el martillo, o bien dejándose dar.

Juro que me comprometo con el mejor tirador,


siempre que tire sujeto firmemente el corazón.
Me declaro partidario de las campañas salobres
mientras la miel sea un sudario que regalar a los pobres.

Desde que nací me han dado


ciertas flores escondidas
entre los ramos de muerte:
así me salió la vida.
¿A cuánta muerte tocará por flor,
a cuántas flores tocará por muerte?
Para no ir más lejos,
a las dos las pongo a hacer el amor.

Me incorporo a las legiones de quijotes que batallan


por hundir las religiones donde quiera que se hallan.
Soy militante del hombre y como tal me proyecto.
Sé que la vida se esconde tras la apariencia de un muerto.

Si alguna vez se me busca, no me busquen en papeles,


no me busquen en canciones, no me busquen en mujeres:
busquen el hilo de un hombre y sigan sus laberintos,
que al final, sano y deforme, me tendrán en el instinto.

Desde que nací me han dado


ciertas flores escondidas
entre los ramos de muerte:
así me salió la vida.
¿A cuánta muerte tocará por flor,
a cuántas flores tocará por muerte?
Para no ir más lejos,
a las dos las pongo a hacer el amor.
Madre (1973)

Madre, en tu día
no dejamos de mandarte nuestro amor.
Madre, en tu día
con las vidas construimos tu canción.

Madre, que tu nostalgia


se vuelva el odio más feroz.
Madre, necesitamos
de tu arroz.

Madre, ya no estés triste,


la primavera volverá,
madre, con la palabra
libertad.

Madre, los que no estemos


para cantarte esta canción,
madre, recuerda
que fue por tu amor.

Madre, en tu día
—madre Patria y madre Revolución—
madre, en tu día
tus muchachos barren minas de Haiphong.

Mariposas (1971)

Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero


desde que sé que no vendrás más nunca.
He vuelto a ser aquel cantar del aguacero
que hizo casi legal su abrazo en tu cintura.
Y tú apareces en mi ventana,
suave y pequeña, con alas blancas.
Yo ni respiro para que duermas
y no te vayas.

Qué maneras más curiosas


de recordar tiene uno,
qué maneras más curiosas:
hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo.
Mariposas, mariposas
que emergieron de lo oscuro
bailarinas, silenciosas.

Tu tiempo es ahora una mariposa,


navecita blanca, delgada, nerviosa.
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo.
Así eras tú en aquellas tardes divertidas,
así eras tú de furibunda compañera.
Eras como esos días en que eres la vida
y todo lo que tocas se hace primavera.

Ay, mariposa: tú eres el alma


de los guerreros que aman y cantan
y eres el nuevo ser que se asoma por mi garganta.

Qué maneras más curiosas


de recordar tiene uno,
qué maneras más curiosas:
hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo.
Mariposas, mariposas
que emergieron de lo oscuro
bailarinas, silenciosas.

Tu tiempo es ahora una mariposa,


navecita blanca, delgada, nerviosa.
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo.

Martianos (1969)

Yo soy un grano de arena,


una hoja más en un árbol
y cada ola me enseña
y cada brisa trae algo.

No he visto todos los mares,


no he visto todas las tierras,
pero he sentido la guerra
silbando por todas partes.

Cuando nací me dijeron:


naciste por la esperanza.
Así le digo a mi hijo
y parto hacia la matanza.

Quiero que pare la muerte,


yo quiero que pare el frío
para poder dedicarme
a flor, a viento y a río.

El mundo me dio las manos,


dos reinos hacen la suerte.
Tengo una flor en la diestra
que es el reino de la muerte.

De amor yo vivo y de espada,


de boca y puertas abiertas.
Hay que vivir de una bala.
Hay que morir de una fiesta.
Qué duras son esas noches
en que queremos ser buenos
y hay que matar sollozando
y hay que morir sonriendo.

Me veo claramente (1970, Atlántico)

Me veo claramente
mascando un pedazo de hierba mojada,
me veo claramente muy sucio y feliz.
Me veo descubriendo
descalzo un buen río de plantas ahogadas,
me veo claramente lejano de aquí.

Me veo claramente
haciendo preguntas que ya conocía,
con indiferencia ante el «ya crecerás».
Me veo claramente tan aventurero,
hecho un asesino de azúcar y pan.
Me veo claramente si miro detrás.

Me veo claramente
en la mano una noche ¯lugar de aprenderme
a miedo y paciencia lo que era el amor¯.
Me veo apretado
al calor de unas piernas, tragando del aire
un planeta tras otro, bañado en sudor.

Me veo semialzado
en la luz de esa hora, riéndole al techo,
riéndole a ella, riéndome a mi.
Me veo claramente tan digno de amantes
y breves países de felicidad.
Me veo claramente si miro detrás.

Me veo claramente
marchando a campañas de guerra entre todos
y yendo a otras guerras privadas también.
Me veo claramente
en la primera noche con una guitarra,
tan pálidamente
como cuando fue la primera mujer.
Me veo tan atento
a los ruidos internos, feliz tristemente,
queriendo de veras ser mucho mejor.
Me veo claramente buscando palabras
que sepan dar vida y dar muerte al amor.

Me veo claramente.
Me veo si miro a mi alrededor.
Mientras tanto (1967)

Al que le disguste mi sincero afán


de decir la vida en mi canción,
sólo le diré que cuando pueda
colgaré mi voz de algún lugar común,
que cuando pueda dejaré mi forma de pensar,
que cuando pueda mi guitarra irá a parar al mar.
Pero mientras tanto, pero mientras tanto
yo tengo que hablar, tengo que vivir,
tengo que decir lo que he de pensar.
Mientras tanto, pero mientras tanto
yo tengo que hablar, cantar y gritar
la vida, el amor, la guerra, el dolor.
Y más tarde
guardaré la voz.

Al que se disguste con mi proceder


de esta gran manía de soñar,
sólo le diré que cuando pueda
haré un gran bulto de canciones y me iré,
que cuando pueda seré viejo y ya no cantaré,
que cuando pueda mi guitarra no acariciaré.
Pero mientras tanto, ay, pero mientras tanto
yo tengo que hablar, tengo que vivir,
tengo que decir lo que he de pensar.
Mientras tanto, pero mientras tanto
yo tengo que hablar, cantar y gritar
la vida, el amor, la guerra, el dolor.
Y más tarde
guardaré la voz.

Mi lecho está tendido (1982)

Mi lecho está tendido,


me has hecho un gran favor.
Pero en el sitio en que estaba dormido
no encontré mi corazón.

¿Dónde me lo guardaste?
¿Qué has hecho al fin con él?
Hiciste tu labor y te marchaste,
y ahora ya no sé querer.

No quiero tal favor,


deja en su lugar a ese corazón.
Deja a mi viejo en su escondite,
puede que aún lo necesite.
No lo despojes de su amparo
—vaya favor para ser caro—.
Hoy me tendiste el lecho
para después volar.
Hoy te llevaste al mundo de mi pecho,
hoy la aurora es soledad.

Mujeres (1977)

Me estremeció la mujer que empinaba sus hijos


hacia la estrella de aquella otra madre mayor.
Y cómo los recogía del polvo teñido
para enterrarlos debajo de su corazón.

Me estremeció la mujer del poeta, el caudillo,


siempre a la sombra y llenando un espacio vital.
Me estremeció la mujer que incendiaba los trillos
de la melena invencible de aquel alemán.

Me estremeció la muchacha,
hija de aquel feroz continente,
que se marchó de su casa
para otra de toda la gente.

Me han estremecido un montón de mujeres:


mujeres de fuego, mujeres de nieve.

Pero lo que me ha estremecido


hasta perder casi el sentido,
lo que a mí más me ha estremecido
son tus ojitos, mi hija,
son tus ojitos divinos.

Me estremeció la mujer que parió once hijos


en el tiempo de la harina y un quilo de pan,
y los miró endurecerse mascando carijos.
Me estremeció porque era mi abuela, además.

Me estremecieron mujeres
que la historia anotó entre laureles
y otras desconocidas, gigantes,
que no hay libro que las aguante.

Me han estremecido un montón de mujeres:


mujeres de fuego, mujeres de nieve.

Pero lo que me ha estremecido


hasta perder casi el sentido,
lo que a mí más me ha estremecido
son tus ojitos, mi hija,
son tus ojitos divinos.
No vayas a cerrar los ojos

No vayas a cerrar los ojos cuando hagamos el amor


seamos de pan, de pan de harina, de harina fina.
Qué verde luce tu silencio que viene de tu pudor,
tu mano buscará mi mano con la vida.

Quiero mirarte en el espacio sonreír


quiero tener mil aventuras que decir
y hacerme un traje con tu cuerpo
y sucumbir.

No vayas a cerrar los ojos cuando hagamos el amor


cierra ventanas, que no se vaya tu olor
desarma el timbre de la puerta, el teléfono, el reloj
que nada suene más que un beso, por favor.

Sábanas blancas van volando sobre el mar


niñas y niños se disponen a jugar
cuerpos oscuros se desvisten
para amar.

No vayas a cerrar los ojos cuando hagamos el amor


quiero colores de pupilas y emoción.
Suelta tu pelo en abanico sobre el blanco de la tela
suelta el espíritu a sentir y ve que vuela.

Yo soy capaz de algo especial por verte así


con tu sonrisa de temblor llegando aquí.
Deja la luz del sol abierta
para mí.

No vayas a cerrar los ojos cuando hagamos el amor


piensa que es tarde para vivir del ayer.
No te acostumbres con las mañas
tan cristianas del pudor
entrega el beso y abre brazos al placer.

Van a decir qué pornográfico sentir


pero ellos mismos nos hicieron ser así.
Mientras discuten ven y desabróchate
hasta la vida.
Sí, desabróchate la vida,
no te me dejes nada encima.

Nunca ha creído que alguien me odia (1972)

Nunca he creído que alguien me odia


aunque me hayan querido matar.
Tras mis asesinos se esconde otra fuerza
que si es mi enemiga mortal.

Todos los tipos de muerte hacen cola


ante mi puerta, esperando su hora.
El instrumento es quien cambia de rostro,
pero yo sé que hay un único odio.

Sé que todas las palabras


con que le canto a la vida
vienen con muerte también.
Sé que el pasado me odia
y que no va a perdonarme
mi amor con el porvenir.

Por eso manda verdugos


con todos los uniformes.
Mi asesino es el pasado,
aunque con mano de hombre.

Siempre que un hombre le pega a otro hombre


no es al cuerpo al que le quiere dar:
dentro del puño va el odio a una idea
que lo agrede, que lo hace cambiar.

Cuando lo quieto se siente movido


todo cambia de sentido.
Y en la medida en que todo acelera
sigue cambiando la esfera.

Siempre tendré un enemigo


con el semblante arrugado
y más cansado que yo.
El que al largo de su sombra
quiera cortar la medida
de cada revolución.

Y ya se dijo que es más grande


que el más grande de nosotros.

Y ya se dijo que se hace


para otros.

Oda a mi generación (1970)

A los 27 días de mayo del año 70


un hombre se sube sobre sus derrotas,
pide la palabra
momentos antes de volverse loco.
No es un hombre,
es un malabarista de una generación.
No es un hombre,
es quizás un objeto de la diversión;
un juguete común de la historia
con un monograma que dice bufón.
Ese hombre soy yo.

Pero debo decir que me tocó nacer


en el pasado y que no volveré.
Es por eso que un día me vi en el presente,
con un pie allá donde vive la muerte
y otro pie suspendido en el aire,
buscando lugar,
reclamando tierra del futuro para descansar.
Así estamos yo y mis hermanos,
con un precipicio en el equilibrio
y con ojos de vidrio.

Ahora quiero hablar de poetas,


de poetas muertos y poetas vivos,
de tantos muchachos hijos de esta fiesta
y de la tortura de ser ellos mismos.
Porque hay que decir que hay quien muere
sobre su papel,
pues vivirle a la vida su talla tiene que doler.
Nuestra vida es tan alta —tan alta—
que para tocarla casi hay que morir,
para luego vivir.

Yo no reniego de lo que me toca,


yo no me arrepiento pues no tengo culpa,
pero hubiera querido poderme jugar
toda la muerte allá, en el pasado,
o toda la vida en el porvenir que no puedo alcanzar.
Y con esto no quiero decir que me pongo a llorar.
Sé que hay que seguir navegando.
Sigan exigiéndome cada vez más,
hasta poder seguir
o reventar.

Oh, bienvenido seas, Octubre

Octubre,
Octubre había llegado como llega siempre,
mojando la acera de lluvia delgada y paciente.
Cargando de sombra las nubes
que llevaban prisa,
poniéndole un tono salobre
al sabor de la brisa.

Octubre terrible del ‘62,


llegaste derecho a parar el reloj.
Y no reparaste en que en esta región
tutear a la muerte era ya tradición.
Y Octubre se marchó por donde mismo
entró.

Fueron los tiempos duros para el amor.


Fueron tiempos de estrellas y soledad.
Como un adolescente que
abandona la casa paternal
y descubre que tiene
todo el poder de su verdad.
Fueron los tiempos duros de la amistad,
y aprenderlo bien caro nos costó.
Pero mucho aprendemos o no, hoy por hoy
cuando resbala algún antifaz
que deja ver el rostro de la ambición,
de la ambición.

Octubre,
de nuevo nos muestra su rostro
de cuarto menguante.
Pero en esta fecha se siente
un calor sofocante.
Se siente que se ha envejecido
destruyendo mitos,
cambiando mil nuevos ciclones
por nuevos amigos.

Ahorita llegamos al ‘72


y cumple diez años aquella lección
que se une a mil nuevas carencias de dios
que a veces dan risa
y a veces dan tos.
Oh, bienvenidos seas
Octubre de mi amor.

Oye (1967)

Oye,
tu recuerdo me ha parado en seco
en la tarde de ayer, de nuevo,
con su noche de negro toda
y al lado de unas tristes olas.

Oye,
tu recuerdo me ha llamado hoy tanto
en la blanca mañana, y cuánto
siento que no te viera ahora,
si ayer te vi pasar tan sola.

Quisiera verte y no pensarte,


pero es que temo tantas cosas.
¿Sabrás acaso darme
más que tu cara hermosa?

¿Podré contigo compartirme?


¿Podré entregarme y dividirme
en miles de impresiones,
o vendrás a aburrirme?

Oye,
pensamiento que apenas conozco,
te pregunto si yo respondo
a un sublime y ligero gusto,
o si lo que yo lloro es justo.

Quisiera verte y no pensarte


pero es que temo tantas cosas:
¿Sabrás acaso darme
más que tu cara hermosa?

¿Podré contigo compartirme?


¿Podré entregarme y dividirme
en miles de impresiones,
o vendrás a aburrirme?

Oye, dime.

Palabras (1970)

Cuando se ande descalzo paso a paso de viento,


cuando venga del polvo la ciudad destruida,
que alguien cante una estrofa a las manos de un muerto,
que alguien diga algún verso a su espacio de vida.

Puede ser que sus restos no se distingan en la ciudad,


que la perfección de la piedra no luzca piel.
Puede ser que su sangre no mueva una astronave;
puede ser que sus huesos no sirvan para torres;
puede ser que una estrella brille más que su voz.

Ha pasado que el llanto se convierte en palabras;


ha pasado que un hombre se convierte en palabras,
palabras, palabras, palabras a granel.

Cuando la muerte sea inalcanzable y rara,


cuando un mohoso grillete repose en la vitrina,
que se dé a cada hijo una flor y una bala,
que se sepa que el mundo va sembrado de vidas.

Se sabrá que este ir y venir de piedras no se quedó,


que una lluvia lejana fue a mojar la ciudad.
Fijaremos con clavos las ventanas, los sueños,
los pedazos de tierra, la limpieza y el lodo,
las guitarras, las sillas, las piedras y el amor.

Porque ha pasado que historia se convierte en palabras;


ha pasado que el mundo se convierte en palabras;
ha pasado que todo se convierte en palabras,
palabras, palabras, palabras a granel.
Pequeña serenata diurna (1974)

Vivo en un país libre,


cual solamente
puede ser libre
en esta tierra,
en este instante,
y soy feliz
porque soy gigante.

Amo una mujer clara


que amo y me ama
sin pedir nada,
o casi nada,
que no es lo mismo
pero es igual.

Y si esto fuera poco,


tengo mis cantos
que, poco a poco,
muelo y rehago
habitando el tiempo,
como le cuadra a un hombre despierto.

Soy feliz,
soy un hombre
feliz, y quiero
que me perdonen
por este día
los muertos
de mi felicidad.

Playa Girón (1969, Atlántico)

Compañeros poetas,
tomando en cuenta
los últimos sucesos en la poesía,
quisiera preguntar —me urge—,
qué tipo de adjetivo se debe usar
para hacer la canción de este barco
sin que se haga sentimental,
fuera de la vanguardia o evidente panfleto,
si debo usar palabras
como Flota Cubana de Pesca
y Playa Girón.

Compañeros de música,
tomando en cuenta esas politonales
y audaces canciones,
quisiera preguntar —me urge—,
qué tipo de armonía se debe usar
para hacer la canción de este barco
con hombres de poca niñez,
hombres y solamente hombres sobre cubierta,
hombres negros y rojos y azules,
los hombres que pueblan el Playa Girón.

Compañeros de Historia,
tomando en cuenta lo implacable
que debe ser la verdad,
quisiera preguntar —me urge tanto—,
qué debiera decir, qué fronteras debo respetar.
Si alguien roba comida y después da la vida
¿qué hacer?
¿Hasta dónde debemos practicar las verdades?
¿Hasta dónde sabemos?
Que escriban, pues, la historia, su historia,
los hombres del Playa Girón.

Quédate (1967)

Cuando este sol se apague,


tú partirás de mí.
Seguiré solo, con mi dolor
y llanto y llanto.
Mi convicción es no querer
ya nunca más, porque
la misma historia es otra vez
y otra vez, y otra vez, y otra vez.

Quédate, quédate
para poder vivir sin llanto,
sin llanto.

Cuando me desengañe
no sé si viviré,
porque es muy triste
tener tan sólo llanto y llanto,
y mil renuncias en el corazón que implora
que alguna vez alguien se quede y llora.

Quédate, quédate
para poder vivir sin llanto,
sin llanto.

Mi convicción es no querer
ya nunca más, porque
la misma historia es otra vez
y otra vez, y otra vez, y otra vez.

Quédate, quédate
para poder vivir sin llanto,
sin llanto.
¿Qué hago ahora? (1969)
—Dónde pongo lo hallado—

Dónde pongo lo hallado


en las calles, los libros, las noches,
los rostros en que te he buscado.
Dónde pongo lo hallado
en la tierra, en tu nombre, en la Biblia,
en el día que al fin te he encontrado.

Qué le digo a la muerte, tantas veces llamada


a mi lado que al cabo se ha vuelto mi hermana.
Qué le digo a la gloria vacía de estar solo
haciéndome el triste, haciéndome el lobo.

Qué le digo a los perros que se iban conmigo


en noches perdidas de estar sin amigos.
Qué le digo a la luna que creí compañera
de noches y noches sin ser verdadera.

Qué hago ahora contigo.


Las palomas que van a dormir a los parques
ya no hablan conmigo.

Qué hago ahora contigo.


Ahora que eres la luna, los perros,
las noches, todos los amigos.

Qué sé yo (2002)
—nana—

No soy otra cosa que uno del montón


que un día desconfió del rebaño.
Soy carne de todo y esta condición
no admite el más mínimo engaño.

Me azotan los vientos, me bate la mar


y danzo si tiemblan los suelos.
Pero mi garganta no sabe cantar
si mi corazón no alza vuelo.

Para eso no hay alas ni globo ni avión.


Para eso sólo hay el amor.
Para eso no hay oro, París, Nueva York.
Para eso sólo hay el amor.

Para eso no hay mando, para eso no hay dios.


Para eso sólo hay el amor.

Pudiera ser... o acaso ser...


No sé... Puede ser... Qué sé yo.
Qué se puede hacer con el amor (1969)

Qué se puede hacer con el amor,


qué se puede hacer si es cosa de él.
Qué se puede hacer
si siempre el cariño nos sale tan bien.

La Habana, día de un año.


En la esquina está esperando
casi una niña.
Por la cintura acorta las faldas
¯que ya eran cortas para sus padres¯,
espera a un muchacho de secundaria
¯en casa no dejan que vea a nadie¯.
Y así dan cuenta de un buen amor,
de un sólo amor,
porque

Qué se puede hacer con el amor,


qué se puede hacer si es cosa de él.
Qué se puede hacer
si siempre el cariño nos sale tan bien.

España, día de un año,


en mañana de domingo.
Tras los sermones,
en el fondo de la iglesia,
tras escuchar lo que es el pecado,
los dos amantes se echan a un lado
y sólo siguen sus corazones.
Y así dan cuenta de un buen amor,
de un sólo amor,
porque

Qué se puede hacer con el amor,


qué se puede hacer si es cosa de él.
Qué se puede hacer
si siempre el cariño nos sale tan bien.

El mundo, día de un año.


Cuántos amantes se dan la mano
sin ver distancias ni cercas
ni mares ni largos años.
Frente a los prejuicios
se ven hermosos.
Y dicen que al fin
nunca llegan tarde
para que un amor
los haga dichosos.
Y así dan cuenta de un buen amor,
de un sólo amor,
porque

Qué se puede hacer con el amor,


qué se puede hacer si es cosa de él.
Qué se puede hacer
si siempre el cariño nos sale tan bien.

Que ya viví, que te vas (1976)

Dejé pasar unas horas


por si se huía tu sueño.
Durmiendo la veladora
tu tiempo se entró en mi tiempo
y, en fin, la guitarra sola
gira contigo en el centro.
Creo que la luna ya es muy alta
y en la caricia falta
un viaje a la humedad.
Creo que de noche me despierto
con frío, al descubierto,
tanteando oscuridad.
Creo que la lluvia está cayendo
y no voy sonriendo,
dejándome mojar.
Creo que me va a quitar el sueño
un dedo aquí, un labio allá
—que te perdí, que ya no estás
que ya viví, que te vas—.

Dejé pasar algunas horas,


pupila veladora,
por si me daba igual.
Tu tiempo se metió en mi tiempo:
momentos y momentos
que no quieren pasar.
Y he aquí que la guitarra
vuelve a soltar amarras,
canta y gime al volar.
Creo que me va a quitar el sueño
un dedo aquí, un labio allá
—que te perdí, que ya no estás,
que ya viví, que te vas—.

Réquiem (1984)

Disfruté tanto tanto cada parte


y gocé tanto tanto cada todo,
que me duele algo menos cuando partes,
porque aquí te me quedas de algún modo.

Ojalá nunca sepas cuánto amaba


descubrirte los trillos de la entrega
y el secreto esplendor con que esperaba
tu reclamo de amor que ya no llega.

Anda, corre donde debas ir.


Anda, que te espera el porvenir.
Vuela, que los cisnes están vivos.
Mi canto está conmigo.
No tengo soledad.

Si uno fuera a llorar cuanto termina,


no alcanzaran las lágrimas a tanto.
Nuestras horas de amor, casi divinas,
es mejor despedirlas con un canto.

Anda, corre donde debas ir.


Anda, que te espera el porvenir.
Vuela, que los cisnes están vivos.
Mi canto está conmigo.
No tengo soledad.

Resumen de noticias (1970, Atlántico)

He estado al alcance de todos los bolsillos,


porque no cuesta nada mirarse para dentro.
He estado al alcance de todas las manos
que han querido tocar mi mano amigamente.

Pero, pobre de mí, no he estado con los presos


de su propia cabeza acomodada.
No he estado en los que ríen con sólo media risa,
los delimitadores de las primaveras.

No he estado en los archivos ni en las papelerías


y se me archiva en copias y no en originales.
No he estado en los mercados grandes de la palabra,
pero he dicho lo mío a tiempo y sonriente.

No he estado enumerando las manchas en el sol,


pues sé que en una sola mancha cabe el mundo.
He procurado ser un gran mortificado,
para si mortifico no vayan a acusarme.

Aunque se dice que me sobran enemigos,


todo el mundo me escucha bien quedo cuando canto.
Yo he preferido hablar de cosas imposibles,
porque de lo posible se sabe demasiado.

He preferido el polvo así, sencillamente,


pues la palabra amor aún me suena a hueco.
He preferido un golpe así, de vez en cuando,
porque la inmunidad me carcome los huesos.

Agradezco la participación de todos


los que colaboraron con esta melodía.
Se debe subrayar la importante tarea
de los perseguidores de cualquier nacimiento.

Si alguien que me escucha se viera retratado,


sépase que se hace con ese destino.
Cualquier reclamación, que sea sin membrete.
Buenas noches, amigos y enemigos.

Santiago de Chile (1973)

Allí amé a una mujer terrible,


llorando por el humo siempre eterno
de aquella ciudad acorralada
por símbolos de invierno.

Allí aprendí a quitar con piel el frío


y a echar luego mi cuerpo a la llovizna,
en manos de la niebla dura y blanca,
en calles del enigma.

Eso no está muerto:


no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.

Allí, entre los cerros, tuve amigos


que entre bombas de humo eran hermanos.
Allí yo tuve más de cuatro cosas
que siempre he deseado.

Allí nuestra canción se hizo pequeña


entre la multitud desesperada:
un poderoso canto de la tierra
era quien más cantaba.

Eso no está muerto:


no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.

Hasta allí me siguió, como una sombra,


el rostro del que ya no se veía.
Y en el oído me susurró la muerte
que ya aparecería.

Allí yo tuve un odio, una vergüenza,


niños mendigos de la madrugada.
Y el deseo de cambiar cada cuerda
por un saco de balas.

Eso no está muerto:


no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.
Saudade

La otra noche me seguía


ávida de celos la ansiedad,
y pensé que en esta vida no hay
querer sincero, sin maldad.

Oye, mi amor —te dije— tú sabrás,


si dejas de querer me matarás.
Si tu pasión mermase qué infeliz
sería al no tenerte nunca más.

Y muy solo me perdí en la niebla,


entre la dormida ciudad.
Y pensé que me querías
y que no te irías nunca más.

Oye, mi amor —me dije— ya no sé


qué pienso, ya no tengo nunca paz.
Si tu querer me cuesta esta agonía,
vete: moriré en la soledad.

Sólo el amor (1978)

Sólo el amor engendra melodías.


JOSÉ MARTÍ

Debes amar la arcilla que va en tus manos.


Debes amar su arena hasta la locura.
Y si no, no la emprendas, que será en vano:
sólo el amor alumbra lo que perdura,
sólo el amor convierte en milagro el barro.

Debes amar el tiempo de los intentos.


Debes amar la hora que nunca brilla.
Y si no, no pretendas tocar lo cierto:
sólo el amor engendra la maravilla,
sólo el amor consigue encender lo muerto.

Sueño con serpientes (1974)

Hay hombres que luchan un día


y son buenos.
Hay otros que luchan un año
y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida:
esos son los imprescindibles.
BERTOLD BRECHT
Sueño con serpientes, con serpientes de mar,
con cierto mar, ay, de serpientes sueño yo.
Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan
lo que puedan arrebatarle al amor.

Oh, la mato y aparece una mayor.


Oh, con mucho más infierno en digestión.

No quepo en su boca. Me trata de tragar


pero se atora con un trébol de mi sien.
Creo que está loca. Le doy de masticar
una paloma y la enveneno de mi bien.

Oh, la mato y aparece una mayor.


Oh, con mucho más infierno en digestión.

Esta al fin me engulle. Y mientras por su esófago


paseo, voy pensando en qué vendrá.
Pero se destruye cuando llego a su estómago
y planteo con un verso una verdad.

Oh, la mato y aparece una mayor.


Oh, con mucho más infierno en digestión.

Supón (1980)

al Santi Feliú

Supón que en un trabajo productivo


te encuentro en tu pañuelo singular
y luego de ese instante decisivo
supón que no te dejo de mirar.
Supón que tanto tu fulgor persigo
que aplasto un surco y tengo mi sermón,
que corto un fruto tierno, que me olvido
de mi sombrero bienhechor
y no reparo en el calor
de la hora en que se prende el sol.
Supón que agua al fin te pido
y supón que ya eres mi canción.

Supón que me presento como amigo


y te pregunto nombre y profesión,
que miro al suelo y digo que ha llovido
u otro comentario sin razón.
Supón que me has mirado comprensiva
pero no tienes nada que agregar.
Supón que entonces hablo de la vida
como queriendo aparentar
que tengo mucho que contar,
que soy un tipo original.
Supón que ríes divertida
y supón que ya eres mi canción.

Supón que hay una tarde para el cine


y que he llegado una hora después,
porque la ruta extraña en la que vine
no era para acá sino al revés.
Supón que la pantalla te ilumina,
que rompe y que sujeta tu perfil.
Supón tu mano un ave recogida
y un cazador sin más fusil
que un dedo tímido va a abrir
el sí o el no del porvenir.
Supón que no eres sorprendida
y supón que ya eres mi canción.

Supón que la fortuna es nuestra amiga


y que de tres a cinco puede ser.
Tu padre parte, fumo yo en la esquina.
La puerta, contraseña y tú, mujer.
Supón que entro y que nos abrazamos.
Supón que todo está por abordar.
Es la primera vez que nos amamos.
Pero supón que hablo sin parar,
supón que el tiempo viene y va,
supón que sigo original.
Supón que no nos desnudamos
y supón que ya eres mi canción.

Te conozco (1984)

De niño te conocí
entre mis sueños queridos.
Por eso cuando te vi
reconocí mi destino.
Cuando pensaba que ya no iba a ser
lo que soñara, de pronto vino.

Tanto que yo te busqué


y tanto que no te hallaba,
que al cabo me acostumbré
a andar con tanto de nada.
Cuánto nos puede curar el amor.
Cuánto renace de tu mirada.

Te conozco, te conozco
desde siempre, desde lejos.
Te conozco, te conozco
como a un sueño bueno y viejo.
Es por eso que te toco y te conozco.

El lago parece mar,


el viento sirve de abrigo:
todo se vuelve a inventar
si lo comparto contigo.
La única prisa es la del corazón.
La única ofensa, tener testigos.

Te conozco, te conozco
desde siempre, desde lejos.
Te conozco, te conozco
como a un sueño bueno y viejo.
Es por eso que te toco y te conozco.

Te doy una canción (1970)

Cómo gasto papeles recordándote,


cómo me haces hablar en el silencio.
Cómo no te me quitas de las ganas
aunque nadie me ve nunca contigo.
Y cómo pasa el tiempo, que de pronto son años
sin pasar tú por mí, detenida.

Te doy una canción si abro una puerta


y de las sombras sales tú.
Te doy una canción de madrugada,
cuando más quiero tu luz.
Te doy una canción cuando apareces
el misterio del amor.
Y si no lo apareces, no me importa:
yo te doy una canción.

Si miro un poco afuera, me detengo:


la ciudad se derrumba y yo cantando.
La gente que me odia y que me quiere
no me va a perdonar que me distraiga.
Creen que lo digo todo, que me juego la vida,
porque no te conocen ni te sienten.
Te doy una canción y hago un discurso
sobre mi derecho a hablar.
Te doy una canción con mis dos manos,
con las mismas de matar.
Te doy una canción y digo Patria,
y sigo hablando para ti.
Te doy una canción como un disparo,
como un libro, una palabra, una guerrilla:
como doy el amor.

Tocando fondo (1994)

Tocando fondo
nací un buen día,
tocando fondo
ando todavía.
Menos hermoso
que como fuera,
menos odioso
que de otra manera.

Me declaro imperfecto
pateando la sombrilla.
Prefiero ser abierto
a pasearme anunciando
que soy la maravilla.

Me publico completo,
me detesto probable.
Si uno no se desnuda
se transfigura en reto
todo lo desnudable.

Tocando fondo,
como ir cantando,
es algo hondo
que no anda esperando.

No tocar duro
nuestras verdades
levanta muros,
pudre capitales.

Quizás sea inoportuno


o acaso delirante.
Soy de tantas maneras
como gente pretenda
nomás calificarme.

Asumirse los fuegos


es no dictaminarse.
Me publico completo,
me espero mejorable
desde mi parlamento
de guitarra sonante.

Tocando fondo
nací un buen día.
Tocando fondo
ando todavía.

Tu fantasma (1983)

Me decido a tararearte todo lo que se te extraña


desde el siglo en que partiste hasta el largo día de hoy.
Me acompaño de guitarra porque yo no sé de cartas
y, además, ya tú conoces que ella va donde yo voy.
Lo único que me consuela es que uso dos almohadas
y que ya no me torturo cuando te hago trasnochar.
Otro alivio es que, en su árbol, los pajaritos del alba
siguen ensayando el coro con que te bienvenirán.

El teléfono persiste en coleccionar absurdos,


embromarme sigue siendo un deporte universal.
Y la puerta está comida donde la ha golpeado el mundo
—cuando menos una buena parte de la humanidad—.

El cine de enamorados tuvo un par de buenas vistas,


nuestro cabaret privado sigue activo por su bar.
Se nos sigue desangrando la llave de la cocina
y yo sigo sin canciones, habiendo necesidad.

Pueden ser casualidades u otras rarezas que pasan,


pero donde quiera que ando todo me conduce a ti.
Especialmente la casa me resulta insoportable
cuando desde sus rincones te abalanzas sobre mí.

No exagero si te cuento que le hablo a tu fantasma,


que le solicito agua y hasta el buche de café.
En días graves le he pedido masajes para mi espalda
(los peores ni te cuento, porque no vas a creer).

Hay días que en tu sacrificio acaricio tu fantasma,


pero donde iba el delirio no oigo tu respiración.
Siempre termino en lo mismo: asesino tu fantasma
y la diana me sorprende recostado en el balcón.

Ya no sé si lo que digo realmente nos hace falta.


Hoy no es día inteligente y no sé ir más allá.
Pero, cuando puedas, vuelve, porque acecha tu fantasma
jugando a las escondidas y yo estoy muy viejo ya.

Tu imagen (1978, New York)

Tu imagen me llegó
a las seis menos diez
y no pude dormir
ni un instante después.
Te confundías con mis sábanas,
te me enredabas en la sien.
Lucías tan real
que casi fui feliz.
Pero a las seis y diez
me comprendí sin ti.
Eran mis solitarias sábanas
y una habitual mañana gris.

Y tú eras mi viento, mas no a favor.


Eras mi barca en el pedregal,
eras mi puerta sin tirador,
eras mi beso buscando hogar.

Y tú eras un parto de antigüedad,


maña de un diablo despertador.
Eras espuma de soledad,
carne con llagas de desamor.

Y así fuiste la otra mitad


de amanecer
que no alumbró jamás.

Un hombre se levanta (1971)*


(Antesala de un Tupamaro)

Un hombre se levanta
temprano en la mañana,
se pone la camisa
y sale a la ventana.
Puede estar seco el día,
puede haber lluvia o viento,
pero el paisaje real
—la gente y su dolor—
no lo pueden tapar
ni la lluvia ni el sol.

Una vez descubierta


esta verdad sencilla,
o se sube a la calle
o se baja a la silla.
O se ama para siempre
o ya se pierde todo:
se deja de jugar,
se deja de mentir,
se aprende que matar
es ansia de vivir.

Un hombre se levanta
y sale a la ventana
y lo que ve decide
la próxima mañana.
Un hombre simplemente
sale a mirar el día
y se deja quemar
por ese resplandor,
y decide salir
a perseguir el sol.

* Canción para el serial televisivo Los Comandos del Silencio, de Eduardo Moya.
Vamos a andar (1978)

Vamos a andar
en verso y vida tintos
levantando el recinto
del pan y la verdad

Vamos a andar
matando al egoísmo
para que por lo mismo
reviva la amistad

Vamos a andar
hundiendo al poderoso
alzando al perezoso
sumando a los demás

Vamos a andar
con todas las banderas
trenzadas de manera
que no haya soledad

Vamos a andar
para llegar
a la vida.

Variaciones sobre un viejo tema (1969)

A Eduardo Castañeda, en memoria

¿Dónde se es feliz que no haya un río


arrastrando piedras y señales?
¿Dónde hay un retrato que lleve puesta
la figura de toda la vida?

¿Dónde el suicidio quedó inutilizado?


¿Dónde se ahogan todas las encrucijadas?
¿Dónde termina una canción inquisitoria?
¿Dónde hay amigos de los cuerpos, finalmente?

Venga el futuro,
venga la muerte en optimismo
para aquellos que yo sé que, como yo,
nacieron para navegar.

¿Qué cosa decir y hacernos buenos


cuando terminemos de soñarnos?
¿Con qué ortografía se escribe
la canción que abre las siete puertas?

¿Con cuál disparo correremos jardines,


llenos de humilde sensación de maravilla?
¿Con cuántas lámparas de aceite alumbraremos
el nacimiento de ese gran desconocido?

Venga el futuro
como el gran descubrimiento
de la ciudad que guarda sueños y habitantes.

Tendremos niños en los ojos


y, al percibir la vida, tendremos sangre en las uñas.
Pues ¿cómo ser feliz sin dejar una huella?

Venga la esperanza (1989)

Dice que se empina y que no alcanza,


que sólo ha llegado hasta el dolor.
Dice que ha perdido la buena esperanza
y se refugia en la piedad de la ilusión.

Sé de las entrañas de su queja


porque padecí la decepción:
fue una noche larga que el tiempo despeja,
mientras suena en mi memoria esta canción:

Venga la esperanza,
venga sol a mí.
Lárguese la escarcha,
vuele el colibrí.
Hínchese la vela,
ruja el motor,
que sin esperanza
dónde va el amor.

Cuando niño yo saqué la cuenta


de mi edad por el año dos mil
(el dos mil sonaba como puerta abierta
a maravillas que silbaba el porvenir).

Pero ahora que se acerca saco en cuenta


que de nuevo tengo que esperar,
que las maravillas vendrán algo lentas
porque el mundo tiene aún muy corta edad.

Venga la esperanza,
pase por aquí.
Venga de cuarenta,
venga de dos mil.
Venga la esperanza
de cualquier color:
verde, roja o negra,
pero con amor.
Vietnam

Yo vivo de tu matanza
yo sueño de tu agonía
yo canto de tu sudor.
Mi niña duerme tranquila
porque le robo la vida
a más de un retoño en flor.

Tu flauta es aire que respiro


tu búfalo es mi convivir
tus arrozales mi camino
y tu bambú mi porvenir.

Ya nadie se pertenece
ya nada es de nadie nunca
ya no hay lugar a mentir
porque tu sangre es el cielo
la luz del sol y el lucero
por quien se debe vivir.

Viet Nam, arte poética

Quien me haya escuchado


sabe que ando preocupado
por el verso que madura en su estación.
Que aunque no soy
quiero al menos el simplismo
panfletario en el cantar.

Pero llega el día


en que la urgencia no da opción
y nos expone desvestida la razón.
Porque llega el día
en que la realidad destupe
y como borbotón escupe la razón.

Poetizar, poetizar,
ahora es poner junto a Viet Nam
clara la acción.
Movilizar, movilizar,
es la obra cumbre, el arte de hoy,
la perfección, la perfección.

Da vergüenza acariciar al hijo,


hacer amor, tener domingo,
disfrutar de ver llover.
Da vergüenza tanto hogar seguro,
tanto plan para el futuro,
tanta bien colmada sed.
Da vergüenza arreglarse los dientes,
tener carro, hogar caliente,
ropa limpia, perro fiel.
Da vergüenza cuanto bueno sume
mientras en Viet Nam se asume
un tanto más de nuestra miel.

Poetizar, poetizar,
ahora es poner junto a Viet Nam
clara la acción.
Movilizar, movilizar,
es la obra cumbre, el arte de hoy,
la perfección, la perfección.

Dos mil largos años renaciendo


desde que uno u otro dueño
improvisando en la ambición
llegó treintaitantos años fuego puro
por hacer de tu futuro
el valle hermoso que el tío Ho soñó.
Creo que ya resulta una vergüenza
permitir que la inconsciencia
y la traición puedan seguir.
Creo que todos somos responsables,
el que haga o el que hable
de que al fin puedan vivir.

Poetizar, poetizar,
ahora es poner junto a Viet Nam
clara la acción.
Movilizar, movilizar,
es la obra cumbre, el arte de hoy,
la perfección, la perfección.

Viven muy felices

Viven muy felices, no digo yo,


los que repiten la lección como aprendices,
los que no buscan más allá de sus narices.
Viven muy felices, no digo yo,
los que repiten un camino sin razones
y ven la audacia como historias de canciones.
Viven muy felices,
no digo yo.

Qué fácil es seguir caminos


ya caminados por otros pies,
pues no habrá un hoyo no avisado
donde te puedas caer sin ver.
Y qué difícil ser tan joven
que no te baste lo que pasó
y preferir buscar caminos,
nuevos destinos para la voz.

Viven muy felices, no digo yo,


los que no arriesgan su canción con lo que dicen,
los que mañana no serán ya ni raíces.
Viven muy felices,
no digo yo.

Voy a cantarle al porvenir

De una esmeralda del mar tengo una historia.


No es muy completa: aún no se ha terminado.
Yo no la escribo: la escriben muchos hombres.
Yo estoy con tiempo para hacerla con sus nombres.

Voy a cantarle al porvenir,


y como es al porvenir
voy a decirle la verdad sin vacilar.
Diré que fuimos lo normal;
piel y cerebro para andar,
que no tuvimos nada más para avanzar.
Y un hombre quisimos mejor
y costó mucho echarlo a andar,
mucho sudor, mucha ansiedad.
No voy a darle nombre al sol,
pero diré que batallar
con todo el tiempo alrededor fue del caray.
Hicimos cosas sin parar,
pues la palabra hay que ganar
para opinar de todo bien o criticar.
Unos hacían porque sí,
otros por miedo de que no,
pero «hasta Roma» se llegó.
Voy a cantarle al porvenir:
voy a vivir.

Y anoche (1966)

Anoche
dormí intranquilo yo.

Anoche
no estabas cerca, no.

Anoche
quise tenerte,
quise besarte,
soñé contigo donde estés
y me dormí después.

La noche está llegando.


Dime, amor, hasta cuándo
añoraré tu calor
perdido.
Y nada más (1966)

Esta extraña tarde,


desde mi ventana,
trae la brisa vieja
de por la mañana.

No hay nada aquí:


sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después mirar la realidad y nada más.

Y nada más.
Ahora me parece
que hubiera vivido
un caudal de siglos
por viejos caminos.

No hay nada aquí:


sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después mirar la realidad y nada más.

Y nada más.

Yo digo que las estrellas (1973)

Yo digo que las estrellas


le dan gracias a la noche,
porque encima de otro coche
no pueden lucir tan bellas.

Y digo que es culpa de ella


—de la noche— el universo,
cual son culpables los versos
de que haya noche y estrellas.

Yo digo que no hay quien crezca


más allá de lo que vale
—y el tonto que no lo sabe
es el que en zancos se arresta—.

Y digo que el que se presta


para peón del veneno
es doble tonto, y no quiero
ser bailarín de su fiesta.

Yo digo que no hay talante


más claro que el ir desnudo,
pues cuando se tiene escudo
luego se quieren los guantes.
Y al que diga que me aguante
debajo de una sotana,
le encajo una caravana
de sentimientos gigantes.

Yo digo que no hay más canto


que el que sale de la selva
y que será el que lo entienda
fruto del árbol más alto.

Y digo que cuesta tanto


y que hay que cruzar la tundra,
pero al final la penumbra
se hace arcoiris del canto.

Yo soy como soy (1984)

A veces siento deseos de amor


y a menudo no puedo beber.
Para esa hora busqué una canción
con la que me entretengo la sed.
Tiene delirios de la tradición
y otras hierbas que suelo rumiar.
Ya te la voy a cantar:

Yo soy como soy


y a casi todo el mundo le pedí prestado.
Yo soy como soy
y a casi todo el mundo yo le tiendo mano.

Dime qué pena te puedo curar,


yo quisiera también ser doctor.
Sólo deseo que para tu mal
tenga alivio mi vieja canción.
Lo que te doy de mortal a mortal
se desprende gustoso de mí.
El resto espera por ti.

Yo soy como soy


y a casi todo el mundo le pedí prestado.
Yo soy como soy
y a casi todo el mundo yo le tiendo mano.

Sé que hay dolores que no curará


ni la más esmerada canción.
En todo caso te invito a llenar
de optimismo ese buen corazón.
Vale la pena dejar de llorar
y hacer cita con el porvenir.
Vale la pena vivir.

Yo soy como soy


y a casi todo el mundo le pedí prestado.
Yo soy como soy
y a casi todo el mundo yo le tiendo mano.

Yo te invito a caminar conmigo

Yo voy a amarte sin palabras,


sin una coma, sin puntuación.
Quiero sumarte a mi bandada
de cuervos muertos, sin hilación,
y hacer historia con mis actos llenos,
y repetir la misma escena luego,
para poder decir mañana:
no fui malo ni fui bueno.

Estoy en deuda con lo nuevo,


con la verdad, con la aventura y el placer.
Siento una rabia que me enfermo
cuando me dicen lo que debo hacer.
Con el oportunismo tengo un duelo,
con las cabezas como el hierro viejo,
y sin embargo estoy amando
y abro un trillo sobre el fango.

Quisiera ahora desgajar


mi larga rama de palabras
y echarlas todas a volar
sobre las almas de las almas.
Y que estallen y que muerdan
y que sus semillas prendan
y que todo sea mejor.

Yo voy a amarte como a un puerto


y como a un disco volador.
Sólo podrás cantar conmigo,
pues no sé hacer algo mejor.

Pero recuerda que yo odio y quiero,


que tengo un prisma de colores nuevos,
y que me iré a soñar el trueno
de un país desconocido.

Yo te invito a caminar conmigo.


Aunque siempre sea un perseguido
yo te invito a caminar conmigo.
Bibliografía

1. Casaus, Víctor; Luis Rogelio Nogueras: Silvio: que levante la mano la guitarra, Ed. Letras
Cubanas, Ciudad de la Habana, 1984.

2. Díaz Pérez, Clara: La nueva trova, Letras Cubanas, Colec-ción Pinos Nuevos, serie
Ensayos, La Habana, 1994.

3. López Lemus, Virgilio: Palabras del trasfondo, Ed. Letras Cubanas, La Habana, Cuba,
1988.

4. Loyola Ruiz, Guillermo: Y el canto aparece, Tesis de Gra-do, La Habana, 1987.

5. Mateo Palmer, Margarita: Del bardo que canta, Letras Cubanas, La Habana, 1988.

6. Rodríguez, Silvio: Canciones del mar, Ed. Ojalá, 1996.

7. _______________: «Cumplir con Vallejo». En: Revolución y Cultura, La Habana (89),


enero de 1980.

8. Rodríguez Rivera, Guillermo: Ensayos Voluntarios, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1984.

9. Rodríguez Rivera, Guillermo: En torno a la imagen poé-tica: sobre la historia del tropo
poético, Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1985.

10. Sanz, Joseba: Silvio: memoria trovada de una Revolución. Ed. Txalaparta, Navarra. 1994.

Entrevistas

1. Entrevista a Silvio, 1979: http://www.ece.orst.edu/~dortiz/Silvio.html.

2. Entrevista para el Nuevo Herald de Miami, abril 1997:


www.patriagrande.net/cuba/silvio.rodríguez/entrevistas/nuevo%20herald.htm.

3. Silvio, el eterno trovador. Entrevista en De La Prensa:


http://www.ece.orst.edu/~dortiz/Silvio.html.

4. Silvio Rodríguez. La culpa será de Estados Unidos. En-trevista, Revista La Bicicleta, no.
51, 3 de julio de 1984, Chile.

5. http://www.ece.orst.edu/~dortiz/Silvio.html.

6. En el principio no había nueva trova. Extracto de entre-vista a Silvio, La Habana, Cuba,


1980.

7. http://www.granavenida.com/palabraprecisa/Entre-vistas.htm.

8. Yo sé que hay gente que no me quiere. Entrevista, en La Gaceta de Cuba, Unión de


Escritores y Artistas de Cuba, nov-dic 1993.
9. Silvio Rodríguez: un arquero con expresión legendaria. Revista Catálogo, no. 5, EGREM.

10. Entrevista que le hizo un periodista boliviano a Silvio, aparecida en el suplemento


«Clave» del periódico Presencia del 12 de abril de 1997.
http://www.ece.orst.edu/~dortiz/Silvio.html.

11. Entrevista en diario La Tercera, 22 de septiembre de 1996.


http://www.ece.orst.edu/~dortiz/Silvio.html.

12. Silvio por él mismo. Entrevista en La Habana, septiem-bre, 1996.


http://komunika.net/silvio/entrevistas/entre-vistas04.hmtl.

13. La angustia es el precio de ser uno mismo. Entrevista a Silvio Rodríguez, en: La Gaceta
de Cuba, no. 4, jul-ag 1998, año 36, UNEAC.

14. Soy un arraigado impenitente. Entrevista, en: Habanera 3/97, Instituto Cubano de
Amistad con los Pueblos, julio-sept, Ciudad de La Habana, Cuba.

Índice

Premiar la poesía/ 7

Silvio poeta/ 13

Las canciones/ 75

Bibliografía/ 185

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