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CVR

Defensores y Detractores
La Comisión de la Verdad
y Reconciliación: 5 años
después
Hablar de lo que nos pasó como nación entre 1980 y 2000
no ha sido tarea fácil, pero enfrentar este tema al inicio del
proceso de retorno a la democracia, luego de muchos años
de violencia y, posteriormente, autoritarismo, fue una tarea
que el Estado se impuso a si mismo para comenzar a
convivir de mejor manera entre los peruanos. La Comisión
de la Verdad y Reconciliación fue la institución que canalizó
esta inquietud y, luego de dos años de trabajo entregó su
informe final el 28 de agosto de 2003. Ni siquiera sus
integrantes sabían las repercusiones que los nueve tomos y
el debate sobre sus autores y algunas de sus ideas
centrales tendrían en el Perú de hoy. Este es un intento de
reconstruir esta historia de defensores y detractores
puestos en torno a un documento polémico pero clave para
entender al Perú de antes y los problemas de hoy.
Por: José Alejandro Godoy Mejía

Jueves 28 de agosto de 2003. Pasado el mediodía y con la presencia


de las más altas autoridades del Poder Ejecutivo, Salomón Lerner
Febres, presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación,
presenta al Presidente de la República Alejandro Toledo y al país en
general los frutos de más de dos años de trabajo por hallar una
explicación a lo ocurrido en el país durante 1980 y 2000. En su
discurso, Lerner expresa con extrema crudeza e interpelación ética al
país la tragedia vivida durante 20 años, con un saldo de víctimas
mortales mayor al que durante años se manejó y estableciendo
responsabilidades severas hacia los actores armados, políticos y
sociales del conflicto. Aunque se reconoce de modo explícito que el
denominado Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso es el
principal responsable de lo que la Comisión denominó como conflicto
armado interno y que su proyecto político es incompatible con la vida
democrática del país, no deja de señalarse el papel cumplido por los
gobiernos de turno y las Fuerzas Armada en violaciones de los
derechos humanos ocurridas durante las últimas dos décadas del
siglo XX.

Culminado dicho discurso, las reacciones de diversos sectores no se


hicieron esperar. Y durante los años que siguieron, voces a favor y en
contra del Informe Final de la CVR aparecieron en el ambiente, a
partir de determinadas coyunturas que fueron configurando una
forma de debate acerca de los años de violencia en el Perú. En teoría,
no se esperaba un debate tan fuerte, dado que, como incluso sus
defensores han reconocido, la creación de la Comisión no fue
producto de una demanda popular, sino el producto de dos gobiernos
que entendieron como prioritario para el país el conocimiento de la
verdad y la formulación de propuestas para la creación de un pacto
social inclusivo y que tenga a la justicia en sentido amplio como base
de lo ocurrido.

Es cierto que muchas de las críticas podían partir desde sentidos


comunes o prejuicios establecidos por sectores reacios a aceptar el
respeto de los derechos humanos como base esencial de la
convivencia entre ciudadanos en el Perú, sea por real convicción o por
evadir responsabilidades puntuales. Sin embargo, apuntan a aspectos
del Informe Final o de la propia Comisión que abrieron flancos de
discusión y de ataque frente a sus conclusiones. Más allá de los
intentos de desprestigio, lo que en realidad se abre son “batallas por
la memoria”, es decir, la lucha por ver cual de los sentidos comunes
en torno al conflicto más doloroso de nuestra historia republicana
termina imponiéndose en la opinión pública. Y para ello,
confrontamos a los críticos de la CVR con su ex presidente, el doctor
Salomón Lerner Febres, quien nos concedió una entrevista para este
reportaje, cuyas partes pertinentes son reproducidas a lo largo del
mismo.

Esta es la historia de batallas por la memoria. De disputas por la


verdad. Pero también es la muestra de un desencuentro permanente
en torno a uno de los sucesos más importante de nuestra historia y
que, hasta el día de hoy, no tiene cuando acabar.
¿UNA MIRADA DE ZURDOS?
LA REPUBLICA

ALFONSO BARRANTES: Líder de Izquierda Unida en los años ochenta. La CVR criticó a los partidos de izquierda por la
carencia de deslinde con la lucha armada y sus vacilaciones frente al uso de la violencia. La división final de IU dejó a
amplios sectores sin representación, hasta el día de hoy.

Una de las primeras críticas que se hizo a la Comisión de la Verdad y


Reconciliación se encontró en su conformación. La presencia de
personajes que pertenecieron en algún momento a partidos de
izquierda hizo que, desde el inicio de su trabajo y, sobre todo, con
posterioridad a la entrega del Informe Final, la CVR recibiera el mote
de “zurda” o documento perteneciente a la llamada “izquierda
caviar”, mote con el que se ha pretendido caricaturizar a quienes,
provenientes de sectores sociales relativamente acomodados del
país, han tenido entre sus preocupaciones los problemas sociales y la
defensa de los derechos humanos.

Referencias ictiológicas al margen, lo cierto es que si había una


presencia de personas vinculadas a la izquierda en años previos o
durante el periodo de violencia analizado por la Comisión. Se
encontraban presentes los ex senadores Enrique Bernales y Rolando
Ames, el ex diputado Carlos Tapia García, el antropólogo Carlos Iván
Degregori y el docente universitario Alberto Morote, quienes habían
tenido una trayectoria destacada, pero su cercanía a una mirada
zurda despertó las suspicacias de muchos, sobre todo, considerando
que Sendero Luminoso y el MRTA eran grupos que partían del
pensamiento marxista – leninista como parte de su ideología en base
a la cual intentaban justificar sus acciones.

Así, no fueron pocos los que hicieron críticas en ese sentido a la CVR.
Un breve ejemplo nos permitirá darnos cuenta que este elemento
pesó de modo crucial en las críticas hechas al trabajo de la Comisión.

El silencio sobre la Revolución Peruana (1968-1980) se explica porque buena


parte de los comisionados fueron funcionarios o simpatizantes de ese
régimen. Algunos de ellos siguieron defendiéndolo inclusive luego de su
desastroso final, aunque reciclándose imaginativamente como
constitucionalistas o activistas de derechos humanos. En todo caso, resulta
claro que nombrar a velasquistas para explicar el fenómeno terrorista
equivalía a poner al gato de despensero.

Tan grave como la omisión del análisis de la Revolución Peruana es la


mañosa imputación de responsabilidades ideológicas. Al achacarle
responsabilidad al “marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo”, el
Informe pretende sutilmente quitarle responsabilidad al marxismo a secas.
Sin embargo, ocurre que el marxismo es la parte esencial de la ideología
senderista, puesto que los otros componentes son sólo añadidos a la
estrategia revolucionaria.
(José Luis Sardón, “Perú y las medias verdades oficiales”, artículo para la
agencia AIPE, 20 de septiembre de 2003)

El conocido abogado no fue el único en criticar esta conformación. En


su editorial del 9 de septiembre de 2003, el diario Expreso indicó que
Carlos Tapia, Carlos Iván Degregori y Alberto Morote “no debieron
formar parte de la Comisión porque formaron parte del grupo de
docentes que incubó la tesis de la lucha armada para acceder al
poder” y los acusa de ser parte de un intento de la izquierda para, a
partir de la Comisión de la Verdad, formar un partido político. Lo
cierto es que los tres docentes enfrentaron a Abimael Guzmán en la
propia Universidad San Cristóbal de Huamanga, donde comenzó a
gestarse Sendero Luminoso y, con excepción de Carlos Tapia, ninguno
de los comisionados ha retomado actividades políticas anteriores. El
argumento dado por Expreso en el editorial antes reseñado se
repetido a lo largo de los años por políticos, periodistas y hasta en los
blogs.

El intento de ligazón entre Informe Final de la CVR y la supuesta


mirada zurda de buena parte de sus comisionados llega a otro tipo de
extremos. En ello, el diario La Razón, con cercanías claras al ex
presidente Alberto Fujimori, se lleva las palmas. Basta para ello ver lo
escrito en su editorial del 29 de agosto de 2007:

Nadie con dos dedos de frente –excepto, claro está aquellos que pertenecen
a ese círculo "políticamente correcto" y a su cofradía mediática – podía
tomar en serio un informe sesgado, preparado por personajes que ya tenían
una opinión formada del tema desde antes de empezar su trabajo (labor de
zapa, mejor dicho) y que puede resumirse en una simple frase: "militares
malos, ‘guerrilleros’ buenos"

Esta postura va más allá de la emitida por Sardón, al tratar de


vincular a la CVR con la izquierda, a ésta inmediatamente con la
violencia y con un antimilitarismo bastante marcado, que
supuestamente sesgó el informe. De hecho, en otro editorial de este
mismo diario, correspondiente al 11 de octubre de 2005, se criticó la
inclusión de los contenidos del Informe Final en estudios escolares, ya
que “cientos de miles de niños y adolescentes serán adoctrinados con
la Biblia del pensamiento 'caviar' según la cual hubo en el Perú dos
bandos en pugna: de un lado, los luchadores sociales del Partido
Comunista del Perú-SL y el MRTA, nobles guerrilleros que en su afán
de convertir al país en un paraíso cometieron algunos excesos; y del
otro las malvadas fuerzas represivas sedientas de sangre, que se
dedicaron sistemáticamente a asesinar, violar, desaparecer, quemar,
torturar y todo lo malo que se les ocurra”.

Inquiridosobre este tema para este reportaje, el ex presidente de la


Comisión, Salomón Lerner Febres nos recordó que la elección de los
comisionados estuvo a cargo del propio Estado peruano, representado
por sus gobiernos y que la misma se debió a la trayectoria profesional
y ética de los nombrados, considerando su prestigio personal y no la
representación de determinada tendencia.

Ampliando su respuesta, Lerner nos manifestó: “En lo que a mí


corresponde, yo no he intervenido en ningún partido politico. No soy
de izquierda ni de derecha. Está también el caso de Beatriz Alva Hart,
que fue viceministra del gobierno de Fujimori y de quien se podría
decir que tenía una postura de derecha. El general Arias Graziani
estuvo allí por él y no por ser un miembro de las Fuerzas Armadas y lo
mismo ocurría con los sacerdotes presentes, reconocidos por su labor
pastoral y su mediación en conflictos sociales”.

Finalmente, el ex presidente de la CVR nos indicó que el Informe Final


no dudó en condenar a dos organizaciones de izquierda radical como
lo fueron Sendero Luminoso y el MRTA y que se criticó duramente a la
izquierda por no deslindar a tiempo con la subversión.

Algunas conclusiones de la CVR sobre la izquierda durante el


conflicto

108. La CVR hace notar, sin embargo, que un deslinde ideológico insuficiente y en muchos casos
tardío colocó a la mayoría de los partidos miembros de IU en una situación ambigua frente a las
acciones del PCP-SL y más aún del MRTA. Esta ambigüedad hizo difícil para sus líderes, y también
para las dirigencias sociales sobre las cuales IU tenía in-fluencia, dar la lucha ideológica contra las
concepciones violentistas del PCP-SL o del MRTA.

109. La CVR constata que la izquierda formuló denuncias de las violaciones de los derechos
humanos cometidos por el Estado. Sin embargo, no dio el mismo tratamiento a aquéllas cometidas
por los grupos subversivos, especialmente por el MRTA. Hubo dos agrupaciones que mantuvieron
hasta el final la posibilidad del recurso a la violencia para tomar el poder. Esto fue, en última
instancia, lo que produjo la división de la izquierda entre supuestos reformistas y revolucionarios.

113. La CVR deja constancia, además, de que numerosos miembros de IU, especialmente militantes
de base de provincias en períodos electorales, cayeron víctimas de las fuerzas del orden que no
distinguieron entre izquierdaunidistas y subversivos. Asimismo, queda claro para la CVR que IU no
fue nunca fachada legal del PCP-SL, ni de manera orgánica ni oficiosa. Conforme avanzaba la
década, IU denunció crecientemente la ideología y los métodos del PCP-SL, quien asesinó un
número significativo de dirigentes sociales de las filas de IU, algunos de ellos líderes de importantes
¿ANTI MILITARES?
UNIVERSIDAD ALAS PERUANAS

GENERAL EDWIN DONAYRE. En el año 2007 encargó a la Universidad Alas Peruanas, vinculada con las
Fuerzas Armadas, la producción de una película sobre el conflicto armado interno. Actual Comandante
General del Ejército no colabora mucho con investigaciones sobre violaciones de derechos humanos.

El tema del Informe Final de la CVR que mayor atención ha tenido en


el debate público es la responsabilidad penal de los miembros de las
Fuerzas Armadas y Policiales, sobre todo, en el caso de miembros del
Ejército y de la Marina de Guerra.

Buena parte de los militares en retiro comprendidos en


investigaciones por violaciones de derechos humanos han
conformado la llamada Asociación Defensores de la Democracia
Contra el Terrorismo (ADDCOT), cuyo objetivo central es la promoción
del reconocimiento de la sociedad hacia las Fuerzas Armadas, la
Policía Nacional y los Comités de Autodefensa en la lucha contra el
terrorismo en cumplimiento de su misión. Esta promoción, de lo que
se puede ver en su página web
(http://www.defensoresdelademocracia.org/), implica la publicación de
una serie de artículos y libros en torno a la CVR y a su supuesto sesgo
antimilitar.

Para muestra, un botón. En el documento denominado “La Comisión


de la Verdad y las Fuerzas Armadas”, escrito por el general EP
Teodoro Hidalgo Morey en 2004, se indican supuestos rasgos del
Informe Final que serían “antimilitaristas”:

El antimilitarismo de la CVR se expresa, principalmente, con un inocultable


desprecio por la institución militar, como si quisiera separar claramente a los
uniformados de los civiles. No hay otra forma de interpretar este párrafo del
prefacio del indicado libro (p. 10): “De cada cuatro víctimas, tres fueron
campesinos o campesinas cuya lengua materna era el quechua (…) La CVR
no ha encontrado bases para afirmar, como alguna vez se ha hecho, que
éste fue un conflicto étnico. Pero sí tiene fundamento para aseverar que
estas dos décadas de destrucción y muerte no habrían sido posibles sin el
profundo desprecio a la población más desposeída del país, evidenciado por
miembros del Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP-SL) y
agentes del Estado por igual, ese desprecio que se encuentra entretejido en
cada momento de la vida cotidiana de los peruanos”. Aquí también se pone
en el mismo nivel moral a las FFOO y SL. Afirmar, además, que las FFOO
sienten desprecio por los peruanos más desposeídos es desconocer que las
FFAA están integradas en su inmensa mayoría (su tropa) por peruanos de
ese nivel. Sepan los comisionados que firmaron el documento que
analizamos, que en el Ejército una de las principales responsabilidades de los
oficiales es velar por el bienestar de la tropa, porque los soldados sientan
que el servicio militar es una agradable experiencia que enriquece su vida. Y
sepan, también, que una vez licenciados los clases y soldados, la inmensa
mayoría de ellos recuerda con cariño su vida en el cuartel y a sus oficiales, y
que concurren masivamente a las invitaciones que les hace el Ejército en
determinadas ocasiones.

No solo los militares comprendidos en estos crímenes piensan de esta


manera. En ello han tenido como aliados a varios políticos, pero, por
sobre todo, a los empresarios. En el comunicado institucional de la
CONFIEP, el gremio de gremios de la empresa privada, en relación
con el Informe Final, se indica que “No estamos de acuerdo en
calificar el accionar de las Fuerzas Armadas y Policiales, como una
sistemática y generalizada política de atentados contra los derechos
humanos y de crímenes de lesa humanidad. Debe quedar claramente
establecido que el papel de las Fuerzas Armadas y Policiales, es el de
la defensa del Estado en cumplimiento de las disposiciones de los
Gobiernos que, en cada período gubernativo, tienen a su cargo la
responsabilidad de preservar la integridad de la Nación. En este
empeño, miles de militares y policías, dejaron la vida o quedaron
discapacitados por proteger al Estado y sus ciudadanos. La actuación
individual de algún miembro de dichas fuerzas, violando las normas
legales institucionales y penales, es responsabilidad de sus autores y
debe ser sancionada de acuerdo a ley”.

Para otros críticos del Informe Final, la CVR también tuvo un sesgo a
no utilizar los términos “terrorista” o al denominar al periodo como un
“conflicto armado interno”. Raúl Gonzales, presentado como experto
en temas de terrorismo, en una entrevista dada al diario Expreso en
2005 puso de manifiesto que la calificación de conflicto armado
interno y el entendimiento de la violencia como de origen político
llevaba a que se pudiera considerar a Sendero Luminoso como “actor
armado legítimo”, al que pocas veces se califica de terrorista.

Frente a estas críticas, Salomón Lerner refirió que, “a estas alturas,


con los descubrimientos hechos luego del Informe Final de la CVR, es
difícil negar la existencia de violaciones de los derechos humanos” y
que en el trabajo elaborado por el grupo de trabajo que encabezó se
reconocieron actos de heroísmo y se elogió a las Fuerzas Armadas
cuando éstas cumplieron con el deber impuesto por la Constitución y
dentro del marco legal vigente.
Lerner sostiene que la controversia real en torno a las Fuerzas
Armadas está en la conclusión 54 del Informe Final, en la que se
sostiene que, en algunos lugares y determinados momentos,
miembros de los institutos armados cometieron violaciones
sistemáticas y generalizadas de los derechos humanos. De acuerdo
con las investigaciones de la CVR, se llegó a dicha conclusión dado
que muchos casos configuraban un patrón común.

En cuanto el uso o no de los términos “terrorismo” y “conflicto


armado interno”, el ex presidente de la CVR nos indicó que se dio un
amplio debate de la utilización de los términos a emplear en el
Informe Final, dado que se buscaba describir en forma realmente fiel
los hechos descritos. En torno al uso del término “terroristas”, se
descartó su uso dado que la denominación era problemática y, en
realidad, aludía a un método o una manera de combate destinada a
causar terror en la población.

En cuanto a la caracterización del periodo como un conflicto armado


interno, el ex comisionado puntualizó que el término guerra civil era
bastante inexacto para describir la realidad que se vivió en el país
entre 1980 y 2000, dado que hacía alusión a un país dividido en dos,
en el que desarrollaba una lucha generalizada entre unos contra otros
y en el que había una suerte de equivalencia de valores. Por el
contrario, “en el Perú fue un puñado de gente persiguiendo una
quimera la que se enfrentó al Estado para implantar un gobierno
mundial de pesadilla. No todas las personas estuvieron involucradas
en el conflicto de la misma manera, pasó desapercibido para las
personas más cultas, a pesar que hubo crímenes premeditados,
cometidos con nocturnidad y alevosía”.

Salomón Lerner culminó las conversaciones con nosotros en torno a


este tópico indicándonos que un hecho que marca el carácter no
sesgado de las investigaciones de la Comisión está vinculado con la
responsabilidad que se encontró en las organizaciones subversivas.
Entre las decisiones de la CVR más importantes está la de adoptar un
concepto de derechos humanos que vaya más allá de lo
estrictamente jurídico, de modo tal que no solo los agentes del Estado
vulneran derechos humanos, sino que también lo hacen miembros de
organizaciones no estatales, lo que es una tendencia que viene
siendo adoptada a nivel internacional.
¿RESPONSABLES POLITICOS O PENALES?
PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA

ALAN GARCIA. El actual Presidente de la República no fue encontrado responsable penal por la CVR,
aunque varios grupos de derechos humanos aun reclaman su inclusión en procesos por matanzas
ocurridas en su gobierno.

El otro gran tema controvertido del Informe Final de la CVR y sobre el


que recayeron otra buena parte de las críticas es el de la
responsabilidad de la clase política durante el conflicto, en particular,
en torno a los tres gobiernos que dirigieron el país en una situación
bastante compleja para la democracia, sea por la acción de los
grupos subversivos y la crisis económica, sea por las violaciones de
los derechos humanos y, a partir de 1992, con la ruptura del orden
constitucional.

En el caso de Fernando Belaúnde, quien falleció un año antes de la


entrega del Informe Final – y conversó con los comisionados sobre lo
que fue su gobierno – su labor de defensa estuvo a cargo de los
dirigentes principales de Acción Popular. Resultó paradójico que el ex
presidente Valentín Paniagua, bajo cuyo gobierno se constituyó la
Comisión, fue especialmente crítico con el Informe Final, sobre todo,
en lo que compete a las responsabilidades políticas del gobierno de
AP, así como la calificación de partido político de Sendero Luminoso.
Lo mismo señalaron otros miembros de su partido como el actual
congresista Víctor Andrés García Belaúnde.

El caso del APRA resulta más paradójico aún, pues fue el único partido
político que tuvo una posición clara frente al Informe Final. En lo que
se refiere al tema de responsabilidades, el documento “El APRA y la
Comisión de la Verdad” resalta los aspectos positivos que la CVR
reconoció al primer gobierno de Alan García, así como el homenaje a
las víctimas de este partido. Pero, por sobre todo, el actual partido de
gobierno, resaltó que no se encontró responsabilidad penal a García
en los sucesos de los penales, enfatizando que la Comisión no se vio
rebasada por quienes querían utilizar este tema con fines electorales.
En cuanto a la responsabilidad política, ésta habría sido revertida por
la alta votación que obtuvo García en las elecciones de 2001. Sin
embargo, líderes del APRA como Mauricio Mulder discreparon
abiertamente con la propia creación de la CVR.

El caso del fujimorismo es aún más nítido, dado que su líder es una de
las personas que sale peor parada en el balance hecho por la
Comisión, dado que es el único de los gobernantes a los que se
encontró responsabilidad penal. Fujimori, desde su exilio voluntario en
Japón, fustigó varias veces a la Comisión, lo mismo que sus voceros y
parlamentarios en Lima. Para ellos, la CVR fue una institución que era
parte del mecanismo de “venganza política” en contra de Fujimori y,
además, intentaron enfatizar en una supuesta “persecución” a las
Fuerzas Armadas a raíz de las investigaciones producidas a partir de
las investigaciones de la Comisión. Con ello se insistía en la versión
oficial producida por este grupo político en los noventa: si no fuera
por Fujimori y las Fuerzas Armadas no se habría podido derrotar a
Sendero Luminoso.

A la luz de los hechos, parece ser imposible que las personas que
gobernaron en el país durante los años del conflicto dejen de tener
algún tipo de responsabilidad sobre lo ocurrido. ¿Qué diferencia,
entonces, a un gobierno de otro en cuanto a la asunción de culpas?
Se lo preguntamos al ex presidente de la CVR, quien nos manifestó lo
siguiente:

“La CVR presentó tres tipos de responsabilidades: éticas, políticas y


penales. Las dos primeras recaen en los tres gobiernos analizados por
la Comisión. En cuanto a la tercera, encontramos que solo
corresponde a Fujimori, en los límites de lo que se pudo investigar.
Ello no significa la exclusión total de la responsabilidad penal para los
otros gobernantes, dado que se dejan indicios suficientes para que en
una investigación judicial puedan aclararse las mismas”.

Pero además de los propios límites investigativos de la Comisión,


Lerner nos remitió a otro tipo de criterios que permite delimitar
responsabilidades: “Nosotros solo encontramos responsabilidad penal
en aquellos casos donde el delito era cometido mediante una acción
directa del Jefe de Estado, siendo el caso del grupo Colina el que
comprende a Fujimori, quien junto al SIN y los militares establece este
destacamento. En los otros dos casos, no se llega a concluir que hubo
participación directa, pero, por omisión, son responsables políticos
por abdicar en el control de las Fuerzas Armadas”.

Esta explicación implica, por tanto, que aún hay preguntas que
quedan abiertas.
AL CALOR DE LAS CIFRAS
RO
BERTO BUSTAMANTE

NUESTROS MUERTOS. Cifra de víctimas presentada por la Comisión de la Verdad y


Reconciliación como la más probable de muertos y desaparecidos. Dato que sigue alimentando
la polémica.

En el discurso de presentación del Informe Final, Salomón Lerner


Febres presentó una verdadera revelación: el número estimado de
víctimas mortales del periodo de violencia era más del doble de la
cifra que los medios de comunicación manejaron. De acuerdo a sus
estimaciones, serían 69,280 personas las que murieron o
desaparecieron durante el conflicto armado interno. Inmediatamente
saltaron las preguntas: ¿de dónde salió esta cifra?

Las críticas en este campo estuvieron concentradas en dos flancos.


De un lado, los mismos sectores que enfatizaron en los
cuestionamientos anteriormente descritos esgrimieron la cifra como
un error más de la CVR. Pero también hubo quienes desde el plano
estadístico cuestionaron dichas cifras.

Los dos críticos principales de las cifras fueron el matemático Hugo


Ñopo y el doctor Luis Bromley, este último, director del Instituto de
Medicina Legal. Ambos señalaron que la metodología empleada –
denominada “Estimación de Múltiples Sistemas” – no era la más
adecuada, dado que era empleada para fines ecológicos y no para el
establecimiento de víctimas de un conflicto, por lo que, en realidad, lo
que se habría hecho es inflar la cifra de fallecidos. El periodista Raúl
Wiener también lanzó sus críticas, pero a partir de una teoría de la
conspiración: en realidad, la cifra de víctimas presentadas sería
menor a la real, pero los expertos traídos para convalidar los datos
estadísticos habrían respondido a intereses norteamericanos.

En torno a estos cuestionamientos, Salomón Lerner respondió que, en


el actual estado de cosas, con los estudios científicos realizados y los
recientes hallazgos de restos humanos – como en el caso de Putis – la
tesis de la CVR ha sido comprobada e, incluso, la cifra estimada
podría ser rebalsada. La decisión de presentar una proyección se
debió a que no se cubrieron todos los lugares en los que el conflicto
tuvo repercusión o muchas personas callaron. Y, en torno a los
estudios realizados, estos han sido validados por expertos que
trabajaron en la CVR de Guatemala, por el entonces jefe del INEI –
Farid Matuk – y por la Asociación de Estadística de Estados Unidos.

Algunas respuestas a los cuestionamientos de las cifras de la CVR:

“Cuando en el contexto del trabajo de la CVR se hace mención a la cifra 24,692, se


entiende que son los registros de personas muertas o desaparecidas, con nombres y
apellidos completos obtenidas del cruce de las bases de datos existentes.
Lamentablemente (y creemos que esto es algo que nadie discute) ningún proyecto de de
este tipo ha compilado una lista completa. Esto se hace evidente si notamos que todas
estas listas incluyen individuos que las otras no ¿acaso hay alguna razón para creer que
un proyecto adicional no adolecería del mismo problema?

La pregunta que se desprende inmediatamente es: ¿cuántos peruanos murieron en el


conflicto armado interno y no fueron registrados? Para responderla la CVR aplicó un
conjunto de técnicas estadísticas llamadas "Estimación de Múltiples Sistemas" (EMS)
usando los datos de los que disponía y llegó a la conclusión de que la cifra total de
peruanos muertos y desaparecidos se ubica alrededor de los 70000. El detalle técnico de
esta proyección se encuentra en el anexo 3 del Informe Final.”

“(…)Para algunos las cifras de la CVR se han "inflado" para evitar decir que el Estado fue
el principal responsable de las víctimas fatales ocurridas durante el conflicto. Para otros
se "inflan" para que el Estado aparezca teniendo mayor responsabilidad de la que en
realidad tuvo. Es cierto que el conflicto armado interno peruano es singular en relación a
otros conflictos en la región (Guatemala, Chile, Argentina), en los que el Estado aparece
claramente como el responsable de más del 90% de las víctimas fatales. La peculiaridad
del caso peruano y de la letalidad de la acción de Sendero Luminoso está asociada a la
política y estrategia de "guerra popular prolongada" que esta organización subversiva
intentó poner en práctica en nuestro país y que se reconstruye con detalle en el Informe
Final de la CVR”.
CINCO AÑOS DESPUES, ¿QUE QUEDA MAS ALLA DE LAS
CRITICAS?
CVR

AUDIENCIAS PUBLICAS: La CVR fue la primera institución en su género que realizó audiencias públicas en
América Latina, a fin de dar a conocer a la ciudadanía en general la magnitud del conflicto. Estas
convocatorias se realizaron alrededor de casos, temas y balance y perspectivas de los partidos políticos.

A pesar que sus conclusiones y recomendaciones no hayan sido


suficientemente atendidas por los gobiernos de Alejandro Toledo y
Alan García, el Informe Final de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación ha permanecido en el debate público durante cinco
años, sea a través de diversas coyunturas en los que los temas de
fondo tocados por este documento se han presentado, o debido al
debate generado por las críticas que hemos presentado durante este
reportaje.

Aunque, de modo particular, no negamos la importancia del Informe


Final, sin duda, como toda obra humana tiene imperfecciones, así que
no dejamos de preguntar al doctor Lerner sobre alguna posible falla o
autocrítica a la labor realizada como miembro de la CVR. Estas fueron
sus impresiones:

“Faltó una mayor difusión del Informe, para que no quede


refundido en una biblioteca. Debió también sensibilizarse más a
la población, pero también cabe recordar que nuestro mandato
tenía un límite temporal.

En lo esencial de lo señalado por el Informe, creo que no nos


equivocamos. Quizás si pudo haber errores menores de tipeo
de nombres de algunas personas o de lugares. Las limitaciones
de presupuesto y de personal hicieron que no se pudieran
recoger todos los testimonios que hubiésemos querido ni llegar
a varios lugares a los que hubiera sido necesario llegar.
También faltó sensibilizar más a la población. Sin duda, las
audiencias públicas nos ayudaron mucho, pero se requería de
una mayor comprensión y difusión por parte de los medios de
comunicación sobre nuestra tarea, lo que se dio de modo
parcial.

Finalmente, creo que nuestro trabajo fue realizado con


honestidad y con el convencimiento de haber hecho lo correcto.
No solo contamos la historia de 20 años de conflicto armado,
sino que apuntamos a la historia del país y nuestros problemas
estructurales”.

Más allá de las críticas y cuestionamientos – malintencionados o no -,


lo cierto es que el valor de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
se encuentra en la presentación de una historia alternativa de la
violencia, que discute sentidos comunes sobre la necesidad de una
“mano dura” o de la interrupción democrática como camino para
derrotar a la subversión, así como el diagnóstico que da sobre los
problemas estructurales de un país que, a pesar del crecimiento
económico aun tiene muchas tareas pendientes para consolidarse
como un país de ciudadanos y no simplemente de habitantes.

Cinco años después, esta sigue siendo una historia que comienza hoy.

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