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La resolución de ecuaciones 

lineales, cuadráticas, cúbicas y cuárticas mediante factorización de raíces es
bastante sencilla cuando las raíces son racionales o reales; también hay fórmulas que proporcionan las
soluciones. Sin embargo, no hay una fórmula general en términos de raíces para las ecuaciones de quinto grado
sobre los racionales; mediante un número finito de sumas, restas, multiplicaciones, divisiones y extracciones de
raíces. Esto lo probó por primera vez el teorema de Abel-Ruffini, publicado en 1824, que fue una de las primeras
aplicaciones de la teoría de grupos en el álgebra. Este resultado también se cumple para ecuaciones de mayor
grado.

La ecuación de tercer grado, ax3 + bx2 + cx + d = 0, era ya harina de otro costal, y tuvo ocupados a los
matemáticos medievales. Hasta principios del siglo XV no fue resuelta por Scipion del Ferro, un profesor de la
universidad de Boloña, quien la mantuvo en secreto, reservándola como arma contra sus adversarios en las disputas
científicas, tan en boga en la época. Al final de sus días comunicó su secreto a su pariente y heredero en el cargo
Annibal della Nave y a su alumno Fiore.

Se preparaba para 1535 uno de estos duelos científicos, y el matemático Niccolò de Cusa (1500-1557),
apodado Tartaglia (tartamudo), deseaba tomar parte en él, aun conociendo que Fiore poseía el secreto. Tartaglia
realizó la hazaña de redescubrir la ecuación. En terminología moderna, el sistema, vigente hoy, consistía en realizar
el cambio de incógnita y = x - b/3, con lo que la ecuación tomaba la forma y3 + py + q = 0. Seguidamente se
hacía y = u+v, imponiendo a estas subincógnitas la condición de que uv = - p/3. Fácilmente se llegaba a la
imponente fórmula de resolución:

Las ecuaciones cúbicas fueron estudiadas más tarde por Gerolamo Cardano (1501-1576), cuyo nombre,
injustamente, lleva la fórmula anterior, pues fue publicada finalmente por dicho matemático tras haber arrancado
su secreto al desconfiado Tartaglia. De hecho, el mismo Cardano incluyó en su mismo libro la resolución de las
ecuaciones de cuarto grado, ax4 + bx3 + cx2 + dx + e = 0, por un sistema análogo aunque todavía más complejo,
en que se efectuaba primero el cambio y = x - b/4, para tomar luego unas variables auxiliares y = u + v + w, que
sometidas a un tratamiento análogo al anterior acababan resolviendo la ecuación. Por kilométrica no reproducimos
aquí la fórmula.

La cosa marchaba, y los matemáticos no tardaron en emprender intentonas para resolver la “ecuación
general”, a1xn + a2xn-1 +...+ an = 0, y aquí se estrellaron todos. Algunos, más modestos, retrocedieron y se
limitaron a la de quinto grado, pero tampoco hubo forma. ¿Sería la ecuación irresoluble? Esta pregunta planeó
mucho tiempo sobre la Matemática.

Hubo que esperar al advenimiento de un genio como el noruego Niels Henrik Abel (1802-1829), cuya corta vida
fue tan fecunda que se ganó un lugar entre los mejores matemáticos del siglo XIX. Pero también fue marcada por
la tragedia: para editar su obra, Abel, cargado de estrecheces económicas, tuvo que privarse de lo más necesario e
incluso suprimir algunas proposiciones para que todo cupiera en un pliego. De hecho, las penurias de Abel fueron
clave para acortar su vida.

Para comprender bien el planteamiento del problema, hay que definir bien qué entendemos por “resolver una
ecuación”. En realidad esto equivale a hallar una relación funcional entre x y los coeficientes, o sea:

Esta relación funcional claro es que existe siempre (podemos, por ejemplo, calcular la incógnita x mediante
aproximaciones), pero lo que implícitamente suponían los matemáticos es que sería de tipo algebraico, es decir,
formada por las variables enlazadas de forma más o menos complicada y por supuesto con un número finito de
pasos mediante las cuatro reglas aritméticas, potencias y raíces, como hemos visto en las ecuaciones resolventes
anteriores. Definida así una función algebraica, Abel mostró que si una función de ese tipo consta de cinco
variables no es posible que tome  tres o cuatro valores diferentes, lo que se contradecía con el hecho conocido de
que, en general, una ecuación de n-simo grado posee n soluciones distintas en el campo real. Quedaba así
demostrado que ninguna expresión en radicales podía ser expresión universal de las raíces de la ecuación de quinto
grado o superiores.

El sueño de varios siglos se derrumbaba estrepitosamente: ¡no era posible resolver ecuaciones de quinto grado!
Pero al menos los matemáticos ya sabían desde ese momento que los esfuerzos que dedicaran a esa empresa eran
tiempo perdido. Con todo, quedaba en pie una pregunta: ¿sería posible discriminar entre las ecuaciones resolubles
en radicales y las no resolubles? Pues estaba claro que muchas sí lo eran (por ejemplo la ecuación x5  - 3x4 -
8x3  +28x2 -9x -9 = 0 tiene las cinco soluciones x1 =1; x2 = 3; x3 = -3; x4 = 1 +  2; x5  = 1 -  2).

Correspondería al francés Evariste Galois (1811-1832) cerrar con broche de oro este capítulo de las matemáticas
respondiendo esta pregunta. Lo hizo en circunstancias que calificaríamos de  novelescas de no ser trágicas. Inmerso
en las tensiones de la candente política de sus días, fue retado a duelo por dos provocadores, que consumaron con
él un asesinato “legal”. La noche antes de su fatal duelo, en previsión de su desenlace, escribió sus hallazgos, que
mandó a su amigo O. Chevalier, quien se encargaría de su publicación.

Galois definió la “región de racionalidad” de la ecuación de n-simo grado, es decir, la totalidad de funciones
racionales de los coeficientes, que llamó R(a1,a2,…an).R es lo que hoy llamamos un “campo”, es decir, que las
operaciones aritméticas entre dos de sus elementos producen un tercer elemento perteneciente al mismo conjunto.
Galois demostró que para cada ecuación P(x) = 0 se puede hallar otra ecuación Q(x) = 0, denominada normal, tal
que las raíces de la primera se expresan racionalmente a través de las de la segunda. Todas las sustituciones de
raíces en una ecuación normal forman un grupo G, el llamado grupo de Galois en la ecuación Q(x) = 0, o sea
también de la P(x) = 0.

Las ecuaciones algebraicas no tienen la propiedad de poder ser así expresadas. Por eso esas ecuaciones en
generales no son resolubles, y las que lo son, igualmente lo es la Q.

Galois definió conceptos tan actuales como el grupo. Su idea del estudio de la estructura de los campos algebraicos
y la comparación con ellos de la estructura de un número finito de sustituciones fue la base fructífera del álgebra
moderna.

El caso general
Sea   un cuerpo conmutativo, donde se pueden extraer raíces, propiedad que hará posible resolver la ecuación.

En un cuerpo algebraicamente cerrado se sabe que todo polinomio de tercer grado tiene tres raíces. Este es el
caso, por ejemplo, del cuerpo de los números complejos, según el Teorema Fundamental del Álgebra.

Los pasos de la resolución son:

 Dividir la ecuación inicial por el coeficiente a (a ≠ 0). Se obtiene:

 con  ,  ,  .
 Proceder al cambio de incógnita  , para suprimir el término cuadrado. En efecto, al

desarrollar   con la identidad precedente, vemos aparecer el término  , compensado

exactamente por   que aparece en  . Se obtiene:


, con p y q números del cuerpo que tienen las siguientes expresiones

 Y ahora, la astucia genial: escribir  . Así, la ecuación precedente


da  .
Desarrollando:  .
Reagrupando:  .

Factorizando:  .
Como se ha introducido una variable adicional (u y v en vez de z), es posible imponerse una condición
adicional. Concretamente:

, que implica  .

 Pongamos   y  . Entonces tenemos   y   

porque  . Por lo tanto U y V son las raíces de la ecuación

auxiliar  , que se sabe resolver.

Luego   y   son raíces cúbicas de   y   (que verifican   y

finalmente  .

En el cuerpo  , si   y   son estas raíces cúbicas, entonces las otras son   y  ,y
por supuesto   y  , con  , una raíz cúbica de la unidad.

Como el producto uv está fijado  , las parejas   posibles son 


,   y  .
Las otras raíces de la ecuación de tercer grado son por lo tanto   

y  .

Caso general
Sea K un cuerpo, donde se pueden extraer raíces cuadradas y cúbicas (y por lo tanto también de cuarto orden,
pues equivale a extraer raíces cuadradas dos veces seguidas). En este cuerpo, es posible factorizar por todo a, y
la identidad siguiente es válida:

En un cuerpo algebraicamente cerrado, se sabe que todo polinomio de grado 4 tiene cuatro raíces. Es el


caso del cuerpo de los complejos, según el Teorema Fundamental del Álgebra.

El método siguiente permite obtener las cuatro raíces al mismo tiempo, eso sí, después de un largo cálculo.

Los pasos de la resolución son:

 Dividir la ecuación inicial por el coeficiente a. Se obtiene:

, donde  ,  ,   y 

 Proceder al cambio de incógnita  , para suprimir el término cúbico. En efecto, al

desarrollar   con la identidad precedente, vemos aparecer el término  ,

compensado exactamente por   que aparece en  . Tras sustituir x y operando con
las identidades notables, se obtiene:
, con p, q y r números del cuerpo.

 Y ahora, la idea genial: factorizar lo anterior en  , lo que es


posible porque no hay z³ en el polinomio.

Desarrollando la expresión e identificando los dos polinomios, obtenemos las condiciones:

 (coeficiente de x²)
 (coeficiente en x)
 (término constante)
Después de algunos cálculos,
hallamos :   Es una ecuación del sexto
grado, pero si miramos bien, α sólo aparece con potencias pares.

Pongamos A = α2. Entonces:

, lo que se sabe resolver porque es una ecuación de tercer


grado.

Luego se encuentra α, β y γ, y se resuelven   

y  , y para rematar, no se olvide que  .

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