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EL MANUAL DE CARREÑO

Levantarte y acostarte con Dios, una persona con cierto cuidado en las formas y
en el contenido siempre estará por arriba incluso de la percepción que esa
persona de sí mismo, comer correctamente, atender de manera diplomática las
invitaciones, las cortesías, esto Carreño nos dice, algunas algo complicadas o en
desuso, más no olvidadas en el momento que se hacen presentes. Porque no
saber esas cosas a veces inútiles, a veces protocolarias de cómo tomar
correctamente una copa de vino, ¿saber de vinos o de buena comida nos afecta?
Algunos de los que estamos aquí por aspiraciones políticas, o simplemente por
cambiar nuestro entono en algún momento lo tendremos que saber, o tener que
preguntar, o simplemente tomar este libro y leerlo de nuevo a detalle. Aunado esto
situaciones tan básicas como el aseo personal y de los lugares a los que estamos
expuestos constantemente, como baños, la casa, el trabajo, la escuela, etc.
Porque no procurar brindar a los demás una imagen de uno que brille en todos los
aspectos, por cortesía, o por un alto estándar de educación, siempre será
bienvenidas las actitudes de respeto a las demás personas antes que una mala
vestimenta, una forma grotesca de comer o de hablar, la imagen en toda su
extensión, la forma “correcta” de comportarnos, nunca estará de más, lo siento,
pero no pasará de moda, quizá podremos prescindir de un pañuelo, o de una
corbata, pero nunca de un ser que se conduce con prudencia incluso en casos
extremos. Un hombre pleno siempre tendrá en cuenta que por muy humilde que
sea al aposento, y el hambre la misma, nunca será incorrecto el momento
prudente para extender la mano y ofrecer nuestra ayuda.

Nos hemos olvidado que los conflictos, aun los que involucran todo nuestro ser,
deben ser mesurados, una mala palabra, un mal presagio es difícil pasar por alto,
los problemas se resuelven con tranquilidad, analizando, los familiares, los de
pareja, todos tendrán un mejor fin si la sensatez y las maneras correctas caben.
En la necedad de ver a todos por igual, tenemos que medir distancias, recordar
que en cualquier jerarquía siempre habrá uno arriba de nosotros, y muchos
debajo, el respeto a cada caso por igual es necesario, la franqueza, por muy
honesta que parezca, debe de ser correcta, no pensemos que decir la verdad de
manera imprudente es símbolo de sensatez, quizá es más signo de ignorancia que
de otra cosa.

Tener una buena relación con el entorno es tan importante como mantenerse de
un modo correcto, hay que tomar en cuenta los temas a conversar, no utilicemos
nuestros conocimientos para ignorar o humillar, mejor sería enseñar, y también
mejor es callar o hacer más adecuada la charla en relación a quien o quienes nos
dirigimos. Aunque algunas formas extraídas de este libro caen en desuso con el
paso del tiempo y algunas más que en este momento estamos dejando de usar
por causa de la “modernidad” creo son las menos, me urge pensarlo así.

No hagamos trabajar a los demás por algo que nosotros no vamos a dar un clavo,
no hagamos que los demás nos enseñen algo que no queremos aprender,
comprar o hacernos de él, antes de entrar en otra sociedad, digamos en otro país
por norma general aprendamos a conducirnos, que nuestras “buenas maneras”
nunca serán las de todos, y mucho menos en un lugar lejano, atendamos a este
detalle tan importante y no se nos ocurra que lo que vives en tu país es
generalizado a todo el globo.

Nunca en una conversación exaltemos nuestro carácter, seamos modulados, los


temas incómodos en ocasiones es mejor no tocarlos que hacer una conversación
entre comida “por ejemplo” ríspida. Saber que hay un tenedor para ensalada y otro
para carne nos parecerá excesivo, pero si no lo sabemos, estamos expuestos a un
día en nuestra vida a hacer el ridículo, porque como hay personas que atienden a
la modernidad como sinónimo de desfachatez, también las hay que piensan que lo
correcto siempre prevalecerá.
Al narrar un acontecimiento, una película, una noticia, tratemos de ser lo más
breve y asertivo posible, sin redundar en conductas, hablando de la manera
correcta, tomando en cuenta las opiniones y exigiendo a uno mismo poner
atención en todas y cada una de las personas que se tomaron la molestia de
comentarnos o agregarnos sus ideas o plácemes.

Las buenas maneras hoy en día no nos exigen más esfuerzo, de hecho, algunas
ya en desgracia, solo existen en nuestros recuerdos, o el de generaciones
anteriores. Protocolar para presentar a alguien ya no es tan complicado, pero no
por eso se deben dejar las formas correctas, comer la fruta con cubiertos de plata
ya no es tan necesario, pero hacerlo de la manera incorrecta sigue siendo una
barrabasada, regalar algo en el momento adecuado siempre es una cortesía, pero
escoger un regalo incorrecto será en cualquier caso una falta de respeto a nuestro
honorable. Solo si hay cierta confianza y prudencia podemos comentar o
preguntar a personas incapaces los detalles del mismo, pero lo correcto es nunca
hacerlo, los niños no siempre serán los mejores invitados a las reuniones, por eso
hay que promover una educación correcta, o una ausencia de los mismos. Las
propinas deben retribuir con creces la atención de nuestro sommelier, ya que
independientemente de su atención, su trabajo es igual de retribuirle. Los
comentarios negativos a cerca de nuestro entorno se hacen de manera discreta,
entre más negativos, más discretos serán, porque si las cometidas tienen remedio,
el remedio será mayor cuanto mayor será el embargo.

Lo correcto al vestir será la generalidad, ir diferente solo significa falta de tacto o


mal gusto, en su caso sea. El comportamiento en eventos especiales, deportivos,
espectáculos, funerales, será la prudencia, no hay más. Con la familia ni hablar, y
a Dios, cualquiera que este sea, con respeto. La correspondencia se hace con
formas, aunque se haya trasladado a la inmediatez del correo electrónico, ¿Cuál
de estas formas está en desuso? Yo diría que prácticamente ninguna, porque la
evolución es crecimiento, no desaparición.

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