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Mendoza Valeriano Mildred Yazmín

Edición de libros

Grupo 2652

CONVERSACIONES DE MERCADO

Las historias se pueden entrever en las conversaciones de las personas. ¿Quién


no ha abandonado los pensamientos de su mundo interno por prestar atención a
una conversación ajena? Detengámonos, pues, a espiar este delicioso intercambio
de ideas, impresiones, información… los chismes del vivir cotidiano; internémonos
en un lugar que bulle repleto de conversaciones flotantes esperando a ser
atrapadas: un mercado común y corriente de la Ciudad de México.

Martes 27 de agosto

En algún local de frutas y verduras, a esas horas tempranas que se acercan al


mediodía (y a la telenovela retransmitida del “canal de las estrellas”), una mujer
compra el alimento del día, pero sabemos que se muere de ganas por platicar, de
lo que sea, pero platicar. Es así como entre ésta y la mujer que la atiende se
entabla una conversación:

— A ver, aquí le pongo las calabacitas y, ¿cuánto me dijo de jitomate? Medio,


¿verdad? Y le echo otro de pilón. ¿Qué más era? ¿Elote? Ahorita se lo
desgrano…

— Usted no se preocupe. Ya llevo la carne y ahorita rápido hago las calabacitas.


Acabo de hacer la comida antes de ir por mi’jo a la escuela… Fíjese que le tocó en
el 1° B, con la maestra Lupita, que dicen que no es tan buena pero sí se los trae
cortitos; todas las tardes Luisito me llega con un montón de tarea.

— Pues ya ve que mi Tere iba también con esa maestra, Lupita, y todavía no sabe
leer, ¡pero qué bonita hace la letra!... ¿1° B, dice? ¿No andan diciendo que en ese
salón se quedó el niño de los que están rentando ahí en la esquina, enfrente de la
tortillería? Alberto… Roberto…

— Beto, le dicen todos, creo que es Adalberto, pero no importa. ¡Ay! ¡Ese niño es
bien latosito! Dice mi Luisito que se la pasa en la dirección: que si nada más está
haciendo chistes en la clase y no pone atención, que si se puso a saltar en las
mochilas de los otros niños, que si le escondió sus cosas a Fulanito…Imagínese si
está así ahorita que tiene 6, 7 años, ¡no quiero verlo al rato! Pero es que ¡también
sus papás! Me contó Isabel, la de la tortillería, que esos muchachos andan de
fiesta cada viernes, ahí en su cuarto donde rentan: van sus amigotes y se pasan
toda la noche tomando y fumando, y además ponen música a todo volumen…
Pobrecita de Isabel, ¡tener que estar aguantando el relajo de esos vecinos cada
semana!

— La chica, la mamá de Beto, ahí más o menos se ve que le echa ganas, Brenda
se llama, creo. Yo digo que le echa ganas porque la he visto que va a vender
dulces afuera de la primaria, ¿no? Peeeeero lo que es el marido nunca lo veo con
ella, yo creo que se va todo el día quién sabe a dónde. A ver, aquí están sus
granos de elote, y con las calabacitas y los jitomates son… treinta y cuatro pesos.
¡Buen provecho!

Sábado 21 de septiembre

Este antiquísimo arte del chisme no se da sólo entre mujeres, como puede
pensarse, pues los hombres sienten también esa misma necesidad de
intercambio. Sólo es cuestión de buscar en el lugar apropiado, nuevamente
nuestro mercado, esta vez en la ferretería, donde el cliente y el dependiente tienen
la oportunidad de conversar:

— ¡Híjole! ¿Qué cree? Que ya no me quedan pericos de ese tamaño, si me da


chance se lo traigo seguro para la otra semana… ¿O le urge mucho?

— Pues más o menos. Le quiero arreglar la bici a mi’jo. Je je je. Hace mucho que
la descompuso y ni le había importado, ¿tú crees? Es que le dieron ganas de
volver a usarla no’más de ver la bici nueva del Beto, el chamaco de la Brenda y el
Paco. Son esos que me están rentando el cuartito que queda justo en la esquina,
sí los ubicas, ¿no?

— ¡Pues claro! Ya van varias veces que me invitan uno que otro viernes ahí a su
depa a combeber, se pone bueno cuando hay partido y juegan las Chivas, como le
vamos al mismo equipo… Ayer ya no fui porque me surgió un compromiso, pero sí
estuvieron de fiesta, ¿no?

—…Para variar. Yo de por sí tengo el sueño pesado; mi mujer es la que más se


queja. Se ve que ayer se puso bueno. Nada más espero que no induzcan al niño a
esas cosas, ahorita que está tan chiquito.

— ¡Ah! Cuando estamos ahí todos en la borrachera, por Beto ni nos preocupamos
porque se la vive en la calle con los otros niños de la cuadra. Pues su hijo se lleva
bien con Beto ¿no, don? Ya cuando le arregle la bici se van a echar carreritas y
todo…
— Sí, pero esa gente no es de fiar. Yo le digo a mi’jo: “Mira Omar, te dejo que te
juntes con ese Beto porque sus papás nos rentan y él también tiene que regresar
aquí, pero cuidadito y te cacho haciendo maldades con ese niño. Tú nada más
dale el avión, pero si te manda a hacer algo que él no va a hacer, no le hagas
caso.” Es que es tremendo ese niño. ¿Cuándo fue? ¡Ah! Pues el día del grito, el
15 de septiembre, él y sus amiguitos se pusieron a tronar cohetes en la calle.
¡Pero cuáles cohetes! ¡Ésas eran bombas! Yo cuando me asomé vi que estaban
tronando unas palomotas de este tamaño… Al otro día vimos que había varios
montones de basura quemada; esos escuincles estuvieron haciendo fogatas. Y los
papás… ¡ni estaban!

— ¡No me diga, don! Pues no sabía que dejaban a su chamaco así nada más,
solo. Pero pues, antier que el Paco me vendió un Iphone, me contó que él y la
Brenda anduvieron cartereando en la plaza de la delegación el día del grito, que
les fue muy bien, ¿cómo la ve, don?

— ¡Obvio! Nada más así podrían conseguir algo, porque ninguno de los dos hace
gran cosa, así como para comprarse las cosas que luego andan trayendo. La bici
del Beto sí salió muy buena, para aguantar todo lo que ese niño le hace… Luego
hasta traen ropa de marca y Rolex que se ven bien caros. ¿Y qué tal el fon que te
vendió? ¿Sí los consigue de buena calidad?

— Iphone. Sí consigue unos muy padres y casi ni se ven usados. Ahí usted
cuando necesite alguno le dice y él hasta se lo trae como usted se lo pida.
También consigue celulares, Mp4… y creo que hasta consolas como Wii y X-Box
360, me dijo; nada más que para ésas sí hay que esperar a que consiga la
mercancía toda junta.

— Esos muchachos van por mal camino. Yo no los corro porque no se me han
atrasado con la renta, si no… pero van a acabar muy mal, están jugando con
fuego. Que pase algo y yo me lavo las manos… ¿A poco su hijo sí sabe en qué se
meten sus papás?

— Yo creo que no. Luego cuando está ahí ellos no mencionan ni por accidente
nada de eso. Una vez el Paco nos estaba enseñando algo de mercancía y Beto se
asomó de repente; pensamos que le iba a explicar o algo pero le inventó que
según eran de juguete. Como si el niño se lo fuera a creer.

— Oye… ¿Y como en cuánto andan los celulares?

Lunes 29 de diciembre

Si nos adentramos en la conversación que fluye entre la estilista y la chica que


asiste a la estética por un corte y un manicure, podremos observar que el
componente más importante de ese rato agradable es el intercambio de aquellos
chismes que no se pueden tener guardados por mucho tiempo:

— ¿Cómo cuánto te corto? ¿Tres dedos? Lo vas a querer degrafilado, ¿verdad,


Isabel?

— Sí seño, ya ve que yo con un despunte estoy feliz. En especial desde que se


fue esta familia que rentaba enfrente de mi tortillería. Yo no sé cómo don Rafa no
los había corrido antes…Sí sabe quiénes son, ¿no? Todo el mundo los conoce:
Paco, su esposa Brenda y su hijo Beto.

— Pues ya ves que dicen que ese Paco nada más se dedicaba a… ¿a poco a ti no
te ofreció celulares o algo? Que los vendía bien baratos, dicen.

— Sí, pero yo no estoy para comprar cosas robadas. Ellos nunca me cayeron
bien, nada más el niño, Beto. ¿Y sabe qué es lo mejor? Que fue por él que se
fueron de aquí, sólo espero que no le vaya a ir muy mal porque se ve que Paco
era medio agresivo, y de esto que le voy a contar sólo nos enteramos mi esposo y
yo, porque nada más se dieron cuenta y al día siguiente se fueron sin decir ni
agua va. Je je je, fue muy gracioso.

— Bueno, a mí ya me habían contado algo, pero eran puros rumores. A ver,


cuéntame cómo estuvo.

— ¿Qué le contaron? ¿Lo de los billetes?

— ¿Cuáles billetes? Me habían dicho que se iba a aventar con unos tipos como él
para asaltar un banco o algo así, pero eso fue ya hace como tres semanas.
¿Hablas de esos billetes? ¿O cómo?

— Pues no fue un banco, fue una camioneta de valores, y para no hacérsela


cansada le cuento que sí la robaron y todo, allá en alguna colonia del sur; hasta
me dijeron que a uno de ellos sí lo agarraron pero no fue a Paco. Y total, eso iba a
ser como secreto, no sé. Eso fue el 25, en Navidad, y por obvias razones se
emborracharon, celebrando según ellos.

— Ah ya. Entonces se mudaron con ese dinero…

— Pues fíjese que no, seño. Beto estuvo tronando cohetes tooooda la noche. Y
adivine con qué hizo sus fogatas… Mi esposo y yo nos asomamos cuando oímos
en la madrugada cuando oímos el escándalo de los papás gritándole al niño, que
qué le pasaba… que cómo podía creerse que el dinero era de juguete… Lo que
lograron por no querer contarle nada a su hijo, ¡ja ja ja!

— Pues mira qué mal… a ver, ¿así está bien o te corto un poco más?

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