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13 de febrero de 2011

QUE NO MANCHEN LA MEMORIA DE MI ESPOSO

Durante 65 años mi esposo, Lic. Manuel Reyes Serrano, fue miembro orgulloso del Ilustre
Colegio de Abogados de Puerto Rico. Lo fue hasta su fallecimiento el 11 de nov. de 2008. Solo
entonces dejó de serlo.

Como su viuda recibí una modesta suma tras su fallecimiento en pago de la póliza de vida del
seguro auspiciado por el Colegio de Abogados. Fue poco dinero, pero en algo me ayudó a cubrir
mis gastos.

Ahora descubro, con horror, que el nombre de mi esposo figura como demandante contra la
institución que tanto quiso y con la que tanto se identificó durante toda su vida. Eso me ofende,
como sé que lo ofendería a él. Escapa a mi capacidad, quizás en algo disminuida por mis
casi 90 años, entender cómo algunos abogados renegados han provocado esta crisis institucional
y pretenden hacer tanto daño.

Menos todavía comprendo como un Juez puede prestarse para esos mezquinos propósitos. Quién
sabe a cuantas viudas e hijos de abogados necesitados están privando de la ayuda que significa
el seguro de vida. El seguro de vida fue una medida justa, prudente y de conciencia social que ha
beneficiado a cientos de familias en momentos de necesidad.

El que el Tribunal Federal haya llegado al punto de encarcelar al Presidente de los abogados de
Puerto Rico por meramente comunicarse con sus miembros es algo abusivo, vergonzoso y
reprochable. Shame on you, dirían los justos en Estados Unidos.

El presidente del Colegio de Abogados ha dado un gran ejemplo de dignidad, de valor, y de


principios. Tiene toda mi admiración y respeto. Como viuda de quien fue un colegiado durante
los años involucrados en esta lastimosa controversia, rechazo de la forma más firme y
categórica que se manche la memoria de mi esposo al incluir su nombre, sin su consentimiento y
contra sus convicciones, entre los de los renegados que intentan destruir al ILUSTRE COLEGIO
DE ABOGADOS DE PUERTO RICO. Y exijo que el nombre del Lic. Manuel Reyes Serrano
sea eliminado de la lista de la supuesta clase demandante.

El Juez Fusté y los renegados deben sentir vergüenza por sus actos. Que ellos manchen sus
nombres pero el nombre de mi esposo no permito que lo manche nadie.

Espero que esta carta no constituya un desacato al tribunal. Pero de ser así, no le temo. A mis
años aprendí a tenerle miedo ni a la muerte.

Carmen Sarah Dávila, viuda


del Lic. Manuel Reyes Serrano, Colegiado #19.

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