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HECHO POR:
Ricardo Alberto Hércules Vivas
PROFESOR:
Lic. Carlos Manuel Melgar
En la calle Rubén Darío la gente, con veneración, acompaña las imágenes, los
pasos y los tronos. Todo el mundo participa de la “Fiesta” acudiendo a presenciar las
procesiones. El Domingo de Resurrección en San Salvador, con las primeras luces del
día, las procesiones del “Divino Salvador del Mundo” avanzan lentamente. Los tronos,
adornados con ramos de flores y el brillo de las luces de los candelabros plateados, roban
la mirada de muchos de los asistentes. Algunos cargan en sus espaldas las tumbas que
representan la muerte del “Divino Salvador del mundo”, aquel que hace mas de 2,000
años dio su vida en una cruz.
A los lados de los tronos, algunos penitentes con sus túnicas, rojas y blancas,
verdes y moradas, sus estandartes y las velas encendidas por la pasión. Tras de ellos
bellas mujeres vestidas de riguroso luto con peineta y mantilla típica. Preside la procesión
algunos curas, párrocos, autoridades municipales.
Detrás del trono, cientos y cientos hombres y mujeres feligreses, que como ya es
costumbre, asisten todos los años a lo que se conoce como “la bajada del divino Salvador
del Mundo”. Muy atrás de los feligreses y cerrando la procesión la banda de música que
interpreta conocidos canticos y alabanzas.