Está en la página 1de 6

EL COMENTARIO DE TEXTO

Comentar un texto es analizarlo e interpretarlo para intentar comprenderlo en todo su contenido. Hay que
identificar y explicar cada una de las ideas que encierra, formulando un juicio razonado sobre los valores o
defectos que, a nuestro parecer, presenta. También debemos expresar con claridad y corrección nuestras
propias ideas sobre la base de las expuestas por el autor. Lógicamente, hay que comenzar por una lectura
detenida (a menudo es necesario releer) que permita conocer al menos dos cosas: de qué habla (tema) y de
qué argumentos se vale.
I. ANÁLISIS DEL TEXTO
1. Las ideas del texto:
a) Extracción de las ideas presentes en el texto.
b) Enunciación del tema del texto, indicando de qué trata y qué se dice de ello.
c) Organización o estructuración de las ideas de dicho texto.
- Ideas principales y secundarias. Jerarquización de ideas (disposición inductiva, deductiva, paralela).
- División en partes del contenido (estructura).
2. Resumen del texto : Sintetizarlo sin emitir juicios valorativos ni añadir informaciones. Características del
resumen: brevedad, objetividad, claridad, sencillez, concisión, con nuestras palabras. Hay que evitar muletillas
del tipo “El texto dice que...”, “En el texto el autor habla de...”.
3. Clasificación del texto (Modalidad textual: exposición, argumentación, narración, descripción, diálogo). Es
necesario aportar las razones que llevan a clasificar el texto en una determinada modalidad.
II. VALORACIÓN DEL TEXTO
1. Localización del texto. Cuando sea posible, se tratará de relacionar lo expuesto por el autor en el texto con
la obra, época, movimiento o tendencia literaria o de pensamiento en la que surge. No podemos convertir este
apartado en un pretexto para exponer todos nuestros conocimientos sobre el autor, la época o la obra a la que
pertenece, ni expresar conocimientos generales que puedan aplicarse a cualquier texto.
2. Intencionalidad del autor y sentido del texto: Debe indicarse cuál es la intención del autor al componer el
texto así como el sentido que éste tiene. Si es posible, se relacionará con otros textos y con los conocimientos
que se tengan, sin olvidar que no se trata de un comentario histórico o filosófico.
3. Adecuación al sentido e intención del texto de la forma lingüística, estructura, variedad lingüística,
modalidad textual o recursos retóricos significativos empleados por el autor. Siempre hay que aportar las
razones que nos llevan a expresar cada una de nuestras opiniones.
4. Valoración de las ideas del texto.
- Siempre hay que partir del comentario del tema y las ideas que hayamos señalado como principales o
alguna otra que nos parezca especialmente significativa o interesante. No se trata de repetir lo que dice
el texto pero con otras palabras.
- La valoración de cada una de las ideas que comentemos debe seguir el siguiente proceso:
a. Exposición de la postura del autor: Es la que se recoge en el apartado de análisis del texto.
b. Desarrollo, relacionando la posición mantenida por el autor con otras posiciones que la corroboren,
repitan o refuten.
c. Valoración personal: En este paso se debe expresar nuestra posición ante lo expuesto por el autor,
bien sea corroborando, refutando o matizando lo que aparece expuesto en el texto que se comenta,
procurando no adoptar un tono polémico o agresivo, y evitando los juicios de valor tendenciosos o
parciales. No debe olvidarse que esta última operación, en realidad, es una argumentación por lo que
será necesario que incluya:
• Tesis (posición que adoptamos ante la idea expuesta por el autor en el texto).
• Argumentos (razones que apoyan nuestra posición). Deben conducir a una conclusión.
COMENTARIO DE UN TEXTO PERIODÍSITICO

Se admite como un hecho probado el que la gente, no sólo en España sino en el mundo entero,
lee menos cada día que pasa y, cuando lo hace, lo hace mal y sin demasiado deleite ni
aprovechamiento. Es probable que sean varias y muy complejas las causas de esta situación no
buena para nadie y se me antoja demasiado elemental e ingenuo el echarle la culpa, toda la culpa,
a la televisión. Yo creo que esto no es así porque los aficionados a la televisión, antes, cuando aún
no estaba inventada, tampoco leían sino que mataban el tiempo que les quedaba libre, que era
mucho, jugando a las cartas o al dominó o discutiendo en la tertulia del café de todo lo humano y
gran parte de lo divino. La televisión incluso puede animar al espectador a que pruebe a leer;
bastaría con que se ofreciese algún programa capaz de interesar a la gente por alguna de las
muchas cuestiones que tiene planteado el pensamiento, en lugar de probar a anestesiarla o a
entontecerla.
Los gobiernos, con manifiesta abdicación de sus funciones, agradecen y aplauden y premian el
que la masa se entontezca aplicadamente para así poder manejarla con mayor facilidad: por eso le
merman y desvirtúan el lenguaje con el mal ejemplo de los discursos políticos; le fomentan el
gusto por las inútiles y engañadoras manifestaciones y los ripios de los eslóganes; le aficionan a la
música estridente, a los concursos millonarios y a las loterías; le animan a gastar el dinero y a no
ahorrar; le cantan las excelencias del Estado benéfico y providencial; le consienten el uso de la
droga asegurándole el amparo en la caída, y le sirven una televisión que le borra cualquier
capacidad de discernimiento. El hábito de la lectura entre los ciudadanos no es cómodo para el
gobernante porque, en cuanto razonan, se resisten a dejarse manejar.
CAMILO JOSÉ CELA: "El hábito de la lectura"
(ABC, 29 de marzo de 1993)

RESUMEN:
Cada vez se lee menos. La culpa no es de la televisión, sino de los gobernantes, que intentan eliminar en
los ciudadanos el espíritu crítico apartándolos de la lectura y encaminándolos hacia una televisión cuya
programación carece de valores educativos y parece pensada para disminuir la inteligencia del espectador.

TEMA:
El descenso del hábito lectura entre los españoles y la responsabilidad que los gobernantes tienen en este
problema por la pésima calidad de la televisión.

ESTRUCTURA:
1ª parte: Cada día se lee menos y peor. Pero la televisión no es la única y máxima responsable: tampoco
se leía antes de que existiera. (Párrafo 1º)
2ª parte: El entontecimiento del espectador con la televisión es estimulado y aprovechado por los
gobernantes: al rebajarse la capacidad intelectual de los ciudadanos, alejándolos de la lectura, se les hace
fácilmente manipulables. (Párrafo 2º)
La composición del texto es inductiva: partiendo de unas apreciaciones del autor se llega a formular una
conclusión.

COMENTARIO CRÍTICO SOBRE EL CONTENIDO DEL TEXTO:


El texto es un artículo de opinión en el que Cela ofrece su visión sobre un tema de actualidad. Como se
trata, por tanto, de un texto periodístico de opinión, adopta una forma expositiva y argumentativa a la vez. La
naturaleza del texto determina el lenguaje que se emplea, que es asequible (muestra cierto interés didáctico,
de educar a la sociedad) e incluso coloquial (por ejemplo en la locución echarle la culpa) sin renunciar a la
más completa corrección ni a la riqueza léxica tradicional del castellano: se me antoja demasiado elemental e
ingenuo el echarle la culpa, toda la culpa, a la televisión.
La actitud del autor es sumamente crítica: los gobernantes son los responsables de cómo está la televisión
y de que esta no fomente la lectura. Esta postura del escritor se ve apoyada con el uso de un vocabulario
contundente, tajante, exagerado, que pretende hacer reaccionar al lector para que comprenda la gravedad del
asunto y no dude de quién es el verdadero culpable: anestesiarla o entontecerla; con manifiesta abdicación
de sus funciones; manejarla con mayor facilidad; permiten que la masa se entontezca aplicadamente;
agradecen y aplauden y premian; etc.
Al mismo tiempo, se ha buscado un estilo que ayude a los argumentos. Por ejemplo, se utilizan recursos
de repetición, con el fin de insistir, de no dejar un resquicio a la duda o al desacuerdo:
• La polisíndeton junto a la gradación (agradecen y aplauden y premian) ayuda a intensificar el
significado de cada uno de estos verbos: los gobernantes, con tal de salvaguardar sus intereses
personales, son capaces de mantener a la ciudadanía en la incultura.
• Abundancia de estructuras bimembres, a veces con palabras o expresiones prácticamente sinónimas:
cuando lo hace, lo hace mal y sin demasiado deleite ni aprovechamiento ; varias y muy complejas;
elemental e ingenuo; de todo lo humano y gran parte de lo divino; merman y desvirtúan; inútiles y
engañadoras; a los concursos millonarios y a las loterías; a gastar el dinero y a no ahorrar; benéfico y
providencial; le consienten ... y le sirven ...; etc. Estas construcciones no solo aportan solidez a la
argumentación, sino que al mismo tiempo le proporcionan una cadencia rítmica, muy agradable, que nos
incita a seguir leyendo.
• Paralelismo: le merman... le fomentan... le aficionan... le animan... le cantan... le consienten ... y le
sirven...
Otro aspecto de la redacción que destaca es la ironía, que refleja la indignación del autor. Sus puyas a la
sociedad, a los gobernantes o a los directivos de la televisión, son evidentes: no sólo en España sino en el
mundo entero (¿entero? ¿le preocupa al autor lo que lean los esquimales?); cuando lo hace, lo hace mal y sin
demasiado deleite ni aprovechamiento; cuando aún no estaba inventada, tampoco leían sino que mataban el
tiempo que les quedaba libre, que era mucho, jugando a las cartas o al dominó o discutiendo en la tertulia
del café de todo lo humano y gran parte de lo divino (¿qué porcentaje de españoles juega al dominó en las
sobremesas?); le aficionan a la música estridente; etc. El sarcasmo llega incluso a sobrepasar el límite de la
verdad, dejando que se deslicen afirmaciones que nos parecen aceptables a primera vista, pero que son
verdaderas exageraciones (hipérboles): le consienten el uso de la droga asegurándole el amparo en la caída ;
desvirtúan el lenguaje con el mal ejemplo de los discursos políticos (como si el ciudadano medio hiciera tanto
caso a los discursos de los políticos).
Hasta ahora hemos señalado algunos de los recursos que Cela ha empleado para que sus ideas resulten
convincentes. Pero si la idea principal ya nos parece excesiva (¿los gobiernos consienten que la televisión
anule la capacidad de raciocinio de la gente, porque así la pueden manejar al servicio de sus propios
intereses?), la cuestión es que no aparece sola: la acompaña de multitud de detalles que no podemos admitir
sin más, pues tienen un carácter demasiado derrotista; he aquí algunas de esas ideas que se nos ofrecen y
que no son estrictamente ciertas: Se admite como un hecho probado...el que la gente, no sólo en España
sino en el mundo entero, lee menos cada día que pasa y, cuando lo hace, lo hace mal y sin demasiado
deleite ni aprovechamiento; ...tampoco leían sino que mataban el tiempo libre, que era mucho, jugando a las
cartas o al dominó o discutiendo en la tertulia del café; de todo lo humano y gran parte de lo divino; en lugar
de probar a anestesiarla o a entontecerla; los gobiernos agradecen y aplauden y premian el que la masa se
entontezca aplicadamente para así poder manejarla con mayor facilidad; y así prácticamente en todo el texto.
Estas ideas son falaces por generalizadoras, aparte de ser muy subjetivas.
Si nos fijamos bien, el autor está cayendo en aquello que justamente critica: la manipulación. Con su
maestría, con su cuidado y agradable estilo, con su prestigio trata de inculcarnos su forma de entender la
realidad. En el fondo, todo el artículo está enfocado a criticar al Gobierno (del tiempo en que se publicó); en el
último párrafo se destapan muchas de las cosas que ese Gobierno está haciendo mal según Cela, y el tema
de la lectura es solo una faceta más, la excusa para atacar. Como escritor, parece autorizado para tratar un
asunto que, además, le aporta un halo muy positivo de benefactor de la cultura. Su discurso puede resultar
incluso incongruente: la televisión en el primer párrafo no es responsable de la caída de la lectura, pero a
continuación nos entontece y nos aleja de la lectura. ¿Puede ser cierta esta contradicción?
Sin embargo, debemos reconocer que no deja de tener razón: aunque no sea por interés o por dejación,
aunque sea simplemente por dejar que la programación televisiva se pliegue a las audiencias, los gobernantes
(no solo los de España) no están limitando la emisión de lo que se conoce como "telebasura". Las televisiones
generalistas emiten cada vez menos programas culturales, y cuando lo hacen, sus horarios son más
intempestivos.
Desde el punto de vista de los espectadores, nos trata Cela a los ciudadanos como a seres infantiles o
inmaduros: necesitamos que alguien nos abra los ojos. ¿No critica Cela el paternalismo estatal en el segundo
párrafo?, ¿pero sí deben ocuparse los políticos de que la televisión incluya otros contenidos? No parece eso
muy lógico. Más bien hay que considerar que nuestro ritmo de vida es a menudo agotador y que también
necesitamos evadirnos en nuestro tiempo de ocio, y preferimos distraernos con algo que no nos haga pensar,
que nos adormezca. No son los políticos, somos nosotros los responsables de lo que vemos. En nuestros
días, con la competencia entre las distintas cadenas, solo se mantienen los programas que alcancen una
determinada cota de audiencia. En todo caso, se podría exigir más rigor a las televisiones públicas, aunque
también esas tienen su mayor fuente de financiación en la venta de espacios y en la publicidad. Como es
lógico, la televisión no ha cambiado los hábitos de quienes no leían; es decir, quienes no leían sin televisión,
siguen sin leer con televisión. Respecto a los que antes ya eran lectores, es probable que la televisión les haya
quitado tiempo para dedicarlo a la lectura; pero eso mismo se podría afirmar de cualquiera de las actividades
que hoy son habituales: internet, el cine, el deporte, los viajes, etc. Cualquiera de ellos pueden apartarnos de
la lectura y de la cultura, pero también pueden adentrarnos en ella, hacernos aprender, o enriquecernos como
personas, o abrirnos nuevos horizontes al disfrute y a la felicidad. Tal vez no sean los inventos mejores o
peores, sino que a veces hay un mal uso o un abuso de ellos.
Tampoco está de más reconocer algunos valores positivos y educativos a la televisión: es una ventana que
nos deja ver el mundo, que informa de lo que sucede cerca o muy lejos, que enseña a prevenir algunas
enfermedades, que difunde un comportamiento tolerante o democrático, etc. (aunque no siempre sea así, es
justo admitir que por lo general sí lo es).
Para concluir, destacaremos un detalle sorprendente: el artículo data de 1993, pero tanto su estilo como
su contenido siguen vigentes; a diario podemos leer en los periódicos críticas a la "telebasura" (y, por
supuesto, a quienes nos gobiernan). O el tiempo le ha dado a Cela la razón o siempre se opina lo mismo: que
ahora estamos peor.
COMENTARIO DE UN TEXTO LITERARIO

A la inmensa mayoría

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre


aquél que amó, vivió, murió por dentro
y un día bajó a la calle: entonces
comprendió: y rompió todos sus versos.
Así es, así fue. Salió una noche
echando espuma por los ojos, ebrio
de amor, huyendo sin saber adónde:
a donde el aire no apestase a muerto.
Tiendas de paz, brizados pabellones,
eran sus brazos, como llama al viento;
olas de sangre contra el pecho, enormes
olas de odio, ved, por todo el cuerpo.
¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces
en vuelo horizontal cruzan el cielo;
horribles peces de metal recorren
las espaldas del mar, de puerto a puerto.
Yo doy todos mis versos por un hombre
en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,
mi última voluntad. Bilbao, a once
de abril, cincuenta y uno.
Blas de Otero.

(BLAS DE OTERO: Pido la paz y la palabra)

TEMA: El compromiso personal del poeta por un mundo en paz.

ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS (ESTRUCTURA):


 Primera parte: Idea principal: Cómo era el poeta antes de enfrentarse al desastre de la realidad.
(Estrofas 1ª y 2ª)
 Segunda parte: Idea principal: El mundo con el que se enfrenta la Humanidad de su tiempo. (Estrofas
3ª y 4ª)
 Tercera parte: Idea principal: El deseo de compromiso personal por un nuevo mundo en paz. (Estrofa
5ª)

ANÁLISIS DEL TEXTO:


● El Realismo social comprometido: Se puede apreciar que el poema de Blas de Otero pertenece a este
movimiento literario por los siguientes rasgos:
• El título: el deseo de dirigirse a toda la sociedad.
• Describe su "toma de conciencia" (comprendió... Así es, así fue).
• Denuncia las desgracias y las guerras que asuelan el mundo (olas de sangre..., olas de odio...,
Ángeles atroces..., horribles peces de metal...)
• Manifiesta un deseo expreso de que sus versos sirvan para mejorar el mundo (Yo doy todos mis
versos por un hombre en paz).
• Tono coloquial, directo, con giros comunes (Aquí tenéis, en carne y hueso...).
• Deseo de influir en el lector (¡Aquí! ¡Llegad!).
• Realza el compromiso con un final que recuerda al de un contrato, con fecha y firma ( Bilbao, a
once de abril, cincuenta y uno. Blas de Otero).
● Métrica: El poema se compone íntegramente de versos endecasílabos (lo que denota un interés por la
forma que no tiene por qué estar reñido con el compromiso social), que se agrupan en serventesios
(estrofas de cuatro versos, con rima ABAB). La rima es asonante en todos los versos, sin versos
sueltos. En el último verso, el poeta recurre a la licencia de separar la firma en una línea aparte, tal
como sucede en los documentos (para subrayar la firmeza de su compromiso), dando la apariencia
de dos versos de 7 y 4 sílabas respectivamente, pero que fácilmente se comprende que forman juntos
uno de 11 (lo que también corrobora la rima).
● Estilística:
Desde el punto de vista lingüístico, destaca la abundancia de verbos, como si deseara el poeta que constara
que es un hombre de acción, que no está dispuesto a contemplar lo que está sucediendo en el mundo como
un mero espectador sin actuar. También se observa un uso libre y atrevido de los signos de puntuación (en
los versos 3 y 4, donde los dos puntos reflejan la concatenación de consecuencias).
Desde el punto de vista de la Retórica, abundan las figuras literarias, tanto de repetición, como de disposición
y de sentido:
• Paralelismo: Aquí tenéis... Aquí tenéis... (el poeta ofrece sus esfuerzos a los demás), así es, así fue, etc.
• Paráfrasis de giros comunes: en canto y alma (en lugar de en cuerpo y alma, para expresar que entrega
lo que más valora de sí mismo).
• Enumeración con gradación: amó, vivió, murió...; bajó... comprendió y rompió todos sus versos.
• Anadiplosis con paronomasia: adónde: / a donde...
• Anáfora: olas de sangre... olas de odio.
• Encabalgamiento: ebrio / de amor ; recorre / las espaldas.
• Hipérbole: rompió todos sus versos..., ebrio de amor, etc.
• Metáfora: especialmente para describir el dolor (echando espuma por los ojos) o la guerra (Ángeles
atroces en vuelo horizontal, horribles peces de metal).
• Comparación o símil: como llama al viento.
• Personificación: en carne y hueso mi última voluntad...
• Interpelación al lector, para implicarlo en la denuncia y el compromiso: ved...; ¡Aquí! ¡Llegad!; ... Aquí
tenéis...

VALORACIÓN CRÍTICA: Todo el poema es una declaración de voluntad y de intenciones, un manifiesto poético.
De entrada, el título se contrapone al intimismo y al aislamiento de Juan Ramón Jiménez, que escribía "para
la inmensa minoría": este es un texto para ser declamado, para ser proclamado en público. El poeta se
confiesa, muestra abiertamente su evolución: era un poeta que se había centrado demasiado en su desgarro
interior (amó, vivió, murió por dentro), pero cambió todo cuando abrió los ojos a lo que le rodeaba. Se entrega
por tanto a denunciar lo que ve, porque el sufrimiento es demasiado grande (de ahí las exclamaciones, las
interjecciones de la cuarta estrofa). La decisión de comprometerse a cambiar el mundo para que la paz sea
una nueva realidad queda plasmada al convertir sus versos en los términos de un contrato, que se ajusta al
más estricto presente (incluye la fecha al final) y que rubrica con su propio nombre. La apariencia prosaica
que pueda desprenderse de esto último, queda desmentida por el cuidado formal y estilístico del poema. La
visión de Blas de Otero es optimista, pues confía en el poder del Arte para alcanzar la paz. Su tono exaltado y
su sinceridad convencen al lector, que no puede sino sumarse a sus aspiraciones.

También podría gustarte