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Goth

Historia Ilustración Traducción


Otsu-Ichi Kendi Oiwa Capitan_spiff

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Goth

Unos 20 días después de terminar las vacaciones de verano, en un día de


escuela, por primera vez desde hacía tiempo hablé con Morino.

Tras haber llegado a la escuela y antes de que empezar las clases de la


mañana, de entre la multitud y el bullicio de los compañeros de clase charlando
por allí, ella inesperadamente se acercó a mi mesa.

No tenemos el hábito de intercambiar saludos. Morino se quedó de pie frente a


mí, sacó una libreta de su bolsillo, y la dejó sobre mi mesa. Era una libreta que
nunca antes había visto.

Era del tamaño de una mano; la cubierta era de piel marrón sintética. Era un
objeto ordinario que te podrías encontrar en cualquier papelería.

“Me he encontrado esto.” Dijo ella.

“Bueno, no es mía.”

“Bueno, ya lo sé.”

Mostrándome la libreta, de algún modo se la veía con un aire alegre.

Cogí la libreta de mi mesa. La cubierta era suave al tacto.

Hojeé rápidamente a través de los contenidos: la primera mitad estaba escrita


con una letra pequeña y meticulosa. La segunda mitad estaba completamente
en blanco.

“¡Léelo desde el principio!”

Es tal como ella dijo; el propietario es desconocido. Miré detenidamente su


escritura, línea tras línea de detallada escritura:

10 de Mayo
Delante de la estación me he encontrado con una chica llamada Kusuda
Mitsue.
Edad: 16.
Empecé a hablar con ella. Poco rato después subimos a mi coche.
Luego la llevé a la montaña T.
Ella no dejaba de mirar por fuera la ventanilla, hablándome todo el rato
sobre una columna del periódico en que está interesada su madre.
Detuve el coche cerca de la cima de la montaña T.
Cuando saqué la bolsa que contenía el cuchillo, los clavos y otras
herramientas del maletero, ella me preguntó riendo para qué era eso.
............

Las palabras continuaban de la misma manera.

Reconocí el nombre de Kusuda Mitsue.

…Hace tres meses, una familia fue de excursión a la montaña T. Era una
familia formada por un niño y los dos padres. Como eran unas vacaciones muy
esperadas por el padre, él se puso a dormir nada más llegaron a la montaña. El
niño intentó despertar al padre para ir a jugar, pero fue inútil.

Por la tarde, el niño se fue a dar un paseo solo por el bosque.

La madre echó en falta a su hijo, y entonces, oyó un grito desde las


profundidades del bosque.

Los dos salieron hacia el bosque y encontraron al niño. Lo encontraron mirando


ligeramente hacia arriba, incapaz de moverse

Siguiendo la mirada de su hijo, el padre y la madre inmediatamente se


percataron de que un árbol cercano estaba teñido de color rojo oscuro. Tras
eso, se dieron cuenta de que había algo raro clavado en el árbol a la altura de
los ojos. Mirando alrededor, vieron que todos los arboles que les rodeaban
tenían cosas clavadas en ellos con clavos.

Esas “cosas” eran Kusuda Mitsue. Alguien había practicado una disección con
ella en las profundidades del bosque. Ojos, lengua, orejas, pulgares, el
hígado… Estaban todos clavados en los troncos de los arboles con clavos.

En un árbol, de arriba a bajo, estaban clavados los dedos del pie izquierdo, el
labio superior, la nariz y el estomago; los otros arboles tenían el resto de sus
restos colocados como adornos navideños.

El incidente rápidamente tuvo al país entero en pánico.

Dentro de la libreta que había traído Morino: Cómo fue asesinada Kusuda
Mitsue, qué partes fueron colgadas en los arboles, qué clase de clavos se
utilizaron; página tras página de crudas y detalladas notas.

Yo sabía mucho acerca de este incidente, ya que lo seguí por televisión,


prensa e internet. Pero aún así, esta libreta hablaba exhaustivamente de
detalles que ningún medio había descrito.

“Tal como yo lo veo, el asesino perdió esta libreta.”

Kusuda Mitsue fue una estudiante de instituto de una prefectura vecina. Fue
vista por última por unos amigos que salieron con ella del edifico de enfrente de
la estación. Y entonces Kusuda Mitsue se convirtió en la primera víctima de
estos escabrosos asesinatos que incluso ahora siguen provocando un gran
revuelo por todo Japón.

Ha habido otro incidente más con el mismo modus operandi; se cree que se
trata de asesinatos en serie.

“Y también hay algo escrito sobre la segunda víctima.”

21 de Junio
Hablé con una chica que sujetaba una bolsa de la compra esperando el
autobús.
Se llamaba Nakanishi Kasumi.
Me ofrecí para llevarla a casa en mi coche.
Tras darse cuenta de que me dirigía a la montaña H y no a su casa, la
chica empezó a alborotar desde el asiento del pasajero.
Paré el coche un momento y la golpeé con un martillo. Entonces se
calmó.
Me la llevé a una cabaña en la montaña H.
............

El nombre de Nakanishi Kasumi, una estudiante de una escuela vocacional, se


volvió conocido por toda la nación debido a lo que ocurrió hace un mes. De los
rumores que empezaron a propagarse ampliamente por las noticias y los
periódicos, ya me había enterado del descubrimiento de la segunda víctima
cuando regresaba a casa de la escuela.

Estaba dentro de un cobertizo en la montaña H. El propietario era desconocido


y permaneció así por mucho tiempo. El techo tenía un montón de goteras, el
interior estaba cubierto de moho y de mugre. Las paredes y el suelo eran de
listones de madera, y debía ser de unos tres metros cuadrados.

Un hombre mayor que vivía al pie de la montaña H fue a buscar frutos


silvestres, y en esa mañana temprano descubrió que extrañamente la puerta
del cobertizo estaba abierta. Sintiendo curiosidad trató de acercarse, y
entonces un terrible hedor penetró por su nariz.

El anciano comprobó el interior del cobertizo desde la entrada. Al principio no


había manera de que pudiera darse cuenta de lo que había pasado.

Nakanishi Kasumi había sido distribuida por el suelo del cobertizo. Al igual que
la primera victima, cada parte había sido separada. Había sido distribuida
metódicamente a intervalos de 10 centímetros sobre el suelo, en una
cuadricula de 10 x 10. Es decir, su cuerpo se había convertido en un centenar
de pequeños pedazos.

Dentro de la libreta estaba descrita la escena del proceso que se realizó.


En los dos incidentes nadie había visto al criminal; la persona que las había
matado no ha sido detenida.

Los medios de comunicación aún siguen montando un gran revuelo con estos
dos casos, como un bizarro caso de asesinatos en serie.

“Me gusta ver este tipo de casos por las noticias.”

“¿Por qué?”

“Porque son anormales.”

Dijo Morino indiferente.

Yo también veía constantemente las noticias por el mismo motivo. Así que
entendía muy bien lo que trataba de decir.

Unas personas han sido asesinadas y luego separadas en trozos. Gente a la


que le han hecho esto, y gente que lo ha hecho, existen de verdad.

Morino y yo compartimos un especial interés en esta clase de miserables


historias. Siempre vamos tras episodios que te darían ganas de querer colgarte
tras haberlos oírlos.

Nunca he mencionado directamente este extraño rasgo, pero ambos en


silencio lo hemos percibido en el otro.

Tal vez gente normal pondría una mueca ante esto. Nuestra sensibilidad
emocional estaba fuera de sincronía. Es por eso que cuando hablamos, por
ejemplo, de los diferentes instrumentos de tortura de todo el mundo, y de los
diferentes métodos de ejecución, lo hacemos siempre en voz muy baja.

Morino levantó su vista de la libreta y miró por fuera de la ventana. Sé que se


está imaginando la escena de las varias partes de Nakanishi Kasumi siendo
distribuidas por el suelo.

“Esta libreta, ¿dónde la has encontrado?”

Cuando se lo pregunté, empezó a explicarlo.

Al parecer, la pasada tarde Morino estaba en su cafetería predilecta. El


propietario no es escandaloso, y el local es sombrío y tranquilo, dijo ella.

Estaba bebiéndose el café que preparó el propietario mientras ojeaba las


páginas de “Crueles Historias del Mundo”.

De pronto escuchó el sonido de la lluvia. Miró por fuera de la ventana para ver
caer un furioso diluvio estival.
Morino vio a los clientes que se habían levantado para marcharse sentarse de
nuevo. Sin duda pensaron en esperar un poco a que parara la lluvia.

En ese momento había cinco clientes en la cafetería, sin contarse ella.

Morino abandonó su asiento para ir al cuarto de baño. Por el camino notó algo
extraño bajo sus pies. En el suelo de madera oscura alguien había dejado caer
una libreta, la cual ella había pisado sin querer. Ella cogió la libreta y se la
guardó en el bolsillo. Al parecer no estaba pensando en devolvérsela a su
propietario.

Tras salir del baño, los clientes aún seguían contemplando la lluviosa escena a
través de las ventanas; su número no había cambiado.

Pudo hacerse una idea de la furia de la lluvia viendo la ropa del propietario del
local, quien había salido un momento a hacer un encargo. Estaba
completamente empapado.

Morino se olvidó de la libreta y siguió leyendo.

La lluvia paró y una vez más salió el sol.

Algunos clientes se levantaron y se fueron.

Los veraniegos rayos de sol rápidamente secaron las calles.

Parece ser que fue sólo cuando llegó a casa que se acordó de la libreta y leyó
su contenido.

“Fui al lavabo dos veces. La primera vez no estaba la libreta. Empezó a llover
inmediatamente después de eso, lo que significa que el número de clientes
permaneció fijo. Cuando fui la segunda vez, la libreta había aparecido allí. El
asesino estaba en ese local. El asesino vive en este vecindario.”

Levantó el puño frente a ella.

Dos cadáveres han sido encontrados en lugares que están a 2 o 3 horas de


nuestro pueblo. Uno no puede ignorar la posibilidad de que el asesino viva en
este pueblo.

Pero aún así, no me parecía realista que así fuera.

Este incidente sin duda ha sido comentado por todo lo largo y ancho del país.
Aún quedaba mucho sin resolver, y había buscadores de lo escabroso todavía
interesados en el tema. Ha sido tema de conversación por todo el país, incluso
en escuelas de primaria.

Se ha vuelto famoso por todas partes.

Es difícil de creer que el asesino esté viviendo aquí.


“¿No podría ser que esta libreta simplemente fuera un trabajo imaginario
basado en las noticias?”

“Tú lee el resto de la libreta.”

‘Por favor, adelante.’ Morino habló dando esta sensación.

5 de Agosto
Llevé a dar una vuelta con mi coche a una chica llamada Miguchi
Nanami.
Me la encontré en un restaurante de soba cerca de la montaña S.
Cuando fuimos al bosque en la ladera sud de la montaña, encontramos
un templo shinto.
Me la llevé al interior del bosque.
............

En el interior del bosque, el dueño de la libreta apuñaló con un cuchillo a la


chica llamada Miguchi Nanami en el abdomen.

Según el contenido de la libreta, su cuerpo fue destrozado. Con una meticulosa


caligrafía describía la manera como ambos ojos fueron sacados, el color y el
brillo de su útero, y demás cosas por el estilo.

Y así su cuerpo fue abandonado en el bosque.

“¿Te suena el nombre de Miguchi Nanami?”

Preguntó Morino. Yo sacudí la cabeza.

Hasta la fecha, no ha habido ningún informe sobre el descubrimiento del


cuerpo de Miguchi Nanami.

Mi primer contacto con Morino fue cuando coincidimos los dos en la misma
clase tras pasar a segundo año. Tuve el presentimiento desde el principio de
que había alguien más que se parecía a mí, viviendo la vida despreocupándose
de los demás. Incluso durante el descanso para comer, incluso cuando va
andando por los pasillos, ella siempre elude a los demás. En resumen, a ella no
parecía gustarle las multitudes.
En nuestra clase únicamente descubrí este rasgo particular en Morino y en mí.
Aún así, yo no me relacionaba fríamente con nuestros animados compañeros
de clase como hacía Morino. En mi caso, si alguien me sale con alguna
conversación, yo le contesto, y para suavizar el mecanismo de las relaciones
humanas, hasta hago alguna broma. Hacía lo mínimo requerido para tener una
vida normal.

Sin embargo, el socializar superficialmente y las sonrisas que les muestro a mis
compañeros de clase son esencialmente mentiras.

Desde nuestra primera conversación, Morino ha visto a través de esa parte de


mí.

“¿Puedes enseñarme cómo hacer la misma expresión también?”

Un día en la escuela, Morino se quedó de pie frente a mí diciéndome eso


inexpresiva. Tal vez estaba burlándose de mí por dentro. Eso fue alrededor de
principios de Mayo.

Tras eso, empezamos a charlar de vez en cuando.

Morino sólo iba de negro. Todo, desde su largo pelo liso hasta la punta de sus
pies, estaba envuelto en negro. En un marcado contraste, su piel es más
blanca que la de nadie que haya visto: sus manos son como si estuvieran
hechas de porcelana. Había un pequeño lunar bajo su ojo izquierdo, en un
diseño similar al de un Pierrot*, dándole el aire de ser una hechicera oscura.
[*NdT: Pierrot: payaso francés que tiene pintada la cara de blanco y una lagrima negra debajo
de un ojo.]

No es que su cara fuera menos inexpresiva que la de la gente normal. Por


ejemplo, cuando lee feliz un libro sobre el horrible asesinato de 52 mujeres y
niños en Rusia, no queda ni rastro del cadavérico rostro verde que tiene
cuando está en medio de los molestos compañeros de clase. Es más, sus ojos
parecen brillar.

Sólo cuando hablo con Morino no disimulo mi expresión facial. Si estuviera


hablando con otra persona, seguramente se preguntaría porqué tengo una
expresión tan sosa y apagada. Cuando hablo con ella, no hay problema con
eso.

Tal vez ella tenga razones similares, porque durante los ratos de descanso, ella
elige hablar conmigo.

A los dos nos desagrada sobresalir. En clase nos ocultamos a la sombra de


nuestros alborotadores compañeros: vivíamos nuestras vidas tranquilamente.

Y entonces llegaron las vacaciones de verano, y luego leí esta libreta.


Tras terminar la escuela ese día, tras encontrarnos en la estación, subimos a
un tren en dirección a la montaña S.

Tanto el encontrarnos fuera de la escuela, como el ver a Morino en ropa normal


en lugar de su uniforme escolar, era la primera vez para mí. Como siempre,
ella había elegido ropa de color negro. Noté por su mirada que ella debe de
haber pensado lo mismo de mí.

El interior del vagón estaba tranquilo, no estaba abarrotado. Sin hablar, los dos
empezamos a leer. Ella leía un libro sobre abuso infantil, yo leí un libro escrito
por los miembros de una familia de un famoso delincuente juvenil.

Tras bajar en la estación, le preguntamos a una anciana que trabaja en un


estanco de tabaco delante de la estación cuantos restaurantes de soba había
cerca de la montaña S. Descubrimos que sólo había uno, y que no estaba lejos.
Más tarde, Morino realizó una aguda observación.

“El tabaco mata a mucha gente, pero las máquinas de tabaco arrebataron y
mataron el medio de vida de esta anciana.”

Una respuesta especialmente inteligente no parecía ser necesaria, así que


ignoré su observación.

Caminamos siguiendo la carretera hasta que llegamos al restaurante de soba.


El camino empezaba a pronunciarse hacia arriba, y se curvaba hacia el lado de
la montaña cercana.

EL restaurante de soba era parte de una hilera de restaurantes al pie de la


montaña. Los negocios parecían ir mal aquí; la atmosfera era solitaria, sin
mucha gente o coches. La zona de aparcamiento del restaurante de soba
estaba completamente vacio, y aunque bien podría estar cerrado, seguía
teniendo puesto el cartel de “Abierto”. Entramos.

“Ah, así que es aquí donde el asesino conoció a Miguchi Nanami.”

Morino miró por todo el restaurante como si estuviera visitando algún lugar
famoso.

“Perdona. Sólo estoy especulando, es lo que se llamaría el escenario hipotético.


Ya que hemos venido aquí precisamente para saber si es verdad o no.”

La ignoré y leí la libreta.

Estaba escrita con un bolígrafo azul de punta redonda.

Dentro de la libreta había algo más que las notas de los asesinatos de las tres
chicas. A demás de eso, estaban escritos los nombres de algunas montañas.
Estaban en la primera página, así que parecía haber sido escrito antes de
cualquiera de las notas de asesinato.

Delante de los nombres de las montañas habían marcas como ◎, O, △ y X.


Las tres montañas que había hecho servir para deshacerse de los cuerpos
estaban marcadas con ◎, así que supuse que tal vez ésta sea una lista de
montañas adecuadas para deshacerse de los cuerpos.

No había ninguna indicación sobre el dueño de la libreta.

Nunca ha habido ninguna intención de entregar la libreta a la policía. Incluso


aunque no hiciéramos nada, tarde o temprano acabarán cogiéndole.

Si enviamos esta libreta a la policía, tal vez atrapen antes al asesino. Y el


número de víctimas al final seguramente sea menor. Obviamente había una
obligación de entregar esto a la policía.

Desafortunadamente, nuestras conciencias no nos molestaron por actuar como


si no hubiéramos encontrado ninguna libreta y guardarlo en silencio: éramos
crueles y reptilianos estudiantes de instituto.

“Si hay una cuarta víctima, sin duda será culpa nuestra.”

“Eso es terrible.”

Morino y yo sorbimos nuestros soba mientras teníamos esa charla. Ella no


tenía ninguna cara de “eso es terrible”, su voz era casual, como si sólo
estuviera interesada en los soba de una restaurante de segunda categoría.

Preguntamos por el templo shinto en el restaurante.

Mientras andábamos Morino miraba la libreta. Pasó las puntas de sus dedos
sobre la cubierta varias veces, tal vez tocando lo mismo que ese asesino de
sangre fría había tocado. De estas acciones, podría decir que ella sentía una
especia de temor reverencial hacia el asesino.

Por dentro yo también me sentía un poco así. Y también sé que no es correcto


sentir eso. Los criminales, por supuesto, tienen que ser castigados. Uno no
tiene que pensar en ellos como revolucionarios o artistas.

Al mismo tiempo, sé que algunos asesinos famosos son adorados por alguna
gente anormal. Sé que está mal convertirse en alguien así.

Sin embargo, somos esclavos del horror de los actos del propietario de la
libreta. Este criminal ha, en algún momento de la rutina diaria, cruzado una
línea: destrozando la dignidad y la individualidad de la gente, y destrozando
completamente sus cuerpos.

Tiene el irresistible encanto de una pesadilla.


Para tal de llegar al templo shinto, partiendo del restaurante de soba, tuvimos
que caminar aún más hacía la cima de la montaña a lo largo de unas
interminables escaleras.

Para los dos, la idea de mover nuestros cuerpos despertaba casi un odio
irracional.

Así que no teníamos ningún gusto por las pendientes de las montañas ni los
escalones.

Para cuando llegamos al templo estábamos exhaustos. Nos sentamos durante


un rato en un monumento de piedra construido sobre el suelo y nos tomamos
un respiro. De los arboles que fueron plantados en el suelo, largas ramas se
expandían hacía arriba, y mirando al cielo, podías ver el sol de verano
apareciendo entre las hojas.

Nos sentamos uno al lado del otro, indiferentes de las voces de las cigarras
que caían de arriba. Gotas de sudor empezaron a formarse poco a poco en la
frente de Morino.

Poco después se secó el sudor mientras se levantaba. La búsqueda del cuerpo


de Miguchi Nanami ha empezado.

“Ah, entonces el asesino y Miguchi Nanami caminaron juntos por aquí.”

Morino caminó junto a mí mientras murmuraba.

Dejando el templo, nos adentramos en el bosque.

¿En qué dirección y cuanta distancia caminó el asesino? No lo sé. Por ese
motivo, la búsqueda era a tientas e incierta.

Transcurrió una hora buscando por los alrededores.

“Creo que debe de estar por aquí.”

Dijo Morino antes de irse. No mucho después, desde la lejanía, ella gritó mi
nombre.

Caminé hacia la voz, y entonces, en el fondo de un acantilado, la vi de


espaldas. Sus brazos colgaban libremente a ambos lados. Se giró hacía un
lado, así que yo también miré hacia allí.

Y ahí estaba Miguchi Nanami.

Entre el bosque y el barranco, en la sombra de un gran árbol, en medio de esta


tenue melancolía veraniega, estaba ella, sentada y desnuda.
La parte inferior descansaba sobre el suelo. Su espalda se recostaba contra el
tronco del árbol. Sus brazos y piernas, desprovistos de fuerza, estaban
extendidos despreocupadamente.

Del cuello para arriba, no había nada.

La cabeza había sido cortada y colocada en su estomago.

Ambos ojos habían sido arrancados y colocados cada uno en las manos
izquierda y derecha.

En su lugar, en las cuencas oculares que eran ahora unos simples agujeros,
habían sido rellenadas de
barro. Incluso había metidas
hojas mohosas en el interior
de su boca.

Alrededor del tronco sobre


el que se recostaba la
espalda, algo había sido
enrollado. Ese algo una vez
fue el contenido del
abdomen de Miguchi
Nanami.

Restos de sangre aún


oscurecían el suelo.

Y además de eso le habían


arrancado la ropa.

Nos quedamos delante de


ella, incapaz de movernos,
mirando en silencio.

Incapaces de decir nada.

Simplemente contemplando
en silencio el cuerpo.

Al día siguiente recibí un mensaje de texto de Morino en el teléfono.

“Devuélveme la libreta.”
Sus mensajes de texto siempre eran cortos y concisos. Nunca añadía nada
innecesario. Igualmente, sabía que ella tenía una especia de aversión por
collares y adornos ruidosos y molestos.

Fui yo quien se llevó la libreta a casa. Cuando dejamos el lugar donde se


encontraba Miguchi Nanami, no se la devolví. En el tren de camino a casa,
Morino, que aún no se había recobrado del shock, únicamente se quedó
mirando a la distancia.

Cuando íbamos a marcharnos de ese lugar, Morino cogió la ropa que le


quitaron a Miguchi Nanami, y la metió en su bolso. La ropa había sido hecha
prácticamente a girones, pero el sombrero y el bolso, así como su contenido,
estaban intactos.

Dentro del bolso de Miguchi Nanami había cosas como maquillaje, una cartera,
y un pañuelo. Lo estuve mirando en el tren de camino a casa.

Según el carnet de estudiante de la cartera, descubrí que Miguchi Nanami


había sido una estudiante de instituto de una prefectura vecina. Dentro del
bolso había también una pequeña libreta para ir guardando fotos. Gracias al
carnet de estudiante y las fotos de la libreta, puede ver cuál era su cara cuando
estaba viva.

Los diversos amigos de Miguchi Nanami estaban todos sonriendo en las


pequeñas fotos.

En la tarde del día que recibí el mensaje, Morino y yo nos encontramos en el


McDonald’s de enfrente la estación.

Morino, al contrario de lo habitual, no vestía de color negro. Debido a esto no


me di cuenta de quién era al principio. Como el sombrero que llevaba era del
mismo tipo que del que ella había cogido al lado de cuerpo de Miguchi Nanami,
me di cuenta de que la ropa que se puso tenía la intención de parecerse a la de
ella también.

Su pelo, el maquillaje… todo recordaba a la Miguchi Nanami de las fotografías.


Como la ropa original estaba toda rota, debió de buscar alguna similar.

Cogió la libreta y pareció extremadamente contenta.

Se lo pregunté.

“¿Vas a decirle a la familia de Miguchi Nanami lo del cadáver en el bosque?”

Se lo pensó por un momento, y entonces anunció su intención de quedarse


inpasiva.

“Me pregunto cuánto tardará la policía en encontrarla.”


Morino, que parecía igual que Miguchi Nanami antes de su muerte, habló de su
muerte.

“Me pregunto qué estará haciendo la familia de Miguchi Nanami. ¿Tendrá algún
novio? Me pregunto qué tal eran sus notas.”

Morino estaba un poco diferente de lo habitual. Durante la conversación con


ella, su manera de hablar y gesticular había diferido de su manera usual. Se
preocupada de por donde le caían los mechones de pelo, y creaba la atmosfera
de una pareja sentada en asientos enfrentados, charlando sobre los temas que
ella iba sacando. Este es un comportamiento que Morino nunca había
mostrado hasta ahora.

Miguchi Nanami y yo nunca nos habíamos visto. Aún así, viendo a Morino, me
pregunto si Miguchi Nanami hubiera creado el mismo ambiente.

Morino puso sus codos sobre la mesa mientras actuaba alegremente. A su lado
tenia lo que una vez fue el bolso de Miguchi Nanami. Atado a la cremallera
había un llavero de un muñequito-mascota.

“¿Tienes pensado seguir vestida así por mucho tiempo?”

“Pues claro, es divertido, ¿no crees?”

Esta fue la actuación de imitación de Morino. Pero era más bien como una
manera normal de sonreír, y mirándose a un espejo, revisaba sus pestañas en
una imitación de una estudiante normal de instituto. Era más bien como si
Miguchi Nanami hubiera usurpado la naturaleza básica de Morino.

Mientras salíamos del McDonald’s, Morino, de repente y espontáneamente, me


cogió de la mano mientras andábamos. Ni ella misma se dio cuenta de esto
hasta que se lo comenté.

Estaba casi convencido de que estaba siendo abrazado por la fallecida Miguchi
Nanami.

Tras separarme de Morino delante de la estación y llegar a casa,


inmediatamente puse la tele. En las noticias estaban cubriendo los
escalofriantes casos de asesinatos.

Había un reportaje sobre la primera y segunda victimas. Por ahora seguían


poniendo noticias antiguas; no añadieron nada nuevo.

El nombre de Miguchi Nanami no apareció en ningún momento.

Estaban pasando imágenes de las dos víctimas, imágenes del sufrimiento de


amigos y familiares.

En la pantalla de la televisión aparecieron unas imágenes enormes---


fotografías de las dos víctimas….
Pensé en Morino, y un mal presentimiento me sobrevino. Aún así, las
posibilidades de que algo así pasara eran extremadamente bajas. Y con eso
descarté ese pensamiento de mi mente.

Las dos víctimas, tal como aparecían en las fotos, con su pelo y su ropa,
ambas se parecían a Miguchi Nanami.

Así que en resumen, podrías decir que hoy Morino era el mismo tipo de chica
tras las cuales va este asesino de sangre fría.

Una tarde, tres días después de encontrarnos en el McDonal’s, mi móvil


empezó a sonar indicando que había recibido un mensaje de texto de alguien.

Era de Morino.

“Ayuda.”

Un mensaje corto con sólo eso se mostró en mi pantalla de cristal líquido.

Mi respuesta fue una pregunta.

“¿Qué ha pasado?”

Esperé un buen rato, pero no respondió.

Intenté llamándola, pero su móvil estaba apagado. ¿Se le habrá acabado la


batería, o tal vez lo hayan destruido?

Esta noche llamé a casa de Morino. Ella me dijo el número de su casa


anteriormente. No me lo dijo porque quisiera que la llamara a su casa. Ella me
dijo inesperadamente que con su número de teléfono de casa, utilizando un
juego de palabras*, salía una frase perturbadora. Y por eso lo recordaba.
[*NdT: Se trata de crear frases con la pronunciación de los números. Por ejemplo, 427 se leería
como “shinina” que se asemeja a "shininasai" = “muérete”, y 37564 = “mina-goroshi” =
“asesinato en masa”.Así que se puede recordar el numero 37564 con la frase “asesinato en
masa”.]

Su madre contestó al teléfono. Tenía una voz aguda y hablaba muy rápido.

Dije que era un compañero de clase, y que había un mensaje del profesor y
que por eso quería hablar con ella para decírselo.
Aún no había vuelto.

Empecé a preguntarme si no podría ser que la hubieran atacado.

Como lo que había escrito en la libreta era verdad, también podría ser cierto
que el asesino hubiera estado en la misma cafetería tal como ella dijo. La
probabilidad de que el criminal inesperadamente haya visto de casualidad a
Morino con su apariencia actual por algún lugar no era cero. Para el criminal,
ver a Morino con su apariencia actual, un chica vistiendo exactamente de la
misma manera que Miguchi Nanami, a quien había matado unos días antes,
tiene que haberle parecido milagroso. Y eso debe de haberlo conmocionado
por dentro, creo yo.

Hay una pequeña posibilidad al menos de que eso provocara que el criminal
decidiera ir a por Morino. Seguramente tenga predilección por chicas vestidas
de esta manera, así que no te sorprendería ver de este tipo paseando por el
pueblo.

Si consideramos la posibilidad de que Morino pueda haber sido atacada por el


criminal, existe el riesgo de que Morino y el criminar hayan coincidido en sus
rutinas cotidianas. Después de todo estuvieron en la misma cafetería. A no ser
que el criminal estuviera haciendo un viaje muy largo y que se hubiera detenido
en esa cafetería de casualidad, Morino podría haber ido por algún lugar donde
él la hubiera visto. En otras palabras, la probabilidad de que los dos se
encontraran era alta.

Pensé sobre esto hasta altas horas de la noche.

Probablemente, justo en estos momentos, Morino sin duda debe de haber sido
asesinada. Supongo que su cuerpo habrá sido esparcido en alguna montaña.

Al día siguiente llamé a su casa una vez más.

Como esperaba, aún no había vuelto. Por lo que dijo su madre, esta era la
primera vez que pasaba la noche fuera sin llamar. Su madre estaba
preocupada.

“A propósito, ¿eres su novio?”

Desde el otro lado del aparato, la madre de Morino me preguntó eso.

“¡No, por supuesto que no, señora!”

“Venga, venga, ¡no tienes porqué negarlo así! Puedo verlo a la perfección.”

La madre de Morino no tenía ninguna duda de que yo era el novio de su hija.


Me explicó que su hija no tenía ningún amigo que pudiera llamarse
verdaderamente ‘amigo’, y que recibir una llamada de alguien en casa era algo
que no había ocurrido desde primaria.
“Últimamente esta chica ha empezado a vestir con colores más vivos, así que
estoy segura que debe de haber encontrado algún chico.”

Empecé a preocuparme por la factura del teléfono.

“En su habitación, ¿puede que haya una pequeña libreta marrón?”

Su madre inmediatamente fue a comprobarlo por mí. Dejó el teléfono


descolgado, y hubo un momento de silencio. Al poco rato pude escuchar su voz
de nuevo.

“Hay una libreta como esa en el escritorio, pero no estoy segura de si es la que
buscas.”

Parece ser que Morino no se ha llevado la libreta. De no haber sido así, podría
haber considerado la posibilidad de que Morino hubiera abierto la libreta en
algún sitio y que de casualidad el criminal la hubiera visto, con lo cual la habría
atacado para mantenerla en silencio.

Voy a ir a buscarla, así que necesitaré saber la dirección. Se lo pregunté a la


madre de Morino.

Tras colgar el teléfono, me dirigí a casa de Morino. Ya sabía que vivía cerca de
la estación, pero esta es la primera vez que visito su casa.

Su casa estaba en un tercer piso de un bloque de apartamentos delante de la


estación.

Cuando llamé al timbre, la mujer con la voz que había oído por el teléfono
contestó mientras abría la puerta. Sin duda es la madre de Morino.

“Vaya, vaya, ¡Bienvenido!”

La madre de Morino llevaba puesto un delantal; una normal ama de casa. Esto
era bastante diferente del ambiente de Morino al que estaba acostumbrado a
ver, así que empecé a preguntarme cómo teniendo una madre así, Morino se
había vuelto de esta manera.

Me invitó a entrar pero decliné. Tengo intención de acabar con este asunto
desde la entrada.

Cuando mencioné la libreta, ella inmediatamente la trajo, como si ya la tuviera


preparada. Mientras recibía la libreta, le pregunté si había leído el contenido,
con lo cual ella meneó la cabeza.

“Es que me cuesta leer una letra tan pequeña.”

Parece mucho más interesada en mí que en la libreta.


“Esta chica, ya desde que empezó el segundo año ha decidido ser concienzuda
con lo de ir a la escuela, así que debe de haber sido por este motivo, ¿verdad?”

Cuando Morino iba a primero, dijo que la escuela era aburrida. Y al parecer
tampoco asistía muy a menudo a clase. Esta es la primera vez que me entero
de esto. Sus gustos son un poco únicos, y por encima de todo, no se le da
bien mezclarse con la gente que le rodea. Así que pasara lo que pasara,
seguramente se habría vuelto así

Pregunté cuándo Morino había sido vista por última vez.

“Ayer, en algún momento pasado mediodía tal vez. ¡Yo también la vi salir!”

“¿Le preguntó adónde se iba?”

La madre de Morino negó con la cabeza.

“¿Entonces vas a ir a buscar a mi hija?”

Me preguntó la madre de Morino cuando empecé a alejarme de la puerta.

Contesté asintiendo con la cabeza.

Aunque es posible que no esté viva, añadí. Su madre pensó que era una
broma y sonrió.

Mientras caminaba hacia la estación, abrí la libreta con la cubierta de piel


sintética, y miré la página donde estaban listados los nombres de las montañas.

El criminal ha hecho una lista de las montañas donde piensa dejar los cuerpos.
Las que tienen una marca ◎ eran sin duda montañas que había juzgado como
especialmente convenientes para deshacerse de los cuerpos. Como había
cuatro montañas marcadas con ◎, y en tres ya se había depositado algún
cadáver, significa que por ahora las montañas en donde se han encontrado
cuerpos han sido escogidas exclusivamente de aquí.

Entonces pues, de las cuatro montañas marcadas con ◎, tres ya han sido
utilizadas para esconder un cuerpo. Lo que te lleva a pensar en si Morino no
habrá sido llevada a la última montaña que queda.

Y esa era la montaña N.

Le pregunté a un empleado de la estación qué tren tenía que escoger para ir a


la montaña N y compré un billete.
Bajé del tren en la estación más cercana a la montaña N, y desde ahí cogí un
autobús. Al pie de la montaña N se podía ver crecer las uvas. Vi varios carteles
de recogida de uvas desde la ventana del bus.

Conduciendo su coche para visitar la montaña N, ¿dónde habría dejado el


criminal el cuerpo? Seguramente habrá realizado su ritual en algún lugar
remoto donde nadie pudiera escuchar los gritos. No tengo ni idea de dónde
puede estar ese lugar.

Los únicos que íbamos en el autobús éramos el conductor y yo. Miré al mapa
de la ruta pegado en el interior del bus y hablé con el conductor. Decidí probar
en un lugar donde creo que el criminal debió parar.

Desde la zona donde vivimos Morino y yo hasta la montaña N, la mayoría de


los coches acostumbran a ir por la carretera de prefectura que pasa por la
ladera este de la montaña N. Originariamente no habían muchas carreteras
que fueran a la montaña N; a parte de esta carretera de prefectura no había
ninguna otra en la zona donde vivimos.

Sea donde sea que haya llevado el criminal a Morino a la montaña N, sin duda
tiene que haber cogido la carretera de prefectura. Según lo que me ha dicho el
conductor, la carretera por donde va ahora mismo el autobús es la carretera de
prefectura.

Bajé del bus en la parada. Si yo hubiera ido en coche hasta las profundidades
de la montaña N, había una carretera amplia que te llevaba cerca de la cima.
La parada del autobús estaba muy cerca de esta carretera.

Caminé por la carretera hasta la cima. Estaba asfaltada, pero aún así un coche
casi no podría llegar hasta aquí.

Habían algunas carreteras secundarias más estrechas que se adentraban en el


bosque. Me preguntaba por cuál habrían entrado el criminal y Morino.

Mientras subía por la cuesta, la altitud gradualmente iba ascendiendo. Mirando


entre los árboles, el pueblo se había vuelto pequeño y difuso.

Fue una lucha llegar hasta cerca de la cima. Había un pequeño aparcamiento y
una construcción que parecía ser una plataforma de observación. Un coche no
podría ir más allá de este punto. Como no había pasado demasiado tiempo
desde que empecé a andar, no estaba cansado.

Busqué el cuerpo de Morino.

Bajé por un camino que se metía entre los árboles, entrando en una carretera
secundaria que había visto.

El cielo estaba nublado y el bosque metido en la oscuridad. Un denso manto de


árboles asomaba de entre un entramado de hojas y ramas.
No hacia viento; sólo el canto de las cigarras llenaba los alrededores.

La montaña N era demasiado extensa para encontrar un único cuerpo humano


que había sido despedazado. Tal vez resulte imposible encontrar a Morino,
juzgué al final.

De camino a la parada del autobús, mi cuerpo entero estaba sudando, cansado


de tanto andar.

En la carretera de prefectura por donde pasaba el autobús, habían algunas


pocas casas esparcidas. Incluso en la carretera que subía a la cima había una
casa, y en el jardín había un hombre mayor, a quien le pregunté si había subido
algún coche por esta carretera la pasada noche, adentrándose en la montaña.
Él negó con la cabeza. Tras eso llamó a algunos de sus familiares
trasladándoles mi pregunta, pero al final parece ser que no vieron ningún coche.

¿En qué clase de situación estaba Morino ayer cuando envió ese mensaje?

¿La secuestró el criminal utilizando la fuerza bruta? Me preguntaba yo.

No creo que sea tan débil ni estúpida.

O tal vez, ¿que el criminal la haya cogido no será una exageración mía?

Me senté cerca de la parada del autobús y leí la libreta. De la descripción de


los tres asesinatos, no era suficientemente hábil para entender la personalidad
del criminal hasta el nivel de un análisis psicografico.

Una gota de sudor cayó sobre la libreta y la tinta se corrió; parte de la frase se
volvió ilegible. Al parecer, el criminal no ha utilizado tinta indeleble para escribir
sus descripciones.

Para empezar, ¿cuándo escribió el criminal en su libreta? ¿Justo después del


crimen en su coche, o tal vez al regresar a casa? Seguramente no lo habría
escrito en mitad del crimen, ¿verdad? Sin duda recordaba el crimen y entonces,
completamente extasiado al imaginárselo, lo escribía.

Como el autobús llegó me levanté. Miré a mi reloj: han pasado tres horas
desde mediodía.

Decidí bajara de la montaña.

Quizás también es posible que el criminal simplemente esté manteniendo a


Morino encerrada en su casa sin matarla. La única manera de determinar si es
así o no seria preguntándoselo al mismo criminal.

Si ya ha sido asesinada, tendré que encontrar dónde ha sido abandonado su


cuerpo.

Porque quería verlo.


Sea como sea, tengo que bajar de la montaña N y encontrarme con ese
criminal; no hay otro camino. Por supuesto, estaba totalmente decidido a
hacerlo.

La cafetería en donde Morino se había convertido en una clienta habitual está


situada lejos tras el distrito comercial de en frente la estación. Ya había oído
hablar de ella antes, pero esta era la primera vez que entraba.

Como me habían dicho, estaba tenuemente iluminada y envuelta en una


confortable oscuridad. Sonaba una música tranquila, fundiéndose con el
modesto ambiente.

Tomé sitio en un asiento libre de la barra.

En el interior del local había un indicador que mostraba donde estaban los
servicios. Examiné el suelo por las proximidades. Morino me había dicho que
fue aquí donde encontró la libreta.

Había otro cliente en el local a parte de mí. Una chica joven que llevaba un
vestido. Estaba sentada al lado de la ventana bebiendo un café mientras leía
una revista.

Como el propietario del local venia hacia aquí, llevando el pedido, intenté
preguntándole.

“¿Esta persona de aquí es una clienta habitual?”

El asistió. Y luego levantó la cabeza dubitativo como si fuera a decir ‘¿pasa


algo con eso?’

“Olvídalo. No quería decir nada con eso. De todos modos, ¿querrías darme un
apretón de manos?”

“¿Un apretón de manos? ¿Por qué?”

El propietario era un hombre con cara de apariencia honesta. No era joven,


pero desde luego tampoco era de mediana edad. Su piel era blanca, y llevaba
una camiseta negra como esas que venden en cualquier parte.

Tenía la barba bien afeitada.


Parece ser que justo desde el primer momento, él me había considerada un
cliente extraño. Le miraba demasiado.

El café que pedí estuvo preparado en seguida.

“Soy amigo de una chica llamada Morino. Creo que la conoces, ¿puede ser?”

“Es una clienta habitual.”

Probé a preguntarle si aún seguía viva o no.

El propietario se quedó helado. Cuidadosamente bajó la taza de café que


estaba sujetando y me miró directamente.

Sus ojos perdieron su brillo, se volvieron negros, como agujeros desprovistos


de luz.

Había sentido esto antes, más que el potencial de cualquier de los clientes de
esta cafetería durante la tarde de lluvia, el potencial de que esta persona sea el
criminal es el mayor de todos. Supe que había acertado.

“….me pregunto, ¿a qué te refieres?”

Hizo ver que no lo sabía.

Le mostré la libreta. Cuando vio eso, la forma de su boca se curvó en una


sonrisa. Unos afilados colmillos asomaron por ella.

“Morino-san recogió esto el otro día.”

Cogió la libreta entre sus manos y empezó a pasar las hojas.

“Así que sabías claramente que yo era el propietario de esta libreta, ya veo.”

“Al menos la mitad de ello fue una suposición.”

Expliqué cómo había ido a la montaña N a buscar el cadáver de Morino y cómo


pensé que estaría allí.

¿Qué pensará el criminal de esto? Me preguntaba yo.

Primero apliqué mi imaginación sobre el criminal que había perdido la libreta.

¿Por qué motivo escribía en esta libreta? ¿Para tal de conmemóralo? ¿Para tal
de no olvidarlo? Sin duda él debía haberlo leído repetidamente, muchas veces,
así que lo debía tener metido en la cabeza.

Por tanto, era poco posible que el criminal no se hubiera dado cuenta de que
había perdido la libreta.
En primer lugar, ¿Dónde podría llevar la liberta? Normalmente sería en un
bolsillo, o dentro de una mochila. Para que se le hubiera caído tenía que ser
seguramente un bolsillo. Mientras se lavaba las manos en el lavabo, o
sacándose un pañuelo del bolsillo, la libreta debió caérsele.

Y entonces, ¿Cuándo se dio cuenta de ello? ¿Unos diez minutos después, o


unas horas después…? Seguramente menos de un día, sin duda.

Y entonces--- esta es una deducción arbitraria, pero sentí que el criminal debía
haber perdido la libreta en algún lugar cerrado. Era así porque quería poder ver
la libreta a menudo. Cada vez que los pensamientos oscuros en su cabeza
empezaban a revolverse, leería la libreta y se calmaría. Con eso, al sujetar
frecuentemente la libreta entre sus manos, confirmando su presencia, el
periodo de tiempo y el área en donde la libreta podría habérsele perdido
quedaban ambos restringidos en un margen muy escaso.

Y entonces el criminal seguramente empezó a buscarla, comprobando el suelo


para ver si se le había caído la libreta.

Pero no estaba ahí.

Y el criminal entonces debió detenerse para pensar: Alguien debe de haber


recogido la libreta.

Bajo ningún concepto podía dejar que nadie leyera el contenido de esa libreta.
Tal vez la policía investigará la tercera víctima y encontrase el cuerpo. Si eso
hubiera sido así, él no estaría particularmente preocupado. El problema estaba
en la posibilidad de que encontraran huellas dactilares en la libreta. Y también
había la posibilidad de que analizaran la escritura.

Si yo hubiera estado en esta situación, ¿qué habría hecho?

Seguramente no hubiera atacado a una cuarta persona.

Después de todo, es posible que la policía estuviera investigando por esta área.
Porque había perdido la libreta dentro del área de sus movimientos cotidianos
habituales, así que la policía podría considerar que el criminal estaba por algún
lugar de esta zona.

Estaría poco dispuesto a hacer nada.

Sin embargo, incluso después de un tiempo, el cuerpo de la tercera víctima,


Miguchi Nanami, no ha sido encontrado. Porque Morino y yo no hemos
entregado la libreta a la policía.

El criminal seguramente estaba esperando a que aparecieran las noticias del


descubrimiento de su cuerpo. Si fuera yo, me habría contenido hasta que
hubiera confirmado que era suficientemente seguro intentar un cuarto
asesinato.
Y entonces, Morino desapareció.

Considerando que la posibilidad de que la desaparición de Morino fuera


simplemente la travesura de una niña era improbable, intenté imaginarme
porqué había esta discrepancia.

Poniéndome yo mismo en la piel del criminal, ¿en qué situación habría matado
a una cuarta persona?

• Si no pudiera contenerme pasara lo que pasara.


• Si me volviera demasiado confiado al no haber sido atrapado,
despreciando los riesgos y subestimando a la policía.
• Si no me importara que me atrapara la policía.
• Si pensara que la libreta no la había cogido ni leído nadie.
• Si pensara que la persona que recogió la libreta no se lo hubiera tomado
en serio.

O también, después de todo, que no me hubiera dado cuenta de que la había


perdido tal vez. Para cualquiera de estas posibilidades el potencial no era cero.
Sin embargo, lo intenté apostando por una última posibilidad. ¿Puede que el
criminal lo haya considerado de esta manera?:

• Alguien ha cogido la libreta, pero no ha leído su contenido. Como


resultado, la policía no ha sido alertada y el cuerpo de Miguchi Nanami
no ha sido encontrado.

El propietario de la cafetería escuchaba mi charla mientras asentía con una


cara de gran interés.

“Y entonces, ¿cómo puedes decir que yo soy el criminal?”

Recibí la libreta de nuevo de sus manos, y pase las paginas hasta una en
concreto. Una palabra había sido borrada por el sudor y ahora era ilegible.

“La tinta se disuelve en el agua, así que las palabras se borran si se mojan –
Tú lo sabías. El criminal, al ver que la libreta no estaba dentro del local, ¿no
habría pensado que la había perdido fuera? – Esto es lo que supuse.” Morino
me había explicado que se puso a llover en esa tarde durante el momento en
que la libreta se perdió.

Seguro que el criminal también debió considerar que perdió la libreta durante el
momento que calló la lluvia.

Si el criminal estuviera utilizando la habitual manera de pensar, habría


esperado que alguien del local hubiera cogido la libreta, y que entonces la
policía probablemente habría sido informada de eso. Sin embargo, las noticias
del descubrimiento del cadáver de Miguchi Nanami no salieron por las noticias.

“Y entonces, ese día, ¿no podría ser que el criminal concluyera que había
perdido la libreta en la lluvia? Esto es lo que he supuesto. Y si hubiera sido así,
la libreta se habría mojado por la fuerte lluvia, y el contenido se habría vuelto
ilegible.”

Ese día, la única persona que salió fuera durante el tiempo que estuvo
lloviendo fue el propietario de la cafetería: Así me lo había hecho saber la
historia de Morino.

Había montado esta explicación casi completamente utilizando sólo mi


imaginación, como andando por la cuerda floja, y en cuándo hube terminado, la
forma de la boca del propietario de la cafetería se volvió en una amplia sonrisa.

“Estaba convencido de que la libreta se me había caído bajo la lluvia.”

Morino-san estaba dentro. Él me lo dijo.

El segundo y tercer piso de la cafetería era su casa según parece.

Y entonces volvió a guardad la libreta en su bolsillo con cuidado. Se giró


dándome la espalda, avanzó hasta la puerta del local y la abrió.

El cielo que antes había estado tan nublado apareció despejado ahora. El
mundo exterior iluminado por los veraniegos rayos de sol apareció blanco para
los ojos acostumbrados a la tenue iluminación del local. Salió de la cafetería y
caminó hacia la calle, desapareciendo dentro de la luz.

La otra clienta que había, quien había sido identificada como una clienta
habitual, se levantó de la mesa y se quedó frente a la caja registrador para tal
de pagar. Tras mirar alrededor del interior del local, me preguntó, “¿Dónde está
el encargado?”, pero yo únicamente meneé la cabeza.

Las escaleras estaban fuera del edificio: para tal de subir al piso de arriba, hay
que salir del local.

Morino estaba atada en el tercer piso. Su ropa era igual que la de Miguchi
Nanami, sus manos y pies estaban atados con cuerdas, y estaba tumbada
sobre el tatami.

No parece que le hayan hecho anda.

Al ver mi cara, entrecerró los ojos gentilmente. Esa era su sonrisa. Ya que tenía
una toalla enrollada en la boca, por lo que no podía hablar.

Cuando le saqué la toalla tomó una fuerte inspiración.

“El encargado del local simuló tener una pierna rota y me pidió que le ayudara
a cargar una cosa. ¡Antes de que me diera cuenta… pasó esto!”
La cuerda atada en sus manos y pies parecía difícil de desatar. La dejé en ese
estado y fui a visitar el interior de la estancia. Por el estado del interior de la
vivienda, parece que el propietario de la cafetería vivía solo.

Encima de un escritorio había un trozo de papel blanco, como si fuera de una


libreta. Y en ese trozo de papel había dibujadas incontables cruces pequeñas.

En un estante había un set de cuchillos guardados. Era fácil adivinar que estos
fueron los utilizados para matar. En las descripciones de la libreta, la palabra
“cuchillo” aparecía a menudo.

Todavía estirada en el suelo, Morino levantó la voz, culpándome por no


liberarle sus manos y piernas.

Cogí un cuchillo conveniente del set de chuchillo y lo utilicé para cortar las
cuerdas.

“¡Si no nos vamos enseguida, el propietario de la cafetería nos encontrará!”

“Él no vendrá, te lo aseguro.”

Seguramente no volverá nunca aquí de nuevo. Estaba prácticamente


convencido de eso. Existía el potencial de que tal vez volviera aquí para
matarnos a Morino y a mí para tal de mantenernos en silencio, pero por algún
motivo, sabía que no lo haría.

Porque durante la conversación que mantuvimos en la barra de la cafetería,


sentí que yo y esa persona anormal, de alguna manera fuimos capaces de
comunicarnos con el corazón del otro.

Tal vez la razón por la que se fue tan rápido del local es porque intuitivamente
él sabía que yo no se lo contaría a nadie.

Morino me miró extrañada cuando declaré que el encargado del local no


volvería nunca a aquí. Se levantó mientras se arreglaba la ropa.

“Sólo pude enviarte ese mensaje, y entonces me descubrió…”

Encima de la mesa estaba el móvil de Morino apagado. El bolso de Miguchi


Nanami, que Morino llevaba en ese momento, estaba ahí también. ¿Puede
que el criminal no se haya dado cuenta de que el bolso de la 3º victima y que el
bolso de la que iba a ser la cuarta víctima, eran exactamente el mismo?¿ O tal
vez fue precisamente porque era el mismo bolso que fue a por Morino?

Parece ser que ató a Morino y la dejó aquí todo el día. Caminando
inestablemente se dirigió hacia las escaleras.

Cuando salimos del piso, me llevé conmigo el set de cuchillos y el papel de


encima la mesa. He decidido que estos serán mis suvenirs. Cuando la policía lo
descubra todo y encuentre este sitio. Tal vez se preocupen por no poder
encontrar el arma del crimen, supongo. Naturalmente, a mí no me preocupaba.

Tras llegar al primer piso, miramos dentro del local. Dentro de la inhabitada
tienda sonaba una música tranquila. Cogí el letrero que colgaba de la puerta y
lo giré de “Abierto” a “Cerrado”. Morino se quedó a mi lado frotándose las
muñecas mientras observa su estado. Aún le quedaban marcas de las cuerdas
en ellas.

“Qué experiencia más horrible.”

Murmuró ella.

“He decidido que nunca volveré a este sitio.”

“¿Pero no estás contenta de haber podido encontrarte con esa persona?”

Morino inclinó la cabeza.

“¿Esa persona? En primer lugar, ¿Por qué el encargado de la cafetería me hizo


esto? No logro entenderlo.”

No se ha dado cuenta de que el propietario de la cafetería era el asesino de


sangre fría.

Dejé caer mis ojos sobre el papel de mi mano, y observé las incontables
pequeñas cruces.

FIN
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