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DATOS ETNOHISTORICOS DE CHACLLA

El pueblo de Chaclla comparte un gran pasado histórico relacionado a los


Yauyos, conjugados en un extenso territorio en donde se desenvolvieron
distintos pueblos y grupos relacionados a una misma nación. Está nación,
luego, se vio interrumpida por la invasión española que llega al Perú, primero a
Cusco, y después a toda la Sierra peruana, y es entre los siglos XV al XVIII
donde diversos cronistas, como Ávila, datan sobre los pueblos Yauyos que
habitaban la Sierra Costeña de Lima.

Esta nación de los Yauyos reunía una gran cantidad de pueblos y dentro de
estos diversos ayllus que corrieron con la mala suerte, así como muchos
pueblos de toda la sierra peruana, de tener en cada uno de ellos repartimientos
y recibir a los visitadores. Dentro de estos pueblos tenemos a Chaclla, cuyo
nombre original era San Francisco de Chaclla y pertenecía a la huaranga del
mismo nombre. Dentro de esta huaranga, San Francisco de Chaclla, se
encontraban otros pueblos, como San Juan de Collata y San Antonio de
Jicamarca, en donde se encontraban tres ayllus, que son los siguientes:
Collata, que pertenecía a San Juan de Collata; Jicamarca, que pertenecía a
San Antonio de Jicamarca; y Chulla que pertenecía a San Francisco de
Chaclla.

Chaclla: organización de ayllus

Los Yauyos han estado dominados, antes de la invasión española, por


caciques que tenían desiguales jerarquías entre sí; el principal de ellos era el
que residía en el pueblo de Huarochirí. Tanto en los mitos recogidos por Ávila
como en las dos visitas del XVIII, se tiene que la etnia Yauyo se dividía en
ayllus.

La etnia Yauyo se instituyó en un territorio determinado por una orografía


demasiada abrupta, que comprenden paisajes y climas que van desde las
quebradas cálidas hasta los glaciares y lagunas en las cumbres.

Su forma de vida, y por consiguiente su economía, se acomodaron a lo que el


paisaje les brindaba; los microclimas de las quebradas consienten el cultivo del
maíz, las faldas de los cerros presentan condiciones favorables al cultivo de la
papa y los pastos de las aturas valen de alimento a los auquénidos.

El agua de la laguna fue represada y transportada a los cultivos por medio de


acequias, algunas de las cuales son utilizadas en la actualidad. Estas represas
impidieron el desperdicio de agua, procedente del deshielo de los glaciares, las
lluvias y, en las quebradas, de las filtraciones subterráneas que brotan en los
puquios.
La escasez de tierra cultivable fue salvaguardada en parte por la construcción
de los andenes en las laderas empinadas, a los que se transportaba el agua
por medio de canales obtenidos de las acequias principales.

El acrecentamiento de la población posiblemente haya hecho sentir a los


Yauyos la necesidad de mas tierras de cultivo, por lo que en sus propósitos de
expansión territorial trataron de acceder a los valles de los Yungas, entre ellos
el del río Chillón, donde se hallaban las excelentes chacras de Quibi.

El dominio y el beneficio de una región como la de Huarochirí no podía ser


nunca labor de un grupo pequeño. Se imponía la necesidad de una población
multitudinaria que estuviera organizada de tal manera que todos contribuyeran
trabajo. La repartición de tareas, la prioridad de ejecución de unas sobre otras,
el conocimiento de los ciclos agrícola y ganadero, la guerra permanente con
sus vecinos para conservar los límites del propio territorio, todo esto requería
de una organización mantenida aún a costa de inflexibles sanciones.

Pariacaca, el héroe cultural, definió esto de una vez para siempre, antes de la
llegada de los incas, quienes en parte no tuvieron más remedio que admitir
esta organización a fin de afirmarse un grupo socio en medio de un territorio
especialmente enemigo a los cusqueños; se limitaron a sobreponer el culto al
sol, la división en hanan y hurin, por ejemplo. Además, la organización social
del Cusco no difería casi en nada a la de sus vecinos.

Las leyendas de Huarochirí hablan siempre de divisiones en grupos, al parecer


fundados en vínculos mitológicos, como por ejemplo la división mediante la
labor que alguien ejecutaba, pero en la lengua que hablaban.

Otro tipo de división que se tiene, además de las señaladas por el trabajo que
ejecutaban o el parentesco mítico, sería la que tiene en cuenta el origen; así
serían, huaris o llacuaces, según fueran oriundos del pueblo de que se trate,
sin tener recuerdo de haber sido nunca extranjeros allí, o los que aun habiendo
nacido en ese pueblo, su estirpe fueran forasteros.

Por consiguiente se tendría, como explicación, que los ayllus de Huarochirí y


en especial los del repartimiento de Chaclla, han sido nombrados en función de
parentesco mítico, de trabajo especializado y de origen; este último caso da
lugar, a su vez, a una especialización en alguna de las dos fuentes de
subsistencia (ganadería y agricultura).

Lamentablemente con la poca información que se tiene del pueblo de Chaclla,


desde tiempos tempranos, que nos indique cuales eran los demá ayllus de
Chaclla, al momento de la invasión española, y menos aun cuando sucedieron
las reducciones a pueblos; las visitas que se realizaron fueron demasiado
tardías (S. XVIII) y seguramente desde el S. XVI han desaparecido muchos
ayllus y otros se han agregado por migración.
La baja demográfica y el mestizaje por un lado redujeron los ayllus y por otro
lado crearon otras condiciones de complementariedad de economías. Por eso,
los ayllus pos hispánicos no sabemos hasta qué punto son representativos, en
cuanto a organización social, de la etapa anterior.

Gentile Lafaille, M. E.

1976 Distintos aspectos del tributo entre los Yauyos de Chaclla (siglo XV-
XVIII). En: Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). V, nº3-4,
pp. 77-89.

1977 Los Yauyos de Chaclla: Pueblos y ayllus (siglo XVIII). En: Boletin del
Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). VI, nº 3-4, pp. 85-107.

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