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CURIOSIDADES

1. Para saber si las gallinas iban a poner huevos, se metía el


dedo en el culo. Cuando estaban a punto de poner un huevo
no se dejaban salir al corral y así estaban controladas.

2. Para que las gallinas pusieran los huevos antes, se les


untaba sal en el culo y al escocerle, el huevo salía de
inmediato.

3. El que se tomaba el primer huevo que había puesto la


gallina, se decía que duraba un año más.

4. Las cabras salían todas las mañanas y eran ordeñadas en


cada puerta. Se vendía la leche por litros, medios o
cuartos. Cada mujer salía con su olla y compraba la leche
que necesitaba.

5. El vino se vendía a granel, por cuartillas (cuatro litros), o


por arrobas.

6. Cuando estaban los huevos recién puestos y aún calientes,


se restregaban en los ojos de los chiquillos. Esto se decía
que servía para dar vista.

7. Para saber quien quería más en un matrimonio, se hacía el


siguiente rito: Se cogía un hueso de la pechuga de un pollo.
Cada uno tiraba del hueso y al que le tocaba el hueso
más grande, era el que más quería al otro.

8. La hierba del amor: En el campo había una hierba que se


machacaba y se ponía en el dorso de la mano. La planta
provocaba una reacción en la piel. Si se te hinchaba la
mano, significaba que te quería el novio.
9. Lo primero que había que meter en una casa antes de ser
habitada, era aceite, pan y sal. Esto se hacía con la
intención de que estos alimentos no faltaran nunca. La sal
es símbolo de alegría que nunca debía faltar en el hogar.

10. Cuando se ponía una gallina llueca y había tormenta, se


decía que se echaban a perder los huevos. Entonces se
hacía una cruz con dos palitos atados. Se metían los
huevos en una canasta y se ponía la cruz encima, hasta que
pasara la tormenta.

11. En las matanzas se cortaba el hocico del cerdo y se


colgaba en la ventana de la puerta de la calle. De este
modo, si había alguna moscarda se paraba allí y no entraba
dentro de la casa. Esto era para intentar que la matanza
no se echara a perder por la “cagada de la moscarda”.

12. Cuando se mataba un cerdo, la vejiga se limpiaba sobre la


pared encalada, se inflaba como un globo y se ataba con
una cuerda para disfrute de los chiquillos.

13. Se vendía harina de cebada en las tiendas de ultramarinos


para hacer unos deliciosos refrescos con huevo batido.

14. En la época de la aceituna, se hacían lumbres y se metía


una teja en la misma para que cogiera temperatura. La
teja se sacaba de la lumbre y se envolvía en un trapo
utilizándose posteriormente para calentarse las manos.

15. En el invierno, como hacía mucho frío, se metía un ladrillo


en la lumbre, se sacaba y se envolvía en un trapo. Por la
noche se metía dentro de la cama.
16. En las puertas de las viviendas, se remendaban los
pantalones y se zurcían los calcetines, poniéndoles piezas
o telas de colores con tejidos parecidos. Las vecinas se
juntaban en corro, al solecito, para hacer estas tareas.

17. El afilador pasaba por las calles y afilaba los cuchillos,


tijeras etc. Iba llamando a la gente con su característico
sonido de la armónica.

18. El hojalatero iba por la calles pregonando: “Se arreglan las


ollas, sartenes…”. Las mujeres salían, le entregaban sus
utensilios y el hojalatero los arreglaba con una especie
de remachadora.

19. La cal se “apagaba” en un bidón con agua donde se tenía


varios días hasta que se enfriara. Después la cal apagada
servía para encalar los corrales en primavera. La cal se
vendía en las caleras. Era frecuente ir andando a la calera
a comprar la cal.

20. Cada cierto tiempo venían por las calles arreglando y


atirantando las colchonetas de las camas que con el tiempo
iba cediendo con el peso del cuerpo. Esta deficiencia
provocaba que el colchón se hundiera y no se descansara
bien.

21. En los años bisiestos, las habas vienen en las vainas al


revés que en el resto de años.

22. Los cerdos se compraban de pequeños. Los vendedores


venían vendiéndolos por las calles. Se engordaban con
grano, molluelo y patatas cocidas y después se
sacrificaban para hacer la matanza o bien, se vendían “por
arrobas” a otras personas.
23. Los higos los echa la higuera en la rama nueva y las brevas
los echa en la rama vieja.

24. Se vendían tortas por las calles al son de: “Vamos niñas a
las tortas, bilbainos, tortas de manteca…”.

25. El semanero, que era como se llamaba a la persona que


recogía los encargos de las vecinas, recorría todo el
pueblo recogiendo y entregando encargos que él había
conseguido en Granada. Este señor traía zapatos,
calcetines, toallas y todas las cosas que no había en el
pueblo. Las mujeres le iban pagando poco a poco y éste lo
iba apuntando en una libretilla que le servía de control.

26. Las mujeres tenían que barrer con una escoba la puerta de
la calle (La zona que correspondía a su casa), unas veces
como rutina y otras porque pasaban frecuentemente
rebaños de cabras y la ensuciaban. A veces se repetía
esta limpieza dos o tres veces al día.

27. A veces, venían los “tíos traperos” a cambiar trapos viejos


por fuentes, platos, tazas, etc. Las mujeres se
desprendían de los trapos inservibles y los cambiaban por
cualquier objeto decorativo.

28. “Al rico camarón”, venía pregonando el vendedor con su


cesta al hombro. Este señor que venía cada cierto tiempo
los despachaba poniéndolos en cucuruchos de papel.

29. Como no había frigoríficos en las casas, el hielo para


hacer el gazpacho o enfriar cualquier alimento se
compraba por trozos.
30. El sombrillero venía arreglando las sombrillas y paraguas
por las calles. Solía hacer el trabajo en la misma puerta
del cliente.

31. Como el agua potable era muy dura para cocer las
legumbres, se compraba agua de mejor calidad a granel. El
aguador venía vendiéndola en un camión todas las
semanas.

32. Había un peluquero que iba pelando por las calles. Este
señor que no tenía ninguna formación académica se
atrevía a cortar el pelo a todo aquel que se pusiera por
delante.

33. Las inyecciones se ponían en el propio domicilio: Se


llamaba al practicante y este venía de Láchar con su
maletín; hervía la jeringa en un cacharrito en el que ponía
algodón con un poco alcohol; lo prendía con el mechero
para hervir el agua y así poder desinfectar la jeringa y
las agujas.

34. El pescado se vendía por las calles, sin ningunas medidas


de higiene. Cuanto más tarde se vendía, mas barato
costaba.

35. Cada cierto tiempo venían por las calles comprando la lana
de los colchones. A veces, también era cambiada por
colchones “Flex”.

36. El sillero arreglaba los asientos de las sillas de enea y los


dejaba completamente nuevos. El sillero llevaba consigo
los utensilios necesarios y realizaba el trabajo en la
puerta del vecino que había demandado sus servicios.
37. “El lañador de lebrillos” ponía lañas y arreglaba los
lebrillos de la matanza.

38. Las algarrobas se vendían por las calles y, a veces, estas


eran cambiadas por suelas de alpargatas viejas.

39. Pregonaban por las calles “Triqui Luky metro y medio, una
gorda” (Este dulce era como una especie de regaliz).
Todos los chiquillos salían como locos a comprarlo.

40. Para tener suerte en la casa, sus moradores ponían una


herradura con 7 agujeros en la entrada.

41. “Al rico pan de la Habana que se come sin gana”,


pregonaba el vendedor (especie de barquillo de canela).
Se compraba o era cambiado por suelas de los zapatos que
habían sido rebuscadas en los estercoleros.

42. Los útiles de la matanza también se vendían por las calles


como por ejemplo, los calderos, las tinas, las calderas, las
raseras etc.

43. La comadrona o el comadrón asistía a las mujeres


embarazadas en sus mismas casas cuando daban a luz. En
Láchar, era el practicante “Pelayo” el que ayudaba en los
partos.

44. Los garbanzos crudos se cambiaban por garbanzos


tostados. Las mujeres daban un tazón colmado de
garbanzos crudos y se lo cambiaba por un tazón raso de
garbanzos tostados. El colmo era la ganancia. El hombre
iba pregonando: “ Garbanzos tostados, tiernos y rajados,
cambio crudos por tostados”
45. También venían personas interesadas en comprar los
pellejos de los animales (conejos, borregos, cabras…). Al
matar un animal, se le quitaba el pellejo, se limpiaban muy
bien y se secaban a la sombra.

46. Lo primero que se compraba en una casa era la escupidera


que se colocaba debajo de la cama. Ésta se hacía muy
necesaria porque no había cuartos de baño y el
estercolero frecuentemente quedaba lejos.

47. El trapero venía pregonando: “Niña tirarse al suelo


romper las batas y los baberos, decirle a vuestra madre,
una alpargata para el trapero”.

48. Las suelas de las alpargatas las rebuscaban las mujeres en


los estercoleros para cambiarlas después por algarrobas.

49. Frecuentemente, la tendera fiaba los mandados hasta el


verano, época en la que trabajaban los hombres e
ingresaban algún dinero. Durante el invierno, con los largos
temporales de agua, no se podía trabajar en el campo y
muchas familias lo pasaban mal.

50. Había vales para comprar el pan. Por una fanega de trigo
daban 50 vales y cada vale equivalía a un pan de un kilo.

51. Los hombres segaban el trigo haciendo gavillas que


después cargaban en un carro para su transporte hasta la
era, lugar donde posteriormente serían trilladas. En el
verano, las mujeres trabajaban espigando, es decir,
recogiendo las espigas sueltas que después se machacarían
con un palo. El trigo se cambiaba por harina.
52. Las mujeres, cuando iban al campo, se ponían un pañuelo y
un sombrero en la cabeza para protegerse del sol y no
perder el color blanquito de la piel.

53. En la botica se hacían los medicamentos, ungüentos y


friegas que eran hechos según prescripción médica o del
boticario.

54. En Trasmulas había una tendera que no sabía hacer


cuentas aunque esto no fue nunca un problema para
manejarse estupendamente. Se inventó una manera de
llevar su contabilidad y saber quién le debía dinero. Tenía
una libreta en la cual apuntaba todo del siguiente modo:

+ 2 Reales
Una peseta

Un duro

Cinco duros

55. Los músicos, en las fiestas del pueblo, se quedaban


hospedados en las casas que así lo solicitaban.

56. Existía en el pueblo una alcahueta, es decir, una señora


que se dedicaba a intermediar en los casamientos.

57. Muchas mujeres iban de Trasmulas andando hasta Illora


para arreglarse el cabello y echarse una permanente. En
este pueblo también se compraban ropa que después
lucirían en las fiestas patronales.

58. Las mujeres vendían los huevos de las gallinas para poder
comprar el tabaco a sus esposos.
59. Los vales del pan se cambiaban por garbanzos o por
cualquier otro alimento que hiciera falta en el hogar.

60. Las vacas, procedentes del Instituto de Colonización, eran


ordeñadas todos los días. Después venía un camión y
recogía la leche que era llevada a una central láctea. El
dinero de la leche se cobraba mensualmente.

61. Al padecer cualquier problema o enfermedad las vacas del


Instituto y no haber ninguna línea telefónica en Peñuelas,
era frecuente que sus vecinos fueran andando hasta
Láchar para llamar por teléfono al veterinario.

62. Era costumbre ponerle unos granos de pimienta en el pico


a los pollos para darles fuerza y se criaran bien.

63. Los hombres iban por la mañana a la plaza del pueblo a


buscar trabajo.

64. Había un señor que iba a domicilio a quitar los callos y


durezas de los pies a todo aquel que lo necesitase.

65. Había mujeres que tenían promesa y llevaban un hábito


durante un tiempo e incluso algunas durante toda su vida.
Estos hábitos eran de distintos colores: El de la Virgen
del Carmen era de color marrón y el del Señor del Paño,
patrón de Moclín, de color marrón con un cordón amarillo.

66. Al amanecer, el cabrero iba tocando una caracola por las


calles del pueblo avisando, de este modo, que podían sacar
sus cabras. Este se las llevaba al campo a pastar. Al
atardecer regresaba con las cabras y las iba repartiendo a
cada vecino.
67. Los vecinos se reunían en la casa de una de ellos que
disponía de televisión, para verla.

68. Cuando se metía fuego en un pajar repicaban las campanas


para que todos los vecinos acudieran a apagar el fuego.

69. En la escuela se solía dar leche en polvo para combatir la


mal nutrición infantil. Cada chiquillo llevaba su vaso y su
cuchara. Los maestros hacían la leche con agua caliente y
la repartían a cada alumno.

70. El chocolate “Orbea” se vendía por onzas, es decir, por


porciones en que estaba dividida una tableta de chocolate
(media libra). El chocolate traían unos cuentos pequeños
de regalo que se podían coleccionar.

71. El “recobero” recorría las calles con su bicicleta


comprando gallinas, pavos y gallos.

72. Para saber si una mujer embarazada iba a tener un niño o


una niña se ponían dos sillas: En una silla se ponía una
tijera tapada con un cojín y en otra silla, un cuchillo
tapado con otro cojín. La embarazada tenía que sentarse
y si se ponía en la silla que debajo del cojín tenía el
cuchillo iba a tener un niño y si sentaba encima de la silla
que tenía debajo del cojín una tijera, iba a tener una niña.

73. La miel de caña se vendía ambulantemente por las calles.


El vendedor iba pregonando con su característica
“tonadilla”: “Miel de caña… miel de caldera…”.

74. “Las aguarraicas de abril” son muy buenas para que salgan
los caracoles. La gente buscaba los caracoles en el campo
cada vez que llovía y los preparaba en caldo picantillo.
75. Los cuchillos y las tijeras se afilaban en el mismo
domicilio. El afilador tocaba su armónica para llamar a las
mujeres y allí, en la puerta de su mismo domicilio, les
afilaba todos los utensilios.

76. Con los huesos de las aceitunas se hacían cestitos. Se


ahuecaba el hueso con un cuchillo afilado.

77. Las malvas echaban unos panecillos redondos verdes que


estaban muy buenos crudos. Esta planta era muy
apreciada por los chiquillos.

78. Con las hojas de las zarzas se hacían barquitos. Después lo


chiquillos hacían carreras en el río para ver cual navegaba
mejor.

79. También se hacían barquitos con los juncos que crecían


cerca de los ríos.

80. Los niños y niñas jugaban en los trancos de las puertas a


los cromos.

81. Era frecuente que hubieran “hermanos de leche”. Esta


relación se producía cuando algunas madres amamantaban
a hijos de otras mujeres que no tenían leche.

82. Las chiquillas y chiquillos jugaban en mitad de la calle a la


rayuela con un trozo de teja. También jugaban a la comba
con un saltador o una cuerda.

83. Los chiquillos y chiquillas llevaban un babero blanco a la


escuela, con el escudo del Instituto de Colonización.

84. La sección femenina daba cursos a las chicas de corte y


confección, bordado, trabajos manuales, etc.
85. Como no había relojes, los lugareños se guiaban por la
sombra para saber la hora que era. Entonces decían:
“cuando llegue el sol a la cuneta del patio, me llamas para
ir a ablentar el trigo” (Eran sobre las cuatro de la tarde).

86. Si la sierra de Parapanda tenía montera (nubes) se decía


que iba a llover.

87. Cerca de Peñuelas había un cortijo que lo llamaban “el


Cortijo de las Ocho”. Cuando la sombra cubría el cortijo
eran las ocho, entonces los labradores paraban para
desayunar.

88. Era frecuente que en el tiempo de las granadas, por el


mes de octubre, se les pusieran los ojos malos a todos los
chiquillos.

89. Como no había pegamento, las estampitas que se


coleccionaban de la naturaleza (Álbum Mundo y Color) se
pegaban con harina y agua.

90. Se decía que Santiago (25 de julio) “se llevaba a los


niños”. Este dicho popular se debía a que los niños
contraían muchas diarreas como consecuencia del calor
que hacía en esa época del año.

91. Vendedores de miel y aceite, recorrían las calles


ofreciendo sus productos. Estos alimentos eran
transportados en burros dentro de pellejos de cabra o
borrego.

92. De Granada venía una señora pregonando: “Por este


agujero se ve el mundo entero”. Se trataba de una
especie de máquina de fotos con manga a la que se
asomaban los chiquillos, tras pagar una gorda, para ver
algunos monumentos famosos como la Alhambra, la
Mezquita de Córdoba, la Giralda, etc.

93. En Peñuelas, todo el mundo se consideraba obligado a


asistir a misa porque los mayorales difundieron por todo
el pueblo que todo aquel que no fuera perdería su parcela.

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