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Oleg volvió a mirar su reloj con impaciencia, Mihail y sus hombres estaban
retrasándose, en una operación tan importante la precisión era vital y le
incomodaba la visible despreocupación que parecían mostrar algunos
compradores, volvió a hacer un repaso mental de su situación en busca del
más mínimo fallo, el callejón estaba completamente vacío, allí solo se
encontraban él y los 3 hombres que debían cubrirle las espaldas en caso de
problemas, dos de ellos estaban apostados a ambos lados de él armados con
subfusiles AKSU-74 y el otro se encontraba situado en la 4ª planta de un
edificio abandonado a unos 300 metros de ellos, los vigilaba constantemente
a través del visor de su rifle Dragunov SVD, su misión era aportarles
cobertura en caso de que surgiese algún problema, si en el transcurso de la
operación Oleg le daba la señal acordada debía meter una bala en la cabeza
a todo aquel que se encontrase en el callejón a parte de Oleg y sus otros
dos hombres, si bien el rifle no era lo mejor que un francotirador podía
pedir si lo era el hombre que estaba a su cargo.
Oleg pudo oír el potente rugido del motor antes de que el Ferrari FXX de
Mihail diese la vuelta a la esquina y comenzase a entrar en el callejón,
los hombres de Oleg podían escuchar el rechinar de los dientes de su jefe,
nunca lo habían visto tan enfadado y se prepararon para la más que posible
carnicería que iba a suceder allí mismo si las cosas no mejoraban
enseguida, el lujoso superdeportivo paro a 4 metros de ellos
deslumbrándolos con sus faros, el motor se detuvo y dos hombres salieron de
él, uno era Mihail, el cual llevaba un maletín enorme en su mano y mostraba
claros indicios de haber estado bebiendo, el otro era Pyotr, el hombre de
confianza y guardaespaldas personal de Mihail, un antiguo miembro del FSB
ruso, con una forma física perfecta y una reputada precisión con todo tipo
de armas, tener a tu cargo a un hombre como Pyotr costaba una autentica
fortuna, pero si algo le sobraba a Mihail era el dinero.
-¿Me ves una puta tacita de té en la mano? ¿Crees que esto es una jodida
reunión social?- le espeto Oleg casi siseando.
-Te dije que no se te ocurriese venir en uno de tus coches, son demasiado
llamativos – dijo mirando el Ferrari – y por si no lo sabías habíamos
acordado la entrega para hace más de media hora, ¿crees que no tengo otra
puta cosa que hacer que esperar a por ti helándome los huevos en este
callejón de mierda?
-No te enfades Oleg, estábamos celebrando esta compra, había motivos más
que suficientes para celebrarla joder, no seas aguafiestas, tu microchip va
a convertirme en una de las mayores potencias armamentísticas del país y tu
vas a ser tan jodidamente rico que te limpiaras el culo con billetes de 500
el resto de tu vida, deberías estar dando saltos de alegría en vez de
echándome la bronca como si fueses mi jodida madre.
Oleg hizo un esfuerzo sobrehumano para no abofetear allí mismo a ese puto
borracho que le miraba sin dejar de sonreír ni un momento, su paciencia se
había agotado, en cuanto comprobase que Mihail había traído lo acordado le
daría la señal al francotirador para que le volase la cabeza a Pyotr y el
se encargaría personalmente de su “viejo amigo”.
-Está bien – dijo Oleg intentando aparentar que se había calmado ya - ¿has
traído los paquetes de acciones?
-Maldita sea Oleg – dijo Mihail cogiendo la caja metálica – de entre todos
los que podían haber intentado joderme me entristece realmente que hayas
sido tu, no te lo tengo en cuenta amigo mío y nadie podrá arrancarme más
que buenas palabras de ti, pero sabes que las cosas son así, no puedo
dejarte ir sin más, lo siento.
-Acércate amigo –le dijo Mihail al ebrio desconocido - ¿te importaría darme
un trago de tu botella? Lo necesito urgentemente.
-Alguien debería avisar a la vieja madre Rusia de que su sangre está llena
de cianuro –dijo observando como Mihail se desplomaba sufriendo un paro
cardiaco producido por el veneno que contenía el vodka.
-¿Por qué cojones me sonreía ese chalado? – se dijo en voz alta mientras
comprobaba por el espejo frontal que nadie le siguiese, entonces vio la
bolsa de basura que había en el asiento trasero, la luz parpadeante de su
interior se convirtió en una terrorífica revelación, y Oleg descubrió
porque aquel hombre le sonreía mientras el escapaba, cuando su lujoso
todoterreno se convirtió en una gran bola de fuego con el dentro.