Está en la página 1de 3

Hora: 3:21 A.M.

Localización: Moscú, callejón en alrededores del museo de arte moderno.

Oleg volvió a mirar su reloj con impaciencia, Mihail y sus hombres estaban
retrasándose, en una operación tan importante la precisión era vital y le
incomodaba la visible despreocupación que parecían mostrar algunos
compradores, volvió a hacer un repaso mental de su situación en busca del
más mínimo fallo, el callejón estaba completamente vacío, allí solo se
encontraban él y los 3 hombres que debían cubrirle las espaldas en caso de
problemas, dos de ellos estaban apostados a ambos lados de él armados con
subfusiles AKSU-74 y el otro se encontraba situado en la 4ª planta de un
edificio abandonado a unos 300 metros de ellos, los vigilaba constantemente
a través del visor de su rifle Dragunov SVD, su misión era aportarles
cobertura en caso de que surgiese algún problema, si en el transcurso de la
operación Oleg le daba la señal acordada debía meter una bala en la cabeza
a todo aquel que se encontrase en el callejón a parte de Oleg y sus otros
dos hombres, si bien el rifle no era lo mejor que un francotirador podía
pedir si lo era el hombre que estaba a su cargo.

Tras ellos, a unos 10 metros de su posición se encontraba su todoterreno


Mercedes ML 63 AMG, que en caso de problemas les aportaría una amplia
ventaja en la huida a pesar de la nieve y el hielo que cubrían las
carreteras. Oleg se sacudió la nieve que comenzaba a acumularse sobre su
cara gabardina de piel y volvió a mirar su reloj visiblemente enfadado,
conocía a Mihail desde hacia al menos 10 años y lo consideraba un intimo
amigo, pero en los últimos meses se había vuelto descuidado y estúpido,
siempre llegaba tarde a las entregas y cada vez que bebía había que
vigilarle para que no dijese nada de sus asuntos a la primera camarera que
le mostrase su escote, la idea de silenciarlo había rondado su cabeza desde
hacía demasiado tiempo, había encontrado a un par de compradores que
podrían cubrir de sobra las pérdidas que supondrían liquidar a Mihail, lo
único que lo había mantenido con vida hasta ahora era la amistad que les
unía, pero los negocios eran lo primero…y Mihail se había convertido en un
autentico peligro para ellos.

Oleg pudo oír el potente rugido del motor antes de que el Ferrari FXX de
Mihail diese la vuelta a la esquina y comenzase a entrar en el callejón,
los hombres de Oleg podían escuchar el rechinar de los dientes de su jefe,
nunca lo habían visto tan enfadado y se prepararon para la más que posible
carnicería que iba a suceder allí mismo si las cosas no mejoraban
enseguida, el lujoso superdeportivo paro a 4 metros de ellos
deslumbrándolos con sus faros, el motor se detuvo y dos hombres salieron de
él, uno era Mihail, el cual llevaba un maletín enorme en su mano y mostraba
claros indicios de haber estado bebiendo, el otro era Pyotr, el hombre de
confianza y guardaespaldas personal de Mihail, un antiguo miembro del FSB
ruso, con una forma física perfecta y una reputada precisión con todo tipo
de armas, tener a tu cargo a un hombre como Pyotr costaba una autentica
fortuna, pero si algo le sobraba a Mihail era el dinero.

-Oleg, viejo zorro, dale un abrazo a tu amigo - dijo Mihail a voces


mientras sonreía como un bobalicón.

-¿Me ves una puta tacita de té en la mano? ¿Crees que esto es una jodida
reunión social?- le espeto Oleg casi siseando.

-Relájate amigo, eres demasiado paranoico, no hay un solo militsiya en


kilómetros a la redonda, un amigo de Pyotr se ha encargado de ello – dijo
acercándose a Oleg.

-Te dije que no se te ocurriese venir en uno de tus coches, son demasiado
llamativos – dijo mirando el Ferrari – y por si no lo sabías habíamos
acordado la entrega para hace más de media hora, ¿crees que no tengo otra
puta cosa que hacer que esperar a por ti helándome los huevos en este
callejón de mierda?

-No te enfades Oleg, estábamos celebrando esta compra, había motivos más
que suficientes para celebrarla joder, no seas aguafiestas, tu microchip va
a convertirme en una de las mayores potencias armamentísticas del país y tu
vas a ser tan jodidamente rico que te limpiaras el culo con billetes de 500
el resto de tu vida, deberías estar dando saltos de alegría en vez de
echándome la bronca como si fueses mi jodida madre.
Oleg hizo un esfuerzo sobrehumano para no abofetear allí mismo a ese puto
borracho que le miraba sin dejar de sonreír ni un momento, su paciencia se
había agotado, en cuanto comprobase que Mihail había traído lo acordado le
daría la señal al francotirador para que le volase la cabeza a Pyotr y el
se encargaría personalmente de su “viejo amigo”.

-Está bien – dijo Oleg intentando aparentar que se había calmado ya - ¿has
traído los paquetes de acciones?

-¿Cuando te ha fallado tu amigo Mihail? – dijo abriendo el gran maletín y


mostrando que había traído lo acordado.

En cuanto confirmo el pago, Oleg se dispuso a dar su gran golpe, levantó la


mano y señalo a Pyotr esperando ver como este se desplomaba sin vida al
recibir un impacto letal entre ceja y ceja, pero no sucedió nada. Vio como
Pyotr observaba la situación, instantáneamente lo comprendió todo y en un
movimiento rápido y preciso como un rayo llevo las manos a su espalda y
saco dos Walther PPK de 9mm. Los hombres de Oleg no consiguieron mover
un
solo dedo antes de que Pyotr les volase la cabeza a ambos; en cuestión de
un par de segundos Oleg se encontró sin hombres y con dos pistolas
apuntando directamente a su rostro, en cuanto Mihail se lo autorizase
Pyotr le volaría la cabeza sin pestañear, miro la nieve enrojecida por la
sangre de sus hombres y decidió que la suerte era una gran puta que te
abandonaba a la primera oportunidad que se le presentaba, pero así eran las
cosas en los negocios, había que aceptar lo que a uno le viniese, tanto
para bien como para mal, metió la mano en uno de los grandes bolsillos de
su gabardina sin que su verdugo le quitase ojo de encima y extrajo una
pequeña caja de metal que le tendió a Mihail.

-¿Nos lo hemos pasado cojonudo juntos verdad? – dijo sonriendo


amargamente
mientras intentaba recordar los buenos tiempos – coge el microchip y hazme
un favor viejo estúpido, empieza a ser más precavido o alguien acabara
consiguiendo lo que yo he intentado hoy.

-Maldita sea Oleg – dijo Mihail cogiendo la caja metálica – de entre todos
los que podían haber intentado joderme me entristece realmente que hayas
sido tu, no te lo tengo en cuenta amigo mío y nadie podrá arrancarme más
que buenas palabras de ti, pero sabes que las cosas son así, no puedo
dejarte ir sin más, lo siento.

En ese momento el estruendo provocado por unos cubos de basura al caer a


unos metros de ellos les pillo a todos por sorpresa, Pyotr apunto el arma
de su mano izquierda hacia los cubos que se encontraban derribados y vio a
un vagabundo gateando por la nieve cubierta de basura sosteniendo en su
mano una botella de vodka a la que le quedaban apenas unos tragos, el
hombre se incorporo a duras penas apoyándose contra una pared y camino
hacia ellos lentamente murmurando maldiciones sin apenas poder sostenerse
en pie de la borrachera que llevaba, cuando vio al hombre que le apuntaba
con un arma se detuvo al momento levantando sus manos sin soltar su
botella, Pyotr lo observo de arriba abajo buscando cualquier detalle
extraño, era un hombre de aproximadamente 1,65 m. y unos 75 kilos de peso,
de complexión fuerte y bastante ancho de espaldas, aun no mostraba signos
de desnutrición así que no debía hacer mucho que vagaba por las calles,
estaba sucio y llevaba un abrigo raido y mugriento que seguramente no se
había quitado en semanas, los guantes que cubrían sus manos estaban
deshilachados y en algunos sitios se veían sus dedos.

-Abre tu abrigo – dijo Pyotr con su voz grave y acerada.

El hombre dejo la botella en el suelo con sumo cuidado y muy lentamente


abrió su abrigo para que Pyotr viese que no iba armado, después volvió a
coger su botella y volvió a levantar sus manos en señal de sumisión, Mihail
estallo en carcajadas y le hizo un gesto a Pyotr para que dejase de
apuntarle, este volvió a apuntar con ambas armas a Oleg que observaba con
curiosidad aquella absurda situación.

-Acércate amigo –le dijo Mihail al ebrio desconocido - ¿te importaría darme
un trago de tu botella? Lo necesito urgentemente.

-Nunca le negaría un trago de vodka a nadie – dijo el vagabundo entre toses


mientras se acercaba a Mihail dando pequeños trompicones y traspiés hacia
los lados – la vieja madre Rusia no le niega un trago de su sangre a
ninguno de sus hijos – al llegar a la altura de Mihail y Pyotr le tendió la
botella al primero, que la cogió dando un par de palmadas amistosas en el
hombro de aquel desconocido.

-A tu salud Oleg, te echare de menos hermano – dijo Mihail levantando la


botella a modo de brindis.

Con un gran trago se acabo el vodka que contenía la botella y la lanzo


contra una pared estallándola en pedazos, se seco la boca con el antebrazo
y sacó de su bolsillo unos billetes que le tendió al hombre que acababa de
invitarle, cuando este los cogió Pyotr observo un pequeño brillo bajo las
mangas del abrigo raido, para su desgracia había comprendido demasiado
tarde que algo fallaba, el olor a vodka en el aliento del vagabundo lo
había hecho confiarse demasiado, quiso enmendar su error y encañonar al
desconocido, pero este no era en absoluto el vagabundo ebrio que había
intentado aparentar, con un movimiento preciso y escalofriantemente rápido
el vagabundo deslizo de ambas mangas del abrigo dos pequeñas cuchillas
similares a dagas pero sin empuñadura, clavo la cuchilla de su mano
izquierda en la mano del arma con la que Pyotr intento encañonarle, esta
cayó al suelo mientras el antiguo agente del FSB emitía un pequeño gruñido
de dolor, casi instantáneamente la cuchilla de la mano derecha fue a parar
a su garganta, antes de desplomarse y perder el sentido Pyotr intento
abatir a su rival con el arma que aun agarraba con su diestra pero el
hombre sujeto su antebrazo con gran fuerza y descargo un brutal cabezazo
sobre su nariz que lo tumbo definitivamente.

Oleg no daba crédito a lo que estaba ocurriendo, observó a Mihail, tenía la


cara desencajada de la sorpresa… ¿era por la sorpresa?, el desconocido
clavo sus ojos en los de Mihail, tenía una mirada fría como el hielo,
completamente lucida.

-Alguien debería avisar a la vieja madre Rusia de que su sangre está llena
de cianuro –dijo observando como Mihail se desplomaba sufriendo un paro
cardiaco producido por el veneno que contenía el vodka.

Oleg pensó en coger uno de los subfusiles de sus hombres y acribillar a


aquel asesino, pero no quiso arriesgarse después de lo que este le había
hecho a Pyotr, sin pensárselo dos veces salió corriendo hacia su
todoterreno como si le persiguiese el mismísimo diablo, se monto dentro y
lo arranco enseguida saliendo marcha atrás a toda velocidad del callejón,
antes de incorporarse a la carretera y alejarse de allí Oleg juraría que
había visto al vagabundo apoyado en el Ferrari de Mihail sonriéndole de una
forma extraña, ni tan siquiera había intentado detenerle, ¿Por qué le
habría ayudado ese desconocido a deshacerse de sus verdugos?

-¿Por qué cojones me sonreía ese chalado? – se dijo en voz alta mientras
comprobaba por el espejo frontal que nadie le siguiese, entonces vio la
bolsa de basura que había en el asiento trasero, la luz parpadeante de su
interior se convirtió en una terrorífica revelación, y Oleg descubrió
porque aquel hombre le sonreía mientras el escapaba, cuando su lujoso
todoterreno se convirtió en una gran bola de fuego con el dentro.

El desconocido se guardo el móvil en el bolsillo tras escuchar la gran


explosión que se había producido un par de calles más abajo, abrió la caja
metálica que se encontraba cerca del cadáver de Mihail y tiro al suelo el
microchip que contenía, acto seguido lo destrozo bajo sus botas dejándolo
completamente inservible e irreparable, metió el contenido del gran maletín
dentro del Ferrari y se fue a los cubos de basura que había tirado antes
intencionadamente, cogió dos bolsas que había dejado allí antes de su
“actuación”, introdujo una de ellas dentro del coche, después sentó en los
asientos a sus dos antiguos ocupantes y abrió la otra bolsa contemplando
el Dragunov de su interior, se lo había arrebatado al tercero de los
hombres de Oleg después de estrangularlo con una cuerda mientras este
vigilaba el callejón minutos antes de la llegada de Mihail.

-Esto me será útil – dijo atando la bolsa y cargándola a su espalda


mientras salía del callejón, cuando estaba a un par de manzanas de
distancia cogió su móvil y marco un número de teléfono, en cuanto le dio a
la tecla de llamada se escucho otra explosión, ese era el sonido que
confirmaba el éxito de su última misión, el desconocido se perdió entre los
callejones de las calles moscovitas sabiendo que esa noche le había hecho
un enorme favor al mundo.

También podría gustarte