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UN BREVE BOCETO DE LA ESPIRTUALIDAD EN EL ESTUDIANTE DE


PSICOLOGÍA

El concepto de espiritualidad propuesto por Foucault en su curso: “la


hermenéutica del sujeto”, desmiente la naturaleza religiosa del concepto
y le da un sentido mucho más amplio. Se refiere a la espiritualidad como
“la búsqueda, la práctica, la experiencia por las cuales el sujeto efectúa
en sí mismo las transformaciones necesarias para tener acceso a la
verdad”1. Es decir, que para que haya verdad, es preciso que el sujeto
se transforme, se modifique, se convierta en distinto de sí mismo, a
través de ciertas prácticas.

De acuerdo con este concepto enriquecido de la espiritualidad, puede


decirse que todas aquellas prácticas que contribuyen a la transformación
del ser del sujeto para que éste pueda hallar la iluminación, “la verdad
que le da la tranquilidad del alma”2, tienen la calidad de espirituales.

Tales prácticas son el inevitable resultado de una inquietud de sí por


parte del sujeto, de un interés en si mismo. Cuando éste decide
ocuparse, hacerse cargo, cuidar de si mismo, despliega todo un
conjunto de acciones profundas sobre su persona. De hecho, la
inquietud de sí, esta antigua tradición filosófica “designa precisamente el
conjunto de las condiciones de espiritualidad” 3, es decir, la inquietud de
sí es “la forma más general de la espiritualidad”4
1
Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, p. 33, [ Curso, Ciclo lectivo 1981-1982]

2
Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, p. 34 [ Curso, Ciclo lectivo 1981-1982]

3
Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, p. 35 [ Curso, Ciclo lectivo 1981-1982]

4
Jean Allouch, Spichanalyse, p. 31
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Si trasladamos esta concepción de espiritualidad a un campo más


concreto, por ejemplo, al escenario de la facultad de psicología de la
UAQ, podemos darnos cuenta de que los estudiantes llevan a cabo actos
de espiritualidad. No nos dejemos intimidar por el carácter elevado del
término, y démonos cuenta de que la espiritualidad, tal y como la
plantea Foucault, puede ser ejercida a través de prácticas muy
concretas, por personas que simplemente han tomado la decisión de
trascender, por medio de la formación universitaria; tal vez como parte
de la búsqueda de su felicidad, esa búsqueda que es tan inherente al ser
humano.
Así pues, no es necesario ir tan lejos para encontrar claras
manifestaciones de espiritualidad. “La pertenencia a una escuela, la
formación del analista, son cuestiones de la condición de formación del
sujeto para tener acceso a la verdad, pero se las piensa en términos
sociales, en términos de organización”.5

Es común, que aquella persona que aspira a entrar a la carrera de


psicología, ponga en juego su sentido común y algunos conocimientos
previos para afirmar, de forma deliberada, que la psicología es un
saber muy complejo. Este prejuicio no está muy errado que digamos. En
efecto, el saber psicológico resulta complicado por las cualidades de su
campo de estudio, por las dificultades de su apropiación, así como por
las implicaciones de su ejercicio profesional.

El campo de estudio de la psicología radica en el ser humano, en virtud


de que se ocupa de aspectos tales como la cognición, el psiquismo, la
percepción, la conducta; es decir, su campo de estudio no abarca un
sector de la realidad correspondiente a algo inanimado, sino que trata

5
Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, p. 43, [ Clase del 6 de enero de 1982, Segunda hora]
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de un sujeto, cuya condición humana es compartida por aquel que


pretende convertirse en psicólogo.

Por otra parte, la apropiación de la teoría psicológica requiere de ciertas


habilidades y capacidades intelectuales por parte del estudiante. Y no
sólo esto, sino que además, a lo largo de su formación e
independientemente de la especialidad que elija, el saber psicológico,
indiscutiblemente impacta en la existencia del estudiante. Éste se
enfrenta a un conocimiento que no pasa de largo en su vida, al
contrario, la altera significativamente. Por ejemplo, cuando revisa temas
como el del desarrollo humano, las neurosis, el duelo, la locura, etc.; no
le resultan ajenos, al contrario, le parece importante tomar en cuenta
dichas temáticas a propósito de su propia vida, cosa que además, le da
la posibilidad de entenderlas mucho mejor.

Y en tercer lugar, como parte de la conciencia que subyace a su


formación, el estudiante de psicología se va haciendo a la idea de que,
ya en su ejercicio profesional, estará involucrado en una relación de
sujeto a sujeto, trabajará con seres humanos, sin importar el área en la
que se desenvuelva.

La fusión de estos tres aspectos en la carrera de psicología, hacen que


su trayecto implique para el estudiante un importante proceso de
transformación. El estudiante que egresa de la carrera, es sin duda, una
persona distinta a la que entró.

Esas prácticas que lleva a cabo el estudiante y que tienen en él un


efecto transformador, van desde actividades muy sencillas hasta otras
más complejas. Un ejemplo de las primeras, es el constante ejercicio de
la lectura. Es muy posible que el estudiante sea un lector muy
competente ya desde antes de entrar a la facultad. Pero aquél que no lo
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era tanto, y que ahora debe intensificar y mejorar tal actividad, sufre
notorias mejorías. Podemos notar que una lectura perseverante amplía
su marco de referencia conceptual, dándole la posibilidad de realizar
más conexiones y tener una mejor comprensión lectora, además de
una mayor capacidad de asimilación, cognitivamente hablando. Su
vocabulario se hace más extenso, y la destreza con la que lo emplea, le
permite expresar sus ideas con más claridad; como si en cierta forma
tuviera la posibilidad de darle representación más fácilmente a eso que
desea comunicar, lo cual resulta placentero y liberador a la vez. Esta
mejoría en su discursividad tiene consecuencias importantes, tales como
poder atender con mayor eficacia el discurso de las personas con
quienes habla y a su vez, darse a entender, impactar en los demás con
un mensaje propio.
En lo concerniente al contenido de los textos, el lector asiduo posee un
mejor manejo teórico, lo que implica que se desempeñará de forma más
eficaz en sus clases y en consecuencia, tendrá un aprendizaje más
satisfactorio. Esto, definitivamente, significa para el estudiante, un
refuerzo a en su confianza, seguridad y autoestima.

En cuanto a los cambios que se producen en su vida social, hay


estudiantes que dan testimonio de que su contacto con el saber
psicológico, ha tenido cierto impacto en su persona, al grado de que su
relación con otros se torna más armoniosa. Ejemplo de ello, es el hecho
de que, estar en grupos de análisis en algún semestre de la especialidad
de psicología social, hace reflexionar a quienes los integran, acerca de
su vida y de sus relaciones dentro del colectivo. Cualidades como la
tolerancia y el respeto se fortalecen, en una suerte de mejoramiento en
la persona del estudiante.
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Se podrían mencionar más ejemplos de transformaciones suscitadas en


la persona de los estudiantes, por efecto de las prácticas inherentes a su
formación como psicólogos; pero cabe mencionar una que es más
importante, y que nace en el estudiante, ya sea porque le parece
imprescindible una actitud de ocupación y conocimiento de sí por una
cuestión ética, o porque tiene un compromiso consigo mismo y con su
existencia. Esta práctica espiritual es nada menos que entrar en análisis
en calidad de analizante. El impacto del saber psicológico en su persona,
podría ser uno de los motivos que lo han llevado a reflexionar sobre si
mismo y a hacerse cargo de su ser, si no es que hasta de su propia
locura, por medio del análisis. Los motivos pueden ser varios.

Para Foucault, tal y como lo planteé al principio de este trabajo, la


espiritualidad conlleva un conjunto de acciones que el sujeto realiza
sobre sí mismo para transformarse y ser digno de la verdad, y esta
verdad no sólo va a significar una recompensa para el sujeto por el
precio que pagó para alcanzarla, sino que también, el contragolpe de
esa verdad lo va a transfigurar. Un proceso muy similar ocurre en quien
se somete a análisis, en quien con ello busca cuidar de sí. En el análisis
se haya “la cuestión del precio que el sujeto debe pagar para decir lo
verdadero, y la cuestión del efecto sobre el sujeto del hecho de que ha
dicho, que puede decir y que ha dicho lo verdadero sobre sí mismo” 6. En
el estudiante nace “la necesidad espiritual de un trabajo sobre sí
mismo, para transformarse y esperar de la verdad su iluminación y su
7
transfiguración”.

6
Jean Allouch, Spichanalyse, p. 31

7
Michel Foucault, La hermenéutica del sujeto, p. 4o, [ Clase del 6 de enero de 1982, Segunda hora]
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Ya para concluir, sólo me resta decir que puede ser que las prácticas
espirituales o de cuidado de sí se lleven a cabo sin encontrar la verdad
como tal, en el sentido riguroso de la palabra. Porque la verdad tal vez
no existe. Sin embargo, lo que si es seguro que ocurra en quien cuida
de si y se transforma, es que logra convertirse en un sujeto que se
conoce más y que se maneja de forma diferente en la vida. Las
personas que se someten análisis porque deciden cuidar de si,
descubren lo que para ellos es su verdad, y la transfiguración que ésta
les proporciona, consiste en que ahora que se conocen más, y que
conocen el por qué de muchas de sus acciones, pueden manejarse en la
realidad de forma distinta, pueden hacerse cargo de su vida.

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