Significados de autocuidado y estrategias relacionadas con el índice

de Burnout: Un estudio sobre las profesionales que intervienen a

mujeres en situación de violencia intrafamiliar.

Autores

Eduardo Gacitúa Reyes

Alumno cuarto año de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. Dirección de correo:
gacitua.reyes@gmail.com

Paola Pérez Martínez

Alumna cuarto año de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. Dirección de correo:
paolaperezmartinez@gmail.com

Diana Retamal Moraga

Alumna cuarto año de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. Dirección de correo:
diretamal@gmail.com

Joan Romeo Ramírez

Alumna cuarto año de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. Dirección de correo:
joancita86@gmail.com

Santiago – Chile
2008
 Significados de autocuidado y estrategias relacionadas con el índice de
Burnout: Un estudio sobre las profesionales que intervienen a mujeres en
situación de violencia intrafamiliar.

Meaning of selfcare and strategies related with Burnout levels: A study of

professionals who treat women in situation of domestic violence.
Eduardo Gacitúa Reyes.1
Paola Pérez Martínez.2
Diana Retamal Moraga.3
Joan Romeo Ramírez.4

Resumen
Este trabajo pretende identificar los significados referidos por las especialistas que
atienden a mujeres en situación de crisis por violencia intrafamiliar. Por tanto, abordará las
significaciones del autocuidado y las estrategias que utilizan las profesionales consultadas, para
luego relacionar su discurso con los datos obtenidos sobre los niveles de Burnout medidos por el
Inventario de Maslach (MBI).
El diseño metodológico del estudio es mixto, pues utiliza técnicas cualitativas de análisis
discursivo y la aplicación del inventario de Maslach como herramienta cuantitativa. Las
entrevistas fueron de tipo semi-estructurado, realizadas a once Psicólogas y Trabajadoras
Sociales, y en una segunda etapa fue suministrado el inventario de Maslach. La muestra
seleccionada se concentró en ocho de los Centros de la Mujer, dependientes del SERNAM de la
Región Metropolitana. Según los resultados, el análisis discursivo arroja que las profesionales
presentan algún grado de Síndrome de Burnout, mientras que los datos del inventario
demostraron todo lo contrario.

Palabras claves: Autocuidado, Estrategias de Autocuidado, Síndrome de Burnout, Desgaste

Profesional.

Abstract
This work try to indentify the refer meanings by the specialists who treat women on crisis
situation of domestic violence. Therefore, it deal with the meanings of selfcare and strategies
used by proffesionals consulted, and then link their speech with obtained data about Burnout
levels through Maslach Inventory (MBI).

1
Alumno cuarto año de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. Dirección de correo:
gacitua.reyes@gmail.com
2
Alumna cuarto año de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. Dirección de correo:
paolaperezmartinez@gmail.com
3
Alumna cuarto año de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. Dirección de correo:
diretamal@gmail.com
4
Alumna cuarto año de Psicología, Universidad Católica Silva Henríquez. Dirección de correo:
joancita86@gmail.com
The methodological design of the study is mixed, because it use qualitative techniques of speech
analysis and apply the Maslach Burnout Inventory as a quantitative tool. The interviews was
semi-structured, applied to eleven Psycologists and Social Workers, with a second stage were the
Maslach Inventory was supplied. The selected sample was concentrated on eight Women´s
Centers, dependents of the SERNAM (Servicio Nacional de la Mujer) in the Región
Metropolitana of Chile. According to the results, the speech analysis throws some grades of
Burnout Sindrome on the professionals, while the inventary collected data shows the opposite.

Key words: Selfcare, Strategies for selfcare, Burnout's syndrome, Professional wear.

Introducción Problema de Investigación

Es posible intuir un desgaste en las El problema de la violencia

profesionales que trabajan con personas
violentadas, en especial cuando estas tratan a
víctimas de violencia intrafamiliar. El
compromiso de las especialistas puede
aumentar cuando existe la empatía natural
que provoca la identificación con su mismo
género.
En este sentido, la influencia puede
ser mayor cuando los relatos están cargados
de violencia. “Desde el primer encuentro
con una persona que ha sido violentada,
quien la entrevista será testigo no sólo de las
violencias padecidas, sino también de los
propios violentamientos que despierta la
escucha” (Velázquez, 2003, p. 269).
En los últimos años ha existido por
parte de los profesionales que trabajan con el
sufrimiento humano una demanda progresiva
para que sea considerado el cuidado y la
protección para estos trabajadores, lo cual,
ha sido de gran relevancia (MINSAL, 2000
en Morales, 2003).
Para afrontar dichas situaciones que
afectan negativamente a la profesional, se
considera necesaria la implementación de
estrategias de autocuidado. Las cuales
permiten una disminución de los altos
niveles de estrés laboral generado en el
ejercicio profesional.
intrafamiliar se ha convertido en un tema
público. Ello explica la actual tendencia
hacia el resguardo de las mujeres que lo
sufren.
No obstante, las profesionales que
tratan a dichas afectadas aún viven en el
desamparo de trabajar sin las herramientas
de auto cuidado, que les otroguen el
resguardo necesario para desempeñar su
labor de forma efectiva.
De esta realidad, surge la
problemática principal de la presente
investigación, la cual consiste en conocer los
significados referidos por las especialistas
que atienden a mujeres en situación de crisis
por violencia intrafamiliar en los Centros de
la Mujer pertenecientes a SERNAM.
Desde la perspectiva o enfoque de
género, las profesionales que trabajan con
mujeres que se encuentran en una situación
de crisis asociada a la violencia intrafamiliar,
experimentan cierta identificación al
pertenecer al mismo género.
Diversos autores (McCann & Pearlman,
1990; Pearlman & Mac Ian, 1995; Sexton,
1999, citado en Way, 2000) han concluido
que la escucha empática, el intercambio
gráfico detallado, las experiencias de vida de
quienes han sufrido violencia física,
psicológica y sexual, afectan y contribuyen
al desarrollo de Traumatización Vicaria
(Way, 2004) esto se refiere al impacto que
produce el manejo de material traumático:
tanto la escucha empática de los relatos de
situaciones traumáticas, abusivas o de
sucesos violentos, o ser testigo de
experiencias traumáticas (Fisher, 2002) en
los profesionales que participan en el
proceso de sanación de las víctimas. Por
tanto se llega a la idea que las profesionales
que trabajan con mujeres se ven expuestas
en mayor medida a desarrollar trauma
vicario, debido a que en éstas se produce una
vivencia activa del hecho de violencia que
fue sufrido por la víctima.
Santana y Farkas (2007), efectuaron una
investigación en los equipos de trabajo con
maltrato infantil. Para los equipos
participantes, el Autocuidado es un proceso
tendiente al logro de bienestar físico y
emocional, enfocado en la prevención del
queme o en la reparación una vez que éste ya
ha dado algunas señales; cuya
responsabilidad recae directamente en el
profesional. La referencia a la
responsabilidad ya era enunciada por Barudy
(1999), aún cuando éste sitúa la
responsabilidad institucional en primer
lugar, y a continuación la personal.
Por otra parte, Aron y Llanos (2004),
desarrollaron una investigación en torno al
cuidado de aquellos profesionales que
prestan ayuda a personas que se encuentran
en situación de crisis. Por esto, la
investigación estuvo enfocada a la
sistematización de estrategias de
profesionales que trabajan con violencia.
Concluyendo que el desgaste profesional
emerge como un tema central en
profesionales que trabajan con dicho tema.
Debido a la ausencia de estudios que
aborden las estrategias de autocuidado
implementados por las profesionales que
trabajan con mujeres en situación de
violencia intrafamiliar y el nivel de Burnout
que ellas presentan, es que emerge la
presente investigación.
Marco Referencial
Género
El término género es comúnmente
utilizado para comprender la diferencia
existente entre hombres y mujeres, basados
en la distinción biológica y cultural
(Connell, 2000). Por lo tanto, el concepto
género se sustenta en la distinción construida
por la sociedad para otorgar patrones
diferenciados tanto para hombres como
mujeres.
Sociedad Patriarcal
Dentro del enfoque de género,
existen diversas formas de vivir y
experimentar la sociedad. Para esta
investigación el modelo conveniente para
analizar los fenómenos es el modelo de
sociedad patriarcal, el cual, refiere al poder
y los mecanismos de control ejercidos por el
hombre tanto en la vida privada como
publica de la mujer (Vilarrasa y Marimon en
Barberá y Martínez, 2004).
Violencia en la Pareja
En el sistema patriarcal se encuentra
validada la violencia como forma de ejercer
poder. En relación a esto María Fernández
(2002) define a la violencia en la pareja
como “aquellas agresiones que se producen
en el ámbito privado en el que el agresor,
generalmente varón, tiene una relación de
pareja con la víctima” (p. 2).
En este sentido, la Violencia en la
Pareja, refiere a todos los actos que generan
daño físico, intimidación psicológica o
anulación efectuados por el agresor con el
objeto de disciplinar a la víctima. En tanto,
Liliana Domen (en Corsi, 1999) plantea que
la violencia conyugal es una situación
victimisante, debido a que el hombre ejerce
maltrato de manera selectiva, es decir que
elige a la mujer, y por lo tanto dirige la
violencia hacia ella.
Síndrome de Burnout
Desde los años 60’ a los 70’, este
concepto se utilizó para referirse a los
efectos del abuso crónico de drogas. El
psiquiatra norteamericano Herbert
Freudenberg (1974), fue quien utilizó por
primera vez el concepto para referirse a una
especie de desgaste profesional, el cual
definió como “estado de fatiga o frustración
que aparece como resultado de la devoción
a una causa, estilo de vida o a una relación
que no produce las recompensas esperadas”
(Aron y Llanos, 2004, p. 7).
A partir de estudios realizados a
profesionales de servicios sociales en 1982 a
cargo de la psicóloga social Cristina
Maslach, se describe el síndrome de Burnout
como un síndrome de agotamiento
emocional, descrito como una apatía
emocional en la vida laboral, de
despersonalización que provoca una relación
impersonal con un distanciamiento afectivo
hacia el que recibe el servicio y una baja
autoestima profesional que se refleja en una
insatisfacción con su imagen como
profesional, considerándose menos
competente que el resto de sus colegas
(Almendro y González, 2004).
Trauma Vicario
El término trauma Vicario fue
utilizado por primera vez por McCann y
Pearlman (1990) para describir los cambios
generalizados que ocurrieron en el tiempo en
profesionales clínicos, como resultados de
atender a pacientes que habían vivido algún
tipo de experiencias relacionadas a un
trauma sexual (Way, 2004).
El trauma vicario se produce debido
al impacto que genera el manejo de material
traumático: La escucha empática de los
relatos de situaciones traumáticas, abusivas,
o de sucesos violentos, o ser testigo de
experiencias traumáticas (Fisher, 2002).
La traumatización vicaria se asocia a
trastornos en cinco áreas de los sistemas
cognitivos del terapeuta específicamente, los
cuales son: la seguridad, la confianza y la
dependencia, la autoestima, la intimidad y el
control que se refiere a poder aceptar los
comportamientos propios así como los de
otros.
Autocuidado
El concepto de autocuidado proviene
de la salud pública, específicamente, desde
la práctica de la enfermería. Según Orem
(citado en Morales, 2003) el autocuidado se
define como aquellas actividades que
realizan los individuos, las familias o las
comunidades con el propósito de promover
la salud, prevenir la enfermedad, limitarla
cuando existe o restablecerla cuando sea
necesario. Respecto al autocuidado de los
psicoterapeutas Murillo (2001) lo define
como “el conjunto de estrategias de
afrontamiento que pueden implementar los
psicoterapeutas para prevenir déficit y
propiciar o fortalecer su bienestar integral
(…) en las áreas: físicas, emocionales y
psicoespirituales (p. 6).
Según Hidalgo y Moreira (2000) el
autocuidado se compone por tres niveles,
estos serían el nivel individual que consiste
en la autovaloración y la adopción de
medidas necesarias para asegurar el
bienestar propio, ya sea físico, psicológico o
espiritual; nivel grupal basado en la ayuda
mutua o acciones que las personas realizan
para ayudarse y alcanzar un fin en común
logrando un equilibrio generalizado; nivel
social referido a las condiciones contextuales
donde los individuos se desenvuelven y que
favorecen la salud tanto física como
psicológica.
El autocuidado a nivel individual se
divide en tres grandes ejes, estos serían el
físico considerado como un conjunto de
prácticas adoptadas por el individuo que
realizadas de forma constante ejercen un
mayor control sobre su salud; el psicológico
referido a la estabilidad emocional para
mantener un buen y saludable lazo
emocional consigo mismo y con la sociedad;
y el social que es la capacidad que posee la
persona para poder integrarse en un grupo y
respetar a sus integrantes, esto permite una
socialización en conjunto estructurado, entre
personas que se rigen por leyes en común
(Canda, 2004).
Cuidado y autocuidado del profesional.
El profesional que asiste a la víctima
es la persona adecuada para contenerla y así
aliviar el dolor. Es en este preciso instante,
donde se produce una oposición entre quien
sufre y quien asiste. “Debido a que el propio
discurso de la víctima puede llevar a
comprometer al profesional a tal grado, de
verse involucrado más allá de lo que se
considera adecuado y provocar así cierta
confusión en el rol que este debe cumplir”
(Velázquez, 2003. p. 269).
El estar en contacto permanente con
seres humanos enfrenta al profesional con su
propia vida, con sus propios conflictos y
frustraciones. Si no gradúa ese impacto su
tarea se hace imposible: o tiene mucha
ansiedad y entonces no puede actuar, o bien
bloquea la ansiedad y su tarea es estéril.
Por otra parte, puede generar que el
profesional se comprometa de sobremanera
con lo que al paciente le esta sucediendo
perturbando significativamente su quehacer
profesional (Bleger, 1977). Por ello, “el ser
contenedor de personas que se encuentran
en situaciones de crisis provocan un
desgaste emocional por parte de quien
presencia y escucha” (Velázquez, 2003. p.
270).
Es así como nace como una
necesidad de cuidarse a sí mismo. Según
Arón y Llanos (2004) se considera el
autocuidado como una responsabilidad
personal de cada profesional y operador
social, y debe asumirlo como tal. Sin
embargo, el quedarse sólo con el nivel
personal implicaría una sobre carga
emocional adicional en el profesional,
debido a que este debe asumir con todas las
cargas de ser contenedor de una victima y a
estas se le sumarían la carga de hacerse
cargo de su propio cuidado. Por ello,
pareciera ser factible que a nivel directivo e
institucional, se tome partido en la
implementación de sistemas de autocuidado,
en pro del cuidado del profesional u
operador técnico social.
En esta misma línea, Barudy (2001)
considera que el autocuidado debe ser
considerado en dos aspectos o niveles. El
primer nivel hace referencia a la importancia
que deben tener las instituciones de proteger
a sus profesionales como recursos; el
segundo nivel alude a la importancia del
propio profesional por cuidarse a sí mismos.
Es por esto que se debe considerar el
autocuidado del profesional como una
responsabilidad que le compete tanto al
profesional como a la institución donde el
profesional se encuentra ejerciendo su
trabajo.
Estrategias de autocuidado
Diversos autores han brindado
propuestas sobre estrategias de autocuidado,
como una alternativa para proteger a los
profesionales que trabajan directamente con
personas. Hidalgo y Moreira (2000) refieren
que el autocuidado es un concepto que, más
que ser un referente teórico es utilizado en el
lenguaje común y propio de los equipos de
trabajo, lo que lo hace ser un referente más
bien práctico compuesto por una serie de
estrategias particulares a cada uno de ellos.
De acuerdo a lo planteado por Arón
(2001) las estrategias de autocuidado serían
factores protectores, tanto en un nivel
individual, como en los equipos y a nivel
institucional. Estas se encuentran
desplegadas por quienes trabajan
directamente con víctimas de violencia,
quienes ya han logrado reconocerse como
equipos profesionales y equipos en riesgo.
Es en esta línea que Aron y Llanos (2004),
hicieron una recopilación de estrategias de
autocuidado en equipos que trabajan con
temáticas de violencia, alguna de ellas serán
expuestas a continuación:
a) Estrategias a nivel individual: Se
consideran todo tipo de estrategias que el
profesional utiliza en pro de su autocuidado
a nivel personal. En este nivel se encuentra
el identificar los propios malestares o estrés
que se esta teniendo en la situación de
contención y registrar estos oportunamente;
darse cuenta de las necesidades del propio
profesional, como por ejemplo saber cuando
se requiere descansar; el vaciamiento y la
descompresión, esto consiste en compartir de
alguna forma la carga emocional que se esta
teniendo; mantener el área personal de libre
contaminación; contar con una gran
formación profesional que permita tener las
herramientas teóricas y técnicas para no
sentirse incompetente en el quehacer
profesional (Aron y Llanos, 2004).
b) Estrategias a nivel institucional: Estas
estrategias hacen referencia a las estrategias
que son implementadas a nivel institucional
en pro del cuidado del profesional. Entre
estas se encuentran el favorecer y asegurar a
los profesionales otorgando resguardos de su
integridad en el lugar de trabajo; brindar un
espacio dentro de las horas de trabajo para
que el operador descomprima su carga
emocional; las decisiones y y/o profesionales. Alguna de éstas son: las
responsabilidades de casos riesgosos se
deben tomar en conjunto, para evitar el
desgaste que este provoca al ser puesta en un
solo integrante (Aron y Llanos, 2004).
c) Estrategias a nivel de redes: En este
nivel se encuentra el fortalecimiento y la
activación de redes de apoyo profesional, ya
que esto puede significar una fuente
importante de apoyo para los equipos que
trabajan con el tema de la violencia. En este
aspecto se considera tratar de formar
vínculos con otros operadores de la red y
generar instancias de retroalimentación a
nivel de la red que permita intercambiar
experiencias tanto teóricas como prácticas
(Aron y Llanos, 2004).
Modelo de Autocuidado de Morales y
Lira.
Morales y Lira (2000) (en Santana y
Farkas, 2007) han sistematizado una
experiencia de equipos psicosociales que
trabajan con el tema del maltrato, en un
estudio realizado a cuarenta personas en que
componen un taller de trabajo en esta
temática. En dicho taller, Morales y Lira
realizaron una propuesta de cuatro modelos
de autocuidado. En la presente investigación
nos basaremos en los cuatro modelos
planteados para analizar los datos obtenidos
a través de las entrevistas Dichos modelos se
encuentran expuestos a continuación:
1) Modelo de Reivindicación Institucional:
Este modelo da cuenta de la importancia de
las condiciones institucionales en que el
equipo de trabajo desempeña su labor
equipo. Algunas condiciones son: déficit de
condiciones institucionales, escasa
infraestructura física, inestabilidad laboral,
bajos salarios, ausencia de previsión y de
salud para los trabajadores que componen el
equipo (Santana y Farkas, 2007).
2) Modelo de Identidad Social: Alude a
todos aquellos aspectos que hacen referencia
al rol que se le puede adjudicar, tanto a los
programas que trabajan en situaciones de
violencia como a las identidades gremiales
necesidades de diferenciación y
reconocimiento del valor de la labor
realizada del programa frente a la
institucionalidad, la diferenciación al interior
de los equipos por profesión y experiencia
(Santana y Farkas, 2007).
3) Modelo de Impacto Emocional: Hace
referencia a aspectos transferenciales y
contratransferenciales del trabajo con
personas que se han visto afectadas por la
violencia. Dicho modelo resalta la
importancia que se debe otorgar al manejo y
el cuidado respecto de las emociones de los
terapeutas. Alguna de estos son: legitimar
los sentimientos rabiosos hacia los pacientes,
dar cuenta de las agresiones que los
pacientes ejercen hacia los terapeutas y
equipos, las dificultades de contención del
sufrimiento y los límites de ésta, y todo
aquello que algunos han llegado a denominar
traumatización secundaria (Santana y
Farkas, 2007).
4) Modelo de Sociabilidad: Este modelo
alude a los aspectos lúdicos, sociales y
recreativos de los equipos que muchas veces
dificultan la visualización de límites o
autolimitaciones del equipo de trabajo, lo
que dificulta la capacidad de diferenciar los
problemas del trabajo con los personales. A
modo de ejemplo se menciona, la necesidad
de establecer espacios y ritos de
esparcimiento, fundamentalmente de
pertenencia grupal a la vida informal del
equipo. Así como la participación en los
cumpleaños o apoyo en situaciones sociales
(Santana y Farkas, 2007).
Metodología
Diseño
El diseño y tipo de análisis de nuestra
investigación corresponde a un diseño mixto
con una aproximación descriptiva. En la cual
se realizó una descripción de lo que las
entrevistadas refieren por autocuidado y las
estrategias utilizadas para disminuir o
prevenir el desgaste profesional. Junto con
ello, se realizó una evaluación del nivel de
Burnout medido por el Inventario de
Maslach (MBI) aplicado a las mismas
entrevistadas.
Luego de haber obtenido las
descripciones específicas, se realizó una
puesta en relación entre ambos resultados,
para dar cuenta de la coherencia o
discordancia entre el nivel de Burnout y el
modo en cómo comprenden e implementan
estrategias orientadas al autocuidado las
profesionales.
Muestra
La muestra total estuvo constituida
por once profesionales Psicólogas y
Trabajadoras Sociales mujeres que trabajan
en siete Centros de la Mujer pertenecientes
al Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM)
distribuidos en las comunas de Melipilla,
Peñalolén, San Bernardo, La Pintana, La
Granja, Lo Espejo y Quilicura de la Región
Metropolitana.
Por razones éticas se reserva el
nombre y el Centro en el cual trabajan las
entrevistadas para el resguardo de su
privacidad.
La muestra es de tipo intencionada y
fue elegida en base a la antigüedad del
funcionamiento de los Centros.
Los criterios de inclusión para
conformar la muestra fueron: (a) Profesional
de sexo femenino, (b) que trabaje con
mujeres victimas de violencia intrafamiliar,
(c) que pertenezcan a equipos
multidisciplinarios de intervención.
Las trabajadoras que no son
profesionales y no son Psicólogas ni
Trabajadoras Sociales, constituyeron el
criterio de exclusión.
De esta forma la muestra quedó
constituida por seis Psicólogas y cinco
Trabajadoras Sociales.
Técnica de recopilación de la información
Se realizaron once entrevistas en
profundidad semi-estructuradas, en la cual se
indagó sobre los significados que otorgan las
profesionales respecto del autocuidado y las
estrategias que implementan tanto a nivel
personal como institucional. Además, en una
segunda etapa, las once entrevistadas
respondieron el Inventario de Maslach
(MBI) con la finalidad de medir los índices
de Burnout.
Procedimientos
Con los datos obtenidos y
recopilados en las entrevistas, se levantaron
categorías mediante una codificación abierta
para permitir la identificación de
significados y conceptos sobre el
autocuidado. Luego, con la información
sintetizada, los datos fueron dispuestos en
forma espacial para reconstruirlos de manera
secuencial. Estos pasos fueron los que
finalmente permitieron efectuar el análisis de
discurso.
Posteriormente se realizó un análisis
de los datos arrojados por el MBI, mediante
el programa de estadísticas SPSS.
Resultados
Los resultados obtenidos mediante la
aplicación del MBI a las once profesionales
que fueron evaluadas solamente el 9.1%
equivalente a una profesional de la muestra
manifestó sentirse con un grado de
agotamiento emocional alto, no obstante, el
resto de los resultados equivalentes al 90.9%
no presentan ningún grado crítico de
Burnout ya sea tanto en la dimensión
primaria como en la secundaria, dando como
síntesis de hipótesis que las profesionales
mantendrían de forma optima sus funciones
laborales al momento de las intervenciones y
acogidas, y además sociales el área laboral
no afecta sus esferas sociales.
Se compararon tanto resultados los
obtenidos en las entrevistas como los
arrojados por el Inventario de Maslach
(MBI), surgiendo una incongruencia al
respecto de las respuestas expresadas por las
profesionales, debido a que de las entrevistas
realizadas se puede desprender que las
profesionales que trabajan en la temática de
violencia intrafamiliar, tienen exigencias que
sobrepasan sus capacidades y conocimientos
profesionales, además cuentan con pocos
recursos humanos y materiales, que por ende
dificultaría la agilidad de la intervención y
la efectividad de la misma, por lo cual se
arrojó arrojaron altos indicios de Burnout
mediante sus relatos.
Es por esto, que las profesionales
comentan que el autocuidado es fundamental
para este tipo de trabajo y por lo mismo
implementan estrategias tanto individuales
como de equipo en la medida de lo posible,
aunque sienten un grado de desamparo por
parte del Municipio y SERNAM puesto que
no se otorga la seriedad e importancia que
debería tener el autocuidado, considerando el
trabajo que realizan las profesionales.
En síntesis, las profesionales
manifestaron poseer algún grado de Burnout,
pero gracias a que tienen presente la
importancia del autocuidado, realizan
actividades a nivel individual y como equipo
para mantenerse equilibradas dentro de su
aspecto laboral y social, pero reprochan la
ausencia de apoyo a un nivel institucional.
A continuación se observa el nivel de
cada una de las dimensiones medidas por el
MBI en las once profesionales entrevistadas.
 11

10

7
Profesionales

0 0,5 1 1,5 2 2,5 3 3,5

Niveles del MBI

Agotamiento Emocional Despersonalización Dificultad con los pacientes Logro Personal Falta de Control con los pacientes

dimensión y nueve reflejan un alto nivel

Dando como resultado que de las dicha dimensión.
once profesionales entrevistadas, sólo una Por último de las once profesionales
presenta un índice alto en la dimensión entrevistadas, ninguna presenta un alto nivel
agotamiento emocional, mientras tres están en lo referente a la falta de control con los
en el nivel medio y siete en el nivel bajo de pacientes, cuatro presentan un nivel medio y
la dimensión. siete un nivel bajo la falta de control con los
En cambio de las once profesionales pacientes.
entrevistadas, sólo dos presentan un nivel
medio de despersonalización, y las nueve Discusión y Conclusión
restantes presentan un bajo nivel de la
dimensión mencionada. De acuerdo con los antecedentes
En relación a la dificultad con los contribuidos por esta investigación, podemos
pacientes sólo una profesional presenta un concluir que de la aplicación del inventario
del MBI a once profesionales que trabajan
alto nivel, en cambio cinco presentan un
en ocho Centros de la Mujer pertenecientes
nivel medio y cuatro profesionales presentan al SERNAM, ninguna presentó algún grado
un bajo nivel en esta dimensión. alto del Síndrome de Burnout, puesto que en
Con respecto al Logro personal De las dimensiones pertinentes se obtuvo como
las once profesionales entrevistadas ninguna resultado que de las once profesionales
presento un bajo logro personal, en cambio entrevistadas, sólo una profesional presenta
dos presentan un nivel medio en esta un índice elevado en la dimensión del
agotamiento emocional, mientras tres están
en el nivel medio y siete en el nivel bajo de
dicha dimensión, generando un importante
aporte de la óptica que el 90.9% consideran
que establecen lazos empáticos saludables en
sus intervenciones. En cambio en el nivel de
despersonalización sólo dos profesionales
presentarían un nivel medio de
despersonalización, y las nueve restantes
que corresponde al 81.8% presentan un bajo
nivel de la dimensión mencionada,
generando un trato correcto y dinámico en
las intervenciones.
En relación a la dificultad con los
pacientes sólo una profesional presenta un
alto nivel, en cambio cinco presentan un
nivel medio y cuatro profesionales presentan
un bajo en dicho nivel.
Con respecto al Logro personal de las
once profesionales entrevistadas ninguna
presento un bajo logro personal, en cambio
dos presentan un nivel medio en esta
dimensión y nueve reflejan un alto nivel
dicha dimensión.
Por último de las once profesionales
entrevistadas, ninguna presenta un alto nivel
en lo referente a la falta de control con los
pacientes, cuatro presentan un nivel medio y
siete un nivel bajo la falta de control con los
pacientes, dando a entender que todas las
profesionales se ven de forma optima al
momento de realizar su trabajo, y se
consideran que están al mismo nivel que sus
colegas.
Por lo tanto, de acuerdo a las
puntuaciones arrojadas en este inventario las
profesionales manifestarían tener funciones
y relaciones acordes a las exigencias
laborales, este resultado es debido a la falta
de autocrítica relacionada con el
cumplimiento de las expectativas planteadas
por SERNAM, así como también por la
deseabilidad social.
En este sentido, la deseabilidad social
es un aspecto incorporado a la investigación
a partir de los relatos de las profesionales,
por lo tanto, será tratado en profundidad en
este apartado.
La deseabilidad social según
Matesanz 1997 es el “idealizar sus
respuestas según estereotipos introducidos
por la valoración social de la deseabilidad”
(p. 167), por otra parte, Edward (1994)
plantea que la deseabilidad social no es
simplemente la tendencia que tiene la
persona para dar una respuesta, sino más
bien, es una característica de la personalidad.
En definitiva, la tendencia de las
profesionales por mostrar mediante las
respuestas una imagen distorsionada de si,
responde al querer construir un perfil que
corresponda a las expectativas de la
Institución, y por lo tanto, a partir de esto
ser considerada como una buena profesional,
puesto que el poseer algún tipo de desgaste
profesional, de cierta manera, las
desacreditaría como profesionales aptas para
desarrollar un trabajo de intervención en el
área de violencia intrafamiliar.
Por otra parte, esta tendencia a
falsificar intencionalmente las respuestas
para presentar un perfil que no corresponde
al de sí mismas, dice relación con el
conocimiento que poseen las profesionales
respecto a las pruebas de medición.
De acuerdo con los antecedentes
contribuidos por esta investigación, podemos
concluir que de la aplicación del inventario
del MBI a once profesionales que trabajan
en once Centros de la Mujer pertenecientes
al SERNAM (estudiados), ninguna presentó
algún grado del Síndrome de Burnout. Por
lo tanto, de acuerdo a las puntuaciones
arrojadas en este inventario las profesionales
manifestarían tener funciones acordes a las
exigencias laborales.
No obstante, los resultados arrojados
por el inventario MBI no son comparables
con lo que se infiere en las entrevistas,
debido a que si revisamos lo que plantean los
autores mencionados en las páginas
anteriores, las profesionales presentaron o
presentarían un alto nivel de Burnout, de
acuerdo a los relatos referidos por las
entrevistadas.
Esto se debe a distintos factores
como la falta de conocimiento de lo que
respecta al autocuidado del profesional a
nivel personal, de equipo y la poca
importancia que le otorga SERNAM a la
ejecución efectiva de implementación de
estrategias de autocuidado a nivel
institucional.
De acuerdo a la recopilación de
estrategias de autocuidado realizadas por
Aron y Llanos (2004) revisada, las
profesionales que trabajan en los Centros de
la Mujer estudiados refieren realizar
estrategias de autocuidado a nivel personal,
las cuales no son consideradas como
estrategias propiamente tal por los autores
como el comer en demasía ya que esto
atentan en contra de la salud de la persona;
dormir lo necesario puesto que constituye
una necesidad básica del ser humano no una
estrategia; humor negro que genera
despersonalización en el trato de las víctimas
y el terapeuta; y desconexión laboral en
instancias que se encuentran realizando los
ingresos a las víctimas, ya que estás
instancias debieran estar contempladas
fueras de las horas de trabajo.
Acorde a lo mencionado, se
evidencia cierto desconocimiento respecto
del autocuidado por parte de las
entrevistadas, lo que genera que no
implementen estrategias de autocuidado
acorde al desgaste emocional que provoca el
trabajar con el sufrimiento humano,
específicamente con mujeres que han sido
violentadas. Por otra parte, se presenta la
falta de recursos como una defensa por parte
de la institución, a la falta de
implementación de autocuidado a nivel
institucional.
Por esto, al no tener relevancia el
tema de autocuidado o no contar con los
recursos necesarios para autocuidarse se
evidenció en las entrevistadas dos de las tres
dimensiones básicas del síndrome de
burnout como son la despersonalización y el
agotamiento emocional. La
despersonalización se distingue en la
frialdad en el trato hacia las víctimas y una
relación impersonal tanto con las victimas
que llegan en una situación de crisis al
Centro y en la intervención de largo plazo.
Lo que se traduce en una atención
inadecuada por parte de las profesionales
hacia las víctimas de violencia que acuden al
Centro. Mientras que el agotamiento
emocional se debe a que el trabajo con
personas del mismo género provoca una
sobre identificación que algunas de las
profesionales no saben manejar o encausar
en pro de la intervención y por de otro, ya
que el trabajo en el área de violencia
intrafamiliar requiere de responsabilidad,
apoyo de parte de los equipos y una
disposición ante los trabajos a realizar fuera
de las horas establecidas en los Centros de la
Mujer.
Por ende, las consecuencias se ven
reflejadas en la desmotivación que refieren
tener en ocasiones, en el ausentismo laboral,
en problemas con sus familias y círculos de
amistades y en síntomas físicos como el
estrés, la desorganización en los tiempos,
dolores estomacales, somnolencia, etc.
Con respecto a la motivación por
trabajar en esta temática, las profesionales
refieren que está ligada a la oportunidad
laboral que se les presenta y a los intereses
que presentan para trabajar en la temática de
género. Aun así, consideran que es
importante que exista un conocimiento
previo sobre la temática, ya que es
importante la identificación con el otro, ya
sea por parte de las profesionales con la
víctima, como de parte de la víctima con la
profesional. Ligado a lo anterior, algunas
profesionales manifestaron que es muy
difícil que un hombre trabaje en esta
temática y logre obtener buenos resultados,
debido a la desconfianza y recelo que existe
en las victimas de violencia intrafamiliar
hacia los hombres.
 Refiriéndonos a las competencias
profesionales, las entrevistadas expresan que
se sienten poco capacitadas para poder
intervenir, y que en muchos casos debido a
la escasez de profesionales en los Centros se
ven obligadas a realizar tareas que
académicamente no están capacitadas para
realizar, lo cual provoca en ellas
inseguridades, ansiedades y frustración, por
no poder entregar un servicio de calidad para
las victimas. Estos síntomas son decidores
para generar en ellas un posible desgaste
profesional.
Pasando al punto que trata sobre la
valoración de su trabajo profesional en los
Centros de la Mujer, se desprende que las
once entrevistadas sienten y perciben que su
labor y su cuidado personal es poco valorado
y no tiene la importancia necesaria para
SERNAM y los Municipios, debido a
factores como la baja remuneración que
reciben, a las precarias condiciones de
infraestructura en las cuales desempeñan su
trabajo, pero principalmente a la poca
cantidad de recursos monetarios y la poca
seriedad y preocupación que tienen estas
entidades frente al tema de autocuidado de
las profesionales, lo que según Aron y
Llanos (2004), es un factor importante a la
hora de preocuparse en el tema de
autocuidado, es decir que se debe promover
desde las entidades o instituciones –
Municipio y SERNAM- la implementación
de estrategias de autocuidado, ya que sólo de
esa forma se puede demostrar a las
profesionales la importancia de implementar
estrategias grupales y personales para
aminorar posibles consecuencias nefastas
para la calidad de vida de las profesionales,
como son el síndrome de Burnout, trauma
vicario, estrés post traumático, entre otros.
Sin embargo, añaden que su entorno
social valoran de manera positiva el trabajar
con víctimas de violencia intrafamiliar y en
comunas catalogadas como pobres, esto
porque no muchas profesionales están
dispuestas a trabajar en estas temáticas y en
sectores catalogados como peligrosos, lo
cual acrecienta aun más el sentimientos de
responsabilidad en su trabajo, pero refieren
que en algunos casos se les hace casi
imposible la intervención de manera
adecuada y efectiva, por las condiciones
laborales, los sentimientos de frustración
frente a los síntomas biopsicosociales que
dicen percibir en si mismas y que repercuten
en su ejercicio profesional, etc. Lo que avala
aún más el sentimiento de desvalorización
que perciben de parte de sus empleadores.
A partir de lo anterior, se puede
agregar que las condiciones de trabajo como
son su salario, el que estén trabajando a base
de honorarios y que su continuación en el
Centro, de acuerdo a lo manifestado por
ellas, se vea condicionado por las elecciones
de alcalde en cada una de las comunas donde
se encuentran los centros donde trabajan, les
provoca incertidumbre, miedo y un dilema
con respecto a seguir o no trabajando en los
Centros de la Mujer, por lo cual algunas
profesionales expresan que no ven que sea
un trabajo para permanecer por mas de tres
años, ya que ven pocas oportunidades para
capacitarse en la temática y desarrollar como
ellas quisieran sus conocimientos en las
intervenciones, además de la constante
preocupación en la continuidad de trabajo y
sustento económico, y por ultimo porque las
profesionales que llevan poco tiempo ya
experimentan síntomas de desgaste
profesional.
Pasando al punto que trata sobre la
valoración de su trabajo profesional en los
Centros de la Mujer, se desprende que las
once entrevistadas sienten y perciben que su
labor y su cuidado personal es poco valorado
y no tiene la importancia necesaria para
SERNAM y los Municipios, debido a
factores como la baja remuneración que
reciben, a las precarias condiciones de
infraestructura en las cuales desempeñan su
trabajo, pero principalmente a la poca
cantidad de recursos monetarios y la poca
seriedad y preocupación que tienen estas
entidades frente al tema de autocuidado de
las profesionales. Sin embargo, añaden que
su entorno social valoran de manera positiva
el trabajar con víctimas de violencia
intrafamiliar y en comunas catalogadas
como pobres, esto porque no muchas
profesionales están dispuestas a trabajar en
estas temáticas y en sectores catalogados
como peligrosos, lo cual acrecienta aun más
el sentimientos de desvalorización que
perciben de parte de sus empleadores.
A partir de lo anterior, se puede
agregar que las condiciones de trabajo como
son su salario, el que estén trabajando a base
de honorarios y que su continuación en el
Centro, de acuerdo a lo manifestado por
ellas, se vea condicionado por las elecciones
de alcalde en cada una de las comunas donde
se encuentran los centros donde trabajan, les
provoca incertidumbre, miedo y un dilema
con respecto a seguir o no trabajando en los
Centros de la Mujer, por lo cual algunas
profesionales expresan que no ven que sea
un trabajo para permanecer por mas de tres
años, ya que las profesionales que llevan
poco tiempo ya experimentan síntomas de
desgaste profesional.
Como último punto a concluir en
esta investigación, podemos mencionar que
las profesionales que trabajan en los Centros
de la Mujer pertenecientes a SERNAM en la
temática de violencia intrafamiliar, refieren
con respecto al autocuidado que es una
instancia fundamental dentro de su ejercicio
profesional, ya que entrega herramientas
para poder aminorar la carga emocional,
laboral y personal a la que se ven
enfrentadas diariamente en la atención de
mujeres víctimas de violencia intrafamiliar.
Pero la poca profundidad y en ocasiones la
poca seriedad e importancia referida por las
profesionales sobre el concepto de
autocuidado, produce una definición
ambigua y le resta valor al mismo.
Con respecto a las estrategias de
autocuidado a nivel institucional podemos
mencionar que estas son insuficientes, por la
poca importancia del tema dentro de los
equipos o por los escasos recursos que son
destinados al autocuidado y de esto dan
cuenta las profesionales al momento de
mencionar las utilizadas en los equipos
donde se desempeñan como psicólogas o
trabajadoras sociales, ya que en muchos
casos son las propias integrantes las que
deben preocuparse por entregar
evaluaciones, herramientas o sesiones de
autocuidado a sus compañeras(os) de
trabajo, lo cual es contraproducente de
acuerdo a lo planteado por los especialistas
en este tema, sin mencionar la falta de
asesoramiento en los casos y el poco tiempo
de descanso personal con el que cuentan las
profesionales.
Ahora bien, acerca de las estrategias
a nivel individual o personal, las
profesionales mencionan varias que están
acorde a las eficientes para la prevención del
Burnout o desgaste profesional y para el
Trauma Vicario, de acuerdo a lo planteado
por los autores vistos en la parte teórica de la
presente. Aunque algunas estrategias como
las referida al humor y la capacidad de
desconectarse con el trabajo, si son
utilizadas como técnicas para normalizar y
minimizar las situaciones de agresión que
sufren las víctimas, estas pueden provocar
que al momento de la evaluación de riesgo
de la victima, puedan cometer errores
calificándolas como en menor riesgo,
además de desconectarse –como han
mencionado- de las intervenciones y de las
victimas en los momentos más importantes
de las intervenciones, los relatos de las
mujeres víctimas de violencia intrafamiliar.
Para finalizar en este punto, cabe
destacar que las profesionales que trabajan
en los centros de la mujer estudiados
realizan grandes esfuerzos por realizar
estrategias de autocuidado a nivel personal.
Sin embargo, según lo planteado por
los autores el quedarse sólo con ese nivel
personal implicaría una sobre carga
emocional adicional en el profesional,
debido a que este debe asumir con todas las
cargas de ser contenedor de una victima y a
estas se le sumarían la carga de hacerse
cargo de su propio cuidado (Aron y Llanos
2004).
Por esto, pareciera ser factible que a
nivel directivo e institucional en los Centros
de la Mujer, se tome partido en la
implementación de sistemas de autocuidado,
en pro del cuidado del profesional u
operador técnico social.
Sugerencias
La factibilidad de poder aplicar este
tipo de inventario (MBI) a profesionales que
posee algún bagaje intelectual al respecto de
dichos instrumentos de evaluación, tienen
una aptitud singular para apreciar fácilmente
hacia donde van dirigidas las preguntas y las
Por esto encontramos pertinente que
a nivel directivo e institucional en los
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consecuencias que tienen las respuestas. Por
esto consideramos pertinente que hubiese
una adaptación especial de este inventario o
una creación de otro instrumento que mida el
Síndrome de Burnout o desgaste profesional,
el cual, estuviese orientado para
profesionales que en su formación
académica hayan adquirido conocimientos
sobre instrumentos de evaluación de este
tipo o alguna forma de manipularlos.
Ergo sugerimos que se efectúen
comparaciones entre autocuidado y Burnout
en las profesionales que trabajan en la
temática de Violencia intrafamiliar, la cual
se debería realizar en forma sistemática y a
sí identificar los mecanismos, técnicos o
herramientas más efectivas de autocuidado
para prevenir el desgaste profesional.
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