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La Política
La Política
“LA POLÍTICA”
Aristóteles
En 343 a. C., el rey Filipo II de Macedonia convocó a Aristóteles para que sea tutor de
su hijo de 13 años, quien pronto sería conocido como Alejandro Magno. Aristóteles viajó
entonces a Pella, por entonces la capital del imperio macedónico, y enseñó a Alejandro por al
menos dos años, hasta que inició su carrera militar.
Aristóteles. Tras declarar (según se cuenta) que no veía razón para dejar que Atenas pecara dos
veces contra la filosofía (en referencia a la condena de Sócrates), Aristóteles dejó la ciudad y
viajó a Calcis, donde murió al año siguiente, en 322 a. C., por causas naturales.
LIBRO PRIMERO
Todo Estado es una asociación que se forma en vista de algún bien, puesto que los
hombres nunca hacen nada sino en vista de lo que les parece ser bueno. Y el más importante de
todos los bienes debe ser el objeto de la más importante de las asociaciones y se llama Estado y
Asociación Política.
Observando el desarrollo de las cosas desde su origen tenemos que en primer lugar se
unen de modo necesario los que no pueden existir el uno sin el otro como la hembra y el macho
para la generación, y el que por naturaleza manda y el súbdito, para seguridad suya. En efecto el
que es capaz de prever con la mente es naturalmente jefe y señor por naturaleza y el que puede
ejecutar esas previsiones es súbdito y esclavo por naturaleza; por eso el señor y el esclavo tienen
los mismos intereses.
La sociedad perfecta de varias aldeas es la ciudad, que tiene por así decirlo, el extremo
de toda suficiencia, y que surgió a causa de las necesidades de la vida. La ciudad es una de las
cosas naturales y el hombre es por naturaleza animal social, y que el insocial por naturaleza y no
por azar o es menos hombre o más que hombre.
De la esclavitud
LA POLÍTICA Aristóteles
El señor es simplemente señor del esclavo, pero no depende esencialmente de él; por lo
contrario, el esclavo depende absolutamente del señor. El que por una ley natural no se
pertenece así mismo, sino que, no obstante ser hombre, pertenece a otro, es naturalmente
esclavo.
Unos seres por naturaleza son libres y otros son naturalmente esclavos. Anteriormente
ser uno esclavo se era por ley, al ser vencido en la guerra, etc.
La adquisición de los bienes, como hemos visto, es decir, comercial y doméstica, ésta
necesaria y con razón estimada, y aquélla con no menos motivo despreciada, por no ser natural
y así solo resultado del tráfico, hay fundado motivo para execrar la usura, porque es un modo de
adquisición nacido del dinero mismo, al cual no se da el destino para que fue creado. El dinero
sólo debía servir para el cambio, y el interés que de él se saca, le multiplica, como lo indica
claramente el nombre que le da la lengua griega. Los padres, en este caso, son absolutamente
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semejantes a los hijos. El interés es dinero producido por el dinero mismo; y de todas las
adquisiciones ésta la más contraria a la naturaleza.
Muchos gobiernos tienen necesidad, como las familias, de emplear estos medios para
enriquecerse; y podría decirse que muchos gobernantes creen que sólo de esta parte de la
gobernación deben ocuparse.
La autoridad del padre sobre sus hijos es completamente regia, las afecciones y la edad
dan el poder a los padres lo mismo que a los reyes.
En cuanto al marido, a la mujer, al padre y a los hijos y la virtud particular de cada uno
de ellos, las relaciones que les unen, su conducta buena o mala, y todos los actos que deben
ejecutar por ser loables o que deben evitar por ser reprensibles son objetos de gran importancia.
En efecto, todos estos individuos pertenecen a la familia, así como la familia pertenece al
Estado, y como la virtud de las partes debe relacionarse con la del conjunto, es preciso que la
educación de los hijos y de las mujeres esté en armonía con la organización política, porque las
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mujeres componen la mitad de las personas libres, y los hijos serán algún día los miembros del
Estado.
LIBRO SEGUNDO
El Estado es una asociación y como tal para que su funcionamiento sea eficiente, la
comunidad política debe necesariamente abrazarlo todo, o no abrazar nada. El suelo, por lo
menos debe ser necesariamente común, porque la unidad del lugar lleva consigo la unidad de la
ciudad.
Platón sostiene que debe existir una comunidad de hijos, mujeres y bienes, pero lo que
es común al mayor número, es de hecho, objeto de menor cuidado, ya que siempre uno se ocupa
más de las cosas propias, que de las comunes. Dos son las cosas que mueven al hombre a hacer
algo, el sentirlo propio y el sentirlo único, si el hombre no siente ninguna de éstas, no se ocupa
de las cosas porque piensa que otro puede hacerlas.
También sostiene Platón que el ideal supremo de una ciudad, es su unidad absoluta, lo
que también es criticado por Aristóteles, quien alega que de ésa manera, ya no habría más
ciudad "El bien para cada cosa es lo que asegura su existencia"(pág. 69).
No es posible que en una comunidad manden todos a la vez, por lo que lo mejor sería la
continuidad de oficios, incluso en la comunidad política, sería conveniente que siempre
estuvieran los mismos en el mando. Para Aristóteles, esto no puede ser, ya que los ciudadanos
son naturalmente todos iguales, por lo que todos deben tener igualmente el poder; según esta
idea, el régimen que más se acomoda, es aquel en el que los gobernantes se retiran del poder en
el que han sido desiguales, por turnos.
En cuanto a las disensiones, pleitos y otros vicios que Sócrates echa en cara a las
sociedades, Aristóteles afirma que se encontrarán todos ellos sin excepción, pero según
Sócrates, gracias a la educación, no habrá en su República de esos reglamentos de policía, de
mercados y de otras materias, y sin embargo, no se ocupa de dar educación más que a sus
guerreros. Su teoría "Dios no derrama el oro unas veces en el alma de los unos, y otra en la de
los otros, sino siempre en las mismas almas" (pág., 78). El deber del legislador es hacer dichoso
a todo el Estado, pero todo no podrá ser dichoso cuando la mayor parte o algunos de sus
miembros, están privados de esa dicha.
Otra de las cuestiones que hace Aristóteles, es la de que la mancomunidad es solo con
relación al suelo o sólo al usufructo. El problema es que unos trabajan más que otros, y otros
reciben más que otros, etc.; por esto dice Aristóteles, que las relaciones entre los hombres, la
vida y la comunidad son muy difíciles.
El estado y la familia deben tener una especie de unidad, pero no una unidad absoluta;
el Estado complementado por las costumbres publicas y sostenido por las buenas leyes.
Aristóteles hace una crítica bastante acertada sobre las incoherencias de Platón, en las
que este último pretende formar un estado justo, al cual le faltan por aclarar muchas
consideraciones: la comunidad de mujeres y de hijos, el modo de aplicar este sistema, la
propiedad de la organización del gobierno. Divide la masa de los ciudadanos en dos clases: los
labradores, de una parte y de otra, los guerreros, una fracción de los cuales forma una tercera
clase, que delibera sobre los negocios del Estado y los dirige soberanamente. Sócrates se ha
olvidado decir si los labradores y artesanos deben ser totalmente excluidos, y si tienen o no el
derecho de poseer armas y de tomar parte en las expediciones militares; en cambio, cree que las
mujeres deben acompañar a los guerreros al combate y recibir la misma educación que ellos. El
resto del tratado lo forman varias digresiones y ciertas consideraciones sobre la educación de los
guerreros.
Sócrates es muy conciso en lo relativo a la Constitución, en materia de legislación
afirma que no deben perderse nunca de vista dos cosas: el suelo y los hombres. El sistema
político de Sócrates ni es una democracia ni una oligarquía; es el gobierno intermedio que se
llama república, pero está en un error si cree que es la que más se aproxima a tener una
Constitución perfecta.
LA POLÍTICA Aristóteles
Hipódamo fue quien inventa la división de las ciudades en calles. Su república se componía
de 10 mil ciudadanos distribuidos en tres clases: artesanos, labradores y defensores de la ciudad,
estos últimos hacían uso de las armas. Dividía el territorio en tres partes: una sagrada, otra
pública y la tercera poseída individualmente.
Decía también que las leyes no podían tampoco ser más que tres especies, porque los actos
de justicia sólo pueden proceder de tres cosas (según él): la injuria, el engaño y la muerte.
Tribunal supremo y único: al que iban las causas que se estimaban mal juzgadas compuesto
por ancianos nombrados por elección.
Los magistrados debían ser elegidos por el pueblo y estos se encargaban de la vigilancia de
los intereses generales, de los asuntos extranjeros, y de la tutela de los huérfanos.
En esta Constitución la mujer es tomada en cuenta, cosa mala para Aristóteles, porque
la mujer y su desorden es una mancha par el Estado y arrastra todos los ciudadanos al amor
desordenado de las riquezas.
Otro punto es la desproporción de las propiedades, unos poseen mucho y otros nada, así que el
territorio está en manos de pocos.
Es un gobierno desordenado.
Es un estado pobre por lo general.
Las costumbres del pueblo son muy relajadas. Pero para los ciudadanos están sometidos
a un régimen algo severo, en el que la mayoría elude la ley en secreto a toda clase de
placeres.
Examen de la Constitución de Creta
Al parecer tiene una Constitución más completa que la de otros estados. Este estado
posee instituciones excelentes, nunca Cartago ha tenido cambios de gobierno a pesar del poder
que le ha dado al pueblo, y no conoce ni las revueltas, ni la tiranía.
Los reyes y el senado son en Cartago más prudentes. No toma sus reyes de una familia
única, tampoco lo toma de todas. Son elegidos aquellos que tengan mérito para ocupar el poder.
No se le da mucho poder a los reyes.
Las funciones públicas deben confiarse a los más capaces. El legislador debe establecer
la división de empleos y no permitir más de un empleo por persona.
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LIBRO TERCERO
El Estado así como cualquier otro sistema completo y formado de muchas partes es el
Estado un agregado de elementos llamados ciudadanos.
El ciudadano es miembro de una asociación, en la que cada uno tiene una función
diferente en miras de un fin común al cual todos aspiran. La virtud del ciudadano se refiere
exclusivamente al Estado.
El magistrado es quien tiene la virtud del buen ciudadano y la del hombre de bien, es un
ser virtuoso y hábil. Por esto a los hombres destinados a ejercer el poder se les daba una
educación especial. Pero la virtud de los ciudadanos no es idéntica a la del magistrado que los
gobierna. El talento de saber obedecer y mandar a la par, es la virtud suprema del ciudadano. La
virtud exclusiva del mando es la prudencia y la virtud exclusiva de la prudencia es la confianza.
Conclusión
Una Constitución perfecta no admitiría nunca al artesano entre los ciudadanos, porque
este no puede descuidar su función y tomar o participar en el poder público. Ciudadano es aquel
que vive en la ciudad.
La virtud del hombre del bien y la virtud del ciudadano son idénticas, en un Estado el
ciudadano y el hombre virtuoso no son más que uno; y en otro Estado se separan. No todos son
ciudadanos pues este título pertenece al hombre político pues el que se ocupa, personal o
colectivamente de los intereses comunes.
El gobierno debe ser representado por un individuo, o por una minoría, o por la multitud
de los ciudadanos en busca del bien de todos.
Reinado: se llama cuando la monarquía o gobierno de uno solo tiene por objeto el
interés general.
Aristocracia: se llama cuando al gobierno de la minoría no quiere estar limitado a un
sólo individuo, y se le llama así porque el poder está en manos de los hombres de bien,
ya porque el poder no tiene otro fin que el mayor bien del Estado y de los asociados.
República: cuando la mayoría gobierna en bien del interés general.
La Tiranía (Reinado): Es una monarquía que sólo tiene por fin el interés personal del
monarca.
La oligarquía (Aristocracia): Tiene en cuenta tan sólo el interés personal de los ricos.
La demagogia: Tiene en cuenta el interés personal de los pobres con exclusión de los
ricos.
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De la Soberanía
La soberanía debe residir en las leyes fundadas en la razón, estrecha relación entre las
leyes y la constitución.
Para saber a quién pertenece la soberanía, debe tenerse en cuenta las condiciones
verdaderamente políticas, y no otras, cualesquiera que ellas sean: la nobleza, la libertad, la
fortuna, la justicia, el valor militar, la ciencia, la virtud − insuficiencia de las pretensiones
exclusivas: la igualdad es, en general, el fin que el legislador debe proponerse a fin de conciliar
aquellas.
La política, como toda ciencia o arte tiene un fin; como la más alta ciencia tiene el fin
más alto: la justicia, osea el bien común. Para algunos la justicia es la igualdad. Pero la igualdad
sólo debe reinar entre iguales.
¿Cómo debe repartirse el poder político? Sin duda, a la hora de repartirlo, se tendrá en
cuenta la nobleza, la libertad y la fortuna (todas condiciones necesarias para ser ciudadano) y no
la talla el color del pelo, o la ligereza en las carreras. También se tendrá en cuenta en valor
guerrero y la justicia, pues ambas cosas son favorables a la estabilidad y progreso del Estado, y
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Si bien el Estado, un individuo o una minoría de ellos tuvieran tal superioridad del
mérito que todos los demás juntos no pudieran competir con ellos, tales individuos no pueden
ser confundidos en la masa de ciudad.
Reducirlo a la igualdad común, cuando son tan desiguales, superiores, es hacerles una
injuria. Sería ridículo someterles a la Constitución: la ley no se ha hecho para ellos sino ellos
son la ley. Este es el orden del ostracismo. A estos hombres, superiores en virtud, no se les debe
desterrar; tampoco reducirles a la obediencia. Para ser que el único camino que resta es
someterse de buen grado a un hombre y tomarlo por rey mientras viva.
El ostracismo es un sistema de eliminar a quienes revelándose demasiado poderosos,
llegan a constituir un peligro para la sociedad o simplemente para los gobernantes. En principio
fue usado por los tíranos. Todo el poder de estos estaba en función de otras familias. Cuando
alguien destacaba, por su fortuna o por su éxito popular, ya era peligroso. El ostracismo también
fue usado en estados democráticos, a fin de mantener la igualdad.
De las cinco formas de reinado Aristóteles se decide a examinar sólo la última. Como
primer punto: Es preferible que el poder resida en las leyes o en un individuo justo y virtuoso?
Como la ley es impasible, mientras que el alma humana, incluso la del hombre más justo, es
apasionada, aquella debe decidir los casos generales. La ley debe ser soberana. Y sobre aquellos
casos particulares sobre los que la ley calle? Puede optarse por dos caminos que el rey decida
sobre esos casos o que resuelva la mayoría de los ciudadanos. Hay que tener en cuenta que una
cosa en cantidad es siempre menos corruptible.
Aristóteles recalca que hay otras leyes, precisamente aquellas que emanan de las
costumbres del pueblo, las cuales son más sabias que las que puedan dar cualquier soberano.
Son mucho más poderosas e importantes que todas las leyes escritas y no corren el peligro de
quedar anticuadas o fuera de lugar, pues recogen la voluntad del pueblo. Son, pues, las leyes,
tanto las escritas como las que imponen las costumbres, las que poseen la soberanía. Sólo hay
una excepción: "Cuando una raza, o incluso un individuo sobresale tanto en virtud, debe ejercer
el poder y ser elegido rey absoluto". En tal caso el ostracismo es iniquidad y someterlo al nivel
común un crimen.
LIBRO CUARTO
De la vida perfecta
Cada estado hace posible un determinado tipo de vida. Será mejor aquel que haga
posible el género de vida que goce de todas las preferencias, es decir aquel que facilite el goce
de la más perfecta felicidad. Los bienes que el hombre puede gozar son de tres clases: bienes
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exteriores, bienes del cuerpo y bienes del alma. La felicidad consiste en poder disfrutar de todos
ellos. Pero hay una jerarquía entre estos bienes: los más altos son los del alma, los cuales no se
consiguen por azar. Según las leyes de la naturaleza los bienes exteriores solo son apetecibles en
interés del alma y no a la inversa. Por otra parte, la posesión de bienes exteriores no garantiza la
obtención de los bienes del alma, siendo estos los que hacen posible la obtención de riqueza y
bienestar.
Coincide la felicidad individual con la felicidad respecto al estado. Parece ser que si,
pues según se haga consistir la felicidad del individuo en la riqueza, en el poder o en la virtud se
dirá que un estado rico, tiránico o virtuoso, respectivamente, es dichoso. Cualquier estado para
ser perfecto, debe hacer posible a todos sus súbditos el ejercicio de la virtud. Pero los partidarios
más sinceros en todas las épocas de la virtud han abrazado una de estas dos ocupaciones: la
política o la filosofía.
De la vida política
Ciertas personas prefieren la vida política, otros valoran la vida privada. Desde luego,
más vale ser libre que señor de esclavos. Pero la autoridad del político sobre los gobernados no
es como la del amo sobre el esclavo. Por otra parte, la felicidad solo se encuentra en la
actividad, pues la felicidad consiste en obrar bien.
La ley es determinación de un cierto orden: las buenas leyes producen el buen orden.
Pero el orden es imposible en una multitud para juzgar los negocios, para repartir los cargos y
funciones según los méritos. Es preciso que los ciudadanos reconozcan entre sí y se aprecien
mutuamente. Y esto es imposible en una ciudad populosa. Además, amparándose en la
muchedumbre. Los esclavos y extranjeros usurparían el derecho de ciudadanos. El número más
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adecuado es el mayor posible para abastecer todas las necesidades de la existencia, pero no tan
numerosos que dificulta la inspección y la vigilancia, que impida un estrecho conocimiento
entre los ciudadanos.
Una característica del estado es la independencia y para esto debe ser autosuficiente
económicamente, ha de tener, pues, una extensión y fertilidad suficiente para el abastecimiento
de toda la población. Pero no es conveniente que sea tan grande que no pueda ser vigilado y
abastecido fácilmente. Su posición: la más favorable para defenderse, la de más difícil acceso al
enemigo.
Los pueblos de clima fríos, incluida Europa, son valientes pero poco inteligentes: aman
la libertad pero son indisciplinables políticamente. Los pueblos de Asía son más inteligentes y
artistas, pero les falta corazón. Los griegos, aunque hay diferencia entre las distintas ciudades,
reúnen las ventajas de unos y otros: son inteligentes, valerosos y con corazón. Es el corazón
quien impulsa el amor a la libertad y a la dominación, quién se alza en cólera (esta cólera es
perfectamente racional) más intensa si la injuria viene de un amigo.
La ciudad es una asociación de seres iguales para conseguir una vida dichosa, la
felicidad, bien supremo, consiste en el ejercicio y aplicación completa de la virtud. Pero en el
orden natural de las cosas la virtud esta desigualmente repartida entre los hombres, algunos de
los cuales tienen muy poco o ninguna. Esta desigualdad, en virtud, es el origen de las
diferencias entre los distintos estados. Ahora bien, todo estado, para existir, debe poseer seis
elementos imprescindibles. Estas cosas básicas para la existencia de la ciudad son:
subsistencias, artes, armas, riquezas, culto divino y jueces.
La división de los hombres por clases viene de Egipto, de la época del faraón Sesosiris
(unos 1800 años antes de Cristo). Es preciso seguir a nuestros predecesores en todo aquello en
que han obrado bien.
El territorio debe dividirse en dos partes, una de ellas: propiedad pública, trabajada por
esclavos propiedad del Estado, cuyos beneficios se dedican por un lado al culto y por otro a las
comidas en común; la otra parte del territorio se reparte entre los ciudadanos, dándoles un trozo
en la frontera y otro cerca de la ciudad, a fin de que tengan el mismo interés en defender la
propiedad contra los enemigos. Estarán trabajadas por esclavos de propiedad particular. Es
conveniente que no sean todos los esclavos del mismo país, para impedir que subleven y por lo
tanto han de repartirse de varias procedencias.
De la situación de la ciudad
En la ciudad perfecta los edificios sagrados, dedicados al culto, deberán poder ser visto
desde los cuarteles de la ciudad. Ante él estará la Plaza Pública, limpia, silenciosa, a la que no
tienen entrada los artesanos, labradores, ni individuos de tal clase. En ella los hombres de edad
madura se dedicarán a los ejercicios gimnásticos. Lejos de esta plaza habrá otra dedicada al
tráfico de mercancías. Las comidas de los pontífices, encargados del culto, tendrán lugar en los
templos; la de los magistrados o ciudadanos encargados de fallar todos los litigios, se realizarán
en algún lugar próximo a la Plaza Pública.
Todos los hombres aspiran, tienen como fin, la felicidad, que no es otra cosa que la práctica
completa de la virtud absoluta. Este fin es, en sí mismo, bueno, pero no a todos les está
permitido conseguirlo. Para ello se requieren ciertas condiciones. Puesto que un estado será
virtuoso sólo si todos los ciudadanos lo son, conviene decir las condiciones que hacer posible al
ciudadano llegar a la virtud. Estas cosas son tres: la naturaleza, la costumbre y la razón.
Primeramente es necesario que la naturaleza nos haga hombres, y no otra especie de animales;
además, es necesario que conceda ciertos dones corporales y espirituales. Pero a veces estos
dones naturales no bastan y es necesario modificar las cualidades naturales por la costumbre,
bien sea corrompiéndola o mejorándola. Por fin, el hombre cuenta con la razón para influir
sobre la naturaleza y los hábitos.
La primera infancia dura hasta los siete años, en dos etapas, la primera hasta los cinco.
Los niños deben tomar mucha leche y nada de alcohol. Se les debe ir acostumbrando al frío,
pero sin fatigas. Debe impedirse que tengan contacto con esclavos y con eternos o pinturas
obscenas.
Desde los siete años hay dos etapas, una hasta la pubertad y la otra hasta los veinte años.
La vida no debe considerarse por septenarios, sino por división natural.
LIBRO QUINTO
Condiciones de la educación
Debe aprenderse sólo cosas útiles. Pero estas cosas útiles pueden ser de dos tipos:
liberales y serviles. Estas últimas son propias de artesanos y ningún hombre libre debe
aprenderlas. Ningún oficio que pueda desfigurar el cuerpo, ningún oficio de asalariado o que
quite el pensamiento de la virtud será aprendido por hombres libres. Hay que aprender lo
necesario para utilizar bien nuestra actividad, pero también para emplear adecuadamente
nuestro ocio. Como el hombre libre es el único que tiene tiempo libre y como ocupar este ocio
es necesario, de aquí que necesite una educación especial. Sólo la música es digna ocupación
del ocio, pues el juego es más bien propio de la actividad, puesto que sirve para las penalidades
del trabajo.
Hay ciertas cosas que se deben enseñar a los hombres, unas son útiles, otras bellas.
Estas últimas son las propias del hombre libre, la gimnástica es una de ellas, puesto que la
educación debe formar el cuerpo y el alma. Pero la experiencia ha demostrado que es necesario
formar antes las costumbres que la razón y el cuerpo que el espíritu. De donde se sigue que es
preciso someter los jóvenes al arte de la pedotribia y a la gimnástica:
Aquella para procurar al cuerpo una buena constitución; esta, para que adquiera soltura.
La gimnástica, pues es necesaria para la educación, pero tiene un límite. No debe caerse en el
error espartano, que llevando al exceso la robustez física convierte sus guerreros en feroces. El
valor no es propio de los más salvajes, sino de los generosos.
La educación del hombre libre debe abarcar todo aquello que conduzca a la virtud,
debemos preguntarnos sí la música conduce a ella. Generalmente se considera que la música
conduce a la virtud, produce un placer noble y puro y procura descanso a la inteligencia.
Podemos añadir que el ocio no conviene durante la infancia, ni en los años que la
siguen: el ocio es el término de una carrera, y un ser incompleto no debe, mientras lo sea,
detenerse.
sueldo se nota en el tipo de ritmos y en la clase de instrumentos que toca. De todas formas, la
música no debe ser un obstáculo para aprender los otros conocimientos, ni siquiera aquellos
referentes a los ejercicios del cuerpo.
La música puede ser usada de dos modos para dos fines: O bien para mejorarse
moralmente gracias a esa propiedad de la armonía y el ritmo para suscitar sentimientos puros y
nobles; o bien para excitación grosera.
LIBRO SEXTO
Hay varias formas de gobierno porque en toda ciudad hay cierto número de partes:
2. Obreros: Grupos dedicados a las artes y oficios sin los cuales es inhabitable la ciudad.
4. Jornaleros.
5. Militares.
2. Es en la que los magistrados se distribuyen de acuerdo con los censos tributarios, así que
como son reducidos, solo los que tienen las propiedades pueden participar en el gobierno.
3. Es donde pueden participar del gobierno los ciudadanos cuya ausencia sea objetable pero
en última instancia gobierna la ley.
1. Sólo pueden aspirar al poder quienes excedan una tasa o renta suficiente alta como para
ser inalcanzable por los pobres.
LA POLÍTICA Aristóteles
2. Además del censo, los magistrados tienen derecho a elegir a sus propios miembros.
Habrá tantos tipos de república como combinaciones sean posible. De todos ellos los más
importantes son:
PODER LEGISLATIVO
Todos los estados poseen tres partes, y las diferencias entre ellos provienen de la distinta
organización de las mismas. Estas partes son:
La asamblea general
Los magistrados y
Los jueces.
PODER EJECUTIVO
PODER JUDICIAL
LIBRO SÉPTIMO
Aunque nos llega bajo el título de "Sobre la Organización del poder en la democracia y
en la oligarquía" no pasa de ser un complemento del libro sexto. Tiene más bajo nivel teórico
que éste, dedicándose a los detalles prácticos como un resumen de las experiencias políticas
recogidas del examen de los Estados conocidos.
Todos los ciudadanos son electores y candidatos, ningún cargo será vitalicio.
Así como la oligarquía considera que la justicia está en las decisiones de los ricos pues
la riqueza es la base de la política para la democracia la justicia la constituye la mayoría. Y si la
primera conduce a la tiranía, la democracia conduce a la demagogia.
Son muy pocos los que pueden permitirse el dedicar parte de su tiempo a las tareas del Estado.
Así que la mayoría de los ciudadanos se contentan con saberse hombres libres, dejando en
manos de los más dotados las tareas del gobierno del Estado. Se sienten confiados en quienes
les gobiernan, pues ellos mismos, desde la Asamblea General, les eligen. La misión de la
Si instaurar un gobierno democrático es difícil, lo es más aún hacerlo duradero. Para tal
fin el legislador deberá tener presentes ciertas cosas. Una de ellas referente a las confiscaciones.
Conviene que los bienes confiscados no sean repartidos entre los ciudadanos, a fin de evitar
falsas acusaciones y testimonios perversos.
Si la ciudad es muy populosa, como será imposible la asistencia frecuente de todos los
ciudadanos, a no ser que se pague a quienes concurran, deberá reunirse la Asamblea de tarde en
tarde.
En este capítulo todo son advertencias y consejos para sacar adelante un gobierno
democrático. El hecho de la frecuencia con que se reúna la Asamblea preocupa a Aristóteles.
Para que puedan asistir asiduamente los ciudadanos es preciso que éstos vivan del Estado, es
decir, que se les pague por asistencia.
Las constituciones políticas, cuanto más malas son mas cuidados y prudencia exigen. La
oligarquía es de por sí más inestable que la democracia y que la república, y cuanto más
despótica sea la oligarquía más preocupaciones exige. En cualquiera de ellas se debe procurar,
una vez, establecidos los censos para distintas magistraturas y tribunales, los individuos con
derechos políticos, aptos para ocupar los puestos del gobierno, sea más numeroso que los
desechados por no poseer el nivel de riqueza establecido. Además, cuando se han ocupado las
principales magistraturas, los elegidos deberán hacer grandes gastos en edificios, fiestas,
LA POLÍTICA Aristóteles
mejoras de la ciudad. Des este modo no solamente ganaran el contento del pueblo, que recibirá
con agrado el embellecimiento de la ciudad y el alivio de sus necesidades, sino que también
conseguirán anular su ambición, pues no tendrán envidia de ocupar unos puestos que exigen tan
alto precio.
Las principales magistraturas necesarias en cualquier estado, son las que se ocupan del
culto, de la guerra, de los impuestos y gastos públicos, de la vigilancia y abastecimiento del
mercado. La policía (de la ciudad, del puerto, del campo y del monte), los tribunales, archivos
de procesos judiciales, la ejecución de las sentencias, la vigilancia de las cárceles, la
intervención de las cuentas públicas, etc. Cada una de ellas puede tener divisiones o estar
organizada de diferente modo, según las condiciones del estado.
LIBRO OCTAVO
Las revoluciones puede aspirar a sustituir una constitución por otra: Sustituir una
democracia por una oligarquía, por ejemplo. Otras veces se pretende es conquistar el poder
Los más peligrosos son los jefes de estado. Por una pequeña cosa que les afecte ya hay
gravedad. En general, todo aquel que ha conseguido para su patria un triunfo, sean individuos
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particulares, sean magistrados o tribus o familias, constituyen un foco de sedición dentro del
estado.
El pueblo no se subleva contra sí mismo, sin duda. Así que en las democracias se
sublevan los ricos. La causa está en los demagogos de carácter turbulento, que constantemente
denuncian a los particulares, obligando a los ricos a reunirse para conspirar. Estos aunque sean
rivales, son ante un peligro en común. Pues los demagogos arrastran al pueblo pidiendo y
exigiendo de los ricos que repartan sus tierras, que sufraguen los gastos públicos.
El pueblo que se tiene oprimido se deja guiar por el primer defensor, por el primero que
se presente en su auxilio.
Es la quien se lanza a la insurrección es uno, o varios poderosos, sea para mejorar sus
posiciones en el seno de la minoría dirigente, sea para establecer una oligarquía aún más
reducida.
En las aristocracias las causas de las sublevaciones son en general, semejantes a la señalada
para la oligarquía.
En unas y en otras las funciones públicas están en manos de una minoría. De aquel que
bastará el descontento de la masa de ciudadanos alejados del poder para causar la inestabilidad.
Otro motivo se da cuando algún hombre eminente, a quien nadie supera en virtud, es ofendido
por quien ocupa un cargo político superior.
Sócrates habla también en LA REPÚBLICA, de las revoluciones, pero no trata bien esta
materia. No fija ninguna causa especial de las mismas en la República perfecta, en el gobierno
modelo. A su parecer, las revoluciones proceden de que nada en este mundo puede subsistir
eternamente, y que todo debe mudar pasado cierto tiempo: y añade que "aquellas perturbaciones
cuya raíz, aumentaba en una tercera parte más cinco, da dos armonías, sólo comienza cuando el
número ha sido geométricamente elevado al cubo, mediante que la naturaleza crea entonces
seres viciosos y radicalmente incorregibles. Sócrates habla de las revoluciones como si nada de
aquéllas fuese única en su género.