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CONOCIENDO A DIOS

No menosprecies la sabiduría que Dios te ha dado porque no tienes el cargo que


otro tiene. Él tiene una gloria destinada para ti también. Cree que el Señor se ha
tomado la molestia de preparar cosas especiales y especificas para tu vida. Él no va
y las compra, las prepara.

¿Has comprado un regalo o preparado algo de manera especial para alguien? Una
mañana, una niña me dio una hoja con una ovejita dibujada, y tenía pegado
algodón para simular la lana. Cuando la recibí, me pregunté qué estaba pensando la
niña, y pensé en el amor con que la hizo. Creo que se esmeró pensando si me iba a
gustar, y en qué iba hacer cuando me la diera.

¿Alguna vez has preparado comida para una persona en especial? Cuando haces
eso te esmeras, te sientes bien y quieres agradarlo. También puede pasar que la
comida que preparaste para esa persona le enferme. Eso sucede porque no
conocemos bien a nuestro invitado. Por eso es importante conocer bien a Dios,
para saber qué le gusta y qué no. Pero lo peor es cuando ya has preparado algo para
alguien y te dice a última hora que no. Te sientes mal, y eso es porque no es lo
mismo preparar algo, que tan sólo comprarlo.

La Palabra del Señor en

1 Corintios 2:6-12
“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y
sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas
hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó
antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo
conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de
gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó. Ni han
subido en corazón de hombre. Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña. Aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas
del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció
las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el
espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que
Dios nos ha concedido”.

No menosprecies la sabiduría que Dios te ha dado porque no tienes el cargo que


otro tiene. Él tiene una gloria destinada para ti también. Cree que el Señor se ha
tomado la molestia de preparar cosas especiales y especificas para tu vida.

Él no va y las compra, las prepara.


La Escritura dice que lo que el Señor ha preparado para los que le aman son cosas
que no has visto, ni imaginado. Dios quiere bendecirte, pero debes aprender a
obtener esas promesas.

Lo que Dios tiene para tu vida debe serte revelado según la sabiduría de Dios.

Hay tres cosas que se reciben por revelación, la primera de ellas es cómo es Dios y
sus atributos. El Espíritu Santo es quien nos revela cómo es el Señor, su poder,
omnipresencia y omnisciencia.

Nadie conoce más de Dios sino tiene mayor comunión con el Espíritu Santo.
Cuida tu comunión con el Espíritu Santo, no dependas de lo que te predican o
enseñan.

Debes tener comunión con el Espíritu Santo porque te va a revelar cómo es Dios.

La profundidad de Dios también es revelada por el Espíritu Santo. ¿Cómo puedo


ser espiritual en lugar de que la Biblia me lo defina?

Lo profundo no es necesariamente complejo, puede ser muy sencillo también.

Cuando la Escritura dice que sin fe es imposible agradar a Dios, está revelándonos
qué es agradable para Él. Cuando conoces profundamente a una persona, sabes lo
que le agrada porque te está revelando su corazón. El Señor puede decirte “soy
bueno, omnisciente, pero si me quieres agradar créeme, a mí me agrandan los que
me creen”.

Profundo no quiere decir confuso. Las profundidades de Dios son regularmente


cristalinas. Puedes estar en una profundidad de Dios muy sencilla para tu vida.

Otra cosa que la Palabra te revela es que Dios se goza en la oración del justo. El
Señor te está revelando lo que puede tocar las fibras más sensibles de su corazón.

El Espíritu Santo te revela lo profundo del corazón de Dios, de tal manera que te
revela lo que Dios ya te preparó.

El Espíritu Santo nos revela lo que Dios ya nos concedió. El problema no es saber
tan sólo lo que necesitas o quieres en la vida, está en saber qué te ha concedido y
que aun no tienes.

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