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Los nervios se sentían a flor de piel.

El estadio aclamaba en su esperado


concierto como nunca un público había hecho. Los músicos ya habían afinado
los instrumentos, los técnicos de sonido y luces lo tenían todo controlado. Solo
faltaba ella. Llevaban quince minutos de retraso, con la muchedumbre gritando
su nombre desesperados, pero ella con una sonrisa de oreja a oreja
tranquilamente daba al fin la señal a los técnicos. El humo púrpura se
escapaba de las esquinas del escenario y con un grito de Airi, dio comienzo el
concierto. Y es que ella era una chica que le gustaba hacerse de rogar.

Un par de horas más tarde, en una discoteca de esas a las que solo van
famosos y personas con prestigio, Adán celebraba con sus compañeros su
nuevo cargo de director general del periódico más importante del país. Gracias
a un ataque de corazón a su padre, que le había dejado en una cama para
posiblemente el resto de sus días, Adán a sus veintisiete años heredó una
parte muy importante de la economía española. Demasiadas responsabilidades
y obligaciones para un hombre de su edad, no está preparado, publicaba la
prensa rival. Y tenían razón, y el lo sabia, pero cómo negarse a su padre,
además de que siempre quiso la empresa, no en ese precioso momento, pero
la quería y no podía rechazarla, ahora era el momento de lucirse. Pero eso
sería mañana, o puede que pasado por que las nauseas, el ruido y el mareo no
le dejaban ni respirar. Se abrió camino entre la gente, y consiguió salir por una
puerta trasera.

Nunca le habían sentado tan mal en estos meses esas pastillas, los
reflejos le respondían a contratiempo y apenas podía aguantar ya las náuseas.
Airi salió del local arrastrando su alma con ella y como pudo salió por la puerta
trasera, si no la conmoción de la prensa, fans y cotillas que se encontraban
fuera no la dejarían en paz y otro escándalo mas para la larga lista, entre ellos
por sus noviazgos múltiples con grandes artistas y alguna que otra detención
por consumo excesivo de alcohol. Lo que faltaba era que descubrieran que
también consumía cocaína y de vez en cuando alguna que otra sustancia. Se
arrodilló en la esquina del suelo e intento mantener el conocimiento.

En un oscuro rincón de aquella estrecha calle, había alguien. Al ver girar


aquella perfecta figura, Adán se quedo petrificado; era tan hermosa, a pesar de
que tenía un aspecto claro de no encontrarse bien, ese cabello rubio con
extensiones negras, sus labios carnosos, un tatuaje de una extraña mariposa
púrpura en el hombro izquierdo y sobre todo, aquellos ojos oscuros del color
del fuego, nunca había visto nada parecido. Era lo más bello que había visto
nunca, lo siguiente a un ángel. Y ese ángel al poco tiempo de verle, cayó al
suelo. Así Adán y Airi se conocieron.

Airi se despertó en un lugar desconocido. Una casita a las afueras de la


ciudad. Muy espaciosa. Allí Adán le explicó que la anterior noche, al poco de
verla y caer al suelo, pensó que se había desmayado, pero solo se había
quedado dormida. Airi apenas con fuerzas, se quedó en aquella casita tranquila
alejada de toda la actividad y el estrés a la que estaba acostumbrada, y sin dar
señales de vida. Al principio, lógicamente pensó que Adán solo quería
aprovecharse de ella por su fama, pero le sorprendió mucho que supiera tan
poco de ella y ni siquiera conociera su single. Eran tantos los ratos que Airi
sorprendía a Adán, y este lo mucho que le enseñaba a ella... Eran totalmente
polos opuestos, ella: salvaje, atractiva, despreocupada, poco responsable y
muy ingenua. El, todo lo contrario, demasiado sencillo, pero eso era
exactamente lo que creó un interés mutuo, que llegó a convertirse en amor en
poco tiempo.

Después de unas semanas juntos en los que fue controlando, gracias a


él, poco a poco su adicción, Airi, casi a la fuerza de su manager tuvo que volver
al trabajo ya que tenía muchos retrasos de varias entrevistas y sesiones
fotográficas, y Adán comenzó con el suyo. En una de sus visitas matutinas,
Adán fue sorprendido por una no muy buena sorpresa; su padre había visto en
un articulo de la prensa rosa, a su hijo con una escandalosa niña mimada, el
articulo tenía de titulo "El heredero de una gran empresa será la novena victima
de la mimada Airi?". Cómo iba a consentir que un gran hombre como su hijo le
metieran en un mundo lleno de rumores y absurdos cotilleos, y con todos los
antecedentes de ella. Era muy mala imagen para su empresa. Después de una
larga y acalorada discusión, Adán abandono el hospital con la rabia
recorriéndole entero. No pudo pegar ojo esa noche, ni las cuatro siguientes. Se
querían, pero él no sabia que Airi le ocultaba que seguía consumiendo;
después de enterarse de que estaba arruinando la relación de un padre con su
hijo, comenzó de nuevo, nunca se había sentido tan culpable de algo. Y tan
pronto como dieron las nueve de una mañana de verano, le estallaría todo en
la cara.

Una imprevista llamada del hospital alertó a Adán. Cuando llegó ya era
demasiado tarde. La vio ahí llena de tubos. Intentó borrar esa imagen de su
cabeza, pero no podía. Airi había entrado en coma por un golpe de calor. El la
visitaba todos los días, se sentía tan culpable, incluso descuidó tanto su
empresa que disminuyeron las ventas en un estado crítico y la gente no paraba
de hablar sobre eso, pero sabía que no la podía dejar sola, no en un momento
así, y también sabía que le escuchaba. El le hablaba siempre y le prometía un
futuro juntos; una gran casa en la ciudad en un piso como ella quería, tendrían
hijos, nietos, y le haría la mujer más afortunada del mundo, y nunca se sentiría
sola, y lloraba cada noche por el deseo de que despertara y de verla sana en
sus brazos. Ella lo escuchaba, escuchaba cada palabra de su dulce voz, y se
esforzaba, quería estar con él y despertar de aquella pesadilla: poder
levantarse, estirar las piernas, los brazos y de un salto, abrazarle. Pero la paz y
tranquilidad de la muerte le rozaban sus rosas mejillas, y su cuerpo estaba ya
muy débil. Aunque su mente y su corazón querían, había bailado con la muerte
durante mucho tiempo, su destino estaba marcado con dolor desde el primer
momento que se cruzaron sus miradas.

Acababa el verano, había luchado con todas sus fuerzas pero eso no era
suficiente. Airi se despidió dejando atrás todo lo que había sido suyo un día y
agradeciendo aquella preciosa sensación de amar y ser amada, que fue capaz
de llevarse al otro lado. Con un pitido de despedida desde el monitor que mató
de tristeza a Adán, y una sincera lágrima que salía desde lo más profundo de
Airi, le dio la bienvenida a ese extraño lugar. La dulzura infinita de ese mundo.

Ana Sotto Lozano

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