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Soliloquio
que Nancy no va a escuchar
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(Cuento)
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Premio Binacional de Literatura Colombo-venezolana.
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San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela, 2003.
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www.letramaestra.blogspot.com
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MANUEL IVÁN URBINA SANTAFÉ
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[Escribir la dirección de la compañía] Página 1
Soliloquio
que Nancy no va a escuchar
Manuel Iván
Urbina Santafé
[DE LA FORMA]
Para contar una historia, empozada en lo que dicen que es la memoria, esa
especie de arcón que llevamos dentro, o lo arrastramos, y pueden
pulverizárnoslo fácilmente con un balazo, con unas cuantas copas, una
enfermedad terminal o haciéndonos zancadilla; en fin, para contar ese
tejido que vivimos trasteando y un día nos damos cuenta de que está ahí,
porque alguien sin querer, eso dijo, hala lo que parecía una motita y
resulta que se viene buena parte de la madeja, y en eso parece consistir la
imaginación, o el pensamiento, o cualquiera de los signos e imágenes que
se han usado para representar ese suéter viejo. Para contar lo que se
mueve en el pensamiento —démosle por ahora este nombre—, y contarlo
sin intermediarios, como se nos aparece en la cabeza cuando la siesta
termina y el culpable que nos habita se va a continuar sus deberes
mientras el ello se queda haciendo tiempo en la cama, se podrían omitir, si
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[DEL CONTENIDO]
como para tener todo el día algo qué recordar, generalmente nos
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[FOTOGRAFÍA]
los rayonazos rojos que seguramente fueron las primeras letras de Nancy,
y comenzaba a leer las páginas en que el libro se abría automáticamente
por fuerza de la costumbre y las emociones de su lector primero. La he
vuelto a ver, tú prepararás mi lumbre, el mal siempre presente, la dicha
siempre ausente, adiós a ti, y oigas un nombre, el nombre ya olvidado que
dabas al que acabe de morir. Esas y otras claves vinieron a mí,
ennegrecidas, subrayadas por las mil lecturas que puede hacer el
desamor, las recibí de sus manos. Entonces, tocado por la historia,
nombré a Nancy bibliotecaria de Alejandría, desnuda tras de los estantes
incendiados.
[GAVIEROS]
[EL PASADO]
pan, ya está dando mucho visaje, lo peor es que a todo el mundo le hace
gracia verme de nariz contra una nueve milímetros. Perdónalos, Señor,
como nosotros perdonamos a nuestros deudores y olvidamos pronto
cuando nos ofendes. Con todo y eso, hice lo propio: me ocupé en desandar
los lugares que nos pertenecieron, amante en ejercicio de fantasma, a falta
de oficio conocido; pero los muros y sus lechos sin número nada me
permitieron recuperar de quienes fuimos entonces.
Yo de verdad estaba pasando peligros en esas calles, pero era por una
buena causa, cómo no iba a acompañarla ahora en su muerte si en los
últimos años había dejado de acompañarla en su vida, y ese detalle había
quedado en la impunidad. Que cómo la conocí, pues a través de un amigo,
dueño de una rubia que orina en un saxofón, Horacio, que suele estar
atento a las campanas, pues a menudo lo llaman a sexo de seis.
[LA PROMESA]
Sobre los escaños del parque, que hoy está invadido de maleza, flota la
promesa de ser amantes siempre. Si alguna vez esas palabras fueron
bellas, no tardaron en hacer agua y detenerse, como un barco de niebla.
Allí han fondeado desde entonces, ajenas a los escombros que les acerca la
tempestad.
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