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NOMBRARIO

Cecilia: nombre de origen latino, de las tierras altas de la gran


Roma. Según dicho origen, caecus, es el cieguito, caecilia es la niña que
no tiene luz. Rara es esta acepción pues las niñas ha quienes les ha
tocado en suerte dicho apelativo se caracterizan por encender velas,
hornitos y sahumerios por todas partes aromatizando los espacios que
suelen habitar. La tradición etrusca llamaba cecilia a las enanas, a las
más débiles o a quienes la divinidad dotaba de torpeza,
contradictoriamente a muchas damas con dicho nombre quienes se han
caracterizado por su altura, su docilidad y su fe en las proezas y
acciones heróicas.

Cuentan las primeras escrituras de los primeros cristianos, siglo VI d.C


que una doncella plebeya, de buena estirpe pasaba sus horas alabando
la grandeza de la Creación divina acompañada por su bella voz y una
lira. Sus padres la ofrecieron en matrimonio a un comerciante no
cristiano. Ante la negativa de Cecilia, y su intención por conservar su
alma pura y exclusivamente para dios, fue asesinada mientras cantaba
con su débil voz un Magnificat. Es por ello que el día 22 de noviembre el
santuario cristiano recuerda a Cecilia de Miceticus, patrona de la música
y santa mártir.

Por último, los estudios antropológicos de Strauss, el padre del Danubio


Azul, comentan que las cecilias eran tribus nativas de la pampa rosarina,
doctas para la lectura, la cocina y la ejecución de instrumentos sonoros.
Es por ello que en la actualidad las señoritas Cecilias poseen la habilidad
de materializar la creatividad, modelar ideas originales intuitivamente y
servir abnegadamente a sus compañeros de tribu.

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