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APROXIMACIÓN A LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

Quizás otros tiempos hayan tenido más belleza o plenitud que el


nuestro. En todo caso, es indudable que otras edades vivieron en la
certidumbre, en tanto que la nuestra es época de dudas, de tensiones,
de represión advertida y, a la vez, de liberación. En el último terció del
siglo XX, que es ya un siglo distinto por las profundas mutaciones que
se han operado, la palabra humanismo llena él pórtico. Ello se debe a
que, además de su entraña metafísica, tiene resonancias de alcance
planetario, pues convierte en personaje "lo humano en general".

Para analizar el humanismo se precisa considerar, siquiera


aproximadamente, aquellas corrientes del pensamiento occidental que
más inciden en lo existencial, en el hacer y acontecer del hombre. Ellas
son el marxismo, el existencialismo y el cristianismo. Del racionalismo
humanista, que viene evolucionando desde el siglo XVII hacia el
humanismo científico ateo, no trataremos ahora.

En el Oriente poseen vigencia y vasta significación, el islamismo y el


pensamiento indostánico. Pero nuestro mundo latinoamericano, en
gran parte mestizado culturalmente, juega su destino dentro de
concepciones nutridas o bordeadas por corrientes occidentales. Cada
época escoge su pasado, nos dice Raymond Aron. Ello es cierto en la
medida en que no tenemos sino una vida que vivir y por eso
procuramos explicárnosla y ennoblecerla acudiendo a una selección de
las épocas que nos precedieron. Inmersos en nuestro tiempo,
comprometidos a pesar del deseo escapista que a ratos incita a
instalarse con prescindencia del entorno social, hace bien repensar
sobre el destino que nos envuelve. Es decir; sobre la realidad que
impregna nuestra existencia, sobre la distancia que separa todo
mensaje de su realización, sobre la exigencia de participar en la
aventura comunitaria, sobre la proyección del propio yo más allá de la
muerte.

PRINCIPALES HUMANISMOS
En sus "Manuscritos económico-filosóficos", escritos en 1844 pero
difundidos solo en las décadas recientes, Marx, empleó el término
humanismo en la acepción de doctrina del hombre y realización de sus
potencialidades. Por aquella época la palabra latina humanitas
(humanidad, humanidades), así como el neologismo "humanismus"
usado por los autores alemanes en latín y no en lengua nacional,
significaba sólo el método tradicional de enseñanza, la erudición, pero
no una visión total del[hombre. Desde que se difundió el pensamiento
dé Marx la palabra humanismo pasó a significar concepción filosófica a
partir del hombre mismo. En su crítica de la dialéctica de Hegel, que es
la parte final de los "Manuscritos", afirma Marx que el sistema
hegeliano nace a partir de la obra "Fenomenología del Espíritu", por la
enajenación del infinito, o sea de lo universal abstracto, a la idea
religiosa. "El Ateísmo cómo anulación de Dios es el surgimiento del
humanismo teórico y el comunismo como anulación de la propiedad
privada es la reivindicación de la vida humana real como propiedad del
hombre", dice Marx. El ateísmo es también el surgimiento del
humanismo práctico porque al anular la mediación de Dios surge el
humanismo positivo y el hombre se crea a sí mismo por virtud del
trabajo.

El existencialismo que alcanzó notoriedad después de la segunda guerra


mundial en el teatro, la literatura y la filosofía, proviene remotamente
de Kierkegaard, cuya obra quedó larvado por cien años y solo vino a
cobrar resonancia en nuestro siglo, después de haber sido traducida del
danés. Kierkegaard se había erguido contra el sistema absoluto
concebido por Hegel, oponiéndole la Existencia absoluta, pero con
evidencia cristiana. En nuestro siglo, por influjo de la escuela
fenomenológica alemana, el existencialismo pasó a ser ateo, al menos
en la mayor parte de sus pensadores. A partir de Heidegger y sobre
todo de Sartre, el existencialismo exalta a soledad fundamental del
hombre, enfrentado a la nada, a ese “fondo sin fondo de la
experiencia”.

Entre la angustia de Kierkegaard y la de Heidegger y Sartre media el


paso por el ateismo de Nietzsche, que intentó tal soledad con la
concepción del superhombre, águila a la que ningún Dios mira ya. En
carta dirigida a Ovérbeck, en 1886, declara: "mi vida está atravesada
por el deseo de que las cosas sean distintas de como las concibo, que
alguien torne mis propias verdades indignas de creer". Ello hace que
Jaspers califique el ateísmo de Nietzsche como la inquietud progresiva
de una búsqueda de Dios, haciendo ver su sufrimiento ante la
necesidad de renunciar a Dios, ante la decisión de no reposar más en
una confianza infinita, en un bien supremo. Sentimiento de soledad in-
decible frente al rechazo de Dios que Heidegger comenta en "Los
caminos del bosque" preguntando ¿cómo pudimos beber el mar?,
¿quién nos ha dado la esponja capaz de borrar el horizonte entero?,
¿qué hemos hecho desatando la cadena que unía a esta tierra con su
sol?

Para el existencialismo, la experiencia precede a la esencia. No hay más


allá. La ética del instante conduce a la desesperación en Sartre y más
aún en sus seguidores. El existencialismo acentúa la angustia, el
desamparo, Ia certeza del naufragio final. Para cada individuo todo
acontece como si la humanidad tuviera puesta en él la mirada,
observando su conducta para regirse por ella como patrón. La angustia
surge de la preocupación por saber si ha elegido bien en uso de la
libertad individual irrestricta, ya que cada elección personal depende
del camino de la humanidad. El hombre debe decidir por sí mismo, a
cada instante, y no puede negarse a elegir puesto que el inhibirse es
también una elección. No encuentra en sí mismo, ni fuera de sí mismo,
una posibilidad a la cual aferrarse.

Para el humanismo cristiano el hombre no está desamparado ni carece


de signos sobre la existencia de Dios. Hay una naturaleza humana, es
decir, común a todos los hombres y no una mera condición humana que
dependa de la situación de cada cual. "Si Dios no existiese dice
Dostoiewski todo nos estaría permitido". El hombre no es un impulso, un
proyecto, como quiere Sartre, sino una creatura de Dios, con aptitud
para elegir entre el bien y el mal. Es un ser perfectible. Pertenece a la
naturaleza, en cuanto es un ser encarnado. Y ha sido creado creador, o
sea con capacidad de continuar la creación en el sentido que señalan
Maritain y Teilhard de Chardin. A diferencia de las religiones panteístas
del oriente, el cristianismo ofrece al hombre la perspectiva de la
perduración personal. Ándré Malraux, ateo respetuoso de las religiones,
hace preguntar a uno de los personajes de "La condición humana", el
luchador social Tchen ¿qué hacer de un alma, si no hay Dios, ni Cristo?

La presente obra, escrita con propósito de información general,


presenta también el antihumanismo implícito en la escuela de
antropología filosófica más reciente, el estructuralismo, la cual eleva el
sistema del lenguaje a la categoría de criterio nuevo de racionalidad. Ya
Bertrand Russel había observado que las palabras eran mucho más que
una simple expresión del pensamiento, con la función de significar algo.
El lenguaje, decía, es como un hábito del cuerpo, que se aprende igual
que jugar al fútbol o montar bicicleta. La ventaja más importante
que tiene el hombre respecto de los animales es el lenguaje,
prerrogativa humana que se ejerce ¡por virtud asociativa y sujeta a las
leyes sicológicas de la asociación. Los estructuralistas subrayan que el
valor de cada palabra está dado por el sistema y que lo importante del
lenguaje no es comunicar sino la capacidad combinatoria de los
fonemas. Las palabras traen los conceptos siguiendo las leyes del
sistema, o sea de la sincronía lógica y sicológica.

Exagerando la importancia del lenguaje, los estructuralistas sostienen


que hay un orden que rige lo real de manera inconsciente y que el fin
de toda ciencia es descubrir las relaciones generales entre los
fenómenos mismos. La escuela lingüística americana, cuyo
representativo más alto es Noam Chomsky, se considera capaz de
superar los problemas filosóficos tradicionales. Tanto los ambiciosos
programadores de dicha escuela como Claude Lévi Strauss en Francia
sostienen que el lenguaje se genera constantemente y que sus leyes dé
generación se hallan determinadas. Tal concepción entraña un
antihumanismo, pues el hombre se ve minimizado por un sistema dé
relaciones que no puede eludir. Es obvio que, al matematizar las
ciencias de relación, el estructuralismo juega con la libertad del
hombre, lo reduce a ser el sueño de una sombra.

EL FUTURO ES HOY

La existencia del hombre es un proceso continuo de terminación y


aprendizaje. A diferencia de los demás seres vivientes, puede decirse
de él que es inacabado, que nunca deviene adulto. Su acabamiento o
perfección se hallan siempre ante él, en un porvenir nunca alcanzado
totalmente. El informe recientemente redactado para la UNESCO por el
grupo que presidió Edgar Faure subraya que el hombre recibe de su
entorno técnicas vitales que no le son proporcionadas por la naturaleza
ni por el instinto. Viene al mundo con un lote de potencialidades que
pueden abortar si no es educado permanentemente, hasta el último
día. El hombre no puede ser modelado por formulaciones verbales, ni
debe ser formado, o sea hecho de afuera para adentro. Ha de
construirse él mismo, de adentro para afuera, usando racionalmente
los medios que recibe de la historia, de las costumbres, del ambiente
familiar, de a comunidad nacional, de las condiciones y regímenes
económicos, de la acción política. Tal creatividad, proclamada hoy por
el humanismo, le exige también responsabilidad social, ya que cada
uno se realiza a través de todos.

Por primera vez en la historia, el hombre está siendo preparado para


una sociedad que todavía no existe. La mutación y no el inmovilismo, es
el signo de nuestro tiempo. La mente se embebe de los valores que
serán comunes cuando de las estructuras sujetas a revisión haya salido
otro modelo. Este nuevo modelo no significará una ruptura total con el
pasado, pero es obvio que dejará de lado muchas de las formas
tradicionales. Habrá de combinar el "homo sapiens'' con el ''homo
faber”, superando a la vez los factores que le impiden vivir en armonía
con los demás y aun consigo mismo.

El propósito liberador advertido tiene, sin duda, mucho de utopía. Pero


contiene elementos que se identifican con la ética y los valores. Sería
miopía inexcusable no columbrar un futuro distinto al presente. La
transformación operada en las democracias clásicas con una visible
polarización de poseedores y no poseedores, la expansión del
comunismo en las últimos treinta años y el rápido proceso de
descolonización, están señalando que ha comenzado otro siglo. El
tiempo nos sitúa ya a las puertas de la sociedad futura.

El antagonismo ideológico y las presiones sociales han creado


perspectivas excitantes. Discurrir serenamente por entre ellas, en tanto
resuenan las contradicciones a un lado y al otro, es deber de honradez
mental. Retomando los párrafos iniciales, oponemos la concepción espi-
ritualista a la materialista. Creemos que cada cual debe validar su
ideología, en un proceso de racionalización y de libertad. La respuesta
está en la intimidad, y no solo en el orden geométrico del mundo. Está
en el sentimiento además de la razón, puesto que el derecho a ser
amado no es susceptible de prueba, conforme observó Pascal. La
ansiedad por Dios y la fe en él añaden a la condición humana una
dimensión sobrenatural; tal es la concepción del humanismo integral.

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