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liano a. 20, el Cédigo Civil de Portugal a. 52, el Cédi- go Civil espafiol a. 9-102. En derecho mexicano no se regula en forma alguna este problema. IV. BIBLIOGRAFIA: ARELLANO GARCIA Carlos, De. ‘echo internacional prvado, México, Portia, 1974; BATIF. FOL, Hensi y LAGARDE, Paul, Droit international privé; Ta. ed., Paris, Librarie Générale de Droit et de Jurisprudence, 1981, tomo I; MIAJA DE LA MUELA, Adolfo, Derecho in- ternacional privodo; 8a. ed., Madrid, Aguilar, 1980, tomo II; PEREZ VERA, Elina, Derecho internacional privado; parte especial, Madrid, Tecnos, 1980; TRIGUEROS §., Eduardo, Lanacionalided mesicana, México, Jus, 1940. Laura TRIGUEROS G_ Apelacién. (Del latin apelare). 1. La apelacién es un recurso ordinario y vertical a través del cual una de las partes o ambes solicitan al tribunal de segundo grado (tribunal ad quem) un nuevo examen sobre una reso- Jucién dictada por un juez de primera instancia (juez @ quo), con el objeto de que aquél la modifique o re- voque. Podemos dividir el examen de la apelacién en los cédigos procesales mexicans en dos sectores que si- guen principios similares o cea, en la materia civil y ‘mercantil por una parte, y penal por la otra, tomando en consideracién que, ea principio, los procesos ad- ministrativo y laboral se tramitan en un solo grado. IL. (Derecho procesal civil y mercantil). De acuer- do con lo establecido por los Cédigos modelos, CPC, CEPC y CCo. se sigue esencialmente el sistema de la apelacién espafiola segin la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881, con algunos matices. El citado recurso procede en términos generales contra sentencias definitivas y contra autos que deci dan un aspecto esencial del procedimiento, estable- ciéndose una enumeracién muy variable para los se: gundos en cada uno de los citados ordenamientos, y al respecto, el tratadista mexicano José Becerra Bau- tista considera, siguiendo los términos de la dispersa legislacién procesal civil, que son apelables las siguien- tes clases de auitos: a) los que ponen término o parali- zan el juicio, haciendo imposible su continuac los que resuelven una parte sustancial del proceso, y ) los que no pueden ser modificados por sentencia definitiva. La apelacién puede interponerse de manera exclu- siva por la parte agraviada, pero el a. 689 CPC hace referencia también a los demas interesados a quienes: 158 perjudique la resolucién combatida, precepto que ha sido interpretado por la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia en el sentido de que los tereeros ex- trafios no estin obligados a agotar recursos ordina- rigs 0 medios legales de defense antes de acudir al amparo (tesis 261 y 262, pp. 801 y 803, Tercera Sala del Apéndice SJF, publicado en el afio de 1975). Por otra parte, tanto el citado CPC (a. 689, segun- do parrafo), como el CCo. (a. 1337, fraccién Il), dis- ponen que la parte que obtuvo sentencia favorable también puede interponer apelacion cuando no obtuvo la restitucién de frutos, la indemnizacién de perjuicios © el pago de costas. Ademés, el primero de dichos or- denamientos regula también la llamada apelacién adhesiva, Si bien los mencionados cédigos han establecido una summa gravaminis, la misma ha perdido total- mente su caracter limitativo en virtud de la devalus- cin de la moneda, si se toma en consideracién de que los CPC y CCo. la fijan en cinco mil pesos (aa. 426, fraccion 1 y 1340, respectivamente) y sélo mil pesos segin ol CFPC, La apelacién civil y mercantil se interponen ante el juez que dicté la resolucién impugnada, el cual la puede admitir o desechar, asi como ealificar sus efec- tos de manera provisional, y de acuerdo con los cédi- 0s respectivos, dichos efectos se califican segin el criterio tradicional, en devolutivos 0 suspensivos o ‘ambos, los que en realidad pueden estimarse sélo co- mo ejecutivos © como suspensivos, ya que los prime- ros admiten Ia ejecucién de la resolucién de manera ymediata, y los segundos implican que dicha ejecu- i6n debe aplazarse hasta que se dicte sentencia de segundo grado. En principio debe suspenderse Ia eje- cucién de las sentencias definitivas impugnadas, en tanto que los autos slo cuando pueden causar perjui cios irreparables (aa. 700 CPC, 239 CFPC y 1339 del Co,). Cuando el juez. de, primera instancia ante el cual se interpone el recurso desecha la apelacién, procede la queja (a. 723, fraceién III, CPC) y la llamada “dene- gada apelacién”, en los términos del CFPC (aa. 259 2266). La apelacién civil asume dos caracteristicas en nues- tros eédigos procesales, ya que la misma debe mejo- arse 0 formalizarse ante el tribunal de segundo grado y ademés es restringida, pues no implica un nuevo ‘examen de la controversia, En relacién con el primer aspecto, el apelante debe acudir ante el organismo de segunda instancia a formular agravios, y si no se pre- sentan o se entregan fuera del plazo, se declara desier- tol recurso. Por lo que se refiere a la limitaciin del recurso, ta apelacin civil implica exclusivamente el anilivis de Jos agravios del apelante y los del apelado en la apela- cin adhesiva, y s6lo se admite el ofrecimiento y de- sahogo de nuevos medios de prueba o la presentacién de nuevas defensas, cuando las mismas no se hubieran aportado en la primera instancia por causas ajenas ala voluntad del apelante, o no se hubiese tenido conoci- miento de las miamas de manera oportuna (aa. 706 a 708 del CPC y 253 a 255 CFPC), y fuera de estos su- puestos, el tribunal de segundo grado spreciara los hechos como fueron probados en el primero (a. 225 CFPC). £1 CCo. es muy escueto en cuanto a la tramitacién de la apelacién ante el tribunal de segundo grado, ya que se limita a disponer que se admitiré o desechard de plano y se sustanciard con un solo escrito de cada parte y el informe en estrados (alegatos orales), si Jas partes quisieran hacerlo (a. 1342). Finalmente debemos hacer referencia a Ia peculiar institucin calificada como apelacin extraordinaria, que constituye una innovacién desafortunada del CPC, pero que no es adoptada por varias de los cédigos lo- cales que lo siguen directa o indirectamente. Resulta dificil establecer un concepto preciso de esta impug- nacidn, ya que la doctrina ha sefalado que constituye una mezcla de medios impugnativos y s6lo existe acuerdo en el sentido de que no se trata de una verda- dera apelaciin y que el calificativo correcto es el de extraordinario, lo que es contrario a la propia apela- cién, que como hemos sefialado es el recurso ordina- rio por excelencia. De acuerdo con el a, 717 del eitado CPC, dicha im- Pugnacién procede en cuatro supuestos, es decir: a) cuando se hubiere notificado el emplazamiento por edictos al demandado y el juicio se hubiese seguido en rebeldia; b) en segundo término, cuando el actor © demandado no hubiesen estado representados legi- timamente o que siendo incapaces, las diligencias se hhubiesen entendido con ellos; c) en tercer lugar, cuan- do el demandado no hubiese sido emplazado de acuer- do con la ley, y finalmente, d) cuando el proceso se hhubiese seguido ante juez incompetente, no siendo prorrogable dicha competencia. Los plazos para interponer ese recurso extraordi- nario son de tres meses contados al dia siguiente de la notificacién de la sentencia en los supuestos primero y tercero, y de silo quince dias tratindose de inde- bida representacién y de juez incompetente. II. (Derecho procesal penal). La apelacién penal se regula en nuestros cédigos de procedimientos en forma més flexible que la civil y mercantil, en cuanto se encuentra inspirada en el principio in dubio pro En primer término podemos sefalar que se pueden apelar tanto las sentencias definitivas como los autos, que tienen efectos decisivos dentro del proceso penal, tales como los que mandan suspender 0 continuar la instruceién; los que declaran la Hamada formal prision y los que conceden o niegan la libertad del inculpado (aa. 418 CPP y 366 y 367 CFP). Se encuentran legitimados para apelar, el Ministe- rio Publico que ha sostenido la acusacién, el inculpa- do y sus defensores (aa. 417 CPP y 365 CFPP), ai bien cl primero también concede el recurso al ofendido o sus legitimos representantes, s6lo en cuanto a la repa- racion del daito. Los citados cédigos procesales penales siguen el criterio tradicional al calificar los efgetos del recurso como devolutivos © “ambos efectos”, al cual nos referimos al examinar la apelacion civil, establecién- dose como regla general la suspension de la ejecucién de la sentencia definitiva cuando establezca una san- cién (a. 366 CFPP) en tanto que el a. 419 del CPP contiene una disposicién curiosa, que en el fondo po- ‘see el mismo sentido, de acuerdo con la cual, el recur- so de apelacién salo procedera en efecto devolutivo, y muy especialmente respecto de las sentencias defini- tivas que absuelvan al acusado, salvo determinacion expresa en contrario. El recurso se presenta oralmente 0 por escrito ante el juez que dicté la resolucién impugnada, quien tiene la facultad de admiticlo o desecharlo de plano, asi co- mo sefialar sus efectos. Contra el auto de desechamien- to procede el llamado recurso de denegada apelacion; pero las partes pueden combatir ta admision y la cai ficaciOn de efectos ante el tribunal de segundo grado (aa. 421-423, 435-442, CPP; 370 y 374, 392-398 CEP). No es necesario, como silo es en la apelacion civil, mejorar 0 formalizar el recurso ante el drgano supe- rior, en virtud de que tos agravios pueden formularse ya sea con motivo de la interposicion o bien en la au- ddiencia de alegatos (esto iltimo segin el 2.364 CFPP), y ademas, el tribunal de segundo grado pose mayo- 159 res facultades que las otorgadas en cuestiones civiles, ya que es amplia la materia del recurso, con algunas restricciones, pues en esencia implica un nuevo exa- men de todo el procedimiento y de las resoluciones impugnadas en primera instancia, tomando en cuenta que la parte recurrente puede ofrecer nuevas pruebas, limitandose sélo el testimonial a los hechos que no hubieren sido objeto del examen en el primer grado (aa, 428 y 420 CPP, 376.378 y 380 CFPP), Por otra parte, si bien la reposicién del procedi miento Gnicamente puede ordenarse por el tribunal de segundo grado, de acuerdo con tos motivos expre- samente seflalados en ambos cédigos de procedimien- tos penales, y a peticién de la parte recurrente (aa. 430 y 431 CPP y 386 y 388 CFPP), el segundo dispone que se podrd suplir la deficiencia de los agravios cuan- do existe una violacién manifiesta del procedimiento que hubiese dejado sin defensa al procesado y que s6- lo por torpeza o negligencia de su defensor no fue combatida debidamente (a. 387), v. APELAGION ADHESIVA, CODIGOS DE PROCEDI- ‘MIENTOS CIVILES. TV. BIBLIOGRAFIA: 3) En materi procesal civil y mer contit: ALCALA-ZAMORA Y CASTILLO, Niceto, “Exo. men critico del codigo de procedimientos civiles de Chihua- hhua™, Derecho procesal mexicano, México, Pornia, 1976, tomo 1; BECERRA BAUTISTA, Jox, Et proceso civit en México; 8a, ed., México, Pornia, 1980; CASTILLO LARRA- SAGA, José y PINA, Rafael de, Institucionee de derecho procesl civil: 13a, ed., México, Portia, 1979; OVALE FA- VELA, José, Derecho procesal civil, México, Harla, 1980; PALLARES, Eduardo, Derecho proces! cod, 6x. ei, Méx 0, Porria, 1976: b) en materia procetl penal: ARILLA BAZ, Fernando, B! procedimiento penal en México; 7a, ed, ico, Editores Unidos Mexicanos, 1978; COLIN SAN. CHEZ, Guillermo, Derecho mexicano de procedimientos pe nates; 44, ed., México, Pornia, 1977; FRANCO SODI, Car- Jos, Et procedimiento penal mexicano: 4. ed, México, Po- ria, 1957; GARCIA RAMIREZ, Sergio, Curso de derecho roves! penal: 2a, ed., México, Porcia, 1977; GONZALEZ BLANCO, Alberto, £1 procedimiento penal mexicano en ta dloctrina ¥ en ef derecho postive; México, Pornia, 1975; GONZALEZ BUSTAMANTE, Juan José, Principior de de. recho procesal penal mexicano; 6a. ed., México, Porria, 1973; PISA'Y PALACIOS, Javier, Recursos en el procedimiento penal mexicano, México, Secretaria de Gobernacién, 1976; RIVERA SILVA, Manuel, EF procedimiento penal; 9. ed, México, Portia, 1978 José OVALLE FAVELA Apelacin Adhesiva, J. La llamada apelacion adhesiva o adhesion a Ja apelaci6n esti prevista en el a. 690 del 160 CPC, en los siguientes términoe: “La paite que vencio puede adherise a la apelacion interpuesta al notificér- sele su admisién, o dentro de las veinticuatro horas si- guientes a ese notificacidn. En este caso, la adhesion al recurso sigue la suerte de éste”. De acuerdo con este precepto, la apelacion adhesi- va puede ser formulada por la parte vencedora, ya sea que haya obtenido todo 0 una parte de sus pretensio- nes, una vez. que la parte vencida haya interpuesto el recurso ordirario de apelacién y éste haya sido admi- tido por el juez a quo. A través de la apelacion adhesi- va, Ia parte vencedora que no habia apelado tendra oportunidad de expresar agravios, ya sea para reclamar aquello que no le haya sido concedido en la sentencia apelada (si se trata de vencedor reletivo) o ya sea para reforzar los fundamentos de derecho y motivos facti- cos de la decisién judicial. Por dltimo, como se trata de un recurso accesorio, la apelacién adhesiva debe se- guir el mismo curso procesal de la apelacién principal y resolverse simulténeamente con ésta. IL. BIBLIOGRAFIA: ALCALA-ZAMORA Y CASTILLO, Niceto, “Examen exitico del cédigo de procedimientos eivi- les de Chihuahua”, Derecho proceaal mexicano, México, Po- ria, 1976, tomo I; BECERRA BAUTISTA, Joo, Et proce- 19 civil en México; Ba. ed. México, Pomia, 1980; OVALLE FAVELA, José, Derecho proces! civil, México, Harla, 1980; PALLARES, Eduardo, Derecho procesot civik 63, ed., Méxi- £0, Portia, 1976. Jost OVALLE FAVELA Apeo y deslinde, (Apear, del latin eppedare, de peda- re, sostener; deslindar, del latin, delimitare, sefialar y distinguir los términos de un lugar, provincia o here- dad). I. Atributo del dominio, por el cual un propie- tario, poseedor usufractuario tiene derecho a hacer medit, delimitar, amojonar y cercar su fundo. Esta s¢- rie de actos derivan del derecho de exclusion, que fa- culta al titular de un derecho real a gozar de la cosa excluyendo a otras personas, por los medios que la ley autoriza El derecho de deslinde existe desde que los hom- bres primitives abandonaron la vida némada para de- dicarse a la vida sedentaria y a la explotacién agricola. Primeramente el deslinde se referia a las propiedades tribales, luego # la propiedad familiar y, al término de su evolucién, alcanzd a la propiedad individual, En la antigua Roma, la Ley de las XII Tablas sefta- 16 el espacio (ambitus) que debia existir entre los fun- dos; mas adelante, en la Ley Manilia y en el Digesto se reglamenté con detalle el institato. Estos cuerposlega- les prescribjan la intervencion de agrimensor y confe- rian la accion finium regundorum, de caricter impres- criptible, para pedir el deslinde, En México, en la época precortesiana, el deslinde era un acto solemne que se hacia con intervencién de las autoridades y en ceremonia piblica; el propietario arrojaba flechas en su parcela, simbolizando de este modo su imperium sobre el lugar y la exclusin de Jos terceros. En la etapa colonial rigieron las Leyes de Partidad, el Fuero Juzgo y ta Novisima Recopilacion. Después de la Independencia, el derecho custantivo se ‘consagré en los cédigos civiles y el procedimiento para hacerlo valer, en las leyes procesales. Il. Naturaleza juridica del derecho de apeo y des linde. La doctrina se divide en esta materia, atribuyén- dole al apeo y deslinde naturaleza de servidumbre, de cuasi-contrat o de emanacin del derecho principal de dominio. Caracteres de la accién de deslinde. La accion de destinde es indivisible e imprescriptible. Es indivisible, porque se otorga a todos y cada uno de los propieta- ros limitrofes y obliga a que, en el juicio en que se sustancia el deslinde, comparezcan todos los propie- tarios interesados. La accidn de apeo y destinde es, asimismo, imprescriptible —aunque este cardicter no se halle expresamente consagrado en la legislacion nacio- nal— porque se trata de un derecho derivado del do- minio y, mientras éste se conserve, se podré ejercer aquella accién. IIL. Legislacién mexicana. El derecho de destinde esta legislado enel a. 841 CC, el a. 842 establece ef dere- cho -y eventualmente la obligacion— de cerrar y cer- car la propiedad. De la redaccién dada a esos textos se desprende ‘que, para el legislador, el derecho de deslinde es una ‘emanacign del dominio. (E1 Cédigo de 1884 lo consi- deraba como ana servidumbre), La avcién de destinde esta regulada en el CPC, pa- ra los fundos de propiedad de particulares (aa. 932 a 937) y en el CFPC, cuando todos o alguno de los pre- dios pertenece al dominio del Estado. Ademas, existen miiltiples disposiciones administrativas que se refie- ren al deslinde, en leyes especiales. Ambos utilizan la palabra apeo, entendiéndose por tal el acto de me- dir las tierras cuando no se hayan fijado los limites que separan un fundo de otro, o bien para comprobar si las medidas coiciden con las que expresan las eseri- turas de propiedad —cuando hay motivos fundados para ereer que los limites establecidos no son exactos-~ ‘0, en fin, porque las marcas o seftales se hayan des- truido o cambiado de lugar. Por extensién, se usa este vocablo para designar el documento material o acta en que queda consignada la operacién de mensura (a. 936 fr. 1 CPC). La facultad de hacer mensurar un predio implica la de amojonarlo y la de cercarlo. Amojonar significa colocar marcas, hitos © mojones estables para seRalar los limites de cada fundo. El cercamiento consiste en ta colocacién de vallas, muros, setos cercas que im- pidan el paso indiscriminado de terceras personas. E's te derecho puede resultar a la vez una obligacién del titular del derecho real sobre el inmueble, en ciertas hipétesis legales. 1V. BIBLIOGRAFIA: GOMIS, José y MUROZ, Luis, Ele ‘mentor de derecho civit mexicano, tomo Il, Derechos reales, México, Editores José Gomis y Luis Muftoz, 1943; OV ALLE FAVELA, José, Derecho Procesat Cuil, Mésico, UNAM, 1981 Carmen GARCIA MENDIETA Apercibimiento. La voz apercibimiento posee en ef lenguaje forense dos acepciones que se distingaen cla- ramente. Si fen primer lugar, la advertencia © conminacién que la autoridad hace a determinada persona, de las consecuencias desfavorables que podri acarrearle la realizacién de ciertos actos w omisiones; ‘en un segundo sentido es una sancion que los magis- teados y los jueces pueden imponer a sus subordina- dos y también a quienes perturben © contrarien el normal desarrollo de las audiencias y demas activida- des judiciales o falten de palabra o por esetito, al res- peto y consideracién debidos a la administracién de justicia, L Constituye ese tipo de saneién, uno de los mo- dos de manitestarve 1a facultad diseiptinaria que co- responde a los titulares del poder jurisdiccional para mantener el orden y buen gobierno de sus respeciivos tribunales, Sobre este particular enseflaba en su curso, el profesor Eduardo J. Couture, segiin refiere Enrique Vescovi, que ext poder de disciplina no es otra cosa que una facultad de mando y de gobierno realizada con el objeto de mantener normal o regularmente el funcionamiento del servicio piblico en la parte en que le es confiado, ILEn nuestro derecho, la fraccin 4 del articulo 62 del CPC menciona como correccién disciplinaria unto o amonestacibn”, palabra ésta dilti- 161 ma, que proviene del latin moneo, que significa preve- nit, anunciar, predecir. El CFPC, en cambio, en su correlative articulo 55, fraceidn I, dnicamente inclu- ye el apercibimiento. El examen de diversas disposiciones de ambos c6- digos procesales demuestra como en algunas de ellas se alude el apercibimiento como advertencia o preven- cin y en otros constituye una sancion impuesta por infracciones que no tienen calidad delictual. Asi el articulo 547 del CPC ordena que cuando se aseguren créditos en via de apremio, “el secuestro se reducira a notificar al deudor o a quien deba pagarlos, que no verifique el pago, apercibido de doble pago en caso de desobediencia. ..”. Se trata en ese supuesto de una advertencia 0 conminacién y no de un acto de di plina. Algo similar se encuentra en los casos de citacién 4 lestigos para que concurran a declarar en una au- diencia apercibidos de ser sancionados con multa o arresto si no concutrieren (a. 357 CPC). Tienen, en cambio, cardcter de verdaderas sancio- nes por disposicién expresa de la ley, las correcciones disciplinarias que sefiala la LOTJFC para los funciona- rios judiciales que incurran en faltas oficiales de las que se ocupan los articulos 288, 289, 291 y 292 a 204 de la misma. En efecto, el articulo 295 determina coneretamente los supuestos en que el apercibimiento tienen naturaleza punitiva. Se hard —dice~ “por escri- to por el funcionario encargado de aplicar la pena...” E] procedimiento para imponer dichas correcciones a funcionarios y empleados judiciales se precisa en los articulos 302 a 306 del mismo ordenamiento. IIL Bl tratadista Jaime Guasp en sus comentarios al titulo XIII del libro 1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil espafola analiza el problema de la naturaleza juri- dica de las normas tocantes a correcciones disciplina- tias en ella, para determinar si se trata de preceptos de indole procesal o si, por el contrario, dado el earacter genuinamente administrativo de la facultad disciplis ria que se atribuye al juez y la condicion que también posee de drgano de la Administracién, tales correccio- nes son tipicamente administrativas, “pero si se deja aun lado el equivoco calificativo de ‘disciplinario’ y se observa que los supuestos regulados en el titulo XII de la LEC son efectos inmediatos de actos proce- sales tipicos que se producen dentro del proceso mis- mo, se comprende que no hay motivo para negar a tales normas la consideracién de procesales”, y anota ‘en favor de su tesis la opinién coincidente de Manresa. IV. El legislador mexicano se inclind manifiesta- 162 mente en favor de la tesis administrativista desde el mo- mento que incluyé la reglamentacién de las mismas, en lo que se refiere a los funcionarios y empleados de la administracién de justicia, en la LOTJFC que es un cuerpo de preceptos de naturaleza administrativ La reglamentacién de tas correcciones disciplina- rias en cuanto pueden ser sujetos pasivos de ellas per- sonas distintas de los funcionarios y empleados de la administracién de justicia, que se encuentra en los ar- ticulos 61 a 63 del CPC y 54 a 56 del CFPC es incom- pleta y escasa, merecedora de una futura reforma 2 fondo. Y. BIBLIOGRAFIA: MANRESA Y NAVARRO, José Maria y REUS, Ignacio Miguel y José, Ley de enjuiciamien- to civil, comentada y explicada, Magnd, Imprenta de la Re- vista de Legislacion, 1856, tomo 1; GUASP, Jaime, Comen- tarios a ta ley de enjuiciamiento civit; 2a, ed., Madrid, Agui- lar, 1948, tomo 1; ALSINA, Hugo, Tratado teérico prictico de derecho proceml civil y comercial, Buenos Airex EJEA, 1963, tomo I; VESCOVI, Enrique, Derecho procesal civil, Montevideo, Editorial Ideal, 1974, tomo I Ignacio MEDINA LIMA Apertura de crédito. I. Es un contrato a virtud del ‘cual, el acreditante se obliga a poner una suma de di- nero a disposicién del acreditado, 0 2 contrser por cuenta de éste una obligacion, para que el mismo haga uso del crédito concedido en la forma y en foe térmi- nos y condiciones convenidos, quedando obligado el acreditado a restituir al acreditante las sumas de que disponga, o a cubritlo oportunamente por el importe de la obligacién que contrajo, y en todo caso a pagar- le los intereses, prestaciones, gastos y comisiones que se estipulen (a. 219 LGTOC). 1. Las partes: el acreditado, o sea a quien ee le ha concedido el crédito, puede serlo tanto una persona fisica como una persona juridica colectiva. Lo mismo acontece con el acreditante, aunque es muy raro que éste lo sea un particular, ya que més bien ¢s una insti- tucién de crédito (aa. 20. y 80. de la LIC), por lo que la doctrina, de plano, clasifica a este tipo de contratos, dentro de las operaciones bancarias (a. 75 fr. XIV del Co) de tas denominadas activas que con aquellas que efectiian los bancos al invertir el dinero que reci- ben de terceras personas, poniéndolo en condiciones de producir y por lo cual se constituyen en acreedores de las personas a quienes se le proporciona. 2.Capacidad de las partes: como se trata de un contrato mercantil regulado por su propia ley, para Jos efectos de este inciso, hemos de invocar al a. 20, de la LGTOC que en su fr. IV nos permite acudir al derecho comin cuando no exista disposicion atingente a un caso concreto ni en Ja ley especial, ni en la legis- lacién mercantil general; asi como a los aa. So. y 81 del CCo, que igualmente permiten dicha remisin. Por lo tanto, en euanto a las personas fisicas o parti. culares, tienen capacidad legal los mayores de diecio- cho afios (a. 647 CC) que no se encuentren en ninguno de los casos de inhabilitacién comprendidos en el a. 450 del CC y los comerciantes (as. 50. y 12 CCo.). Sin embargo, si un menor de edad es perito en el co- mercio, no ha presentado certificados falsos del re- gistro civil o dolosamente manifiesta que es mayor de edad, ta celebracidn de los contratos se entiende realizada en forma legal (aa. 639 y 640 CC). Por lo que hace a la capacidad de las personas juridico-colectivas, tenemos que éstas ejercitan sus derechos, contraen obligaciones, celebran contratos y realizan actos juridicos en general, por medio de los érganos que los representan, sea por disposicién de la ley © conforme a Jas disposiciones relativas de ‘sus escrituras constitutivas y de sus eatatutos (a. 27 del CC). En idéntico sentido se ha pronunciado la SCJ por lo que se refiere a la capacidad de las socieda- des mercantiles: “Las sociedades mercantiles son per- sonas morales que obra y se obligan por medio de tos ‘érganos que las representan, sea por disposicion de la ley o conforme a las disposiciones relativas de sus es crituras constitutivas y de sus estatutos” (6a. Epoca 4, Parte: vol. XXIL, p. 362, Amparo Directo 1918/ 58, José Barcenas Rojas). 3. Importe del crédito: las partes pueden 0 no fi- jar su limite. Si no se sefiala dicho limite y no es po- sible determinarlo por el objeto a que se destine, o de algtin otro modo convenido, el acreditante estd facul- tado para establecerlo en cualquier tiempo (aa. 292 y 293 de la LGTOC). En easo de que se hubiere fijado, las partes pueden convenir en que cualquiera o una sola de ellas, estard facultada para restringirlo (a. 294 LGTOC). 4, Disposicién de la suma acreditada: ¢l acredita- do puede disponer a Ia vista, ie. mediante un solo retiro, de la cantidad convenida, desde el momento de la perfeccién del contrato, hasta antes de que expire el término del mismo (a. 295 LGTOC); o bien, me- diante retiros parciales que hard dentro de la vigenc de la relacién contracual. A este respecto ha dicho la SCJ: “En los contratos mercantiles de apertura de crédito... es permitido que el numerario objeto del contrato lo reciba el acreditado en una o en varias exhibiciones, sin que se altere por ello la naturaleza del acto o se contravenga la ley, ya que, por el contra- trio, el sentido de lo dispuesto por los aa. 291 y 295 de la LGTOC confirma que la acreditante y el acredi- tado tienen libertad de pactar to que a sus intereses convenga en relacién a la entrega de la summa de dine- ro acreditada, asi como con respecto a su pago” (7a. Epoca, vol. 62, 4a. Parte, p. 16, A.D, 5024/71, Leo- poldo Castro Nivén, 3a. Sala). Si durante la vigencia del contrato, el acreditado no dispone de la suma convenida en forma total o parcial, quedara obligado, salvo pacto en contrario, a pagar los premios, comisiones y gastos correspon- dientes a las sumas de que no hubiere dispuesto (a 204 diltimo pfo.). ‘También se puede convenir que el acreditado dis- ponga det crédito mediante cheques u otros titulos de crédito. 5. Restitucién del crédito: cuando las partes no fi- jen plazo para la devolucién de las sumas de que pue- de disponer el acreditado, o para que el mismo reinte- gre las que por cuenta suya pague el acreditante de acuerdo con el contrato, se entendera que la restitu- cién debe hacerse al expirar el término sefialado para el uso del crédito, o en su defecto, dentro del mes que siga a la extincidn de éste diltimo (a. 300 LGTOC). 6. Intereses: el acreditado debe pagar normalmente tuna comisién total sobre el importe del erédito que se le concede y, ademas, intereses por las cantidades de ‘que disponga efectivamente, Los intereses deben con- venirse expresamente por las partes y ain si el acredi tado no hiciera uso total del crédito durante la vigen cia del contrato deberd manifestarse eu obligacion de pagar los premios, comisiones e intereses (aa. 294 iti mo pfo. y 300 de la LGTOC). La SCJ ha establecido la siguiente ejecutoria por lo que a los intereses hace: “Bn materia de préstamos refaccionarios, el a. 325 de la LGTOC remite a la seccin primera del capitulo LV, titulo segundo de la misma, en la que aparece el a 291, en el que, entre las obligaciones que se imponen al deudor, esta la de restituir al acreditante las sumas de que disponga o a cubrilo oportunamente por et importe de la obligacion que contrajo ‘y en todo caso a pagarle Los intereses, prestaciones, gastos y comisio- nes que se estipulen’; 0 sea, que de admitirse que las instituciones de erédito puedan hacer renuncia a inte- reses y accesorios en los préstamos refaccionarios con- 163 forme al sistema de la LGTOC, esta renuncia, a dife- rencia de la establecida por el CCo. para el préstamo cen general, tendria que ser expresa, nunca tdcita, pues Ia expresin ‘en todo caso” que emplea el legislador en el precitado a. 291 no permite suponer excepciones. En tales condiciones, el hecho de que la institucién de crédito reciba del acreditado el pago del capital, sin reservarse expresamente el derecho a los intereses pac- tados o debidos, no extinguen la obligacién del acredi- tado de pagarlos, puesto que el a. 219 dela LGTOC, que es la aplicable traténdose de préstamos refaccio- arios, por ser la ley especial y excepeional que prevé el caso y no el a. 364 del CCo. que establece una re- ala general, impone al deudor la obligacién de pagar “en todo caso’ los intereses pactados © debidos” (7a. Epoca, 4a. Parte: vol. 71, p. 23 A.D. 4690/71, Finan- ciera y Fiduciaria de Torreén, S.A., 3a. Sala). 7.Modalidades del contrato de apertura de erédi- to (en lo sucesivo: c.a.c.): existen varias operaciones de crédito respaldadas por el contrato que se analiza. A saber: descuento de crédito en libros, eréditos con- firmados, créditos de habilitacién y avio, créditos re- faccionatios, ¢.a.c. simple y c.a.c. en cuenta corriente. Estos dos dltimos son estudiados en conjunto por la LGTOG, y facilmente podria pensarse que se trata de una misma operacién (aa. 295, 296 y 298), pero se traia de dos contratos distintos. La SCJ ha marcado claramente sus diferencias: “La ac. simple y la a.c. en cuenta corriente. tienen earacteristicas especiales y producen consecuencias distintas. .. en el c.a.c. sim- ple, el acreditado debe regresar al acreditante el porte del crédito que se le otorgé, en las condiciones ¥ términos convenidos y tratiindose de Ia a.c. en cuen- ta corriente, el acreditado tiene facultad de hacer re- ‘mesas al acreditante antes de la fecha que se seftal6 para formular liquidacin y puede, mientras el contra- to no concluya, disponer del saldo que resulte en la forma pactada. Por Jo tanto, en la a. c. simple se sabe con toda precisién cudl es la cantidad que debe resti- tuir el acreditado, y en la a.c. en cuenta corriente, esa cantidad tiene que determinarse al través de una liqui- dacién entee las entregas que el acreditante hizo al acreditado, y las que éste cubrié al primero. No serd necesario, en consecuencia, formular liquidacién algu- nna tratindose de exigir la restitucién de Ia suma que el acreditante entregé al acreditado por virtud de un ac, simple, pero si resulta indispensable dicha li- quidacién cuando et acreditante demanda al acredita do el pago del crédito que le otorgé, si el contrato re- 16s lative es el de a. ¢. en cuenta corriente. ..". (6a. Epoca, 4a. Parte: vol. XIV, p. 145, Eliseo Larios Ro- driguez, A.D. 1450/57, 3a. Sala). 8. Garantéas: en ambos contratos que se acaban de analizar, puede pactarse que el crédito se respalde con una garantia personal segin que el acreditado ofrezca a favor del acreditante la garantia que resulta de la fir- ma de otra persona, 0 mediante documentos que sus- criba a favor det acreditante en el momento de hacer las disposiciones de las sumas convenidas, o bien me- diante documentos que estando suscritos a favor del acreditado, éste los endoce a favor del acreditante con la finalidad de que los cobre en su momento oportu- no 0 restituye al acreditado una vez que éste haya he- cho la liquidacién respectiva del erédito; 0 hien con garantfa real, que se constituye mediante depdsito de bienes o mercancias en los almacenes generales de de- pésito (aa. 297, 298, 299 LGTOC). Igualmente la SCJ ha opinado sobre este particular: “Como el a. 325 de la LGTOC establece que el habilitado podra otorgar pagarés a la orden del acreditante, que repre- senten las disposiciones del crédito, el vocablo emplea- do constituye, no una indicacién precisa de que ol gadamente debe utilizarse el pagaré, sino cualquier ‘otro documento mercantil, pues éste tiene por objeto fijar Ia cantidad recibida por los habilitados y la fecha de recibo para establecer asi la fecha desde la cual co- mierzan a causarse réditos al tipoy enla forma acorda- da en el contrato de habilitacién” (a. Epoca, 4a. Par- te: vol. 67, p. 35, 3a. Sala, A.D, 4825/72, Céstulo G. Baca y otros). 9. Extincién del c.a.c.: ta ley contempla seis for- mas de conctusién para este tipo de contratos, asaber: 4) Por denuneia, que es un acto juridico por el cual tuna de las partes declara su voluntad de darlo por ter- minado, cuando el término del contrato ha sido esta- blecido y la denuncia convenida en el mismo (aa. 294 y 143 pfos. Ill y IV LGTOC). b) Por haber dispuesto el acreditado de la totali- dad de su importe, a menos que el crédito se haya abierto en cuenta corriente y en este tiltimo caso, hasta la liquidaeién total del saldo que resulte (a. 301 fr. LGTOC). ¢) Por la expiracién del término convenido (ibid. fr. I). ) Por la falta o disminucion de las garantias pac- tadas a cargo del acreditado ocurridas con posterio dad al contrato, menos que el acreditado suplemente ‘© substituya debidamente las mismas en el término convenido al efecto (ibid. fr. IV). @) Por hallarse cualquiera de las partes en estado de suspensién de pagos, de liquidacién judicial o de quiebra (ibid. fr. V). 1) Por la muerte, interdiccién, inhabilitacién 0 au- sencia del acreditado, o por disolucién de la sociedad a cuyo favor se hubiere concedido el erédito (ibid, fr. VI). La muerte o interdiccién del acreditado, la quie- bra no es obsticulo para la exigibilidad de los eréditos procedentes de operaciones concertadas por institu- ciones de crédito o auxiliares (a. 09 LIC). », ALMACENES GENERALES DE DePosiro, Au- SENCIA, AVIO, CREDITO, CHEQUE, DESCUENTO, EN. DOSO, OPERACIONES BANCARIAS, SOCIEDADES MERCANTILES, SUSPENSION DE PAGOS, QUIEBRAS, ‘TTULOS DE CREDITO. I BIBLIOGRAFIA: BARRERA GRAF, Jorge, Tratado de derecho mercantil; generalidades y derecho industrial, Mé- xico, Pornia, 1957; BAUCHE GARCIADIEGO, Mario, Ope- raciones bancarias; actioas, pasivas y complementarias; 3a. ed., México, Poreaa, 1978; CERVANTES AHUMADA, Rail, Titulos y operaciones de crédito; 7a. ed., México, Herrero, 1972; RODRIGUEZ Y RODRIGUEZ, Joaquin, Tratado de derecho mercentil; Sa. ed., México, Pornia, 1964, tomo I. Miguel ACOSTA ROMERO Apertura de Sesiones del Congreso. I. Acto por el cual se declara abierto un periodo ordinario o extraordina- rio de sesiones del Congreso de la Unisn. . Traténdose de un periodo ordinario de sesiones, éste se abee el dia primero de septiembre de cada afto. Para este efecto, el Congreso de la Unién se reune en asamblea ‘nica, es decir, las cdmaras de diputados y de senadores trabajan conjunta y simulténeamente, en un mismo recinto, que por dixposicién del articuto Go. de la LOCGEUM, debe ser el que ocupe la Cama- ra de Diputados. En este caso debe fungir como Pre- sidente del Congreso a quien en ese momento le co- rresponda la presidencia de la Cémara de Diputados. El articulo 69 constitucional establece la obligacion diel presidente de la Repablica de comparecer el acto de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso y presentar un informe por escrito del Hstado que guar- de la administracién publica del pais. La presencia del titular del ejecutivo en este evento, se considera como un acto de cortesia de éste hacia quien se supone ex el primero de los poderes. Antes de que el presidente de Ja Repiiblica Negue al salon de sesiones, el presidente de la Masa Directiva en vor alta declarara: “El Congre- 80 de los Estados Unidos Mexicanos abre hoy (fecha) el primer (segundo 0 tercet) periodo ordinario de sesio- nes de la (nimero) Legislatura. De acuerdo con el ar- ticulo 8 de la LOCGEUM, el presidente del Congreso contestard el informe del titular del poder ejecutivo “en términos concisos y generales y con las forinali- dades que correspondan al acto”. El informe presi- dencial es analizado por las cémaras en sesiones poste- riores. IIL Tratandose de sesiones extraordinarias del Con- reso, o de alguna de las Camaras, el Presidente de la Comisién Permanente informara acerca de los moti- os o razones que originaron la convocatoria (a. 69 C.).. v, CONVOGATORIA A SESIONES EXTRAORDINA. RIAS, INFORME PRESIDENCIAL, IV. BIBLIOGRAFIA: BURGOA, Ignacio, Derecho cone titucional mexicano; 3a. ed., México, Pornia, 1979; CARPI- 20, Jorge: EZETA, Héctor Manuel y oftos, Derecho lest tivo mexicano, México, Cimara de Diputados, 1973: MORE- NO, Daniel, Derecho conattucional mexicano: 3a. ed, Méxi co, Editorial Pax, 1976: TENA RAMIREZ, Felipe, Derecho conatitucionel mexicano: 13a, ed, México, Pormia, 1975 Jorge MADRAZO Aplicacién de Ia Ley. 1. Es el acto por el que se atri- buyen a ciertos hechos determinados, las consecuen- cias previstas en una norma juridica para un caso abs- tracto e hipotético que subsume en su generalidad a dichos hechos. IL. Para entender con claridad el concepto de apli- cacién de la ley (sindnimo de los de aplicacién de 1a norma o del derecho) es preciso hacer una breve refe- tencia sobre la estructura de la norma juridica, la cual se integra con dos elementos fundamentales que son el supuesto y las consecuencias. El primero, de acuer- do a Garcia Méynez es la hipétesis de cuya realizacion dependen las consecuencias establecidas en la norma (p. 172). Es decir es una situacién abstracta descrita en la norma y que constituye la condicién necesaria para que ge produzcan los efectos de derecho (naci- miento, transmisin, modificacién y extincién de de- rechos y obligaciones). El segundo elemento de la norma esta constituido precisamente, por dichos efec- tos que dado el caracter imperativo —atributive— de aquella se reducen a conceder facultades y a imponer deberes. Para Kelsen la estructura légica de la norma consiste en que: “en determinadas circunstancias, un 165 determinado sujeto debe observar tal o cual conducta; si no Ia observa otro sujeto, drgano del Estado, debe aplicar al infractor una sancién”. Su esquematizacin seria si A (supuesto) entonces B (consecuencias) si no B entonces C (sancién). ‘Aai pues cuando se considera que algunos hechos particalares han cumplido con los requisitos necesa- ios para ser englobados dentro del supuesto normati- vo (que los contenia potencialmente) se da el acto de aplicacién. Se observa que se trata de una individuali- zacién de la norma; un proceso que va de lo abetracto alo conereto y de lo general a lo particular, efectuado mediante la deduccién. Esta se da a través de un silo- gismo en que la premisa mayor es el enunciado de la norma (supuesto y consecuencias), la premisa menor ‘es la comprobacién de la identidad entre unasituacion concreta y el supuesto; y Ia conclusidn vincula diche situaciGn a las consecuencias normativas. Un ejemplo ¢s el siguiente: dispone el a. 325 del CP que el infanti- cidio es la muerte causada a un nifto dentro de las se- tenta y dos horas de su nacimiento por alguno de sus ascendientes consaguineos (supuesto) y estatuye el a. 326 que al que cometa el delito de infanticidio, se le aplicaran de seis a diez afios de prisién (consecuencia); ambas constituyen la premisa mayor. Comprobamos que el sujeto A es padre del sujeto B y le ha causado la muerte dentro de las setenta y dos horas a las de su nacimiento (premisa menor) y por lo tanto impone- mos al sujeto A una pena, que va de seis a diez aflos de prisién (conclusién). Dado que las consecuencias juridicas sélo consis. ten en derechos y obligaciones (que requieren de un titular) se deberdn imputar a determinados sujetos. Se ha considerado a la sentencia (por la amenaza de coaccién) el més tipico acto de aplicacidn dela ley, sin embargo existen muchos otros como las conven- ciones entre particulares. Como ya vimos la aplica- cién es un acto de atribucion que no necesariamente debe ir acompafado de una ejecucion. Para Kelsen un acto de aplicacién del derecho, constituye al mismo tiempo un acto de creacién del mismo, pues en la estructura jerérquica normati (que es el orden juridico), una norma de grado infe- rior se crea aplicando una de grado superior y vicever- sa al aplicar una norma estamos creando derechos y obligaciones que antes no existian y por lo tanto crea~ mos una nueva norma de aleance menos general. Asiel proceso legislativo seria aplicacién de la Constitucion y al mismo tiempo creacion, de una norma (la ley); 166 el contrato seria un acto de aplicacién de las nor- mas legales que prescriben la obligatoriedad de las ‘convenciones, pero también un acto de creacién de una norma individualizada que rige para los contratan- tes. De esta manera exceptuando la norma fundamen- tal hipotética que no deriva de ninguna otra (no sien- do aplicacién) y el iltimo acto de ejecucién de una sancién en un caso concreto (que no crea norma) to- ‘dos los actos que se dan dentro del orden juridico son alla ver de aplicacién y de creacién del derecho. Los problemas fundamentales que pueden surgit de Ia aplicacién de las normas juridicas son los de in- terpretacién e integracién de la ley y los derivados de los conflictos de leyes en el tiempo (retroactividad 0 inretroactivided) y en el espacio (tertitorialidad o per- sonalidad). Il BIBLIOGRAFIA: KELSEN, Hans, Teoria general det derecho y del Estado: 22. ed, trad. de Eduardo Garcia Méy- nex, México, UNAM, 1958; GARCIA MAYNEZ, Eduardo, Introduccién al estudio del derecho; 174. ed., México, Po- mia, 1970; PASQUIER, Claude du, Introduccién o le teoris general del derecho y a ta filosofia juridica; trad. de Juan Bautista de Lavalle y Julio Ayasta Gonaélea, Lima, Librer‘a elmprenta Gil, 1944, ‘Francisco M. CORNEJO CERTUCHA Aplicacién de la pena. 1. La vor aplicacién de la pena tiene diversas acepeiones. Una es de tipo procesal penal que indica el momento en que el juez al dictar tuna sentencia condenatoria aplica una sancién penal. Otra es de tipo sustantivo penal y criminolégico y es- 44 vinculada a los criterios regulados en la ley penal para su aplieacién, y que se conocen también como individualizacién de la pena. La vor en el orden peni- tenciario significa que un drgano administrativo, en el caso de México, se ocupa de hacerla cum UL La individualizacion, segin Saleilles tiene tres faces: la legal, la judicial y ta administrativa. La prime- a se encuentra formulads en la ley y se dice que es tuna falsa individualizacién porque la ley no conoce de individuos. La individualizaci6n judicial es la que hace Ia autoridad jurisdiceional al sefalar en la senten- cia la pena correspondiente y de acuerdo al CP, la san- cin sera establecida “dentro de los limites fijados por la ley. ido en cuenta las circunstancias cexteriores de ejecucién y las peculiares del delincuen- te”. Para esa adecuacin el juez esté obligado a tener en cuenta: 1) la naturaleza de la accién y omisién y de los medios empleados para ejecutarla y la exten- sién del dao causado y del peligro corrido; 2) la edad, la educacién, la ilustracion, las costumbres y la conducta precedente del sujeto, los motivos que le impulsaron o determinaron a delinquir y sus condi- ciones econdmicas; 3) las condiciones especiales en que se encontraba en el momento de la comisién del delito y los demés antecedentes y condiciones perso- rales que puedan comprobarse, asi como sus vineulos de parentesco, de amistad o nacidos de otras relacio- nes sociales, la calidad de las personas ofendidas y las circunstancias de tiempo, lugar, modo y ocasién que demuestren su mayor 0 menor temibilidad. El juez debera tomar conocimiento directo del sujeto, de la vietima y de las circunstancias del hecho requeridas para cada caso (a. 52 CP), En los casos de delitos de imprudencia, el juez debera tener en cuenta: 1) la mayor o menor facilidad de prever y evitar el dato que resulte; 2) si para esto bastaba una reflexion o atencién ordinarias y conocimientos comunes en al- in arte o ciencia; 3) si los acusados han delinquido anteriormente en circunstancias semejantes, y 4) si tu- vieron tiempo para obrar con la reflexién y el cuidado necesarios (a. 60 CP). Ademés los jueces pueden susti- tuir y conmutar sanciones, pero en ningiin caso podrin ceximir de la reparacion del dafto (a. 76 CP), En cuanto a la aplicacién de 1a pena en el orden administrative la misma corresponde, conforme a la modema Ley de Normas Minimas de Readaptacion Social a la Direccién General de Servicios Coordina- dos de Prevencién y Readaptacién Social (aa. 674, fraccion V CPP y 3 de la Ley de Normas Minimas de Readaptacin Social) dependiente de la Secretaria de Gobernacion, La citada direccién tendra a su cargo aplicar las normas de ejecucién penal en el Distrito y en los reclusorios, dependientes de [a Federacién. También las normas se aplicarin a los sentenciados federales en toda Ia Repiblica y se promoverd sa adopeién por parte de los Estados, que en lineas ge- nerales han reproducido los lineamientos de la referi- da ley. La ley prevé la celebracion de convenios entre el Poder Ejecutivo Federal y los Estados. IIL El sistema de tratamiento es el denominado progresivo-téenico, porque consiste en etapas de estu- dio, diagnéstico y tratamiento y dividido éate altimo cen fases de tratamiento en clasificacién y tratamiento preliberacional. E tratamiento se fundard en los resul- tados de los estudios de personalidad quese practiquen a los condenados y deberd ser actualizado periddica- mente (a. 7 Ley de Normas Minimas). En cuanto a lo de técnico es porque un personal especializado se ocupa del tratamiento, que se integra por criminélo- 05, psicdlogos, médicos, trabajadores sociales, peda- sog0s y otros. El tratamiento preliberacional es el que ofrece mayor interés por incluir ideas modernas de ir acercando paulatinamente al individuo @ la sociedad. El mismo comprende: a) informacion y orientacién especiales y discusidn con el interno y sus familiares de los aspectos personales y practicos de au vida en li- bertad; b) métodos colectivos; e) concesion de mayor libertad dentro del establecimiento; d) traslado a la institucién abierta, y e) permiso de salida de fin de semana o diaria con reclusién nocturna o bien salida cen dias habiles con reclusién de fin de semana (a. 8 de la Ley de Normas Minimas). El sistema de prelibera- cién ha sido aplicado pioneramente en el Estado de México, en la prision de Almoloya de Juarez donde existe una seccién abierta, circundando a la prision. Las salidas de fines de semana se practican en la Cér- cel de Santa Martha en el Distrito Federal. TV. BIBLIOGRAFIA: CARRANCA Y TRUJILLO, Rail, Derecho penal mexicano: parte general; 11a. ed, revisada y puesta al dfa por Rail Carrancé_y Rivas, México, Porria, 1977; CARRANCA Y TRUJILLO, Rail y CARRANCA Y RIVAS, Rai, Cédigo penal anotade: 4a. ed, México, Portia, 1976; GARCIA RAMIREZ, Sergio, EY artfculo 18 constitu cional, México, UNAM, 1967; GARCIA RAMIREZ, Sergio, La prisén, México, UNAM|FCE, 1975. ‘Luis MARCO DEL PONT Apoderado, ». PODER Apologia del delito. 1. Apologia proviene del latin ‘apologia y significa “discurso en defenea o alabanza de persona 0 cosa” y delito proviene del latin delicto y significa “culpa, erimen o quebrantamiento de la ley” por lo que el significado en su conjunto es el de: alabanza de un quebrantamiento grave de la ley. 11, Fl Cédigo Penal vigente en materia comiin para el Distrito Federal y en Materia Federal para toda la Repablica, en su capitulo IV relativo a la provocacion de un delito y apologia de éste o alggin vicio en su articulo 209 dice: “Al que provoque publicamente a cometer un delito, o haga la apologia de éste o de al- gin vicio, se le aplicaran prision de tres dias a seis me- ses y multe de cinco a cincuenta pesos, si el delito no se ejecutare. En caso contrario, se aplicara al provoc: dor la sancion que corresponda por su participacion en el delito concluido”. De lo anterior se desprende 167 que Ia apologia del delito debe consistir en una ala- banza pibblica de un hecho delictuoso declarado como tal (en un caso conereto y con sentencia) y tiene co- mo finalidad de que sea cometido o adoptado por la comunidad; con lo que se esté provocando o instigan- do, de manera indirecta, a la comisién de una condue- ta delictiva. Garraud afirma que mediante la apologia se perturba y pierde la conciencia ya que hace nacer la creencia de que la accién es legitima, cuando en realidad es ilicita. Debe, también entenderse que su forma de comision es la dolosa. Respecto a este punto hay divergencia de opinio- nes. Soler afirma que basta el dolo eventual (no es ne- cesario que exista Ia voluntad directa de instigar, sino que se hable de una instigacién indirecta) mientras que Gonzzilez. de la Vega habla de dolo eapecifico (vo- tuntad de lograr un fin). ILL Aparece por primera vez en México en el Cédi- g0 Penal para el Distrito y Territorios Federales de 1871 y se encuentra ubicada en el capitulo relativo a los delitos contra el orden de la familia Ia moral o las buenas costumbres en el articulo 840. En el Cédigo para el Distrito y Territorios Federales de 1929 apa- recen nuevamente en el capitulo relativo a los delitos contra la moral y las buenas costumbres (articulo 558), y en el de 1931, se ubica en el mismo capitulo, enel a, 209. IV. BIBLIOGRAFIA: GONZALEZ DE LA VEGA, René, Comentarios al cédigo penal, México, Cirdenas, 1975. (Claudia CAMPUZANO Aportacién. I. Segin el Diccionario de la Real Acode- ‘mia Espaftola, esta palabra significa “llevar cada cual le parte que le corresponda a la sociedad de que es miembro, y més comunmente, evar bienes 0 valores, el marido o la mujer, a a sociedad conyugal”. Se trata, en efecto, de un acto juridico propio de Jas sociedades, a virtud del cual los socios, para adqui- rir la calidad de tales (el Hamado status de socios), asumen, frente a la sociedad, si éeta tiene personali- dad propia, o en su defecto, frente al o a los otros coasociados, obligaciones de dar o de hacer; nunca de no hacer o abstenerse (p.e., no competir). IL.La aportacién es un requisito esencial para deve- nir socio y para la constitucién de las sociedades civi- les (a. 2963 CCo.) y de las mercantiles enumeradas en el a. lo. LGSM (a. 60. fr. IV id y 36 LGSC), En cam- bio, ni en las asociaciones, salvo el caso de la A en P 168 (aa. 252 y 257 LGSM), ni en las sociedades mutualis- tas (a. 78, fre. IV, X, inciso c), LCS), son necesarias, fen cuanto que carecen de capital, y el ser miembro de ellas (socio © asociado), no depende de aportaciones, sino de cuotas que para cubrir los gastos eventualmen- te se paguen (a. 2683 CC). Las sociedades mutualistas también requieren que los socios celebren operaciones de seguros. Un tipo especial de sociedades, las de solidaridad social, ereadas por la Ley de Sociedades de Solidari- dad Social (DO del 27 de mayo de 1976), establece la aportacin de trabajo como requisito para ser socio (a. 90. fr. IV); sin embargo, en rigor no se trata de aportacién, porque no constituye elemento necesario de constitucién de la sociedad (2. 60.), es més bien tuna obligacién que asume el socio (a. 11 fr. I); por otra parte, la ley impone al socio la obligacién de rea- lizar aportaciones al fondo de solidaridad social (a. 11, fr. Il): tampoco esta es una aportacién propia- mente, sino, como en los casos de asociaciones y 80- ciedades mutualistas, obligacién de cubrir cuotas. IIL Las aportaciones, que implican una obligacién de dar ~aportaciones de capital pueden consistir en bienes y derechos o en numerario, en el primer caso, se denominan aportaciones en especie, en el segundo, ‘portaciones de dinero, Cuando consistan en servicios, © sea, en el trabajo personal del socio —obligacién de hacer— se llaman aportaciones de industria, Aquellas ¥y no éstas, forman el capital social, que se integra por la suma de las aportaciones de dar de los socios. To- das las sociedades que funcionen con capital social, requtieren, pues, aportaciones de capital; o sea, que salvo las excepciones que se indican en el pérrafo an- terior, en todas las sociedades debe haber socios capi- {alistas; contrariamente, no en todas se admiten las aportaciones de trabajo (socior industries), sino s5lo en las sociedades civiles (a. 2688 CC), en las mer- cantiles personales ~S, en N.C. 8. en CS.~ (aa. 49 y 57 LGEM), S.C. (art. Lo. fr. ELGSC), y en las azocia- ciones (para la A en P, ». a. 252 LGSM). En relacién con las aportaciones de capital, si se de dinero, este debe ser moneda mexicana, pero en la practica se admite que pueda ser extranjera, la que se calculard al tipo de cambio que rija en la fecha en que se cubra (art. 8o. LM). El pago puede hacerse por medio de cheque, que esti condicionado a su buen cobro (a. 70. LGTOC). En las aportaciones en especie, el objeto puede consistir en bienes o derechos, cualesquicra de unos y de otros, con tal de que cumplan los requisitos sefiala- dos en el a. 1825 CC; ée., existir en la naturaleza, ser determinados determinables en cuanto a su especie, Yy estar en el comercio, Pero, ademas, se requiere que be trate de prestaciones conmutativas (a. 1838 CC); ¢s decir, que sean ciertas desde que se convengan, y que su existencia no dependa de una circunstancia aleatoria © de una condicién, que provoqren que los bienes 0 derechos no Heguen a existir (en el caso de prestacio- nes aleatorias y de derechos sujetos a condicidn sus- pensiva), o bien, que la sociedad tenga que devolver el bien o el derecho (en el caso de la condicidn resolu- toria). Por no ser eiertas, no deben admitirse aportaciones consistentes en el nombre del socio (su nombre perso- nal o la azn social o denominaciones sociales), en st responsabilidad, en su clientela, en su prestigio o avia- miento. Por ser aleatorias, se excluyen las aportacio- nes que se hicieran consistir en lo que se pueda obte- ner de un juego o de una apuesta, en una renta vitali- cia, en la indemnizacién por la eventual realizacién de tun Fiesgo asegurado. En cambio, no #e requiere que cl valor del bien 0 del derecho aportado sea cubierto ‘en el momento mismo de que se entregue o se trasmi ta por el socio a la sociedad; basta con que se determi ne 0 se calcule, ya sea en funcién de su contenido, por ejemplo, la aportacién que haga un agente de se- guros, persona fisica, a otro que sea una S.A., consis- tente en su cartera de contratos de seguros (a. 25 del Reglamento de Agentes de Seguros, DO del 24 de sep- tiembre de 1981), 0 en funcidn de eu naturaleza (p. tuna concesién minera cuyo valor se fije en funcién de las reservas que se calculen del mincrat existente en la mina); 0 bien, del tiempo de uso o explotacion del bien o del derecho (p.c. el usufructo, el arrendamien- to, o el uso de un bien, de una marca, de una paten- te). Esto permite, a juicio nuestro, que al cubrirse integramente el monto de la aportacién, el bien o el derecho aportado, deban devolverse al socio aportan- te, sin que pierda su caricter de tal; de no ser asi,con posterioridad al pago total de la aportacién del socio se plantearfa un enriquecimiento sin causa por parte de la sociedad, No empero a la afirmacion anterior la LGSM exija que se exhiba “por lo menos el cincuenta por iento del valor de cada parte social”, gi se trata de una S, de R.L. (a. 64), y que “se exhiba integramente cl valor de cada accién que haya de pagarse con bienes distintos de numerario” (a. 89 fr. IV), en el easo de la S.A. Exhibir, para los efectos de esas disposiciones, no quiere decir que la sociedad tenga que recibir esos valores (50% y 100%), como se desprende del a. 121 LGSM, que prevé el pago de las exhibiciones con por- terioridad al ingreso del socio; lo que se quiere decir es que se trasmita a la sociedad el uso 0 el goce de bie- nes o derechos, que realmente tengan ese valor econd- mico al momento de la aportacién, como deriva del texto del a. 141 LGSM; por ejemplo, que si se trata de la cesién (aportecién) de la cartera de un agente de seguros, el céleulo tenga que hacerse con base en las comisiones que se habran de recibir en el fruto, “du- rante ef tiempo en que estén en vigor los conteatos de seguro celebrados con su intervencién” (a. 24 Reg). Agentes de Seguros). Sostener lo contrario equival- dria a excluir, como objetos de aportacién, todos los derechos del socio de ejecucin diferida, y dejar sin contenido preceptos como los as. 2702 in fine CC y 12 LGSM. IV. Sobre la naturaleza juridica de la aportacién, ddebe desecharse que se trate de un contrato que se eelebre entre Ia sociedad y cada uno de los socios aportantes; esto, significaria la duplicidad y superfe- tacién de dos relaciones juridicas: el contrato o nego- cio de la sociedad por un lado, y la de aportacién. Se trata, solamente, de una obligacién a cargo del socio que constituye un elemento del contrato social, y de cuya ejecucidn depende que el obligado adquiera el cardcter de socio. El derecho del socio a participar en las utilidades y pérdidas, que constituye la causa o fin del socio en las sociedades lucrativas, es efecto y con- secuencia de la aportacién. La aportacién constitnye una relacién. bilateral, ‘onerosa, conmutativa, cuyo incumplimiento por el socio concede a la sociedad el derecho de demandar judicialmente el cumplimiento forzado (el pago del precio de la aportacién, la entrega del bien, la trasmi- sién del derecho, ete.), 0 si ello resultara gravoso 0 inconveniente para la sociedad (Mantilla Molina), que ella puede proceder a la venta de la cuota social o de la accidn respectiva (aa. 118 y s. LGSM). La LGSM, a. 121, también concede a la sociedad el derecho de declarar extinguidas las acciones (0 las partes sociales), y reducir la parte relativa del capital social, cuando la sociedad no inicie la reclamacién judicial (en un mes a partir de la fecha en que debiera hacerse el pago), “o no hubiere sido posible vender las acciones a un precio que cubra el valor de la exhil ‘Ademas, que se deba determinar el valor del bien 169 en el momento de la aportaci6n, implica que scan a cargo de Ia sociedad los riesgos por destruccién 0 ave- ria de la cosa entregede a la sociedad (aa. 11 LGSM y 377 CCo,), asi como la disminacién o pérdida de su valor: © por lo contrario, que beneficien a ella los in- crementos de precio o de la cosa misma (p.c., en el caso de que se aporten cabezas de ganado) a partir del momento de la aportacidn. Si el incumplimiento es de la sociedad, el socio tie- ne derecho a demander ef cumplimiento de sus dere- chos (pago del dividendo, reconocimiento del voto y de los demis derechos corporatives), y s6lo pot ex: cepeién (as. 2720 fr. VICC y 13 y 15 Regl. LGSC), tendra derecho ef socio a la reacisidn © terminacibn yoluntaria de su relacién con la sociedad, o sea, al de- recho de separacidn, que dinicamente procede cuando Ia ley lo establece (p.e., aa, 24, 38, 42, 206 LGSM), y euando se pacte en el contrato social (p.c., en caso de fusion). Por otza parte, la aportacion no constituye un de- recho reaj, sino meramente convencional; es decir, para el perfeccionamiento de la relacién, no se requie- re la tradiciGn de la cosa (del bien o del derecho), por el socio a la sociedad, basta el-acuerda de voluntades, como se desprende de la definicién legal del a. 2688 CC: “por el contrato de sociedad, los socios se obi gon @ combinar sus recursos o sus esfuerz pero si se requiere fa jecucién (el pago o cumplimien- to) para que el socio pueda, a su vez, exigir los dete- chos patrimoniales y corporativos que le comespon- dan por ley y por contrato, segin el tipo de sociedad de que se trate. ‘Tampoco se trata de un negocio que siempre sea traslativo de dominio; la ley (a, 11 LGSM) presume ‘que tenga ese efecto, pero permite el pacty en contra- tio, y, desde Iuego, que por la naturaleza del derecho que el socio aporte, no se trate de un acto traslativo de la propiedad, sino del uso de tz casa. Ademés, se puede trasmitir el aprovechamiento 0 el goce de bie- nes, a través de negocios reales, como el usufructo, 0 personales como el arrendamiento (asi, a. 2702 in fine EC), como también se permite que se aporte un cré- dito, en cuyo caso, dice la LGSM —a. 13-. que el so- cio no solo responderd de la existencia y legitimidad del crédito (nomen verus), sino también de Ie solven- cia del deudor (nomen bonum), Por dltimo, la ley permite que no se cubra integra- mente el valor de la aportacién en ef momento en que cesta se efectie, sino que el socio quede obligado a pa- 170 gar el saldo en el futuro (dividendo pasivo), a requeti- miento de la sociedad 0 al vencimiento de} plazo plazos que se fijaren. En el caso de la S. de R.L., el dividendo pasivo no puede exceder del 50% (a. 64 LGSM); y en el de la S.A. del 80% del valor de cada euote 0 accién que te suscriba, y siempre que, en el caso de las S.A., el pago inicial (20% 0 més), se haga, precisamente, en dinero (2. 89 fr. 1V LGSM), porque 4 dicho pago se hace “en bienes distintos del sume- tario”, debe cubrirse el precio total de la accién; co- mo también, debe cubrirse la totalidad del dividendo pasivo que exista, cuando el socio —de acuerdo con Je cociedad— no fo pague en dinero. En este tipo de sociedades~ y en la 8. en C. por A.— el pago parcial de las acciones convierte a estan en acciones pagedo- ras; el pago total, en acciones liberadas. v, ACCIONES, SOCIEDADES, STATUS DE Socio. V.BIBLIOGRAFIA: BARRERA GRAF, Jorge, “Con ‘cepto y requisites de la soriedad en derecho mexicano”, Ee tudios juridicos en honor a Jooquin Garrigues, Matirid, Tec- ‘now, 1971, tomo Il; i, “Derecho mercantil”, Introducciin I derecho mexicano, México, UNAM, 1981, tomo Il; MAN- MILLA MOLINA, Roberto L., Derecho mercontd; 20s. ed, México, Porrita, 1980; RODRIGUEZ Y RODRIGUEZ, Jou guin, Trotado ‘de sociedades mercantles, México, Porria, 1959; SIMONETTO, Emesta, “L’apporto nel contratto di sotiets”, Rivets di Dirtto Civile, Padova, anno IV, nim. 1 sgennaio-febbraio, 1958; SCORDEL, Les opports en nature ‘dans les sociétés par actione, Paris, 1930. Jorge BARRERA GRAF Aprehensién. (Del latin apprehensio, derivado det verbo apprehendere, de ad, a y prehendere, asir, to- mar). 1. En nuestro derecho fa expresiin aparece ya en el texto constitucional (aa. 16, 19 ter., 20 fr. 1X, 36 fr. V) y en mas de una oportunidad es utilizada como si- nonimo de detencién (p.e. aa. 16, 19, 20 fr. XC). En la legislacign secundaria ocurre algo similar (p.e. aa, 267, 268, 269, 271, 272, 132 y se., 285, 287, ete. del CPP, y en el correspondiente federal aa. 193 y s8. entre otz0s). IL. La aprehension o detencion, consiste en la pri- vacién de la libertad de un individuo, situacion que no puede prolongatve ante la autoridad sdministrativa més allé del tiempo necesaria para poner al sujeto de- tenido a disposicion de la autoridad judicial, y frente ‘esta iltima por mas de 72 horas, sin que se justifique con un auto de formal prisién. IIL. Toda detencién o aprehensidn debe ser realiza- da con orden judicial, salvo easos de urgencia o de fla- grante delito. En la primera de las hipdtesis, slo la autoridad administrativa, bajo su més estrecha respon- sabilidad, est autorizada para proceder a la aprehen- sién, mientras que en la segunda cualquier persona esti facultada para ello. La “orden de aprehension 0 detencién” debe ser librada por autoridad competen- te en forma fundada y motivada. Debe estar precedi- da por “denuncia”, acusacién o querella de un hecho determinado que la ley castigue con pena corporal, apoydndose aquéllas, “por declaracién bajo protesta, de persona digna de fé 0 por otros datos que hagan probable la responsabilidad del inculpado. ..” (a, 16 C). Es diseutible la afirmacién de un sector de la doe- trina, acerea de la necesidad de comprobar el cuerpo del delito en forma plena, como requisito de la orden de aprehensién. Se pretende con ello equiparar las condiciones que la Constitucién y la ley imponen al {nex para dictar un auto de formal prisién, con las de Ja orden de aprehensién. Pero con ello se pasa por alto que en el caso del primero, el imputado tiene una oportunidad de contestar los cargos en su contra (de- claracién preparatoria), mientras en frente a la segun- da tal oportunidad no es condicién sino consecuencia. IV. La Jurisprudencia ha distinguido entre la orden de aprehensién, y la orden de comparecencia, que tie- ne en comin con aquella el hecho fisico de la priva cin de la libertad, pero se diferencia en que la iltima constituye un medio de apremio y la primera una me- dida de cautela. 0. AUTO DE FORMAL PRision, CUERPO DEL De- uto. V. BIBLIOGRAFIA: GARCIA RAMIREZ, Sergio, Curso de derecho proceso! pena 2a. ed., México, Portia, 1977, Moisés MORENO HERNANDEZ Apremio, v. MEDIDAS DE APREMIO, Aprendizaje. (Accién de aprender un arte o un oficio. Duracién de una enseflanza practica mediante un con- trato especial que se celebra entre el aprendiz y un ‘empresario o patrono). L El aprendizaje se constituy6 durante la Edad Me- dia y tuvo su origen en los gremios, pues la primera obligacién del artesano corporativo era el estricto aca- tamiento al maestro o al compaftero que tenian auto- ridad y la experiencia suficiente para enseftar un ofi- cio. Bl aprendiz servia a su vez como ausiliar « uno u otro segin las necesidades del trabajo a desarrollar, En cada gremio los estatutos fijaban no slo la forma de instituir y operar el aprendizaje sino al mismo tiem- po indicaban el namero de aprendices a quienes podia darse ocupacién, que debia ser en cierta formaremune- rada. Tal aprendizaje no podia durar més de diez afios y durante este término el aprendia debia estar apto para pasar a la categoria superior de compafiero; el aprendi- zaje podia durar menos tiempo si el aprendiz dominaba l oficio. Se admitian menores entre los diez y los doce afios de edad y se garantizaba a los padres el buen tra- to del menor y Ia instruccién profesional como “hijo de hombre honrado” segin versaba el principio esta- tutario. El maestro estaba obligado a su vex a albergar al aprendiz, a vestirlo, mantenerlo, no maltratarlo y a guiar su conducta general; adlo que diera muestras de indisciplina © pereza podia imponerle alguna co- rreceién. El aprendizaje conchaia cuando el aprendiz obtenia el pase de grado 0 cuando lo rescataban sus padres 0 terceras personas con apoyo de éstos; pero de ocurrir esto debia convenirse con el maestro el pa- go de una suma detetminada por el tiempo de instruc- ‘eién y manutencion del pupilo. Si se establecia con- trato, el aprendizaje expiraba al término del periodo fijado de antemano o cuando hubiere cambio de eate- goria. Cualquier obligacién por parte del maestro de- saparecia cuando el aprendiz mostraba notoria inca- pacidad para el oficio o ge le expulsaba del taller por habérscle impuesto la expulsion como castigo, por fal- tas cometidas de naturaleza grave 0 por abandon del trabajo. Il. Doctrinsimente se ha definido el aprendizaje como el contrato por el cual el jefe de un estableci- miento comercial o industrial, un artesano o un tra- bajador, se obliga a dar o hacer dar una formacién profesional y metédica a otra persona, la que a su vez, se obliga a trabajar para aquél, bajo las condiciones y durante el tiempo convenido. La obligacién funda- mental del aprendiz es la de recibir instruccién profe- sional a cambio de la energia de trabajo que desarrolla; la instruceién equivale a la remuneracién por el traba- jo que se realiza 0, por lo menos, puede formar parte de ella, ya que el aprendiz puede percibir ademas un salario, pues no debe ser el aprendiz quien pague la ensefianza que recibe sino el patrono el que debe pa- gar el servicio que se le presta. En otras palabras, me- diante el contrato de aprendizaje el aprendia se obliga 4 realizar un trabajo determinado a cambio de que se le ponga en condiciones de dominar y conocer un ofi- 71 cio, es en suma el aprendizaje una ensefanza especiali- zada que debe comprender labores practicas durante un cierto periodo, con retribucidn o-sin ella, segin el trato que se dé-a a ensefianza, Aprendiz es por tanto, segiin vieja definicién el que trabajando oprende. TIL En virtud de constituir el aprendizaje una mo- dalidad del contrato de trabajo, se establecen en el mismo derecho y obligaciones para ambas partes. Para el patron: a) offecer ensefianza al trabajador en un oficio determinado; b) pagarle las prestaciones legales © las que convenga siempre que no sean inferiores a las legales; c) otorgarle al aprendix buen trato; d)limi- tar a determinados perfodos el aprendizaje segin avance el aprendiz en el conocimiento o en la précti- ca del oficio al que se le dedique; e) proporcionarle las prestaciones adicionales que puedan corresponder- le de acuerdo con las leyes de cada pais, tales como alimentos, alojamiento, ropa de trabajo, educacin ‘elemental, descansos convenientes, etc., cuando ello se acuerde en la contratacién; f) establecer horarios adaptables a Ia condicién fisica 0 edad del aprendiz si se trata de un menor; y g) otorgarle perfodos de va caciones con retribucién convenida en la medida y proporcién de tiempo que proceda. Por su parte el aprendiz debe: a) cumplir las instrucciones emanadas del superior en lo que al trabajo que deba realizar co- rresponda; b) observar las ensefianzas que se le impar- tan y superarse en sus tareas;c) obedecer al superior en lo que atafte a la disciptina queha de imperar durante el desempefio de las labores; d) seguir las etapas en que se haya dividido el aprendizaje en forma integral; e) pasar los exémenes de capacidad y eficiencia al con- cluir cada etapa del aprendizaje; f) cuidar de los mate- riales y equipo de trabajo, y g) evitar actuar en lo po- sible con negligencia tal que pueda daftar la maquina- ria o os iitiles de labor. Por lo anterior puede advertirse que la diferencia esencial entre esta clase de contrata- ciones y las regidas por el derecho laboral, lo es la in- dole personal del trabajo que se realiza, ya que en tanto la simpatia que el patrono pueda sentir por el trabajador facilita la labor de éste, la falta de armonia entre el aprendiz y el maestro dificultard, si no es que Ia hace imposible, la ensefianza que deba recibir. IV. La mayor parte de las legislaciones del trabajo contienen disposiciones relacionadas con la obligacion patronal de dar aprendizaje alos trabajadores. Algunos paises han legislado en forma especial como ocurri6 entre nosotros en la Ley de 1931; otros simplemente han ratificado varios de los convenios o recomenda- 172, ciones aprobadas por la Organizacién Internacional del ‘Trabajo sobre la materia, con lo cual han dispues- to de instrumentos muy avanzados y completos para fijar la forma y término del aprendizaje de los traba- jadores en general. La formacion profesional ha de consistir en una permanente consulta de los intereses téenicos, culturales y morales, no solo del trabajador individualmente considerado, sino también de las ne- cesidades de la mano de obra de una empresa o esta- blecimiento y del interés econdmico social de cada pais. Nuestro legislador en 1970 suprimié el contrato de aprendizaje por considerar que se explotaba econd- micamente al aprendiz al mantenerlo por tiempo in- definido en una etapa de instruccion aunque hubiese superado el oficio; pero en época reciente se ha visto la necesidad de busear otraa formas de aptendizaje y a ello obedecen la capacitacion y el adiestramiento de os. teabajadores. », CAPACITACION Y ADIESTRAMIENTO; BECAS, EDUCACION PROFESIONAL Y FORMACION PROFE- SIONAL. V, BIBLIOGRAPIA: CUEVA, Mario de la, Derecho me- xicano del Trabajo, 72. ed., México, Porria, 1967, tomo I; ANTOKOLETZ, Daniel, Derecho del trabajo previaiin social, 2s. ed., Buenos Aires, Kraft, 1964, Santiago BARAJAS MONTES DE OCA Apresamiento de buque. I. El apresamiento de un bu- que es tomar por la fuerza una nave; apoderarse de ella. Es principio universalmente reconocido que en alta mar no existe soberania de ningiin Estado por lo que los buques que navegan en dichos espacios ma- Fins se encuentran sometidos a la jurisdiccién exelu- siva del Estado cuyo pabellén o bandera ostentan. Sin embargo, para que un Estado pueda ejercer un control efectivo sobre los espacios ocednicos sometidos a su soberania, jurisdiccin o exclusividad (plataforma continental, mar territorial, zona contigua y zona eco- némica exclusiva) y punir los delitos ¢ infracciones que te cometan en dichos espacios, se admite, en et derecho internacional, algunos casos de excepeién al principio de no inferferencia con los buques extranje- ros en alta mar: buques piratas, buques sin nacionali- dad y cuando el Estado costero hace uso del derecho de persecucién. TL El “Proyecto de Convencién sobre el Derecho del Mar’? (texto informal) define con bastante detalle las normas aplicables al caso del apresamiento de un buque o aeronave pirata. En efecto, segin el articulo 101 del proyecto meneionado se entiende por pirate- ria “todo acto ilegal de violencia, de detencién o de depredacién cometido con un propésito personal por la tripulacién olos pasajeros de un buque privadoo de una seronave privada, y dirigido contra un buque © acronave en alta mar o contra personas o bienes a bordo de ellos: contra un huque 0 una aeronave, per- sonas o bienes situados en un lugar no sometido a la jurisdiccin de ningim Estado; todo acto de partici- pacion voluntaria en la utilizacion de un buque, de tuna aeronave, cuando el que lo cometa tenga cono- cimiento de hechos que den a dicho buque o aeronave l eardcter de buque o aeronave pirata. Todo acto que tenga por objeto incitar o ayudar intencionalmente a cometer los actos definidos “anteriormente”. Se asi a los actos cometidos por un buque privado los actos de pirateria perpetrados por un bu- que de guerra o un buque del Estado o una aerona- ve del Estado cuya tripulacion se haya amotinado y apoderado de un buque o de la aeronave. El articulo 105 del Proyecto de Convencién citado dispone que todo Estado puede apresar en alta mar, o en cualquier lugar no sometido a Ia jurisdiccion de ningin Estado, aun buque 0 a una aeronaye pirata, © a un buque cap- turado a consecuencia de actos de pirateria que estéen poder de piratas, y detener a las personas e incautarse los bienes que se encuentren a bordo de dicho buque o aeronave. Los tribunales del Estado que haya efectuado el apresamiento podran decidir las penas que deban im- ponerse y las medidas que haya que tomar respecto de los buques, las aeronaves y los bienes, sin perjuicio de loa terceros de buena fe. Sin embargo, cuando un buque o una aeronave sea apresado por sospechas de pirateria sin fundamento suficiente, el Estado que lo haya apresado seri responsable ante ef Estado de la nacionalidad del buque o de Ia aeronave de todo per- juicio 0 dao causados por la captura, segiin lo dispo- ne el articulo 106. Asimismo, el numeral 107 establece que solamen- te los buques de guerra y las aeronaves militares, ‘otros buques o aeronaves que porten sefiales claras y sean identificables como que estin al servicio de un gobierno y estén autorizados a tal fin podrén Nevar 4 cabo capturas por causa de pirateria. Todos los Es- tados de la comunidad internacional estan obligados a couperar para reprimir el trifico ilieito de estupefa- cientes y sustancias sicotrdpicas reali ques en alta mar en violacién de tas convenciones internacionales sobre la materia, por lo que cualquier Estado que tenga motivos suficientes y razonables ‘para creer que un buque que enarbole su pabellén se dedica al trafico ilicito de estupefacientes podra soli citar la cooperacién de los otros Estados para poner Aérmino a dicho trifico (a. 108). El llamado derecho de visita es cuando un buque de guerra se encuentra a un buque extranjero en alta mar y lo aborda cuando existan motivos razonables para ercer que el buque se dedica a la piraterfa; que se dedica a la trata de esclavos; que se dedica a realizar transmisiones no autorizadas; que el buque no tiene nacionalidad o que haya izado un pabellén extranjero ‘0 se haya negado a izarlo. Pero si las sospechas resul- tasen infundadas se deberdn resarcir dafios y perjuicios sufridos (a. 110). En cuanto al derecho de persecucién, el Proyecto Citado establece que el Estado ribereiio podri empren- der la persecuci6n de un buque extranjero cuando tenga motivos fundados para creer que ha cometido una infraccién de sus leyes y reglamentos. La persect- cién habra de iniciarse cuando el buque extranjero 0 ‘una de sus lanchas se encuentre en las aguas interio- res, en el mar territorial o en la zona contigua del Es- tado del buque perseguidor, y podré continuar fuera del mar territorial o de la zona contigua, a condicién de que no se haya interrumpido. No es menester que el barco que da la orden de de- tenerse a un navio extranjero que navega por el mar tervitorial o por la zona contigua se encuentre tam- ign en ellos en el momento en que el buque intere- sado reciba dicha orden. Si la nave extranjera se en- contrase en la zona contigua, la persecucién no se podra emprender mas que por atentados a los dere. cchos para cuya proteccién fue creada dicha zona, es decir, por violaciones a los reglamentos aduaneros,fis- ccales, migratorios y sanitarios. El derecho de persecu- sion se aplicard en lo conducente, a las infracciones de las leyes y reglamentos del Estado riberefio en la zona ‘econémica exclusiva o sobre la plataforma continen- tal, ineluidas las zonas de seguridad en torno a las ins- talaciones de la plataforma continental. El derecho de pereecucion cesard en el momentoen que el buque per- seguido entre en el mar territorial del pais a que perte- nece oen el de un tercer Estado. La persecucién no se considerard iniciada hasta que la nave perseguidora haya comprobado, por los medios de que disponga, que el buque perseguido o 173

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