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FILOSOF{A DE LAS CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES. NOTA HISTORICA DE UNA POLEMICA INCESANTE, Entrar dentro del campo de Ia filosofia de las ciencias socia- les equivale a tropezar con la polémica. No hay consenso en las Taunus cieucias del espisitu, culturales, humanas © sociales, acerca de la fundamentacién de su quehacer. Desde Ia apari- ‘ign de las diversas disciplinas que se acogen al sobrenombre 1, Cle. Ga. von Wright: inci y compro, Madi Alianza, 18D, p. 8 ‘ease cepacia de esta Upolgia en KO. Ap; Di Eis Verte Renton in Tassel regneniche See, Panklr, Soom, 1979, 36 20 nes tienen sus rafces y representantes en el mundo griego. Des- de este punto de vista, no nos deben engafiar las denominacio- nes. La tradiciOn aristotélica se remonta a Arist6teles como a uno de sus primeros y més conspieuos representant galileana, aunque recibe su nombre de Galileo Gi 1642), hunde sus raices mas allé de Aristoteles, en Pitégoras y Platén, No son, pues, tanto los acentos personales los que aqut nos interesan, cuanto las diferentes concepciones de ciencia ue ambas vehiculan, ¥ esto, en tanto que dos tradiciones vivas que llegan, con su caudal enriquecido por las vieisitudes histé- ricas, hasta nuestro hoy, y persisten en una confrontacién, 0 pugilato, cuyo lugar més visible es la fundamentacién de las disciplinas hurmanas o sociales como ciencia. Con objeto de caracterizar mejor el problema y «el estado de la cuestién, vamos a detenemos un poco en una breve ex- posicién de ambas tradiciones. Atenderemos a aquello que les ¢s propio y las conduce a la confrontacién, No nos fijaremos tanto en Io que los autores, Aristételes Galileo, dijeron que cra ciencia, cuanto en los acentos que sus tradiciones respecti- vas ven en ellos, lo que a menudo difiere un tanto. B) La tradicién aristotélica, o la ciencia como explicacién teleolégica Aristoteles? consideraba que Ia investigaci6n cientifiea daba comienzo alli donde alguien se percataba de la existencia de Ciertos fenémenos. Es decir que, para Arist6teles, al principio estd la observacidn. Pero la explicacién cientifca solo se consi- gue cuando se logra dar razén de esos hechos o fenémencs. Y es jusiamente el c6mo se entiende este «dar razén de los he- chos» lo que va a caracterizar a Aristteles y toda una tradicign aque de alguna manera guarda semejanza o prosigue el tipo de explicacién propugnada por el Estagiria, 2 Sobre nlf del clon de Aste, J. Lose: roduc histo 121 flosofia de ceca, Masi, Nien, 196, pp. 525; MM Watt ioc: an al lose de a ceneln, Maced, Alt, 1978, vo, cap. Tomb B, Fa. nngin: Cae yfiesofia nla Andgtedd,Baraena, is) 97), 21 Aristételes pensaba la explicacién cientifica como una pro- agresion o camino inductivo desde las observaciones hasta los rincipios generales o prineipios explicativos. Estos principios eran inferidos por enumeracién simple o por induecién directa; ppor cualquiera de los dos métodos (que no nos interesa deta- lat) se obtenfan més generalizaciones acerca de las propieda- des de la especie 0 género. Esta etapa consiste en obtener prin- cipios explicativos a partir de los fenémenos que se han de ex- plicat: se denomina induccién, Para Aristételes todavia existia tun segundo momento o etapa en Ia explicacién cientifica: el deductive. Consiste en deducir enunciados acerca de los fend- menos a partir de las premisas que incluyan o contengan a los principios explicativos, Arist6teles exigia una relacién causal en- tre las premisas y la conclusién del silogismo acerea del hecho ‘© fenémeno a explicar. ¥ aquf aparece el énfasis, rasgo 0 carac- terfstica de Ia explicacién aristotélica, La causa de un fenémeno tiene, para Aristételes, cuatro aspectos: la causa formal, Ja eat ssa material, a causa eficiente y la causa final. Pues bien, una explicacién cientifiea adecuada debe especi- ficar estos cuatro aspectos que constituyen su causa, Sobre todo, no podia faltar a una pretendida explicacién cientifica de tun fenémeno 0 hecho, el dar cuenta de su causa final o telos, Aristételes criticé duramente a aquellos filésofos, como por ejemplo los atomistas Demécrito y Leucipo, que pretendfan ex- plicar los hechos (¢j, el cambio) en términos de sus causas materiales y eficentes, o aquellos que acentuaban excesivamen- te las causas formales, como los pitagérices. Aristoteles exigia explicaciones teleolégicas, que aclarasen «con el fin de qué» ocurrian los fenémenes, no solo de los he- chos referidos al crecimiento o desarrollo dle los organismos vivos, sino aun de los seres inorgénicos u objetos inanimados. Es precisamente este acento puesto por Avistételes y la sciencia aristotélica» en la explicacién teleolégica o finalista, el ue se considera prototipico de esta tradicién y permite encon- {rar semejanzas con posturas actuales. Ahora bien, no debemos olvidar que las explicaciones aristotélicas tenfan otros rasgos no rantenidos hoy cf: eran explicaciones en términos de epropie- dades», efacuiltades» 0 «potenciass, asociadas a Ia esencia de alguna substancia. Teles explicaciones tienen un cardcter con- 22 ceptual que las diferencia de las hipétesis causales y las acerca a las explicaciones teleol6gicas y, més all4, presupone una cos- movisién 0 concepeién del mundo, como conjunto de substan- cias, que hoy nos es extrafia. No nos interesa proseguir mas por Jos caminos del preceptor de Alejandro Magno. Nos bastan las nociones adquiridas para entender por qué la tradicién de la ciencia que se remite a Arisiételes discurre al compas de los esfuuerzos por comprender los hechos de modo teleol6gico 0 finalista f ©) Latradicién galileana, la ciencia ‘como explicacién causal Nada acontece en el mundo cultural y humano de la noche 1a mafiana, Las ideas se van incubando lentamente, de for- ma més acelerads, al socaire de los acontecimientos sociales, politicos, econdmicos 0 religiosos. Los vientos del cambio 0 de la critica munca dejaron de so- lar sobre Ia tradicién aristotélica. Hay toda una linea revisio- nista muy visible ya en, el siglo Xi, que introduce precisiones en el método inductivo-deductivo de Aristételes. A ella pertene- cen nombres como R. Grosseteste (1168-1253), Roger Bacon (1214-1292), Duns Scoto (1265-1308), Guillermo de Occam (1280-1349) y Nicolés de Autrecourt (1300-1350). Los citamos ‘para que quede constancia que lo que vamos a llamar la wcien- cia modemas, 0 manifestacién sociocultural potente de otra concepcién de ciencia, no irumpe como algo inesperado, sino como resultado de una serie de cambios socioculturales y de la misma historia de las ideas, Ala altura del siglo xvt durante ef Renacimiento tardio y la época del Barroco, las condiciones sociales y culturales estaban, ‘maduras para que aconteciera el «giro copernicano» en la cien- cia y lo que Ortega y Gasset lama la eandbasis de Descartes» 0 arreglo de cuentas, en la filosofia, de uno consigo mismo. Acontece que se deja de mirar el universo como un eonjunto de sustancias con sus propiedades y poderes, para verlo como un flujo de acontecimientos que suceden segrin leyes. Casi todas Jas erevoluciones cientificas» testimonian —como ha mostrado 23 TS, Kuhn— Ia unién indisoluble entre el descubrimiento de rnuevos hechos y Ia invencién de nuevas teorfas para explicar- Jos, con tina nueva imagen o visién del mundo. La concegcién el mundo fruto de Ia nueva forma de mirarlo, que ya es visible en hombres como Galileo © Bacon, no es tanto metafisica y Sinalista, cuanto furncional y mecanicista. Los nuevos ojos de la ieneia modema estan transidos de ansias de poder y central de la naturaleza, El centro no es ya el mundo, sino el hombre, Por esta razin, su mirada cosifica, reduce a objeto para sus necesidades y utilidades, a la naturaleza.* Este interés pragmético, mecénico-causalista, que no va a reguntar ya por el «por qué» y «para qué» itimos, sino ror el «c6mo» mas inmediiato y prictico de los fenémenas y sus con- seeuencias, emerge con fuerza en In centuria que va desde 1543, afio de la aparicién de la obra de Copémico De revo nribus orbivm coelestium, hasta 1638, fecha en que ven le luz los Discorsi de Galileo. En este eumbral de la nueva eiensian, como lo denomina Dijsterhuis, se eristaliza un nuevo métode cientifico, una nueva forma de considerar qué requ que cumplir una explicacién que pretenda lamarse cientifiea, Al triunfo social de las nuevas ideas no le van a ser ajenos como venimos indicando— una serie de cambios sociales. Si denominamos «fuerzas sociales intervinientes» a estos factares sociales que facilitan el surgimiento e institucionalizaciGn ce Ia iencia moderna o galileana, tendriamos que seflalar, Ic si. guiente.> En primer lugar, Ja labor de recuperacién de la trndi- 3. TS. Kul Za exc de es revlon etfs, Mak, PCE, 1975.38 4. Sobre este intents dominador - is acongata Ia elena moder eal et ‘rosesiones cada ee ms abso tt Hottisiner 7 domes Deke dl hans tomo. Bosh Su 19s cp ep 5. Ea ls tv 6 epiconesdel smn de acca y pean smo sll: F Basen er Cbg fc un erie a, $s 136 tom’ 29,1988 1s Rg abe eigen es cc nn ct pt ily. 1 «el fenémeno en su objetividad. Esto solo se logra si se acepta que Ja razén mantiene una relativa autonomfa respecto de los hechos. ©) La objetividad de la ciencia Para Popper y el racionalismo critico, radica en el método cientifico de Ia falsificaci6n. Horkheimer y Adomo no rechazan Tas aportaciones de la I6gica cientifica y del falsificacionismo, ‘pero acentiian la peculiaridad de las ciencias humanas y socia- les. La sociedad no puede cancebirse como un objeto més. La sociedad es también algo subjetivo. En razén de su estructura, es algo objetivo y subjetivo, Olvidar este aspecto concluce a po- ner el énfasis en la sociedad como objeto, como algo que yace ahf, enfrente de nosotros, y que solo puede ser captado median- {te tmos métodes determinados. La prepotencia del método s0- bre el objeto deriva de esta consideracién reificadora de la rea Jidad social. Al final, la pretensién de subsumir toda explicacién racional en el esquema nomolégico-deductivo priva sobre la vwerrlad misma de la cosa, que es contradictoria e irracional.} Para Adorno y Horkheimer, la objetividad se aleanza con el método critico, Pero Ja via critica es, en este caso, no solo for- ‘mal, no solo se limita a la reflexi6n sobre Jos enunciados, méto- dos y aparatos conceptuiales, sino es eritica del objeto del que dependen todos estos momentos, es decir, del sujeto y los suje- tos vinculados a la ciencia organizada. Dicho con palabras de Horkkheimer, si la critica no se convierte en critica de Ja socie- dad, sus conceptos no son verdaderos. ) El interés que impulsa la ciencia social {Al final descubrimos que la instancia especifiea que distin- gue la teoria critica de otras teorfas, por ejemplo el racionalis- ‘mo critico, es el interés emancipador 0, como diria Horkhheimer ala altura de 1937, el «interés por Ja supresion de la injusticia Socials. Interés que, pretende radicalmente Ja teoria exttica, 3 Ado: introduc Za alipa del postin, b. cl. po A $4 52 Ba p50 433, Menor: Tor redonal yori erties, b. tp 270. esté {nsito en ella, De aquf deriva su no conformismo, su beli gerancia en pro de tuna sociedad buena y racional, y la constar- te atencién a los desarrollos de la realidad El carécter no ortodoxo de la teorfa critica se enrafza en sit carfcter desideologizador, que nombra lo que nadie nombra y desvela la injusticia como camino, como via. negativa, para ha- cer aflorar Ia verdad de Ia sociedad futura que ansiamos. Las propuestas de la teoria critica no han quedado sin répli- ca La confrontacién la han proseguido los disefpulos de los, protagonistas aquf citados. Pero, més alla de la polémica y me- Giante ella, tanto las posturas de Popper como las de Adorno- ‘Horkdheimer han sido matizadas o impulsadas mas allé. Es de- cir, la discusién continta y, entretanto, han aparecido los sequt- dores de otto de los creadores de un estilo de pensar en la factual teoria de la ciencia: nos estamos refiriendo a las aporta- ciones del Wittgenstein tardio$ Nos situamos, pues, en la ter~ cera y titima fase de Ia confrontacién explicacién-comprensién (Erkdiren-Verstehen), F) La tercera fase de Ia polémica: intencién frente a explicacién, o los diversos juegos de lenguaje frente al modelo nomol6gico-deductivo Desde 1942, la corviente positivista, en su versién de la filo- sofia analitica, trata de precisar el modelo o teorfa de cobertura legal (Covering Law Model or Theory). Consiste fundamental- mente en el esgtiema ldgico-bdsico de K. Popper’ o de explica- en Arckines Ewopdennes de Soil ne, VXI, 2510p, 252265 tain I Albert Tata er Ritch Rana Say Munich, Pipe 197. Asko, los aul de Abert y J. Habermas en La ‘lage el posvnno, ob eke Deas a teas eis, A. Weliner: Mehl a Fomine, Frankf. 1967, SS" Para. Rada Tres els de pensren la cial cor de a iene Sus cveadarex Witigensein 1, Poppa y Wigentla Io, Fonsamict, 38 (1973), 53, ks Proretmls eres actus de Ia mctodolgia popping etn ry iafidos por ital rata de Wiitgystin, La confrontation de KO. Apel con Gl. von Wight Sevtvuna rose de ended do et sso Tay inchso un dita porn prioidd (Merion) del escutinlonto de st molkio enue CO. Hempel y Ke Popper ef Ins sportacones dC. von Wright aplcacln y empnesi,p 29, ot 5, elo hac emontr hes Ml. a2 cién causal. La novedad estriba en que se pretende aplicar este ‘modelo nomol6gico-deductivo a la historia.” ‘Hempel, el principal representante de este esfuerzo por alar- gar ol modelo de cobertura legal o de explicacién por subsun- cién a la ciencia histérica y social, sigue detentando una con- cepcién positivista de la ciencia Para Hempel, una ley ¢s una implicacién universal (todos los A son B) 0 bien una correlacién probabilstica.¥ Es decir las leyes entuncian la concomitancia (correlaci6n) regular 0 uni- forme de fenémenos. ero hoy cada vez més se cuestiona entre los légicos la uni- versalidad de la necesidad. Parece haber una verdad universal accidental (empftica, contingente) que es distinta de una logica- mente necesaria. El problema consiste en cémo discernir entre ‘ambas. Pero por este camino se llega a Ja conclusién de que es Ta necesidad y no Ia universalidad lo que constituye la marca de tuna conexién némica o legaliforme.? Volvemos a toparnes con las concepciones «aristotélica» y «zalileanas, que estén en el fondo de una u otra respuesta. “Ahora bien, en las explicaciones hist6ricas nos topamos con. tun hecho: la atusencia de referencias a leyes generales. @Vor que ‘ocurre este hecho? La teoria de los representantes de la teoria o método de la subsuncién oscila entre: a) la excesiva comple jidad de tales leyes y Ia insuficiente precisién con que las co- rnocemos nos impide una formulacién completa y nos fuerza ‘a mantenernos al nivel de los bosquejos explicativos (Hempel); 5) las leyes hist6rieas son algo familiar que damos implicita- mente por supuesto, y debido a su trivialidad no merecen una mencién explicita (Popper). Frente a este tratamiento positivsta de Jos fendmenos histé- ricos se encendié Ia polémica. En 1957, W. Dray, en su obra FF GG. Hempel:

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