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i LBRO Mt! de la izquierda) inscribe que ella es la més “discreta” de las tres, ya {que no es ni la Venus que cuida a las mujeres desnudas, como la del templo, ni esté exaltada por la luz dorada, como la de la izquierda. Se puede también captar la red haciendo una ronda de identidades entre las estatuas y Jas mujeres vivas. Hay tres estatuas, como hay tres gru pos de mujeres (las desmudas en el agua, la arremangada y su sirviens taal borde del agua, las vestidas en Io alto de los escalones), pero las correspondencias espaciales ~el ser-ahi pictorico- estén cruzadas: la Venus del fondo, que esta muy cerca de las mujeres vestidas, cuida, cn realidad, a las baitistas. La estatua de la derecha se inclina sobre las bafistas, pero comparte con las vestidas una suerte de penumbra, 0 de imprecision. En fin, la mujer arremangada se apoya sobre el pedestal de la estatua de la izquierda, y es sin duda con ella con la que dialoga, dado que la escultura es, como ella, una alusién terrestre a lo desnuda, Se ve la ronda de las similitudes en el cuadro-mundo, pero la intensi- dad de aparicién de tal o cual figura, o de tal o cual zona luminosa, no es directamente accesible en esa ronda. Tal es el caso del follaje en la parte inferior del drbol inclinado, a la izquierda, que le sirve de fondo ala estatua: dorado, tendido, reducido casi a polvo luminosy, aparece intensamente, aun cuando sus relaciones de identidad con la escena libertina, con el viejo templo circular o con las aguas que brotan pare= cen totalmente laterales. Lo que hace falta es tener en cuenta la evidencia identitaria del follaje, el claro que dispone a la izquierda del cuadro, y asimismo que el templo esta desfasado de ese lado, Esa fuerza de aparicién mide sencillamente el grado de identidad consigo mismo del follaje verde- dorado, como puntuacién de un lugar del mundo (aqui, el Angulo inquierdo inferior de la tela). Es claro, en efecto, que, cuanto mas tras= cendentalmente elevada es la relacién de identidad consigo mismo ‘un ente, més afirma ese ente su pertenencia al mundo concernido, mi testifica la fuerza de su ser-ahi-en-ese-mundo, Més, en suma, existe= en-el-mundo, lo cual quiere decir: aparece en 1 més intensamente. Dados un mundo y una funcién de aparecer que tiene sus val res en el trascendental de ese mundo, Hlamaremos “existencia” de ‘ente x que aparece en ese mundo al grado trascendental asignado Ia identidad de x consigo mismo. Asi definida, la existencia no es categoria del ser (de la matemética), es una categoria del apa (de la logica). En particular, “existir” no tiene ningin sentido en ‘mismo. En conformidad con una intuicién de Sartre, tomada de degger pero tambien de Kierkegaard, o incluso de Pascal, s6lo se di SECCION 1 27 existit” en lo relativo a un mundo. Efectivamente, la existencia no es ‘mas que un grado trascendental. Ella indica la intensidad de aparicién de un ente-miltiple en un mundo determinado, y esa intensidad no es en modo alguno prescrita por la pura composicién miltiple del ente ‘eonsiderado. ‘Asi, {qué quiere decir la existencia del grupo de los jovencitos del “ficeo Buffon en la manifestacién que se forma en la plaza de la Rept- ‘blica? Unicamente que la concentracién que van formando, paulatina- ‘mente, en tomo a su pancarta (“Los Boutfons bufan a Jos bufones”), ‘estd constituida y es identificable suficientemente como para que la ‘medida de su identidad ~de su relacién consigo-, en lo relativo al ‘mundo ée la manifestacién, sea sin ninguna duda trascendentalmen- te clevada, lo cual no puede deducirse, evidentemente, de una pura ‘eoleccién de jévenes de liceo. En cambio, si uno intenta, en el cua- {dro de Hubert Robert, contar por uno el conjunto central constituido ‘por la Venus del templo, la columna conexa y las mujeres vestidas, se enfenta con una diseminacién del aparecer, con una relacién consi- 30 de intensidad débil. Como ser-ahi en ef mundo-cuadro, ese mundo {ste débilmente (todo lo contrario, por ejemplo, del grupo forma- ‘do por las dos bafistas desnudas y la fuente junto a la cual dejaron sus vestidos). Eso prueba que lo que importa aqui no es la separacién “espacial, sino justamente la existencia, trascendentalmente constituida ‘por la logica pictorica. La existencia de un elemento puede verse como la asignacién, a ¢ elemento, de un grado trascendental. Efectivamente, el valor de In identidad de un x cualquiera consigo mismo es una funcién que igna, a ese x, el grado de esa identidad, Se puede hablar entonces de existencia como de un grado trascendental, y se ve entonces que la stencia se despliega, como lo hacen esos grados, entre el minimum ‘el maximum. Si a existencia de x toma, en el trascendental, el valor méximo, es ue x existe absolutamente en el mundo considerado. Por ejemplo: el mundo de la manifestacién, la estatua de la Repiblica, impévida, ta y bendecidora, que le acuerda al lugar su significante capi i, aparece en él sin matices ni deblidades. Se diré lo mismo del tem- lo circular en el mundo-cuadro, asi como de las baitistas, e incluso Ja combinacién entre ambos ~conexion interna entre la antigiiedad ruinas y el erotismo instalado-, habiendo convenido en que “exist solutamente en un mundo” significa “parecer en él con el grado Scendental de intensidad mas elevado que conozea ese mundo”. 238 LIBRO IH Si la existencia de x toma en el trascendental el valor minimo, es porque x inexiste absolutamente en el mundo considerado. Por ejeme plo: un importante grupo protetario de la usina Renault de Flins, espe- rado por los manifestantes, anticipado por un desafortunado cartel que sostiene un grandullén entristecido (“Los Flins también estén aqui"), pero que, a diferencia de los jévenes del liceo, o de los kurdos, no esta para nada constituido y falta ~al menos en el momento de ese mundo del que les hablo-. Del mismo modo que un varén vivo, desnudo vestido, es el ausente esencial del cuadro libertino de Hubert Robert, Y el sexo masculino inexiste en el cuadro, sin duda, porque es el ojo del que se espera que lo mire; pero se trataria, si se incluyera ese ojo, de otro mundo, de otro régimen del aparecer que el que esta cerrado, por los bordes de la tela, Si la existencia de x tiene, en fin, un valor intermedio, es porque el ente x considerado existe “en cierto grado”, que no es ni la existencia “absoluta” (maxima intensidad de aparicidn, © méximo grado de iden= tidad consigo) ni la inexistencia verificada (intensidad de aparicién, minima). Tal es el caso del grupo de los empleados de correo, reco= nocible, pero mal constituido, siempre listo para deshacerse; o el del bosque que esti en el fondo del cuadro, detras del templo o hacia la derecha, reducido a un azul-verde tan indistinto que se comunica ver ticalmente, casi sin cesura, con las nubes del cielo, por debajo de una luz que, muy a lo alto, nuevamente dorada, recuerda el polvo de oro, por encima de las bafiistas. Ese bosque existe, por cierto, pero segiin un grado de identidad consigo muy debilitado por la logica pictérica de los segundos planos. ‘Vamos a establecer ahora una propiedad fundamental de la existen- cia: en un mundo dado, un ente no puede aparecer més idéntico a otro, que lo que lo es a si mismo. La existencia norma la diferencia, Esta propiedad es un teorema de la existencia que demostraremos: en la exposicién formal de la seccién 3 del presente libro III; no obs- tante, se la puede legitimar fenomenologicamente sin la mas minima dificultad. Consideremos, por ejemplo, en el mundo-manifestacién, Ia alea- toria identidad del grupo de los libreros, que son slo tres, dos de los cuales a punto de huir, y que Hegaron ahi para reclamar que el Estado fije el precio de los libros de arte; sin duda, se puede sostener que ese “grupo”, por st inconsistencia, tiene una fuerte identidad trascem- dental con el “grupo” mas o menos inexistente de los obreros de Ia fabrica Renault de Flins. No obstante, queda excluido que esa iden= SECCION 1 239 tidad sea un fendmeno de intensidad superior al de la aparicién del {grupo de los libreros. Porque la intensidad fenoménica diferencial de jos libreros y de los obreros de Flins ~en tanto componentes irrisorios de la manifestacién— incluye, en cuanto al aparecer, la existencia de ‘esos dos grupos. ~ De la misma manera, la estatua de Venus en el centro del templo jrcular, y también las dos mujeres que parecen contemplar esa esta ua, tienen una tonalidad comparable con las vestimentas de las bai fabandonadas a lo largo de una de las fuentes. El fendmeno de unas de otras incluye esa identidad de tono como un grado trascendental bien elevado, Pero, desde Iuego, como cada uno de los términos foma en si mismo lo que funda Ia elevacién de ese grado ~a saber, la ‘plancura un poco nacarada~, lo incorpora a la evaluacién de su propia, recesidad de aparicién en el cuadro, y por ende a su propia existencia, Resulta de ello que el grado trascendental que mide la existencia de Ia “estatua, asi como, ademas, el que mide la de las dos mujeres o la de Jas vestimentas, no podria ser inferior a la medida trascendental de su identicad. Finalmente, la evaluacién del grado dle identidad entre dos entes de un mismo mundo permanece inferior o igual a la evaluacién de la ‘existencia de cada uno de esos entes; una vez més, se existe al menos tanto como se es idéntico a otro. Retengamos, sin embargo, lo esencial: si el ser de un ente-ahi, su forma miltiple pura, es pensable (mateméticamente) como una inva- riante ontolégica, la existencia de ese ente es, en cambio, un dato tras- dental relativo a las leyes del aparecer en un mundo determinado. existencia es un concepto légico, y no, como el ser, ontolégico. la existencia subsuma (por su grado trascendental) la diferencia no hace, de la existencia, lo Uno del aparecer. Si bien no es una forma ser, la existencia no es tampoco Ia forma-tna del aparecer. Pura~ te fenoménica, la existencia precede al objeto y no lo constituye. pensamiento de la objetividad (o de lo Uno del aparecer) requiere, ia, un desvio especulativo. | Analitica de los fenémenos: componente 'Y itomo de aparecer _ Supongamos fijado un conjunto (en el sentido ontolégico, un ‘iltiple puro) que aparece en un mundo determinado. Por ejemplo, 240 ‘aro itt el grupo de los anarquistas en Ia manifestacién, considerado c coleccién abstracta de individuos, 0 el conjunto de las columnas 4 templo circular en el cuadro, considerado como serie repetitiva en merable (al menos, por derecho). En la medida en que tales mati aparecen, estén elementalmente indexados sobre el trascendental d un mundo. Asi, de esos dos anarquistas deliberadamente mal afeit y vestidos de negro, se mide el grado (clevado) de identidad, mient que, pictéricamente aprehendidas, las columnas del frente del templo ‘masivas y de color anaranjado, no realizan su identidad serial con del fondo sino por los medios perspectivos de la diferencia (tamai muy superior) y los medios coloreados del sfumato (las cotumnas d fondo se pierden en el azularse del bosque). Todo eso consiste, tra cendentalmente, en la medida en que la funcién de aparecer asi grados a la identidad de dos elementos cualesquiera de los conjunto (los anareos” o “el viejo templo”). La primera cuestién que nos planteamos ahora es saber si se p «den analizar los conjuntos desde el punto de vista de su aparecer, di cernir el ser-ahi de ciertas partes de esos conjuntos. Ontolégicam (Segiin el ser en tanto ser), sabemos que todo conjunto tiene subeo juntos, o partes. Pero, légicamente, ;se pueden discernir igualment “componentes” de un fenémeno dado? Por ejemplo: al parecer, efe tivamente, las columnas del fondo, en las que el dorado de la pi es cautivo del azul-vago, son, en el cuadro, un componente de la ricién del viejo templo. Pero, cual puede ser justamente el concept riguroso de tal analitica de las partes? Esta primera pregunta, sin embargo, s6lo se presenta aqui para pre parar una segunda, que es saber si este andlisis, que se supone pra cable, admite un punto de detencién, una suerte de componente mini ‘mo de todo ente-ahi. Ontolégicamente, existe un doble tope. Por un lado, sélo el conjun to vacio, que es parte obligada de todo miiltiple puro, no admite parte que él mismo. Por otro lado, dado un elemento a de un mi A cualquiera, el singleton de a, anotado {a}, 0 sea el conjunto cuyo iinico elemento es a, es como una parte “minima” de A, en el sentido en que esa parte es prescrita por un elemento ~a~ cuya pertenencia A cella cuenta por uno. ' Légicamente, o segtin el aparecer, ;tenemos un punto de detenciéa de la descomposicién analitica de los entes-en-un-mundo? Parece que, si se trata del grupo de los anarquistas, tal individuo singul ‘que hace grandes esfuerzos por parecer patibulario, es un componet SECCION | 241 descomponible de lo que aparece, finalmente, como “los anarcos- Ja-manifestacion”. "gin embargo, estas indicaciones fenomenolégicas siguen siendo decisas hasta que no se reconstruya el concepto de componente de 0 de componente minimo, a partir de la indexacién trascen- 1 de los miltiples que estan ahi en un mundo. En el fondo, lo que nos importa es saber si el aparecer admite, ente, una instancia de lo Uno, o de lo uno-a-lo-sumo. ¢Hay, en ‘mundo determinado, un umbral minimo del aparecer, mas aca del JI nada est ahi? Vieja cuestién de la atomicidad perceptiva, que empiristas revisaron incesantemente y que toda doctrina de las izaciones cerebrales, por mas sofisticada que sea (como en las urociencias contemporaneas), vuelve a encontrar, como su eruz: files la unidad de cuenta del aparecer o de la huella cerebral que le sponde? {Cuél es el étomo factual y/o mundano de una aprehen- perceptiva? {Cual es el punto de aparicién que es, ya inductor del eno (del lado de lo que aparece), ya inducido por el fenémeno Jado de la recepcién mental)? En lo que nos concierne, no se trata i de percepcidn. ni de cerebro, sino de saber si, habiendo sido fija- ps el mundo y su trascendental, se le puede dar sentido a una unidad sinima del aparecer-en-ese-mundo. Tal minimalidad s6lo existe aqui como correspondencia entre los mentos-ahi del mundo y el trascendental. Como el valor trascen- ntal, con respecto al grupo de los anarquistas, del individuo pati- pulario, 0, con respecto al templo, el de las columnas pricticamente jsbles del fondo izquierdo de ese templo. Sentimos justamente que 105 ahi en los limites analiticos del aparecer. Pero, cul es el ncepto de ese limite, en la medida en que retiene aiin la unidad de aparicién? Consideremos una funcién del conjunto tomado inicialmente como eferencial (los anarquistas, el templo...) hacia el trascendental, o sea, una funcién que asocia, a todo elemento del conjunto, un grado tras- endental. Tal funcién puede interpretarse intuitivamente como el prado segiin el cual un elemento pertenece a un componente de apa- cer del conjunto inicial. Supongamos, por ejemplo, que ta funcién ocia a las columnas del templo el valor maximo si son muy nitidas y adas, o anaranjadas, el valor minimo si son negras, un valor inter~ medio si no son claramente ni una cosa ni la otra, sino que disuelven ‘Su luz en el azul del bosque. Se ve bien que, en el conjunto-apare- ‘eiente Ilamado “las columnas del templo”, esta funcién va a separar 242 LBRO it las dos columnas del primer plano como las que toman el valor d pertenencia maxima a un componente, En cambio, las columnas d la izquierda estarn excluidas de ese componente, ya que stg de pertenencia es minimo, Las columnas de la derecha serén trat -das como mixtas, por el hecho de que pertenecen al componente % cierto grado”, del mismo modo que las del fondo, pero en un gr menor. ‘Llamaremos “componente fenoménico” a una funci6n de un e ahi-en-un-mundo sobre el trascendental de ese mundo. Si para elemento del ente-ahi considerado, la funcién vale el grado p, significa que el elemento pertenece “en el grado p” al compont definido por la fuuncién. Los elementos que componen “absoluta te” el componente fenoménico son aquellos a los cuales la funcid atribuye el grado trascendental maximo. Otro ejemplo. En el mundo “manifestacién”, la funcidn puede asig- nar el valor maximo, entre los miembros de la nebulosa en marcha toro al nicleo militante de los anarcos, a aquellos que (1) estén tidos con chaqueta negra y tienen el aspecto patibulario, (2) retoms los esléganes de los anareas (“Destrnyamas el salariado! Un ing so garantizado para todo aquel que exista!”), (3) llevan una bande negra, (4) se burlan de los trotskistas y (5) lanzan piedras contra vitrinas de los bancos. La funcién atribuird un valor un poco inferi al maximum a aquellos que no tienen més que cuatro de estas propis dades, mas débil alos que no tienen sino tres, todavia menor a los q s6lo tienen dos, muy débil ya a los que tienen sélo una, y, en fin, valor minimo a los que no tienen ninguna, o a los que tienen una pi piedad absolutamente contradictoria con una de las cinco (como la cenarbolar una bandera roja, o la de llamar al servicio de orden todo aque! que lance piedras). Se ve que asi se dibujarén, por el maximo, el componente “duro” de ta nebulosa anarquista y, por valores intermedios, componentes menos determinados. Podemos entonces despejar las caracteristicas de un compot te fenoménico que es atémico. Basta con postular lo siguiente: si ente-ahi x pertenece absolutamente al componente, entonces 0 ente-ahi y sélo puede pertenecerle absolutamente si x € ¥ SoM ‘cuanto a su aparecer, absolutamente idénticos. O también: six ey son absolutamente idénticos en el aparecer, y x pertenece absolt mente al componente, entonces y no pertenece absolutamente @ ‘componente. Bajo estas condiciones, se ve bien que el componente ccontiene “absolutamente” mas que un elemento a lo sumo. SECCION 1 243 a lo sumo” es, aqui, capital. En el orden del ser, se lama ente tomo a un miltiple que tiene un solo elemento y es, en este sentido, indivisible (no se lo puede separar en partes as). Pero nto estamos en el orden del ser. Partimos del discer- jento formal de componentes fenoménicos de un mundo y nos guntamos qué puede llegar al mundo, o llegar al aparecer-en-un- jentes s6lo Ilegan a aparecer en él a costa de su estricta identi ‘intramundana. Pero lo sera también si ningiin apareciente puede a aparecer en él absolutamente, ya que entonces el componente ico es exclusivo del miiltiple, siendo ya exclusivo de lo uno. ‘¢50, un dtomo de aparecet es un componente fenoménico tal que, apareciente se establece en él absolutamente en el mundo, enton- ‘cualquier otro que esté en ese caso es idéntico al primero (“idénti- "en el sentido del aparecer, y por ende de la indexacién trascenden- El tomo, en el aparecer, 0 en el sentido légico (y no ontolégico), nno “uno y s6lo uno, que es indivisible”, sino “si uno, no més de y sino, ninguno”. ea, por ejemplo, en el caso del mundo-cuadro, el componente crito por “imponer el color rojo sobre una superficie importante”. linico apareciente del cuadro que responde a esta condicidn es el ido de la mujer sentada junto al pilar central del templo. No es ella sea el inico indicio fenoménico del rojo en el mundo-cuadro, las flores rojas de los dos macetones, el vestido rojo palido de la enta de la mujer arremangada, la cinta que cifie el cabello de una baristas, otras flores de un rojo muy sombrio en el bosquecillo esti en primer plano, abajo, a la izquierda... Pero se puede decir, ‘embargo, que el componente “rojo impuesto en la superficie” es mico, por el hecho de que un solo apareciente valida maximamente predicado. i, ahora, prescribimos otro componente por “exhibir el sexo mas- lino”, es claro que ningin apareciente puede asociar un valor de icin maximo a este predicado. Por cierto, en el cuadro, la esta- de la derecha representa a un héroe masculino, y en ese sentido el componente en cierto grado. Pero, ademas de Ia vaguedad envuelve a esa estatua, un drapeado vela el érgano, de manera ese grado no es en modo alguno maximo, Resulta de ello automi- mente que ese componente es atémico. Lo cual no significa que integralmente vacio: se puede decir que la estatua le pertenece. urre que el “no exhibir el sexo masculino” no es fenoménicamente 244 LBRO aplicable de la misma manera a todos los aparecientes del cuadro. Es asi como la estatua lo exhibe y lo vela al mismo tiempo, de modo ta que no se puede decir que no lo exhibe en absoluto. Lo exhibe, si, con un grado diferencial que no es absoluto, pero que no es tampo. ‘co nulo. Digamos que este apareciente es p-sexo-masculino, lo cual ‘quicre decir “que exhibe el érgano masculino en el grado p”. Figurarg entonces en el componente considerado, pero solamente con el grado p. En cambio, los vestidos abandonados junto a la fuente con neghi= gencia testifican, precisamente, que ningiin varén asiste a Ia escena, que las mujeres estan entre ellas y que, cuando se desvisten, no tienen que tomar ninguna precaucién particular. Se dir que esos vestidos no pertenecen al componente mas que en el grado minimo, Io cual ‘quiere decir, en el mundo concernido, de ningin modo. Finalmente, el componente prescrito por “exhibir el sexo masculino” es atémico, porque contiene al menos, sin duda, un apareciente que figura en él en el grado p, pero ninguno que le pertenezca absolutamente. Insistamos en el hecho de que la unicidad es, aqui, unicidad en el parecer. Es muy posible que dos entes-miltiples ontoldgicamente dis tintos pertenezcan al mismo componente atémico -sean elementos del ‘mismo étomo-. Supongamos, por ejemplo, que, en el mundo-manifes- tacién, sélo se admitan como entes-ahi grupos, pluralidades politicas, lo cual es hacerle justicia a 1a fenomenalidad colectiva de tal mundo, Es muy posible, entonces, que el niicleo duro de los anarquistas sea tun tomo, dado que las propiedades funcionales que lo identifican en el aparecer (vestimenta, aspecto, esléganes...) no permiten llevar més lejos el andlisis, distinguir un nicleo supraduro de los duros. Bs posible incluso que la ldgica trascendental de la manifestacién, que es la visibilidad politica, induzea la inseparabilidad “mundana” de los anarquistas duros de Montreuil y de los de Saint-Denis, a pesar de que difieran sus banderolas. Por cierto, dada su proveniencia geogrifica segtin sus cuerpos dispares, son distintos, Pero, en cuanto a la logics politica del aparecer, son idénticos y, por lo tanto, tanto unos como las ‘otros pueden scr copresentados en el dtomo “anarquistas duros”. No serdn en é1 multiplicidad segin el ser-ahi, por mas distintos que s seguin el ser-en-tanto-ser. ‘Se podria hacer el mismo ejercicio en cuanto a la atomicidad posi- ble de las columnas del templo en el cuadro. Las dos columnas d primer plano son suficientemente idénticas en cuanto a la gjecucié pictorica como para entrar en un étomo de aparicién, Ycolumna roma na tipica”, del que serin excluidas, en cambio, las columnas SECCION 1 245 es evanescentes -0 romantizadas— del segundo plano, asi como las eolumnas negras (puramente “funcionales”, o destinadas a sostener el junto) del lado izquierdo. Queda entonces verificado que un dtomo de aparecer puede ser un smponente fenoménico ontologicamente miltiple. Basta con que la ca del aparecer prescriba la identidad-en-el-mundo de sus elemen- ‘para que se le reconozca su atomicidad. Podemos analizar la propiedad de atomicidad tanto a partir de la iferencia como a partir de la identidad. Por ejemplo, se puede aislar nel cuadro de Hubert Robert un componente que obedezca a la pres- fpcidn pictérica “trazar una diagonal verde, negra y amarilla a partir fa parte inferior izquierda del cuadro”. Vemos sin dificultad que o el gran arbol, inclinado ¢ interrumpido, simbolo de la ocultacién tal de las ruinas, pertenece en el cuadro a ese componente. Si ideramos una de las inaparecientes columnas de la izquierda del plo, podemos decir que su identidad con el érbol, suntuoso primer o, tachadura natural de toda la cultura antigua, es nula, vale picté- yente cero, De lo cual se sigue, evidentemente, que la pertenencia al componente “diagonal colorcada”, que es ubsoluta en el caso del iol, es igualmente nula en el de la columna. Que esto sea verdade- 0 para todo ingrediente del cuadro absolutamente diferente del gran bol indica que el componente “diagonal coloreada” es atémico (no ontiene, hablando en términos absolutos, mas que el érbol). ‘Abstractamente, esto se enunciard: si la evaluacién trascenden- de la identidad entre dos aparecientes en un mundo es el grado ninimo, o sea, si esos dos aparecientes son, en el mundo considerado, bsolutamente diferentes; si, ademés, uno de los dos aparecientes per- fenece absolutamente a un componente atémico, entonces el segundo ciente no pertenece en absoluto a ese componente Finalmente, lamamos “étomo de aparecer” a un componente de ente A que aparece en un mundo, tal que, si para dos elementos x 1 de A, ontologicamente distintos, x e y pertenecen absolutamente, 0 Y otro, a ese componente, entonces x & y son absolutamente idén- feos en el mundo. O también: six e y no son absolutamente idénticos, Six pertenece absolutamente al componente, entonces y no le perte- ‘absolutamente. 246 LIBRO I 5. Atomos reales Sea un elemento (en el sentido ontol6gico) de un miltiple A aparece en un mundo. Por ejemplo, una de las columnas del conj to “templo circular” en el cuadro. Llamemos a este elemento ¢. fendmeno de ¢ es, ademés del “mismo” ¢ (como multiple puro), conjunto de los grados que le dan valor a la identidad de c con donde x recorre todas las intensidades posibles del mundo. O sea, conjunto de los valores que identifican a ¢ por sus otros y también po si mismo, puesto que, en el fenémeno de c, tendremos el grado que mide la identidad de ¢ consigo mismo, grado que no es otro que existencia de c. Restrinjamos al conjunto “templo” el fenémeno de c. Se dis entonces, en particular, que si ci, c2, ete. son las otras columnas del templo, los grados de identidad de c1, ¢2, etc. con participan del fendmeno de c, visto, esta vez, segin un miltiple referencial (el tem plo). Ahora bien ~y es una observacién capital-, la funcién fenomé nica asi restringida, que asigna a toda columna del templo su gi de identidad con otra columna 0 consigo misma, es nn ftomo para aparecer del templo, o un componente minimo de ese aparecer. {Por qué? Ante todo, esté claro que, estando fijado c, la funcién fenoméni ca en cuestién es una funcién del multiple “templo” hacia el trascen- dental ~a cada valor de un ente x del templo le corresponde un grado de T, que es el valor de su identidad con la columna -. Sabemos, por ejemplo, que si c es la columna izquierda en primer plano, y ¢) su vecina de la detecha, la funcién tiene un valor trascendental elevado, Mientras que, si cs es la columna visible del fondo hacia la derecha, la funcién tiene un valor débil. Por lo tanto, esta funcién identifica cier- tamente un componente fenoménico del templo. Ahora, 2qué sucede si un elemento pertenece absolutamente a ese componente? Planteemos, por ejemplo, como ya lo hemos hecho, que, pictéricamente, las dos columnas del primer plano son idénticas en su aparecer (la indexacién trascendental de su identidad vale el maxie mum). Suponiendo que otro componente, digamos la columna es, Justo a la detecha de ci, no sea tampoco otra cosa que una colum= nna romana tipica, tendremos igualmente una medida maxima para sw identidad con c, Podemos entonces estar seguros de que los entes e1 y ¢2 on también maximamente idénticos, ya que dos aparecientes abso- lutamente idénticos a un mismo tercero estin ciertamente constrefii- dios a ser idénticos entre ellos. SECCION 1 247 se ve entonces que la funcién fenoménica considerada (el grado idad con la columna c) define un étomo de aparecer del tem- Hpuesto que, ante todo, identifica a un componente fenoménico, y bes tal que, si dos aparecientes pertenecen absolutamente a ese mente, es porque son trascendentalmente idénticos. Hay enton- para la satisfaccién de la pertenencia absoluta, una eléusula de 3 Epecvencin de este punto es la siguiente: Dado un mitiple A ‘aparece en un mundo, todo elemento a de A identifica un tomo parecer, por medio de la funcién de A hacia T definida, como lo sido precedentemente, por el grado de identidad de todo elemento A con el elemento a singular. Tal dtomo serd lamado “real”. “Midamos el alcance de la existencia de los dtomos reales: ella tes- ica una aparicién, en el aparecer, del ser del aparecer. En el caso toda moltiplicidad pura llevada a estar ahi en un mundo, estamos de que a la composicién ontolégica de A (la pertenencia ele- ental de un miitiple a al miltiple A) corresponde un dato de su com- én I6gica (un componente atmico de su ser-ahi-en-ese-mundo) lvemos a encontrar en este punto una conexién onto-ldgica que, a fiferencia del dualismo kantiano del fenémeno y del noimeno, ancla égica del aparecer ~en el punto sutil de lo Uno- en la ontologia de multiplicidades formales. [La cuestién que se impone entonces es la de ta validez de la reci- proca. Esta verificado que todo elemento constitutive de un ente mun- prescribe un tomo de aparecer. {Es verdadero, reciprocamente, todo atomo de aparecer es prescrito por un elemento de un miilti- que aparece? Dicho en otros términos, hay, en el punto de lo Uno ode la unicidad, identidad, 0 sutura completa, entre logica del apare- ‘cer y ontologia de lo miiltiple? ‘Vamos a responder: si. Y plantear de tal modo, para retomar una imagen de Lacan, que lo Uno -el étomo- es el punto de almohadillado [point de capiton] del aparecer en el ser. Se trata de un postulado, que se llamar el “postulado del materialismo” y que se enuncia, muy sim- “plemente: todo dtomo de aparecer es real. O, mas técnicamente: dada ‘na funcién atémica entre un maltiple y el trascendental de un mundo, €s decir, un componente del aparecer de ese multiple que comporta a Jo sumo un elemento (en el sentido de pertenencia “absoluta”), existe siempre un elemento (matemitico) de ese multiple que identifica a ese stomo (logico, o dtomo de aparecer). Examinemos primero esta exigeneja materialista a la luz de la feno- 248 LIBRO HL ‘menologia objetiva. Hemos dicho: tal individuo, marcado por todos los. signos caracteristicos del anarquista en representacién piblica, identi- fica como atémico al componente inducido por la funcién “ostentar las cinco insignias del anarquista puro y duro”. Ahora bien, un individuo ¢s, para el grupo de los anarquistas, un elemento del puro miltiple que 8 ese grupo. La recfproca serd: dado cualquier componente atémico del grupo de los anarquistas, este es finalmente identificado por un individuo del grupo. Esta reciproca, como se ve, es muy probable para quien sostiene que, en definitiva, no hay ~exceptuando el vacio— sino miiltiple. Sin embargo, no es una consecuencia obligada de la légica del aparecer. Digamos que le da su versién materialista Estamos aqui en el punto de una decisién especulativa, de la cual no existe ninguna deduccién trascendental. Esta decisién excluye que el aparecer pueda arraigarse en lo virtual. Exige, en efecto, que se comprometa una dimension actual de lo miltiple (de la composi- cién ontologica) en la identificacién de toda unidad del aparecer. Ahi donde lo uno aparece, lo Uno es. Es lo que explica que el aparecer, ahi donde es Uno, no pueda ser otro que el que es. Elementalmente, hay un “es asi” de lo que aparece, ahi donde el “es” es un “es-unu™, Porque el postulado del materialismo (“todo tomo es real”) exige que cel “es-uno” esté sostenido por lo uno-que-es. Al que no en vano se lo Hamaré el inguieto, en la medida en que es ahi donde la légica toma su consistencia de lo onto-légico, en que el pensamiento puede entrar ‘en su mas fecunda in-quietud (Io uno-que-estudia)? Volvamos a enunciar la exigencia materialista en una forma mis sofisticada, “Imponer la idea de una simetria vertical” define, al pare= cer, un componente virtual (invisible) del cuadro de Hubert Robert. El tinico elemento de este componente seria la linea, no figurada como tal en las formas ni en los colores, que divide la superficie en dos zonas iguales. El postulado materialista dira: si, este componente at6- mico existe. Pero esté prescrito por la columna del templo exactamen- te situada en el centro del cuadro (aquella a cuyo pie estin las mujeres ‘estidas), columna que es elemento real de la multiplicidad-aparecien= te “templo circular”, Todo apareciente que, en situacién central y en direccién vertical como esa columna, es en este aspecto trascendental- mente idéntico a ella, coparticipard del componente atémico. O tam bién: el nombre trascendental de ese étomo, en el mundo del cuadro, 8 la columna, en la medida en que asigna aquello que es idéntico-en- el aparecer a ella al itomo “eje vertical”. Se ve el alcance del axioma

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