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Los hombres pensaron que era cosas de mujeres y lo que deseaban era
deshacerse del intruso antes que saliera el sol bravo. Queran ponerle un
ancla en los tobillos para que se sumergiera en las profundidades ocenicas
para que no volviera a la orilla, pero mientas se apresuraban ms cosas se
les ocurra a las mujeres para perder tiempo. Tanto fue as que se cansaron
y le preguntaron con qu objeto tanta cosa para un forastero, si como
quiera se lo iban a masticar los tiburones. Tanto alboroto por un muerto al
garete dijeron los hombres. Una de las mujeres que, mortificada por tanta
insolencia, le quito el pauelo de la cara. No haba duda, de que era
Esteban. Solo un Esteban en el mundo, y estaba all tirado. Basto quitarle el
pauelo para que supieran que estaba avergonzado de tal tamao en su
cuerpo y tanta hermosura. Hasta los hombres que sentan amarga las
minuciosas noches del mar temiendo que sus mujeres se cansaran de soar
con ellos para soar con ahogados, hasta aquellos, se estremecieron al
verle el rostro de sinceridad. Fueron por flores para el muerto, y hubo tantas
flores, tanta gente que no se poda caminar.
Fue un dolor inmenso devolverlo a las aguas hurfano y decidieron todos los
del pueblo terminar cm parientes de l. Lo soltaron sin ancla para que
volviera cuando quisiera. Se miraron y se dieron cuenta que jams volveran
a estar completos. Por primera vez sera diferente sus casas iban a tener
puertas anchas, pisos firmes techos altos para que el recuerdo de Esteban
anduviera sin tropezar. Se pintara la fachada de colores alegres en memoria
de Esteban.